Periódico Estudiantil NEXOS - Universidad EAFIT - Ideas y cultura
www.periodiconexos.com ISSN: 2322-74GX - Año 32 - Edición 212 - 8000 ejemplares - Medellín, Marzo de 2019
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ÍNDICE 04 05 06 08 09 10 12 13 14 16 17 18 19
Un templo del conocimiento: 20 años del Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas
Mateo Orrego López
El último zumbido Juan Andrés Londoño Gallego De plantas y ritos Valeria Echavarría
Que los edificios hablen Mariana Hoyos Acosta Vivir de lo que amas María Antonia Sierra
El bombero de Ray Bradbury María Antonia Ruiz Espinal Mitos para alcanzar las estrellas Miguel Ángel Correa
Corbardía Yerly Herrera
Newton no fue al Chocó Juliana Londoño Noreña
El beso de Asaruna Pablo Patiño Ni uno menos Santiago Gaviria
Apuntes sueltos Dayana Agudelo Meneses Quince cuentos de Darío y el retrato de un ayer Martín Uribe Velásquez Dirección Valentina Muriel Tamayo vmuriel@eafit.edu.co Gerencia Sebastián Garcés Arbeláez sgarce10@eafit.edu.co
Ideas y Cultura Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS
Edición Mariana Hoyos Acosta mhoyosa3@eafit.edu.co Andrés Carvajal Juan Pablo Restrepo Juliana Londoño María Antonia Ruíz Mariana Hoyos Miguel Ángel Correa Desarrollo Andrés Carvajal López humano acarvajall@eafit.edu Agustín Rendón Calle Camila Méndez Laura Cabrera Maria Camila Betancur Mateo E. Saltarén
Pablo Patiño Paulina Echavarría Pedro Juan Vallejo Valeria Echavarría Yerly Herrera Mateo Orrego Eliana Tabares Martín Uribe Rolf Camilo Arias Tomás Quintero Valentina Giraldo Catalina Botero Lina Raigoza Anderson Amaya Mateo Saltarén
Edición web y Maria Clara Molina Manrique redes sociales mcmolinam@eafit.edu.co Águeda E. Villa
Alejandro Sierra Diana Holguín Juanita Gómez
Mercadeo Nelly Paola Hernández Palacio nhernan8@eafit.edu.co Cristopher Ojeda Juan Camilo Botín Juan Sebastián Ramírez Laura Osorio Vásquez Portada Carolina Henao Pulgarín chenaop1@eafit.edu.co Contraportada Servicio médico Diseño y montaje Pablo Agudelo @pabloagdlo Preprensa e impresión Casa La Patria Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993 Carrera 49 No. 7sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com Teléfono: 261 93 02
Los artículos firmados son responsabilidad de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.
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CE NSÚ RE M E E S TA Valentina Muriel Tamayo
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vmuriel@eafit.edu.co
El 10 de octubre de 1938, Eudoro Galarza, entonces periodista del diario La voz de Caldas, denunció en un artículo, ante las autoridades regionales, el maltrato en el pabellón Ayacucho a manos del teniente Jesús María Cortés. Un par de días después de la publicación del artículo en el diario, el teniente Cortés se presentó en las instalaciones para exigir una rectificación por parte del periodista sobre el artículo. Aun cuando la información era cierta, Cortés reclamaba su honor. No quedaron más palabras. El periodista fue asesinado por el impacto de tres disparos ejecutados por el teniente. El caso, como muchos otros, quedó impune. El uniformado fue dejado en libertad bajo la premisa de actuar en legítima defensa del honor militar tras la agresión a su nombre. Este es el primer caso conocido del asesinato de un periodista colombiano por denunciar el abuso del Estado. La censura no desaparece, se transforma. Desde noviembre del año pasado, los casos se hicieron masivos en el país. Por un lado, está el caso de Andrea Olano y Carlos Chica, periodistas del programa La señal de la mañana, perteneciente a la Radio Nacional, emblema de la información de servicio público del país. En noviembre del 2018, ambos periodistas tenían una entrevista con el actual presidente de la República, sin embargo, a última hora se les informó que no estaban autorizados para participar. El programa efectivamente era de ellos, y el presidente asistió, pero las directivas ordenaron minutos antes que ninguno de los dos podía hacer preguntas, pues para eso tenían dos invitados que harían este papel, ¿quién ordenó a los periodistas, conductores del programa, quedarse callados? La Ilustración: Cristina Fontán cuestión no se aclaró y el medio se cristinafontanespinal@gmail.com limitó a decir que fue decisión de los periodistas guardar silencio. El caso tal vez más sonado del momento a la hora de hablar de censura, es el de Santiago Rivas. El presentador de Los puros criollos, salió en un capítulo de La Pulla criticando la Ley TIC, propuesta por el gobierno de turno. Ese mismo día la emisión de su programa en Señal Colombia fue sacada del aire. Según el entonces gerente de RTVC, Juan Pablo Bieri, no se trataba de censura, pues eran capítulos repetidos y la decisión había sido tomada desde días anteriores. El ruido de este caso se hizo mayor cuando la Liga contra el silencio –una alianza de 14 medios que combate este tipo de situaciones en Colombiareveló unos audios de unas conversaciones entre Bieri y sus asistentes. En estos se prueba lo obvio. Bieri mintió y sí censuró a Rivas. La situación no es alentadora. Los medios de comunicación pública están para servir a la sociedad, no al gobierno de turno. Hoy, los medios nos han facilitado el proceso de producción y alcance de la
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@Valentinamurielt
información. Sin embargo, llamar periodismo a la acción de repartir dicha información sería una denotación vaga, pues excluiría el trabajo del periodista de contrastar fuentes, contextualizar al lector y proporcionar antecedentes. Una sociedad que censure el periodismo tal vez podría hablar del mundo, pero difícilmente llegaría a entenderlo. Así, la función del periodista, es servir al bien común y no al interés particular de un gobernante o de sus subordinados; sin embargo, de vez en cuando hay personas que creen que sí, y quién mejor para demostrarlo que Bieri y su comentario sobre Rivas: “Lo ponemos tres de la mañana, no tengo ni idea, pero no puede ser. Él no sabe, digamos no tiene ni idea, de lo que está diciendo. Segundo, se está burlando del Estado, se está burlando de la entidad que le da de comer y le paga un sueldo”. ¿Se pretende que los periodistas reproduzcan discursos y hagan eco de los mandatarios? Ana María Ruiz, columnista de la Revista Semana, afirma que “la libertad de prensa es a la democracia como la censura a la dictadura: imprescindible”. Según la Fundación para la Libertad de Prensa, en el 2017 se documentaron 310 ataques a la libertad de prensa, en donde se vieron afectados aproximadamente 368 periodistas (un incremento del 43,5 % con respecto al número de ataques del año anterior) ¿el miedo de los periodistas a ser parte de estas cifras extinguirá sus voces? Recibir productos de los medios y confiar en que estos no están viciados de intereses políticos o económicos, sería caer en la ingenuidad. Lo que sí es posible, es adoptar una actitud de cambio y exigir, al menos a los medios públicos, una intensión genuina de imparcialidad e información veraz. Los medios de comunicación no pueden verse únicamente como plataformas para difundir y reproducir los discursos de los políticos y sus intereses económicos. Esta dinámica perpetúa la desinformación en la sociedad, lo que afecta directamente el ejercicio y la calidad de nuestra democracia. Al censurar estamos condenando la oportunidad de los colombianos de ser críticos y activos en la toma decisiones en pro del bienestar del país. ¿Cómo informarnos si solo tenemos un fragmento de la información?, ¿cómo tomar decisiones para el bien de todos si no conocemos las verdaderas circunstancias?, ¿hasta cuándo se van a callar opiniones, cifras y datos? Aprehendamos esto: un país sin libertad de expresión, no está lejos de convertirse en un Estado sin conciencia.
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Un templo del conocimiento:
20 años del Centro Cultural
Biblioteca Luis Echavarría Villegas Mateo Orrego López
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Tal vez una mañana, sentado en su cama, a Asurbanipal, rey de Asiria, se le ocurrió que sería una buena idea empezar a recolectar tablillas que tuvieran los conocimientos más importantes de su pueblo. Así, comenzó a recoger desde tratados de Astronomía y Matemáticas hasta conocimientos de Magia y Religión; todo con la intención de guardar para la posteridad las memorias de su reino. O tal vez, fueron la avaricia y la ambición, más que su sabiduría, las que lo llevaron a querer acumular tantas tablillas como le fuera posible para mantener las habitaciones de su palacio siempre rebosantes de posesiones valiosas para él. Sin importar cuál fuera el motivo, seguramente Asurbanipal jamás imaginó que su extensa colección, que contaba con más de 22000 piezas de arcilla grabada, sería encontrada muchos siglos después y reconocida como la primera biblioteca del mundo. Mucho menos se habría imaginado que esta biblioteca se convertiría en un referente de la importancia que tiene la preservación y el cuidado del conocimiento. Bajo estas ideas de preservación y cuidado, dos milenios más tarde, en Eafit se buscaría repetir el hito de Asurbanipal con la construcción de una nueva biblioteca que ya cumple 20 años. En 1996, Juan Felipe Gaviria, un ingeniero civil graduado de la Universidad Nacional, fue nombrado rector de la Universidad Eafit. Juan Felipe era un hombre joven, con experiencia en la administración del sector público y privado, pues había trabajado con la ANDI y con la Alcaldía de Medellín. En su vida, estaba convencido de las recompensas del trabajo duro y de sus responsabilidades con la sociedad: “Uno tiene que entregar más cosas cuando quiere utilizar, particularmente para su
morrego7@eafit.edu.co |
propio beneficio, las posibilidades del poder.” Eafit, por aquel entonces, le hacía honor a su nombre, pues era una escuela centrada principalmente en la enseñanza de la Administración y las Finanzas; pero bajo la nueva dirección de Juan Felipe y su visión, se abriría paso otras disciplinas como la Música y las Humanidades. Así, una de las primeras iniciativas que tuvo Gaviria fue la construcción de una mejorada biblioteca, que se convirtiera en una muestra de la expansión intelectual de la Universidad. Fue entonces cuando se realizó una convocatoria pública para encontrar el mejor diseño para el nuevo edificio del campus. A esta convocatoria se presentaron los más prestigiosos arquitectos de la ciudad, y los ganadores fueron Carlos Julio Calle y Juan Fernando Forero. Carlos era un reconocido arquitecto que había estudiado en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín y se había especializado en la Universidad de Liverpool, Inglaterra; Juan Fernando había sido alumno de Carlos cuando éste enseñaba en la Bolivariana. Para la época de la convocatoria, ambos trabajaban como socios y se les ocurrió presentar un diseño en el que concebían la biblioteca como un templo del conocimiento. En este templo, las escaleras, que comenzaban en la plazoleta central, al frente de la entrada del edificio, y terminaban al interior del tercer piso, representaban el ascenso de la conciencia a través del conocimiento. En el primer piso tendría lugar una sala para exposiciones de arte y el cuarto piso sería el espacio ideal para las labores de futuros investigadores. Este nuevo diseño, inmediatamente puesto en marcha junto
@mateo.orrego
Los más incomprendidos en Eafit
con otras reformas en el campus, permitieron erradicar la popular idea que se tenía por aquellos días de que Eafit era “un parqueadero con universidad”. La construcción del nuevo edificio tardó casi tres años. Su inauguración oficial se dio en mayo de 1999, y a partir de ese momento, Eafit contó por primera vez con un símbolo cultural, no solo para los estudiantes, sino también para toda la ciudad. En las semanas posteriores al evento inaugural, la biblioteca recibió visitas de gestores culturales, periodistas, bibliotecólogos y estudiantes de arquitectura de la Bolivariana, quienes eran guiados por los diseñadores del edificio, Carlos y Juan. Trece años después, Carlos Julio Calle murió a los 83 años de edad. 20 años después, Juan Fernando Forero continúa diseñando nuevos espacios para la ciudad de Medellín; Juan Felipe Gaviria es un hombre tranquilo con un hijo y dos nietos; y el Centro Cultural Biblioteca Luis Echavarría Villegas, como es conocido desde su inauguración, ha tenido algunas transformaciones. Hoy, este edificio representa un lugar de encuentro y de referencia para numerosas actividades académicas, culturales y artísticas. La biblioteca cuenta con una extensa colección de recursos bibliográficos impresos, digitales y audiovisuales. Y los espacios como la sala de exposiciones, la sala patrimonial y la sala de aprendizaje activo se han convertido en importantes lugares para la investigación y el aprendizaje, no solo de la comunidad eafitense, sino de toda la comunidad académica de la ciudad. Es así como esta biblioteca, que ya alcanza dos décadas de servicio, continúa cultivando la esencia con la que fue diseñada desde sus inicios, como un verdadero templo del conocimiento.
En el hall del bloque 38, la Universidad Eafit recibe a diez artrópodos del Chocó, cada uno con su propio holograma; hacen parte de la nueva exposición Incomprendidos, la cual se inauguró el pasado 5 de Marzo y tiene entrada gratuita. La exhibición tomó el nombre de Incomprendidos, por la falta de conocimiento general sobre la vida de estos animales y las distintas técnicas holográficas existentes.
Egresados que inspiran en su segunda edición
Eafitenses
que
salen
a
cambiar el mundo desde diferentes roles, cargos y ocupaciones.
La segunda
conmemoración a los egresados que inspiran los valores de la Universidad se realizará en mayo. Hasta el 30 de marzo se puede nominar a alguien. Para hacerlo se debe ingresar a la página oficial de la Universidad Eafit, luego dirigirse a Egresados que inspiran y por último, seleccionar ¡Postula a tus Egresados! Fotografías: Róbinson Henao
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E L Ú LT I M O
ZUMBIDO
Juan Andrés Londoño Gallego
El planeta es un lugar extraordinario, está lleno de seres de gran complejidad. A simple vista, algunos son más vitales que otros, pero cada uno necesario para la vida. ¿Qué tanto puede afectar la desaparición de uno de ellos?, ¿qué animal podría causar la esterilización de las plantas?, ¿qué organismo tiene el resto de las vidas en sus manos? Un día, en una tarde de verano, una pequeña criatura se encontraba perdida en el rincón de una casa. El pequeño animal de franjas negras y doradas respiraba con dificultad, la vida se le escapaba con cada minuto que pasaba. Sus dos pares de alas perdieron funcionalidad, sus antenas estaban cada vez más bajas, dejaron de recibir señales. La abeja que se encontraba perdida en una casa ajena, ya nunca podrá volver a la colmena. Para la mayoría esto pudo significar la muerte de una simple abeja, sin embargo, ¿qué implica su muerte? Este insecto ya no podrá volver a polinizar 500 flores en un día o recorrer la distancia equivalente al diámetro de la tierra. Muchos árboles dejarán de producir frutos, los campos no se repoblarán y, seguramente, varios animales morirán por esto. Si ellas desaparecieran, las generaciones del futuro se asombrarían de verlas en los libros de biología. Los libros dirían que eran capaces revivir un prado en cuestión de semanas, de producir una jalea color oro dulce como el azúcar, de construir perfectas estructuras poligonales y hexagonales para almacenar jalea, cera y miel. Todo esto sin cálculo alguno, simplemente, obra de la vida misma. Se piensa que la Tierra es un lugar donde los recursos son infinitos, ¿qué más da si un par de abejas mueren si cada día la abeja reina pone millones de huevos? Puede que esto sea cierto, pero de esos millones de huevos muy pocos llegan a ser adultos. Hoy
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jalondonog@eafit.edu.co |
las condiciones para ellas son difíciles. Los bosques donde antes se hallaban por centenares ya no existen. Los campos vírgenes donde revoloteaban de flor en flor se infectaron con insecticidas. La ganadería volvió infértiles los campos y desparecieron las flores que las abastecían de alimento. Estos pequeños insectos, responsables de mantener la vida en el planeta, son organismos altamente delicados y susceptibles a los cambios en el ambiente. La deforestación constante ha hecho que las abejas se vean desplazadas de sus hábitats. Ahora, están obligadas a sobrevivir en un ecosistema nuevo, enfrentadas a depredadores que antes no tenían y a competir con otras especies polinizadoras por la obtención de su alimento. Al estar en un nuevo ecosistema se verán enfrentadas a que la vegetación tiene una taza de crecimiento variable, lo que produce que las abejas no puedan realizar su actividad polinizadora efectivamente debido a que en el nuevo ecosistema las plantas florecen en épocas del año en las que las abejas no estaban acostumbradas a polinizar. Estos insectos son responsables de la reproducción del 80% de las plantas. Esto se debe a que son los encargados de la polinización, la cual consiste en llevar los gametos de una flor a otra para que la planta sea fecundada y pueda generar descendencia. De este proceso también nacen los frutos que le sirven de alimento a la gran mayoría de animales en el mundo, incluyéndonos. Es gracias a las abejas que el ciclo de la vida se mantiene en constante renovación: permite que la vegetación perdure, que millones de animales tengan hogar y que el aire se pueda limpiar. Por ellas la vida es viable en la Tierra. Actividades humanas como la apicultura causan estragos para las colmenas naturales debido a cómo se mantienen las colonias industriales. Los ambientes no tienen condiciones óptimas de
@Juan_a27
salubridad y exponen a las abejas a sustancias químicas que hacen que se prolifere un hongo que se alimenta de ellas. Esto les provoca una serie de síntomas, como desorientación y debilidad articular, esta es la razón porque la que terminan perdidas en casas ajenas. Debido a este hongo los enjambres a lo largo del mundo se han visto diezmados. Tan sólo en México la población de abejas disminuyó un 20% en los últimos 15 años. En la apicultura industrial se suele explotar a las abejas para la producción masiva de miel. Este es un producto muy valioso para ellas, pues es su reserva energética para el invierno. Cuando se les retira, quedan desprovistas de su principal fuente de energía. Ellas han sido nuestras esclavas por más de 12 mil años y cada vez es el peor el trato que les damos. Antes, los egipcios las consideraban verdaderas diosas: tenían un mito que decía que cuando el sol lloraba, sus lágrimas caían al mundo y se transformaban en abejas. Ahora, las encerramos en colmenas, las infectamos con un hongo y nos comemos su jalea. ¿Seríamos capaces de vivir en un mundo donde los árboles estén marchitos? Un planeta sin abejas es sinónimo de un mundo estéril. Si se extinguen aún tendríamos a los murciélagos y a las mariposas para desempeñar el trabajo de polinizadores durante un tiempo. Sin embargo, eventualmente se evidenciarían alteraciones en el ambiente: los árboles dejarían de dar frutos, los girasoles no volverían a florecer mirando hacia el sol y el mundo perdería su color. Hay muchas cosas que podemos hacer por ellas. Por ejemplo, establecer zonas exclusivas para fumar lo más alejadas de bosques y parques, pues el humo del cigarrillo las desorienta. Además, si cada persona del mundo sembrara una flor, les estaríamos dando un nuevo sustento de vida para que no llegue el momento en el que tengamos que escuchar el último zumbido.
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D E P L A N TA Para los aborígenes hay plantas sagradas con un alcance metafísico tal que se les atribuyen propiedades sobrenaturales, poderes místicos e inimaginables. ¿Cómo a través de hojas y bejucos se puede conocer el interior de los hombres?
Valeria Echavarría Arroyave
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vechava2@eafit.edu.coco
Desde tiempos inmemorables las comunidades indígenas han entendido otras cosmovisiones, unas en donde conciben otros dioses, otras lenguas y una cultura cobijada por lo ancestral. Ellas han optado por diferentes formas de desarrollo, convivencia y, sobre todo, de relación consigo mismos y con la naturaleza. De ahí que, las plantas sean un eje transversal para la evolución de sus pueblos. Ellas permiten demostrar cómo desde posturas y elementos alternativos se puede entrar en procesos de conocimiento, introspección e incluso sanación. Cada planta cuenta con una personalidad particular. Algunas representan a la mujer o al hombre, algunas son de aire y otras de fuego; unas se dejan en la boca, otras se beben, algunas se soplan y otras en que no se incluye la ingesta directa pero se absorben por la piel. Cada una de estas acompaña el camino en tanto permiten pensar, hablar y vivir el mundo con mayor fluidez. También, pretenden otorgar una purificación física, mental y espiritual que busca solucionar problemas, preocupaciones o enfermedades de manera natural. La hoja de coca, el tabaco y la ayahuasca son algunas de las plantas ancestrales. En medio de la selva, en una maloca, entre cantos, rezos y un fuego inmarcesible, las plantas adquieren todo un nuevo significado. Estas según los taitas, abuelos, mayores o chamanes, afirman que son dadas por el dios creador y la madre naturaleza. Así, no son sólo hierbas, ya no es árbol o palma en su estado vegetal. Son alimentos sagrados que se tornan en seres antropomórficos: medicinas ancestrales con su propio poder curativo. Con la medicina devino entonces lo místico. Se pasó a formar un canal directo entre el vientre o corazón de la tierra con la conciencia humana. De la mano de la alucinación, la adivinación, la profecía, la meditación, el diagnóstico y el silencio se erigió el pensamiento y palabra, aparecieron consigo nuevos personajes y animales, dudas, mensajes y señales. Las comunidades indígenas con el uso de sus medicinas han hecho resistencia desde diferentes frentes. Han luchado en pro de defender y perdurar las tradiciones autóctonas ante un sistema que constantemente, mediante acciones de despojo, busca anular otros tipos de pensamiento y costumbres. Desde la conquista hasta la actualidad, los saberes de los
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@valeriaerea
nativos han sido cuestionados. Algunos consideran que son una aberración porque ven a los indígenas como bárbaros, crueles e incivilizados. En cuanto a las medicinas las consideran drogas o sustancias adictivas e incluso saberes obsoletos. No obstante, resulta extraordinario cómo estas prácticas medicinales aún continúan vigentes debido a que forma parte de la libre determinación de los pueblos indígenas. Ellas fomentan sus creencias, las cuales son un elemento crucial -casi inexorable- de sus rituales, ceremonias y su diario vivir, es decir, las plantas configuran la identidad de estos pueblos.
Yagé Jaguares, serpientes, leones, guacamayas. Campos vastos, montañas altas y nubes de colores brillantes. O bien, apariencias monstruosas, fantasmas y tonalidades grises o azules. Suele verse de todo en una toma de yagé. Los sentidos se vuelven extraordinariamente agudos y finos, el oído percibe lo más imperceptible y los ojos ven figuras movedizas, los sonidos tienen olor y los colores son musicales, afirmaba -sorprendentemente- Charles Baudelaire en 1860. Allí se producen sueños visionarios que permiten penetrar al infinito o al mundo de los espíritus. El yagé o la ayahuasca es conocido como la “Liana del alma”, dicen los abuelos que ella se extiende hasta el principio de los tiempos y representa el cordón umbilical que vincula a los individuos con el pasado mítico. Por tanto, se considera la planta sagrada por excelencia para las tribus de Perú, Ecuador, Brasil y Colombia, a lo largo de la Amazonía occidental. Esta nace de un bejuco parasitario que se adhiere a grandes troncos o lianas que crecen en la selva y de ella se extrae la corteza por sus efectos psicoactivos y purgantes. Se ponen a hervir con otras hojas y dependiendo de las que se usen los efectos varían. Como resultado queda una bebida amarga la cual se reparte entre los presentes. Los rituales se hacen a campo abierto y suele haber una fogata en la mitad para invocar la protección; el taita reza, canta, está atento y esparce humo de tabaco a modo de sahumerio. Esta planta pretende hacer efecto en todas las esferas del hombre. A modo físico actúa como purga produciendo vómito y diarrea, buscando una limpieza corporal. Del mismo modo se produce el efecto de trance o borrachera denominado chuma. Ya en lo mental,
acarrea un reto para la conciencia y, a su vez, despierta el subconsciente, pues trae recuerdos, aviva momentos y revela verdades. En lo espiritual crea alucinaciones e imágenes llamadas pintas, que son las revelaciones de la planta. Lo que le sucede al sujeto es que se multiplica en corporeidades, personalidades, deidades, plantas e identidades coexistentes en él. Afirman los abuelos que el yagé todo lo ve y todo lo sabe, allí se muestran las angustias y los comportamientos de antes, pues en las tomas uno se enfrenta a sí mismo, las cosas comienzan a hablar y el alma es liberada del cuerpo porque el verdadero ser sale a relucir. Dicen también que no se abre a todos si no ven intenciones puras ni produce los mismos efectos debido a que es una reacción individual. Algunos solo vomitan y no tienen visiones, otros afirman que es un antes y un después. Anécdotas abundan de lo que ha logrado el yagé, desde salir sintiéndose más liviano hasta curar úlceras y enfermedades. Mostrar los miedos de quien lo toma hasta una imagen vívida de una violación que se había suprimido y con el tiempo fue confirmada.
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RITOS
mo, ha sido uno de los suplementos por excelencia para conservarlos ya que contiene proteínas y vitaminas en niveles elevados.
Ambil
Se mambea en espacios compartidos y sociales ya que al ser el compañero del pensamiento, permite mayor claridad a la hora de expresarse con otros y más, porque en la tradición, se dice que carga con la dulzura femenina que produce sabiduría en las palabras. Además, físicamente otorga facilidad comunicativa, aumenta la concentración, mejora la actividad sensorial, disminuye el cansancio y el hambre, de ahí que se use en actividades físicas de largo aliento. Aquí la siembra de la hoja de coca tiene un fin, un proceso y un propósito en específico. No gira en torno a fines delictivos o de adicción sino que en el entender del mundo indígena se mambea desde los primeros rayos de luz hasta cuando cae el día. Claro está, aunque no genera dependencia, para los mayores es imprescindible contar con la compañía de la hoja de coca pues cuida de ellos y es la base para abonar su pensamiento. Asimis-
Rapé El antropólogo Stephen Hugh-Jones afirmaba que “el tabaco se considera una no-comida ritual. Es la comida de los espíritus y se cree que el tabaco establece la comunicación con lo sobrenatural. Se dice que tanto el rapé como el humo del tabaco tienen poder”. Poder gracias a que se le atribuye la capacidad de una mejor percepción del momento presente ya que abre los canales energéticos y de abrirse a la sabiduría del mundo de los espíritus pues ayuda a ordenar, limpiar y equilibrar la mente.
Ilustraciónes: Lina Marcela Gómez lina.gomez18.09@gmail.com
“Lengua de Dios o palabra de vida”. Cuando se ingiere el mambe se produce un sabor entre amargo y dulce, seca la garganta, se entumece la lengua y la boca, los dientes quedan verdes y empieza el efecto. El mambe representa a la mujer derivada de la hoja de coca la cual se pone a tostar, se mezcla con algún aditivo alcalino como la ceniza de yarumo o la concha de mar y de ahí se pulveriza, como resultado queda un polvo o harina fina. De ahí, se toman cucharadas y se ponen a los lados de boca intentando formar una masa que se vaya diluyendo con la saliva de a poco.
el lenguaje. Este es el juramento más solemne de los uitotos”
Dicen los abuelos que el ambil es el “Compañero del pensamiento”, este debe ir siempre acompañado del mambe en tanto este dota y nutre el poder de la palabra y armoniza el pensamiento. Su carácter y sabor es más fuerte ya que se ve representado en la figura masculina, la cual brinda claridad al escuchar y permite ordenar ideas para que, a la hora de conversar, siempre haya un buen recibimiento de parte y parte. El ambil se hace a partir de la cocción lenta de hojas de tabaco con sales vegetales en agua. Este debe revolverse durante largas horas hasta lograr un jarabe o jalea oscura. Ella se aplica en las encías y en la lengua para que se vaya diluyendo lentamente con el mambe. Walter Ernest Hardenburg, un ingeniero estadounidense que se adentró al Putumayo para construir una línea de ferrocarril de Brasil a Bolivia, ilustra cómo desde 1907 se puede evidenciar el ritual del ambil. “Cuando hay una fiesta para cualquier acuerdo o contrato, ellos recurren al cebrado chupe de tabaco. Un número de indígenas se congregan en torno a una olla. El médico tradicional introduce de primero el dedo índice en el líquido y comienza un largo discurso. Ellos se ven excitados cada vez más hasta que finalmente la olla comienza a circular con solemnidad y cada uno introduce su dedo en el líquido para luego ponerlo en
El rapé nace de la molienda y tamizado del tabaco al cual se le añaden otras plantas medicinales, aromáticas, cortezas y cenizas. De esta alquimia queda como resultado un polvo fino. Para proceder a ella es necesario contar con alguien que nos dé la soplada ya que se busca sanar el individualismo y ver en el otro hermandad. Quien sopla el rapé actúa como un mensajero, certero, centrado y vacío porque no debe interferir en el trabajo directo de las plantas. Esta es considerada la medicina del aire. Aunque su elemento suene sutil, el rapé es una de las medicinas más potentes, la cual, se siente como si quemara todo a su paso. Se sopla con una caña en cada orificio de la nariz en donde el polvo llega directamente al cerebro abriendo a su paso el tercer ojo y la glándula pineal. Se genera un calambre en la cabeza y se sienten las ideas moverse, uno rompe en llanto durante muchos minutos y queda una sensación de entumecimiento en la parte inferior de la cabeza. Estas son algunas de las plantas medicinales que habitan en las comunidades indígenas. Tal y como dice el taita Querubín Queta, “los abuelos nos dejaron esta selva para vivir con nuestras botánicas naturales y la medicina tradicional. El agente blanco aprendió el medicamente de su libro de enciclopedia, pero nosotros estudiamos por medio de nuestras medicinas que son la vida de nosotros”.
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Que los edificios
hablen
Marian a Hoyos A c osta
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Solo una ciudad que se reinventa es capaz de albergar vida. Reinventarse para dar nuevos sentidos, habitar otros espacios y, sobretodo, para moverse al ritmo de sus ciudadanos. ¿La metamorfosis de una ciudad debe implicar la destrucción de su pasado? |
mhoy osa3@ e af it.e du.c o
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@ma r ia na ho y o s s
La memoria de una ciudad vive en su arquitectura, esa que intenta prevalecer después de que su gente ya se ha ido. Algunas edificaciones no logran adaptarse a las dinámicas cambiantes y se incineran para que en su lugar se erijan nuevas construcciones o se vuelven monumentos en los que se cobra la entrada a los turistas. Sin embargo, hay unas pocas que se transforman junto a sus habitantes: cambian de fachada, de propósito y de utilidad para no perecer en el tiempo. Por esto, cuando una ciudad intenta recuperar su memoria debe dejar que los edificios hablen. La arquitectura de Medellín muestra que su historia sí existe pero está escondida. Pasa desapercibida entre el millón y medio de personas que visitan el centro diariamente. Por la noche, cuando ya no hay caos, se pueden ver murales, puertas, fachadas y nombres que dan pistas sobre lo que alguna vez fuimos. Hay organizaciones como Distrito Candelaria que dan recorridos en el centro de Medellín para contar la historia a través del patrimonio. Son verdades a medias o mentiras agrandadas, en suma, es lo que ha quedado tras generaciones de historias, periódicos viejos y edificios restaurados. De la época de la colonia queda poco. Entre lo que se conserva está la Iglesia de la Veracruz ubicada en el centro de la ciudad, en la carrera Carabobo con la calle de Boyacá. Fue construída en 1682 a las afueras de la ciudad, por esto era considerada la iglesia de los forasteros. Allí se daba el primer saludo y el último adiós. Además, los caminantes que morían de visita en estas tierras se guardaban en el osario de la Iglesia. Hoy está rodeada de locales comerciales y mujeres bien maquilladas que llevan minifaldas y se sientan en la fuente del parque a esperar clientes. En la entrada, los habitantes de calle se sientan en la puerta a esperar a que los devotos salgan de misa y se apiaden de ellos. En los años 20 los paisas empezaron a fundar empresas y a viajar al exterior. Medellín se abrió al mundo y trajo arquitectos como Agustín Goovaerts para europeizar la ciudad y cambiar las tapias por yesos. Entre las 110 obras que construyó en diez años se encuentra el Palacio Nacional. Este edificio desde que fue construido en 1925 ha sido testigo de la metamorfosis de Medellín y se ha transformado con ella. Fue sede del telégrafo, del correo y del Palacio de Justicia. Hasta el 2007 se contaron 162 suicidios en el edificio, pues algunos saltaban al vacío cuando los condenaban a prisión. Hubo un caso en el que se le imputaron cargos a un señor por matar a su hija, cuando cumplió la
Teatro Junín
Iglesia de la Veracruz condena y quedó libre, lo primero que hizo fue volver al Palacio Nacional a suicidarse. Precisamente cuando el centro administrativo de Medellín se trasladó a la Alpujarra, el edificio perdió vida y estuvo abandonado más de diez años. En 1993 lo compró y lo restauró un particular. Hoy hace parte del pasaje comercial de Carabobo. Sus arcos color crema y vinotinto, propios de la arquitectura romántica, rodean los 400 locales que forman este centro comercial. Entre la decoración también se encuentran sobres, espadas y una balanza que simbolizan los usos que ha tenido el edificio desde su construcción. Ha logrado perdurar en el tiempo gracias a que se ha reinventado y se ha adaptado a las necesidades de la gente. Hoy es un bien de interés cultural y se le conoce popularmente como el Palacio de los Tennis. Picasso decía que toma tiempo llegar a ser joven, y sí, a Medellín le ha llevado más o menos 403 años llegar a ser una ciudad fresca e innovadora. Su desarrollo ha implicado varios renaceres en los que se ha tapado un pasado para construir un futuro. Este afán de europeizar Medellín también quedó atrás a finales del siglo XX. Muchas obras arquitectónicas de estilo neoclásico fueron derrumbadas para darle paso a estructuras más modernas, planas y simples. Se construyó la zona bancaria de Medellín en el trazado de Junín: el Banco de Londres, el Banco Alemán, el Banco Cafetero, el City Bank y The National City Bank of New York, hacían parte de la milla de oro de Medellín. Este último fue construido para Carlos Coroliano Amador, mejor conocido como el Burro de Oro. Llegó a ser de los hombres más ricos de América Latina, trajo el primer carro a Medellín y hasta tuvo boleto para el Titanic, pero lo dejó. Hoy, los edificios sobrios, color beige o hueso, son tiendas, cafeterías u oficinas, quedan cerca de la estación San Antonio y sus nombres se esconden entre el mar de personas que transitan por la zona a diario. El edificio Coltejer también hace parte de este estilo arquitectónico. Alguna vez fue el ícono del mercantilismo paisa porque era sede de la empresa más próspera de la ciudad. Para construirlo, el Hotel Europa y el Teatro Junín yacieron en escombros. Ambos fueron construidos en los años 20, por Goovearts, con el estilo europeo.
Fotos tomadas del patrimonio fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto
Banco de Londres Aunque eran espectaculares y culturalmente jugaban un papel importante en la ciudad, poco a poco, dejaron de estar a la par de las necesidades. Por esto, la nostalgia de su pérdida no fue mayor al orgullo de su reemplazo. “A principios del siglo XX teníamos una ciudad y durante ese mismo siglo destruimos los edificios junto con su historia, eso lo hacemos permanentemente”, aseguró el arquitecto Aurelio Arango. Hoy, el edificio blanco de 36 pisos y con forma de aguja, tampoco sigue siendo el edificio insignia de Medellín. Dejó de ser la sede de Coltejer y ahora es el centro administrativo del grupo empresarial Ardila Lulle. Hace poco se implosionó el edificio Mónaco; ese que alguna vez fue hogar de Pablo Escobar y que después hizo parte de las locaciones de los narco tours de la ciudad. A menudo se veían extranjeros en la entrada tomándose fotos y guías contando la historia. El edificio personificaba la época del narcotráfico y los años en los que Medellín fue la ciudad más violenta del mundo. La estructura, en sus últimos años, carcomida por el abandono, mostraba la decadencia del imperio de la abundancia que se construyó sobre la ilegalidad en los años 80. Medellín intentará borrar su pasado oscuro: la próxima construcción será un parque memorial en honor a las víctimas del narcotráfico. El edificio que contaba la historia ya solo podrá vivir en la memoria de los que lo vivieron. La epidermis de Medellín es compleja. En una misma esquina de Parque Berrío hubo tres edificios en 70 años. Lo que no sirve o pierde el sentido, se recicla rápido. Hoy a Medellín la componen una multiplicidad de estilos arquitectónicos. Los más nuevos, donde está Inexmoda, por ejemplo, son transparentes, iluminados y minimalistas. Ahora se decora con la vista de Medellín a través de ventanales inmensos; las molduras y los arcos, pasaron a ser cosas de otros tiempos. Todas las ciudades tienen espíritus propios, que envejecen y se renuevan con el paso de los años. Hoy toca explorar las pistas de lo anterior a través de la mirada y el detenimiento en los detalles. Sería ideal conservar todo lo que alguna vez fue importante, pero hay que entender que así como en un texto se borran las palabras para elegir mejor lo que se quiere decir, los edificios se derrumban para replantear qué es lo que verdaderamente queremos ser como ciudad.
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CRÓNICA
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Vivir de lo que amas
María Antonia Sierra Barrientos
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Un artista es aquel que vive de un sueño. Norita Barrientos es una mujer que se arriesgó a girar toda su vida en torno a una sola cosa, la pintura. Pero, ¿cómo es ser un artista en Medellín, un lugar donde no se invierte en el arte?
Un bastidor muy grande, de unos dos metros de alto y ancho, allí se dibuja un paisaje montañoso. En la mitad se derrama sutilmente una cascada que cae a unas piedras enormes y oscuras. El cielo es completamente azul. Las montañas son verdes, pero algunas dejan ver el reflejo de los rayos del sol. Y así, en óleos de diferentes colores, Norita Barrientos logra la representación exacta de la naturaleza en su máxima expresión. Su alma le pidió a gritos que hiciera de esa pasión su profesión. Hace ya 18 años que algo en su interior le hizo entender que lo que siempre había querido, el mejor y casi único camino que debía tomar, era ser una artista. Una mujer adulta y apasionada. En su cara se marcan algunas arrugas que dan cuenta del largo camino recorrido. Su pelo, en un tono castaño oscuro del cual resaltan unas cuantas canas, es bastante corto, no le llega ni a los hombros. Sus ojos, cafés. Y en su rostro se dibuja una sonrisa. Ella es Norita Barrientos, una mujer que se atrevió a desafiar la realidad y a jugarse la vida, una artista, pintora con óleos para ser exactos, que se gana la vida con sus obras de arte. En Medellín es todo un reto salir adelante en el mundo artístico. Según la periodista Mónica Quintero Restrepo, el sistema de educación gradúa alrededor de 200 artistas por año, sin contar, claro, a las personas que prefieren educarse desde sus hogares. Además, se revela que hay unos 20 museos en la ciudad, no todos específicamente de arte, y en los cuales es casi imposible exhibir sus obras si no se trata de artistas ya conocidos en el medio. (Restrepo, 2016). Estas cifras se vuelven alarmantes, cuando se evidencia que hay 10 veces más artistas que museos para que expongan sus obras. Hoy, Norita se dedica no solo a su arte sino también a enseñar sus conocimientos. En el “Taller de las Pintoras”, lugar donde junto con unas amigas construyó un espacio para dictar sus cursos, todos los días ofrece diferentes momentos en los que los asistentes pueden explorar sus habilidades artísticas. Si bien ella se dedica a la pintura, en su taller instruye también a dibujantes aficionados, escultores y, por su puesto, pintores.
Al taller de Norita asisten, cada día, alrededor de cinco personas, todos son novatos, aficionados, con poca experiencia en el arte. María Cecilia Barrientos, estudiante y prima de ella, es una mujer adulta que ha logrado introducirse nuevamente en esa pasión suya gracias a su maestra. “Norita es una mujer tranquila, sencilla y, sin duda, toda una artista”, reveló. “Ser libre, libre como el viento”, ese es su lema de vida. Los pájaros le resultan fascinantes. Adora las aves por una sencilla razón, su vuelo la remite a la libertad. Cuando se decide ser un artista hay que renunciar, principalmente, a los bienes materiales, simplemente porque no es un oficio que genere muchas ganancias, la gente no paga por el arte. Ella, relaciona esta forma vida con la famosa frase del libro El Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”. Pues Norita Barrientos aseguró que en definitiva “la percepción del mundo cambia sustancialmente cuando decides ser un artista”. La mayoría de sus composiciones se basan en paisajes que le han quitado el aliento. “La naturaleza se convierte en un regalo para tus ojos, tu mirada gana y gana, ¡es fascinante!”, “Pararse frente a un lienzo en blanco nunca será fácil”, expresó Norita. Sin embargo, tener un referente ayuda muchísimo. Saber qué es lo que se desea plasmar, qué se busca representar. Para ella, el tiempo y la experiencia no lo hacen más sencillo, pero la práctica ayuda a que, de alguna forma, se desarrolle cada vez más la creatividad y se encuentre poco a poco el estilo propio. No es para nada fácil saber cuántos cuadros ha vendido, en dónde y a quién, pues no es la clase de persona a la que le gusta llevar la cuenta. “Difícil saberlo, mejor dicho, ¡imposible!”, expresó.
El taller El proyecto de su taller empezó hace más o menos siete años en un local subarrendado. Allí se encontraban cuatro amigos artistas, así fueron creando un lugar para ir y compartir. Ese espacio se mantuvo
por unos ocho años, hasta que tuvieron que entregar el local. Luego de una exhaustiva búsqueda dieron con esos pocos metros cuadrados en el frío Mall Indiana, donde se han alojado hasta ahora. El local no es muy grande. Al frente, una vidriera da cuenta del interior del taller. El lugar es bastante desordenado, se evidencian muchas obras recién pintadas y otras incluso sin terminar. Sobre una mesa rectangular de madera, ubicada justo en la mitad, están regados pinceles de diferentes tamaños, unos sucios de pintura vieja ya seca en las puntas, y otros limpios, que parecen más nuevos. Alrededor, en las paredes, hay estanterías de madera que sostienen unas latas. Hay muchas de ellas. Algunas, inclusive, se encuentran en el suelo. Al abrir una puerta corrediza de vidrio, se revela una pequeña terraza, espacio designado para las clases de Norita. Y, en el centro, en una mesa blanca también rectangular, se ubican los estudiantes. “Es un lugar mágico, entretenido, donde todo lo que ves es arte ¡Lo máximo!”, exclamó Norita. Todos los martes, a eso de las cinco de la tarde, Norita Barrientos prepara el espacio y se dispone para dar inicio a la clase. Así se pasan las horas mientras la maestra se desplaza por el puesto de cada uno de sus estudiantes: corrigen errores y juntos llegan a ese resultado final que tanto anhelan. Cada seis meses hacen una exposición de las obras realizadas. Este evento es llevado a cabo en el mismo Mall Indiana, donde llenan los corredores de cuadros, esculturas o dibujos. “Como artista creo que he evolucionado, solo que mientras más sabes, te das cuenta de todo lo que te falta”. Norita es pues, una mujer que asumió el reto de perseguir su sueño. Viviendo en una ciudad donde el arte no se vende, donde no es una prioridad, esta luchadora ha logrado salir adelante y vivir cada día con plena satisfacción y con el placer de que hace eso que tanto ama.
Trabajos citados
Restrepo, M. Q. (10 de 07 de 2016). ¿Se puede ser artista en Medellín? El Colombiano.
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EL BOMB
OPINIÓN
RAY BRA El nuevo presidente de Brasil y su ministro de educación quieren convertir los colegios en centros de educación moral. Y con más tintes militares que cívicos pretenden reemplazar el pensamiento crítico por creencias religiosas. Ya no hay que esperar 1000 años para el futuro distópico: está claro que es ahora.
María A n ton ia Ruiz Espinal
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Ilustraciónes: Lina Marcela Gómez
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En Brasil han creído en la promesa de la mano dura. Más de tres décadas después de haber superado una de las dictaduras más largas de América Latina, el nuevo presidente Jair Bolsonaro con su discurso de ultraderecha pretende eliminar las “ideologías nocivas” que, según él, durante 13 años los gobiernos de izquierda del Partido de los Trabajadores impusieron en las escuelas estatales. El nuevo plan educativo del gobierno adelanta el proyecto Escuela sin partido. Al mejor estilo de Fahrenheit 451, este proyecto pretende prohibir libros y la discusión de temas relacionados con la orientación sexual y el género en las aulas de clase. El primer intelectual censurado será Paulo Freire, el gran referente brasileño del pensamiento crítico y la pedagogía de la liberación que murió hace 22 años. Esto, a grandes rasgos, da pistas sobre qué será la educación en tiempos de Bolsonaro: una trinchera y un vuelco a la educación autoritaria que había sido abolida tras el fin de la dictadura militar en 1985. Prohibir temas de conversación, quemar libros y perseguir intelectuales no es algo exclusivo de las distopías. Se sabe que en el siglo XVI, después del Concilio de Trento, el papa Pío IV mandó a imprimir el Index: un índice de libros prohibidos que contenía una lista de las publicaciones que la iglesia católica consideraba nocivas para la fe. Pero esta práctica no solo fue característica de la iglesia. En la segunda mitad del siglo XX casi que se volvió costumbre durante las dictaduras latinoamericanas. En Chile, bajo el mando del general Augusto Pinochet, los militares organizaban quemas de libros como si de partidos de fútbol se tratara. Pretendían “eliminar el cáncer marxista” que azotaba a la sociedad.
En pleno siglo XXI hasta la teoría darwinista de la evolución ha sido puesta en duda por Aléssio Ribeiro Souto, un general que fue candidato para ocupar el Ministerio de Educación del gobierno de Bolsonaro. Ya el cargo se lo ganó Ricardo Vélez Rodrí-
lina.gomez18.09@gmail.com guez, un filósofo colombiano recomendado por Olavo de Carvalho, el gran divulgador de las ideas de la derecha radical estadounidense en Brasil y símbolo de la nueva derecha. El reto de Vélez es grande. En sus manos tiene el presupuesto educativo más
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BERO DE
A D B URY alto de América Latina: 30.590 millones de dólares al año para un sistema de 48,8 millones de estudiantes y 2,2 millones de profesores. Un total de 51 millones de personas −casi toda la población de Colombia− que tendrán que participar de una cruzada moralizadora basada en el orden, la fe y la disciplina militar. Ahora es evidente que el mito le ha ganado a la ciencia y la fe a la evidencia. Con el nuevo gobierno, se teme que la discusión de las ideas en los salones de clase sea reemplazada por las “verdades” impolutas que dictará la máxima autoridad. El reconocimiento de la pluralidad y el respeto por la diferencia serán temas oníricos o de ciencia ficción: cosas que, tal vez, sucederán en el futuro. Por ahora, el presente parece devolverse al pasado: ya el gobierno ha decidido reemplazar al Secadi −la institución encargada de velar por la educación étnico racial y los Derechos Humanos− por la nueva Secretaría de Modalidades Especializadas. De acuerdo con la doctora en Educación Márcia Jacomini en un artículo publicado en la Revista Arcadia, “dar fin al Secadi deja ver que este gobierno combatirá enérgicamente todas las políticas educativas dirigidas a la diversidad y las minorías”.
Un adelantado a su tiempo Paulo Freire sabía que enseñar no era cuestión de separar las palabras en sílabas y escribirlas en el tablero. Mucho menos era asignar una sarta de planas interminables. Él sabía que las tareas mecánicas no enseñaban a pensar y que el trabajo de los maestros no consistía en atiborrar de definiciones a sus alumnos. Para él, la educación era un acto político: exigía rigor metódico e investigación y el educador era una figura intermedia entre un político y un artista, nunca un técnico frío. Además, ésta era el único instrumento mediante el cual el pueblo podría liberarse de la opresión. Eliminar de las aulas el pensamiento crítico no es educar. De nada sirve saber poner
tildes, comas y tener buena redacción. Y eso Freire siempre lo supo. Por eso, en la década de los 60, el pedagogo, conocedor del contexto que rodeaba a los trabajadores de las plantas de azúcar, aplicó su teoría y alfabetizó a 300 jornaleros en 45 días. Ese carácter emancipador que caracterizó su obra es lo que le ha valido el rechazo de los conservadores y aficionados de Bolsonaro. Su libertad de pensamiento lo ha condenado. Y es que para Freire no había opción: o se educaba para domesticar y alienar a los alumnos o para formar hombres libres, deliberantes y transformadores del contexto social. Su elección no iba con los gustos de las clases dominantes, a quienes no les convenía su proyecto. “Para 1964, en vísperas del golpe de Estado, él preveía la inauguración de 2000 Círculos de cultura para atender aproximadamente a dos millones de alfabetizados, a razón de 30 por cada círculo, abarcando cada curso una duración de dos meses. Se iniciaba así una campaña de alfabetización en todo Brasil, a escala nacional y con proyecciones verdaderamente revolucionarias que en las primeras etapas alcanzaría a los sectores urbanos y en las siguientes a los sectores rurales”, cuenta Julio Barreiro en el prólogo de La educación como práctica de la libertad. Educar para la libertad siempre ha sido una trocha larga y pantanosa que solo se ha podido atravesar a partir del diálogo. Para Freire era clave que en ese proceso dialógico tanto el alumno como el profesor pusieran en común sus conocimientos: el educador su bagaje y el educado su contexto social. Es como explica Jacques Rancière en El maestro ignorante, con la historia de Joseph Jacotot, un revolucionario exiliado que había generado escándalo al comienzo del siglo XIX al afirmar que un ignorante podía enseñarle a otro ignorante aquello que él mismo no sabía, proclamando la igualdad entre las inteligencias y oponiendo a la instrucción mecánica del pueblo la emancipación intelectual, tal como pretendía Freire con su proyecto.
A toda con el lanzallamas Antes de llegar al El Palácio do Planalto el ex general, ahora presidente de Brasil, ya había cumplido su séptimo mandato en la Cámara de Diputados en representación del Partido Progresista. Y de las 150 propuestas que presentó en 27 años como diputado, solo dos fueron aprobadas y solo una era educativa. Para 2006, mientras se debatían los cupos para estudiantes negros en las universidades, dijo de forma irónica que entonces el 50% de las curules del Congreso debían ser también para población afro, y anunció que él mismo votaría en contra de esa propuesta. Como en tiempos de la dictadura, la propuesta de Bolsonaro de suprimir palabras y textos del aula de clase y denunciar a los profesores que compartan con sus alumnos “ideologías nocivas” es un ataque a la democracia. El diálogo y la deliberación son prácticas que realmente promueven el ejercicio de la democracia en los colegios, más allá de los simulacros de las elecciones de representantes estudiantiles. Es en este marco donde se construye el pensamiento crítico, y donde la idea de una Escuela sin partido resulta tan retrógrada y contradictoria como lo que intenta evitar: un sistema de adoctrinamiento. El sueño de Bolsonaro es tener una dictadura como proyecto político. Y el miedo ha sido su mejor estrategia. Durante años, ha pensado la política como un campo de batalla y cada movimiento lo ha realizado con precisión militar. De esta forma, ha identificado los objetivos que quiere derribar: las mujeres, los negros, los homosexuales, los estudiantes, los liberales y los ateos. Ahora que ocupa la presidencia planea acertar para vencer. El camino que ha despejado para lograrlo va de la mano de la censura: vetar el lenguaje para amordazar el pensamiento. Silenciar el pensamiento para eliminar la duda. Y matar la duda para impedir la búsqueda de la verdad y el camino mismo hacia la libertad. Ese es su plan. Unos dirán que es propio de un mundo distópico. Lo que no saben es que ya se está viviendo.
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Mitos para alcanzar las estrellas Miguel Ángel Correa
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“El universo no está hecho de átomos, sino de historias”Roger Penrose
cosmos con la religión. Fueron considerados herejes, atentaban contra los mitos que durante milenios nos explicaban todos los fenómenos. No obstante, permitieron tener una visión del universo totalmente diferente, que en cierto modo cumplía la misma labor que los mitos pasados. Gran parte de nuestra historia se ha basado en poner sobre discusión los relatos que tienen que ver con nuestras creencias.
Hace miles de años, por las estepas solitarias de Europa, una tribu nómada descansaba en torno a un fuego. Uno de los cazadores miró al cielo repleto de estrellas. Entre congoja y fascinación, empezó a cantar los relatos de sus cacerías. Él señaló a sus dioses en el cielo y anheló sostener las estrellas en la palma de la mano. Bajo la luz de la colosal Vía Láctea, las rapsodias de los poetas se llenaron de imaginación. Poemas de antaño perduraron en el tiempo por esa permanente búsqueda de la unión entre el cielo y la tierra. Muchos años después, un hombre no muy diferente al cazador realizó algo impensable. En 1969 un ser humano estaba caminando por la superficie de la Luna, el astro que durante milenios fue considerado una divinidad. ¿Cómo podría el cazador entender esta hazaña? Incluso los que miraban desde la tierra eran incapaces de narrar este hecho. Como lo cuenta el reportaje de la llegada del hombre a la Luna de Oriana Fallaci: “En el edificio donde la NASA albergaba la sala de prensa, los periodistas paseaban impacientes. Uno repetía: No sé escribir esto; no sé escribirlo. No es una historia de periodistas; haría falta un Homero”. Las estrellas han estado acompañadas por relatos extraordinarios donde héroes realizaban proezas tan admirables como llegar a la Luna. Nos congregamos en torno a estos relatos comunes porque arrojaban luz a la incertidumbre. Todos esos cuentos explicaban los sucesos de la tierra y nos prevenían de la cólera de los dioses. Nuestra fascinación por el universo se originó al darnos cuenta de nuestra pequeñez. Somos hormigas que habitan en una piedra espacial. Nos resulta muy complicado imaginar las distancias en el espacio exterior. Incluso, hace unos siglos, el encuentro de América supuso para los europeos un hito tan grande como encontrar vida en otro planeta.
La ciencia y los mitos persiguen sus orígenes en las estrellas y fenómenos colosales. A pesar de que sus protagonistas no son dioses, la ciencia también nos atrapa con relatos de monumentales cuerpos de energía. Poderes que sobrepasan toda naturaleza humana.
David Flórez
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Hoy en día, la Tierra es un lugar que se nos hace pequeño. Diez horas se demora un vuelo de Medellìn a Madrid. Hace 100 años, nos hubiera tocado atravesar kilómetros de selva y luego embarcarnos en un largo viaje transoceánico, a merced de la inclemencia del tiempo y las enfermedades. El historiador Yuval Noah Harari nos dice: “Hoy en día estamos acostumbrados a pensar en el planeta entero como única unidad, pero durante la mayor parte de la historia, la Tierra era en realidad una galaxia de mundos aislados”.
Los astrónomos se dedican a buscar gigantescas masas de energía, mientras que otros buscamos disipar nuestras propias nebulosas. Narrar es un ejercicio de los verdaderos astronautas del alma. Nos hemos obsesionado tanto con el firmamento que gran parte de la mitología se basó en la observación de los astros. Los antiguos egipcios dependían de las crecidas del río Nilo para sus cosechas. Este hecho se precedía por interpretación de los sacerdotes al observar la aparición de la estrella Sirio por el horizonte. Este acontecimiento era
relacionado con el regreso del inframundo de la diosa Isis. Desde milenios hemos mirado al cielo y nos hemos representado en él: las tres estrellas del cinturón de Orión eran para los mayas el caparazón de la tortuga Ak’ Ek’. Los babilonios y griegos interpretaron la intensa luz roja del planeta Marte con la sangre derramada en las guerras. A veces lo que vemos como un simple punto luminoso en el espacio, puede albergar millones de cosas. Las estrellas llamadas Alkor y Mizar, en la Osa Mayor, a simple vista se ven como si fueran una sola. Antiguamente, en ciertas tribus elegían a los cazadores según la observación de los astros. Si el muchacho era capaz de distinguir las dos estrellas quería decir que tenía una muy buena vista y por lo tanto era útil para la caza. El espacio ha inspirado incontables historias. Grandes científicos como Galileo y Copérnico enfrentaron sus propias visiones del
Supernova (…) Hay en mi propio pasado violencias de supernova: el acaso misterioso de mi rostro; el sabor de la sal sobre mi cuerpo; la pulsátil sincronía de mi cerebro que me permite hoy adivinar su origen; la humedad y diafanía de mis ojos; la incesante pleamar de mis fluidos; todo este dédalo de átomos que soy y que me puebla... ¡Vestigio asombroso de la pirotecnia estelar! Carlos Framb Los átomos de carbono que nos pueblan se originaron en el interior de lejanos soles. La fusión de hidrógeno en elementos más pesados se produce en el núcleo de estos cuerpos incandescentes. Cuando la estrella muere en una violenta supernova, millones de partículas disparadas en todas las direcciones recorren el vasto universo. Viajan en errantes trayectorias hasta encontrarse con un campo gravitacional que las aprisione. Después de millones de años en caóticas órbitas, se agrupan formando los planetas. Somos el fruto de homéricas epopeyas a millones de años luz de distancia.
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PAGINITA
Cobardía Ye rly He rre ra y he rre r@ e af it.e d u. c o @ y e rly he rre ra Mira nada más, bonita otra vez con las manos vacías y el corazón indispuesto ¿Acaso no te cansas de jugar a que sos fuerte? Te digo que el éxito está a los pies de la cama pero te embelesas contemplando al moribundo desde arriba Tu fracaso no está en el rezo del agobiado está en tu amor a la agonía ¡Qué adoración tan grande! la ves, la sientes, tiemblas y te vas extasiada Salomé Acevedo salome.estr@gmail.com
¿Por qué sos tan cobarde? nada más fácil que llevarse el aliento de quien ya no tiene fuerza es como soplar una vela en una noche oscura Hasta lo intangible se diluye y en su reemplazo solo queda una cosa el silencio que no es nada Yo en tu lugar quemaría el vestido negro para que nadie te confunda con una mujer hermosa sos más que eso sos El final del sufrimiento sos El fin de todo ¿Ahora lo entiendes? a nadie importa cómo luzcas por fuera si todos le huyen al frío que emanas Desnúdate entonces y cruza mil puertas no llores ni rías que nadie lo aprecia dedícate solo a andar el camino y cuando vuelvas a mí trae las manos llenas
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Newton no fue al Chocó Texto: Juliana Londoño Noreña juliana.londono9@gmail.com @julianalondono9 Fotografía: Alejandro Mejía cuerponegrophoto@gmail.com @cuerponegro Según la teoría de la dilatación gravitacional del tiempo, a mayor fuerza de gravedad, más lento corre el tiempo. Según Newton, esta fuerza es igual en todo el planeta tierra, pero pareciera que nunca estuvo en Cabo Corrientes, a media hora en lancha desde Nuquí, Chocó. Allí, el campo gravitacional es tal, que el minutero se detiene por completo.
No saber si son 32 o 33 años, ni desvelarse por descifrarlo.
En aquel edén vive Valedonio, un pescador profesional, esposo de Carmenza, una indígena, y padre de cinco hijos; el mayor tiene 14 y el menor un año. Valedonio no sigue mandatos, pesca en las mañanas hasta el mediodía y otras veces se dedica a la agricultura. Espera una semana por el barco que trae el mercado a la comunidad desde Buenaventura, conoce a todos sus vecinos y en las noches apuesta en el dominó y las cartas. Hay días que se hace hasta 200 mil pesos vendiendo su pesca y otros en los que solo descansa, aun así, gana más que cuando trasnochaba a diario en Medellín como vigilante. Como dice él, vive “relajao”, deja conocer su sonrisa sin temor a un rechazo y sus movimientos, parsimoniosos, son característicos de un hombre que abandonó horarios. Con fotografías de Valedonio, de su familia y entorno, se aproxima a la experiencia vivida que deja la teoría de Newton desmentida, acompañadas de cortos pensamientos inspirados en sus prácticas de vida.
Bajo el poder del instinto el tarde o temprano pierden sentido.
El calendario es insípido si el hoy es infinito.
Del meñique al dedo índice se mide una hora. No hace falta reloj cuando el sol es quien informa.
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Pesca: fe en las aguas de incertidumbre. Amiga del hombre que confía en lo que no conoce.
Donde no hay afán siempre se está en casa.
La serenidad escasa de hombres casi extintos que con un “nada” quedan tranquilos.
Al que no espera tiburones para estar sonriente, un camarón logra sorprenderle.
No tener tiempo pero vivir disponible.
Chocó, único bañado por el Atlántico y el Pacífico Chocó, único medido en lluvias por metros y no milímetros Chocó, único hijo rebelde de la vía panamericana Chocó, único agujero negro con verdes de selva inexplorada.
Chocó, Chocó, Chocó, Chocó, didas.
único olvidado por Newton hogar de Valedonios de hombres sin agenda de silencios que no son per-
Chocó, lugar sin tiempo Chocó, niño que no planea Chocó, donde la vida no se escapa Chocó… Poseer marcas de adultez que acompañen los días infantiles.
volver a casa.
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FICCIÓN
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El beso de Asaruna
P ablo P atiñ o
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@ pat_ p a tins o n
Dicen los antiguos relatos del pueblo de Samarcandia que, cuando Samsara, el dios primigenio, aquel que había estado flotando en aguas oscuras desde siempre, creó el mundo a partir de su sangre, su carne, su semen, su saliva, sus lágrimas y su aliento. Sin necesidad de otro ser. Los besos no habían estado presentes en esta formación, por lo cual, continuaban como algo inexistente entre dioses primarios y humanos.
hijo a los ojos y martillando el piso con su lanza roja. —Y tú, mujer maldita. Por haber envenenado la razón de mi hijo y por haber cocido a sus ojos tu pérfida y abyecta figura, te condeno a ser sujetada por los pies, con clavos, al tronco que sostiene a la tierra en el mundo subterráneo de los muertos, para siempre. En ese momento Asaruna gritó y suplicó por primera vez a su padre. Le pidió que lo mandara a él también, que lo uniera con clavos y cadenas al tronco, pero que le permitiera continuar, aunque fuera en el más terrible de los mundos, al lado de Dhaga. Su padre no se mostró dubitativo en su condena, ya que buscaba exactamente eso, separar a su hijo y a esa mujer.
En medio de este ambiente de creación y nombramiento de las cosas nuevas, el hijo mayor de Samsara, Fata, había declarado la primera guerra, la guerra que buscaba declarar quien, de entre todos sus hermanos, gobernaría la tierra y también buscaban, a través de la guerra inicial, dar a los primeros hombre alguna clase de entretenimiento. Fata mandó a sus seis hijos a luchar, cada uno utilizó una modalidad de combate distinta. A su hijo menor, Asaruna, le fueron encomendadas las flechas. En medio de la batalla, este demostraba ser un intrépido guerrero, atravesando con sus certeras flechas a más de cien hombres a la vez. Una de las enemigas, la hermana de su padre, Solaris, observó que las flechas de Asaruna mermaban cada vez más su ejército, por lo cual decidió deshacerse de su sobrino. Tomó el ultimo residuo que quedaba del semen y de la sangre de Samsara, guardadas en botellas de cristal en el templo, las juntó con arena y moldeó a la mujer más bella que había sido tocada por los brazos del sol, y la llamó Dhaga. Metida en un huevo adornado con espirales infinitas, Solaris lanzó a Dhaga hacia donde estaba Asaruna, y este solo pudo quedar embelesado al ver que del cascaron emergía una mujer con pechos redondos y firmes, con aureolas como dos grandes rubíes, unas piernas que parecían hechas con las dos palmeras más largas de todo el desierto, tenía el cabello corto y negro como las aguas embrionarias y su cara parecía esculpida por el dios Adagio, patrono de las artes y la perfección. Pero de entre todos estos atributos que Asaruna admiraba en la mujer del huevo, sus labios relucían como la belleza dentro de la belleza, unos labios que contenían el agua y la dulzura de todos los
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Ilustración: Laura Mejía ríos del mundo. Asaruna dejó su arco y se despojó de su armadura, y tomó a Dhaga de la mano, la ayudó a salir del cascarón resquebrajado y comenzaron a caminar hasta el horizonte, sin despegar la mirada de esos labios misteriosos como dunas carmesíes. Fata ganó la batalla, pero en cuanto vio que su hijo menor no había regresado preguntó si este había muerto en la contienda. El hijo del medio, buscando la inquina hacia Asaruna le dijo: —No padre. Pero en mitad de la batalla, mientras las llamas consumían a nuestros hombres y los caballos se ahogaban en la sangre de sus jinetes, Asaruna, el último de tus hijos, eligió desviar la mirada de su deber sagrado y prefirió caminar hacia el horizonte de la mano de una mujer. Fata estaba furioso al escuchar la desobediencia y cobardía de su hijo menor, golpeó el piso con fuerza, creando varios valles y golfos, y desgarró parte del cielo, dando paso a las primeras lluvias. Ordenó que su hijo fuera traído de inmediato, junto con su acompañante, y mientras los hombres del mundo buscaban al dios Asaruna, Fata se dedicó a pensar el mejor y más cruel castigo, un castigo para infringirle el mayor dolor posible a su hijo, pero al mismo tiempo, enseñarle una lec-
| lmejiaposada@gmail.com ción de la primordial obediencia y la templanza en momentos de guerra. Los hombres buscaron a Asaruna por los desiertos de sur, levantaron arenas de las dunas por meses, y lo buscaron entre las montañas nevadas del norte, mientras le pedían al dios del sol que derritiera glaciares enteros, solo para comprobar que Asaruna no se encontraba allí. Al final los encontraron, abrazados y dormidos en una burbuja de aire, en el centro exacto del mar. Fueron separados, encadenados por las manos y llevados frente a Fata en el palacio de la luz inicial. Allí, Fata recriminó a su hijo por sus acciones indebidas, y luego de observar que este no mostraba arrepentimiento y solo intentaba observar por entre los guardias a su amada Dhaga, decidió en el momento su castigo. —Por tu afrenta, por haber escupido en los esfuerzos de miles de hombres que pelearon por nosotros, por haberte burlado de los llantos de dolor de mil hombres atravesados por la flecha, de mil hombres degollados por la espada y de mil hombres carcomidos por las llamas, te sentencio, Asaruna, a un exilio de 9 mil años en la parte más inhóspita del cielo. Por 9 mil años te encargaras de que el sol salga cada mañana y alumbre con el debido calor al mundo y que la luna salga cada noche y vaya cambiando su forma durante el mes— dijo Fata, observando a su
Asaruna comprendió que su padre no mostraría piedad, entonces, antes de que este hiciera efectiva su condena, y al ver que no le sería posible romper las cadenas de sus manos, Asaruna se lanzó hacia Dhaga, abrió su boca y uniendo sus labios rebuscó en lo más profundo de su ser hasta que logró encontrar el alma de su amada. Con su lengua la extrajo de su cuerpo, la tragó y luego separó sus labios de los de ella. El cuerpo vacío de Dhaga cayó al suelo, y cuando Fata golpeó con su lanza, una maraña de llamas como brazos contorsionados arrastraron el molde sin vida hacia un agujero del cual se escuchaban gemidos de desespero y tortura, pero su alma viajó dentro del cuerpo de Asaruna hacia los cielos. Allí, este esperó durante 9 mil años, recordando cada noche el momento en el cual posó sus labios sobre los de Dhaga para salvar su alma. Luego del exilio, volvió a la tierra y recordando los poderes de creación de su tía Solaris, le imploró que le creara un cuerpo para depositar el alma de Dhaga, no le importaban los materiales ni la calidad de la escultura, el único requisito que le pedía era que le dibujara unos labios bellos como los que alguna vez Dhaga tuvo, unos que le recordaran el acto de amor más sincero que el mundo había visto hasta el momento. El pueblo de Samarcandia, admirando la determinación de Asaruna, comenzó a unir sus labios con los de sus seres amados para demostrar que, cuando se ama a alguien, se le hace entrega total del alma plena, besando.
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Il u st ra c iรณn: San tiago G aviria
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Apuntes sueltos Dayana Agudelo Meneses
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Hay pequeñas ideas que terminan en obras extensas, reportajes de largo aliento o novelas con más de tres ediciones. Textos que llenan la doble página del periódico o historias sencillas que terminan en el cine. Hay otros que son pequeños suspiros de inspiración. Textos que no llenan una página. Conjuntos de frases que no sobrepasan dos párrafos, imposible de extenderlos, ampliarlos o hacerlos más robustos, porque su esencia está precisamente en lo cortos que son. Esta es una colcha de retazos. Tres arrebatos que no guardan un hilo narrativo. Todos diferentes, juntos en un mismo lugar. Textos que pueden parecer cojos o inconclusos, que guardan la posibilidad de ser algo más, pero que aún no lo son. Textos que merecen salir de las libretas personales.
Si pudiera escribir Viajar Se ha dicho mucho sobre viajar. Que quien viaja vuelve otro. Que hay que moverse, no importa a dónde, ni con quién, pero que el hecho es cambiar y ver cosas distintas. Que viajar, más que descubrir lugares, es descubrirse a sí mismo. Para mí viajar siempre ha sido guardar mi realidad en la mesa de noche. Abrir un paréntesis con la amenaza constante de que tendré que cerrarlo algún día y seguir escribiendo. Viajar siempre ha significado tener que regresar. Volver con los rastros de otra vida, otras calles, otras formas de vivir, porque hay lugares que se niegan a desaparecer. Lugares que regresan en olores, atardeceres, colores, nubes con formas extrañas. Ayer, por ejemplo, México entero vino en un olor a maíz. Entonces recordé el centro de Puebla, mi casa en la colonia Guadalupe, la tienda de los tacos más baratos, las calles llenas de huecos, la gente. Un olor a maíz desencadenó dos meses de recuerdos y de alguna manera, todo un país se redujo a un aroma e hizo que, en minutos, recordara con nostalgia el pasado. Quise volver al centro de Puebla, vivir en la colonia Guadalupe, comer los tacos más baratos y pasar por las calles fracturadas. Lo peor de viajar, definitivamente, es regresar.
«Odio escribir, pero amo haber escrito», Dorothy Parker. Si yo pudiera escribir lo que quiero escribir como lo quiero escribir, tardaría en escoger las palabras, leería en voz alta las primeras líneas, leería para otros, leería para mí, tacharía todo y volvería a empezar. Creería que no soy buena para eso y trataría de fallar mejor, otra vez, como dice Beckett. Cambiaría comas por puntos. Eliminaría gerundios. Intentaría usar un punto y coma. No sería capaz. Entendería lo que dice Caparrós. Que escribir es pelear con las palabras. Cortarlas. Cambiarlas. Acomodarlas. Darse cuenta que no hay sinónimos. Que caminar no es lo mismo que andar, pasear, trasladarse o transitar. Que en mi vida llorar no ha sido simplemente manar líquido de los ojos como dice la RAE. Que para mí, llorar, en ocasiones, me ha parecido más un río desbordado que destruye todo. El Pacífico cuando se come las playas de Buenaventura a eso de las cinco de la mañana y choca contra las piedras como si no hubiera consecuencias. Que en otras, llorar ha sido como un paisaje con filtros azules y música de fondo. Tal vez porque son tristezas pequeñas, menos importantes. Sabría también que traducir lo que el ojo ve, siempre resulta un acercamiento más. Un intento. Un acto fallido. Entonces escribiría mejores intentos. Los leería y cambiaría con cada lectura menos palabras. Sabría que el texto nunca estaría listo. Sabría que escribir es darse cuenta de lo que me falta, lo que aún no sé. Darse cuenta de que aquella frase no es mía, que ya había sido dicha por otro. Que a escribir se aprende mientras se imita. Que como dijo Borges, soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados. Escribiría, y mientras escribo, me daría cuenta que hay una grieta entre el mundo y la palabra. Una grieta que no puedo llenar. El abismo de no saber cómo expresar algo. La impotencia de tener una imagen, una idea abstracta sin traducción fiel. Pondría un punto final. Me haría a la idea de que he terminado, de que lo he dado todo, de que el texto es un fracaso mejor que el anterior.
Ilustración: Sara Tomate hello@saratomate.com
El beso y la poesía Teorizar sobre el beso nunca me ha parecido sensato. Lo que sucede dentro, en el alma, no tiene conducto regular. Hay quien dice que primero va la mirada, luego el roce de las manos y por último el encuentro de los labios. Hay otros que prefieren agarrar por la cintura y dejar al otro sin segunda opción. Hay quienes besan siempre de la misma manera. Por mi parte, he dejado que cada uno se forme en el instante mismo. Que sea siempre un primer beso. Que nazca como le venga en gana. Que decida sobre sí mismo y se acabe cuando lo haya dado todo, porque he aprendido que el beso, casi igual que la poesía, no se puede forzar a decir más de lo que quiso decir. Cuando cada palabra está en su lugar, llega el punto final y no hay nada por hacer. Se termina.
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RESEÑA
Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos
Quince cuentos de Darío y
e l r e t r at o d e u n ay e r Martín Uribe Ve lásque z
Darío Ruiz Gómez es más que un periodista, ha explorado diversos géneros literarios, entre ellos la ficción con cuentos y novelas, la poesía y también la estética urbana. Ha sido crítico de arte y profesor de universidad. Nació en Anorí, Antioquia y estudió en Madrid, España. Estos son los datos wikipédicos que hay que saber pero que poco importan al momento de leer sus cuentos. Una vez mencionados los honores protocolarios, es la contundencia de sus palabras lo que ampara su conocimiento. Es su capacidad de suscitar realidades lo que objetivamente importa. La siguiente reseña es también una introspección sobre algunos de sus cuentos. Una selección hecha por Juan Diego Mejía para la colección Debajo de las Estrellas del Fondo Editorial Eafit. ****
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En el tiempo en que los jóvenes no fuimos nosotros, las historias descansaban en los chismes de barrio y la prensa local. Las canciones argentinas, tal vez por efecto secundario, también narraban las historias de despecho en Medellín. Y los borrachos de aquí y allá tambaleaban los tangos de un mundo pasado. El libro Cuentos de Darío Ruiz Gómez es un tiquete a la poesía y a la narración. Se recorren las calles de una ciudad que no todos conocen. Yo por ejemplo sospecho que esa Medellín de sus cuentos existió por las pistas que me dan los nombres de las avenidas. Y camino por Guayaquil o Carabobo pensando que lo que veo no tiene semejanza a lo que fue. Con los años la ciudad comenzó a probar cosas raras y a juntarse con malas amistades. La prosperidad de algunos se tornó chiviada y el monstruo tomó forma. Los quince cuentos al igual que la gente y sus lugares evolucionan a medida que van pasando las páginas. Entonces al principio se lee la jerga popular de los años cincuenta, representada en la juventud y en los cigarrillos de esquina. Allí donde las conversaciones transcurren mientras pasa la cotidianidad. Y después una estructura más cercana al lector, con un orden distinto y un ritmo más pausado. En algunos cuentos se encarna una nueva ola de empleo de la muerte,
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mur ib e v 3 @e a f it. e d u. c o
donde algunos entregaron su vida al tedio de trabajos anormales y sacrificaron sus apodos por los alias. Muchos “descansaron” en las zanjas antioqueñas o en ríos o en lugares menos apetecibles. La violencia de un país echado pa’ delante y la decepción de los estereotipos de la sociedad. La falsa idea del alto “turmequé” y la ilusión goda de negar la lujuria. Entonces la imaginación se une con facilidad a las palabras de Darío porque pone en escena la cotidianidad y encuentra su lado extraordinario. Tanto en la opulencia como en la escasez, relata sus aromas y sonidos. Los espacios son de suma importancia y no es solo usando la descripción que logra crearlos, también son los diálogos entre personajes y los sonidos de las cosas, incluso los lugares a los que van a dar las colillas de los cigarrillos. Cuentos habla de la vejez y la espera. La inexpresión de la edad senil como un punto difuso entre la vida y la muerte: la ausencia. Su ejemplo es una anciana de ciudad que espera paciente la llegada de un bus o de su muerte. En el libro la mujer juega un rol esencial: la anciana, la madre, la esposa, la puta, todas ellas la razón del ser y el padecer. Y se mueven las relaciones: de la felicidad al tedio y del tedio al dolor. Los finales ambiguos suelen dejar ese aire de introspección en el am-
biente. A veces con tinte de añoranza y otras veces con aflicción y melancolía. No por eso se debe juzgar como un libro melancólico. Al contrario, es un texto que permite la risa y la confusión, el giro inesperado y la sorpresa. Es ese estado frecuente entre la fiesta y la miseria, un reflejo de la vida y la muerte. “¿Cómo vivir para siempre en este estado de desconfianza? Porque hay de todos modos que hacer una fiesta y bailar y emborracharse, y hay que inaugurar una finca y hay que volver al fútbol porque vivir sin confiar en alguien te lleva irremediablemente a lo peor, casos he visto de matar al mejor amigo, de matar a una tierna muchacha, de hacer desaparecer a un simple vendedor de perros calientes. Todo por la desconfianza”.