C O N E C TA N D O I D E A S
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Asociación Cultural Periódico Estudiantil Nexos
AGOSTO 2019
ÍNDICE
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Leer la ciudad: el propósito del Festival de Letras Águeda Villa
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El Palacio del Tenis: la historia sin contar Silvia Natalia Rojas Castro
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Caricatura Daniel Beltrán
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Los nuevos nómadas Juliana Londoño Noreña
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La fiesta de la metamorfosis María Camila Gómez
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Peregrinaje Valeria Echavarría Arroyave
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El vuelo del águila Miguel Angel Correa
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El cine gore, el porno y la inquietud de ser animal Antonio Gómez
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Trámites del más allá Pablo Patiño
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El músico de otros mundos Pablo Patiño
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La política del silencio Antonio Gómez
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La vida en breve Yerly Herrera
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El antiguo arte está de moda Sebastián Garcés A.
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Conectando ideas Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS Dirección Valentina Muriel Tamayo vmuriel@eafit.edu.co
Edición Mariana Hoyos Acosta mhoyosa3@eafit.edu.co
Gerencia Sebastián Garcés Arbeláez sgarce10@eafit.edu.co
Andrés Carvajal Juan Pablo Restrepo Juliana Londoño María Antonia Ruíz Mariana Hoyos Miguel Ángel Correa Pablo Patiño Paulina Echavarría
Desarrollo humano Andrés Carvajal López acarvajall@eafit.edu Pedro Juan Vallejo Valeria Echavarría Yerly Herrera Mateo Orrego Eliana Tabares Martín Uribe Dayana Agudelo
Portada Diego Díaz Reyes mundojkr@gmail.com
Diseño y montaje Pablo Agudelo @Pabloagdlo
contraportada María Camila Gómez marcami26@hotmail.com
Preprensa e impresión Casa La Patria
Agustín Rendón Calle Camila Méndez Laura Cabrera Maria Camila Betancur Mateo E. Saltarén Tomás Quintero
Valentina Giraldo Catalina Botero Lina Raigoza Anderson Amaya
Edición web y redes sociales Maria Clara Molina Manrique mcmolinam@eafit.edu.co
Mercadeo Nelly Paola Hernández Palacio nhernan8@eafit.edu.co
Águeda E. Villa Alejandro Sierra Diana Holguín Juanita Gómez
Cristopher Ojeda Juan Camilo Botín Juan Sebastián Ramírez Laura Osorio Vásquez Mateo Saltarén
Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Carrera 49 No. 7sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT edicionnexos@gmail.com / Teléfono: 261 93 02 (574) 2619500 extensión 9302
Los artículos firmados son responsabilidad de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico. ISSN: 2322-74GX - Año 32 - Edición 214 - 8000 ejemplares - Medellín, Agosto 2019-www.eafit.edu.co/nexos
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APOSTÉMOSLE A ESTO Valentina Muriel Tamayo | vmuriel@eafit.edu.co |
@Valentinamurielt
Yerly Herrera | yherrer@eafit.edu.co |
@yerlyherrera
Ilustración: Juliana Soto Vallejo | julianasv73@gmail.com lo largo de la historia, en nuestra A evolución como animales gregarios, los humanos hemos aprendido a
juntarnos para sobrevivir y para progresar. Todo lo que hemos logrado es gracias a esa capacidad de socializar. El conjunto de conocimientos que hemos adquirido, las costumbres y las tradiciones, es lo que hemos denominado como Cultura. Aún sabiendo esto, no es sencillo definir qué es la cultura para nuestra sociedad. Lo que sí podemos afirmar es que es la posibilidad de reconocerse a sí mismo y al otro dentro de una misma sociedad. Como bien lo expresa Carlos Sánchez, director del Teatro Pablo Tobón Uribe: La cultura es una gran manera de comunicarnos a partir del cultivo de tradiciones, de representaciones sociales a través de imágenes de territorios, costumbres y visiones del mundo. Es una manera de construcción o destrucción conjunta de ideales y sobre todo, la cultura es una posibilidad maravillosa de reconocernos como sociedad.
En el proceso de propagar la cultura se ha creado el evento cultural, un espacio donde se involucra alguna rama de las artes o costumbres y tradiciones de una comunidad. En un principio, se afirmaba que dichos espacios eran responsabilidad de las entidades públicas, sin embargo, estos eventos comenzaron hace mucho tiempo a ser realizados por todo tipo de instituciones. Los eventos culturales en Medellín abarcan desde la literatura y el arte, hasta el deporte. Cabría preguntarse entonces, ¿de uno a diez qué tan importante es para usted la cultura? Es claro que los ciudadanos, de acuerdo a sus condiciones socioeconómicas, tienen prioridades básicas como la salud, y que a su vez encuentran fundamental asuntos como la educación y la seguridad. Tiene sentido que estos temas ocupen el porcentaje más alto en la distribución de los recursos que se discute en el Concejo de Medellín a final de cada año. Sin embargo, es preocupante que la cultura, como tema que debe impactar y transformar la ciudad, pase a un segundo plano. Tiene el presupuesto más bajo en la distribución ya mencionada. A pesar de esto, la agenda cultural en la ciudad tiene mucho que ofrecer: cine, ferias, conciertos, festivales, sitios históricos, conferencias y tertulias. Lastimosamente, según la encuesta de percepción ciudadana del programa institucional Medellín cómo vamos (2018), el 35% de los ciudadanos no asiste a ninguno de estos eventos, ni realiza actividades como leer o por lo menos, visitar bibliotecas. Es ingenuo pensar que todas estas personas, de una u otra manera, se interesen por la cultura, pero es preocupante que
la mayoría de ellas no sientan el más mínimo interés por, al menos, una de tantas opciones propuestas. Y para colmo, el 30% de las personas se sienten insatisfechas con la oferta cultural ofrecida. ¿Qué está faltando entonces? Para responder esta pregunta es necesario plantear dos puntos: la desinformación y la gratuidad. En muchos casos el problema es la falta de información; los ciudadanos no buscan los eventos, esperan a que estos aparezcan de la nada en sus teléfonos y, cuando esto no sucede, el evento no existe para ellos. Las herramientas que se encuentran disponibles actualmente para conocer e informarse sobre todo tipo de eventos ciudadanos son muchísimas, desde páginas oficiales de entidades públicas, hasta portales web realizados por la misma ciudadanía. Compás urbano, por ejemplo, un proyecto que nació en 2015 y busca divulgar la guía cultural de Medellín. A partir de iniciativas como esta es que se da a conocer una gran variedad de actividades, en su mayoría gratuitas o bajo el modelo de aporte voluntario, que funciona en lugares como teatros, cines, bibliotecas y museos. Aunque dichas actividades son interesantes y asequibles, muchas no logran alcanzar los niveles de convocatoria esperados porque la gran mayoría piensa que la oferta cultural en Medellín se limita a los eventos más grandes, como La Fiesta del libro y la cultura y el Festival Internacional Altavoz, que se han convertido en un referente de ciudad. Sin embargo, “La cultura no son solamente grandes espectáculos. La verdadera democra-
cia cultural está en la oferta diversificada”, dice Juan Luis Mejía, rector de la Universidad EAFIT. Es por esto que para tener una Medellín verdaderamente cultural hay que apostarle a eventos más pequeños y cotidianos que sobreviven, casi siempre, a punta de aportes voluntarios. Debido a que la mayoría de los eventos son gratuitos o de muy bajo costo, las personas se acostumbraron a no pagar por la cultura. Y es aquí donde radica el dilema, ¿se deberían cobrar los eventos culturales sabiendo que una gran parte de la población no podrá asistir a ellos?, o, ¿se debería continuar con la dinámica de gratuidad y perjudicar, en cierta medida, el progreso de artistas, espacios culturales y proyectos? En últimas, el llamado es a tomarse la cultura como un aspecto social que no está de ninguna manera desligado de otras aristas sociales como la educación, por ejemplo. Por el contrario, son temas que deben considerarse parte del motor que impulsa el crecimiento y desarrollo sociocultural, no solo pensando en términos de ciudad, sino también de país. Por lo tanto, todo movimiento e iniciativa que trabaje en pro de dicho avance, merece tanto el reconocimiento como la valía necesaria para mantenerse y perdurar en unas condiciones prósperas y no solo gracias a la caridad de unos pocos.
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Leer la ciudad: el propósito del Festival de Letras Águeda Villa | avillag@eafit.edu.co |
@aguedavillag
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entro del campus de la Universidad EAFIT las palabras habladas, escritas y cantadas tuvieron su propia celebración. El Festival de Letras creado por el Periódico Nexos y el Pregrado en Literatura le dio inicio al mes de agosto de una manera distinta. Reunió durante tres días a escritores, cantautores y editoriales independientes, conversando y celebrando alrededor del elemento que los une: las letras. Entre el 30 de julio y el 1 de agosto de este año, la Universidad parque vivió un encuentro con el libro, la literatura y el arte, en donde docentes, estudiantes, administrativos y visitantes pudieron disfrutar de una completa programación que incluyó lectura de poesía, música y conversatorios sobre literatura; logró a través de eventos simultáneos que la comunidad eafitense conociera nuevas propuestas literarias y conociera de cerca el trabajo que conlleva la creación de un libro. “En el pregrado en Literatura tenemos una materia que se llama Anatomía del Libro, y Alejandra Toro Murillo, la jefe del pregrado, nos contó que en las demás universidades había feria del libro y en EAFIT, hasta el momento, no había. Ahí empezamos a planear el festival, pensándolo también como algo que Nexos le pudiera dar a la Universidad”, cuenta Valentina Muriel Tamayo, directora del periódico y estudiante de los pregrados en Literatura y Comunicación Social. “Quisimos que fuera un evento muy enfocado a los jóvenes y tuvimos en cuenta esa intención a la hora de planear los eventos y la lista de invitados”, dice. Los asistentes contaron con varios escenarios simultáneos. El Jardín Efímero, el Auditorio Fabricato y la Plazoleta Central fueron algunos de los lugares en los cuales diferentes conferencias, charlas y presentaciones musicales tuvieron acogida por la comunidad eafitense y los demás visitantes. “Aunque no pude asistir a todas las conferencias y los conciertos, me gustaron mucho los eventos en los que estuve”, cuenta Santiago Muñoz, estudiante de Comunicación Social. “Lo mejor fue ver una diversidad de propuestas; me pareció un espacio para encontrarme con la literatura y conocer nuevas expresiones artísticas, creo que eso siempre le va a hacer bien a la ciudad”, añade. Recalcó la necesidad
¡En Medellín no se sienten extranjeros!
El tour de foráneos, que se realizó el sábado 27 de julio, tuvo estudiantes de Corea del Sur, Dinamarca, España, Venezuela, Noruega, Estados Unidos y México; así como con personas de departamentos como Meta, Vaupés, Tolima y Cauca. El evento tenía el propósito de crear lazos de amistad, conocer lugares emblemáticos de la ciudad, establecer un ambiente recreativo, académico y de interacción social.
Dar voz al migrante, reto de los medios en la narración del éxodo venezolano
Fotos: Cortesía de Sara Gual | sgualfe1@gmail.com que tiene Medellín de contar con más espacios como este y respaldó su idea en el propósito de animar a los demás a descubrir nuevas propuestas que sirvan como encuentro con los libros y el arte. La muestra editorial estuvo a cargo de varios grupos independientes entre los que estuvieron Frailejón Editores, Fallidos Editores, Editorial Angosta, Sílaba Editores, Editorial Tragaluz, Mesa Estándar, Libros de Fuego y Fondo Editorial EAFIT, quienes contaron con un stand en la plazoleta de la Universidad, en donde pudieron exhibir los ejemplares que han publicado a lo largo de su trayectoria y de los cuales se destacan autores jóvenes, emergentes y nacionales. “Qué bueno que cada vez haya más espacios para que la gente se acerque más a la palabra y que de paso, aprenda”, dice Juliana Uribe Espinal, egresada de la Universidad. “Gracias al Festival de Letras muchos pudieron soñar y ver que es posible publicar, que ser escritor no es una idea muy alejada de su realidad”, expresó después de haber asistido al conversatorio Otras Narrativas de Ciudad, a cargo de Fallidos Editores. “No fueron solamente libros; la música y el teatro también fueron protagonistas. Desde la planeación lo tuvimos en cuenta y quisimos siempre
que fuera un festival con entrada libre, porque creemos que este tipo de espacios son importantes para expresarse y la cultura debe ser de fácil acceso para todo el mundo”, agrega Valentina, quien después de varios meses de trabajo con un equipo conformado por estudiantes de otros pregrados, vio los frutos de esa planeación, en una agenda que fomenta la iniciativa de los jóvenes para la creación de nuevos proyectos culturales que muestran de cerca los procesos y obstáculos que atraviesan las editoriales. Talleres de lettering y edición de libros independientes; canciones acústicas, conversaciones, poesía e incluso rap, fueron algunos de los elementos que los asistentes al Festival de Letras pudieron vivir durante tres días dentro de la Universidad EAFIT. La clausura del festival estuvo a cargo de William Ospina, quien vivió en uno de los auditorios de la Universidad el lanzamiento de Guayacanal, su más reciente publicación. En una conversación con Juan Luis Mejía Arango, rector de EAFIT, se dio cierre a la primera edición del Festival de Letras, evento que se espera se siga llevando a cabo anualmente y que continúe reuniendo a todos los jóvenes alrededor de la palabra dicha, cantada y escrita.
En el foro La migración en palabras, organizado en EAFIT, se dio la discusión acerca de la forma en la que los medios de comunicación hablan respecto a la migración de más de un millón de venezolanos a Colombia y cómo su reto es darles voz a los migrantes.
Esta semana reviven el legado y las enseñanzas de Humboldt
Se conmemoró el Seminario Tríptico Alexander Von Humboldt en la Universidad EAFIT y el Parque Explora, los días 23, 24 y 25 de julio, en honor a 250 años de natalicio del científico Humboldt y a su legado como padre de la geografía moderna universal. En el evento hubo expertos en la vida de este sabio y participó Juan Luis Mejía Arango, presentando su visión sobre este científico y su influencia en la historia antioqueña.
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LOS
NUEVOS
NÓMADAS Juliana Londoño | juliana.londono9@gmail.com |
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lake, un canadiense de 34 años, impulsado por su inquietud, solo ha necesitado una década para recorrer más de cuarenta países. Actualmente, se encuentra en la isla de Kho Phagan en Tailandia, sin un tiquete de salida. Viene de pasar un mes en Perú y otro en Canadá. Se establece en lugares por algún tiempo, en ocasiones acompañado, la mayoría solo; sus herramientas estriban en un computador y wifi. Después de estudiar Ciencias de la Salud en Ottawa, decidió irse para Asia a hacer una maestría en Psicología Aplicada y, posteriormente, comenzó a desarrollar sus negocios virtuales desde varias partes del mundo. Nicholas es otro personaje de Kho Phagan, un francés mitad cubano. Parece el gemelo perdido de Bob Marley, sin embargo, él ya tiene un gemelo, Alexandre, con quien ha trabajado en campañas publicitarias por todo el mundo con marcas como Balmain. Lleva algunos meses en la isla y recientemente montó “La Casa de los Crepes”, un pequeño restaurante con bandera azul, blanca y roja especializado en crepes francos y en el ponche especial de su abuela. Allí lo acompañan un perro adoptado y su nueva novia, una española, que, al quedar perdidamente enredada en sus rastas, decidió quedarse en la isla como profesora de yoga. Un norteamericano y un europeo con un estilo de vida similar: el nomadismo actual. Individuos que se desplazan continuamente gracias a la globalización y a las nuevas tecnologías que permiten la independencia del ser humano frente a su espacio geográfico protegido bajo el escudo de la “no elección”, de la posibilidad infinita. Como dice Bauman, destacado sociólogo, son inmunes al vértigo, a la ausencia de itinerario, se sienten en casa en muchos sitios, pero en ninguno en particular. Blake tiene el prototipo físico del capitán de un equipo de fútbol colegial de una película americana, al que paran para pedirle fotos donde salgan sus ojos azules y su six pack bien definido. Se encuentra soltero viviendo bajo la incredulidad en las relaciones monógamas y el desprecio de una vida convencional de la que huyó hace unos años cuando una novia del pasado lo quiso sacar por completo del mercado de Cupido. Aunque le gusta conocer gente nueva dice ser muy selectivo para escoger con quién pasa el tiempo, con quién comparte su conocimiento y profundiza en diversos temas de e-commerce, marketing, psicología y crecimiento personal, temas que revelan su tendencia autodidacta. El canadiense se define como un nómada de tipo digital, es decir, alguien que tiene la libertad de trabajar desde su computador en lugares cambiantes.
Obligados por el hambre, los primeros humanos caminaban según las estaciones y establecían campamentos temporales para subsistir de lo que la naturaleza podía brindarles. Tenían herramientas como hachas de piedra para cazar mamuts y ciervos, mientras otros recolectaban frutos silvestres y huevos. Tardaron alrededor de 40.000 años en poblar la tierra y establecer sociedades complejas que permitieran la producción cultural y científica. Hoy, las ciudades levantadas por el sedentarismo han retornado a ser puertos para viajeros sin rumbo fijo.
¿Por qué volver al nomadismo en este siglo?
@letraserena
Sus elecciones fueron inspiradas por Tim Ferris, autor del libro “La semana laboral de 4 horas” donde popularizó la idea del diseño de estilo de vida: abandonar un trabajo arbitrario de 48 horas en la semana para elegir cómo pasar el tiempo. Es así como Blake se despierta sin alarma, hace un poco de calistenia (ejercicios de fuerza con su propio cuerpo), para luego hacer las tareas más importantes del día mientras que tiene la mayor energía mental para escribir un post en su blog o planear las ventas. Luego, en la tarde, trata de hacer planes únicos como explorar la isla en su scooter rentada, nadar, ver el atardecer en un bar, probar nuevas comidas, estar con amigos, diseñar arte y publicaciones para sus redes sociales o hacer trabajo creativo como escribir capítulos para un nuevo libro sobre cómo emprender. Hace sonar romántica la idea del nómada como vida fácil, pero poco se ha hablado de lo que hubo detrás para alcanzar esa libertad. La mayoría de los deambulantes digitales han pasado años de su vida desarrollando habilidades, encontrando clientes y construyendo negocios mientras fracasan varias veces en el camino, siempre bajo la presión de la falta de seguridad que normalmente un “trabajo regular” ofrece. Blake tuvo tres plataformas y varios libros digitales fallidos durante seis años antes de crear una página web donde se enseñan idiomas. Empezó con un e-book sobre cómo aprender a leer coreano en 90 días usando métodos de mnemotecnia, o sea aprendizaje por asociación. En dos meses tuvo más de 500 descargas y fue así como despegó el negocio en el que más tarde cobraría por cursos de coreano, ruso, japonés y mandarín. A la vez, modelaba, daba capacitaciones de coaching por internet y clases de inglés para sobrevivir y trabajar en su idea revolucionaria de instrucción online. Resalta como obstáculo para emprender en otros países las diferentes regulaciones, el mantenimiento de la motivación propia y la dificultad de mantener una relación con personas que no son “libres”. Para poder ser un errante por el mundo se necesita básicamente evitar la falacia del costo hundido, es decir, el apego a lo creado que aprisiona al ser humano dentro de visiones de vida. Repetidas veces las personas se quedan en lugares que los aburren, trabajos que odian, relaciones tóxicas y negocios fallidos solo porque ya han invertido muchos recursos y tiempo. Para llegar a 90daykorean.com (la página web de Blake) él tuvo que dejar ir sus antiguos proyectos de años de trabajo y dinero para aventurarse en la incertidumbre. Por otro lado, se encuentra Nicholas, quien se llevaría el premio mayor en una fiesta de disfraces de reggae. Anda descalzo, con camiseta
Ilustración: Lina Gómez | lina.gomez18.09@gmail.com de botones abierta y pantalón café, ancho y remangado, ambas prendas con un aspecto rústico, a lo Indiana Jones. Sin afán y entre risas crea un ambiente de hogar mientras se pasea por su restaurante sirviendo ponche a todo el que llega. Uno a uno se sientan en la barra sus nuevos amigos extranjeros y comienzan a hablar. Nadie se quiere ir, y menos cuando es la primera vez que se está ahí. Nicholas logra disipar el escepticismo y “buenas vibras”, deja de ser un cliché absurdo, es como si uno no quisiera perderse de él ni un momento.
Ambos viven bajo lo que Blake describe como la filosofía del Flâneur. Flâneur viene del francés y significa andar sin rumbo. Es una manera holística de ver la vida. Se trata de tomar decisiones en el momento mientras se adquiere información en el camino, así no se es prisionero de las situaciones de vida o los planes, se priorizan las experiencias sobre los objetos materiales, incluso sobre las relaciones estables que pueden terminar en un sentimiento de soledad profundo, uno de los motivos para desertar del movimiento.
El experto en crepes dice ser un modelo nómada, está agenciado internacionalmente y trabaja dependiendo del país en el que se encuentre. Parece contradictorio, cambiar una vida de alfombras rojas en París junto a Jean Paul Gautier por una isla remota, pero él lo resumió en una frase: “Aquí no tengo que usar zapatos” y yo le agrego: ni horarios. Pasé una semana completa visitando el negocio para hablar nuevamente con él, sin embargo, lo único que encontré fue un aviso de sus horarios de apertura y cierre que no hacía más que decorar la puerta cerrada noche tras noche.
¿Cuándo van a parar? La agricultura permitió Mesopotamia y con ella, el abandono del desplazamiento para asegurar el alimento. Si los nuevos nómadas se alimentan de experiencias, ¿alguna vez se saciarán de la novedad? Se desplazan paradójicamente para asegurar la inseguridad que proporcionará posteriormente una supuesta certidumbre. Una inseguridad fundamentada en el rechazo a perderse de oportunidades, que en un futuro, como dice Blake, le permitirá escoger con certeza aquellos lugares de vida y que no sea “la vida quien elija”.
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El vuelo d Miguel Correa | mcorre27@eafit.edu.co
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En el año 2000, Amador Contreras emigró para España en busca de nuevas oportunidades laborales. Registró en su diario todos los acontecimientos durante su primer año de residencia en el extranjero. Este diario, al que tituló “El vuelo de Águila” desentierra las angustias más íntimas de un extraño en tierras desconocidas, lejos de su hogar.
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ace poco encontré un diario. Reposaba en el estante de una casa tan hogareña que me recordaba a mi hogar. Pertenecía a Amador Contreras, un hombre de unos 68 años. Es alto con una amplia sonrisa pero los ojos llenos de tristeza. Su única compañía son un perro y un gato de color negro. Pasa el tiempo trabajando en su finca plantando fríjoles y maíz. Me contó que hace unos 19 años tuvo que emigrar a España con su cuñado porque en esos tiempos su familia estaba muy mal económicamente. Para esa aventura en el extranjero registró los acontecimientos del primer año en un diario. En su primera hoja decía en letras grandes: “El vuelo del águila”. Al voltear la página, leí en una impecable caligrafía un pequeño texto que escribió antes de marcharse: “Erase una vez, un 23 de mayo del año 2000, cuando dos personas de aguerrida decisión, organizaron todas sus pertenencias. En medio de las lágrimas y el júbilo se despidieron de toda su familia y amistades. Los señores Amador Contreras* y Víctor de Jesús* partieron para nuevos rumbos, ambiciones, alternativas laborales, una nueva vida, nuevas aventuras y experiencias. Rumbo a España...Europa… las puertas del viejo mundo están abiertas.” 2 de junio año 2000. Bilbao. País Vasco Tenemos diez días de estar en España. Hace tanto calor que me tengo que duchar dos veces al día. Cuando el avión nos dejó en la ciudad de Madrid no sabíamos dónde dormir, pero nos comunicamos con una vieja amiga llamada Gloria Castrillón. Ella vive cerca de la capital, en una ciudad llamada Alcalá de Henares. Gloria es una abogada colombiana que reside aquí con su hijo Gustavo desde hace diez años. Durante esos días Víctor y yo estuvimos muy preocupados, la prioridad era conseguir trabajo y mandar algo de dinero a nuestra familia; pero este lugar es extraño y cuando le hablamos a los españoles ponen caras de desconfianza. Después de un par de días, Gloria nos convenció para viajar a la ciudad de Bilbao. Allí está el Consulado colombiano y viven muchos compatriotas. Viajamos durante cuatro horas y media, vimos muchos paisajes de tierras planas llenas de cultivos. Siempre tuve la costumbre de ver las montañas de mis tierras, pero aquí parece que el horizonte se extiende sin fin en llanuras llenas de viñedos y pastos.
En Bilbao llueve todo el día y hace un poco más de frío que en Madrid. Mi cuñado Víctor y yo llegamos a un acogedor albergue que se llama Elejabarri. Convivimos con españoles, portugueses, peruanos, ecuatorianos, marroquíes y colombianos. Los dueños, Catalina y Carlos, son muy buenos con nosotros, tenemos derecho a comida tres veces al día por tres días mientras conseguimos un trabajo. Nota: No tenía idea de que en este municipio se habla otro idioma, se llama vasco o euskera. Las únicas botas que me traje de Colombia me quedan muy estrechas, me están matando. 9 de julio año 2000. Valtierra. Navarra. Calle Ronda del Convento n° 18 Hoy es mi cumpleaños número 49. Lo recibo con mucha dicha y todos los compañeros de la casa me felicitan. Hace unas semanas, Catalina, la mujer del albergue, nos contactó con un tal Isidoro que nos trajo a Víctor y a mí a Valtierra, nuestro nuevo hogar. Cuando Isidoro nos llevó solo a nosotros dos, me sentí como al huérfano que adoptan y abandona a los demás a su suerte. Creí que todo iría mejor, pero llegamos a una ratonera. Vivo con once compañeros en un oscuro dormitorio común, todos inmigrantes. Las condiciones son pésimas, nos bañamos con una manguera en el patio, la mayoría ni siquiera se asea, llevan la misma ropa desde hace quince días. Hay moscas que no dejan dormir ni de día ni de noche, mis compañeros son muy desordenados, hay basura por todas partes, huele a cigarrillo y a orina. Hay tanta desconfianza entre nosotros que dormimos con el maletín como almohada y el dinero y los pasaportes en los bolsillos. A pesar de todas las incomodidades, entre los colombianos nos damos mucho ánimo y nos decimos que sólo será una situación pasajera. Trabajamos cada día de 6:30 a.m. a 7:30 p.m. en unos viñedos cercanos. Cobramos 3000 pesetas por día, es decir, 50 mil pesos, no es mucho aquí, pero en mi país es de mucha ayuda cualquier cosa que mandamos. Tengo las manos llenas llagas y de callos y por estar trabajando bajo el sol tengo la piel quemada. El desayuno que nos dan es un pan duro con salchichón crudo y agua. Algunos de nuestros compañeros están realmente mal, pues no tienen el dinero ni para regresar a su casa.
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del Águila Nota: Junto a la casa hay un grafitti que me llamó la atención. “Vive rápido, muere joven y tendrás un lindo cadáver”. 26 de febrero de 2001. Valtierra. Navarra. Retomo mi querido diario después de una larga temporada. Hace unos meses tuve el placer de conocer varios amigos españoles. Uno se llama Pedro Arce Mendigacha, trabaja en la gasolinera del pueblo. Es un poco gordo y tiene una mirada muy bondadosa. También me ayudó mucho el señor Santiago Castillejo que está casado con una colombiana que se llama Amira. Ellos tres nos sacaron a Víctor y a mí de la horrible casa donde vivíamos. Nos alojamos un tiempo con ellos y luego nos mudamos con un marroquí que se llama Hassan. Es un hombre realmente muy gracioso y honrado. Trabaja en una empresa de pieles de animales. Al poco tiempo de vivir con él, tuvimos muchos problemas por el choque de culturas. Como nunca había convivido con un musulmán no conocía muy bien sus costumbres. Ya me era muy difícil adaptarme a los hábitos de los españoles y con Hassam todo era muy diferente. No podíamos comer siempre lo mismo y resultaba un problema con el mercado. Había días donde solo hablaba de religión y criticaba nuestras creencias. Tratamos de tolerarlo muchas veces pero la situación se tornó cada vez más insostenible. El invierno aquí es sin duda mucho peor que el verano. Llegamos en diciembre a temperaturas a -2°C y los vientos eran de unos 90 km/h. En la mayoría de las ocasiones trabajamos a la intemperie con un montón de ropa encima para protegernos del frío. En verdad el infierno está hecho de hielo. Nuestro diciembre en España fue muy solitario. No se ven casi luces navideñas y no se siente la algarabía y fiesta de nuestro país. No se escuchó pólvora ni música en ninguna parte. El 24 recibí la llamada de mi mujer y me alegré un poco. Podía escuchar el griterío en la casa y ella me contó que con la plata que le mandé logró pagar el semestre de la hija mayor y compró ropita para los dos pequeños. Todo el esfuerzo valió la pena si ellos están bien. Cuando colgué quedamos Víctor y yo solos en casa. Por la ventana presenciamos atónitos cómo los primeros copos de nieve caían como en las bolas de cristal navideñas. Fue la primera vez que vi la nieve. Trabajé 4 meses con Fernando García Baldemoro. Me contrató para el procesamiento de pieles de animales, pagaba una miseria pero me quedé con él porque me prometió firmar los papeles de trabajo y residencia. Sin esos papeles no puedo trabajar legalmente, ni conseguir ayudas del gobierno, ni conseguir el visado para traer a mi familia. Un día le reclamé que cumpliera su promesa, pues mi situación era desesperada, pero el señor acabó por despedirme. Afortunadamente conseguí un trabajo como soldador
Ilustración: Cristina Fontán | cristinafontanespinal@gmail.com
de hornos y chimeneas. Cobro cada horno a 2000 pesetas (44 mil pesos). A pesar de todo solo puedo estar agradecido. Pedro me prestó una bicicleta vieja para ir todos los días a trabajar. Aunque ayer se me pinchó la rueda de regreso a casa. Tuve que volver caminando a las 9pm en medio de la oscuridad a unos 4°C. Nota: “Las escaleras del éxito no se pueden subir con las manos en los bolsillos”. 11 de mayo de 2001 Han sido unos meses muy difíciles. A principios de marzo recibí un golpe muy duro. Mi compañero Víctor regresó a Colombia, el viejo mundo no cumplió con sus expectativas. El recuerdo fue tan fuerte que lo llevó de nuevo a su pasado. No pude evitar llorar cuando nos despedimos en el aeropuerto. Ahora me he quedado solo. No tengo trabajo desde entonces. Hay momentos donde no sé ni qué día de la semana es. Pero aún conservo la esperanza y trato de no desmoronarme. Tengo un buen presentimiento de todas estas dificultades, mi mujer me dijo que pronto me aceptaran los papeles de trabajo y podré traer a mi familia. Solo tengo que aguantar un poco más. Hoy Amador pudo conseguir un trabajo estable con una empresa de abonos orgánicos. Realizaba el mantenimiento a la maquinaria. Lo que más soñaba era estar con su familia, y lo logró, después de un año de acabar este diario su esposa viajó a España con los dos hijos menores. El matrimonio trabajó muy duro para conseguir una casa decente y sus hijos fueron al colegio local. Aunque atravesaron muchas dificultades siguieron adelante. Pero entre ellos siempre existió el anhelo de regresar a casa y cuando tuvieron la oportunidad viajaron de vuelta a Colombia. Después de haber vivido 17 años en España, Amador buscó su recompensa construyendo una hermosa finca. Su mujer falleció hace un par de años y sus hijos fueron a la universidad y viven bien. Ojeó las páginas de su viejo diario y se rio brevemente, como quien recuerda algo enterrado, y dijo: “Hay tantas historias que faltan en este libro, como cuando tuve que dormir en las calles de Bilbao porque no tenía dinero o cuando conseguí mi primer carro. Son tantas experiencias que me cuesta recordar, unas tan amargas como sal en las heridas y otras tan alegres que me hicieron llorar de júbilo. Mi historia podría haber sido diferente pero constantemente tomamos decisiones que te pueden llevar muy lejos de casa. Todos ponemos un grano de arena en esta cósmica construcción de historias”. *Nombres reales cambiados.
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EL MÚSICO DE
OTROS
Pablo Patiño | pablogp0712@gmail.com |
@pat_patinson
¿Es la ópera algo más emocionante que cantos inagotables por horas y horas?
E
n un barco anclado a orillas del rio Sena se escucha cómo las cuerdas ondean en las aguas oscuras de París. Intentando salir de estas aguas, una melodía misteriosa lucha por no morir ahogada. Un buque pesquero suena a lo lejos con un mugido mecánico y los estibadores cantan en un coro incompleto alguna tonada francesa mientras descargan bultos y costales. Un organillero desafinado toca un vals por unas monedas, unos borrachos bailan y cantan con las gargantas carrasposas y Giorgetta, la protagonista, dice con desaliento de soprano triste: “Come è difficile esser felici!”. Así inicia una de las óperas del compositor italiano Giacomo Puccini, último gran exponente de un género informal pero primordial, óperas del gran público. Y es que si la ópera ha sido víctima de algo es de la ridiculización, de que se le otorgue un aire de presunción y que se le represente como un espectáculo difícil de apreciar, de entender y de disfrutar, o peor, un espectáculo aburrido. Y en algunos casos, pueden tener razón. Yo también tengo óperas que me aburren, soy un escucha selectivo, y con el tiempo, exigente. Dos horas de La flauta mágica de Mozart pueden ponerte a rogar por un poco de emoción; y ni hablar de El anillo de los nibelungos de Wagner, la cual necesita cuatro noches enteras con mapa conceptual en mano para entender qué es lo que está ocurriendo con sus personajes. Einstein en la playa del norteamericano Philip Glass es un experimento antes que una pieza musical y pocas personas pedirían ir a una segunda representación del Wozzeck de Berg. Pero con Puccini pasa algo especial, sus óperas, su música y sus historias entienden que si no se esfuerzan en lograr una gama de emociones maratónica, su público también saldrá del teatro diciendo: “¡Qué ópera tan aburrida!”. En diciembre de 1858, en el pequeño pueblo italiano de Lucca nació Giacomo Puccini, heredero de una larga familia de músicos de la cual él sería el último y el mejor. Su infancia no se vio abordada por el virtuosismo ni la genialidad excepcional; aprendió a tocar órgano en su pequeño pueblo y pronto se convirtió en el maestro de coro y organista principal. De lo único que fue virtuoso fue del cigarrillo, ya que sería difícil encontrar de aquí hasta su muerte un daguerrotipo o una fotografía en la cual el compositor no estuviera con el humo empañándole los pulmones. Cuando tenía 18 años caminó unos quince kilómetros para asistir, junto con un par de amigos, a una representación al aire libre de la ópera de moda del compositor italiano más famoso del momento, Giuseppe Verdi. Fue allí, con Aida, en medio de sus faraones, marchas triunfales, esclavos moros y guerreros que retornan vencedores, que Puccini supo cuál sería su destino: componer óperas. En sus primeras óperas, a pesar de que ya mostraban sus deseos de innovación, el alumno mantenía sus raíces aún en las tradiciones operísticas reinantes. Su segunda obra resultó ser el primer y casi único fracaso de su carrera, algo en Edgar no le gustó al público. Aún con todo esto, el personaje de Tigrana que Puccini ayudó a perfilar, comenzaba a demostrar que su vida influía a los personajes y que estos nacían de sus experiencias. Todas mujeres fuertes, complicadas, victimas y heroínas. El compositor era un enamorado, un coqueto y, eventualmente, un mujeriego. Historias de su propia boca contaban que en algún invierno decidió empeñar su único abrigo para invitar a una bailarina a un restaurante. Otras historias contaban cómo enamoró a la mujer del farmaceuta de Luca; huyeron, la dejó en cinta y se casó con ella. En otra ocasión una joven muchacha
Ilustración: Santiago Uribe Jiménez uribes332@gmail.com
que había trabajado de sirvienta en la casa se envenenó, empujada por las acusaciones de infidelidad que la esposa lanzó —fundadas en un buen conocimiento de su marido—, la cual, luego de que se comprobara la doncellez de la sirvienta, fue llamada a juicio y debió pasar un tiempo en prisión. Tal vez fue gracias a su relación complicada pero indispensable con las mujeres que se especializó en crear heroínas y femmes fatales para sus óperas. Puccini era un cosmopolita, atento a las situaciones de su tiempo, pendiente a toda innovación del siglo XX, ya fuera cultural o modista. En un viaje a Nueva York los estadounidenses se sorprendieron al ver un caballero tan elegante, pensaban que ningún compositor europeo se cortaba el cabello de manera prolija. Amante de la pesca, la caza y la velocidad, se puede decir que sus pasatiempos también fueron pioneros, ya que fue propietario de uno de los primeros autos deportivos en Italia, y posteriormente, sufrió en él uno de los primeros accidentes. La muerte pudo colarse a los 65 años a través de sus cigarrillos. En una de esas expertas ironías de la historia, el creador de alguna de la más bella música para la voz, moría por un cáncer que le destruyó la garganta. Una ópera de Puccini no puede ser aburrida. Ambientes exóticos, historias de muerte, amor, violación, corrupción, herencias, fraudes y suicidios por montones. Su sentido de la teatralidad le otorgaba el don de saber en qué momento escribir un aria —pie-
za musical para voz sin coro— que pasara al repertorio internacional y personal como una de las favoritas, y en qué momento debía interrumpir ese lirismo para darnos una buena dosis de acción sinfónica y coral, efectos de sonido y licencias de orquestación. Pero el verdadero fuerte de Puccini, el punto clave de la música de ese italiano de bigote peinado, bolsas en los ojos y puro en los labios, es su sentido del viaje, del transporte, del ambiente. Los directores de cine hubieran tenido a Puccini como su compositor predilecto. Si la trama cuenta la historia de una geisha de 15 años en el Japón de inicios de siglo XX, él te lleva allí, valiéndose de bandadas de pajaritos, ceremonias matrimoniales y oraciones budistas matutinas. Si la historia ocurre durante la fiebre del oro de California, los sonidos van a ser de disparos y expresionismos occidentales, de trotes de caballos y mineros hollinados. ¿Una monja de clausura que ve a su hijo muerto descender del cielo? Él logra escribir la música de los sacramentos y la transfiguración. ¿Una princesa china que decapita a sus pretendientes? Él te lleva, con acordes mutantes de fusiones poderosas e hilos de melodías bordadas con oro, a la china milenaria. Tal vez las personas que dicen que este es un espectáculo aburrido han estado escuchando y viendo las óperas equivocadas o los compositores erróneos. Una de Puccini, esa es mi recomendación. Sus obras nos regalan un viaje por los sonidos de otra mente, otro tiempo, otros amores y otras muertes.
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El antiguo arte
está de moda Sebastián Garcés | sgarce10@eafit.edu |
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Aunque los infinitos en las muñecas y las brújulas en los antebrazos son fáciles de encontrar en el veinteañero común, el arte del tatuaje tiene mucha más historia de lo que estos diseños pueden contar.
Ilustración: Mariana Yepes mariyepesara@gmail.com
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n septiembre de 1991, en los Alpes italianos de Ötztal, se descubrió a Ötzi, la momia natural1 europea más antigua hasta el momento, con alrededor de 5300 años. Más impresionante que su edad, era su piel, pues en ella se registraron más de 60 tatuajes. Estas marcas no son más que simples líneas en distintas partes del cuerpo, pero son el primer vestigio del arte indeleble del tatuaje. Cuando el capitán británico James Cook llegó a Tahití en una de sus expediciones, encontró que los aborígenes marcaban sus pieles con tintas naturales y rudimentarias agujas, a esta práctica los tahitianos la denominaban Tattaow; el marino inglés la adaptó al actual Tattoo en inglés y a Tatouage en francés. Aunque este es el origen del nombre, el comienzo del arte corporal se localiza en diversas culturas alrededor del mundo: en las islas de Nueva Zelanda, en Samoa, en las culturas precolombinas de Sudamérica, en los países Nórdicos y hasta en las regiones asiáticas anteriores a la Era común. Sin embargo, y ya hablando de una aproximación más moderna del origen del tatuaje, se hace referencia a tres ramas fundamentales que establecieron la forma de hacer, diseñar y lucir tatuajes: la neozelandesa, la japonesa y la americana. La primera rama proviene desde las islas remotas del pacífico oceánico, donde los maoríes (aborígenes de las islas neozelandesas) impusieron su tradición de tinta con sus aún famosos tribales: diseños geométricos extensos, inspirados en algunas formas de la naturaleza: el caparazón de una tortuga, la piel de un tiburón o las vetas de un tronco de ceiba; largas líneas, curvas pronunciadas e icónicas texturas que representaban una cultura indígena.
En Nueva Zelanda el tatuaje se hacía, y se sigue haciendo, de forma rudimentaria: palos alargados con huesos afilados en las puntas que, impregnadas de tinta natural, se insertan repetidamente en la dermis hasta lograr el patrón. Para los maoríes el tatuaje es un ritual, una tradición que marca el paso de la niñez a la adultez, el lugar en la pirámide social o el haber logrado una hazaña, de ahí que el tatuaje sea un suplicio: el dolor como precio del honor. La segunda rama es la japonesa, al tattoo oriental se le debe el estigma de que “el tatuado es criminal” pues hasta el siglo XVII los criminales eran tatuados en la cara o en los brazos con el kanji (símbolo de la escritura japonesa) de criminal: . Aunque esta práctica cesó cuando las marcas indelebles se pusieron de moda entre la ciudadanía común, el estereotipo perduró gracias a la mafia más grande del país, Los Yakuza, quienes desde ese entonces, y a modo de rito de iniciación, hacían tatuar a sus integrantes en casi la totalidad de su cuerpo para denotar peligro y resistencia. Así pues, a pesar de que desde lo estatal el tatuaje se dejó de usar como instrumento para marcar criminales, los mismos delincuentes continuaron con la práctica y, por lo tanto, con el estigma de tatuado=criminal. No obstante, el tatuaje japonés desde su popularización en la ciudadanía común en el siglo XVIII también se caracteriza por ser un medio para contar historias. Sus diseños representan icónicas y tradicionales leyendas del país nipón: grandes batallas contra dragones, odiseas marítimas, el ascenso al poder y demás tropos literarios. También se mezclan estas ilustraciones con homenajes a la naturaleza que, a diferencia de los
neozelandeses, constan de patrones coloridos, con más cuerpo y más detalle; son marcas fluidas que se adaptan a la irregularidad de la anatomía humana y que no temen abarcar la mayoría del cuerpo: el tatuaje japonés tradicional es una obra de arte de un solo diseño: nace en la base del cuello, cubre toda la caja torácica, envuelve los brazos y desciende hasta los tobillos. Todo en un solo diseño. Por último, y de hecho la más nueva, es la rama tradicional estadounidense. El tatuaje arribó en el continente americano gracias a los marineros del país. Los marinos en sus viajes por las islas del pacífico se fueron apropiando de los tatuajes hasta el punto de convertirlo en un “código de honor”, donde los grabados hacían las veces de “postales” de aquellos lugares que habían visitado o servían igualmente a modo de insignia: aquellos con una golondrina ostentaban haber viajado más de cinco mil millas náuticas y los que lucían una fragata eran respetados por haber pasado por el fin del mundo, al haber rodeado cabo de Hornos en Chile. Por otro lado, todos estos diseños compartían una misma estética: con contornos de línea negra gruesa y bien definida, los tatuajes por esa parte del mundo tenían un tono caricaturesco, donde las ilustraciones no apelaban al realismo sino a la verosimilitud; con colores brillantes y contrastados, se hicieron comunes los tatuajes de corazones de Cupido y anclas de barco. Sin embargo, el gran salto del Tattoo norteamericano se dio con la invención de la máquina de tatuar en 1891, gracias a estos aparatos se comenzó a popularizar el arte entre la población civil, donde los primeros tatuados presumían sus diseños en los circos y los shows de freaks.
Desde los años 70 el tatuaje venía ganando terreno al implementar la posibilidad de que el cliente no tuviera que elegir un diseño de un catálogo, sino que pudiera inventar su propia ilustración o modificar una ya existente. Pero fue la llegada de MTV en 1981 la que puso en boca de todo un país al arte indeleble. Hasta ese momento no era común encontrarse con personas tatuadas, pero la transmisión de esta cadena televisiva expuso a los tatuajes de una manera increíble, al mostrar a grandes personalidades del mundo del espectáculo que los llevaban y lucían abierta y orgullosamente; bandas como AC/DC y KISS normalizaron el arte corporal y desde entonces el tatuaje no ha hecho más que propagarse por la piel de la humanidad. Hoy el Tattoo es más popular que nunca, tanto que para el 2015 uno de cada tres estadounidenses estaba tatuado. Este incremento de pieles marcadas se debe posiblemente a la evolución simbólica de las marcas cutáneas. Ya hemos repasado los significados culturales del tatuaje, donde las marcas se hacían y exponían para que el otro pudiera saber algo de aquel que portaba el tribal o el kanji. No obstante, y a pesar que los tatuajes meramente ornamentales también están en auge, la dimensión emblemática del tatuaje ha mutado: ya no se trata de mostrarle algo a un tercero, sino de mostrarse algo a sí mismo, la necesidad de identificarse, de diferenciarse el uno del otro, de reforzar la autoestima, de rendir culto a momentos importantes o a personas amadas y de crearse a sí mismo. El tatuaje es la proyección del interior en el exterior. Los tatuajes son las mentes representadas en la piel.
Es decir que la momificación no se dio por intervención humana del cuerpo post-mortem, sino por condiciones del ambiente a la hora del deceso.
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EL PALACIO LA HISTORIA Silvia Natalia Rojas Castro | snrojacs@eafit.edu |
@natalia.rojasc
Los edificios cuentan historias que en ocasiones cuesta detenerse a escuchar. Este no es el caso del Palacio Nacional, cuyo relato va desde su complicada construcción, hasta su consagración como Monumento Nacional.
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esulta curioso cómo la mente humana logra oscilar en las diferentes perspectivas de la vida y de los elementos que la componen. Pasar de un momento en el cual se exigía una respuesta hacia la eminente modernización, a otro donde la conservación histórica se vuelve inquebrantable. El actual Centro Comercial Palacio Nacional se ha convertido en fiel testigo de ese cambio. A comienzos del siglo XX, precisamente en el año 1913, se encontraba Gabriel La Torre cumpliendo con su rol de Secretario de Hacienda. Su cara pensativa delataba cierta preocupación, la cual venía gestándose años atrás. Básicamente, le pesaba el triste estado en el que se encontraban los edificios que cumplían funciones públicas en el país. A estos los llegó a categorizar como “defectuosos en su planeación” y “descuidados en su ejecución”. Crítico y reacio la cuestionaba cómo era posible que unas casas antiguas con habitaciones convertidas en oficinas, dirigieran los asuntos más importantes del Estado. Estas opiniones empezaron a zumbar en los oídos de un tal Pedro Nel Ospina Vásquez, político e ingeniero que apoyaba el proceso de modernización de estructuras en Colombia y quien un par de años después, siendo gobernador de Antioquia, realizaría la llamada que transformaría la cultura arquitectónica de la ciudad. Al otro lado del globo, en el corazón de Europa, el país que vio nacer a Tintín nos regaló también al arquitecto e ingeniero Agustin Goovaerts; un aficionado del tenis, la natación y por fortuna, de los edificios. Fue entonces cuando un jueves 12 de febrero del año 1920, el teléfono timbró durante los siguientes ocho años, Medellín le abrió las puertas a la persona que construiría y traería la modernidad arquitectónica a la ciudad. Suenan obras como: la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús, la Escuela de Minas, el Claustro de San Ignacio, la antigua Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, los edificios Calpe (donde funcionaba la alcaldía de Medellín), el Teatro Junín-Hotel Europa, el cual es considerado como la obra más importante de la arquitectura moderna colombiana producida en los años veinte, y por supuesto, el Palacio Nacional. Guayaquil ha sido un barrio cargado de tangos, historias, cafeterías y comercios populares. Durante varios años se podían encontrar desde obreros y prostitutas hasta los más ricos hacendados y mineros. Su energía brotaba como las cenizas de un carbón chamuscado, muchos creían que se podía encontrar hasta el mismísimo Santo Grial. “Lo que no se encuentra en Guayaquil, no se encuentra en Colombia”, sonaba por las calles. Existía tal diversidad de elementos sociales y culturales, que incluso dentro de sus bastas propiedades se hallaba una cárcel. En esta, se levantaría lo que conocemos hoy como el Palacio Nacional de Medellín. Hoy esos senderos peatonales son custodiados y censurados por Espacio Público. Esas voces que
durante la semana son enmudecidas, los domingos vibran como las cuerdas de una guitarra. Una cosa está clara: “Cuando los gatos se van, los ratones salen”, cuenta entre risas una vendedora de bolsos.
vidrieras y otros construían los calados de hierro y las esculturas. Formaban una orquesta en la que participaban desde los tenores más altos hasta los bajos más graves.
Un martes se encontraban inusualmente el entonces presidente Pedro Nel Ospina junto con su grupo de ministros en la avenida Pichincha con Carabobo no exactamente comprando bolsos. Después de analizar los esbozos elaborados por Goovaerts en el terreno de la propiedad, un señor llamado Laureano Gómez, el que tiempo después sería profundamente reconocido en la historia colombiana y quien en esa época ejercía como Ministro de Obras Públicas, hizo que se modificaran los planos para la construcción del edificio. Consideraba insuficiente 3.300 metros cuadrados para establecer una obra de tal magnitud y en su opinión era de gran importancia ensanchar el área ya que “[…] habría que responder, no solo a las necesidades actuales, sino a las del futuro próximo”.
Lastimosamente, nada se toca perfecto. La construcción fue detenida tres años después de su comienzo, el ilustre Gooverts terminó siendo víctima de persecución y de duras críticas a su obra, y por ende, obligado a marcharse del país a mitad de 1928. De forma jocosa y hasta ridícula, el escritor Juan Tobón Quintero del periódico el Heraldo de Antioquia criticó el edificio cuyo estilo consideraba “gótico y grotesco” y “no representaba exteriormente los fines para los cuales fue destinado”. Según él, su apariencia se asemejaba más a una catedral religiosa que a un edificio público. Tobón, eufórico en sus críticas, no dudó en acusar una malversación de fondos en dicho proyecto. Este pensamiento fue compartido y esparcido por varios políticos de la época.
En ese momento ya estaba claro que en la antigua cárcel de hombres funcionaría el Palacio de Justicia de Medellín. Después del cambio repentino de planos, se procedió con la composición de la obra maestra. Esta contó con doscientos veinte obreros trabajando sin cesar; mientras unos elaboraban puertas, otros hacían las rejas para las
Con incertidumbre se le pidió al tocayo del presidente, el muralista y escultor Pedro Nel Gomez, que terminara la obra y transformara la fachada eliminando cierta parte del pulido trabajo en ladrillo que delicadamente había hecho el belga Goovaerts, añadiendo esa pincelada paisa muy admirada en otros lugares de la ciudad. Para su
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O DEL TENIS: SIN CONTAR
vido por parte del Estado, de la empresa dueña y de los mismos ciudadanos nobles que caminaron en sus pasillos discutiendo el futuro político del país. Este desamparo se convirtió en un estímulo para que las personas sin hogar del área aprovecharan la oportunidad de sobrepasar sus puertas, deambular por los pasillos y hacer que el ambiente se tornara pesado a su alrededor. No solo sus tristes paredes reflejaban el abandono, sino los petulantes olores hablaban por sí solos, por eso cabe mencionar que elementos como: deposiciones humanas, humedad y lluvia, fueron fuertes protagonistas dentro de la imagen del Palacio en su momento de descuido. Pudo ser fortuna, suerte o simplemente apropiación cultural repentina, el hecho de que gente en la década de los ochenta notara el precario estado del lugar y decidiera comentar al respecto. Sonaron propuestas para cambiar el uso que se le estaba dando y propiedad privada fue la que más sonó, pues se sabía que la zona ya no era propicia para un edificio de carácter institucional. Estaba resuelto. El nuevo rol destinado para el Palacio Nacional iba a ser meramente comercial, un papel que albergaría esperanzas para futuros emprendedores. Este fue un acuerdo de, como dicen coloquialmente, ‘toma y dame’, ya que el nuevo uso le proporcionaría al edificio el mantenimiento para la conservación que necesitaba insistentemente y al mismo tiempo, le generaría ingresos a sus propietarios. Meses después, luego de pasar por ciertas remodelaciones arquitectónicas, en un siseo de venga pa’ acá, vaya pa’ allá, haga cuentas acá, ponga plata por allá, el Palacio terminó en manos de un particular. Según el guardia de seguridad Naranjo, es un árabe y según don Oscar, es un judío. Lo cierto es que alguna religión no católica deberá tener. Lo importante es que su propietario se propuso no vender el área como se estaba haciendo con los terrenos aledaños. De pronto su estructura pintoresca o la promesa de que crecería económicamente lo retuvieron de tomar dicha decisión. Después de todo, el Palacio terminó siendo una edificación inconclusa, que jamás llegó a la forma final prevista por su autor.
Ilustración: Maria Paulina Cuadros | paulicuadrosq@gmail.com infortunio, cuentan las malas lenguas, que la plata no alcanzó para reformar la fachada completa, dejando otro edificio inconcluso dentro del voluble sistema de infraestructura colombiano. Sin embargo, estos percances no evitaron el continuo funcionamiento del palacio. El edificio de 88 oficinas fue testigo de las sentencias a los delitos más atroces que se les ocurrieron a los antioqueños durante la primera mitad del siglo xx; albergue de juzgados municipales, donde sonaron los debates más ilustres del derecho colombiano; y campo de cuerpos de rehenes que murieron con miedo y desespero por seguir en la lucha de su libertad. Registros de la época narran el desenlace que tuvieron algunos condenados quienes, al enterarse de su fallo, prefirieron lanzarse desde el último piso del edificio que afrontar los años que tendrían bajo rejas. No fue sorpresa que se haya generado cierta inconformidad por parte de los trabajadores del Palacio, los cuales observaban una gran reducción del espacio en comparación con lo que estaba creciendo la población de entonces. Finalmente, cuando el Comité Cívico de la edificación le dijo al presidente: “Las oficinas están resultando incómodas e inapropiadas”, exigiendo más área de trabajo, se empezó a considerar el traslado de la administración a un lugar más moderno y amplio.
Don Oscar, un vendedor actual de zapatos en el palacio, explica ese cambio de pensamiento que tuvieron las personas de ese entonces como consecuencia del traslado poblacional que se estaba propagando desde las zonas rurales hacia las urbanas. “Imagínese que usted vive en un pueblo, decide venirse a la ciudad y comienza a pensar que va a trabajar, que va a conseguir una casa más bonita, que se va a casar y que va a progresar”. Chocándose las manos dice: “Aquí no hay espacio pa’ más”, incluso llega a cuestionarse sobre la posibilidad de que hoy en día los juzgados sigan funcionando en el Palacio Nacional, con una cara de asombro y una risa burlona, sonríe. El Estado terminó aceptando los reclamos y le propuso al departamento permutar el viejo y aporreado Palacio Nacional para tomar unos terrenos y construir un nuevo edificio de oficinas nacionales que luego obtendría el nombre de: Palacio de Justicia de Medellín – Edificio José Félix de Restrepo. De repente, salta la duda: ¿Qué pasará con el antiguo Palacio Nacional? Las Empresas Departa mentales de Antioquia (EDA) adquirieron el edificio en 1974, pero sus ganas de obtenerlo no fueron bien demostradas ya que lo sometieron a un abandono total. Se sumergió en una pobreza y ol-
Y así, poco a poco, fue creciendo ese apego hacia una identidad local y hacia los elementos que la componían. Por eso, por allá en 1988 el Palacio es declarado Monumento Nacional. Esta decisión influyó mucho en su estado actual, pues ahora se encuentra completamente acobijado con normas que evitan su transformación en el caso de que se pongan en riesgo o se destruyan elementos de su composición y tradición histórica. En el café del primer piso Beatriz Pérez, quien trabaja allí desde hace dos años, dice: “Acá la gente viene y comenta, ‘¡qué hermosura!, cómo esta de bien cuidado’, obvio que lo mantienen conservado, al final es patrimonio y no lo pueden modernizar”. Qué hubiera pensado Ospina Vásquez frente a ese comentario de Beatriz. Paso, observo, me detengo, regateo, compro y repito el ciclo desde la San Juan hasta las gordas de Botero. Suena simple, parece rápido y aun así puede tomar todo el día e incluso más. Ahí está: imponente, elegante y creído como él mismo, posando a la izquierda de forma sigilosa. Siempre listo para comer turistas, contar historias, derramar una que otra saliva en la gente que lo admira y, sobre todo, para conquistar a los medellinenses con sus paredes, pinturas, pisos, escaleras, pasillos y gente. Así ataca el Palacio del Tenis. Digo, El Palacio Nacional.
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María Camila Gómez | marcami26@hotmail.com |
@camg.fotografia
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o hay reglas, etiquetas o prejuicios válidos en un mundo de extravagancia y revolución. Todo es permitido, excepto la vergüenza. En la cultura Drag todo exceso es bueno y necesario. Los orígenes del Drag se atribuyen a la época del burlesque victoriano, donde en la ópera y el teatro, algunos hombres encarnaban figuras femeninas. Después, a mediados del siglo xx, apareció como una expresión literaria que surgió del retroacrónimo Dressed Resembling A Girl, o en español: vestido pareciéndose a una chica. Los Drags usan su cuerpo para luchar contra lo normativo y establecido por la sociedad. Entre su armamento hay lentejuelas, maquillaje, pelucas, brillos, tacones, cuerina y mucha ostentosidad. También es una forma artística de incluir un todos sin necesidad de encasillarlo en nada. Más que un show o un performance, es una manera de decir: estamos aquí, estamos fuertes y llamativos. Esto ha tomado tanta fuerza que se extiende desde la moda hasta la política, pasando por la música, el arte y la academia.
Gretha White siendo la chica más linda del lugar con su peluca rubia.
En el Drag no hay distinción de sexo, género o apariencia. Pese a muchas creencias, no todos los que hacen Drag son homosexuales, ni este es exclusivo de los hombres, también lo hacen las mujeres, Drag kings, al encarnar una imagen masculina. También están los que exageran rasgos asignados a su género: Bio queen. Por eso, el Drag no es oficio exclusivo de nadie, ni existe una forma correcta o incorrecta de hacerlo. Su mesías sagrado es RuPaul, quien llegó en forma de reality show para llevarlos a la tierra prometida de la visibilidad social y les entregó la sagrada biblia: RuPaul Drag Grace, donde encuentran los mandamientos de cómo ser la mejor Drag y no pecar en su intento. Gracias a él, los Drag disfrutan libremente la posibilidad de ser cualquier cosa, menos cohibidos.
Diccionario Drag: 1. El cross-dressing o crossdressing: Es la práctica en la que se utiliza la vestimenta socialmente asignada al género opuesto. “Fredy Mercury hizo crossdressing en su video musical I Want To Break Free”. 2.Drag Kings: Son mujeres que por medio de maquillaje, vestuario y actitud personifican a hombres. “Sandra decidió ser Drag King desde la primera vez que usó la ropa de su esposo”. 3.Bio queen: Una artista de performance biológicamente femenina que se presenta en drag. “Lady Gaga parece una Bio queen con sus atuendos extravagantes”.
Korbyn.nezdoll tiene la admiración de todos por hacerse los mejores maquillajes.
4. Queer: Extraño o poco usual. Se relaciona con una identidad sexual o de género que no corresponde a las ideas establecidas de sexualidad y género heterosexuales o heteronormativas. “Ese pantalón es muy Queer, no tiene un estilo que parezca de ningún género y lo puede usar cualquiera”. 5.Treparse: Acto de ponerse toda la indumentaria necesaria para ser Drag. “Gretha se ha trepado tres veces esta semana para diferentes shows”. 6. Genderfuck: Esfuerzo consciente de burlarse o tergiversar las nociones tradicionales de identidad de género, roles de género y maneras en que se presenta el género. “Haberle dicho a tu novio que a él le queda mejor tu falda fue tan genderfuck”.
Gretha White mostrando toda su sensualidad en Bar Chiquita.
7. Andrógino: Se relaciona con evidenciar rasgos exteriores que no coinciden con las características propias del sexo de uno. “Dave, el modelo de La Agencia: Batalla de Modelos, tiene una belleza andrógina”. 8. Tuck: Acción de esconder o aplanar el pene para que no se note a través del vestuario. “Cuando Marcos tiene un show, debe hacer Tuck para que no se note su pene”. 9. Werk: Cumplido que se realiza a personas cuando están superando todas las expectativas, luciendo increíbles o derrochando talento. “Me encanta lo que estás haciendo, sigue así, está muy Werk”. 10. Camp: Es un tipo de sensibilidad estética del arte popular que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración.
“Esa drag se vistió como el papa, lo que hizo fue muy camp”. 11. El kitsch: Es un estilo artístico considerado cursi, adocenado, hortera, trillado y, en definitiva, vulgar. Es pretencioso y de mal gusto. “Ese vestido de lentejuelas con esos tacones fosforescentes se ve kitsch”. 12. Death drop: Un impresionante movimiento de baile que involucra dejarse caer desde la altura que tienes cuando estás de pie, hasta el piso, con una rodilla doblada. “Ya tienes toda la atención del público, es momento del gran death drop”. 13. Gagging: Cuando el look de una queen es tan bueno y lo amas tanto que no puedes con él.”I’m gagging [Me estoy atragantando] con su elegancia”.
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Sukaprushnna y Korbyn.nezdoll minutos antes de empezar el show.
Korbyn.nezdoll y Gretha White tienen el mismo vestuario en diferente tono, gemelas del drag.
Gretha White, Sukaprushnna y Korbyn.nezdoll las tres mosqueteras del drag.
Citas:
“Nunca me sentí más seguro como cuando estuve bajo la ropa de una mujer”. Suka Prushna “Me gusta ver la incomodidad de la gente, deja en manifiesto sus prejuicios”. Gretha White
“Estamos aquí, existimos y buscamos un cambio y si los tacones y las pelucas son el camino, lo vamos a tomar”. Korbyn. nezdoll “Buscamos erradicar el odio y los estigmas, no tienes que ser nada específico, cuando tienes un personaje Drag puedes ser quien quieras”. Manila Luzon
Gretha White siempre destaca por tener los mejores atuendos en los shows.
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EL CINE GORE, EL PORNO Y LA INQUIETUD
DE SER ANIMAL Antonio José Gómez | antoniojgomezg@gmail.com |
@stendhalalucinado
Lo que más nos inquieta del cine gore, no es su visceralidad o las situaciones desagradables que nos muestra, sino su mensaje de que somos irremediablemente animales.
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na de las primeras escenas porno que vi en mi vida fue a los doce años junto a mi madre y mis hermanas. Antes de que el lector se horrorice diré que, por supuesto, fue un momento totalmente inesperado e incómodo. El hecho es que un día llegó a mi casa un DVD pirata de Holocausto Caníbal en una de esas sesiones cinéfilas familiares de domingo por la tarde. Cuando la película estaba llegando a sus momentos más sangrientos, la imagen se empezó a traslapar con una película porno. Como es de esperar, mi madre quitó la película y desde entonces no me he atrevido a ver ese clásico del cine gore de los ochenta, aunque al porno sí le he dado segundas oportunidades. Después de tantos años, el impertinente suceso ha calado hondo, pues me ha hecho pensar que el cine gore y el porno tienen bastante en común. El gore y el porno son los géneros del cine que se dedican a los fluidos: sangre, mierda, orines, líquido amniótico, sangre menstrual, materia gris, lágrimas, sudor, saliva, semen, flujo vaginal y todas las combinaciones posibles de lo anterior. Occidente históricamente ha hablado de otro fluido, pero esta vez no corpóreo: alma o espíritu. Es un flujo aséptico, límpido, inodoro, incoloro e invisible. Es la nobleza de los fluidos, ese que por defecto no tienen los animales y que nos hace a nosotros, supuestamente, humanos. En una película clásica del gore llamada Martyrs (la versión francesa), dirigida por Pascal Laugier, está presente la pregunta por la existencia de Dios y del alma en el sentido católico del término. En ella, una secta religiosa martiriza mujeres con el único fin de llevarlas a un umbral de sufrimiento en el que el alma pueda presenciar el más allá sin morir corpóreamente y así poder dar el testimonio a la líder de la secta. Como se entenderá, hay en el centro de todo esto una preocupación central: ¿somos iguales a los animales?, es decir, ¿tenemos o no tenemos alma? Como paréntesis sobre esta película, y en relación a esa inquietante vecindad entre porno y gore, en la escena de Martyrs en la que la protagonista después de ser brutalmente desollada y parece ver por fin “la luz al final del túnel”, su
son los animales, causa horror, el mismo sentimiento que pretenden provocar las películas gore. Y las mujeres, según las estadísticas de 2017 del portal PornHub no ven porno con la misma frecuencia que los hombres a pesar de que son las protagonistas de gran parte de las categorías en las que se divide este género actualmente.
Ilustración: Lina Gómez lina.gomez18.09@gmail.com expresión se torna profundamente extasiada, casi orgásmica (recuerda de alguna manera El éxtasis de Santa Teresa de Bernini), expresión que a propósito es mucho más exagerada en el remake estadounidense. En el clásico El ciempiés humano se da la respuesta a las preguntas atrás planteadas. Recomiendo también ver la ninguneada Tusk, del mismo estilo y que llega a conclusiones similares. En la primera película, un científico loco realiza un experimento en el que interconecta a tres personas a lo largo de sus aparatos digestivos, uniendo sus anos con sus bocas. Cuando el experimento se sale de las manos, la única víctima que puede hablar, es decir, la “cabeza” del ciempiés humano, dice: “¿Eres Dios? Soy un insecto insignificante. Eché a mis padres, abandoné a mi hijo, rechacé su amor y llevé una vida egoísta, tal como un insecto”, le dice al científico loco. Y sin embargo al final, antes de suicidarse, reconoce su condición humana. Termina equiparando el ser insecto con el ser humano. Es quizá esto último lo que más nos inquieta del cine gore, no es su visceralidad o las situaciones desagradables que nos muestra, sino su mensaje de que somos irremediablemente animales. Ante la tortura, ante el dolor, ante el sufrimiento, lo que padece es el cuerpo del otro, no el espíritu o el alma, ya que esto, si seguimos la línea de pensamiento católica, es capaz de sobrevivir a la muerte. Por tanto sólo nos compadecemos del cuerpo animal del otro
que sufre y que interpela nuestro yo animal, esa misma animalidad que con tantos artificios culturales hemos querido ocultar. Con todo esto surge una pregunta: ¿por qué mi madre paró la película con las escenas porno y no con las sangrientas? ¿Por qué socialmente hablando, el cuerpo que sufre (cine gore) es en cierta medida más aceptable o menos pudoroso que el cuerpo extasiado por el placer (porno)? Leamos al poeta francés del siglo XIX Charles Baudelaire en Mi corazón al desnudo: La mujer es lo contrario del dandy. Debe, pues, causar horror. La mujer tiene hambre y quiere comer; sed y quiere beber; está en celo y quiere que la follen. ¡Bonito mérito! La mujer es natural, es decir, abominable… La mujer no puede separar el alma del cuerpo. Es simple como los animales. Un satírico diría que es así porque no tiene más que el cuerpo. Pues bien, si entendemos lo que quiso decir el poeta maldito es que las mujeres son unos animales que buscan saciar constantemente su apetito. No hay nada más baudelariano que el porno y sobre todo, no hay nada más baudelariano que los consumidores de pornografía. Lo interesante de Mi corazón al desnudo es que pone a dialogar los elementos de los que hablé pero en clave femenina. La mujer, en tanto que es sólo un cuerpo tal y como
El porno es machista porque, paradójicamente, a la mujer se le visibiliza demasiado, porque la mujer es el único cuerpo en el que se concentra la cámara y el espectador. Es un problema de enfoque y nosotros como buenos baudelarianos, o como diría Nietszche, “despreciadores del cuerpo”, creemos que la condición corpórea es inherentemente mala. Su machismo radica en que el hombre aparece como un espíritu, como el intelecto por excelencia al que se le da placer y no como otro cuerpo más, “simple como los animales” como diría Baudelaire. Si una de las frases más cliché de los magazines dedicados a chismes y política al referirse a un hombre poderoso es: “Detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer”, se podría decir que el porno en su formato invierte los términos: “Detrás de toda gran mujer siempre hay un gran hombre”. Cuando se trata de poder, la mujer es un espectro, pero cuando se trata de porno, es el hombre el espectral, el alma, el que no se puede reducir al puro cuerpo. El porno y el gore hablan de dos sensaciones diametralmente opuestas pero por este mismo motivo cercanas: el placer y el dolor respectivamente. Pero el placer causa en el espectador una respuesta diferente a la que causa el dolor, si en este caso se trata de compasión por el cuerpo del otro, en el primero se trata de vergüenza. Es a lo que se refería Sheakespeare, quien comprendía como pocos los valores puritanos de su época, cuando decía: “La lujuria en acción es el abandono del alma en un desierto de vergüenza”. Es la razón por la que la paciencia de mi madre en el altercado del DVD pirata de Holocausto caníbal tuvo su límite con la escena porno y no con las escenas gore.
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LA POLÍTICA DEL SILENCIO Antonio José Gómez | antoniojgomezg@gmail.com |
@stendhalalucinado Ilustración: David Flórez simernio@gmail.com
¿Por qué guardar silencio puede ser un acto revolucionario en la actualidad?
E
ste es un artículo paradójico. Un artículo más, de un medio escrito más, que se dedica a hacer más bulla de la que ya existe en los medios de comunicación, pero un texto que tiene el objetivo de defender el silencio. Las mujeres en los últimos años se han encargado de darle lecciones de política a la civilización occidental, pero lecciones no exentas de matizaciones y divergencias. Entre el aburguesado Movimiento #MeToo y las masivas y populares marchas del 8M hay diferencias de tiempo, contenido y contexto. El hecho es que en esos diferentes contextos aparecen dos mujeres de las que me interesa hablar acá. La política del silencio es a la vez sujeto y objeto. Las políticas del silencio como sujetos que en este caso me interesan son: Emma González y Claudia Morales. La primera es una mujer de 18 años que sobrevivió el 14 de febrero de 2018 al tiroteo ocurrido en la escuela Marjory Stoneman Douglas en Florida, Estados Unidos, en el que Nikolas Cruz, de 19 años, mató a 17 personas. Muy pronto se convirtió en una de las abanderadas del movimiento estudiantil que se formó tras la masacre y cuyo objetivo era reclamar un control de armas más estricto en su país. En menos de un mes organizaron una movilización masiva para el 24 de marzo de ese mismo año llamada la Marcha por Nuestras Vidas, en la cual González pronunció un discurso que parecía evocar la obra musical 4’33” de John Cage, que consiste, como su nombre lo indica, en cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio. Su discurso fue un no-discurso, un silencio de seis minutos y veinte segundos, el mismo lapso de tiempo que tardó el asesino de su escuela para matar a 17 compañeros suyos. El 19 de enero de 2018 la reconocida periodista colombiana Claudia Morales publicó en el periódico El Espectador, una columna de opinión llamada Una defensa del silencio. En ella se atreve a decir por primera vez públicamente que uno de sus antiguos jefes la
había violado, pero no dice el nombre del victimario. No lo dice y no lo dijo anteriormente por miedo, porque sabe que es un hombre poderoso al que los escándalos, según ella, no lo afectan, y porque sabe que la sociedad colombiana es una sociedad acostumbrada a revictimizar. Su columna parece tener un sentido terapéutico, pero también denuncia ese silencio impuesto por la sociedad al que se tienen que acoger las mujeres tras casos de violación, para seguir con una vida normal sin que nadie las juzgue. La política del silencio como objeto. Emma González y Claudia Morales tienen algo en común y es que alzaron la voz para posteriormente callar. Vivimos en una sociedad donde el mandato es comunicar, mediante historias (Instagram), fotos (Facebook), textos (WhatsApp), videos (Youtube) u opiniones (Twitter). El silencio se ha convertido en algo abominable. No es casual que un director de cine como Quentin Tarantino, que retrata de una manera genial la violencia, se caracteriza por sus extensos y pormenorizados diálogos. Al violento le encanta lo amarillista y lo explícito. Como las películas de acción en las que los agentes de inteligencia quieren romper el silencio del enemigo con torturas, así mismo la sociedad quiso sonsacarle el nombre del violador a Claudia Morales. En ese sentido las tecnologías digitales resguardan un sentido profundamente católico. Así como los católicos creen que la creación del mundo y de todo lo existente pasó necesariamente por la palabra de Dios, de la misma manera ahora creemos que para que algo exista tiene que pasar por los códigos audiovisuales de los medios de comunicación. No hay lugar para el decir callando (mística) ni para el mostrar ocultando (erótica). No se trata de retornar a una especie de medioevo en el que el cultivo del ser humano, encerrado en un monasterio, tenía como objetivo una conexión máxima e íntima con Dios, sino más bien de reconocer que hay momentos de la vida que simplemente
no se pueden comunicar ni encerrar dentro de categorías lógicas o palabras. Dejar de decir cómo es el mundo y reconocer que simplemente el mundo es. Recordar el aforismo de Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar, es mejor guardar silencio”, que no es lo mismo que decir que el mundo no se puede expresar, mediante la música o la poesía, o apreciar con intuiciones o sentimientos, por poner algunos ejemplos. Y tampoco se trata de una crítica conservadora a la pornografía, sino de denunciar una sociedad pornográfica donde todo tiene que salir a relucir en primer plano o tiene que ser, como diría el filósofo coreano Byung-Chul Han, hipervisivilizado. Lastimosamente, la contravía al totalitarismo de la palabra y la imagen suele nacer tras experiencias traumáticas. Hay que recordar la manida frase del filósofo alemán del siglo XX Theodor Adorno: “Después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie”. Puede ser un deber político y judicial comunicar el hecho, pero es una injusticia elemental, pues la violencia suele ser tan mórbida que su reducción al nombre del victimario o al relato judicial y periodístico invisibiliza eso indecible, incomunicable e irrepresentable de la experiencia de las víctimas. Si el violento los reduce a objeto, el lenguaje los reduce a un caso más de los que se habla en los medios. En otro contexto, el libro de Piedad Bonnett Lo que no tiene nombre, es bastante sugestivo, pues este libro es la narración de la experiencia de Bonnett alrededor del suicidio de su hijo. Pero es una historia que de antemano reconoce, no tiene nombre, pues relata un acontecimiento traumático del que sólo puede surgir el silencio. Mujeres como Emma González y Claudia Morales tienen mucho más para decir que el ruido que producen en los medios los políticos de turno. Si el mantra de las sociedades contemporáneas es que “una imagen vale más que mil palabras” el de estas dos mujeres es que “un silencio vale más que todo lo anterior”.
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Caricatura: Daniel Beltrรกn danielblt.54@gmail.com
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PERE GRI NAJE Valeria Echavarría | vechava2@eafit.edu.co |
@valeriaerea
En mi sangre corren un sinfín de dioses los reconozco con múltiples caras y suben andamios de espíritus a espíritus He conocido diferentes dioses, en diferentes lenguajes, en diferentes ojos los saboreé en plantas, en al aullido de monos, en lo alto de la montaña y en medio de llantos Ahora, les doy la mano y caminamos como un conjunto Conocí a una diosa buena y serena mascaba coca, tenía la piel roja y anduvo en medio de cordilleras Se asemeja al sol y habla en quechua, nasa yuwe, wayuunaiki o kamëntšá En nuestro primer encuentro oí su voz a través de relámpagos La conocí en relatos de abuelos de antes y en donde nace el río dando las gracias apilé piedras como santuarios Conocí a un dios en las plegarias de mi madre,
Ilustración: Santiago García ilustrasantiagogarcia@gmail.com
a sollozos en la época en que creía celestial el agua profesada por humanos Lo exilié un rato, lo veté por sus supuestas promesas hasta comprender que, la mano de mi madre en mi rostro era sinónimo de cuidado Conocí a un Dios adentro de la tierra, en cantos y tenencias austeras Ese día le confesé un dolor que aún cargo conmigo Su voz era un mantra y manchaba mi piel de barro mientras manteníamos un diálogo con mis ancestros He profesado fidelidad a los dioses A mujeres con cuerpo de tierra, voz de viento, espíritu de fuego y sangre de agua A hombres que se camuflan de animales y aparecen de repente en mensajes al azar Soy leal a los dioses que se asemejan a árboles robustos y grandes, sus raíces eternas y un follaje que con el tiempo los hace sabios, al laurel que acompaña mi camino y se mece con calma Ellos me dan acogida a mí y al abrazo con los otros He peregrinado de un lado al otro intentando conocerlos, conocerme Ya tengo callos, dudas, ansias siempre Mi ritual con ellos es sentir que nos contamos cosas, que en las noches lloro y en los días rezo Ritual es cuando me palpo humana y me repito que estoy en paz con la vida que existe una tregua entre deidades herbales, celestes, silvestres En tantos dioses que mi lengua pronuncia no cabe duda de que ellos, habitan en el centro de mí.
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Trámites del más Pablo Patiño | pablogp0712@gmail.com |
Ilustración: Laura Giraldo lgiral75@eafit.edu.co
A
l principio estaba furioso y desilusionado de que me fuera encargada la obligación de asustar en los baños de este hotel. Debo admitir que me era un poco humillante esta locación, todos los otros fantasmas tienen lugares mucho más propicios para la tarea. En la sala de espera conocí a una niña que en un juego de empujones entre unos pasillos angostos de su colegio, fue lanzada por los aires desde el tercer piso y quedó empalada en unas varillas oxidadas de la remodelación de la cancha de baloncesto, por lo cual ahora pasa todos los días, a la hora de su muerte, recreando el sonido de varillas oxidadas por los pasillos. También tuve oportunidad de conversar con un joven que me contó que se había suicidado tomando un litro de
pesticida de cultivo de papa frente a la tumba de su madre y ahora asusta por las noches con gemidos, sonidos de cólicos y fuertes arcadas en el cementerio de algún pueblo del oriente antioqueño, no recuerdo cuál. Pero yo, por haber muerto sentado en el inodoro, debido a un aneurisma que me ahogó el cerebro por hacer tanta fuerza, estaba confinado al baño de ese hotel, sin saber cómo asustar a los turistas. Intenté abrir la ducha en mitad de la noche, pero los inquilinos no escuchaban el ruido del agua debido a las gruesas paredes y solo se percataban de esto en la mañana, al ir al baño a soltar su rocío matutino. Pensaban que habían olvidado cerrarla antes de dormir, así que desistí de esa idea que
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@pat_patinson
solo me tenía impaciente toda la noche, y además, era un terrible desperdicio de agua. En otra ocasión pensé en ponerme creativo, mi idea era esperar a que alguien se sentara en el inodoro y estuviera un buen rato allí, leyendo o curioseando en su teléfono, hasta que las piernas se le durmieran y cuando menos lo esperaran, saldría de la tubería una cobra enardecida y les mordería el culo. La pobre víctima, aterrorizada en suelo de baldosín blanquecino, con el culo morado de la hinchazón, con la entendible vergüenza de rogarle a un amigo que extraiga el veneno con la boca. Esta idea me tenía emocionado, pero todo se vino abajo cuando me dijeron en la Oficina de Utilería que por el momento no contaban con una cobra, y que aunque lograran conseguirla, no sería yo el que diera el susto, por lo cual podría llegar a tener algunos problemas de autenticidad. Debía cumplir con mi primer susto, y lo último que quería era más papeleo, más trámites, o peor, una horripilante auditoría espectral. Así que ahí estaba, un día antes de la fecha límite, cuando entró una mujer hermosa al baño, con una cartera repleta de cremas para la piel, antiarrugas, antimanchas, antipuntos, y antipliegues. Se desnudó por completo, colocó el seguro a la puerta, puso toda su ropa arrumada sobre el lavamanos, abrió la cabina de vidrio y entró dignamente. Por alguna razón se tocó un momento los senos con la mano izquierda, bajó esta por su esternón hasta su ombligo, lo circundó con el dedo y luego estiró la mano hacía una de las dos manivelas de la pared, la giró y de los poros de la cara aplanada de la ducha salió un torrente de agua calmo y tibio. Los hilos de humedad cubrieron todo su cuerpo mientras se deslizaban desde la tapa del cráneo, uniéndose por la vía de sus cabellos con su espalda y sus pechos y recorriendo el camino de bajada hacia sus pies. La piel de la mujer sintió que el agua no se encontraba en la temperatura ideal, estaba un tanto fría, así que empezó a juguetear con la otra manivela, y el dragón de aluminio disparó su fuego acuático con mayor presión, pero ahora el agua estaba muy caliente, así que volvió la juguetona mano a la manivela y comenzó a darles vueltas, a esta y a la otra, como intentando abrir la más complicada caja china, y fue ahí donde la inspiración me encontró y me controló por completo, ¡imagínate! un fantasma poseído. Mientras
la mujer continuaba buscando con meticulosidad la temperatura ideal, me deslicé por dentro de la pared hacia la tubería de la ducha, subí por el oxidado túnel y me situé en la cabeza de esta. Observé de nuevo desde este plano cenital el cuerpo de la mujer y me vacié sobre ella, disparé el agua con una fuerza tan aplastante que la mujer cayó sobre sus nalgas y sobre sus pies doblados, y cuando estaba en el suelo aumenté mi temperatura a niveles infernales. El vapor empañó de inmediato la cabina y la mujer comenzó a gritar mientras mi lluvia le quemaba la piel, buscó la perilla de metal de la cabina e intentó abrirla pero la bloqueé y calenté esta perilla tanto que retiró la mano dejando allí unos cuantos pedacitos de uñas y piel pegados. La mujer gritaba, suplicaba, gemía como un cerdo siendo apuñalado en el corazón mientras mi chorro cada vez era más potente y más candente. Si abría mucho la boca , mis aguas le llenaban la garganta y bajaban por su esófago quemando sus cuerdas vocales y todo el entramado de carne por dentro. Los párpados comenzaron a derretirse y mis perdigones de agua se enterraron en sus ojos. El cuerpo comenzó a ampollarse y sus senos empezaron a secarse, y como el pelo de un perro viejo asediado por la sarna, empezó a caerse su piel, poco a poco, por pedacitos, como si fuera una alfombra vieja. El desagüe se tapó con sus pellejos y comenzó a inundar toda la cabina en una sopa hirviente de piel y agua teñida de sangre como los ríos del faraón. Estuve unos diez minutos lloviendo sobre ella hasta que sucumbió y dejó flotando un cuerpo irreconocible, con las cuencas de los ojos vacías y blandas, como una carne cocinada en una olla de presión. Yo cerré mis manivelas, observé una última vez mi trabajo y me dirigí muy contento al Departamento de Integración y Sustos Iniciales, les di mi identificación, llevé mis papeles en orden y les conté de mi trabajo solo para ganarme un fuerte regaño por parte de la chica del mostrador. Me hizo una multa carísima y una extensión del periodo de prueba ya que, según ellos, nuestro objetivo es asustarlos, no matarlos.
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LA VIDA EN BREVE Yerly Herrera Eafit, haciendo parte de la colección letra x letra.
E
s verdad que hay libros que nos revuelcan la ansiedad, nos despiertan pasiones y nos causan angustias. También es verdad que casi siempre son estos mismos libros los que recordamos con vivacidad, comentamos y recomendamos. Lenguas de fuego, sin ser el libro más apasionado, causa una que otra angustia y deja varias preguntas que el lector debe intentar resolver. Esta obra guarda una similitud y una diferencia importante respecto a otros libros que abordan temas parecidos. Lo similar es que habla de lo cotidiano, lo diferente es que no busca llevarlo al plano de lo extraordinario, no lo adorna ni lo alaba. En este libro predomina la simpleza, no sólo de las palabras sino de las situaciones en sí mismas. La autora, Ana María Cadavid Moreno, es arquitecta, y su esposo, al igual que sus dos hijos, es ingeniero. En mayo de 2011 esta escritora publicó Arma de casa en Sílaba Editores, y Lenguas de fuego fue publicado en el año 2018 por la Editorial
Es difícil hallar en este libro alguna muestra de ambición, podría decirse más bien que lo que hay detrás de los relatos es un deseo de encarar lo que se ha vivido y hacerse preguntas sobre ello. No sólo se busca guardar registro de las cosas sino contarlas y contárselas a sí misma, como si quisiera asegurarse de que realmente pasaron y de que generaron tales o cuales consecuencias. Y esto, a su vez, lleva a Ana, la protagonista, a ciertas reflexiones internas que terminan forjando su carácter. Hay una gran variedad de escenarios en estos relatos, y algo muy valioso desde mi punto de vista, es la descripción que hace la autora de los personajes, pues en lugar de hablar de ellos a partir de sus características y cualidades como individuos, los retrata desde su relación con otros. Como en el caso de sus amigas; está la que da consejos desde la racionalidad, la que los da desde la emoción, la intuitiva, la sensata, la supersticiosa. Y todas, desde su personalidad, aportan algo a la vida de las otras. Otro aspecto que quisiera destacar es este concepto: mantenerse en contacto. Parece que la unión familiar y la prevalencia de los vínculos es algo por lo que la protagonista se interesa de manera especial. Para esto no se limita simplemente a un mensaje por Whatsapp o un e-mail, para ella también es importante cultivar las relaciones desde el compartir tiempo con las personas de su afecto, de ahí que destine espacios para viajar con sus amigas, para una visita o un café.
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yherrer@eafit.edu.co
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@yerlyherrera
No hay en este caso una preocupación inserta que mantenga latente la atención y el interés del lector de manera secuencial, pues si hablamos de cronología, no hay una narrativa lineal que permita llevar un ritmo de inicio a fin de manera consecuente. Lo que no significa una desventaja; si bien los relatos no están en orden, las situaciones y acontecimientos concuerdan unos con otros sin mucho esfuerzo, logrando disipar dudas y avanzar satisfactoriamente en la historia. Entre los relatos que más disfruté están: Y la tierra entre los ríos y Cristal cortado; en el primero se habla de enviar y recibir correspondencia, de escribir para otro, aunque sea por correo electrónico. Leer en esas palabras lo que no está escrito, lo que se quiere decir pero al final se queda atascado, o en pausa, o en el olvido. Sentir que lo que leemos del otro, una vez leído se hace nuestro. Y vienen entonces estas preguntas: ¿son nuestras las palabras que nos dicen? ¿o a quién quedan perteneciendo? Y como en casi todos los asuntos complejos de la vida terminamos sin respuestas o soluciones aparentes, pero en últimas, y después de esos cuestionamientos, llegamos a tomar decisiones que nos permiten avanzar. En el segundo relato se habla de la frustración que sientes cuando no entiendes la ecuación que el profesor de cálculo explica en el tablero a toda velocidad. De lo atrevido que es que te pida tu número de teléfono y más atrevido aún que tú se lo des y, encima, le aceptes invitaciones a comer al Café Le Gris. Pero a ver, que lo más grave no es eso, lo grave es que termines en su casa porque te dijo que lo acompañaras por algo, y tú, tan falta de malicia,
accediste. Lo grave es que inicie ese ritual que se sabe de memoria, porque no eres la única, más vale que lo sepas. Y te dejas hacer, “con el corazón palpitando al ritmo de una huida imposible”. Y te das cuenta de que estás ahí no por tonta, estás ahí porque te gustan los amores complicados, aunque terminen más pronto de lo que quisieras. La trascendencia es algo que generalmente buscamos en los libros que leemos, nos hace falta esa pregunta implícita o explícita que nos lleve a cuestionarnos diversos temas que vamos guardando a diario como esperando una sacudida proveniente de las palabras de otro. Pero no es precisamente una sacudida lo que logra este libro, es más bien un aterrizaje. La autora consigue, a través de ese tono simple y cotidiano con el que narra cada cosa, ponernos en el presente, hacernos mirar a nuestro alrededor para ser conscientes de que a veces creemos que lo que necesitamos para estar bien está muy lejos de nosotros o que es, incluso, inalcanzable; y luego de situarnos ahí, nos mira a la cara y nos dice que estamos equivocados. O tal vez un poco ciegos.
Foto por: MarĂa Camila GĂłmez | marcami26@hotmail.com |
@camg.fotografia