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La cara oculta de la astrología
Jimena Delgado | @jimenadelgadod
El 5 de noviembre leí en mi horóscopo que debía protegerme de la maldad de Marte retrógrado; quedé atónita ¿Cómo me resguardo de un planeta que cambia su órbita para lastimarme? Me insinuó que mi buen humor se debía a mi excelente alimentación y al ejercicio; pero ese día almorcé pizza y no recuerdo con exactitud cuándo fue la última vez que sudé por trotar o levantar pesas. Expresó que el amor de mi vida puede ser Tauro y que épocas de escasez económica se aproximan.
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Tal vez por mi incredulidad, todos esos postulados me parecen hasta graciosos, pero lo cierto es que mientras que yo me burlo, centenares de personas depositan su fe en cartas astrales, tazas de té e ideas que dicta un adivino, basado en la pseudociencia de la astrología.
Todo inició en el siglo II a.C como un popurrí de teorías y conocimientos de varias culturas antiguas, que ante la falta de internet y celular, se disponían a ver el cielo y a analizar su mecánica. Los principios que perduraron en el tiempo fueron de egipcios, babilonios, griegos y romanos, ya que de ellos proviene una lista de estrellas escrita en 1950 a.C, el horóscopo más antiguo y las configuraciones actuales del zodiaco.
Con la intención de saber cuándo se daba el cambio estacional, la astrología se convirtió en una tradición académica del siglo XVII. Antes, el estudio de los astros con ánimos de predecir sucesos, era aceptado en el ámbito cultural y político, porque sus principios eran útiles en prácticas de meteorología, alquimia y medicina. Sin embargo, empezó a perder valor por ideas contrarias, como la del heliocentrismo, que llevaron a que se dejase de considerar como asunto de carácter científico y de análisis.
Ahora, puede decirse que es popular debido a que los periódicos, e incluso programas televisivos, dedican un espacio de su agenda a dichos asuntos que pertenecen más al esoterismo, que al mundo de las demostraciones y lo tangible.
Esta tendencia surgió el 21 de agosto de 1931 con una publicación que hizo el semanario Sunday Express sobre el nacimiento de la princesa Margarita de Inglaterra. Por ser un evento relevante para la prensa británica y por la poca información que se tenía de la familia real, los periódicos se vieron en la obligación de hacer maromas para darle cobertura al hecho, entre las cuales estuvo la de publicar predicciones de la vida que tendría la nueva integrante de la monarquía. Así fue como Jhon Gordon publicó el artículo “Lo que las estrellas le dicen a la nueva princesa”, lo que motivó a otros medios informativos a seguirle los pasos, no solo con Margarita, sino con todos los signos zodiacales.
Lo anterior lleva a preguntarnos qué hacen estas sentencias para ser creídas, para que una persona se interese en la compatibilidad que tiene con su pareja en el horóscopo y a pensar que mercurio retrógrado es lo peor que le pudo pasar a la sociedad. La respuesta dista de predicciones azarosas y se centra en la psicología. Entre las teorías que ésta abarca, se encuentra la apofenia, que consiste en ver patrones o conexión entre acontecimientos aleatorios o que no tienen sentido. Surge como explicación a cosas inexplicables, no para darles lógica o veracidad, sino como reacción a estímulos que no son digeribles. De ahí surge el enlace que se empieza a hacer entre nuestras vidas y los parámetros que enuncia la carta astral o el horóscopo con mínimos detalles.
La cara oculta astrología
Ilustración: @smokecrip
lar su imaginación, porque se le ocurren miles de extravagancias y es un contachistes innato por su buena memoria” esto lo que más o menos dice mi signo zodiacal, cáncer. A pesar de reconocer que mis bromas pocas veces ocasionan gracia en otros y que mi memoria es similar a la de un pollo, también debo admitir que esas palabras me hacen recordar instantes en que he sacado carcajadas por algún comentario. Esto no solo me pasa a mí, sino que nos pasa a todos al acercarnos a esta clase de contenido en que la apofenia hace de las suyas, para superponer situaciones que generen identidad sobre la realidad. Otro concepto que usa la psicología y la antropología, para explicarnos cómo palabras que provienen de los astros causan efecto en quienes las escuchan, es el pensamiento mágico. Como forma de pensar, se basa en supuestos ilógicos que no tienen justificación, que además, generan opiniones sin fundamentación empírica; esto se refleja en la religión, las creencias populares (como mitos y leyendas) y en la superstición.
Junto con los dos términos mencionados anteriormente, la psicología enlista cantidades enormes de efectos que tienen esta clase de juicios ilógicos en quienes los reciben constantemente. Bertram Forer, psicólogo estadounidense, al notar la incidencia que tenían cosas tan simples como el horóscopo, y creyendo que lo que en él se publicaba era tremendamente general, se dispuso a hacer un experimento en 1948. Puso a sus estudiantes a hacer un test de personalidad y que posteriormente lo calificaran de 1 (malo) a 5 (bueno); en promedio las personas respondieron con una puntuación de 4.26, lo que quiso decir que el test había arrojado resultados que coinciden con la personalidad de cada quién.
Lo que nadie supo, es que el resultado fue el mismo para todo el que respondió el cuestionario y fue copiado de una revista de astrología cualquiera. Este fenómeno se dio porque el perfil que había seleccionado el profesor para mostrarle a sus alumnos era tan general, que cualquier ser humano se hubiese sentido identificado. Además, porque estaba lleno de condicionales implícitos que genera dicha sensación de precisión; de forma que si planteaba “eres muy seguro de ti mismo y de tus acciones, pero hay días en que no quieres pararte de la cama y menos hablar con tus seres queridos”, no cabía la posibilidad de que alguien no se viera reconocido en esas palabras. Del mismo modo, esto también se debe a que se causa un sesgo cognitivo de confirmación, que ocurre cuando lees una predicción que confirma tus propias creencias; hecho que te permite intuir que el mensaje va especialmente dirigido a ti.
La astrología es una pseudociencia que se fundamenta en palabras y creencias no comprobables, pero eso no quiere decir que detrás de ella se escondan ciencias reales que estudian y entienden el comportamiento humano, a través de las reacciones que desencadenan estímulos llamativos como lo es saber nuestro futuro y descifrar nuestro pensamiento por medio de juicios disparatados.
Cada quien decide en qué deposita sus creencias, y catalogar como ignorante a quien lo haga en la astrología, es despectivo e injusto. Sin embargo, es importante que quien decida optar por el camino esotérico que esto representa, conozca a profundidad de qué se trata y comprenda qué poca realidad tienen horóscopos, cartas astrales y lecturas de mano.