Edición 193

Page 1

ISSN:2322-74GX | A帽o 28 | Edici贸n 193 | Distribuci贸n gratuita | 12.000 ejemplares | Medell铆n, diciembre de 2015 | www.periodiconexos.com.co


02

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

Septiembre de 2015

ÍNDICE

04 05 06 08 09 10 12 13 14 16 17 18 19

INTERCAMBIO SOCIAL: UNA APUESTA POR EL LIDERAZGO

POR VALENTINA BUSTAMANTE

HAY QUE INTUIR EL PERIODISMO POR REDACCIÓN NEXOS

CARTA A JUAN RULFO POR FERNANDO DEL PASO

POR LOS BUENOS TIEMPOS POR MIGUEL ÁNGEL CORREA

LA GUERRA ES UN MALENTENDIDO POR AGUSTÍN RENDÓN

FÚTBOL AMERICANO EN MEDELLÍN POR SANTIAGO GONZÁLEZ

EL CAPITÁN DEL ÓLEO

POR MARÍA ALEJANDRA CARRILLO

EN PRIMERA PERSONA POR MANUELA VELÁSQUEZ

NO HAY MATERIAL POR NATALIA ZULUAGA S.

UN INSTANTE

POR CAMILO MONTOYA

LOS POEMAS DE MARAQUERO POR LUIS GERMÁN SIERRA

ESCRIBIR PARA SALVARSE POR NATALIA ZULUAGA S.

NADIE SABE LO DE NADIE POR PEDRO JUAN VALLEJO

Ilustración María Toro Quijano Mariapalitos facebook/mariapalitoillustration


Septiembre de 2015

03

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

¿QUIÉN DIJO QUE ERA TAREA FÁCIL? María Fernanda Villafañe

Directora/ mvillafa@eafit.edu.co

“Un escritor es una persona para quien la escritura es más difícil que para otras personas”. - Thomas Mann. El acto de escribir es una labor ardua y compleja y más para quien lo hace como profesión. Muchas veces enfrentarse a la desilusión es casi toda una batalla. Una lucha por ver cómo una idea que se creía tan consistente en la mente se va perdiendo con tanta facilidad al momento de trasladarla al papel mientras se vuelve en algo concreto y tangible. Y es que ser escritor es un oficio del que jamás se aprende lo suficiente como para llegar a decir que, en algún punto, se dominará completamente. Cada palabra y oración que se escribe resulta en algo nunca antes visto, como si se escribiesen por primera vez. Es por esto que la función del escritor requiere de ciertas habilidades ya que escribir está directamente relacionado con el uso del lenguaje, que por su naturaleza, es altamente exigente. Así pues, una vez se empieza a comprender el uso del lenguaje, se vuelve más difícil expresar con palabras certeras y de forma natural lo que se quiere decir, sin caer en el pecado del estilo “pomposo” y recargado. Por extraordinarias que sean las ideas o imágenes que navegan libres por la mente de quien las desea plasmar, es indispensable tener la capacidad de traducirlas de acuerdo

al matiz del lenguaje universal, esculpirlas dentro de las múltiples reglas y tonalidades de la lengua en la que se trabaje. Todo escritor se enfrenta a una constante lucha entre las palabras que se le ofrecen y las que escoge al final del día, puesto que su deseo final es poder lograr una correlación casi perfecta entre lo que se desea decir y lo que finalmente se expresa con un estilo familiar y cotidiano. Es primordial resaltar que el lenguaje permite atrapar al lector y, aunque al principio lo llamativo de cualquier texto sea el tema que aborda, es el lenguaje el que lo sobrevive y permite que el texto llegue a otro nivel. Sentarse frente al papel o a una pantalla de computador con un documento en blanco, debe ser considerado como una forma de valentía moderna, ya que se requiere valor para dejar fluir las palabras de tal forma que deleiten las ansias y altas aspiraciones del escritor, quien con locura busca una satisfacción un poco inalcanzable. El novelista peruano Mario Vargas Llosa una vez confesó que “tenia más inseguridad, más dudas, más incertidumbres e incluso más miedo ante la obra por hacer”, dejándonos sin esperanzas de que el acto de escribir se vuelva cada vez más sencillo pero con la confianza de que es algo normal al momento de sentarse con un lapicero en la mano.

DIRECCIÓN María F. Villafañe García mvillafa@eafit.edu.co GERENCIA Hernando Vélez Herrera hvelezh@eafit.edu.co EDICIÓN Natalia Zuluaga Salazar nzuluag2@eafit.edu.co

Ideas y Cultura Asociación Cultural

Periódico Estudiantil NEXOS

Valentina Bustamante Miguel Ángel Correa Felipe Arcila AgustÍn Rendón Maria Alejandra Carrillo Paulina Echavarría María Giraldo Martín Uribe Águeda Villa María Camila Cardona Camilo Montoya Manuela Velásquez Manuela Gutiérrez

DESARROLLO HUMANO Santiago Londoño Cano slondo24@eafit.edu.co Catalina Botero Isabella Tobón Dahyana Rivillas EDICIÓN WEB Y Sofía Pérez Aristizabal SOCIAL MEDIA spereza5@eafit.edu.co

Carolina Restrepo Carolina Ramírez Ana María Jiménez Sara Tangarife

MERCADEO Carlos Mario Arbelaéz Reyes carbel16@eafit.edu.co Mateo Emilio Saltaren Manuela Sanín Cristian Arbeláez Daniel Hernández Andrés Ríos Santiago Mejía Daniel Gómez María Antonia Chinkousky Natalia Rodríguez PORTADA María Toro Quijano DISEÑO Y MONTAJE Daniel Beltrán Castello PREPRENSA E IMPRESIÓN Casa La Patria AGRADECIMIENTOS Desarrollo Humano Universidad EAFIT Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993. Carrera 49 No. 7 Sur-50 / Bloque 03 oficina 325 EAFIT Teléfono: 261 93 02 / Fax 261 95 00 ext. 407 nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com.co

Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.


04

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

INTERCAMBIO SO C IA L : U N A APUESTAPOR EL LIDERAZGO

Valentina Bustamante vbustam2@eafit.edu.co

La paz y el desarrollo humano

son los dos elementos principales que busca AIESEC, la organización no gubernamental gestionada por jóvenes universitarios y recién egresados, que se encarga de desarrollar el potencial juvenil, fomentando el liderazgo. El proyecto que comenzó en 1948, integrado por siete países de Europa, es ahora una plataforma que está presente en 126 países, dentro de ellos Colombia, lugar que cuenta con sedes en varias ciudades. En cuanto a Medellín, EAFIT, la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad de Antioquia se encargan de segmentar los comités según los sectores de la ciudad. Para lograr su objetivo y poder activar el liderazgo, los jóvenes que se encuentren entre los 18 y los 30 años, pueden hacer parte de la organización estando en los comités o participando en los intercambios que esta les brinda, cuyo propósito es que ellos generen impacto en lugares que tengan una gran necesidad y así vayan ampliando su panorama del mundo y se vuelvan más tolerantes, logrando así la paz. Así lo explica Verónica Alzate Murillo, de 20 años, quien ha hecho parte de AIESEC desde inicios del 2014. Actualmente participa en el área de calidad de intercambios sociales salientes y en el 2016 será vicepresidenta del comité de intercambios sociales entrantes. Al inicio, Verónica no tenía intención de formar parte de la organización, se acercó a ella porque estaba interesada en irse de intercambio, pero al conocer sus propósitos y su manera de obrar, decidió integrarse. Hasta ahora ha

realizado dos intercambios: a México y a Perú. Dado que AIESEC busca generar un impacto social en el mundo, los intercambios siguen esta lógica, a diferencia de los que son exclusivos para el estudio, el objetivo dentro de la organización es que los jóvenes escojan un proyecto que les interese y al que quieran ayudar en el lugar de destino. En Guadalajara, Verónica escogió Impacting Orphanages, donde se trabaja con niños en orfanatos ofreciéndoles diversas actividades culturales, de arte, desarrollo sostenible, entre otros cursos lúdicos. “Desde un comienzo que me contactó el comité de México, todos eran súper pendientes. Uno ya se siente como parte, siente mucho apoyo y para mí eso fue muy importante”, comenta Verónica sobre el acompañamiento por parte de la organización, que se brinda desde que la persona comienza el proceso, hace el viaje, durante su estadía y hasta que llega de nuevo a su país. En la fundación donde se llevaba a cabo el proyecto en Guadalajara, solamente había niños, el más pequeño de 3 años y el más grande de 18. “Cuando llegamos allá y nos dieron la inducción, nos contaron la problemática social y todo… fue como un shock. Estos niños, si bien no eran huérfanos del todo, sufrían de maltrato en el hogar, habían estado en carteles de droga, había niños que habían sido vendidos hasta tres veces en el mercado negro. Son cosas que uno piensa que solo pasan en las películas mexicanas”. Para Verónica, el primer

Septiembre de 2015

Empezar por el cálculo

La Universidad EAFIT, junto con la Escuela de Ciencias y el Proyecto 50, estrenan una nueva plataforma: Iniciación al cálculo, que permite a los estudiantes evaluar su nivel de conocimientos en matemáticas (preparar, reforzar y evaluar los avances en el aprendizaje). Esta plataforma está disponible para estudiantes de primer semestre de universidad y de grado once de bachillerato.

Filántropos de la educación en EAFIT

impacto fue muy fuerte, pero con los días ella y sus compañeros se fueron encariñando con los niños y con el lugar, al mismo tiempo que los niños con ellos. Y no es solo el impacto que tienen ellos como profesores en sus estudiantes, sino lo que genera una experiencia de este tipo en ellos, en Verónica, para su vida personal. La independencia fue algo que tuvo que aprender desde el momento en que se subió al avión rumbo a México, donde no estaba su familia pendiente de ella, donde no estaban todas esas comodidades que tiene en Colombia, y que le tocó acostumbrarse a no tener. Poder superar eso fue lo más importante para ella. “Ver que uno en realidad puede lograr esas cosas en ellos, llegar y ver niños con tanta rabia por dentro, con actitudes tan fuertes y tan agresivas y al final, con el paso de los días se iban volviendo cariñosos, te abrazaban, te decían cosas… eso también genera un impacto en uno”. Además de todo, los lazos que formó con sus compañeros en México son muy importantes para ella, pues fueron su mecanismo de soporte allá y aún hoy, casi dos años después, siguen en contacto. De los dos intercambios que hizo Verónica, este es el que más la impactó y del que más aprendió. Al final de toda la experiencia, lo que más resalta como aprendizaje es el hecho de saber cómo tomar las riendas de su vida, de madurar y de tener actitudes diferentes frente a la vida, saber qué puede hacer y qué no, pero también retarse cada día y aprender a no conformarse, a ir siempre por algo más grande y mejor.

El miércoles 2 de diciembre se entregaron 21 nuevas becas para acceder a pregrados. La Institución, el Programa Nivelatorio, la Corporación Amigos de EAFIT, la Fundación Sofía Pérez de Soto, la Fundación Renault y una familia a título personal son los filántropos que dan esta oportunidad a estos jóvenes que se gradúan del colegio.

Los cultivos en internet

Tezio, una spin off de EAFIT estará presente en Corea del Sur en en el Young ICT Leader´s Forum 2015, del 9 al 11 de diciembre. Esta iniciativa presentará su proyecto sobre un sistema que permite mantener, a través de internet, controles de cultivos tanto rurales como, para un futuro, urbanos. Esta línea de innovación se llama IoF (Internet de la Comida por sus siglas en inglés).


Septiembre de 2015

Redacción Nexos

edicionnexos@gmail.com

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

HAY QUE INTUIR EL PERIODISMO

No hemos podido definir realmente dónde nace y muere el interés público, menos los anhelos del periodista que corre tras la primicia. Que a veces se ve presionado por el sancocho de lo ya contado. Que rebusca entre huesos ruñidos algo que relatar, temas olvidados, historias recordadas, y un sin fin de rincones sin narrar. Hay que reconocer que un montón de artimañas se ven en los itinerarios periodísticos. Pero las reglas se van reconstruyendo, con flamantes resultados, muchos de ellos producto de obedecer a la intuición. NEXOS conversó con Mario Jursich Durán, director y miembro fundador de la revista El Malpensante y esto fue lo que dijo:

D L

e todas las relaciones “ os reportajes ustedes están interpersonales quequetenemos los empezando a leer, y supongo que también a hacer, son muy diferentes a los reportajes que yo mismo leí cuando estuve en existe una bien particular. lahumanos, universidad. Es una relación que existe desde hace Yo notiempo vengo en propiamente del periodismo. Estudié Filosofía y Letras en la mucho nuestra sociedad Universidad Javeriana y luego, básicamente, he trabajado como editor durante, colombiana, principalmente en la pues ya van a ser 30 años. He acabado interesándome mucho en el periodismo. antioqueña. Se da más que todo en las Particularmente en el periodismo narrativo, cosa que muchas personas viven familias clase media es da tanla impresión de que habría que considerarlo como unade tragedia íntimayyalta, a míyme tradicional como la religión misma.como una gran oportunidad. de la manera totalmente opuesta: Unoeso delolosque sujetos siempre es una Por les trato de decir es que como las fronteras no están ni siquiera mujer, la cual no es la madre de losustedes pueden explorar muchísimo. En medianamente delimitadas entonces hijos pero prácticamente los cría. Ella, todos los sentidos. No sólo qué es una crónica, qué es un reportaje, qué es el que pasa todo tiempo el hogar periodismo paraelhablar enen términos generales, sino también el tipo de voz con pero no es su dueña. Ella, que prepara que cuentan todas esas cosas. Los momentos de indefinición, como este, tienen todaventaja. la comida la última en esa Uno pero puedeesvolver a reescribir completamente todo lo que antes se probarla. Ella, a quien queremos como daba por sentado en la profesión. un miembro más de la familia, pero que Un ejemplo básico: el periodismo colombiano estuvo muy dominado por no duerme ni pasea con nosotros. la chiva. Por descubrir algo antes que los demás. Si hoy en día alguien quisiera vínculo bien hacerEvidentemente, el periodismo es queunhizo Yamid Amat en su momento, estaría condenado al peculiar.Porque la posibilidad de que uno conozca algo que los demás ignores fracaso. es bastante por lo menos bastante menor. Entonces eso exige poner el Al ser remota, algo tanocomún en nuestra foco en otras cosas. cultura, pocas veces –o más bien nuncanosAcuestionamos infinidad mí me gustasobre citar la mucho el ejemplo de Antonio José Caballero. Un de curiosidades y paradojas que mucho. Cuando repasa el trabajo que él periodista colombiano que murió hace surgeny alrededor de esta relación; y nopor esas cosas, sus grandes hazañas eran hizo, era un periodista reconocido necesariamente con eldefinseguridad de juzgarpara si preguntarle al Papa una sola pregunta. brincarse un control está bien o está mal, de o sieso. es ético Ganó fama a través Hoy oenno, día ese tipo de declaraciones obtenidas de sino con la mera intención de percatarse esa manera no tienen absolutamente ninguna repercusión. Es decir, el ejercicio de lo extrañaseque es. periodístico enfocaba en obtener algo antes que los colegas, y ahí estaba buena parte de la gracia del periodismo. Empecemos por el hecho de que Y relación creo queen el cuestión, mismo destino van a correr periodistas que hoy en día son muy en la una persona conocidos pero que no acabaron nada. Y lo poco que escribieron le da a la otra la responsabilidadescribiendo de tenía una idea de lo que debía ser el periodismo muy anticuada a nuestros ojos. cumplir con los que deberían ser sus Un periodismo ya se le empieza a sentir el paso de los años. deberes más que personales: lavar los platos, tenderestán la cama, el baño, de libertad inmenso. Entonces deben Ustedes antelimpiar un territorio empezar, encomida. primer Gajes lugar, del a poner preparar la oficioendeduda todo lo que los mayores les estamos transmitiendo. Por lolugares menosdel tomárselo ser adulto. En otros mundo, con uno o con dos granos de sal y a partir de ahí empezar a definir lo que cada desde que los hijos son aún niños se uno de ustedes intuya que debe ser esta profesión. Lo que debe ser el periodismo. les enseña a cumplir con este tipo de responsabilidades: cada tiene que y esto lo he contado en otras ocasiones, A mí siempre me haquien gustado mucho, me gusta leer sucia manuales de estilo de diferentes diarios. Por ejemplo el del llevar su ropa al cesto, los días periódico El País. Y subrayo las cosas para lavar los platos se reparten, cada que no se pueden hacer, por ejemplo, una de primeras prohibiciones del manual de estilo que es no se puede hablar unolastiende su propia cama antes de de Boxeo. En ese sentido hay algo que me parece contradictorio porque existe salir a trabajar o a estudiar, etc. ¿Será esta negativa al tratar el boxeo, pero no hay ningún problema para escribir sobre algo cultural? Pues aquí, pareciera que latenemos tauromaquia. Si aquí en Colombia no se pudiera tratar el boxeo, si estuviera una pereza colectiva de cumplir prohibido, Salcedo Ramos se hubiera quedado sin escribir nada. con esas tareas, por lo tanto recurrimos Hay que una una noción depara lo cambiante que es eso que consideramos a contratar unatener persona, mujer, importante dentro de la agenda pública. Por eso lo que les quiero decir es que que las haga por nosotros.

05

uno no solo debe trabajar sobre lo que le han enseñado sino que uno también tiene que descubrir los temas que van a ser importantes en el futuro. […] Alma Guillermoprieto [periodista latinoamericana] durante buena parte de su trayectoria cubrió el conflicto. Hoy en día Alma está completamente obsesionada con la ecología. Ese es un tema supremamente apasionante. Y es tan apasionante que no se puede dejar en manos de los especialistas, los biólogos.[…] Si uno no tiene contacto físico, si no ha caminado, si no ha percibido esa atmósfera pues es difícil hacer buenos reportajes y encontrar nuevos temas de investigación. Y de ahí salen cosas absolutamente inesperadas. He recibido unos documentos que muestran que a través del reportaje se está proponiendo cosas que en este momento pueden sonar utópicas, pero que probablemente terminarán siendo una realidad. Cuántas veces hemos oído nosotros que el río Magdalena o el Cauca se desbordan e inundan enormes extensiones de tierra. La cantidad de dinero que se ha invertido en muros de contención a los río en Colombia es demencial. A través de uno de estos reportajes se concluía que es mucho más sabio ir cambiando las formas de ganarse la vida. Entonces cuando el río se desborda hay mucha pesca. Ahí es cuando el periodismo comienza a jugar un papel diferente”. *** Somos entonces seguir haciendo defendiendo encima de cosas

los

encargados de periodismo. De seguir la verdad por muchas más que puedan contarse.

Ilustración Daniela López daniwill9@yahoo.com

Somos los encargados de intuir lo que viene y de relatar de la mejor manera posible lo que suceda mientras trabajamos en el oficio del que cuenta historias. El periodismo cambia al ritmo que la sociedad lo hace. Y nosotros no podemos quedarnos con los grandes reportajes que alguna vez se hicieron (aunque sean nuestros pilares teóricos). Tenemos que ser los escritores de los grandes reportajes que más tarde otros leerán para entender lo que pasó mientras ellos no estaban. Aquí está entonces una de las claves que debemos llevarnos de la mano a las salas de redacción y a los trabajos de campo: hay que cambiar. Hay tantas historias ya contadas. Tan pocas al lado de las que faltan por contar. Tenemos que cambiar el periodismo que hacemos para entregarlo adaptado a la sociedad en la que por fortuna nos tocó vivir.


06

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

Septiembre de 2015

CARTA A JUAN RULFO

“El siguiente, es el audio convertido en texto de una verdadera muestra de afecto y reconocimiento, y un especial documento.Fernando del Paso, el escritor mexicano a quien acaban de otorgarle el Premio Cervantes (el Nobel de habla hispana) produjo, en febrero de 1986, una singular carta a su íntimo amigo, Juan Rulfo, que acababa de fallecer.Del Paso trabajaba en París para Radio Francia Internacional. Tenía una emisión cultural que transmitía para Latinoamérica. Y en una de aquellas emisiones, quienes éramos sus asiduos oyentes, oímos un día su anuncio de Carta a Juan Rulfo, que nos puso en alerta. Se trataba de una misiva al escritor, en modo post mortem, reiterándole su amistad y honrando su memoria a ocho días de fallecido.”- Luis Alberto Arango Fernando del Paso

A que no sabes con qué me salieron en otro día Juan. Ni te imaginas. Pues

fíjate que andaba yo por París; porque te dije que venía a París, ¿no es cierto?, bueno, te lo estoy diciendo. Andaba yo por aquí cuando de sopetón, así de sopetón, me dicen que nos habías dejado, que te habías ido. Mira, tengo que confesarte que cuando me lo dijeron estaba tan hundido en mis preocupaciones que casi no me di cuenta cabal de lo que me estaban contando. Y después, fíjate lo que son las cosas, esa misma noche, yo di la noticia por la radio. Yo, imagínate Juan, diciéndole a todos lo que yo mismo no había entendido; porque lo que me dijeron no fue que se había ido el escritor Juan Rulfo, no. Lo que me dijeron fue que se me había ido un amigo. Y yo no lo supe si no poco a poquito, poco a poquito y de repente también. Sí, de

repente cuando escuché tu voz, cuando puse el disco de Voz Viva de México de la universidad donde leíste Luvina y Diles que no me maten, y esa voz me caló muy hondo, porque esa voz, esa voz, yo la conozco muy bien. -¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad. -No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti. -Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya estuvo bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios. -No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no


Septiembre de 2015 quiero volver allá. -Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver si consigues. -No. No tengo ganas de ir. Según eso, yo soy tu hijo. Y, si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por fusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño. -Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles. Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo: -No. Perdóname Juan, perdóname si no te escribí nunca, pero como me habían dicho que tú jamás contestabas una carta, pues yo dije: Entonces para qué le escribo. Y ahora me arrepiento, me arrepiento Juan. Ahora quisiera que tú hubieras tenido varias cartas mías aunque yo no tuviera ninguna tuya, en serio. Me arrepiento porque yo tuve la culpa, yo fui el que me fui de México ¿no? y no te escribí, me duele porque no se pueden pasar tantos años, creo que dieciséis desde que salí, sin escribirle a los amigos, ¿no es cierto? No es cuestión nada más de decir como Fray Luis: como decíamos ayer, porque no, no fue ayer, sino hace muchos años de cuando nos reuníamos una y hasta dos veces por semana, ¿te acuerdas? En el café del Sanatorio Dalinde, allí se nos iban las horas, ¡qué las horas!, allí nos pasábamos años y felices días platicando y fumando como chacuacos; platicábamos de Knut Hamsun y de Faulkner y de Camus y de Melville, todo revuelto, de Conrad, de Tomas Wolfe, de André Gide. Nunca conocí a nadie que hubiera leído tantas novelas. ¿A qué hora las leías Juan? Se me hace que a veces hacías trampa; y a veces, de pronto, tú te ponías a hacer literatura sin darte cuenta, te ponías a contarme historias que yo no sabía si eran ciertas o eran puras invenciones, o si se iban volviendo ciertas cuando las estabas inventando. Me acuerdo muy bien Juan, muy bien como si te estuviera oyendo.

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos. Sus ojos, que se habían apeñuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, abajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre d’ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como

si fuera más mexicano de lo que soy o seré nunca, quizás sí, pero quizás no. Quizás hace falta no sólo un temblor de tierra sino un buen remezón de alma para acordarse de lo que uno es, de lo que uno quiere seguir siendo. Oye Juan, ¿sabes qué? Para escribir esto me puse ayer a releer Pedro Páramo y el Llano en Llamas. Ayer me llené la boca con la tierra de Comala, ese pueblo todo untado de desdicha, como dices tú Juan. Ayer Juan, vi al caballo de Miguel Páramo galopando enloquecido por el camino de la Media Luna, escuché la voz de Eduviges Dyada descolorida por

Quizás hace falta no sólo un temblor de tierra sino un buen remezón de alma para acordarse de lo que uno es, de lo que uno si fuera el último, sabiendo casi que sería el último. Toqué el disco de Voz Viva de México Juan, para seleccionar unos trozos y hacer un programa, un programa para la radio sobre Juan Rulfo, el escritor mexicano. Pero cuando me di cuenta que esa voz no sólo era la de Juan Rulfo sino la de Juan, el amigo al que yo le hablaba de tú, en ese momento supe que lo que yo tenía que hacer era esto: decirte simplemente lo que te estoy diciendo. ¿Qué esto me sirve para adornarme con tu amistad?, pues sí, tu amistad siempre me adornó; la estrené hace más de veinte años y cuando te vi en Las Canarias la última vez, ¿te acuerdas?, me di cuenta que estaba como nueva. Que todo esto lo estoy escribiendo con un estilo tan cuidado que parezca descuidado, pues también, ya ves hasta medio rulfiano me estoy poniendo. Y que quizás esto lo estoy leyendo como

la distancia, y ese silencio de Eduvina que hay en todas las soledades, como tú dices Juan. Ayer fui Pedro Páramo y supliqué por dentro y di un golpe seco contra la tierra y me fui desmoronando como si fuera un montón de piedras. Ayer vi como el mar mojaba los tobillos y las rodillas y los muslos de Susana San Juan, vi su cuerpo desnudo hundiéndose en el agua, entero, mientras el mar rodeaba su cintura con su brazo suave y le daba vuelta a sus senos, como tú dices Juan. Ayer, Juan, me bebí con los ojos a Susana San Juan, me bebí su boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas, me bebí su cuerpo transparentándose en el agua de la noche, como tú dices Juan. El cuerpo de Susana, de Susana San Juan. Ayer, sí, de nuevo Juan, me llené el alma con tu voz.

07 Pero aquello es el purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay nadie que le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó. Usted que va para allá comprenderá pronto lo que le digo. Mi querido Juan, perdóname por no haberte escrito antes, la verdad es que nunca me constó que tú no contestaras cartas porque nunca te mandé una. Pero bueno, te decía que estoy aquí en París donde voy a vivir un tiempo y a terminar, eso espero, otro libro. Pronto me alcanzarán Socorro, mi mujer y mi hijita Paulina, los otros tres hijos que tenemos ya están grandes y viven solos. Me dicen que aquí vive uno de tus hijos y que pinta, pero aún no lo he visto. Yo los conocí a todos de chicos aunque ya no me acuerdo de ellos, de quien sí me acuerdo muy bien es de Clara. Y bueno, aquí estamos ya en pleno invierno y el frío está arreciando. Perdóname también por todas estas trivialidades y más que nada por lo que no te dije. Lo único que sé es que te tenía que hablar como te estoy hablando Juan. En fin, antes de despedirme Juan déjame terminar con un lugar común: Tú estás vivo Juan, porque tu voz está viva, porque tu voz no sólo llenó treinta años de silencio sino que llenará muchos años más; tu voz Juan, que cuando la escuchamos, no lo vas a creer, y aunque te hayas ido, nos da una alegría, una alegría sí Juan, aunque nos hables y nos sigas hablando tanto ¡ay! Juan, de la tristeza. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente se le hubiera entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. El aire que allí sopla la revuelve, pero no se la lleva nunca. Está allí como si allí hubiera nacido. Y hasta se puede probar y sentir, porque está siempre encima de uno, apretada contra de uno, y porque es oprimente como un gran cataplasma sobre la viva carne del corazón. *Radio Francia Internacional. Febrero 1986. Carta a Juan Rulfo de Fernando del Paso.


08

Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

POR LOS BUENOS T IE M POS Miguel Ángel Correa S. mcorre27@eafit.edu.co

E

staba sentado en una silla del parque, con el sol de la tarde asándole la calva. En pleno concierto de rock, gritaba desde su asiento con el cigarrillo en la boca: “¡Esta banda está buena!”. Nadie le hablaba, nadie se dio cuenta de que existía un anciano silbando y haciendo una demostración exagerada de guitarra aérea con cada grupo que se subía al escenario. Alzaba la mano haciendo señas desde su silla para que el muchacho que movía el carrito de cervezas se diera cuenta de que quería tomarse una michelada bien fría. Cuando llegó, pidió el vaso más grande y encendió su quinto cigarrillo de la tarde. John Rengifo Canizales es caleño. Llegó a Medellín el jueves 24 de septiembre del presente año. Se alojó en el hotel Parque Plaza de El Poblado. Desde hace 24 años vende llantas Michelin, las enseña a usar a sus clientes y los capacita para que los neumáticos de desecho no dañen el medioambiente. Parece que John, de 72 años se resistiera a envejecer: no aparenta su edad. Sus movimientos son muy ágiles, parece hiperactivo, se le nota por ese rápido mover de cabeza al son de la música y un continuo tic al mover la pierna efusivamente confundiendo los ritmos de las canciones. El sábado 26 de septiembre, a las doce del mediodía, John quiso echarse una cabezadita y descansar. De pronto el suelo de su habitación comenzó a vibrar, lo despertó. Se levantó muy intrigado, especulando que los sonidos que hacían temblar el suelo del precario dormitorio, eran música de alguna habitación contigua. Se puso una camisa y bajó a la recepción, parecía provenir de afuera. Eran ritmos que conocía muy bien. De repente recordó cuando tenía una cabellera larga, sus historias de cuando empezó a fumar marihuana a los 13 años, los acetatos de los Rolling Stones que decoraban su adolescente habitación. Sin dudarlo, caminó unos diez metros hacia el Parque de El Poblado y ya estaba enfrente de un concierto de rock que le quitó el sueño. Ahí en el parque los conciertos de Ciudad Altavoz daban paso a un Hard Rock muy ochentero que atrajo a este anciano que creció con la psicodelia de los años 60. *** Hace más de cuarenta años, John salió de su casa de Cali. Bajó las escaleras de su portal mientras su madre seguía regañándolo porque había dejado la pieza pasada del olor del bareto. Se puso su chaqueta de cuero en ese terrible medio día caleño y se peinó con los dedos su melena y recogiéndose cuidadosamente el pelambre en un moño. Se encontró con sus pocos amigos en un parque cercano a su casa. Juntos fueron a una tienda de discos, eso entre sus amigos significaba una cosa: hoy hay fiesta.

hacer unas fotos o grabar unos videos. Su hija le compró el teléfono hace poco y ya era todo un experto. Mandaba los videos del concierto en Medellín a sus amigos en el Valle, para que recordaran los grandes conciertos de la juventud. Por un momento el anciano se sintió joven de nuevo, limpió sus gafas empañadas mientras una lágrima escurridiza recorría las arrugas de sus mejillas. Junto al CAI de la policía, no dudó en encender el porro, todos en el lugar estaban fumando, pero él supo camuflarlo para que pareciese tabaco. Después de casi cincuenta y cinco años fumando, su aliento a cannabis ya es crónico y su vitalidad no se ha visto corrompida. Incluso el domingo siguiente al concierto de rock, John se animó a correr la ciclovía más cercana a su residencia de paso. Mientras sonaban los últimos grupos, sacó de su bolsillo ese compacto reproductor que lo ha acompañado en buena parte de su vida. “De joven yo era mero pirata de la música, cuando aparecieron las cintas magnéticas yo me las ingenié para copiar las canciones del toca discos o la radio y pasarlas a casete”. *** John compraba cientos de casetes vírgenes para grabar sonidos, se hacía en una habitación totalmente insonorizada, ponía en marcha el gramófono y grababa con el micrófono como si estuviera en una entrevista periodística. Llegó a crear un pequeño negocio de cintas magnéticas de una calidad más bien baja. Los equipos para reproducir discos de vinilo o acetatos no eran muy baratos, por ello vio como algo más rentable grabar en estos dispositivos que cada vez conseguían más auge y eran mucho más asequibles.

Entre todos pusieron plata para comprar dos acetatos: Dark Side of The Moon del psicodélico Pink Floyd y San Juan 73 de La Fania All Stars. John podía ser un auténtico fan del Groove-blues de Jimi Hendrix, pero las trompetas y el ritmo de los timbales salseros le ponían la sangre a hervir.

Vendía la mercancía a una clientela muy reducida: a unos pocos amigos e interesados por la música extranjera. Comenzó grabando toda su colección de vinilos, la gente le pedía discos enteros de los Rolling Stone, de los Beatles, de Led Zeppelin. Cada que sacaba una tanda, él mismo decoraba los estuches donde se guardaban los casetes con precarios dibujos de las portadas de los discos, la famosa lengua de los Rolling Stone, hecha por John, era una obra difícil de ver: el colmo de la piratería.

Esa noche invitaron gente a la casa de un amigo de John, bailaron hasta que las rodillas les dolieron. Con el baile al son de La Fania, uno a uno fueron cayendo en una somnolencia producto del alcohol y el movimiento. Retiraron del tocadiscos la salsa y antes de escuchar el otro LP, prepararon la marihuana y “volaron” con ese cóctel de sonido tecnológico del grupo británico Pink Floyd.

Llegó a vender bastantes casetes, pero no lo consideraba una manera rentable de ingresos. Además, se atrevió a grabar sus discos de otros géneros que aún conservaba en su estantería. Le regalaba tangos a su papá, le hacía mezclas a su madre con diferentes canciones de su juventud e incluso, en los conciertos, se atrevía a encender su grabadora junto al altavoz.

En su barrio, y bueno en todo Cali, miraban muy raro a este grupo de no más de diez muchachos todos peludos y con camisas de sus grupos favoritos. Salseros en el día y exploradores del rock por la noche. Era una pequeña cultura que en Cali no hizo demasiada mella por el creciente auge del sonido latino. Cincuenta años después siguen siendo amigos con muchas historias detrás. *** Sin muchas ganas de moverse de su sitio, John cogió su teléfono celular para

*** Ya estaba por los últimos grupos, el Parque de El Poblado se había llenado de jóvenes adictos a la música. Muy escondido de la multitud, estaba el anciano con gesto nostálgico, medio borracho y medio trabado. Casi con la voz a punto de quebrársele decía bajito y repetidamente: “esto no se ve en Cali”. Tomó su vieja grabadora, puso un casete virgen que le sobraba y los bullicios de la gente quedaron registrados en esa cinta magnética que conservaría como un tesoro.


Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

09

LA GUERRA ES UN MALENTENDIDO Agustín Rendón C. arendon7@eafit.edu.co

D

esde pequeño he oído decir que el planeta tierra sólo ha tenido unas cuantas semanas de paz, lo que implica necesariamente que la historia de la raza humana podría narrarse desde los campos de batalla, por lo que nuestra memoria racial se basaría necesariamente en muerte, aniquilación, saqueo, violación, entre muchas otras conductas propias de los hombres dentro del campo de batalla, y fuera de él. Hoy en día los bandos opuestos han cambiado, pero sigue siendo una constante el hecho de que los hombres sean arrojados al campo de batalla como peones en un juego de ajedrez, mientras que el rey, general o presidente (llámelo como usted quiera), está en pleno enroque detrás de la torre, el cuartel o la mansión presidencial a miles de kilómetros de donde hay más brazos desmembrados volando, que pájaros en el cielo; quizá de allí proviene nuestra fascinación por deportes de lucha como el boxeo, en donde los directamente implicados se dan en la cara y luego, cada cual sigue con su camino, teniendo plena seguridad sobre quién es mas fuerte y sin meter a nadie en el problema; bonito gesto de justicia divina (o llámelo como usted quiera). La fascinación por el fragor de la batalla ha dejado enquistada en la sociedad la creencia de que aquel que vence tenía la razón, desembocando esto en guerras que harían que el imperio Bizantino se exculpase de sus malentendidos bélicos, luego de ver como una sociedad que se vanagloria de llamarse civilizada, venga con ocho millones y medio de soldados y cuatro millones quinientos mil civiles, la muerte de un solo sujeto pero con titulo nobiliario, el archiduque Francisco Fernando de Austria, en la Primera Guerra Mundial. Lo que cuando menos desde la tímida mirada de la economía sería un desperdicio de recursos, demostrando así que además de ser una civilización tonta, somos derrochones. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata, decía Eduardo Galeano. La guerra es un malentendido en el cual la sociedad purga sus penas a costa de sangre, toda guerra es un retroceso a un estado de naturaleza solo equiparable con el de los animales, en donde reina la fuerza sobre la razón. Y nos hemos acostumbrado a esta situación a tal punto que los estadistas afirman que la humanidad necesita otra gran guerra, puesto que estas representan un importante control de la cantidad de bípedos belicosos que habitan el planeta tierra, logrando así que los recursos alcancen para todos. Esto necesariamente nos arroja la conclusión máxima que implica que los seres humanos estamos inmersos en el circulo vicioso de procrear niños que necesariamente deben ser dados de baja, pues no contentos con engendrar uno, nos damos a la tarea de continuar dando pie a nuestro ego dejándolo diseminado por doquier. El derecho internacional que rige la guerra, entiende como única causal justificadora de la misma la legítima defensa de una nación, caso en el cual se encuentra Colombia al defenderse de cuanto grupo armado, beligerante, terrorista, narcoterrorista u otro, que hay en su territorio, y de cuenta de esta necesidad de defensa hace ya mas de 50 años tiene lugar una guerra que ha dejado devastado el país, no tanto en su infraestructura, pues no había mucha, pero sí en su identidad de nación, donde sí había una riqueza enorme que paulatinamente hemos ido perdiendo, porque donde hay paz prolifera la vida entendida como manifestación del ser, pero donde la guerra se impone a la fuerza, dejamos de identificarnos como colombianos y nos volvemos meros sobrevivientes.

En Colombia tiene lugar otra batalla bizantina que se aleja de los campos de batalla y se sitúa en el seno del Congreso de la República y los estamentos del poder; allí se debate sobre la paz y se habla de ella como si se tratara de una reforma al código civil, cuando en realidad se debate sobre un fin último de la humanidad como lo es la paz, de ahí que toda consideración que no gire en torno al contenido de la paz y sus maneras, y que se enquiste en fútiles argumentos políticos, no sirven sino para desviar la discusión de su foco, la paz y cómo conseguirla. Entendemos que la guerra es mala y la paz es buena, y sobre esto no existe discusión alguna. Sin embargo, si nos avocamos a avanzar en pro de la paz, nos encontramos con una importante pregunta, ¿cómo?, y ante esta se desmaraña una inmensidad de argumentos e intereses ocultos que terminan por socavar la noble idea de paz, llegando incluso a hacerla para algunos detestable, desviándose así de los importantes temas que incorpora un posible postconflicto, puesto que este representa una responsabilidad inconmensurable para cada uno de los estamentos del Estado, y solo desde el control político pueden enfocarse los esfuerzos y evitar que una guerra de mas de medio siglo quede escondida tras el velo del conformismo, dejando así a las victimas a la deriva y sin noticias de sus desaparecidos. “Para pelear se necesitan dos”, decían mis padres, y cuando uno intentaba explicar que el otro había comenzado la pelea decían que esto era irrelevante, porque en últimas ambos estaban realizando la misma conducta; lo mismo sucede en la guerra colombiana, donde no hay bando impoluto, puesto que tanto los grupos armados como el ejército, en cabeza del Estado, han aportado víctimas por montones, desconociendo el derecho internacional humanitario y cayendo en el error de creer que quien vence es quien tiene la razón, la conciencia inmaculada del más fuerte. Por esto debemos entender que no hay bando bueno ni malo, que simplemente existen hombres aniquilando hombres, obedeciendo a intereses superiores a ellos que permanecen enmascarados de lucha por la soberanía o por la igualdad social, no importa cuál, y partir de este punto construir una paz que a todas luces nuestro país necesita. La sociedad civil es quien en últimas tiene el deber de ejercer su noble derecho a criticar, a exigir que el proceso de paz efectivamente avance en pro de conseguir la paz, y que no se estanque en una mera firma sin efectos sociales ni jurídicos, puesto que tratados de paz se han firmado por montones y luego se han vuelto el hazmerreír de la historia, como aquel entre la Alemania Nazi y la Unión Soviética, que más se demoró la gente en leerlo que Hitler en desconocerlo y lanzar sobre la URSS una de las mayores invasiones militares de las que tiene conocimiento la historia. Los colombianos estamos en un importante punto de nuestra historia nacional, en donde tenemos la oportunidad de acabar con uno de los mayores productores de muerte que ha tenido el país, y por ello, en nombre de las muchas víctimas, debemos ejercer nuestros derechos políticos de manera más responsable que nunca, exigiendo tanto al gobierno como a las FARC que construyan la paz, y no que dejen abierta la puerta a otro conflicto bélico, como sucedió con la burla hacia Alemania en el tratado de Versalles, que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial.


10

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

FÚTBOL AMERICANO EN MEDELLÍN Santiago González

sgonzalez1108@hotmail.com

Este deporte tan popular en Estados Unidos y Centroamérica poco a poco se abre paso en las canchas de la ciudad, atrayendo a fanáticos y desconocidos durante los encuentros disputados entre equipos de todo el país. El fútbol americano está tomando fuerza en Colombia gracias a la FECOFA (Federacíon Colombiana de Fútbol Americano) y los 14 equipos que la conforman, los cuales salen a dejar toda su energía dentro del terreno de juego y a dar un gran espectáculo en cada una de las yardas que deben recorrer. La FECOFA nació en 2008 y ese año realizó el primer torneo nacional, en el cual se consagró vencedor el equipo Pumas D.C de Bogotá. En este momento, 10 equipos de las ciudades de Bogotá, Medellín, Envigado, Cali y Manizales están disputando la 8ª versión de este torneo, del cual el equipo Hunters Medellín es el actual bicampeón El torneo se divide en las conferencias Centro, a la cual pertenecen los equipos bogotanos, y Occidente, la cual integran los conjuntos del resto del país. Cada uno juega 8 partidos de temporada regular para definir a los dos finalistas de conferencia, los cuales juegan un encuentro entre ellos para definir a los dos finalistas nacionales. Los equipos del Área Metropolitana, Hunters Medellín, Lobos Medellín y Envigado Eagles, han encontrado en las canchas del INDER, Sabaneta, Copacabana y Bello los escenarios necesarios para esta práctica deportiva. Cada uno de los equipos realiza su manutención a través de las mensualidades que aportan sus propios jugadores, dinero que se invierte en el alquiler de los escenarios, ambulancias, viajes y algunos objetos de protección necesarios en los partidos. Hunters Medellín, nacido en 2009, se ha convertido en el equipo a vencer a nivel nacional. Este cuenta dentro de su organización con un conjunto femenino de flag football, modalidad del deporte sin contacto, y se encuentran realizando los primeros pasos para formalizar su equipo juvenil. Hunters, además, es el máximo representante del país en Latinoamérica, pues ha recibido invitaciones de países como México, Panamá, Costa Rica, Ecuador, Argentina y Perú para representar a Colombia en partidos internacionales. También disputó las ediciones del Tazón Continental en 2014 y 2015 frente a Auténticos Venados de Cuernavaca, equipo mexicano al que venció en los dos juegos; el partido jugado el año pasado fue el primero en transmitirse por señal abierta de televisión en el país.

40

Septiembre de 2015


Septiembre de 2015

Asociaci贸n Cultural Peri贸dico Estudiantil NEXOS

11


12

Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

EL CAPITÁN DEL ÓLEO María Alejandra Carrillo mcarrill@eafit.edu.co

Si alcanzaba un metro sesenta

y cinco tenía suerte. Era impecable en su vestir, siempre usaba corbata y zapatos negros elegantes, bien lustrados. Hablaba despacio, con una delicadeza que enternecía su rostro de rasgos indígenas. Tenía el pelo largo, negro, con bisos sobresalientes. Su manera para relacionarse era bastante particular, era un hombre demasiado serio, en ocasiones más de lo normal, pero una vez lo conocías era un mundo de ternura extraña. Digo extraña porque no es usual que un capitán del ejército y no cualquiera, sino un alto mando hasta con especialización en Israel de francotirador, te acoja con tanta confianza como lo hizo el día que lo conocí. Recuerdo ese día con mucha claridad. Vivía en una casa pequeña de dos pisos, en una limpieza absoluta porque su esposa era muy organizada. Yo hasta temía pisar el mármol blanco de aquel lugar al que con amables palabra me llevó. Era un cuarto pequeño, lleno de óleos y un imponentísimo bastidor que superaba su estatura con facilidad. En el momento estaba pintando una obra que al día de hoy tengo la fortuna de decir que hice parte de ella. Porque este hombre tan letal se tomó el tiempo de enseñarme a pintar, mariposas y hormigas, diminutas, con pinceles suaves, largos y cortos. Y así fue como me permitió, sin conocerme hacer parte de quizás una de las obras más importantes del arte colombiano.

Nació en Colombia, Norte de Santander en el año 1956, realizó talleres de color en Holanda y de tejido en México años después de terminar su carrera como capitán. Sus años de amistad con mi padre me permitieron conocerlo más allá de esta simple fachada de un militar que erradamente pensé, pintaba por hobby. Le tomó alrededor de dos horas relatar cómo se había convertido en un alto mando lleno de condecoraciones y los mejores reconocimientos para luego ser lo que quiso desde pequeño y su padre le negó. “Quiero ser un pintor”, le dijo cuando estaba pequeño, pero su papá de una manera retrógrada le decía que era imposible, que el arte solo era para vagos marihuaneros y que él debía ser un abogado, un ingeniero o “más bien hoy mismo se va para Bogotá y empieza su carrera militar porque en esta casa no van a haber pintores”. Por esta razón, desde muy corta edad se formó en el ejército y decidió que simplemente se destacaría en todo a lo que se viese enfrentado. El tiempo que pasó adentrado en la selva esperando que algún grupo guerrillero se pasara por allí fue ameno, pero sólo por el hecho de que se permitió apreciar la naturaleza tan detalladamente que años después pudo dedicarse a plasmar con muchísima nitidez pájaros y flóres. Estar frente a un

Le tomó alrededor de dos horas relatar cómo se había convertido en un alto mando lleno de condecoraciones y los mejores de los reconocimientos para luego ser lo que quiso desde pequeño y su padre le negó. cuadro de él es observar sin parar. Detrás de cada flor, daca hoja, cada detalle, hay un ave, una hormiga, un gusano. Su pintura es tan estética que a veces ni sabes si terminas de apreciar una sola ave para poder mirar las otras 300 que puede haber en un bastidor suyo. Se pasaba meses enteros, a veces años, dependiendo el tamaño del bastidor, para pintar y en muchísimas ocasiones recordar el tiempo en que podía perder su vida en cualquier momento. Así fue como durante muchos años vivó entre la vida y la muerte, en un combate que debía de ganar,

solo por una razón: En su alma estaba el destino de ser aquel pintor que trás dejar el mundo físico sólo deja su legado, sus obras y a su padre la enseñanza de que por más pequeño que seas, incluso de estatura, ningún sueño es demasiado grande y mucho menos cuando existe una convicción apasionada. No había nada ni nadie que lo pudiese detener, aún creciendo en el mundo militar era imposible no ser ese pintor que soñó desde pequeño y que hasta en su apellido llevaba. Su nombre era Roosevelt Cuadros, más conocido como “el artista del ejercito”.


Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

13

EN PRIMERA PERSONA Manuela Velásquez

mevelas32@eafit.edu.co

No sabe uno adónde iremos a parar con este oscurantismo (este sí) que se cree tan inteligente y tan original y que es tan sobreactuado e infantil. Este fanatismo laico”. Juan Esteban Constaín, diario El Colombiano. Intelectuales, feministas, progresistas y muchos más peleando con Dios, pero, ¿lo conocen? Con respeto, que se enojen con alguien que conozcan. No le den palmadas al viento.

Con respeto, que se enojen con alguien que conozcan. No le den palmadas al viento.

Aprovechando la “libertad de expresión” de la que se goza hoy en día, escribo esto para decirle: Dios existe, y no es el cosmos. Escribo esto para ahorrarle el camino que yo ya pasé creyendo en mantras, reiki, yoga, dioses hindúes, la pachamama, médiums, arcángeles con nombres exóticos, horóscopos y la energía divina. Escribo esto porque nos dicen que la verdad es relativa, que depende de cada persona y de su contexto social. Yo hoy le

Pero un día me harté. El discurso de este mundo no me llenó, las fórmulas matemáticas y las teorías que aprendí en la academia no me saciaron, los escritores e intelectuales no hicieron nada por mí; vanidad, solo vanidad, eso

digo otra cosa: la verdad sí existe y es pura, es una y solo una, y no hablo aquí

fue ahogarme en el saber.

de religión, sino de lo que me pasó a mí, en primera persona, de lo que puedo

Entonces me arrodillé ante un crucificado. Era de noche y las luces de la iglesia Santa Teresita del Niño Jesús estaban apagadas. Lo miré a la cara y le dije: “No sé cual es la verdad. Lo único que le pido es que si usted existe; si usted es el hijo de Dios, manifiéstese”. Inmediatamente vino un fuego abrasador que iluminó toda la iglesia, parecía una avalancha, una luz que no he visto acá en la tierra, tan fuerte y desgarradora. En ese momento no hay argumentos ni teorías, tan solo gozo y una presencia que no pregunta ¿has pecado? Ese fuego entró en mí y literalmente me revolcó, quemaba tanto que le dije: “sálgase porque voy a caer y ¡qué pena!”. Se desvaneció indescriptiblemente, miré de nuevo al crucificado y pensé “wow, eres Dios”.

dar fe cueste lo que me cueste. No fui tan osada de pensar que estamos en este mundo gracias a una explosión de partículas que milagrosamente generaron tan perfecto diseño; es obvio, alguien tuvo que crear tales partículas. Admiro a quienes tienen fe en esa teoría, ¡eso sí es fe! Felicitaciones estimado intelectual, crees en algo. Cuando tenía unos 10 años conocí el fascinante mundo de la Nueva Era: feng shui, meditación, cristales, en fin; todas estas cosas que dicen mucho pero a la hora del té no dicen nada. Me deslumbré, pues veía las creencias orientales tan complejas y profundas que creí hallar la verdad; todo bonito, paz y amor. Pasaron los años y aunque lo tenía todo, cuando estaba en el silencio de la habitación, mi corazón sentía un vacío el cual traté de llenar leyendo, escuchando música, intentando hacerme fan de algo o de alguien; luego con un novio, después con la moda, y así sucesivamente. Era una crisis de identidad que me exigía buscar un espacio en el mundo. En mi casa comencé a escuchar ruidos inexplicables, no podía dormir bien y todo se tornaba problemático. Estuve en un hoyo espiritual alrededor de unos siete años; inmersa en situaciones sobrenaturales gracias a las personas que había visitado: sanadores, médiums, videntes, maestros e iluminados. Supe que el mal existía, lo que no sabía era que yo hacía parte del mismo. Al cabo de un tiempo me choqué con el libro Por qué le pasan cosas malas a la gente buena, me identifiqué con la historia que allí contaban pero aún vivía como un hámster: levántese, estudie, salga con los amigos, viaje y mire Facebook; eso sí, crease usted mismo que todo va muy bien. Trataba de estar siempre ocupada, inconscientemente quería ignorar mi vacío, mi realidad.

Pasaron unos dos años hasta que un martes de abril de 2014 regresó a mi corazón ese gozo sobrenatural de aquella noche en la iglesia, un llamado que no pude rechazar, era la felicidad pura. Hoy recuerdo ese martes como el mejor día que he tenido. Decidí entonces creerle al crucificado, desde aquel momento mi vida no volvió a ser igual, me gané la lotería. No me interesa ser una ciudadana de la Postmodernidad, eso no llena. Uso la razón, pero esta no es mi guía. No deseo ser parte de uno de los tantos proyectos políticos y culturales que han atravesado la historia, pues no me sacia. Ahora, como todas las personas, tengo fe, pero no en teorías, filósofos ni energías divinas, sino en aquel que me dio respuesta, el único que transformó mi ser. ¿Fanatismo? Pues si lo que vivo día a día es ser fanática, quiero ser fanática, y no de una película, un actor o cantante, sino de alguien que trasciende. Tal como escribió el columnista arriba referenciado, “Más que “dejar la fe”, lo que hace Occidente es remplazarla por otra: una nueva fe desmesurada y arrogante solo en el hombre y la razón, el progreso, la riqueza.” El que busca encuentra, para después darse cuenta que Aquel a quien “encontró” es quien siempre le ha estado buscando.


14

Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

NO HAY MATERIAL Natalia Zuluaga Salazar nzulag2@eafit.edu.co

La cámara Nikon D3100, el trípode que sostiene la cámara, la grabadora

de voz marca , la GoPro prestada, y una que otra vez, un micrófono de mejor calidad que la grabadora de periodista: nuestros materiales de trabajo.

Lucelly Villegas, profesora de historia en la Universidad de Antioquia; Gilda Wolf, profesora de arquitectura en la Universidad Nacional, Víctor Manuel Parra, taxista desde hace 36 años y Gustavo Caro - Carolo, líder social y precursor del Festival de Ancón: los protagonistas del documental.

- Ummm… ¿Sabés qué? A la grabadora de voz se le llenó la memoria en mitad de la entrevista. -

Qué desastre.

-

Todo esto fue un ensayo, para la próxima ya sabemos.

¿VAMOS A GRABAR?

TODO ESTO FUE UN ENSAYO

En el barrio Boston, a una cuadra del Teatro del Águila Descalza, está ubicada la casa de Gilda María Wolf, una gran conocedora a la hora de hablar de patrimonio arquitectónico.

“Bueno, Lucelly, ya podemos empezar a grabar. Puede empezar diciendo su nombre y contando de manera breve a qué se dedica” – dice Alejandro, director y productor del documental.

Gilda se ha encargado de vivir la ciudad como museo y de recorrerla a través de sus historias y personajes más icónicos. Es por esto que a lo largo de la entrevista nos cuenta historias, no solo sobre la ciudad desde su construcción física, sino también desde la aparición de personajes como La Macuá y Carolo.

Lucelly Villegas comienza a hablar. Uno de nosotros se encarga de la cámara, mientras que el otro está pendiente del micrófono. “Perfecto. Ahora cuéntemos, por favor, cómo vivió usted la ciudad en la época de los 70’s. Sin juicios de valor, háblenos sobre la Medellín que a usted le tocó vivir durante esos años y cómo esta se diferencia de la de ahora”. – dice Alejandro para continuar con la entrevista.

- Gilda, danos cinco minutos para instalar bien los equipos y empezamos a grabar – dice Alejandro. - ¿A grabar? ¿Cómo así? ¿Esto no era una conversación nada más? – pregunta Gilda. - (Risas) ¿Cómo así, Marcelina no te explicó que esto es para un documental?

Lo que Lucelly dice suena interesante y puede resultar muy importante para el documental, así que hay que estar alerta a los equipos para que todo quede grabado exitosamente. Sin embargo, me distraigo un momento, dejo de mirar la cámara y me concentro en hacer apuntes sobre lo que Lucelly nos cuenta de esa Medellín que no tuvimos la suerte de vivir.

Marcelina es la hija menor de Gilda Wolf y fue la encargada de organizarnos una cita para ese día a las tres de la tarde.

Alejandro sigue pendiente del micrófono. Un momento después vuelvo a la cámara y me doy cuenta de que no está grabando. El ánimo de Lucelly, mientras cuenta la ciudad que vivió y la compara con la que ahora vive, aumenta cada vez más, así que decido no decir nada sobre la cámara y dejar que ella hable. Igual, pienso, su voz está quedando en la grabadora y ese audio después se apoya con imágenes adecuadas.

Con los equipos instalados, comenzamos a grabar. Las preguntas son las mismas que se le hicieron a Lucelly Villegas, con la diferencia de que Gilda guía la entrevista por una línea más anecdótica y menos histórica.

“Muchísimas gracias Lucelly. Cuando tengamos material ya listo se lo estaremos mostrando para que vea el documental entero” – se despide Alejandro y empezamos a empacar los equipos para abandonar la oficina de la profesora. -

Alejo, la cámara solo grabó diez minutos

-

¿Solo diez? ¡Si ella habló como treinta minutos!

- Pero no nos dimos cuenta de que la grabación de la Nikon está por defecto a solo diez minutos.

-

¡No! (risas) pero bueno, grabemos entonces.

Cámara instalada en el trípode, listo. Luz instalada en la cámara, lista. Cámara encendida, listo. Conciencia de que solo graba clips de diez minutos, lista. Micrófono encendido y probado, listo.

“¡Paren! Se apagó la luz” – dice Alejandro. Decidimos entonces seguir grabando con luz natural y evitar futuros problemas de iluminación. La cámara se pudo haber detenido, el micrófono pudo haber dejado de funcionar, la luz se pudo haber ido por completo, y ninguno de nosotros se hubiera dado cuenta. Gilda tiene la capacidad de atrapar a la gente con su tono de voz que va de la mano con el montón de historias que conoce y que está dispuesta a contar. Es por esto que el silencio no es un problema a la hora de grabar porque todos estamos complemente atentos a lo que Gilda nos va contando. “Y entonces este hombre se disfrazaba de árabe, con anillos y todo… Lo llevaban cuatro negros en andas mientras él iba arrojando monedas a la


Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

15

Fotografias Tomado del vídeo La ciudad de nosotros https://www.youtube.com/watch?v=2M1FFzfqs3k

multitud que iba como un séquito detrás suyo”. – dice Gilda a propósito de Luis Fernando Mesa, hermano del accionista mayoritario de Mesacé. ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Mientras grabamos y escuchamos con atención las palabras de Gilda, se oye un estruendo que viene de la cocina. Su esposo, en el intento de limpiar unos platos, tira varias cosas que hacen el ruido suficiente para alejar nuestra atención hacia lo que allí está pasando. Ninguno de nosotros soporta la risa y tenemos que detener la grabación por unos minutos.

fuerza con las manos para que la GoPro no se mueva mucho, empiezo a temblar y el calor comienza a hacer presencia en el vehículo que Víctor maneja hace 10 años. Hacemos una pausa para descansar las manos y activar un poco de aire acondicionado que nos permita aguantar otros diez minutos de camino. El calor que hace en el taxi debe ser parecido al que hacía hace décadas en bares como El Aristi y Brisas de Puerto Rico, lugares de los cuales habla Víctor con nostalgia por

A las cinco de la tarde terminamos nuestra entrevista, seguros de que todo ha quedado bien grabado.

una Medellín “llena de confianza”.

Estabilidad sobre ruedas

único que queda en esta ciudad es

- Nati, nos vemos a las seis de la tarde en El Parque de El Poblado para grabar con Víctor. -

Listo Alejo, allá nos vemos.

A las siete de la noche llega Víctor al parque y nos montamos en su taxi para dar una vuelta mientras conversamos. Con Víctor no se apagan las cámaras, a la grabadora no se le llena la memoria, nadie hace ruidos distractores; pero el reto está en lograr estabilidad en las grabaciones mientras el taxi marcha a 60 km/h por la avenida 30. Mientras Alejo sostiene, sabrá Dios cómo, la Nikon con trípode en la parte de atrás del taxi; yo llevo, metido en un vaso de plástico, el trípode pequeño que sostiene la GoPro. Cinco minutos después, haciendo

Y es que “las cosas han cambiado mucho, esto ya no es lo mismo y lo inseguridad y desconfianza”. – dice Víctor recordando la Medellín que en un tiempo vivió.

Aquí vinimos fue a escuchar música y a fumar marihuana Uno de los que, para nosotros, era el capítulo más importante del documental tiene lugar en El Retiro. Más específicamente en una finca que lleva por nombre: Revista El Pellizco. A las tres de la tarde nos recibe, en El Pellizco, Carolo, el hombre cuyo nombre se oye en eco con la palabra Ancón. Palabra que a su vez lleva a la memoria de quien la oye al festival de rock realizado en La Estrella entre el 18 y 20 de junio de 1971. Dos cosas se roban la atención de las cámaras: una casa de madera

con un cartel que dice “CAROLO PRODUCCIONES” y una cantidad considerable de matas de marihuana sembradas por varias partes del terreno. Mientras Carolo se alista para salir ante las cámaras, nos deja una carpeta llena de recortes de noticias sobre el Festival de Ancón. La cámara se adueña de dichos recortes y captura titulares tales como: “Mañana, festival hippie en Medellín”, “Expulsan a los hippies” y “Álvaro Villegas, un alcalde ‘hippie’”. Encontramos un lugar adecuado para grabar y entonces: cámara en trípode, lista. Carolo enfocado y bien encuadrado, listo. Grabadora de voz encendida, listo. Comencemos. Las mismas preguntas guían la entrevista y la gran diferencia con Carolo es que todo él respira un solo tema: el Festival de Ancón. Cuando le preguntamos por lo que hace, su discurso se va hasta lo que hizo para realizar el festival; cuando le preguntamos por la ciudad en general, sus palabras llegan hasta 1971 para hablar de la ciudad que vivió Ancón. Ya nos dimos cuenta de que Carolo tiene en su cabeza cada detalle de Ancón tatuado y entonces dejamos que hable porque no hay modo de darle otra linealidad a la entrevista. Gonzalo Caro - Carolo, parece no percatarse del hecho de que lo estamos grabando y de un momento a otro se para para conversar mientras camina o mientras hace gestos con las manos y los pies. Va

contando

los

tropiezos

que tuvo que pasar para lograr la realización del festival, se desvía para pasar a una crítica a los toreros de una época que no nombra y va bajando gradualmente el volumen de su voz para quedarse en silencio unos segundos y decir “eh, se me enredó la pita”. Y es entonces aquí cuando recuerda que estaba hablando de Ancón y se transporta al momento en el cual se paró en la tarima del festival para decir una sola cosa a las miles de personas allí presentes: “Aquí vinimos fue a escuchar música y a fumar marihuana”.

Después de la tormenta…. sigue lloviendo La última visita que hacemos es aquella que nos deja tres ejemplares de la revista El Pellizco y un ejemplar de El Festival de Ancón. Del quiebre histórico a la quiebra histórica, libro editado por Lealón y firmado, para nosotros, por el mismo Carolo. Todavía hoy estamos buscando nuevos contactos por varias razones: a Carolo, a pesar de ser el gran precursor de Ancón, se le enreda la pita y su información a veces es dudosa. De La Macuá todavía no sabemos mayor cosa y es un personaje de cual vale la pena hablar, aun 40 años después. La primera entrevista, aunque nos dio información valiosa, no quedó registrada de la manera que esperábamos y esto no nos permite mostrarla en el documental. Y bueno, después de la aparente tormenta que fue grabar a algunos personajes, parece que sigue lloviendo porque todavía no hay material suficiente para lanzar un documental al aire.


16

Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

UN INSTANTE

Fotografía Camilo Montoya C. Camilo Montoya C. cmonto41@eafit.edu.co

Fue la primera foto que tomé esa noche. Recuerdo que la premura del momento no me permitió hacer un buen enfoque, ni ajustar la composición que hubiera querido. Había llegado quizás diez minutos antes y apenas había sondeado la escena maquillada por una tenue farola que sería mi único apoyo lumínico. Yo no había venido por ellos. Había venido como cumplimiento de un favor que un viejo amigo me había pedido. Me pidió que le tomara fotos a su banda, un conjunto de esos que versiona clásicos de rock ochenteros, pues esa noche armonizaría la velada como motivo de una celebración especial de un amigo de otro de los integrantes. Yo llegaba al improvisado escenario musical resuelto en un pequeño salón social imaginando que la celebración sería humilde, pues apenas unas pocas sillas y una sencilla decoración con globos y serpentinas monocromáticas advertían que, más que un espectáculo, allí se llevaría a cabo una reunión íntima y familiar. El amigo por el que se celebraba aun no llegaba. Una vez entrara en el salón, cual presencia triunfal, la banda lo sorprendería tronando los primeros acordes de I was made for loving you. Los músicos terminaron de desempacar sus instrumentos con afán y se incorporaron de lleno en sus papeles. Las demoras en la preparación hicieron que, de pasada, solo pudieran ensayar un par de estrofas de la canción con que abrirían. El tiempo no daba tregua. Muy pronto alguien advirtió que en cuestión de minutos llegaría el susodicho. Apagaron las luces. Yo prendí mi cámara y me agazapé en una columna. En el fondo, detrás del portal del salón, la tenue luz de la farola dibujaba el contorno de una pareja que se acercaba con inocencia. Y cuando se hicieron del todo visibles, sucedió en un instante. Yo no había venido por ellos. Había venido como cumplimiento de un favor que un viejo amigo me había pedido. Pero al ver que él le agarraba la mano a ella con la seguridad del que ya ha repasado mil veces en su cabeza ese momento, y que ella se entregaba a los brazos de él ante la vehemencia de un repentino relámpago de amor, llegué a la conclusión de que las fotos que tomaría después serían vacuos instantes secundarios de un recuerdo mucho más prominente. De que de nada serviría capturar a los extras musicales de la película si no tenía el momento clímax de sus protagonistas. Y entonces tomé como pude, sin medir bien la obturación, apresurado por la fugacidad, la escena sencilla y sublime de una pareja que se entregaba a uno de los imprevisibles destinos del amor. No fueron necesarios anillos. Con solo una pregunta de tres palabras y una respuesta afirmativa resolvieron el compromiso mayúsculo. Y en el éxtasis del instante, las dos miradas se apresaron con gracia bajo el candil, arrulladas por un preludio de acordes de guitarra que comenzaron a describir el inicio de la canción, y cedieron en un acercamiento mutuo, consintiendo que sellarían el momento con un beso ineludible, apasionado e infinito, ante el disparo de mi cámara que recogería una pizca de la efímera eternidad del amor.


Septiembre de 2015

17

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

LOS POEMAS DE MARAQUERO Luis Germán Sierra german.sierra@udea.edu.co

L

a sencilla poesía de Luis Alberto Arango (“mundialmente” conocido como el Maraquero) podría compendiarse en uno de sus muy cortos poemas, el primero de su segundo libro, Antología bisiesta (2015): “Todo está escrito. / La literatura es un mar / La música es un mar / El arte es un mar / La vida es apenas un río”. (“Prólogo”, p. 19). Un poema que dice a las claras cuál es el orden de prioridades del autor. Y con cuánta modestia asume el acto de vivir. No es un poema, al igual que ocurre en la mayoría de los suyos, que acuda a la figura literaria, digamos la metáfora, la metonimia, etc., sino que está hecho más bien de un concepto, de una definición. Subyace en este poema, sin duda, una crítica que aparecerá más adelante, en otros de sus textos, respecto a la inutilidad del poder, de la soberbia, de la vanidad. En otro poema, no duda en tildar de “lacra” al género humano (“Un aburrido”, p. 71). O de “Ingenuo bípedo” en otro (Cantilena de las migajas”, p. 22). Ama las cosas sencillas de la vida y ama la poesía (sin duda ama a los poetas), pero no ama los frutos de la inteligencia que ha hecho del mundo un caos disfrazado de progreso. En un poema llamado “País bobo” —que hace pensar en “Colombia es una tierra de leones” de Juan Gustavo Cobo Borda—, dice: “De mal gusto / De timadores / Ladrones de faca y metralla / Y cuello blanquísimo / Y toga y birrete”. (p. 61). Un escritor como Luis Alberto Arango no quiere “dárselas de poeta”, pero no quiere dejar de decir lo que le dictan, digamos, sus sentimientos, no quiere dejar pasar las ideas que le asaltan respecto a lo que va viviendo. Para ello, sin hacer de lo anterior una teoría, titula un poema “Decir”, y escribe: “¡Ay! / Si yo en verdad / tuviera algo que decir, / qué no diría. / Diría duda, no certeza. / No diría creo. / Anunciaría: veo. / Simple, escueto, también señalaría. / Despacio, quedo. Preguntaría / para poder hablar de la inocencia / del que dice sin decir”. Usa la palabra que denota, no la que connota. Huye de la inspiración que hace del poema un artefacto literario, afortunado o no, y apela al sentido común, al sentimiento

propio que no obedece a ninguna tradición ni a ninguna vocación poética. Pero construye el poema con ese instinto, con esa convicción. Al describir “Un día” (p. 25), por ejemplo, dice que “no parece gran cosa”, que “es una pluma / o un pesado fardo”, que “aparece con la creación” y “desaparece con la rutina”, cosas así, obvias en apariencia, pero al final dice lo que vale, lo que resume todo, aquello para lo cual el lector no estaba preparado: “y al sumar, resta”. Bella, concisa y hasta risueña conclusión. No es el “chispazo” el que dicta el poema de Maraquero, es la necesidad de decir algo. No es la epifanía, sino la lentitud de la existencia. Él va en contravía del camino de los demás. Va sin el afán de descubrir nada y no le importa si lo que escribe (porque escribir sí es una condición que no quiere negociar ni poner en discusión) estaba ya dicho de muchas otras maneras. Escribe con la comodidad de no sentirse poeta ni escritor, o por lo menos no de aquellos que se pelean un puesto en un concurso o esperan las loas de la crítica o de la prensa. La vanidad, que sin duda la tiene, es íntima, y a lo sumo quiere que lo lean los amigos. No encuentra uno en estos poemas la queja tan frecuente —y sin duda justificada— en los escritores sobre la dificultad de la escritura, sobre la lucha que significa el transe con las palabras. Tal vez por lo que dije un poco antes, porque Maraquero va al poema sin el afán de llevarlo a ninguna parte distinta de su propio placer. En su primer libro: Desorden alfabético (2012), de la palabra “Escritura” dice en un momento de la página: “Escribir para escapar de la dificultad oral, para tener tiempo de pensar, de demorarnos”, y al final: “Pero diré como Borges: Escribir es siempre un placer, más allá del valor de lo que se escribe”.

inclusive con la desprevención “literaria” de quien escribe solo para poner en el papel un cierto orden, el propio. A veces esa palabra es un alegato con el mundo, y puede ser un grito, pero un grito hacia sí mismo, como si él necesitara enrostrarle a alguien la palabra altisonante y ese alguien fuera su silencio, donde anidan sus pensamientos. En esas palabras: las suaves, las sabias, las silenciosas, las del amor, las del erotismo y las de la soledad; y en las palabras duras, las que le salen con un cierto odio por el “desorden” establecido, en todas esas palabras hay un escritor que solo quiere verles el rostro, el color, la textura, calibrarles el sonido, musitarles un “te quiero” que solo puede salir de quien las conoce, de quien las lleva puestas. Comentario aparte merece la edición de los dos títulos, formatos de 17 x 14 centímetros, limpísimos, bellamente diagramados e ilustrados, en ambos casos, por Juliana Arango, hija del autor y artista que “mete mano” (un dibujo de Esteban, también hijo, cuando era un niño, ilustra la portada del primer título con un retrato —impresionante— del papá) en estos textos de Maraquero, para que todo, al fin, sea como una especie de fiesta f a m i l i a r.

Una fiesta con apenas bulla, hecha de palabras y de imágenes, es decir, de lenguas y de ojos, pero de mucho más, de todos los sentidos, que, claro, son muchos más que los cinco que dicen que son.

Luis Germán Sierra Jaramillo Cursó estudios de Español y Literatura en la Universidad de Antioquia y el Diplomado Literatura del Siglo XX en la Universidad EAFIT. Diploma “Corrección de textos”, Universidad de Antioquia, 2005. Ha publicado artículos y reseñas literarias en Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, Revista Universidad de Antioquia, Agenda Cultural de la Universidad de Antioquia, suplemento literario Generación de El Colombiano, Desde la Sala Antioquia de la Biblioteca Pública Piloto. En 2008 participó, junto con Robinson Quintero, como ensayista en la actualización del libro Historia de la poesía colombiana de la Casa Silva de Poesía. Es coordinador cultural del Sistema de Bibliotecas de la Universidad de Antioquia donde es editor de la publicación Leer y releer.

En los dos libros, pues, que ha publicado Luis Alberto Arango: Desorden alfabético y antología bisiesta el lector encuentra una escritura tranquila, suave como la palabra de todos los días, pensamientos que no pretenden inaugurar n a d a ,

Fotografía intervenida Juliana Arango


18

Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

Apenas habían pasado 8 minutos

y la meta eran 30. La resistencia estaba en el nivel 9 y yo ya me estaba sintiendo alcanzada. Cuando la máquina marcó 10 en tiempo, el nivel de resistencia subió a 11. La velocidad con la que comencé ya se había disminuido casi a su mitad. 15 minutos, solo hacía falta la mitad del tiempo. 15 de resistencia. Mi velocidad ya no era ni la mitad de la inicial.

ESCRIBIR PARA SALVARSE

Natalia Zuluaga Salazar nzulag2@eafit.edu.co

Quien tenga una buena rutina de ejercicio leerá esto pensando que soy una floja. Y tendrá razón. Yo no daba para más. Si la resistencia aumentaba y el tiempo no avanzaba, yo iba a tener que detenerme porque de verdad me estaba comenzando a sentir incapaz de continuar. Durante 5 minutos el nivel de resistencia se mantuvo en 17. Cuando el temporizador marcó 21, empecé a sentirme lentamente aliviada. 27 minutos y 2 puntos de resistencia. Qué alivio. Por fin, después de 27 minutos, me sentí bien. Fue extraño, porque me sentí demasiado bien. *** Tres años después del primer rompimiento amoroso (y si se cuenta con la suerte de que las cosas se muevan en favor del corazón roto) uno se siente tan bien. Creo que lo que alegra al cuerpo y talvez el alma es el recuerdo de haber estado tan mal y el sentimiento de ya no estarlo. Mirar para atrás y tener la certeza de haber salido casi triunfante de un suceso que en su momento pareció el fin, es sentir una alegría que sacia de verdad. *** Las dos anteriores son situaciones por las que, atrevidamente diré, cualquiera ha pasado. Situaciones como sufrir la muerte de un cercano, chocarse de frente con otra cultura, esperar que los gatos no mueran y que nadie se atreva a talar los árboles de enfrente, Esther Fleisacher las retrata tan bien que parecen sucesos ajenos a nosotros. Parece que lavar la ropa fuera cosa de escritores. Como si mientras uno aprende que hay que quitarle todo el jabón a la ropa que se está lavando, sumergirla bien en agua y luego exprimirla con fuerza, tuviera un lado de su cabeza pensando en cómo irá a plasmar aquello más tarde en el papel. Cómo hacer para que el lector se quede en el libro si debería estar sumergiendo en agua y jabón la camisa que va a ponerse pasado mañana. No voy a revelar aquí cómo lo hace, cómo hace la escritora de Gestos

hurtados, para que con cada texto que se termina el lector quiera pasar al siguiente para ver a la cotidianidad tratada como poesía. No lo voy a revelar principalmente porque no lo sé. Esther Fleisacher, en esta edición del Fondo Editorial de EAFIT, logra expresarse a través de una cantidad de sucesos con los que muchos nos sentimos absolutamente identificados. Pero lo afortunado de todo esto es que lo hace como si viviera flotando. Como si los días de esta escritora no se fueran en lo mismo en lo que se van los nuestros: el camino de la casa al trabajo, el trabajo, el descanso, el regreso a la casa, el sueño. La diferencia entre Esther y nosotros es que: “trapo en mano, limpia(mos) nuestros carros antes de salir para el trabajo. Limpia(mos) caca de pájaros y chorreados de murciélagos”. Mientras que ella gasta el tiempo en otras cosas. En sus palabras: Paso la mirada por la pintura hecha un asco de mi auto, pero no tengo la disposición para bajar todas las mañanas diez minutos antes a limpiar excrementos. Gasto ese tiempo leyendo o releyendo algún poema y así columpiar el nuevo día en un verso. Prefiero aventurarme a la ducha de las palabras que al mandato del trapo y el carro limpio. *** Todo lo que está puesto en Gestos hurtados parece escrito con un propósito de auto salvación. Parece que su autora decidió vivir la vida más allá de lo que le propone el día a día y más tarde resolvió hacer de esto un libro para que sus lectores hurtaran de sus páginas los gestos que ella hurtó de otros: de sus personajes. Fue con la muerte de mi mamá, cuando tenía más de cincuenta años, que pude entender que el luto debió tener un sentido protector. La muerte de alguien cercano nos vuelve más vulnerables, es un dolor que nunca es posible situar. A veces arden los hombros, o duele el estómago, o los ojos no logran enfocar; también sucede que la cabeza repasa historias o se pregunta lo que no tiene respuesta; o se siente un dolor que llamamos del alma que se amarra en la mitad del pecho o en las rodillas que flaquean. Cuando estamos de luto el alma en carne viva se instala en la piel, saber esto me permite vislumbrar que el luto servía para decirle al otro: “Cuidado (cuídame), estoy frágil”.


Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

19

NADIE SABE LO DE NADIE

Pedro Juan Vallejo

pjuanvallejo@gmail.com

¿Dónde te metiste, Leticia?

Antes

eras la típica mujer de clase alta: apellido sonoro, graduada del Columbus School – ni en cursiva lo digo como tú lo hacías-, administradora de EAFIT, mamá del Country Club. Estabas en todas partes, lista para criticar, con tus amigas, a la “venida a más” de Claudia Gaviria – “y ni me hablen de esa mañesada de esposo que tiene”- , al hijo marihuanero de Clarita Rico, a Zutano, a Perano, a todos. Eras la reina, Leticia. Con un solo desplante podías humillar a cualquiera, ¿te acuerdas de esa noche cubana en el club, cuando te paraste al ver que Marta Peláez iba a sentarse en tu mesa? –“¡Uy! Vámonos que ahí llegó esa”- Todas tus amigas te siguieron y la pobre Marta quedó abandonada ante las miradas burlonas del salón. Yo me acuerdo a la perfección. Llevabas el pelo cepillado, un vestido de coctel azul oscuro que se plegaba divinamente a tu cuerpo, un collar dorado que nadaba en el escote. ¡Qué curvas, Leticia! Esa noche todos estábamos babeados por ti; todos envidiamos a tu marido, Emiliano, y también odiamos a nuestras esposas por ser unos bultos de escombros en comparación con semejante delicia. Con esa imagen tuya me quiero quedar, Leticia. Lo peor es que en esa época ya tenías tres hijos hechos y derechos: Gabriel, Martina y Juan Santiago. El ingeniero, la música y el estudiante de derecho. Eran de revista. Lástima lo que pasó después. ¡Nunca vi un castillo de naipes caerse más rápido! ¿Sabes de qué te hablo? No creo. Ese día llegaste al club a eso de

las cinco de la tarde. Pasaste como un fantasma hasta una mesa solitaria y estuviste allí, sin hablar con nadie, por más de media hora. Cuando tus amigas cayeron en cuenta de que la “rara de la esquina” eras tú, salieron disparadas a ver qué estaba pasándote… Ya no estabas, Leticia. Hablabas con tus zapatos y repetías de forma frenética una frase: “Nadie sabe lo de nadie”. ¡Y vaya que tenías razón, Leticia! Nadie sabe lo de nadie, ni siquiera de los hijos… ¿Quién iba a pensar que “Santiaguito”, como le decías, iba a estar enredado en semejante rollo? ¿Cómo era posible, si tú te habías esforzado tanto por ser la mejor mamá del Country Club? ¡Maldito el día en que te dio por esculcar su clóset! Probablemente nada de eso hubiera pasado y tú seguirías siendo la misma Leticia: alargada, elegante, provocativa. No habías tenido que ir a trabajar, y con el impulso fraternal que envuelve a las ricachonas en diciembre, decidiste que ibas a buscar alguna ropa usada para regalarles a los niños pobres de la ciudad. Cuando estabas buscando en el clóset de Juan Santiago, sentiste que detrás de las camisas había algo duro, frío, extraño. Lo viste y no lo podías creer, ¿por qué tu hijo menor tenía un arma guardada? Cuánta ansiedad, Leticia, “¡¿qué hago?!... llamo a Emiliano… No, mejor llamo ya mismo a Santiago... pero después está en la moto y lo hago caer… No, no, es mejor buscar bien, de pronto encuentro algo que explique las cosas” ¡Qué mala decisión tomaste, Leticia! Con tus manos buscaste tu propia desgracia. Estaba en un sobre de manila escondido en una chaqueta:

una lista con nombres; algunos estaban tachados con rojo y correspondían a “gente importante” que había sido asesinada en los últimos meses… “¡Hijueputa! ¿Qué está pasando aquí?” Fuiste al baño: agua fría en la cara, lágrimas frente al espejo, dudas, miedo. Por momentos intentabas engañarte, pero era inútil, Leticia. Ya sabías de qué se trataba todo. Emiliano no llegaría hasta las ocho o nueve de la noche y no le ibas a decir nada hasta entonces. Querías hablar primero con Juan Santiago, encararlo, gritarle, abrazarlo, entender qué pasó. Fue una hora de espera que te pareció larguísima. Cuando por fin llegó a la casa, tú estabas esperándolo en la sala: -¿Qué más mami, todo bien? Nada bien. Rompiste en llanto al instante. Ríos, gritos, mocos. Caíste en sus brazos, querías un abrazo de tu hijo menor, de tu “Santiaguito” -¿Qué pasó mami? ¿Peleaste con mi papá o qué? Nada de eso “Santiaguito”, peleó con la vida entera. Cuando le dijiste que te acompañara a su cuarto, él ya supo de qué se trataba todo. Créeme que le partió el alma verte tan triste, darse cuenta de que te habías desbaratado por su culpa. No negó nada –“¡Para eso querías la moto Santiago, para esas cochinadas!”-, no

Ilustración Kelly G. García kelly.garciasj@gmail.com

intentó d a r ninguna explicación, se mantuvo con su mirada en tus ojos tristes y solo pensaba en lo que debía hacer, “Te voy a tener que matar mamá. Nadie puede saber que yo maté a esa gente.” Algo tuviste que intuir, Leticia, porque cuando “Santiaguito” te dijo que le entregaras el arma, te mantuviste como una fiera…El forcejeo dejó a tu hijo tirado en el mármol, y a ti vestida de sangre. ¡Si te hubieran visto llorar Leticia! Seguro te fuiste entre tantas lágrimas.


Pulina EchavarrĂ­a G. pechava2@eafit.edu.co


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.