Edición 198

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ISSN:2322-74GX | Año 29 | Edición 198 | Distribución gratuita | 12.000 ejemplares | Medellín, noviembre de 2016 | www.periodiconexos.com


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

Noviembre de 2016

ÍNDICE

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UN ÁRBOL QUE CRECE, UNA MEMORIA QUE PERDURA

POR DAVID SUÁREZ

YES, YOU CAN´T

POR VALERIA QUERUBÍN

TRABAJANDO PARA TÁNATOS POR SUSANA MORALES

ESPERAR PARA CURAR POR MIGUEL CORREA

UNA DOSIS DE ALBERTO MONTT POR VALERIA QUERUBÍN

A MÁS DE 80 KM/H POR PAULINA ECHAVARRÍA

L O DESENCANTADOR DEL TURISMO POR DANIELA PÉREZ

LOS ÁNGELES DE ÁNGELA POR MANUELA GUTIÉRREZ

LECTURAS PERNICIOSAS PARA LA VIRGINIDAD DEL ALMA POR DANIELLE NAVARRO

EL TIEMPO ACABÓ CON TODO POR SOFÍA PÉREZ

CARICATURAS

POR ESTEBAN RESTREPO

DESDE EL HUECO

POR PREDO JUAN VALLEJO

VELAS PARA EL CAMINO: LA VOZ DE LA VERDAD POR XIMENA SANÍN

Ilustración Sara Rodas sararodascorrea@gmail.com


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

LA VIOLENCIA DE

LA VERDAD Paulina Echavarría G

Editora/ pechava2@eafit.edu.co

El trabajo de los periodistas no es tener

la razón. Su trabajo es hacer preguntas. Preguntarse por los porqués e intentar encontrar posibles respuestas. El periodismo universitario, a mi parecer y según lo que he vivido, se ha vuelto perezoso y lleno de gente que quiere tener la razón. Parece ser muy fácil para nosotros, los jóvenes periodistas, salir disparados al campo para atacar a otros con preguntas —sin ningún escrúpulo— y llenarnos de soberbia al acribillar a otros con nuestras especulaciones. Nos llenamos de aire el pecho y nos convertimos en protagonistas y héroes de historias que, ni siquiera, son nuestras. Muy pocos nos tomamos el tiempo, antes de salir campantes a ir al lugar de los hechos, de cuestionar nuestras ideas e hipótesis. Pero tener una teoría sobre cualquier tema es, en realidad, una fortuna. Parecemos como un caballo ciego y desbocado que solo tiene como fin último ser la estrella de los impresos y los puntocom. Alguna vez le escuché a un amigo que la verdad es violenta en el sentido de que quiere excluir aquello que se comienza a llamar no verdad, o aun peor, mentira. Cuando el periodista se sienta a escribir la verdad, su verdad, ejerce un acto de violencia tal con su verdadero deber que da desconsuelo. Se ataca el teclado con un frenesí sin rumbo, con la idea siempre de llevarse el punto. A veces, cuando un joven periodista se sienta frente a un cumputador, parece que tuviera unos destellos de inspiración divina y va dejando de lado cualquier tipo de acercamiento que pudo haber existido con las fuentes. Se deja de lado lo que es más importante: darles voz a aquellos que la necesitan. Frente al teclado, mágicamente, las palabras suman y las hojas se llenan y aparece un superhéroe que engrandese el yo periodista y es de quien parecieran depender todos los acontecimientos. Y la cuestión, a mi parecer, es que más que la verdad lo que necesitamos es el

DIRECCIÓN AgustÍn Rendón arendon7@eafit.edu.co GERENCIA AgustÍn Rendón arendon7@eafit.edu.co EDICIÓN Paulina Echavarría G. pechava2@eafit.edu.co

Ideas y Cultura Asociación Cultural

Periódico Estudiantil NEXOS

Miguel Ángel Correa María Giraldo Martín Uribe Manuela Gutiérrez Sofía Pérez Esteban Restrepo Mateo Orrego Ximena Sanín Pedro Juan Vallejo Susana Morales Daniela Pérez David Suárez Danielle Navarro

DESARROLLO HUMANO Catalina Botero cboter29@eafit.edu.co Santiago Londoño Esteban Restrepo Manuela Gutiérrez Lina Raigoza Valeria Echavarría

EDICIÓN WEB Y Carolina Restrepo SOCIAL MEDIA crestre79@eafit.edu.co

porqué. Gústele, o no, hay que buscar la respuestas y para eso hay que planteárselas antes. A nosotros, los periodistas universitarios, nos hace falta sentirnos más incómodos, tanto con la realidad en la que vivimos como con el trabajo que hacemos. Hay que agudizar la mirada para ver más allá de lo obvio que pasa en el día a día, buscar todos esos detalles que nos parecen extraños (o incluso sospechosos) y a los que les hacemos la vista gorda. Ahí también está nuestra responsabilidad: ponerle la mirada a lo que necesita luz. Es increíble que en muchos reportajes se pase por alto algo tan elemental como tener diferentes fuentes, pues muchas veces nos conformamos con tener algunas que ni se contrastan, si es que por suerte hay más de una. Es importante resaltar que no creo que el periodismo universitario sea malo, pero sí creo que nos falta ser más rigurosos y más humildes. Rigurosos en tanto partir de la necesidad de comprobar todo — hasta que la mamá lo quiere a uno, como coloquialmente se dice — y humildad en el sentido de aceptar que el reto no es relatar una verdad (ni mucho menos tenerla). Tenemos que entender que la revisión comienza por revisar aquello que hacemos. Sin más, lo que me mueve es la incomodidad de darme cuenta de que fallamos, pero de que también debemos (y podemos) remediarlo. Ser un periodista universitario es una oportunidad que, a lo mejor, no se da muy seguido. Poder escribir para un medio como este es tener las puertas abiertas a publicar sobre lo que a cada quien le gusta. Muchas veces tenemos el tiempo y las ganas de hacernos preguntas y de ir al campo a contar la realidad, y eso es una particularidad bien valiosa. Sin embargo, no quita la necesidad de mejorar y ser juiciosos —en tanto ser sensatos— y responsables en lo que nos compete: fuentes, datos, campo, preguntas y comprobación.

Nelly P. Hernández

Daniel Gómez María Angélica Sánchez MERCADEO Manuela Sanín msaninb@eafit.edu.co Mateo Emilio Saltaren Andrés Ríos María Antonia Chinkousky Felipe Domínguez Eliana Tabares PORTADA Sara Tomate DISEÑO Y MONTAJE Daniel Beltrán Castello PREPRENSA E IMPRESIÓN Casa La Patria AGRADECIMIENTOS Desarrollo Humano Universidad EAFIT Fundado el 13 de agosto de 1987 por Jorge Restrepo, Jaime Cadavid, Claudia Patricia Mesa y Gustavo Escobar. Personería Jurídica No. 568 de septiembre de 1993. Carrera 49 No. 7 Sur-50 / Bloque 29 oficina 517 EAFIT nexos@eafit.edu.co / www.periodiconexos.com Teléfono: 261 93 02

Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores y no representan expresamente el pensamiento editorial del periódico.


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UN ÁRBOL QUE CRECE,

UNA MEMORIA QUE

PERDURA

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ENCUENTRO SOBRE ECONOMÍA

La reunión anual entre LACEA (Asociación Económica Latinoamericana y del Caribe) y LAMES (Sociedad Econométrica Latinoamericana) se llevará a cabo en la Universidad entre el 10 y 12 de noviembre. El encuentro pretende explicar los recientes estudios económicos de la región y contará con la presencia de dos premios Nobel de la materia.

REMODELACIONES EN EAFIT PEREIRA

David Suárez Z.

dsuarez9@eafit.edu.co

Al

frente del bloque 26, en medio de la grama, ha crecido una ceiba durante 15 años. Es simplemente mágica por la historia que la ha nutrido a lo largo de estos años. En el año 2001 se iba a graduar la primera generación de la maestría en Ciencias de la Administración. Era la última sesión, de la última clase, por lo que algunos en el grupo decidieron viajar y otros, como María Carolina Llano, decidieron ir a celebrar en plan de fiesta su próximo triunfo académico. En la noche del jueves 17 se concretó el plan. Pero de repente, su salida se vio interrumpida por un carro bomba que estalló en el Parque Lleras. Carolina sobrevivió al impacto, fue llevada a un hospital. Sus familiares, amigos y compañeros la visitaron de inmediato. Necesitaba mucha sangre para seguir luchando, y las donaciones de sus seres queridos no se hicieron esperar. Carolina luchaba cada segundo. Desafortunadamente no resistió… un vacío había llegado a La Universidad. La pérdida se hizo

sentir con una de las acciones más contundentes, el silencio. Otorgó desolación, tristeza; aún nadie lo podía creer. ¿Y cómo hacerlo? La certeza de la vida es la que nos produce tranquilidad, ninguna persona espera una tragedia así, de la nada, que llega por el azar. Uno de los compañeros de Carolina de esa época recuerda que su familia tuvo la idea de dejar sus cenizas en EAFIT, porque sabían que a ella le hubiese gustado quedarse en su universidad, el lugar donde se había graduado del pregrado y comenzó a ejercer de profesora. No solo merecía quedarse en la institución, sino dejarse ver esplendorosa ante quien pasase, por eso se plantó la ceiba. Actualmente sus hojas florecen en el medio del campus, en el centro, siendo prueba viviente del equilibro, el punto medio que da serenidad para admirar su belleza, sentarse a hablar y disfrutar su cálida sombra femenina. Esta historia fue la que le dio origen al jardín en frente del

bloque 27 donde se siembran placas con los nombres de los eafitenses que fallecieron, con el fin de que las personas allegadas cuando paseen por ahí recuerden bellos momentos con aquel amigo, novio, compañero o profesor que ya no se encuentra entre nosotros, los vivos. En los recuerdos también se puede encontrar paz, igual que con actos simbólicos que dan un tono más claro a esa oscuridad inmensa que gusta de ocultar nuestras esperanzas con el olvido. La ceiba no tiene iniciales, marcas, letreros, ni se conmemora públicamente su fecha. Sus mismos amigos dicen que cuando llega mayo el cielo adquiere un tono diferente, el viento roza su piel y se logra sentir algo de la esencia de Carolina. Además, algunas personas traen flores exaltando aquella fecha que es importante para ellos. “No la olvidaremos nunca”, expresó Diana María Londoño, compañera y amiga de Carolina. Sus palabras persisten en el tiempo y trascienden la amistad.

Las instalaciones en Pereira fueron ampliadas a ocho aulas, con el fin de ofrecer “unos espacios que estén a la altura de la nueva Pereira”, como lo explicó Juan Luis Mejía, rector de EAFIT. La inauguración se realizó el 20 de octubre y contó con la presencia del Alcalde de la ciudad, El Rector, La Directora de la sede y el escritor y director del Centro Cultural de la Universidad, Héctor Abad.

JUAN SEBASTIÁN Y LA PROMESA DE PISA

El eafitense Juan Sebastián Cardona, estudiante de la maestría en Música, fue premiado por la Orquesta Sinfónica de Caldas en el Concurso Nacional de Composición, gracias a su obra La promesa de Pisa. La Orquesta estrenó la pieza el 9 de septiembre.


YES,

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YOU CAN’T! Valeria Querubín G. vquerubi@eafit.edu.co

Imagine lo siguiente: un coach

de vida, de esos que piensan que incluso a ser se enseña, llega a su casa. La más bonita, lujosa, la típica casa por la que uno siempre pasa y aspiraría tener algún día. Imagíneselo. ¿Cómo llega alguien que tiene como pedagogía y trabajo principal acompañar a alguien en el “fascinante camino de la vida” como si uno no pudiera no poder con ella? Pues sonriendo, claro. Los dientes blancos, brillantes, mostrándose a diestra y siniestra a cada persona que se cruce por delante. El mensaje es claro: “soy feliz”. Un “soy feliz” que se va convirtiendo en un “tengo que ser feliz mientras cruzo por la puerta” porque en ese instante en el que el portador de la tan promulgada felicidad lo hace, la mueca de alegría se le cae. Sí señores, aunque a nadie le suene: el coach tiene depresión. ¿Le extraña? No debería. De hecho, para Byung-Chul Han, surcoreano radicado en Alemania y profesor universitario de Filosofía y Estudios Culturales en Berlín, es el diario vivir de la sociedad en la que estamos inmersos actualmente. Así, enfermedades como la depresión del coach, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno límite de la personalidad

o síndrome de desgaste ocupacional son consecuencias directas del exceso de positividad, de la cultura irracional del “yes, you can!”. Suena paradójico. Estar deprimido por ser positivo. Pero con un poquito de lógica se le encuentra el sentido o, por lo menos, se entiende la teoría del problemita que representa creerse capaz de todo: ser en exceso positivo implica de entrada la no aceptación del otro, puesto que significa que no hay quien me ponga en peligro, que no hay nada que pueda quebrarme. Y ojo, hablamos del positivismo llevado al exceso, tanto, que desemboca en la cultura empresarial y emprendedora no sólo del “soy feliz” sino del “todo lo puedo” que es, inequívocamente, imposible. Al usted negar al otro no sólo niega su inherente vulnerabilidad creándose falsas expectativas de omnipotencia, sino que satura su yo interior con demandas irrealizables pero que son consideradas tontamente como “libertades”. La explotación, dominación y sometimiento ya están a cargo de uno mismo en tanto se siga bombardeando al cerebro con máximas determinantes como las del “todo es posible” y el “fracaso no existe”. Ambas utópicas y absurdas: no todo se puede y por supuesto que el fracaso existe y es necesario. Rendirse es tremendamente útil.

Parta de su salud física y emocional para liberarse del discurso cansón de que tiene que ser su mejor versión veinticuatro horas al día y siete días a la semana. Su mejor versión también se cansa. Métase en su zona de confort y no quiera salir de ella porque está bien asentarse en un lugar en el que no es necesario hacer un esfuerzo sobrehumano para alcanzar algo en específico. Hágale honor al nombre de esa zona, al fin y al cabo, es donde usted se siente a gusto y de allí no es obligatorio salir como se lo quieren hacer creer. ¿Nunca lo ha hecho? ¿Siempre diciendo que sí y llevando a cuestas la mentira y hasta la trampa multitasking de poder todo en cualquier momento? ¿Está listo para un cambio en su vida? Hágale: Ríndase. Acepte con el pecho parado, como le enseñaron desde chiquito, que no es capaz. Que la vida le quedó grande, que cada paso que da le arde. Niéguese a seguir, tire la toalla, cáigase al piso mientras siente que todo el cuerpo le duele al mismo tiempo que se sumerge en el estado de impotencia absoluto del cual el mundo parece querer alejarlo a cada rato. Abrácese para después golpearse, enójese con usted mismo por saber que llegó a la nefasta conclusión, en este contexto del “todo lo puedo de la mejor manera”,

de que usted no pudo, no pudo nada de ninguna manera. Empiece a gritar e insúltese, trátese mal, dígase lo inepto que se considera ante sus propios ojos. Rásguese la garganta tratando de balbucear porqués a diestra y siniestra para después encontrarse de nuevo cara a cara con la furia: no hay razón alguna, simple y sencillamente usted no fue capaz. Yo le recomiendo: recuéstese contra una puerta y empiece a llorar pasito, chúpese las lágrimas y sórbase los mocos pero vuelva al estado de ira permanente del que partió antes de llorar e imagine estarse viendo desde afuera: lo patético personificado, ¿quién, acaso, no es capaz de no hacer algo? Deje entonces que el llanto se incremente para transformarse en alaridos potentes en los que parece que usted se va a hundir también. Finalmente, si quiere, párese. Reconstrúyase, vuélvase a armar. Si no, quédese así. La vida también es posible mirando siempre hacia abajo.


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TRABAJANDO

PARA TÁNATOS Susana Morales C.

smoral19@eafit.edu.co

¡ Pum!

¡pum! ¡pum! ¡pum! Fueron los disparos que se escucharon a la salida de una prestigiosa universidad de Medellín. Pedro, un estudiante de 19 años fue asesinado, otro más en la larga lista de homicidios en la ciudad. Para él, ahí terminó la vida; pero para un tanatólogo no. Era el día del funeral. Estudiantes y amigos estaban conmocionados. Nadie podía creer cómo un compañero de su edad había muerto. Juan Miguel Restrepo, uno de ellos, se puso pálido al ver a su parcero en el cofre. “Fue horrible, él estaba todo maquillado y la piel era como de papel. No fui capaz de mirarlo, ese no era mi amigo. Parecía estar tan incómodo, como metido a presión. No entiendo por qué alguien quiere ver a su amigo o pariente así”. En promedio una funeraria en Medellín recibe entre 700 y 900 cuerpos al mes y en el país existen 181.000 servicios funerarios registrados. A pesar de ser un trabajo tan solicitado, muchas veces se ve dañado por el morbo que existe respecto a la muerte. Carlos Arcila, tanatólogo de Medellín, es jefe de laboratorio y trabaja hace 20 años en este oficio. Cuenta, con un tono de voz suave y pausada, que “el fallecido no necesita ni que lo maquillen ni arreglen. Somos nosotros los que lo necesitamos. Es un acto social al que uno es invitado”. Horas antes del funeral, en un laboratorio de tanatopraxia se arregló a Pedro para la ocasión. Carlos Arcila, o cualquier otro tanatólogo de Medellín, estaba listo para preparar al difunto. A pesar de que no se conoce una fecha de inicio para esta práctica, según estudios arqueológicos data del 3150 a. C. en Egipto. El cuerpo de Pedro habría llegado en una bolsa transparente, transitando los corredores del lugar

en una camilla de acero inoxidable, atravesando las puertas abatibles y puesto cual bulto sobre una mesa de metal. Allí iba a comenzar el proceso biológico de preservación. En Mesopotamia era más que un asunto biológico. Allá es donde aparece una de las primeras prácticas de conservación de cadáveres. La técnica consistía en ungir los cuerpos con aceites y perfumes, luego extraer las vísceras y finalmente envolverlos. Se hacía con el fin de preservar los cuerpos para la vida después de la muerte. En el laboratorio, el tanatólogo anda con guantes blancos, tapabocas y un traje parecido al de un carnicero. Primero comenzó a lavar el cuerpo, con una manguera disparó a la piel desnuda y con su otra mano la estregó moviendo bruscamente las articulaciones. Una vez terminada la limpieza, pasó al proceso de preservación. Sacó el bisturí y realizó una incisión de 2 cm en el cuello, exponiendo la aorta, y con una máquina drenó la sangre intercambiándola por formol, químico utilizado para conservar las propiedades biológicas del cuerpo y evitar la descomposición. Este proceso inició en el siglo XVII, cuando William Harvey descubrió la circulación sanguínea y Frederik Ruysch aprovechó este descubrimiento para inyectar a través de las arterias el nuevo químico de conservación con el fin de preservar el cuerpo. El tanatólogo continuó realizando otro corte en el vientre. Carlos Arcila aclaró que “los cuerpos nunca se abren, solo se realizan incisiones en el abdomen para extraer gases, líquidos y semisólidos como la materia fecal a través de una aspiradora”. Existe un mito de la práctica que enuncia que “abren al muerto y le sacan todo”. Carlos recalcó que solo se abre el cuerpo si sufrió una muerte violenta y el cadáver es tratado previamente por Medicina Legal, donde se examinan

las causas de la muerte. En dicho caso se extraen las vísceras dañadas para preservar mejor el cadáver, de otra forma no se toca el interior. Cualquier práctica parecida a esta podría haber sido considerada brujería en la Edad Media. El muerto únicamente podía ser enterrado, mientras reyes y nobles eran preparados con sus mejores galas, e incluso eran maquillados. Carlos Arcila cree que esto ha influido en el concepto de las personas que practican la tanatopraxia. Él dice que “se asocia este trabajo con personas lúgubres y grotescas, porque anteriormente la profesión era muy empírica y sólo algunos curiosos la realizaban”. Pero el tanatólogo de Pedro no era ningún curioso. Selló las aberturas de su cuello y su abdomen con unas cuantas puntadas, pero además tapó sus oídos y su nariz empujando rudamente el algodón con unas largas pinzas de metal. Esto se realiza para evitar la salida de la sangre y otros fluidos durante la velación. Dicho proceso consta solo de dos incisiones, contrario a la práctica en la antigua China donde la incisión se hacía por el pene. Según la revista Sapiens en su volumen 7 de 2006, los hombres eran castrados, se ligaba el pene con el escroto y se cortaba en forma semicircular el pubis. Luego se abría el cadáver para preservar sus órganos con alcohol. Pero nuestra cultura lo que busca es preservar a los muertos tal y como estaban antes de morir, y el trabajo en el cuerpo de Pedro no quería otra cosa que eso. Ya estaba listo para ser vestido y maquillado. Recostado sobre la camilla le pusieron el pantalón, siguieron con las medias y zapatos hasta llegar a la camisa. Una vez completado su atuendo, solo faltaba el maquillaje. Hace cientos de años, los Incas,

según se puede leer en los textos de Garcilaso de la Vega, tenían una práctica similar que consistía en momificar a los cuerpos para darles un acabado como de madera, luego eran vestidos con sus ropas tradicionales. El tanatólogo puso un poco de color en la pálida piel del joven, rubor en sus mejillas. Finalmente fue puesto dentro del ataúd solo con la ropa que traía puesta, contrario a la tradición Inca en donde les ponían comida y objetos preciados en la tumba para facilitarles la otra vida. Se encendió el motor del carro funerario. El ataúd estaba en la parte de atrás, esperando ser llevado a la iglesia donde sus amigos y familia aguardaban por él. Aunque mucha gente asista a los funerales y acuda a los servicios exequiales, aparecen expresiones como “esas personas no tienen corazón”, refiriéndose al tanatopracta. Luz María Uribe, joven tanatóloga profesional y estudiante de Filosofía, añadió que quien trabaja en eso debe respetar mucho su profesión. Según ella, “la sensibilidad es la parte más importante en este trabajo, porque un muerto es el ser más indefenso y nosotros seríamos entonces los custodios de él”. Agregó que es una labor muy valiosa porque le permite a la familia del fallecido tener un recuerdo final de una persona. Edilberto Jiménez, tanatólogo empírico desde hace 38 años próximo a jubilarse, señala que “uno se encuentra con gente que no entiende lo que uno hace. Es normal hacer esto, es algo que la gente necesita, pero también debe haber nuevas personas que aprendan el oficio”. Una vez en la ceremonia, Juan Miguel dijo que la situación se volvió muy intensa. “Recuerdo que la novia se tiró sobre el cofre y empezó a llorar a gritos. En mi caso no quiero que la gente me vea y


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Ilustración Daniela López daniwill9@yahoo.com

haga esos escándalos, yo quiero que me cremen”. Si bien en la actualidad la muerte representa dolor, en la India era el mayor acontecimiento humano. El ritual en este lugar parece ser un esbozo de la actual cremación moderna, pues el cuerpo se sumergía rodeado de hierbas en las aguas del Ganges. Esto suavizaba la carne para facilitar la incineración. Según estadísticas arrojadas por el diario El Universal, de los 181.000 servicios funerarios registrados en Colombia, el 22% son cremaciones, mientras el 78% representa fallecidos enterrados. Esto indica que muchas personas siguen prefiriendo el trabajo de

preservación. Juan Miguel salió de la iglesia aquel día anhelando nunca haber visto a su querido amigo en el cofre. “Eso fue súper duro. Todavía me acuerdo y me siento incómodo, me quedé con el dolor de la gente y la imagen durante una semana”. Si bien para Miguel fue duro ver a su amigo por última vez en ese estado, otros necesitaban verlo de esa forma quizá para olvidar de algún modo la imagen de Pedro desangrado en el piso. Carlos Arcila, jefe de laboratorio de tanatopraxia, explicó que muchas personas recurren a la tanatopraxia porque necesitan ver a su familiar por última vez para hacer el duelo.

Él dice que “el ritual debe existir para aceptar que sí se murió la persona. Cuando uno ve al fallecido arreglado, tiene la certeza de que en realidad está muerto”. Luz María además agrega que “esta labor es muy importante porque le permite a la familia tener ese recuerdo final de una persona”.

habíamos decidido cremarla, pero queríamos que mis tías del exterior la vieran por última vez, así que la arreglamos. Nosotros elegimos el vestido, su vestido favorito, y el labial rojo que ella más usaba”. Dos días después de la muerte, Rosa fue cremada y llevada al osario junto a su esposo.

Si bien muchos optan por la cremación, algunas familias prefieren recibir la ceremonia religiosa con el cuerpo presente, y posteriormente cremar al fallecido. Este es el caso de la familia Pérez Moreno, que decidió arreglar a su madre y abuela, la señora Rosa. Sara, la nieta de la fallecida, comenta: “desde un principio

Pedro fue enterrado. Su familia pudo verlo por última vez en la Iglesia, y eso gracias a un tanatólogo. La tanatopraxia, para quienes la practican, es una labor complicada. Hay que lidiar con los prejuicios de la sociedad, el miedo a la muerte y a los resultados no deseados. Pero es claro que su fin es dignificar a al fallecido, darle algo de paz a sus seres queridos.


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ESPERAR PARA CURAR Miguel A. Correa

Ilustración María Camila Quintero Malicia facebook.com/malicia

mcorre27@eafit.edu.co

Cierto día usted se levanta de su cama con un dolor de cabeza que no le deja

dormir. Una migraña persistente que ha combatido con paracetamol. Se decide a llamar a su EPS para que le asignen una cita con su médico de familia. A los tres días le asignan su consulta a las 8 de la mañana. El médico que lo atiende observa el computador de escritorio, revisando su historia clínica y le receta ibuprofeno pues no ve ninguna anomalía. Esa misma noche un dolor aún más intenso le obliga a ir a urgencias. Llega a las 12 de la noche a una clínica prestigiosa de la ciudad. Hay 30 personas que llegaron antes que usted, trata de respirar profundamente y relajarse para calmar el dolor hasta que puedan atenderlo. A las 2 de la madrugada logra por fin ser atendido, le aplican una inyección de dexametasona para actuar como antinflamatorio y calmar el dolor. Vuelve a su casa. Seguidamente pide otra cita para que le hagan unos exámenes. Después de una resonancia viene la noticia fatídica: Cáncer cerebral. Han pasado casi tres meses hasta que por fin logra atenderlo un médico especializado. En todo ese tiempo, su enfermedad ha podido empeorar o, peor aún, usted, podría estar muerto. ¿Cuánto tiene que esperar una persona para ser atendida por un especialista en Colombia? Las cifras de ACEMI, Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral, para 2015 arrojaron un resultado de entre 2 y 4 meses desde que le es diagnosticada una enfermedad. Según el Ministerio de Educación en Colombia existen 685 programas de posgrado en el área de salud: 13 doctorados, 80 maestrías y 592 especializaciones. En los últimos 12 años, según el Ministerio, se han graduado 39.164 médicos y 14.387 especialistas, pero esta entidad no ha revelado si esto supone una cantidad suficiente de profesionales en el medio. Si por algún caso, aún no ha muerto, cuando por fin el neuroncólogo ve sus resultados, le diagnostican un tipo de masa cancerígena que compromete muchas zonas cerebrales y recomienda un tratamiento experimental de un elevado precio. Su propia EPS niega el procedimiento por su alto coste y usted no tiene mucho tiempo antes que el cáncer crezca demasiado. No le queda otra alternativa que acudir a la ley para defender su derecho a la vida. Henry tiene una edad de 5 años y le cuesta a Coomeva EPS unos 30 millones de pesos mensuales. Más o menos unas 5 carreras universitarias al año. La médica endocrinóloga que lo atiende le diagnosticó una enfermedad hormonal muy grave. La EPS negó el medicamento traído de los EEUU para el tratamiento del menor de edad. La entidad alegaba que la póliza de la familia no cubría el costoso medicamento. La negación del medicamento en un principio retrasó el debido tratamiento de este menor de edad. Tres meses pasaron hasta que el abogado de la familia interpusiera una acción de tutela. Una audiencia privada con un juez puso en evidencia la falta de pensamiento en los derechos humanos de la EPS. El abogado de Coomeva peleó durante dos semanas hasta que la defensa llamó a la doctora que hacía el seguimiento del muchacho. El día que la llamaron puso sobre la mesa del juez la historia clínica y lapidó la decisión de la EPS. La doctora dijo: “Si no le dan ese medicamento, ese niño se muere”. En 2013, cada 4 minutos se interponía una acción de tutela para solicitar la protección del derecho a la salud, es decir un 25,3% de las acciones judiciales. De las 454.500 tutelas de 2013 un total de 115.147 fueron para reclamar algo con respecto a

los servicios de salud. Tan solo el 68,7% de los casos favorecieron a los ciudadanos. La EPS contra quien se interpusieron más acciones judiciales fue Coomeva EPS seguida por Nueva EPS. Los motivos más comunes son la solicitud de tratamientos con un 26%, seguido por la necesidad de medicamentos con un 16%. La precaria condición del sistema de salud con respecto a los especialistas está siendo un problema del cual se ha hablado mucho. Por ejemplo, hay un total de 15 médicos endocrinólogos activos en Medellín, según las Asociación colombiana de endocrinología. Unos trabajan afiliados a una EPS y otros son institucionalizados, es decir trabajan con hospitales. Los endocrinos afiliados a EPS tienen un superávit de pacientes, mientras que los que trabajan con hospitales, pasan semanas enteras sin recibir pacientes. Un especialista en este campo trabaja de media unas 12 horas al día, atendiendo un promedio de 280 pacientes mensuales en citas de casi media hora. Solo 4 endocrinos en todo Medellín atienden entre 180 y 200 pacientes mensuales, atendiendo a pacientes que vienen de todas partes de Antioquia. En febrero del año pasado Camila Abaubara falleció “víctima” del sistema de salud. Ella es solo uno de los casos que tuvo un poco de relevancia en los medios de comunicación. Padecía leucemia desde junio de 2010. Su hermano iba a donar su médula ósea pero la EPS Sanitas se demoró mucho en autorizar el trasplante, por esto mismo fracasó un primer intento por sanarla. Después de varias dilaciones con la EPS la estudiante de derecho de 24 años decidió realizar el 5 de febrero de 2014, con un gran apoyo en las redes sociales, un derecho de petición directamente con el gobierno para que le realizaran un tratamiento en Estados Unidos como compensación por la demora de Sanitas. El 24 de octubre de ese mismo año la EPS Sanitas negó la petición. Su abogado interpuso una acción de tutela el 1 de noviembre y cinco días después el juez ordenó autorizar a la EPS el tratamiento de trasplante y obligaba que fuera en Colombia. El mismo Ministerio de Salud se pronunció alegando que no se podía pagar dicho tratamiento en Colombia pues debía desembolsar una cantidad desmesurada del dinero público. ¿De cuánto dinero estamos hablando? 4 mil millones de pesos pagados por el Fondo de solidaridad y garantía. Paradójicamente el sistema de salud colombiano está entre los mejores del mundo en cuestiones de cobertura. Hace un año, el presidente de ACEMI, Jaime Arias comentó en una entrevista a Caracol Radio que Colombia está cerca de Canadá con respecto a la efectividad del sistema sanitario. Sin embargo, las encuestas de percepción ciudadana dicen todo lo contrario: 4 de cada 10 ciudadanos ha tenido que esperar más de tres días para una cita médica. El presidente de Sociedades Científicas, Carlos Francisco Fernández aseguró que hay muchas barreras para llegar a los médicos, o bien porque los médicos no están en los sitios que deberían estar o porque no hay una red consolidada de servicios. Además los colombianos acuden más a servicios de medicina general que a especialistas ¿Usted se sentiría amparado por su servicio de salud? Quizás Colombia sí sea uno de los mejores países y no hay duda que hay otros que están mucho peor ¿Por qué el negocio reina en las salas de cirugía hasta los pasillos de las oficinas de seguros? La salud es un derecho pero también por culpa de ella se quedan esperando a que autoricen un tratamiento y se lo niegan defendiendo que su póliza contratada no cubre el procedimiento. Mejor que esperen a que les receten otro paracetamol.


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Asociación Cultural Periódico Estudiantil NEXOS

UNA DOSIS DE ALBERTO MONTT Valeria Querubín G. vquerubi@eafit.edu.co

Cuando

Montt va a dibujar, piensa. Parece que esperara que la idea le llegue a la cabeza antes de dejarla fluir a través del lápiz para plasmarla en el papel. Una vez la tiene, se demora menos de dos minutos en que tome forma. El artista de 43 años publica desde 2006 sus ilustraciones en su blog ‘Dosis diarias.’ Sus trabajos, que van desde diálogos entre Dios y el Diablo hasta conversaciones suyas con su hija, han estado presentes en las revistas Gestión, Diners Club, El Comercio, Qué Pasa, Capital y Blank. Estudió Diseño Gráfico y Artes Plásticas en Quito. Según cuenta en su blog, creció con el humor de Gary Larson y Quino, siendo el primero el que más le llamó la atención por su “descabellada mirada, la descontextualización como herramienta principal en su humor, la antropomorfización de los animales y su utilización en situaciones humanas”. Ha publicado varios libros de ilustraciones, entre ellos, Para ver y no creer (2001), En dosis diarias (2008), ¡Mecachendié! (2012) y El código de la amistad de Chivas Regal (2012). Nexos habló con él: ¿En qué se inspira al momento de hacer una caricatura? En lo cotidiano. Al final uno siempre termina hablando de lo que le importa, y lo que le importa es lo que le pasa en el día a día. Lógicamente, hay días en que hablas de amor, otros días en que hablas de política, otros en que sólo dices estupideces puras. Yo personalmente trabajo en mi día a día, que es muy distinto al del resto de

personas. Cada día es diferente, hay días hermosos y hay días de mierda.

funciona o no. Y esa función cumple el humor: te enseña caminos diferentes.

¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir con sus caricaturas?

¿Cuál es el rol que podría tener el humor en Colombia en un escenario de posconflicto?

No busco, en lo absoluto, transmitir un mensaje. Más bien busco ordenar ideas. Cuando dibujo, siento que mi cerebro comienza a engranar espacios y eso me permite ordenar mi cabeza para tener más amplitud para nuevas ideas. Tiene la misma función que un psicólogo: uno va a hablar sobre lo que le pasa, buscando entenderlo. A mí me pasa lo mismo con el dibujo. ¿Entonces para usted el dibujar se podría decir que es un ‘álter ego’? Sí. Exactamente. Es como verme desde afuera. ¿Piensa que la caricatura debe ser necesariamente humor? Sí. Pero lo que pienso es que el humor no necesariamente es risa. Antes se hablaba de los humores como los líquidos que recorrían el cuerpo: la sangre era un humor, los mocos otros, el semen otro. Luego se habló del humor como el estado de ánimo, incluso todavía se hace así: “estoy de mal humor, estoy de buen humor”. En algún punto alguien dijo que el humor tenía que ser risa. Eso es mentira. El humor es la forma de percibir la realidad alrededor tuyo. ¿Cuál es el papel que juega el humor en la sociedad? ¿Por qué hacerlo? Siento que la sociedad sólo funciona cuando sus ideas son contrapuestas con otra, cuando tú vas por un camino y llega otro y te dice que hay otro camino por allá. Tú decides si ese camino te

Creo que el papel que debe tomar el humor es hacerte cuestionar si esa decisión que tú estás dando como ultimátum es realmente verídica. Lo que pasa en este contexto colombiano es que no hay un No o un Sí categórico. Todo el mundo dice “Sí, pero deberíamos hacer esto” o “No, pero se puede pensar de esta manera.” Estamos en un momento histórico en Colombia y el papel que debe cumplir el humor es el de hacerte ver opciones distintas, hacer notar al de mi opinión contraria cuáles son mis razones y mis peros de una manera creativa, visible y empática. ¿Si tuviera que hacer en este momento su último dibujo, qué dibujaría?

lo más importante para mí. Además es supremamente graciosa, como la mayoría de los niños. Tiene un dinosaurio de juguete que adora, entonces pensé en dibujarla a ella, Laura, y su dinosaurio, Dino, pero siempre pensaba que era algo muy cliché, que todo el mundo dibujaba niños. Además sentía que ya había muchas caricaturas en pareja, Calvin & Hobbes, por ejemplo. Una vez estaba con Liniers, Ricardo Siri Liniers el ilustrador argentino, y él me preguntó si nunca había pensado en dibujarla. Le dije que sí pero que me pareció una idea trillada. Él me respondió “no seas boludo, son moldes que uno va llenando. No va a ser parecido a nada”. Entonces, la idea parte de mi necesidad y se lleva a cabo por el impulso de personas como Liniers y un par de amigos más. Cuando tienes un hijo, te das cuenta que estás con él y haces cosas

Siempre dibujaría algo con un mensaje positivo. Pero realmente no me gusta pensar en lo definitivo, me pasa algo y es que cuando tiendo a ver lo que hice antes siento que es algo genial, entonces no quiero pensar en algo a futuro que quizá no me vaya a gustar y no podré ver. Si definitivamente tuviera que escoger algo, sería relacionado con la religión. Abandonen ese culto maldito.

que son increíbles, (saltar, treparse a

Una de sus series caricaturescas más famosa es la de ‘Dino y Laura’. ¿Cómo surge la idea de hacerla?

años lo mire y piense “estos éramos

Yo hace mucho tiempo tenía ganas de dibujar a mi hija, que es

un árbol, etc.), y a las tres semanas ellos no se acuerdan de nada, su memoria se va construyendo muy despacio. Es como vivir con un enfermo de Alzheimer. Entonces lo que quise hacer en vez de grabar vídeos fue hacer dibujos de este inicio, para cuando ella tenga 20 nosotros.” Son Polaroids de mi vida con mi hija.


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Paulina Echavarría G. pechava2@eafit.edu.co


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Con todas las cosas en el suelo, Andrés se puso manos a la obra. Agarró una rodillera

y se la amarró con cinta de enmascarar. Se dio un par de vueltas a la pierna para asegurar el protector. En la otra rodilla se puso una codera y la aseguró con más cinta. Se puso unos guantes que, en la palma de la mano, tenían dos pastas grises; gruesas y redondas. -Esto- explicó señalando las pastas de sus guantes- son comprimidos de nylon y sirven pa’ poder frenar.

Se puso el casco y se montó en la tabla. Comenzó a calentar dando vueltas en el Alto de las Palmas. Había una neblina que hacia que las luces de los carros se vieran opacas a lo lejos. Apenas bajaban unos cuantos carros a esos horas de la madrugada. El viento soplaba frío y los acompañantes de Andrés estaban achicopalados mientras él se alistaba. -Hoy vamos a bajar suave, que hace ratos que no descuelgo- dijo cuando ya estaba listo. Andrés lleva años descolgando por la vía de las Palmas. Su tabla es una longboard y es un poco más alargada que las tablas de skate. El longboard es un deporte que comenzó a ser popular en Colombia hace apenas un par de años y es considerado de alto riesgo. Los acompañantes se montaron al carro y encendieron el motor. Andrés se paró en su tabla y comenzó a moverse en zigzag. El carro lo comenzó a seguir de cerca y, en unos instantes, la velocidad del carro superó los 60 km/h. Andrés alineó sus rodillas, una detrás de la otra, y y se encogió. -Así corta más el viento- explicó Miguel, que iba al volante. Mientras bajaba la Vía, Andrés cogía las curvas agachándose más y usando los comprimidos de nylon para orientarse. Cuando en el camino se encontraba con algún carro se levantaba y abría los brazos y luego comenzaba a aplaudir y Miguel, siguiéndolo, comenzaba a pitar. Andrés alcanzaba rápidamente los 80 km/h. El carro lo seguía de cerca. Si bien es una práctica que Andrés hace con regularidad, no deja de ser peligrosa. Muchas veces, después de bajar por Palmas, termina con los brazos

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y las piernas con raspones llenos de sangre. Sin embargo, las estadísticas de la alcaldía de Medellín por muerte en accidentes de tránsito, no muestra ninguna cifra referente a esta práctica. Tan solo en las cifras de 2014 se registraron 12 ciclistas accidentados, representado tan solo el 12 % de los 290 fallecidos. Para el año 2015, el punto con mayor accidentalidad fue la glorieta de San Juan con Ferrocarril con un total 281 accidentes. La vía Las Palmas no aparece ni siquiera en la lista de las 20 vías con mayor accidentalidad. Dentro de las modalidades más populares en Medellín se encuentra dos variantes, el downhill que es conocido coloquialmente como descuelgue y el sliding que aquí se llama como derrape. Por la misma informalidad que existe es difícil saber a ciencia cierta cuánta gente practica este deporte, pero en algunas ocasiones se reúnen hasta 25 personas para descolgar. Sin embargo, la cifra se puede elevar hasta a 50 practicantes, que no es representativa para una ciudad de 2,184 millones de habitantes, según cifras de 2005.


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LO DESENCANTADOR DEL TURISMO “Una cosa es recorrer millas y otra, viajar. Para lo primero basta un boleto. Lo segundo requiere mucho más que un desplazamiento físico. Viajas cuando conviertes la travesía en una experiencia visceral, cuando verdaderamente sales de ti mismo, cuando comprometes el alma. Lo otro es simple turismo” -Alberto Salcedo Ramos

Daniela Pérez

dpereza2@eafit.edu.co

L as

vacaciones

ahora

se

No es que viajar sea malo. Ser turista tampoco. Lo que hacemos mal, tanto visitantes como locales, por una parte, es ser aprovechados y, en algunos casos, lambones.

convirtieron en la competencia de quién visita la tierra más lejana; quién tiene las mejores fotos; quién tiene más para contar. Nadie quiere admitir los inconvenientes que se presentan durante aquel viaje tan esperado a algún paraíso terrenal, “porque si a los demás les fue bien, a nosotros, mejor”. Gracias a esa idea que se hacen los turistas, de que todo lugar que visitan es mejor que donde viven,

las ventajas que tienen los demás.

viajes y turismo -ya sean con falta

reservas. Y del otro lado, ingenuos

de información o incumplimiento-

y arrogantes, por creer que con

hasta los vendedores de aquel

unos cuantos días en determinado

mágico lugar donde los artículos

lugar ya conocemos el estilo de

cuestan

vida, y que por eso es posible

nace el clásico de Los Prisioneros,

Y bien, es tanta la belleza

“Por qué no se van”, si viajas todos

de aquellos lugares que uno de

los años a Italia, si la cultura es

los principales problemas que

tan rica en Alemania, por qué el

deja

próximo año no te quedas allá.

sobre todo en playas, páramos,

Resulta que en X ciudad son más

nevados, desiertos y bosques, es la

No es que viajar sea malo. Ser

En todos los países del mundo

avanzados, allá nadie se muere de

contaminación. Señores turistas,

turista tampoco. Lo que hacemos

roban, matan, botan basura a

hambre, no hay contaminación,

si cuando llegaron les impresionó

mal, tanto visitantes como locales,

la calle, hay gente ruda, hay

la comida es más saludable y

tanta magnificencia, ¿por qué no

por una parte, es ser aprovechados

corrupción. Donde ustedes viven

deliciosa, son más ordenados,

dejarla tal cual antes de irse?

y, en algunos casos, lambones.

también hay gente culta, amable,

Con esto no quiero decir que esté

también hay lugares que vale la

mal ser amable con los viajeros,

pena visitar, buena gastronomía,

está mal serlo solo con ellos,

espacios agradables. Su cultura

la amabilidad no debería tener

también es interesante.

sí existe la tan anhelada cultura ciudadana, ¿el clima y el tránsito? Una maravilla. Son expertos en las problemáticas de su país y en

la

Otra

práctica

cosa

que

del

se

turismo,

ve

en

algunos turistas es la ingenuidad, y siempre hay alguien que la aprovecha. Desde las agencias de

tres

veces

más

para

visitantes.

alardear de ello y anhelarlo.


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LOS ÁNGELES DE ÁNGELA La gran mayoría de los municipios no tienen políticas públicas relacionadas con el cuidado de animales en situación de calle.

Manuela Gutiérrez V. mgutie54@eafit.edu.co

A

40 minutos de Medellín, camino al sur de Antioquia, subiendo por una trocha empedrara y un camino escondido, se topa el visitante con un portón grande de color rojo. A lo lejos se ve una casa en la parte alta de la montaña, de la que bajan muchos perros que, con la llegada de desconocidos, se precipitan al ladrido. Hay unos roncos, secos y otros, diminutos. El olor a humedad, a pasto recién cortado y a potrero lleno de heno, invaden el lugar. En el Albergue Los Ángeles hay 230 perros, 10 gatos, un caballo y un chivo. Son de todos los colores, tamaños, razas; desde el criollo más envejecido hasta el que solo quiere llamar la atención. Las narices húmedas se asoman por la reja y entre ellos baja un hombre entrado en años, de tez arrugada y de ropa sucia llena de tierra. En su mano lleva una pala con excremento de animales. Don Jorge abre la puerta e indica el camino para llegar a la oficina principal. En el albergue solo se ven orejas y colas peludas. Encima de las mesas, debajo de los árboles, en las perreras, en cada rincón. Hay unos más enfermos que otros: cojos, ciegos y con enfermedades en la piel. Muchos de los animales del lugar llegan en condiciones de maltrato, abandono y

enfermedades críticas. Uno de ellos, con la cabeza gacha un poco tímido, se acerca a don Jorge. -Este es Silvio –comenta mientras lo señala- no le gusta que lo toquen mucho, es muy tímido y le tiene miedo a los humanos que no conoce. En la oficina trabaja Ángela Rodríguez, una mujer de aproximadamente 40 años; de cabello rizado; ojos claros; de altura promedio y un poco seria en su trato. Lleva 16 años trabajando para los animales, ella es pionera en adoptar el nombre de “hogares de paso” para animales y es quien le da vida al albergue Los Ángeles. Su oficina está llena de ángeles; en su escritorio, en las repisas y pintados en la pared. Su amor por los perros comenzó cuando tomó la decisión de aplicarle la eutanasia a su perra, Tata. Este hecho provocó que resolviera dedicar su vida a los animales. El 28 de Septiembre llega a sus manos una resolución expedida en el municipio de Caldas, pidiendo el cierre definitivo del Centro de Rescate y Adopción canina los Ángeles. Esta noticia le dio la vuelta a las redes sociales, inundó las paginas animalistas, generó la intriga de muchos curiosos e incluso desató rabias.

Sin embargo, esta es una situación recurrente en varios centros de rescate informales, que tiene varios años en la cuerda floja. El concejal del municipio de Medellín Álvaro Munera, un hombre que ha trabajado de la mano de los albergues ubicados en la zona urbana, está convencido que quienes trabajan rescatando animales tienen un espíritu cívico y de pasión por su causa inalcanzable. La gran mayoría de los municipios no tienen políticas públicas relacionadas con el cuidado de animales en situación de calle. Frente a la problemática actual de Los Ángeles, el concejal ha sostenido una postura neutral, pues asegura: “En Medellín hay calculados 38 albergues, más los que están en Municipios vecinos y en el oriente Antioqueño. Si antes del POT (Plan de Ordenamiento territorial) del Municipio de Caldas, permitía el uso de suelo indiscriminadamente, el nuevo, se ciñe a otras normas, las cuales el Alcalde debe seguir.” El decreto se ha ajustado a lo determinado en el POT, teniendo en cuenta, además, una problemática aún más grande: la que atraviesa el Albergue de Caldas, el cual no establece las mejores condiciones para los animales y está lejos de

13 poder proporcionar una oportunidad para los 230 caninos que hasta el momento no tienen un lugar a donde ir. Frente a una difícil situación como esta, surge una oportunidad desde la alcaldía de Caldas, así lo ha confirmado el concejal animalista: “El Área Metropolitana aceptó hacer un refugio más grande, para proteger sus animales, lo cual es positivo, pues para hacer una inversión más grande que los beneficie, no solo de Caldas, sino del Área Metropolitana” Munera, también afirma que por código de convivencia ciudadana no se puede tener más de 7 animales en los predios privados, por ello todos los albergues entrarían a ser ilegales, sin embargo no son perseguidos, pero tampoco son financiados. El nuevo POT solo permite el establecimiento de estos lugares en zona rural y es bajo la norma donde se originan cientos de problemas relacionados con el tema, además del desconocimiento existente por miles de ciudadanos que inician una causa “heroica” termina perjudicando sus intereses. Frente a esta situación surge la cuestión: ¿presta el Departamento de Antioquia algún servicio a los animales en situación de calle? Según la Secretaria de Medio Ambiente de Medellín en el municipio, existe el mejor centro de Bienestar Animal: La Perla, ubicada en el corregimiento de Alta vista. Este se ha determinado como el mejor centro de Bienestar Animal de todo Colombia incluso de Latinoamérica, además es ejemplo por el manejo que se le da, teniendo en cuenta que son recursos públicos -situación que es poco común en Colombia-. La Perla, cuenta con 1.140 perros y 150 gatos bajo su responsabilidad, de cuidado, adopción, y atención integral. Todo su funcionamiento genera un costo de casi 600 millones. Al mes son adoptados en promedio 50 animales y las solicitudes de adopción son tantas que lo hacen con un procedimiento especial y minucioso. Un contraste entre dos lugares con el mismo fin, pero con un apoyo totalmente diferente. Angela, se mantiene firme en su tarea de encontrar una solución para lo ocurrido en los últimos meses, sin embargo, afirma: “Me voy a ir de Caldas, porque los vecinos ya han manifestado acciones ofensivas, contra mí y contra mis perros. Es absurdo que esté cumpliendo la labor que les correspondería a ellos, y aun así, quieran sacarme de acá. Mis animales se quedan conmigo y bajo mi protección”. El sostenimiento de su albergue corre por cuenta del voluntariado y de personas que aportan económicamente, apuntando a que los gastos suman los 25 millones de pesos.


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LECTURAS PERNICIOSAS PARA LA VIRGINIDAD DEL ALMA La novela es el arte de enseñar amoríos. Es el arte de familiarizar al lector con todos los atrevimientos y deslices. ¡Desgraciada la mujer que se aficiona a las novelas! Yo me he puesto a leer por necesidad algunas que sé que las han leído muchas señoras cristianas… y confieso que no entiendo cómo una señora pudorosa puede leerlas sin perder la virginidad del alma en su lectura. Imposible, imposible, imposible!!! (Padre Ladrón de Guevara (1910) Novelistas malos y buenos) Danielle Navarro

dnavarr1@eafit.edu.co

De nuevo se acercó a la estantería donde reposaban todos los libros de su

padre.

Tenía dos vitrinas: una, abierta al público; la otra, cual braga de hierro, permanecía cerrada bajo llave. «¿Cómo hago para abrirla?», se preguntaba Luis Alberto Arango, en aquel entonces un adolescente de 14 años. Hoy, sentado junto a los estantes sin llave donde reposan cientos de los libros que vende en su Librería Palinuro, recuerda que, sin que nadie lo viera, se asomaba a través de la vidriera y alcanzaba a leer en uno de los lomos un título que seducía su atención: El cinturón de castidad. Existe en los humanos un particular impulso por acercarse a lo prohibido, más si está bajo llave. Luis Alberto, obedeciendo a ese extraño instinto potenciado por la picardía, empezó una pesquisa dentro de su casa para encontrar la llave maestra que abriría el cinturón de castidad que protegía la vitrina. En la Antioquia de aquel entonces, a mediados del siglo XX, lo que pintara escenas amorosas con manifestaciones cercanas a la lujuria era merecedor de puñaladas de censura, pues todo aquello que expusiera a los “hijos de la Madre Iglesia” a cualquier suerte de pasiones, era un asunto punible, sancionable, abominable, deplorable, vituperable, execrable... Los libros, por lo tanto, fueron de los objetos más estigmatizados. A propósito, alguna vez rezó el Papa León XIII que no hay nada más pernicioso para contaminar las almas que la lectura. El Padre Pablo Ladrón de Guevara, español de la Compañía de Jesús, publicó en Bogotá, en 1910, un libro que se convertiría en la ruta de navegación de lectura

de muchos colombianos durante el siglo XX: Novelistas malos y buenos. Allí juzga más de 2.115 novelistas de diversas épocas y lugares del mundo, como Giovanni Boccaccio, Sara Fielding, Charles Dickens, Fiódor Dostoievski, Víctor Hugo… incluso, al colombiano Jorge Isaacs. Argumenta que María combina las costumbres cristianas con las mundanas y que algunas descripciones de las mujeres en esta novela «no incitan a la castidad». Y sentencia el padre en uno de sus párrafos: «es de notar que no solo pecan los que leen tales libros prohibidos, sino también los que los conservan, aunque no los lean». De manera que el acto clandestino que estaba a punto de cometer Luis Alberto podría ser castigado y azotado con el látigo moral de la Iglesia Católica. Incluso sin siquiera leerlo, solo por el hecho de conservarlo, su familia ya estaba cometiendo un impío atentado. No obstante el pecado, la sangre hirviendo y la curiosidad latente por lo prohibido incitaron a Luis Alberto a buscar la clave que le permitiría tener un encuentro furtivo con el libro. Hasta que finalmente un día, después de unas cuantas indagaciones geográficas dentro de su residencia, descubrió el lugar donde su padre escondía la llave del cinturón de castidad que impedía el acceso a la vitrina. Y cual amante solapado dentro de su propia casa, abrió la cerradura con cautela, vigilando que nadie lo observara, y tomó el libro. Empezó a leer de pie, al lado de la estantería, y allí recorrió muchas páginas. Allí leyó, por ejemplo, Su lengua y la mía, una historia de un hombre que amaba a una mujer con quien no podía conversar porque ella hablaba árabe. La


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Ilustración Daniela Osorio www.laperspectivadelagolondrina.com

chica, también enamorada, decidió aprender a dominar la lengua de su amado. Pero justo cuando logró su cometido, el hombre la dejó.

de los adjetivos que empleaba este hombre para designar los libros prohibidos: herético, irreligioso, impío, blasfemo, de malas ideas...

Y antes de que su padre lo descubriera, Luis Alberto cerraba el libro con la intriga de saber si podría volver a abrirlo, pues se le había alborotado una curiosidad lectora y los sentidos no pueden coartarse simplemente cerrando un candado bajo llave.

Según el padre, peligrosa es una novela en la que corre riesgo la castidad; apasionada, una que pinta los amores con exteriores manifestaciones, peligrosas principalmente a la juventud; provocativa, cuando lo deshonesto se pinta de modo que excita mucho las pasiones, y mueve tentaciones, de inminente peligro…

De las lecturas prohibidas, las más peligrosas, según el Padre Pablo Ladrón de Guevara, eran, sin duda, las novelas, pues allí «los deslices son cariño, los vicios triunfos, los pecados corazonadas, la sensualidad elevación del alma, los amoríos… santidad». Desde antes del siglo XIX hasta casi los años 80 del siglo XX, Antioquia la católica temía profundamente que las personas pudieran acceder a lecturas sugestivas, como las de El cinturón de castidad, serie de cuentos con un condimento amoroso y erótico, escritos por Dino Segrè (1893-1975), Pitigrilli, y publicada por primera vez en 1921. El libro alcanzó a sacarse repetidamente en España, en los años 20, pero luego fue censurado y estuvo calificado como una de las «obras inmorales o dañosas, que no deben leerse». Hoy se consigue en Mercado Libre Argentina por 100 pesos. También en España, entre 10 y 33 euros, y se puede pedir a través de Iberlibro.com. Difícilmente se consigue en Colombia. Por su fecha de publicación, no estuvo incluido en la lista de Ladrón de Guevara. Sin embargo, muy probablemente habría sido calificado con algunos

Luis Alberto sonríe con malicia mientras recuerda que siguió leyendo el libro de pie, junto a la vitrina, por unos días más. Hasta que una vez, cuando ya había leído la mitad de las historias, decidió retar a su padre y sacarlo de allí. «En la primera página estaba la firma de él, y si era suyo, probablemente no era tan malo», expresa para justificar su posible pecado. Lo retiró del lugar donde había estado archivado y lo ubicó sobre la mesita de su cuarto, donde lo mantuvo por unos días. Una noche el padre pasó por allí, y al ver el libro, preguntó al aire, con un ímpetu que se apoderó del ambiente: «¿Quién está leyendo novelones en esta casa?». «Yo» —respondió Luis Alberto—. «Pero el libro está firmado por vos». El padre no dijo nada, pero su silencio fue como un pasaporte de libertad definitiva a esta lectura perniciosa. Entonces Luis Alberto continuó leyendo a Pitigrilli. Después lo rotó, lo compartió y lo comentó con «los amigos de la barra». Y aún hoy lo conserva, sin ninguna llave, en una estantería de su casa.


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EL TIEMPO ACABO CON TODO

Fotografía Paulina Echavarría G. pechava2@eafit.edu.co

Sofía Pérez

spereza5@eafit.edu.co

Las palabras se acabaron. Las imágenes ya no enfocan. Los recuerdos ahora son borrones; videos, que de un momento al otro se aparecen en mis ojos, pero que no deciden quedarse. No sé en qué momento empecé a olvidar. Pasó, como si nada. La memoria se fue vaciando sin que me diera cuenta. De pronto, un día, intenté recordar algo, una frase simple, una pregunta infantil. Pero no fui capaz. La imagen no logró encontrar sus palabras y al poco tiempo, desapareció también. A veces, encuentro una foto que se quedó guardada y el recuerdo vuelve. Pero cuando la pierdo de nuevo, también se me escapa el suceso. Es en esos objetos olvidados, los tesoros que nadie más quiere, en los que logro escucharte de nuevo. Un reloj que no vio la luz del sol por veinte años. Un tarjetero de cuero que nadie quiere. Un pisa papeles oxidado. La bailarina de vidrio argentina que no reclamaron, con las rajaduras que le dejaste en las esquinas. Una carta que no recordaba haber escrito. Ahora son míos, pero seguro el tiempo también se los llevará a ellos. Así como nos llevó a nosotros.


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CA R I CAT U R A S Esteban Restrepo

erestr36@eafit.edu.co

Caricaturas Mauricio Monsalve @MonsalveMao

E

ste homenaje, pequeño pero sentido, a cuatro colombianos ejemplares, lo transfiero a todos aquellos que como deportistas han cargado a cuestas los colores de nuestro país; porque el deporte es, sin lugar a dudas, la única herramienta que ha logrado sincronizar nuestras sonrisas y volver nuestras alegrías simultaneas.

Cuna de cafeteros, arrieros, pescadores y floricultores. Tierra de porro, salsa, vallenato y bambuco. País incomparable lleno de gente que no puede vivir en paz, gente a la que le ha costado ponerse de acuerdo para sonreír. Colombia, mi casa, no está ordenada, y nosotros, su gente, no estamos unidos. Pero en esta casa ha crecido gente que nos ha llenado de orgullo y que en momentos tan gloriosos como efímeros, nos ha hecho olvidar todos nuestros problemas.


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DESDE EL HUECO Pedro Juan Vallejo

pjuanvallejo@gmail.com

Ilustración Juan José Rodriguez www.juanjosebianchi.com

Ilustración Juan Esteban Tobón nauj.esteban@gmail.com

Pedro Juan Vallejo pvallej1@eafit.edu.co

P

or fin vamos a volver a vernos, amá… Han sido varias semanas desde que salí a montar bicicleta y no volví a la casa. Supe que esa noche usté fue como una loca a las casas de todos mis amigos para preguntarles si estaba con ellos. “No, doña Fabiola, no he hablado con Oscar David en todo el día”, “Yo sí lo vi cuando salimos de la escuela pero de resto no”, “Yo hablé con él como a las 4 y me dijo que iba a salir a montar bicicleta un rato”. También supe que usté no pudo dormir, esperando a que la puerta sonara y que yo estuviera ahí afuera con los pantalones embarrados, sudado hasta las medias, muerto de ganas de un vaso de fresco. Mi apá intentó tranquilizarla ―no se preocupe, mija, que seguro ese muchacho se quedó por ahí en alguna parte y mañana aparece―, pero usté sabía que algo andaba mal. Que los señores de tapabocas y chalecos acerquen a esos perros por aquí. Si quiere mientras sacan toda esta tierra le cuento eso que ha querido saber desde hace rato.

Cuando salí de la casa fui pedaleando hasta la biblioteca del pueblo: quería prestar una enciclopedia para hacer la tarea de Ciencias Sociales. De ahí arranqué a la cafetería de Don Diego y me compré una almojábana con CocaCola. Cuando terminé, le dije a Don Diego que me empacara dos pandequesos pa’ llevarle a usté de regalo. Pagué la cuenta y arranqué. Las campanas de la iglesia dieron las 5 de la tarde. Pocos metros después una carevaca me cerró el paso. Frené en seco y pensando que había sido un accidente fui a preguntar si estaban bien, pero un portazo me reventó la nariz ―como usté dice, amá, para la güevonada no hay gotas―. Caí al piso con la bolsa de pandquesos y en un momentico dos hombres se bajaron y me cargaron como a un bulto de papas hasta la maleta del carro. Intenté gritar pero un puño en la cara me dejó privado. Amá, antes de seguir quería decirle que me sorprende que la hayan dejado venir. Las veces que mostraban estas cosas en la televisión solo estaban los señores de tapabocas con sus perros. ¿Cómo hizo? Bueno, no importa,

venga mejor le termino de contar antes de que nos veamos.

de cagones que se quieran poner en las mismas.

Cuando me desperté, estaba amarrado de manos y pies con una cabuya, y la boca me la habían tapado con un trapo rojo.

No tuve que oír más para entender por dónde iba el agua al molino. Seguíamos por la carretera destapada, pero yo ya no estaba temblando por eso. Habrán sido 5 minutos más de camino hasta que el carro paró.

Tirado en la maleta no alcanzaba a ver por dónde íbamos, pero estaba seguro de que era una carretera destapada por los saltos que daba la camioneta. Me acuerdo que los tipos del carro hablaban entre risas y cantaban una canción de guasca que estaba sonando en la radio. En el coro –hoy por fin me he dado cuenta que quererte fue un errooor- uno de los que iba en la banca de atrás se volteó para verme: ―Ahí se despertó el paciente ―dijo mientras se cogía el bigote― ¿Nos falta mucho para llegar? ―Nada, Enano. Ya estamos llegando. ―Se le fue hondo al pelao por ponerse de sapo a opinar más de la cuenta. ―Sizas, Enano, se le fue hondo a este pirobo… y con esto les ponemos el tatequieto al resto

Abrieron la maleta del carro y estuve chapaleando como un pez para tratar de zafarme. Lo único que conseguí fue caer al piso como una plasta. ―Qué belleza ésta loca tratándose de volar ―dijo el Enano mientras me pisaba la cara con una bota helada. Con la oreja contra el piso pude escuchar que había un río cerquita. El primer tiro en la nuca fue suficiente; igual me vaciaron todo el revolver para entretenerse un rato. Después abrieron el hueco y con un machete se encargaron de que cupiera en esta bolsa negra. Eso, eso, los de los tapabocas van muy bien. Ya solo falta un palazo más para que nos veamos, amá.


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VELAS PARA EL CAMINO, LA VOZ DE LA VERDAD Ximena Sanín

msaninp@eafit.edu.co

S

e escribe por placer o como terapia, algunas veces se escribe para escapar de los fantasmas que atormentan y persiguen sin cesar, y otras tantas se escribe como una forma de reconciliación consigo mismo. En Velas para el camino, Raquel Shwartzer ha escrito para encontrar la paz y ha creado un refugio construido de letras. El libro es fruto de una promesa a su hermana, de un encuentro con su doloroso pasado y del deseo inmenso de exponer la verdad. Una verdad despiadada y cruel, que atrapa al lector desde la primera página. Aunque los hechos transcurren en Colombia durante el siglo XX, podría tratarse de cualquier lugar del mundo y podría estar ocurriendo ahora mismo. Sin que nadie diga algo, sin que nadie haga algo.

Reseña

de Bolsillo

El libro cuenta la historia de dos mujeres que se enamoran del mismo hombre alcohólico, abusador y maltratador, y gracias a una narración impecable y fluida somos arrastrados sin pausa al infierno en el que viven. En este libro la autora no solo cuenta su historia, sino que habla también por todas aquellas mujeres que nunca pudieron alzar su voz y revelar la verdad. Mujeres que dan todo por el ideal de un amor absoluto, donde es el hombre quien decide y marca el rumbo, cayendo en una trampa impuesta por la cultura donde se pierden a sí mismas. Los golpes de Alex a sus dos mujeres son al mismo tiempo los golpes de una sociedad indiferente, y es este, en última instancia, un relato que denuncia

las mentiras que encierra un ideal amoroso de entrega absorbente. Es una novela escrita con gran valor y es una invitación a construir otro tipo de relaciones: dignas y respetuosas, llenas de libertad. Raquel Schwartzer nació en Medellín en 1952 y emigró a Israel en 1971. Es psicóloga y en la actualidad, es presidenta de la Organización para mujeres trabajadoras en el norte de Israel y representa a 4.000 profesoras de la primera infancia. Velas para el camino es su primer libro, el cual tardó cinco años en escribir. La primera edición de esta novela fue publicada por el Fondo Editorial Universidad EAFIT en agosto de 2016

Velas para el camino Raquel Shwartzer Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit, 2016.

LATRIBU DE LOS PROFETAS

Danielle Navarro

dnavarr1@eafit.edu.co

En la clerical Medellín de comienzos del siglo XX, cuando las promesas de la industrialización y del progreso apenas empezaban a profesar las bondades de un mejor futuro, un grupo de jóvenes rimbombantes se tomó por asalto una ciudad que a duras penas comenzaba a despertarse. Bohemios prematuros, melenudos de barba y pipa, revoltosos, buscapleitos, de espíritu anarquista y de aires vanguardistas, los Panidas fueron trece: León de Greiff, Ricardo Rendón, Félix Mejía, Jorge Villa, Libardo Parra, José Gaviria,

Rafael Jaramillo, Teodomiro Isaza, Bernardo Martínez, Jesús Restrepo, Eduardo Vasco, José Manuel Mora y, cómo no, Fernando González. Su ímpetu de cambio irrumpió en Medellín cuando aún no era Medellín, sino La Villa de la Candelaria. Los animaba, ante todo, «un propósito de renovación», dijo alguna vez León de Greiff, o “Leo Le Gris”, como a veces se llamaba. Las sotanas de los godos no pudieron soportarlo y los Panidas fueron excomulgados y expulsados con frecuencia: del Liceo Antioqueño, del Colegio de los Jesuitas, de Bellas Artes,

de la Escuela de Minas y de la Universidad de Antioquia. Y cuentan los cronistas que fue en la calle, y no en las aulas, donde se formaron en saberes. El café El Globo fue su sede principal, en el Centro de la ciudad, frente a la puerta del perdón de la entonces Catedral de Medellín, hoy La Candelaria. La revista Panida fue la expresión icónica de lo que fue el primer movimiento de vanguardia de Colombia. Desafortunadamente tuvo una vida corta, como algunos de sus miembros, tres de los cuales eligieron la «liquidación total de

la existencia». Se publicaron diez números que circularon durante cinco meses, entre febrero y junio de 1915. Y a pesar de la fugacidad de la revista y de la apresurada diáspora de sus miembros, no cabe duda de que los Panidas sentaron las bases de la modernidad en el arte y en la literatura de Colombia. El Fondo Editorial EAFIT publicó en 2015 la edición facsmilar de la revista Panida, con el ánimo de conmemorar los cien años de este movimiento que marcó una ruptura cultural en Medellín a principios del siglo XX


Natalia Zuluaga Salazar nzulag2@eafit.edu.co


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