Edición 192

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ISSN:2322-74GX | A帽o 28 | Edici贸n 192 | Distribuci贸n gratuita | 12.000 ejemplares | Medell铆n, noviembre de 2015 | www.periodiconexos.com.co


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Septiembre de 2015

ÍNDICE

04 05 06 08 09 10 12 13 14 16 17 18 19

CUANDO LAS ARMAS CALLAN

POR SIMÓN PÉREZ

ANTIOQUIA VISIBLE POR ANTIOQUIA VISIBLE

UN ALIENTO MÁS LARGO POR ANDRÉS OCTAVIO CARDONA

ORO PEQUEÑO, RECOMPENSA GRANDE POR FELIPE ARCILA

UN TIFO INGLÉS PARA EL EQUIPO NARANJA POR CAMILO MONTOYA C.

UN POLÍTICO A LA MEDIDA POR REDACCIÓN NEXOS

VIVIR PARA CUIDAR DE LA MUERTE POR PAULINA ECHAVARRÍA

ABORTÉ DE MENTIRITAS POR MANUELA VELÁSQUEZ

EL CAMINO HACIA LA VERDAD POR ÁGUEDA VILLA G.

MILAGROS OPUESTOS POR MARÍA GIRALDO

CULPARÉ AL LIBRO POR MALAS CALIFICACIONES POR MARTÍN URIBE

EL ARTE DE BUSCAR PAREDES

POR RUBÉN D. HIGUITA Y NATALIA ZULUAGA

POEMAS DE RAÚL EGUIZÁBAL

Ilustración Juan José R. Bianchi http://www.juanjosebianchi.com/


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RECONOCER OPORTUNIDADES

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María Fernanda Villafañe

Directora/ mvillafa@eafit.edu.co

Buscando

el significado de oportunidad, encontramos que representa el momento o circunstancia oportuna para algo, cualquier cosa. En la medida en que crecemos, cada uno de nosotros tendrá que enfrentarse a diversos momentos en los que hay que tomar decisiones que, en síntesis, se vuelven lo correcto o no, lo definitivo entre un sí o un no. Son esos instantes cruciales los que determinarán nuestro destino, un futuro marcado por una continua bifurcación del camino entre la elección de una opción o la otra. Como lo dijo una vez Gabriel García Márquez: “La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir”. La existencia del ser humano está formada por una cadena de decisiones que son, a la larga, tomadas para subsistir y escribir nuestra propia historia de acuerdo a lo que deseamos y buscamos. Sin embargo, en la vida cotidiana, las oportunidades pueden pasar inadvertidas o desapercibidas, debido a que se esconden en eventos particulares que son confundidos con simples casualidades externas a nosotros. Así es como la persona deja que el tiempo pase, envejeciendo y preparándose constantemente para un futuro que al final nunca llega.

- “No es casualidad que una futura negociadora internacional estuviera presente en tan magnifica oportunidad. Es curioso cómo el destino da vueltas y

permite que podamos vivir algo que antes se creía imposible”. Con estas palabras, mi papá, con sus 88 años de edad y su vigente función de padre y abuelo, me muestra una vez más que conoce mucho más de la vida que de tecnología. Con sus historias, las que me llevan a épocas de antaño cuando todavía era posible nadar por el río Magdalena sin ninguna preocupación, que esconden enseñanzas forjadas con el paso del tiempo. Y es gracias al tiempo que el señor Villafañe ha adquirido la delantera que no muchos tienen: reconocer cómo las personas abordan ciertas ocasiones donde sobresale la importancia de las decisiones definitivas. Todo esto es plasmado en relatos e historias que de vez en cuanto comparte con la familia y nos permite confirmar que el tiempo, su peor enemigo, ha sido el que le ha permitido reconocer oportunidades que han sido esquivas para muchos. Así es como muchas veces vemos cómo se desliza la vida sin intervenir en ella, dejamos perder oportunidades y pasamos por la vida solo como televidentes y no como actores. Afortunadamente, gracias a una gran amiga, tuve la ventaja de aprovechar una de esas ocasiones especiales que la vida me daba: ser la directora de Nexos. Y hoy, dos años después, puedo decir que no me arrepiento de ser consciente de lo que la vida me presenta.

DIRECCIÓN María F. Villafañe García mvillafa@eafit.edu.co GERENCIA Hernando Vélez Herrera hvelezh@eafit.edu.co EDICIÓN Natalia Zuluaga Salazar nzuluag2@eafit.edu.co

Ideas y Cultura Asociación Cultural

Periódico Estudiantil NEXOS

Valentina Bustamante Miguel Ángel Correa Felipe Arcila AgustÍn Rendón Maria Alejandra Carrillo Paulina Echavarría María Giraldo Martín Uribe Águeda Villa María Camila Cardona Camilo Montoya Manuela Velásquez Manuela Gutiérrez

DESARROLLO HUMANO Santiago Londoño Cano slondo24@eafit.edu.co Catalina Botero Isabella Tobón Dahyana Rivillas EDICIÓN WEB Y Sofía Pérez Aristizabal SOCIAL MEDIA spereza5@eafit.edu.co

Carolina Restrepo Carolina Ramírez Ana María Jiménez Sara Tangarife

MERCADEO Carlos Mario Arbelaéz Reyes carbel16@eafit.edu.co Mateo Emilio Saltaren Manuela Sanín Cristian Arbeláez Daniel Hernández Andrés Ríos Santiago Mejía Daniel Gómez María Antonia Chinkousky Natalia Rodríguez PORTADA Mateo Sepúlveda García DISEÑO Y MONTAJE Daniel Beltrán Castello PREPRENSA E IMPRESIÓN Casa La Patria AGRADECIMIENTOS Desarrollo Humano Universidad EAFIT Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993. Carrera 49 No. 7 Sur-50 / Bloque 03 oficina 325 EAFIT Teléfono: 261 93 02 / Fax 261 95 00 ext. 407 nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com.co

Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.


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CUANDO LAS ARMAS

CALLAN

Simón Pérez Londoño sperezl1@eafit.edu.co

El

día que la política deje de ser conflictiva será el mismísimo momento de su entierro. Por supuesto, dado todo lo que a ella le debemos en nuestro desarrollo social, esa no es una situación deseable, ni mucho menos segura. Por eso mismo, el cercano fin del conflicto armado colombiano entre el Estado y las Farc no puede llevarnos al engaño sobre sus efectos en nuestra realidad: lo que debe suceder es una transformación de un conflicto armado en un conflicto argumentativo en el marco de la democracia. En esencia es la oportunidad de volver a la dialéctica propia de la discusión política y debatir temas que han quedado en segundo plano en la agenda nacional durante el desarrollo de la confrontación. Cuando se leen los resultados parciales de los acuerdos en La Habana, como por ejemplo, la creación de una política pública para una mejor distribución de la tierra o la predilección por programas integrales de sustitución de cultivos, queda la sensación de que precisamente lo que ha faltado en el país es la intensificación del conflicto argumentativo. Lo anterior quiere decir que se ha notado que son muchos los resquicios en el orden social que se deben a que precisamente hemos dejado de dar discusiones que terminaron soslayadas por la inminencia de la guerra y se le dio prioridad a uno de los dos tipos de conflictos que se han mencionado. “Cuando las armas hablan, las leyes callan” es una famosa frase de Thomas

Hobbes en la que da a entender que en un estado de constante confrontación se posponen las demás consideraciones, puesto que lo que sobresale es el afán de la propia conservación en un escenario de alto riesgo. En Colombia, lo que ha pasado es que por tener que concentrar los esfuerzos en atender una amenaza bélica, las élites políticas aprovecharon para eludir reformas y debates que se pedían a gritos, que anunciaban el resquebrajamiento de la estabilidad de nuestro orden. Entre esas discusiones que fueron eludidas o tratadas de forma superficial, se encuentran los temas que definieron la ruta a seguir de la agenda de la negociación en La Habana. Así, durante las más de cinco décadas que lleva la guerra, se aplazaron las soluciones a problemas como la enorme desigualdad en el acceso a la tierra, la desactualización del catastro, las precarias condiciones de participación política de forma pluralista y los negocios ilegales como opción para sectores tradicionalmente excluidos del mercado y de las oportunidades del Estado. Todos esos temas, como ocurre con conceptos como justicia, libertad o paz, son asuntos complejos y su discusión es esencialmente polémica, de acuerdo a posturas como la de G. W. Gallie. En dichos asuntos no habrá consenso absoluto bajo ninguna circunstancia y lo que debe discutirse es cuál es la forma de solucionar esas tensiones y cuál es el mecanismo que puede producir mejores resultados sociales.

Pero lo que sí se ha demostrado es que la vía armada no ha llevado a potencializar las soluciones para esos puntos; por el contrario, ha hecho que los esfuerzos en el campo militar obstruyan los avances en el campo argumentativo. En muchas cuestiones de transcendencia nacional seguimos casi en el mismo punto de hace 50 años. En cambio, el paso de esas discusiones de la guerra al entorno de la conflictividad política de los argumentos hará que sea mucho más difícil procrastinar con nuestro destino social. Y ahora sí, habrá que poner en diálogo plural una nueva construcción de país desde la constante disputa entre concepciones y dando paso a que la dialéctica reemplace las consecuencias del conflicto armado interno. Ahora que todo indica que serán las armas las que van a callar, no puede permitirse que se siga anulado el otro campo de combate. Es momento de ver si la torpeza que hasta ahora ha caracterizado a las Farc en el escenario político, dado su afán por privilegiar la estrategia militar, puede revertirse de algún modo al momento de transformar el conflicto. Pero también viene el reto para el Estado y las élites de reformarse y dar respuestas a viejos dilemas que los acosan. Cuando se da el silencio de los fusiles, renacen la palabra y el debate como retaguardia por excelencia de la política y revive el aliento vital de la democracia.

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TuCancha, la nueva app de eafitenses

TuCancha App es una aplicación creada por un grupo de eafitenses, que le facilita a los estudiantes el proceso de reserva de canchas de fútbol. Actualmente está disponible para iOS, pero próximamente lo podrán descargar desde dispositivos Android.

III Seminario Internacional de Narrativas

El pasado 5 y 6 de noviembre se realizó el III Seminario Internacional de Narrativas, cuyo foco principal fue la reescritura y la cuestión de la autenticidad de las obras, con temas como los palimpsestos y los procesos de creación. El evento contó con la participación de conferencistas de Italia y Colombia.

Ana Cristina Restrepo, galardonada con un Simón Bolívar

Ana Cristina Restrepo, docente del área de Periodismo de la Universidad, fue la ganadora del premio Simón Bolívar, gracias a su entrevista a Carlos Gaviria Díaz, Pensamiento, palabra, obra y omisión, publicada en el 2014 en la Revista Universidad de Antioquia.

El grupo escénico de EAFIT presenta Ofelia

El próximo 19 y 20 de noviembre se presentará en Casa Teatro El Poblado, la obra de teatro “Ofelia o la madre muerta”, de Marco Antonio de la Parra, representada por el grupo escénico de EAFIT y dirigida por Clara E. Arango.


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ANTIOQUIA VISIBLE Antioquia Visible

www.antioquiavisible.com

Uno de los objetivos de Antioquia Visible es generar información de calidad

para contribuir tanto en la formación política de la ciudadanía como en la promoción de un voto responsable y consciente. Es por esto que desarrollamos la versión 2015 del proyecto “Candidatos Visibles” , con el fin de entregarle a los ciudadanos un análisis de los perfiles de los candidatos a las Alcaldías Municipales de Bello, Envigado, Itagüí e todas las relaciones y Medellín. Esta información estará disponible en el Boletín No. 10 de Antioquia interpersonales que tenemos los Visible, próximo a publicarse. humanos, existe una bien particular. “Candidatos Visibles” Es El unaobjetivo relacióndeque existe desde hace es promover un mayor conocimiento sobre las trayectorias políticas de los aspirantes a cargos de elección popular. De esta mucho tiempo en nuestra sociedad manera, la información recolectada y sistematizada ofrece datos generales como colombiana, principalmente en la nombre, partido político, nivel educativo, edad y corporación a la que aspira. No antioqueña. Se da más que todo en las obstante, al análisis de esta información se sumó la elaboración de una base de datos familias de clasediferentes, media y alta, y esénfasis tan consistió en determinar cuatro aspectos de 36 variables y cuyo tradicional como la religión con misma. fundamentales relacionados la trayectoria política de los candidatos: la forma en

D

la que ingresó la candidatura, Uno de losa sujetos siempre elestipo una de capital político, si se establecieron o no coaliciones a nivel local, regional y nacional, y su posición respecto a algunos temas mujer, la cual no es la madre de los coyunturales. hijos pero prácticamente los cría. Ella, queEn pasa el 20 tiempo en el hogar totaltodo fueron los candidatos por los que se indagó en las diversas fuentes de pero no es su dueña. Ella, preparaincluidos debido a que retiraron su postulación información, algunos de ellosque no fueron todavez lainiciado comidaelpero es de la campaña. última enPara el caso de nuestro análisis, se definieron una periodo probarla. Ella, a quien queremos como cuatro fuentes de las cuales pudo haber procedido el capital de los candidatos, según el un miembro más de la familia, pero texto del profesor Manuel Alcántara que (2015) “La carrera política y el capital político” no prensa). duerme ni pasea con nosotros. (en 1.Evidentemente, Capital políticoes un vínculo bien peculiar. 1.1 Electoral: proviene del caudal electoral que ha tenido el candidato si ha Al ser algo tan común endenuestra aspirado antes a cargos públicos elección popular, como representante de un partido cultura, pocas veces –o más bien nuncao movimiento político determinado. Frente a este tipo de capital político electoral se nos cuestionamos sobre la infinidad analizaron los candidatos que participaron en las elecciones de autoridades locales y de curiosidades y paradojas que regionales del 2003, 2007 y 2011 y al Congreso en 2006, 2010 y 2014. A partir de surgen alrededor de esta relación; y no este análisis se encontró quede 12 juzgar de los 20 necesariamente con el fin si candidatos que participaron en la contienda electoral del 25 de octubre, habían aspirado a algún cargo público en los comicios está bien o está mal, o si es ético o no, electorales autoridades o legislativas anteriores, lo que corresponde al 60% sino con lade mera intenciónlocales de percatarse de los candidatos que fueron objeto de estudio. de lo extraña que es. 1.2 Técnico: Elpor capital políticodetécnico Empecemos el hecho que “proviene del nivel de formación adquirida yenposiblemente completada experiencia profesional en instancias laborales, la relación en cuestión, con una cierta persona como pueden ser, entre otros, la ingeniería, le da a la otra la responsabilidad de la medicina, las finanzas, la administración de empresas, la propia abogacía.serEllas cumplir con olos que deberían sus terminan dotándole de una expertise técnica que le abre la puerta del mundo de la política por su funcionalidad” (Alcántara, 2015, deberes más personales: lavar los pág. 11).tender la cama, limpiar el baño, platos,

preparar la comida. delseoficio de que los candidatos que tenían un capital De acuerdo a lo Gajes anterior, determinó ser adulto. En otros lugares del mundo, proveniente del nivel de experiencia y formación adquirida en un área especializada desde 12, quelolos sonenaún niñosporcentuales se fueron quehijos equivale términos al 65% de los aspirantes analizados. les enseña a cumplir con este tipo de Y 11 adquirieron experiencia profesional técnica en cargos a nivel local (municipio), responsabilidades: quien tieneyque tres a nivel regional cada (departamento) tres a nivel nacional (país). Teniendo en cuenta llevar su ropa sucia al cesto, losexperiencia días que un solo candidato puede tener en dos niveles distintos. para lavar los platos se reparten, cada Familiar: El capital familiar “procede del legado familiar como uno1.3 tiende su propia camapolítico antes de consecuencia de pertenecer a una saga salir a trabajar o a estudiar, etc. ¿Será con antecedentes y experiencia en la vida política que proveen la persona candidata algo cultural? Pues aaquí, pareciera que de símbolos, contactos y redes” (Joignant en Alcántara, 2015, pág. 11). tenemos una pereza colectiva de cumplir conDe esas tareas, con por lo señalado, tanto recurrimos acuerdo solo dos candidatos tenían algún familiar (padres, a contratartíos, una persona, mujer, para hermanos, primos yuna conyugues) que había aspirado a algún cargo público: (1) que las haga Mira, por nosotros. Cesar Suárez candidato a la Alcaldía de Bello y sus hermanos Olga Suárez Mira

(Senadora por el Partido Conservador) y Oscar Suárez Mira (Ex alcalde de Bello y ex congresista). (2) Héctor Hoyos Meneses, candidato a la Alcaldía de Medellín y su padre Óscar Hoyos Naranjo, quién se desempeñó como Constituyente, Concejal de Medellín y Diputado de Antioquia.

de 17 candidatos a las Alcaldías de Bello, Envigado, Itagüí y Medellín fueron partidistas, y 3 no partidistas pues fueron por firmas. De los primeros, 11 tenían alguna trayectoria en el partido y 6 ingresaron por cooptación, es decir, obtuvieron el aval de distintos partidos políticos.

1.4 Económico: Alcántara (2015) señala que éste procede de una renta económica que le permite al candidato contar con el dinero suficiente para costear las actividades relacionadas con la campaña. Se dice que este tipo de candidatos puede llegar a ser confiable a los ojos de los ciudadanos que consideran que esto evitaría que se vinculen con dinámicas asociadas a la corrupción.

3. Coaliciones. Además de la financiación de la campaña, la existencia de un grupo de apoyo es esencial al analizar la elección de determinados candidatos; esto porque el respaldo de empresarios regionales y representantes de cargos de elección popular contribuye a un considerable fortalecimiento de la campaña. Debido a las anteriores razones, evaluamos las redes políticas que se establecieron a nivel regional, local y nacional.

El ordenamiento jurídico colombiano adopta un sistema mixto de financiamiento de las campañas electorales, además determina la competencia del Estado para establecer los límites a los aportes que los particulares destinan para dicho fin, y los límites a los gastos que los partidos y movimientos políticos realizan en el desarrollo de la campaña de sus candidatos. El análisis del capital político económico indagó por las fuentes de financiación privada: capital del candidato o su familia, aportes de personas o empresas, líneas especiales de crédito y las provenientes de las actividades realizadas por el candidato. Los recursos de solo dos candidatos a las Alcaldías Municipales provinieron de los aportes de empresas debido a su procedencia familiar. Lo que confirma el hallazgo de la Encuesta sobre la Financiación de las Campañas Electorales y la Corrupción Política en Colombia (2014): los vínculos personales o familiares son el motivo que prevalece en el momento en que las empresas efectúan determinadas contribuciones a campañas electorales. 2. Ingreso a la candidatura: puede ser de tres formas: (1) Trayectoria dentro del partido, (2) Cooptación del partido y (3) No partidista. Se identificó que el tipo de ingreso

De los 20 candidatos a las Alcaldías Municipales analizados, 12 recibieron apoyo a su campaña de aspirantes a la Alcaldía de otros municipios o a la Gobernación y 10 fueron apoyados por Representantes a la Cámara o Senadores de la República. Para conocer más detalles sobre la trayectoria política de los candidatos a las Alcaldías de Bello, Envigado, Itagüí y Medellín, su posición sobre algunos temas coyunturales y los perfiles de los nuevos Alcaldes Municipales que se eligieron en los comicios electorales del pasado 25 de octubre, los invitamos al II Foro “Seguimiento Legislativo: herramienta para la rendición de cuentas”. Se realizará el próximo viernes 13 de noviembre, de 9:00 a 12:00 en el aula 38-222. Contaremos con la presencia del catedrático de la Universidad de Salamanca, Manuel Alcántara Saéz, quien estará a cargo de la conferencia “El estudio de los políticos” y comentará los resultados de las dos investigaciones del 2015 realizadas por el Semillero “Legislación y política” de Antioquia Visible. ¡Los esperamos!


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“No se sabe, tampoco, cómo empieza una vocación pero es probable que haya sido así: el día de sus nueve años en que el niño levantó la toalla con que su madre le impedía ver las curaciones ardientes y miró y, allí donde recordaba una mano, el niño no vio nada. Nada por aquí. Nada por allá. Ahora la ves. Ahora no la ves”. Leila Guerriero. Fragmento perfil René Lavand. Andrés Octavio Cardona acardo36@eafit.edu.co

Así como René Lavand, el mago manco argentino, encontró su vocación salvavidas de repente en medio de la tragedia infantil de un inesperado accidente automovilístico, así por arte de magia, Leila Guerriero halló en la escritura su verdadera pasión, su fuego interno, un ímpetu férreo que la ha llevado a trascender fronteras y consolidarse como una de las referentes del periodismo iberoamericano en el siglo XXI. Y es que la inspiración que ha hecho de ella una de las mejores escritoras de habla hispana en la contemporaneidad, recae en la mirada exhaustiva y sincera que enfoca en cada una de las historias que encuentra en las calles, en las personas más irrelevantes a primera vista o en aquellos héroes cotidianos que, como René Lavand, pasan del furor mediático al ocaso en un abrir y cerrar de ojos. Un éxito que para muchos hoy destella, mañana tal vez

no… Así, por arte de magia, como el paso del turismo al periodismo de la escritora argentina, un cambio repentino y radical.

las páginas avanzan.

Louise Glück, el Primer Parra, Claudio Bertoni o Idea Vilariño, dentro de los poetas que consulta con frecuencia. Pero también Gay Talese, Gabriel García Márquez o Truman Capote, un trío periodístico de quilates, son parte del universo inspirador de Leila Guerriero, la periodista que jamás estudió periodismo.

El perfil escrito entre los géneros periodísticos, es uno de los que requieren un cuidado sutil extremo pues exige mantener la singularidad de cada persona, con una fuerza narrativa que capte la atención del lector y cree verosimilitud: “donde el verdadero secreto y arte está en saber mirar”, indica Leila como uno de los ases que tiene a la hora de retratar a una persona, un formato narrativo que, como pocos autores, utiliza de manera prodigiosa.

Anecdótico resulta que la carrera en turismo que culminó Leila no la haya ejercido nunca profesionalmente. Por el contario, los viajes que la han llevado por decenas de países corren por cuenta de las letras: crónicas y perfiles con un trasfondo universal, en los que la esencia misma de cada persona o lugar transpira y se intensifica a medida que la historia y

Transmitir emociones, el clima y la atmósfera de las escenas y los entornos a la vez que se sirve de mediador entre perfilado y lector es otro de los puntos que, con la paciencia del pescador, Leila pincela en los retratos escritos, logrando cierta invisibilidad con el personaje para que el texto final llegue al público de la manera menos acartonada y rígida posible.

Otro as a la hora de realizar un perfil es “pasar desapercibido, transportar al lector una familiaridad y confianza abierta para que éste tenga un contacto íntimo y cercano con la historia y el personaje que pasa, página a página, ante sus ojos”. Y así, en los detalles más imperceptibles y situaciones banales que contienen información valiosa, es que las grandes historias de Leila han obtenido reconocimientos, como el recibido en 2010 por la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano Gabriel García Márquez por su texto Rastro en los huesos, crónica sobre la dictadura argentina o el premio Konex en 2014 por su trayectoria periodística en crónicas y testimonios. Un currículo en el que la periodista argentina, paso a paso, hilvana letras con técnicas de prueba y error, y cuenta historias que marcan trascendencia por su simpleza y eficacia narrativa que llena espacios


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Ilustración Daniela López daniwill9@yahoo.com

y genética que queda a flor de piel en cada letra, en cada línea, en cada idea.

y vacíos que otros no han contado. Según Leila, “el buen periodista es aquel capaz de mirar todo como nadie puede ver”. De esta manera y haciendo uso de los recursos narrativos, el perfil exige una carpintería cuidadosa, descriptiva y funcional con una carga lírica y una lógica racional que informe, sensibilice y divierta. Todo en uno. Un objetivo multitasking. Así, el periodista coopera como una cámara dentro de un espacio y es quien tiene como misión encontrar el híbrido mágico entre historia y persona, “hallar el perfecto equilibrio, reflejando una complejidad textual con matices, luces y sombras que fusionan un todo”.

Dentro de esta ruta exploratoria que es el perfil, el periodista es un guía que da luces a través del mapa que traza para descubrir el alma del personaje y, para ello, crea expectativa y tira de la curiosidad de su público, ávido de sorprenderse con el siguiente paso del protagonista. En este punto, la narración gráfica se convierte en el término ideal para homologar lo que este género periodístico representa: un cúmulo de imágenes y sensaciones que se materializan mediante las palabras.

No obstante, el secreto y la verdadera esencia del perfil se encuentran en identificar el método efectivo y funcional para cada personaje e historia pues dentro del periodismo no existen verdades absolutas o secretos infalibles que lleven a la cúspide o al estrellato permanentemente sin un trabajo constante.

El objetivo en el horizonte para los ‘perfiladores’ contemporáneos es claro: crear retratos y textos atemporales, que trasciendan en la historia y tengan un carácter tan universal que, de extremo a extremo del planeta, sin importar su lengua o idioma, los lectores puedan descubrir el sentido de una obra verdaderamente estupenda: textos

subjetivos pero honestos, obras representativas y prolijas, escritos que transportan al pasado de un personaje, reproducen su presente e imaginan su futuro. Por esta razón es que es una tarea permanente para un periodista “superar las coyunturas, superar los límites de lo informativo. El periodismo narrativo, dentro del que están el perfil y la crónica, tiene sin duda un aliento más largo”. Una voz central, iluminada por voces corales enmarcadas en un espacio gráfico y descriptivo en los detalles mínimos, en lo que parece que sobra, en lo aparentemente inútil, diferencia un buen perfil de uno excelente pero que, sobre todo para alcanzar su propósito, debe tener intrínseco en sí, una curiosidad permanente por parte de su autor, una relación inseparable

No es la verdad absoluta ni una revelación divina, pero los ases narrativos de Leila Guerriero y su método funcionan y encantan a los lectores hispanoamericanos. El perfil es un camino de exploración narrativa, una carrera de largo aliento en la que hay que hacer pausas, doblar, parar de nuevo y doblar otra vez para llegar a la meta. Un fin que requiere grandes dotes de vocación, paciencia y práctica, sobre todo, práctica. Así como un día lo hizo René Lavand, el mago manco argentino, quien con su mano izquierda practicaba hasta encontrar el truco perfecto. Así, con los trucos y los ases bajo la manga de Leila, el objetivo para los periodistas narrativos es descubrir la esencia del perfil mágico: aquel que hipnotiza y transporta al lector de manera instantánea al mundo del personaje que lee. Como si viviese lo que él vive.


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ORO PEQUEÑO, RECOMPENSA GRANDE Ilustración Daniela López daniwill9@yahoo.com

Felipe Arcila G.

farcila@eafit.edu.co

No

Alicante, Calderas, Porce, Ité, Socorro, entre otros. Trabajé casi siempre con otro de mis hermanos y mi cuñado, el propietario de la draga, y ya el maquinista lo contratábamos en el pueblo. Después de mucho tiempo compré una draga con mi hermano y a medida que comenzamos a sacarle provecho con la producción, comenzamos a beber y a beber.

me vaya a hacer un video ¿listo? Veamos… ¿quién soy yo?… pues, me llamo Héctor Ramírez, estoy casado y tengo tres hijos. ¿Qué le puedo contar de mí?… a ver. Aún recuerdo cómo, a mis 10 años, acostumbraba con mi hermano a barequear en el río Nare, en una finca que tenía mi familia. Pero eso fue hace mucho tiempo. ¡Ah!, ya me están comenzando a dar duro estos añitos y eso que apenas tengo 48, cómo será a los 70. Se podría decir que ese fue mi primer acercamiento con la minería artesanal, pero cuando me adentré de verdad en ella fue en el 86. Tenía 19 años, había acabado de prestar servicio militar. Todo comenzó cuando mi mamá, con un cuñado mío, compró una draga. Para que entienda, una draga es una balsa con motor, y contiene un tipo de máquina aspiradora que va succionando el material subacuático. Esta lo sube y lo pasa por una matraca, un cajón de aluminio con una malla gruesa, para después lavarlo, filtrar la arena y que queden las pequeñas piezas doradas. Trabajaba principalmente en el río Nus, en Caracolí, Antioquia. Buen oro había por allí, y eso significaba, una buena recompensa. Generalmente íbamos dos buzos y un maquinista, y la partición, sencillamente era así: nosotros, que buceábamos, ganábamos un 20% cada uno y el otro un 10%. El 50% restante iba para el dueño de la draga. El trabajo del maquinista era estar siempre en la superficie estando pendiente de nosotros, del manejo de la balsa y de cualquier altercado que pudiera suceder como problemas internos o crecientes en el río. El trabajo de los buzos es algo más complicado. Nosotros nos encargábamos de sumergirnos y aspirar la tierra, pero cuando uno está allí abajo, no se ve nada, ya que la mayoría de esos ríos tienen agua sucia. Además, al ser lugares tan pedregosos y como uno está moviendo la tierra, varias rocas le pueden pegar a uno de manera muy agresiva, pero con el tiempo, el oído se agudiza y uno aprende cuándo una piedra va a caer

para u n o poder retirarse. En fin, uno se hunde con la boquilla para que ella aspire la tierra y se debe estar pendiente de qué entra y qué está atascando la entrada. Con esto, se logran hacer huecos en la tierra, barrancos submarinos muchas veces de hasta seis o siete metros, y mientras más se avanza, más va comiendo. Diría yo, y me perdonarán el machismo, pero es un trabajo muy masculino. No era para nada usual ver a una mujer sacando oro, pero eso sí, de vez en cuando, llevábamos a una mujer para que nos hiciera el almuerzo; la de nosotros era Nuri. En verdad que es un trabajo muy peligroso. Un hermano mío, Alfredo, murió en el oficio. Estaba trabajando con otro compañero, yo no estaba ese día, era un tal Francisco si bien recuerdo. Acabaron a medio día, que era el tiempo usual de trabajo, y el tal “Pacho” le advirtió que la zona era muy peligrosa por la cantidad y la magnitud de las piedras. A él no le importó y se metió otro rato con el ansia de sacar más oro. Una de las rocas le dio un golpe en la cabeza y se lo llevó. ¡Pues sí!, yo seguí laborando y buscando oro. Logré navegar otros ríos como el San Bartolomé,

Como le mencioné ahorita, por lo general solo se trabajaba medio día, así que el otro medio era para tomar. ¡Y qué borracheras! En una ocasión dejamos la draga en el río y nos fuimos para unas fiestas en un pequeño pueblo llamado La Pesca. Había reinado y todo. Bebimos, nos amanecimos y cuando volvimos, eso sí, con un guayabo el berraco, ya no estaba la draga. Contratamos a un motor canoa del pueblo y logramos encontrar la balsa, pero se habían llevado el motor y el compresor que le da el aire a los buzos para respirar. Hicimos inteligencia y logramos descubrir quién había sido. Un tipo que trabajaba en un taller. Le caímos una tarde, sin reclamarle nada, y nos comenzamos a tomar unas cervezas a su lado. Este se hacía el bobo, nos preguntaba por el robo con tranquilidad y con el mayor de los descaros nos recomendó ir a donde una bruja que leía las cartas para saber el paradero de nuestras cosas. Pero como dicen por ahí: “pueblo pequeño, infierno grande”. Nos enteramos de que la tal bruja era familiar suya y lo que quería era sacarnos más plata. Qué tal el descarado ese, ¿ah?, pero igual nosotros nunca fuimos malas personas y dejamos ese asunto ahí quieto. Más bien, la balsa con la que quedamos, se la dimos a mi mamá para otra draga que quería montar. Y hablando de brujos, mi mamá sí creía mucho en ellos. Una vez contrató a uno dizque para que nos dijera exactamente el paradero de lo que nos habían robado. Llegó el tipo con unas ramas y a hacer un baile todo exótico allá y a mí y a mi hermano nos provocaba era sacarlo a pata. La verdad es que seguramente, lo que nos robaron ese día era para vender, porque competencia no existía en ese negocio. Si yo trabajaba en un tramo del río, nadie más se metía ahí, uno tendía un lazo donde quería señalar que era de uno y ya se lo respetaban. La competencia sí era entre los compradores del oro. En los pueblos había muchos. También, algunas veces lo vendíamos en el Banco de la República, donde lo pagaban por ley, es decir, la pureza del oro. En el 95, ya aburrido por no sacar tanto oro, decidí retirarme del oficio. Después de haber lavado esos ríos con la draga no hay mucho qué encontrar. Todavía conservo una nariguera de oro de los indios que encontré una vez. Claro que logramos encontrar más cosas, como por ejemplo unos anzuelos bellísimos. Y uno que los vendía, sabiendo que en aquella época lo pagaban simplemente como oro y no como la reliquia y la antigüedad que era. ¿Sabe qué? En el campo se vive muy bueno, hay menos preocupaciones que en la vida de ciudad. Fue una etapa de mi vida muy tranquila y muy bonita en la que realicé un oficio que me llenó de muchas experiencias, experiencias que aún conservo en mi mente, como mis recuerdos de oro.


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Camilo Montoya C. cmonto41@eafit.edu.co

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Ilustración Juan Esteban Tobón flickr.com/photos/pecessubatmicos

El Polideportivo Sur de Envigado tiene capacidad para once

mil espectadores pero rara vez se llena. A pesar de ser el estadio en el que por mucho tiempo jugó cada ocho días un tal James Rodríguez o Fredy Guarín o Memín Pabón, y una docena de ídolos más como Gio Moreno, Juanfer Quintero o Mao Molina, las tres tribunas –porque en donde debería estar la oriental hay un parqueadero y un par de casitas- solo se colman si el Envigado F.C. enfrenta a un rival como Nacional o Medellín. Porque esos rivales sí llenan estadios. El Envigado no. El Envigado a duras penas convoca unas dos mil cabezas por encuentro. Uno se sienta en la grada un domingo y se encuentra con que una tercera parte de los asistentes son niños de las escuelas inferiores. Otro grupo grande son familias cuyos planes domingueros derivaron en una tarde de fútbol. Casi no se ven camisas del equipo naranja, y las pocas banderas y cánticos que se entonan surgen de un grupo de rubios altos que a leguas se distinguen por extranjeros, que se han autodenominado como “los gringos del Envigado”, y que pueden ser, con el permiso de los envigadeños, los seguidores más fieles del equipo naranja. Así es. Un grupo de ingleses, sudafricanos y alemanes son los que prenden la fiesta en el Polideportivo Sur de Envigado. Y cantan, saltan, corean el nombre de los jugadores y lo alientan con el fervor de quien es hincha de nacimiento. Pero ellos nacieron a nueve mil kilómetros de aquí. Qué lindo que es el fútbol, pibe, diría Pablo Stecco. Simon Edwards es uno de los que canta, salta y corea el nombre de los jugadores. Corea, como no, con su peculiar acento paisa-británico. A Frank Fabra lo pronuncia como si ese nombre se lo hubieran puesto en Birmingham y no en Nechí, Antioquia. Simon (obviamente no Simón sino “Saimon”) es un londinense blancuzco, rubio, ojiazul y enfermo por el fútbol como buen británico. Llegó a jugar como semiprofesional para el Norwich City y a la par de ser hincha naranja es supporter del Arsenal inglés. Llegó a Medellín en el 2009 y estuvo un mes por vacaciones. Regresó en el 2010 y esta vez se quedó un año. Le gustó mucho. Volvió a Inglaterra, terminó sus estudios, y se radicó en la ciudad de la eterna primavera. Simon, como una calabaza, fue primero verde antes de ser naranja. Iba recurrentemente a los partidos del Nacional, motivado por encontrar en la cancha a uno de los equipos más grandes y laureados de Colombia. Su hambre de fútbol y una invitación de sus amigos británicos lo llevaron a ver cierto día uno de esos partidos insignificantes del rentado colombiano: Águilas de Itagüí vs. Envigado. Ese fue el primer día en que vio a la naranja mecánica criolla. “Yo creo que ese día había 40 extranjeros en el estadio. Antes yo era como ‘ah, chévere, chévere, ser hincha del Envigado’, pero era hincha de Nacional. Pero yo fui a ese partido y fue algo muy chévere, algo diferente”, afirma Simon. Lo que lo sorprendió fue encontrar tanta calidad en un equipo que, según él, seguían menos personas que cualquier conjunto de media tabla en la liga 6 de Inglaterra. “Es que uno veía el estadio en televisión y no había nada, ¡no había nadie! Cuando yo estaba trabajando en Envigado nunca, en un año, vi una camiseta del Envigado. Sólo muy de vez en cuando y era de niños que jugaban en los equipos juveniles. ¿Cómo un equipo, con todo eso, podía ser tan bueno? ¿Cómo un equipo tan pequeño podía ser tan competitivo?”. Habiendo madurado su cáscara, Simon se le pegó a otro inglés, Ollie Lythe, que ya llevaba más tiempo viviendo en la ciudad y alentando al Envigado. “A

Ollie le gustaba eso de ser hincha de un underdog, de un equipo que tiene menos plata que los otros pero que tiene filosofía, que tiene buenos jugadores. Cada punto que lograba el Envigado era una celebración y eso a Ollie le gustaba mucho”. Con el tiempo, Ollie invitó a más amigos extranjeros a ver al Envigado. Así se formó una barra recurrente -quizás la única- que cogía cada domingo el Polideportivo Sur de fiesta, y que teñía un ínfimo sector del graderío con alegría y diversión. El equipo rápidamente se dio cuenta de que no eran extranjeros que venían una vez y ya, sino que se trataba de un grupo reiterado y los apoyó. Les regaló camisetas y los acogió como si fueran el hijo perdido de la familia. Conocieron a los jugadores y trabaron una relación que Simon juzgaba, solo era posible en equipos anteriores, incluso, al semi-profesionalismo: “Si tú eres hincha de Nacional, por ejemplo, y quieres conocer a un jugador cualquiera, es posible que tengas que ir a un centro comercial y hacer una fila de una hora solo para que te firme algo. En Envigado no. Después de un partido es como ‘Hey, ¿qué más? ¿Tomamos algo?”. En los partidos se empezaron a escuchar versiones criollas de los cánticos ingleses. Y a las demás personas que visitaban el Polideportivo Sur se les pegaban y las repetían. Así, los envigadeños se acoplaron a la barra inglesa y la cosa pasó de ser un peculiar alboroto de extranjeros a lo que hoy se reconoce como La Familia Naranja: el esfuerzo conjunto entre la barra de Simon y de Ollie y los cada-vez-más recurrentes asistentes del Envigado por imprimirle cariño y entusiasmo a un equipo necesitado de ello; por animar a ese animador recurrente de la Liga Águila que, en su humildad, juega en el tercer estadio más pequeño de la categoría, alberga a jugadores semiprofesionales en austeras habitaciones bajo las graderías y expide sus uniformes en una tienda que se dedica a vender uniformes escolares. Pero que, con todo eso, tiene hinchas fieles de nacionalidad europea. La Familia Naranja aún es joven, tiene un largo camino por delante. No hay que olvidar que el Envigado apenas roza los 25 años de edad, y que sería imposible compararlo con un Deportivo Independiente Medellín, que ya tiene más de 100 años, o un Atlético Nacional, que tiene más de 60 años y una historia repleta de copas y triunfos. Pero, en su juventud, ya tiene un apelativo por el que se ha hecho reconocer: es la “cantera”, el plantel que proyecta las grandes estrellas del rentado en un futuro. Seguramente la familia seguirá creciendo. La mancha naranja cada vez se torna más visible en el estadio. Ya van más niños que se motivan por ver el equipo en el que empezó James Rodríguez. Y, tal vez, la colonización inglesa deje sus retoños al miramiento naranja. Y quizás, en un futuro, se verán chiquitines blancuzcos, rubios y ojiazules. Porque, como advierte Simon, “casi todas las personas se convierten en hinchas porque siguen al equipo de su padre. Pero hoy, si tú eres hincha del Envigado no es por tu padre. Esta puede ser la primera generación con niños que alienten al Envigado y, sin duda, mis hijos van a ser hinchas del Envigado”.


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UN POLÍTICO ALA MEDIDA

Agradecemos a todos los niños que participaron de esta actividad,

Redacción Nexos

edicionnexos@gmail.com

— Mamá, ¿quién es ese? — El gobernador, hijo — ¿Y es bueno o es malo? — Malo hijo, todos los políticos son malos — Entonces, ¿por qué tiene una foto con mi tío? — Porque son amigos —¿¡Mi tío es malo!? — No, pero su amigo sí — Pues uno no debería tener amigos malos Y así, este niño de seis años acaba de ser introducido al mundo de la política, pensando que todos son malos. Que este país no tiene arreglo, que aquí no hay salida. Y cuando llegue por primera vez a un puesto de votación marcará la equis sobre el candidato menos malo. Porque “malo hijo, todos los políticos son malos”.

especialmente a la Institución Educativa San Roberto Belarmino. Resulta que nosotros, que decimos ser los constructores de un mundo para ellos, vamos fallando en aquello de hacerlo mejor. Porque no puede haber nada de bueno en una sociedad basada en la desconfianza y la resignación.

¿Las mujeres pueden ser alcaldes? ¿A qué mujer postularías?

Estos niños, los que reciben nuestros pésimos comentarios sobre el manejo que se le da a nuestro país, difícilmente crecerán pensando en la posibilidad de un cambio. No votan aún. Tal vez no representan el público con el que los políticos llenan las urnas. “Son muy jóvenes para hablar de política” -dirán algunos. Pero ellos están ahí, a veces silenciosos escuchando. A veces con preguntas tan sencillas como trascendentales. A continuación revelamos entonces una pequeña parte de nuestra realidad política: la parte de los que ni siquiera pueden votar, de los que poco conocen sobre esto y desde ya lo depositan sin problema en el cajón de las cosas buenas o en el cajón de las cosas malas.

Un personaje ficticio que crees, sería un buen alcalde para Medellín


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¿Cómo debe ser un alcalde?

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¿Qué pasaría si no existieran los políticos?

¿Crees que una persona homosexual puede ser alcalde?

Si fueras alcalde, ¿qué harías? ¿Qué problemas solucionarías?

¿Los alcaldes son buenos o son malos?

Tres deseos que le pedirías a un alcalde

¿Qué debe estudiar alguien para ser alcalde?

¿Prefieres que un alcalde te de más juguetes o una mejor educación?

¿Serías alcalde?


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VIVIR PARA CUIDAR DE LA MUERTE

Paulina Echavarría

pechava2@eafit.edu.co

El carnaval, con sus alegrías y

su fiesta, no es otra cosa que la lucha entre la vida y la muerte. La reina del carnaval, que viste de un blanco puro e infinitamente pulcro, se deja deja llevar por un mar de muertes, que la cargan de mano en mano: todas vestidas de un negro noche. La cargan por esas calles costeñas; una cuadra, una mano a la vez, hasta llegar a la plaza principal. Allí, con su blanco níveo, ella vence a la muerte: mueve la mano a través de la multitud; agitándola y haciéndola caer a sus pies. Justo ahí, la batalla entre ambos la gana la vida… pero no por mucho. En esas mismas calles o tal vez en otras que se repiten en nuestra Costa, familiares y amigos ríen, comen y juegan. Los hombres están reunidos y se dedican a sus juegos y al trago, las mujeres hablan y los jóvenes y los niños gozan entre gritos y carcajadas. La comida es deliciosa. Todo lo mejor que se puede servir se sirve ese día y todo lo que se puede deleitar se hace también. Es la noche ocho y lo que se hace es, casi, la fiesta de la muerte. Todos, en medio del disfrute, se preparan para esa novena noche. El día que sigue es diferente: es el día más doloroso de todo. Se refuerza el sufrimiento al recoger los arreglos de flores, los mantos y al dar por terminado el velorio. Es la hora de llorar y despedirse. Se llora mucho más al muerto en la novena noche que el día mismo de la muerte. Gabriel se mueve en su silla mientras habla. Su voz es cercana a un susurro cálido, marcada por un siseo costeño que le da ritmo a sus palabras. Habla con las manos y mueve sus cejas de arriba a bajo mientras habla:

no solo de su vida sino de la Vida y de la Muerte. Su cuerpo, mejor que sus palabras, expresan esos recuerdos de su tierra natal: de ese norte del país que vive y muere tan diferente como se hace aquí, en el centro de Colombia. Gabriel está sentado en el laboratorio de tanatopraxia, que es también la morgue, el cual coordina desde hace 5 años: un quinquenio en el que ha vivido para cuidar de la muerte. *** Esa sensación de encontrarse con la muerte, para todo el mundo, no es una cuestión del día a día. Para muchos, el fallecer está entrelazado con oleadas de matices, muchas veces incomprensibles. El dolor, la tristeza, el temor, la desorientación son sabores que se van quedando no solo en la boca, sino también en la vida de quien se enfrenta con esa palabra misteriosa: ese tabú que se alimenta del llanto y de la incertidumbre. Las mesas de metal; relucientes, las baldosas de las paredes; pulcras, los estantes de la habitación; repletos de cadáveres congelados en el tiempo en un líquido verdoso con una piel de aspecto pegajosa y resbaladiza. El susto, el desagrado y el vacío en el estómago es lo que suele suceder cuando la muerte se posa en nuestro camino y se siembra en un campo fértil de perplejidad. Eso es lo que pasa cuando, sin darle muchas vueltas al asunto, alguien entra en un laboratorio de tanatopraxia. Allí, en el Tecnológico de Antioquia, los huesos y cadáveres tienen un espacio privilegiado: son sometidos a cuidadosas atenciones para mantenerlos conservados y no dejarlos al olvido perpetuo de su estado natural. Las fibras, las membranas y los

Fotografía Juan Felipe Garcés juangarcesmo@gmail.com

tejidos son conservados, recuperados y hasta momificados. Los estudiantes del Tecnológico pasan por esa aula particular para aprender no solo de la muerte sino también de la vida: la vida a la que pertenecieron esos huesos y de la que ahora se sabe tan poco. Para los antropólogos, los criminalistas, los tanatopraxistas y los médicos, la muerte tiene un matiz diferente: unos ojos que ven lo que muchas veces no somos capaces por el dolor. En estos campos de la ciencia, la muerte se trata diferente: se trata con cuerpos no identificados; con individuos esqueletizados. Para Natalia Restrepo, antropóloga forense, es necesario cambiar la percepción, dejar de verlos como simples objetos y devolverles su identidad: darles el estatus de individuo. “Estuvo vivo, tuvo una familia que lo está llorando, tiene un doliente y por tanto merece respeto, merece que se le devuelva ese nombre y esa es la labor social de la antropología forense”. “Maquillar la muerte es una afrenta del hombre, cuando está en toda la vitalidad de la vida, de escapar; desafiar la muerte; (…) cómo maquillamos el cadáver, cómo volvemos el cadáver un objeto de estudio” afirma German Santilla, director del laboratorio de tanatopraxia del Tecnológico de Antioquia. Santilla tiene una voz profunda y pronuncia las erres con fuerza. Su trabajo no es tanto la muerte sino el cadáver y el contexto social y científico. Como el mismo lo

dijo: la tanatopraxia quiere desafiar la muerte para reafirma la vida. *** La gente va vestida de blanco, en su pecho se ve la mitad de una hermosa cara femenina que comparte su rostro con una descarnada calavera. Los participantes del festival comparten ese color con la reina del carnaval costeño. Si bien ninguno de ellos –profesores, estudiantes e invitados- puede mover su mano para vencer la muerte, sí comparten por primera vez el Festival Antropológico de la Muerte. “El primer festival, como es un gran macro proyecto, lo estamos visionando en la sensibilización. Queremos quitar el estigma que la violencia más la muerte es igual a Medellín. Más que la muerte como tal, estamos trabajando el tema del derecho a la vida. La no vulneración al derecho a la vida”, afirma Gabriel, que desde su morgue y en compañía con otros tantos profesores y alumnos ve nacer este proyecto. Personas que luchan contra la violencia desde sus particularidades y colectividades; la violencia y la desigualdad que se vive no solo en Medellín. Universidades como la Universidad de Medellín, el ITM, la UdeA, la UNAULA, la Universidad Cooperativa de Colombia, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, la Corporación Universitaria Adventista de Colombia, la Fundación Universitaria Claretiana y el grupo de investigación BIOSEOL han unido fuerzas para tener esta primera aproximación no solo académica sino también cultural a ese tema tabú: la muerte.


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Manuela Velásquez

mevelas32@eafit.edu.co

Vacilé 15 días para pedir un celular prestado y llamar a la clínica. No fue

fácil. Aunque sabía de memoria lo que iba a decir, temía que me fallara el guión. Temblé tanto hasta que me regañé y digité los números 310…

Una voz dulce contestó, supe que gracias a mi nerviosismo ella sintió compasión. - Te daremos toda la información cuando vengas a la cita –dijo después de que le hiciera algunas preguntas. Llegué temprano al consultorio en pleno centro de Medellín, pero esta vez con actitud firme. Me recibió una joven recepcionista que diligenciaba papeles al son de Ricardo Arjona. Y, aunque a simple vista el ambiente no era tenso, mi espíritu lloraba de terror; traté de disimularlo poniendo cara de seguridad. Pasó algún rato y con indicaciones de la chica, entré a una habitación. Allí estaba una mujer de unos 40 años, portaba delantal blanco e inspiraba calidez. Al quedarnos a solas le conté mi historia, de ficción por supuesto. A los dos minutos si acaso, amablemente dijo: - Debes saber que la ley te ampara en caso de violación, malformación del feto y peligro para la salud de la madre, ya sea física o mental. - Pero a mi ni me violaron, no sé si hay malformación y… - Y quiero que sepas que dentro de la salud mental está que no afecte tus emociones, tu ánimo, tu proyecto de vida, el estudio, tus sueños o tu condición económica, ¿consideras entonces que estás dentro de ese rango? Al escuchar la amplia lista respondí que “claro, pues no fue planeado”. - ¡Ah sí ves! Hay un motivo legal que te apoya para que tomes la decisión. Quise mostrarme temerosa de tomar tal determinación, pero en ese momento hallé en ella gran consuelo, pues ya no era una señora con delantal, se había convertido en mi amiga. Estratégicamente abrió su computador portátil y reprodujo un video en el que una anciana decía que Dios no me iba a castigar ya que “Dios es amor” y que “ninguna criatura me podría separar del amor del Padre”, dicho esto, la miré con tranquilidad. - ¿Qué hay adentro? –pregunté. - Células, como aquí –dijo mientras se frotaba la mano. - ¿Estoy asesinando? - ¡Pues cómo se te ocurre muñeca! Estás ejerciendo el más humano de los derechos. Sí, porque las mujeres tenemos derechos. - A veces pienso que debo asumir responsabilidad frente a mis actos… - ¿Responsabilidad de qué? no te cargues con eso que pesa mucho. El sexo es inesperado, pon la frente en alto y date cuenta de que no tienes la culpa de nada –me reprochó. - ¿Tú qué harías en mi caso? - Yo no puedo influenciar tu decisión porque no es ético. Haz una balanza, imagínate con o sin el bebé dentro de tres años y toma una decisión libre. Ahora, si nos buscaste es porque ya hiciste esa balanza, me imagino; lo has pensado antes –dijo respetuosamente. Pasamos a la camilla para hacer una ecografía. Me bajé el pantalón con cierto escrúpulo, ella esparció un gel y vi su cara de incógnita. Quise disimular preguntándole aceleradamente si veía algo, “estoy apenas buscando”, respondió. Insistí y me incliné para ver la pantalla. - Aquí veo algo –señaló una mancha blanca. - ¿Entonces sí estoy en embarazo? –la miré aterrorizada. - Pues hay algo muy pequeño, pero no sé si sí es un embarazo. Toma mucha agua hasta que quieras orinar y volvemos a revisar. Salí al baño por el agua y ya las sillas de espera estaban ocupadas por jóvenes. Una de ellas tenía cara de angustia, otra, por el contrario, estaba muy segura, se paró al frente de la recepción, sacó un fajo de billetes, a lo que la recepcionista le dijo: “tómate este acetaminofén, vas al baño y te pones esta toalla higiénica”. “¡Qué tal! El acetaminofén ya es abortivo”, pensé con ironía. Entré de nuevo al consultorio. Otra ecografía; esta vez me revisó una mujer sin delantal, pero

igual de dulce. Era la jefe, lo supe por el trato que le daba a la cuarentona. “Veo algo”, y señaló una mancha, pero esta vez negra. - ¿Confirmado? - No. es muy pequeño y no te puedo asegurar nada. Si estás en embarazo tienes si acaso 15 días. - No puede ser –me paré agitada. - Mira, vamos a esperar una semana para que crezca unos 4 milímetros y así poder verlo bien. - ¿Seguro hay algo? - No. Aquí te vamos a ayudar sin importar la decisión que tomes. Tranquilízate y piensa bien en estos días cómo será tu vida con el bebé o sin él. ¿Qué es lo que te da miedo? - Sinceramente, -la miré a los ojos- me da miedo que esto sea un asesinato. - ¡Para nada! Es solo un feto. Y no es pecado, en la Biblia en ninguna parte dice la palabra aborto. - ¿No, cierto? – quise que hablara más. - No, antes dale gracias a Dios que te da la oportunidad de estar acá con los recursos para pagar este procedimiento. Es una bendición. Miré fijamente a ambas. Hablaban reiteradamente sobre los derechos de la mujer, la realización personal y la felicidad. En ese lapso me encerré en el papel de embarazada y confieso, me convencieron perfectamente, con indirectas tan directas, tan sutilmente, con tal respeto, que quise abortar… hasta que recordé que todo era una farsa. En Colombia se realizan al año 412.000 abortos, según el diario El Espectador. Claramente el número es mayor, pues esos son apenas los registrados; y es que hablar de derechos es fácil, aún más cuando a quien le son violados no puede hablar. También es fácil hablar de condones y pastillas, pero qué difícil es hablar cuando estos fallan. Muchos hablan de libertad sexual, y es que es fácil cuando quien asume las consecuencias de dicha libertad es un no nacido, que aunque precisamente no ha nacido, sí vive. En medio de la asesoría con las dos dulces mujeres, pensé si valía la pena tener que pasar por el dilema de terminar con la vida de nadie para mí, o de “nada” para ellas; tanto problema en nombre de la libertad sexual. Las miré de nuevo y la conversación iba en que “Dios no es castigador”. Les sonreí y dije: “lo sabremos cuando nos encontremos con él”. Miraron pensativas, acordé una cita para la siguiente semana y así dejar que el supuesto feto creciera los 4 milímetros, abrí la puerta, di las gracias y caminé hacia la salida. Una niñita salía al mismo tiempo. - ¿Cómo te fue? –le pregunté. - Bien. Aboné apenas 300.000. Esto es muy difícil, una amiga abortó y te digo que se enloqueció, esa mujer no supera eso. - ¿Y tu qué? - Yo… estoy sola. Estaba planificando pero no sé que pasó. Mis papás no saben y el man no dice nada. - Si alguien te apoyara, ¿igual lo harías? No había terminado de preguntar y la pequeña ya estaba en un llanto profundo. Movió la cabeza diciendo que no, la abracé y lloramos juntas. La acompañé a que cogiera el bus y me dijo que le gustaba el nombre Kelly, o Jonathan si era niño. Nos despedimos y me quedé pensado en la idea de que lo que había dentro no era nada, tan solo células, como de mentiritas. Semanas atrás conversé con el doctor Jairo García, profesor y médico especializado en embriología y biología celular, de la Universidad CES; valga la obviedad, alguien que sí sabe de células. Sin rodeos le dije: -Por favor hábleme en términos científicos, nada de creencias, ¿usted considera que el aborto es un asesinato? - Literalmente sí. Porque es la interrupción de la vida. Caminando en medio de vendedores ambulantes pensé: “y entonces, ¿por qué en la clínica dicen que solo son células?”. Lo obvio salió a la luz: a diario hay decenas de mujeres dejando $900.000 en la recepción para que en seis minutos las apoyen con el procedimiento.


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EL CAMINO HACIA LA VERDAD

–Mujer, yo fui uno de los que trabajó con don Ramón Isaza, ¿qué quiere decir la foto de ese man en el pecho? –Éste es mi hijo amado, mi lucero. Estos son mis ojos, mi vida. Es un ángel perdido que ustedes desaparecieron. –Ah, sí, ese fue uno de los tantos que el patrón mandó a desmembrar y lo que quedó lo tiramos al río Magdalena. Morite.

Águeda Villa G. avillag@eafit.edu.co

El 4 de enero de 1998 Cristian

Camilo le pidió permiso a su mamá para ir a Bogotá con el profesor de sistemas del colegio. Teresita, con un presentimiento al que ni siquiera hoy encuentra explicación, negó ese permiso y se puso a llorar cuando su hijo, oponiéndose a esa decisión, salió de todas maneras al día siguiente, despidiéndose de su mamá, diciéndole que nada iba a pasarle y pidiéndole la bendición. Entre lágrimas, Teresita vio partir a su hijo de casi 16 años con la sensación de que algo malo iba a pasarle. Y entonces sucedió: el 5 de enero de 1998 a las 11:40 de la mañana, recibió una llamada que solamente decía: “se los llevaron, doña Teresita, se los llevaron”. Ese mismo día viajó a Doradal a buscar a Cristian Camilo, sin éxito. Fue ahí donde empezó su camino, recorriendo los mismos caminos que su hijo desaparecido había pisado unas horas antes; preguntando por él, guardando la esperanza de recibir por lo menos una pista que la ayudara a encontrarlo. Desde ese 5 de enero, con la escasa información del secuestro de su hijo, Teresita prende a su pecho una fotografía de Cristian Camilo, como un collar pegado a su corazón, aferrándose a su imagen y a la búsqueda de la verdad.

Teresita Gaviria habla alto. Y no es para menos: es la voz de más de 800 mujeres que hacen parte de la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria, un grupo de mujeres que comparte un mismo dolor: todas han perdido por lo menos un hijo a manos de grupos armados y han vivido de cerca la violencia del país. Todas buscan una sola cosa sin descanso: la verdad. Junto a ella caminan muchas más mujeres que sufren lo mismo: la pérdida, la soledad, la incertidumbre, el constante “¿qué pasó?”, el caminar sin rumbo buscando respuestas. Así nació la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria, que reúne cada sábado en una casa del barrio Prado Centro de Medellín a varias mujeres que hablan del perdón. Muchas de ellas resignadas a no volver a ver vivos a sus seres queridos, pero con la esperanza de encontrar sus restos pronto y darle un poco de calma a sus pies y a sus corazones para continuar el camino ayudando a otras. * ** En medio de un proceso judicial penal colombiano, al haber testigos, pueden añadirse pruebas testimoniales. Cuando esto sucede se llama al acusado a rendir testimonio y a responder preguntas que las mismas víctimas de estos procesos pueden formular a sus agresores. Antes las preguntas eran revisadas por un juez; ahora, a este tipo de sesiones, se les llama “versión libre”, pues cualquier persona afectada por el proceso puede preguntar lo que quiera desde su posición de víctima y tratar de encontrar pistas que le ayuden a saber exactamente qué fue lo que pasó. Teresita asiste a estas versiones libres cada vez que puede, acompañada de otras mujeres víctimas que también han perdido algún familiar por causa de la violencia. Ella, quien es bajita y no inspira más que ternura e instinto maternal, se arma de valor cada vez que debe asistir a uno de estos encuentros, formula preguntas contundentes y trata de armar los rompecabezas que necesita tener completos: el de Cristian Camilo y el de los hijos, esposos y hermanos de muchas mujeres más. Fue en una de esas versiones libres en donde Teresita Gaviria se encontró de frente con Ramón Isaza y sus subalternos, acusados de ser los responsables de la desaparición y muerte de su hijo. “Casi me muero. Le grité muchas cosas a uno de sus ayudantes, que después de todo no era más que un campesino. Le reclamé por haberme quitado a mi hijo… Valiente la tierra haber parido semejante sinvergüenzada”, cuenta Teresita, con la voz entrecortada. “Después recordé que debía actuar como una lideresa y representar bien a las mujeres que me acompañan y sufren como yo. Me puse de pie, me dirigí a don Ramón Isaza y le dije que, si mi hijo estuviera vivo, yo sería la mujer más feliz del mundo… Que si mi hijo estuviera vivo, sería el médico de cabecera de mi familia y probablemente habría tenido que atenderlo a él”. Después de salir de esas versiones libres, que casi siempre son en Bogotá, Teresita vuelve a Medellín y les cuenta lo que escuchó a sus compañeras. “Pero no a todas. Muchas no soportarían tanto dolor. Si les digo lo que escuché, muchas se quedarían pensando ‘así pudo haber muerto mi hijo’. ‘¿En qué campo abierto estará enterrado? ¿En cuántas partes


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Fotografía Tomada de http://redesmadresdelacande.wix.com/madresdelacandelaria

lo habrán desmembrado?’ y es ahí cuando pienso que mejor no, que con ellas lo más conveniente es la espera… Que no se atormenten con hipótesis”. “Nos llamamos Madres de la Candelaria porque fue en la basílica Nuestra Señora de la Candelaria en el único lugar en el que nos permitieron hacer nuestro plantón sin ser molestadas. Antes, cuando buscábamos el espacio, mucha gente nos decía que éramos unas bobas sin oficio. Entonces el monseñor Armando Santamaría nos acogió, nos abrazó, nos dijo que teníamos que ser fuertes y que, como las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, debíamos continuar nuestra búsqueda de la verdad. Y ahí nos bautizó… Desde ese día somos las Madres de la Candelaria”, dice con orgullo Teresita, enumerando entre las labores del grupo la participación en eventos de ciudad, el envío de propuestas a la alcaldía de Medellín y el reconocimiento de la importancia de cada una de sus mujeres. “Es que estas bobas, como nos llamaban, trabajamos todo el tiempo en el mejoramiento de este proceso de búsqueda. Estas bobas, como nos llamaban, sabemos que somos iguales, que ninguna puede regañar a la otra y que la materia prima de la asociación son las víctimas y

los cuerpos que todavía no hemos encontrado”. Semanalmente, frente a la iglesia de la Candelaria de Medellín, visten una camiseta blanca con el logo de la asociación, una fotografía de su familiar desaparecido y el grito que reclama la verdad. Y es que para la asociación no importa en qué condiciones desaparecieron estas personas; si fue por guerrilla, paramilitares o simple delincuencia común. “Lo que a nosotros nos importa es calmar el dolor de nuestras madres”, dice Teresita. Con la Asociación Caminos de Esperanza Madres de la Candelaria, se brinda a las familias acompañamiento desde el primer paso en la búsqueda de la verdad hasta culminar el proceso de esclarecimiento de los hechos y la reparación de las víctimas. La asociación cuenta con la ayuda de sicólogos, trabajadores sociales y abogados provenientes de distintas universidades de Medellín que asesoran y acompañan a las madres en ese doloroso proceso que incluye búsqueda y exhumación de cadáveres, identificación de cuerpos, visitas a la fiscalía y preparación sicológica a las familias para realizar finalmente la entrega de sus familiares fallecidos.

“En este grupo hay muchísimas memorias contenidas”, cuenta Teresita, “todas estas mujeres tienen muchas historias qué contar; a veces es un hijo, otras es el padre o el esposo. Somos mujeres a quienes la violencia nos arrebató a nuestra familia, a nuestros seres más amados”, dice, mirándolas con cariño mientras trabajan en la creación de varias maquetas que exhibirán en una exposición a finales de este año, en la que retratan su dolor pero también la fuerza que han adquirido desde que hacen parte de la asociación. En el grupo no solo están las Madres de la Candelaria; muchas veces se las ve acompañadas de sus esposos y sus hijos, que también sienten el dolor. Algunos de ellos, adultos, aportan al grupo su talento y su profesión. Muchos son artistas y uno de ellos, como estudiante de sicología, prepara talleres de perdón y reconciliación en los que las Madres participan y comentan activamente. * * * De los 1.186 casos denunciados por ellas mismas, han logrado esclarecer 110. Ven el caso de la Escombrera como una luz de esperanza; saben que en la zona hay muchos de sus hijos enterrados y esperan con paciencia a que los encuentren. Cada día llegan al

grupo mujeres nuevas que se llenan de valor para denunciar, aumentando el número de víctimas que buscan día a día, hablando por fin después de muchos años de silencio y miedo. Ellas ven en Teresita Gaviria la esperanza que creían perdida. Ven, en esos 110 casos resueltos, la posibilidad de encontrar una verdad más, de saber finalmente qué pasó con sus hijos y darles sepultura después de tantos años. “Siempre que uno de los casos logra esclarecerse, muchas de ellas me miran a los ojos, me dan las gracias y terminan la frase diciendo ‘ay, Teresita, yo pensé que me ibas a devolver a mi hijo caminando…’. Ése es el dolor más grande… Qué más quisiera yo que entregarles a sus hijos vivos”, cuenta. “Lo más triste es que muchas de ellas se han muerto sin encontrar la verdad, casi todas de cáncer de mama, somatizando ese dolor de su familiar perdido en una enfermedad que se las lleva a ellas también”. Saben que el dolor es grande pero que es precisamente ese dolor el que las fortalece, y que, aunque es posible que sus hijos estén muertos, deben aferrarse a la vida y encontrar, por más difícil que sea, motivos diarios para seguir caminando juntas.


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María Giraldo Vargas mgiral95@eafit.edu.co

¿Existe un manual de la vida?

¿Existen unos parámetros universales que rijan nuestro comportamiento, nuestras acciones, nuestras emociones? No. No hay una ley universal que le indique a las personas cómo ver su mundo, cómo interpretar lo que les pasa o cómo sentir sus emociones. Cada persona lo hace a su manera, condicionada por su educación, su personalidad, por sus creencias. Y son precisamente las creencias las que más conducen los hábitos y el comportamiento de las personas. Podemos dividir a la humanidad en dos de una manera muy escueta pero útil: los que creen en un dios y los que no. Independiente de si creen mucho, poco, en uno o en varios, el mayor porcentaje de la humanidad cree en un ser superior que controla de una u otra manera lo que ocurre y que los observa desde otro lugar, y otro porcentaje mínimo se declara ateo o agnóstico, incrédulo de ese ser que creó el universo y les regaló la vida. Es increíble como los seres humanos han aprendido –o creado– cientos de rituales, reglas, mandamientos y deberes escritos en diferentes libros predicados por diferentes eminencias. Es increíble que incluso dos personas que fueron educadas durante 14 años en el mismo colegio, por los mismos profesores, conviviendo con los

mismos compañeros, terminen siendo radicalmente opuestos en sus creencias religiosas. Jose es mi amigo cristiano, y Juliana es mi amiga atea. En todos los años de amistad nunca me percaté de lo asombroso que resulta la abismal diferencia entre la percepción que dos seres aparentemente similares, de una misma especie y de una misma sociedad, pueden llegar a tener de sus vidas. Jose, un joven común y corriente, se despierta cada mañana y agradece a Dios por su familia, sus amigos, su salud. “Te pido que hoy en el devocional me hables a través de tu palabra, te pido también por el resto del día, Señor, que me acompañes a mi y a mi familia en todas las actividades que tenemos que llevar a cabo. Esto te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.”, dice Jose en su oración matutina. Juliana, en cambio, se despierta y se dirige a su universidad en donde estudia Medicina, jamás se le pasa por la cabeza que debe agradecerle a alguien por tener salud, comida y amor, pues estos son hechos de su vida que por fortuna puede disfrutar, pero como fue criada en una familia atea, nunca se le pasa por la cabeza pensar en que algún ser sobrenatural quiso que ella tuviera todo esto. Para Jose ver el cielo azul y rosa al atardecer, o una orquídea, o el mar, es apreciar la perfección de la creación del Todopoderoso. Para él

la magia y los milagros consisten en el poder divino que ha sido capaz de crear este universo, este mundo, las personas y los animales con todas sus cualidades. Para Juliana, eso no es más que un cuento de hadas, una historia que creó la humanidad para explicar todos los fenómenos entonces inexplicables. Para ella la verdadera magia y el verdadero milagro consiste en ver cómo funciona un cerebro y sus neuronas, en comprender el funcionamiento del pensamiento humano o el proceso evolutivo que ha ocurrido desde hace millones de años. “Y al fin y al cabo, ¿no es esa una coincidencia más milagrosa e increíble? ¿el que exista este mundo y esta vida por una serie de casualidades, en vez de por la creación “perfecta” de un ser “perfecto”?”, dice Juliana. Para algunos lo valioso de la vida radica en el regalo que les dio un dios que los ama y los cuida, o los vigila y puede castigarlos; para otros es más valiosa la absurda belleza de lo que pueden crear los átomos al colisionar de manera aleatoria. Para algunos ser una buena persona es seguir unos mandamientos, vivir una vida acorde a lo que predica ese ser supremo o una religión, para otros es vivir de acuerdo a lo que explica la ciencia o su propio razonamiento, su propia forma de ver la vida. Para unos tanto sus problemas como sus alegrías son producto de unas enseñanzas que ese dios quiere ponerles en el camino para hacerlos

mas grandes, más fuertes, más sabios. Para otros los problemas y las alegrías son simples sabores momentáneos de la vida que ocurren porque sí o como resultado de sus acciones. A grandes rasgos se puede ver la vida de esas dos formas. Ninguna es más válida que la otra, ninguna es más “ética” o mejor, e incluso entre de las múltiples creencias y religiones –a pesar de que algunas lo aleguen– ninguna es más correcta que las demás. Somos una especie con una historia milenaria que al fin y al cabo lo que ha hecho es buscar explicaciones a esta vida y buscar caminos para vivirla de la manera más adecuada. Si dos personas tan cercanas y similares como Jose y Juliana pueden percibir su vida de maneras tan opuestas, ¿cómo no esperar que todas las culturas y sociedades del planeta también lo hagan? ¿No es lógico que si viven en ambientes diferentes, tienen ancestros diferentes, educaciones diferentes, también van a ver su vida a través de lentes completamente diversos? Es necesario despojarse del ego que nos hace pensar que solo lo que nosotros creemos es la verdad. La verdad le pertenece a cada persona y puede variar dependiendo del punto de vista del que la mire. Tenemos pedazos de la verdad, tenemos nuestra verdad, pero nunca tendremos la verdad.


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CULPARÉ AL LIBRO POR MALAS CALIFICACIONES Martín Uribe V.

muribev3@gmail.com

Leer el reverso de un libro es

la manera más común de hacernos una idea superficial de su contenido. No se si es personal, pero al entrar a una librería los títulos me invaden: todos queriendo ser protagónicos, y se siente la impaciencia irremediable de querer absorber ese conocimiento, narraciones de todo tipo, libros de ediciones admirables: filosofía, economía, literatura. Y entre tantos y tantos se encuentran los cuentos, que dejan entreabiertas las posibilidades de imaginar destinos y finales como si fuéramos coautores o personajes de la historia. Al terminar cada una de las narraciones que están en La Caminata de Santiago Andrés Gómez, queda esa sensación extraña respecto a la realidad, similar a cuando se finaliza un libro con el que hemos entablado un encuentro fraterno o cuando se acerca el fin de un paseo inolvidable, ese vacío indefinible que se produce en el pecho al salir del cine después de ver una buena película. Este no es un libro de un viajero con aventuras extravagantes o de pasiones y amores imposibles, tampoco de personajes ficticios que conquistan mundos lejanos, ni uno de atractivos don juan. Mucho menos es un libro que se pueda juzgar por su contraportada. Es sencillo, y con sencillo me refiero a la mejor connotación que la palabra puede tener, en su origen más sabio y elemental, es claro y sencillo,

me refiero a lo que describen, en la sutileza del dolor, que deja marca, construyendo en nuestras vidas una colcha de retazos. Los personajes tendrán una herida, la vida hará gala de su lado menos amable, el lado que quisiéramos evitar pero no podemos, que a la larga es necesario. Descubrí que puede ser igual de sublime hablar de un ocaso bajo el sol que del vómito de un adolescente confundido. Aunque suene extraño tras esa primera borrachera clandestina, inocente y virginal hay más sentimientos encontrados de lo que podríamos pensar. Estos cuentos no son una salida, no son una moraleja, sólo son, pasan, y a diferencia de la mayoría de los libros en los que nuestra imaginación crea escenarios y personajes nuevos, acá es posible ver flashbacks de nuestra propia experiencia, es como leer una historia ajena pero experimentar una propia o cercana en las letras de otro. El título del libro representa un trayecto, una caminata, y eso en esencia traduce el sentido de la vida: caminar. Pero vayamos más allá. Santiago nace en el Medellín del 73. En adelante, ha dedicado bastantes pasos en este mundo a contar historias, sea desde la opinión, la crítica, las producciones audiovisuales o la escritura. Todo el trabajo independiente que ha producido carece de engaños, inclusive en los trabajos de ficción se percibe

la sinceridad en los argumentos. Sinceridad o lectura de la realidad que no deja de colarse en estas 139 páginas. Yo creo que esto debería hacerlo uno siempre- sostuvo concepción, la voz fresca, diáfana, -. ¡Claro!:así sabríamos lo que somos, de lo que estamos hechos… No se de qué somos capaces, si uno ni ha fabricado los carros, o el bus… Ni siquiera la bicicleta. por eso Fernando González se fue a andar Colombia: deberíamos caminar, caminar siempre y no ir más lejos de a donde podamos llegar. Las perspectivas cambian en cada cuento y en cada uno de los personajes hay una identidad, pero no aquella que define lo que somos ante los demás sino esa personalidad inestable, que permanece viva en el interior de cada uno y que otros apenas perciben. ¿Quién dice que estamos tan cuerdos? ¿Qué nos garantiza que nunca estaremos en un hospital mental? En alguna parte del libro es posible percibir el dolor de un niño que no quiere admitir que su tortuguita murió, ese primer momento en que el luto se presenta y que a diferencia de las historias bíblicas en las que era posible volver a la vida, la fe entre mocos y lágrimas no resucita las mascotas. Pero ojo, no es una obra infantil, retrata el dolor del infante que se aleja con el

tiempo. Culparé al libro por malas calificaciones, el es el causante de una enajenación fraterna, entre fragmentos que causaron en mi rostro expresiones distintas. Conocemos lo estable, lo invariable, la comodidad. Podemos imaginar qué nos puede hacer sentir mejor, lo podemos anhelar, pero ignoramos lo inesperado. Esos hechos que llegan de manera intempestiva para agrietar el confort y tratar de enseñarnos algo. El problema es que no podemos perder el tiempo tratando de entenderlos; los porqué son insuficientes y los para qué son imprecisos, pero a partir de esos hechos conocemos algo que antes no, inclusive y sobre todo, un poco de nosotros mismos. “A mi lo que me importa de la vida no es el sentido”, reveló Alejo. “¿sino qué home? ¿El lugar de almuerzo?, protestó Gotera. “¿El puesto de inscripción?”, ríendose.“El significado”. “Huy”, dijo Concepción. “Eso sí es cosa seria”, advirtió. “El significado”, repitió Gotera. “El significado de la vida” , recalcó, se rasco la cabeza. “ Y algún día lo sabré”, aseguró Alejo. Siguieron sin hablar un rato. Rebasaron la bomba, cruzaron la canalización, se metieron por el barrio hacia la 65


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EL ARTE DE BUSCAR PAREDES

Rubén D. Higuita

Fotografía Natalia Zuluaga S. @nzetas

medium.com/@Unialarga

Para cambiar de ruta y ver paredes nuevas toma la calle a la derecha de la avenida y camina sin saber que está comenzando a divagar. Para hacer un mundo más agradable tal vez sea mejor dejar la tierra limpia de humanos, limpiarla como se limpia una calle cuando tiene hojas, como se limpia una casa cuando tiene ratas. Para ubicarse sabe que debe cruzar a la derecha. No sabe que la calle por la que va se aleja en diagonal a la avenida, divaga, pero no sabe que divaga. Tal vez sea cierto que seamos una especie enferma, pero los perros no pueden decirnos si sería un mejor planeta sin nosotros y las hienas no pararían de reír, para rendir un minuto de silencio, a los millones de humanos sacrificados para su supervivencia. Al voltear a la derecha ve que la calle se cierra en la cuadra que sigue y cruza sin más opciones a la que está a la izquierda, sabiendo que debe retomar tan pronto como pueda su camino hacia la derecha, cruza la calle sin mirar. Pero ve un auto amarillo y cambia de ruta. Divaga. Para en una esquina para prender un cigarrillo. Se queda quieto mientras comienza a sonar una canción y golpea el cigarrillo con un encendedor blanco mientras mira la puerta de madera de una casa que ve en una esquina por la que pasa todos los días, una puerta con flores. Atardece. Camina cuadra arriba por una calle que no conoce pero va a dar a la avenida. Corre, pasa una cuadra, corre por la segunda como si lo estuvieran siguiendo y para en la tercera. Mira hacia arriba y escucha la canción acabarse con el atardecer y tal vez este divagando, pero sin humanos no habría quién le escriba una canción al atardecer.


Septiembre de 2015

Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

Raúl Eguizábal

Fondo Editorial Universidad EAFIT

miré la noche eterna Félix de Azúa La oscuridad era tanta que la noche no hallaba. Ella me cubría con su manto estrellado y a ella encomendaba mi cuidado. ¿Dónde encontrarla si es ella a quien busco y ella quien me guarda? Esperé toda la noche a que amaneciera soñando en poder, de esta forma, verla. Y cuando llegó, por fin, el día vi con asombro cierto que de la noche nada aparecía. ¿Dónde estará, pues, la noche- dije al prontosi el día no la muestra y la oscuridad tampoco?

Raúl Eguizábal

Fondo Editorial Universidad EAFIT

Con esta hoja de papel mejor hacer un pequeño barco que escribir un largo poema. Aquí, en estas cuartillas Podría pergeñar un cuento de misterio ¿por qué no mejor una paloma viva? Y con este pliego, un avión en el que volar y visitar países que no existen.

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