Periódico Redes no. 434

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está surgiendo y va en aumento una profunda y secreta admiración por el personaje y la significación de Jesús de Nazaret. Aquí es fundamental dejar claro que los evangelios son "teología narrativa". Es decir, se trata de una teología hecha, no a base de teorías, doctrinas, especulaciones y argumentos. Los evangelios son una recopilación de relatos, tomados de la vida diaria de la gente, que nos presentan y nos platean un "proyecto de vida". Una forma de vivir, que antepone la vida (y la felicidad de la vida) a la religión, a sus dirigentes, sus leyes, sus limitaciones, sus ceremonias, que Jesús le suavizó a la gente hasta hacerla feliz.

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s evidente que la Navidad es una fiesta de gozo y alegría, de familia y amistad, de disfrute y de tantos recuerdos que, hasta en los últimos rincones del mundo, de una forma o de otra, se hace presente. Esta fiesta, vivida así, se ha hecho carne de nuestra historia y, en buena medida, una manifestación patente de nuestra cultura. Como es lógico, una fiesta así, se puede vivir de mil maneras, este año la viviremos austera de reuniones y festejos, puesto que la presencia de personas puede resultar desafortunadamente mortal. En todo caso, con el paso del tiempo y con los muchos cambios, que han experimentado nuestras costumbres, lo más frecuente es lo que más le

interesa a casi toda la ciudadanía es el jolgorio, la comida, la diversión y todo lo que sean motivos para evadirse de la dura realidad de nuestra historia, tan confusa y preocupante por tantos motivos, que no es el propósito ponerse ahora a recordar. Son cosas de las que precisamente queremos evadirnos en estos días.

Teniendo muy presente que, en todo este asunto, lo que importa no es la "historicidad" de los relatos. Lo que interesa es la "significatividad" de esos relatos. Todos los que colaboramos en este su PERIÓDICO REDES, deseamos que para usted esta celebración del nacimiento de Jesús sea significativa y en la austeridad de las reuniones o fiestas, podamos celebrar una muy FELIZ NAVIDAD 2020.

Pues vamos a intentar lo de la evasión. La más sana evasión. Desde hace algún tiempo, se viene notando un fenómeno, que se da en no pocas personas y que da la impresión que va en aumento. Se trata del creciente número de individuos (hombres o mujeres), que se alejaron (hace algunas décadas) de la religión y de la Iglesia, hasta detestar a obispos, curas y frailes sin piedad. Pero ahora resulta que, sin saber exactamente por qué, en esas personas "a-religiosas",

La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el acontecimiento histórico, que hace más de dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea de Judea. Es necesario comprender más bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento», una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo". San Juan Pablo II


adhesión a Cristo, me ayuden en mi ministerio de Obispo de Roma, por el bien de todo el santo pueblo fiel de Dios”. Es muy claro lo que implica este nombramiento: en primer lugar, es un llamado a confirmar nuestra adhesión a Cristo. Esto es lo primero y lo fundamental. Sin ese cimiento, todo flota en el aire y la mundanidad nos corrompe. El cardenalato es una invitación a tener a Cristo como único camino, como criterio definitivo en nuestro modo de ser y de pensar. Que El sea nuestra inspiración en lo que hacemos, decimos o queremos. Ni el Papa ni nosotros sustituimos a Cristo, no somos dueños de la lglesia, sino que él y nosotros somos sólo colaboradores del Señor. VER Me tomó de sorpresa el anuncio que hizo el Papa Francisco, el domingo 25 de octubre, al terminar el Angelus, de elegirnos como nuevos cardenales de la Iglesia a trece obispos y sacerdotes de varias partes del mundo: de Malta, Italia, Ruanda, Estados Unidos, Filipinas, Chile, Malasia y México. Ese domingo estaba en mi pueblo natal, Chiltepec, como todos los domingos, y hacía mi oración con el Oficio de Lecturas de la Liturgia de las Horas. Acostumbro, en la segunda lectura, abrir mi computadora y meditar lo que dice el Papa en el Angelus dominical, pero empecé a ver varios mensajes de felicitación, que me inquietaron. Abrí la página del Vaticano y comprobé que yo estaba entre los elegidos. Fue una sorpresa, porque no se me había avisado previamente. Lo primero que hice fue decirle a Dios: ¿Por qué yo? Después, entre lágrimas, agradecí, pedí perdón por mis deficiencias y oré al Espíritu para que me ilumine en esta nueva etapa de mi vida. Pedí la intercesión de la Virgen María. Luego se enteraron mi familia y mi pueblo, y empezaron las felicitaciones. No han faltado quienes me alaban y me dicen que es un reconocimiento a mi trabajo pastoral, sobre todo en Chiapas con los indígenas. Lo califican como un mérito personal, como un honor y un premio. Agradezco mucho sus expresiones, pero pido al Espíritu que me conceda no exaltarme ni engrandecerme, porque sería la ruina. Lo que soy y he podido hacer, como dice San Pablo, “no soy yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Cor 15,10). Todo se lo debo a Dios y a la Iglesia: a mis raíces que son mi familia y mi pueblo natal, que hoy pertenece a la diócesis de Tenancingo, a mi ahora arquidiócesis y a mi amado seminario de Toluca. Se lo debo a la Iglesia universal; en particular, a la Iglesia en México y en América Latina, a las diócesis de Tapachula y San Cristóbal de Las Casas en Chiapas. Soy fruto de la Iglesia, sin desconocer mis limitaciones. Este título, pues, no es

tanto personal, sino para la Iglesia, de la cual soy hijo. Fui ordenado sacerdote cuando se estaba realizando el Concilio Vaticano II y me he esforzado por no olvidarlo y llevarlo a la práctica. Soy fruto también de las conferencias generales del episcopado latinoamericano en Medellín (1968) y Puebla (1979). Cuando fue la de Río de Janeiro, en 1955, apenas empezaba mi formación en el Seminario. Participé en Santo Domingo (1992) y Aparecida (2007). Todo se lo debo también a la CEM (Conferencia del Episcopado en México), a la OSMEX (Organización de Seminarios en México), a la OSLAM (Organización de Seminarios Latinoamericanos) y al CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), que han influido mucho en mi servicio pastoral. Por estas instituciones, el Espíritu Santo ha ido indicando a la Iglesia los caminos que debe recorrer. He procurado ser hijo de esta Iglesia. Las exhortaciones, encíclicas y demás documentos de los Papas me han iluminado mucho, desde Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y II, Benedicto XVI y Francisco. El Espíritu Santo, por mediación de los Papas, nos ha señalado cómo debe ser y servir la Iglesia. En síntesis, es el Pueblo de Dios quien ha influido en mi vida: mi abuela Rosa, mis padres Coínta y Moisés, mis paisanos, mis familiares y amigos, mis enemigos, mis compañeros, los campesinos e indígenas, los fieles creyentes de las comunidades, los agentes de pastoral, los catequistas y diáconos permanentes indígenas, los sacerdotes, obispos y cardenales, los hermanos de otras religiones. Las críticas y observaciones que se me han hecho, me han ayudado a repensar mi vida, y las agradezco de corazón; es lo que nos ayuda a crecer. PENSAR El Papa Francisco, al anunciar nuestra elección, dijo: “Recemos por los nuevos Cardenales, para que, confirmando su

Somos llamados también a colaborar con el Papa en su ministerio de Obispo de Roma, y por ello se nos asigna una parroquia en esta ciudad, como signo de comunión entre esa comunidad y quien preside esta Iglesia local, que es el Papa. Esto sin hacer a un lado al párroco del lugar y a su comunidad. Al mismo tiempo, el Papa nos pide ayudarle a procurar el bien de todo el pueblo fiel de Dios. Nos puede confiar alguna tarea especial, pero este servicio no implica vivir en Roma, sino seguir trabajando en lo que cada quien hacemos, procurando siempre la comunión afectiva y efectiva de nuestros pueblos con el Papa y, sobre todo, con Jesucristo. En una carta que me envió, el Papa Francisco me dice: “Deseo que esta

vocación a la que el Señor te llama te haga crecer en humildad y en espíritu de servicio. ´Somos siervos inútiles´ es lo que nos enseñó el Señor a decir después de haber hecho nuestro trabajo; y con esta palabra, también a no pretender otra paga: sólo ésta, y la gracia de ser elegido para servir. Rezo para que éste sea tu gozo en el día de hoy y a lo largo de toda tu vida y que, al final, le puedas decir al Señor: ´Nunca puse tu luz debajo de la cama´. Recibirás saludos y expresiones de cercanía de mucha gente que te quiere bien; acéptalos con sencillez y, en tu corazón, te hará bien recordar, en medio de esta alegría, la entrada de Jesús en Jerusalén… y el viernes subsiguiente. Te recomiendo cuidar que las celebraciones que los fieles te hagan sean sencillas y lejos de todo espíritu mundano. Rezo por ti; por favor hazlo por mí. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide”. ACTUAR Ruego que oren al Espíritu Santo, a la Virgen María y a los santos de nuestra devoción, para que me ayuden a ser fiel a Cristo y a su Iglesia, sirviendo con todo mi ser al Pueblo de Dios. + Emmo. Sr. Card. Felipe Arizmendi Esquivel Obispo Emérito de SCLC


Vatican News

a Cristo a los demás: pueden hacerlo solo despegándose de sí mismos y de la mundanidad, no atrayendo a las personas hacia sí sino orientándolas hacia Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

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a invitación a la alegría es característica del tiempo de Adviento: la espera del nacimiento de Jesús, la espera que vivimos es alegre, un poco como cuando esperamos la visita de una persona a la que queremos mucho, por ejemplo un amigo al que no vemos desde hace tiempo, un pariente... Estamos en una espera alegre. Y esta dimensión de la alegría emerge especialmente hoy, el tercer domingo, que se abre con la exhortación de San Pablo: «Alegraos siempre en el Señor» (Antífona de ingreso; cf. Fil 4,4.5). «¡Alegraos!» La alegría cristiana. ¿Y cuál es el motivo de esta alegría? Que «el Señor está cerca» (v. 5). Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, más estamos en la alegría; cuanto más lejos está, más estamos en la tristeza. Esta es una regla para los cristianos. Una vez, un filósofo decía más o menos esto: “No comprendo cómo se puede creer hoy, porque aquellos que dicen que creen tienen cara de funeral. No dan testimonio de la alegría de la resurrección de Jesucristo”. Hay muchos cristianos con esa cara, sí, cara de funeral, cara de tristeza… ¡Pero Cristo ha resucitado! ¡Cristo te ama! ¿Y tú no tienes alegría? Pensemos un poco en esto y preguntémonos: ¿Yo estoy alegre porque el Señor está cerca de mí, porque el Señor me ama, porque el Señor me ha redimido? El Evangelio según Juan nos presenta hoy al personaje bíblico que — exceptuando a la Virgen y a San José— vivió el primero y mayormente la espera del Mesías y la alegría de verlo llegar: hablamos, naturalmente, de Juan el Bautista (cf. Jn 1,6-8.19-28). El evangelista lo introduce de modo solemne: «Hubo un hombre enviado por Dios […]. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz» (vv. 6-7). El Bautista es el primer testigo de Jesús, con la palabra y con el don de la

vida. Todos los Evangelios concuerdan en mostrar cómo realizó su misión indicando a Jesús como el Cristo, el Enviado de Dios prometido por los profetas. Juan era un líder de su tiempo. Su fama se había difundido en toda Judea y más allá, hasta Galilea. Pero él no cedió ni siquiera por un instante a la tentación de atraer la atención sobre sí mismo: siempre la orientaba hacia Aquel que debía venir. Decía: «Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de la sandalia» (v. 27). Siempre señalando al Señor. Como la Virgen, que siempre señala al Señor: “Haced lo que Él os diga”. El Señor siempre en el centro. Los santos alrededor, señalando al Señor. ¡Y quien no señala al Señor no es santo! He aquí la primera condición de la alegría cristiana: descentrarse de uno mismo y poner en el centro a Jesús. Esto no es alienación, porque Jesús es efectivamente el centro, es la luz que da pleno sentido a la vida de cada hombre y cada mujer que vienen a este mundo. Es un dinamismo como el del amor, que me lleva a salir de mí mismo no para perderme, sino para reencontrarme mientras me dono, mientras busco el bien del otro. Juan el Bautista recorrió un largo camino para llegar a testimoniar a Jesús. El camino de la alegría no es fácil, no es un paseo. Se necesita trabajo para estar siempre en la alegría. Juan dejó todo, desde joven, para poner a Dios en primer lugar, para escuchar con todo su corazón y con todas sus fuerzas la Palabra. Juan se retiró al desierto, despojándose de todo lo superfluo, para ser más libre de seguir el viento del Espíritu Santo. Cierto, algunos rasgos de su personalidad son únicos, irrepetibles, no se pueden proponer a todos. Pero su testimonio es paradigmático para todo aquel que quiera buscar el sentido de su propia vida y encontrar la verdadera alegría. De manera especial, el Bautista es un modelo para cuantos están llamados en la Iglesia a anunciar

La alegría es esto: orientar hacia Jesús. Y la alegría debe ser la característica de nuestra fe. También en los momentos oscuros, esa alegría interior de saber que el Señor está conmigo, que el Señor está con nosotros, que el Señor ha resucitado. ¡El Señor! ¡El Señor! ¡El Señor! Este es el centro de nuestra vida, este es el centro de nuestra alegría. Pensad bien hoy: ¿Cómo me comporto yo? ¿Soy una persona alegre que sabe transmitir la alegría de ser cristiano, o soy siempre como esas personas tristes que, como he dicho antes, parece que están en un funeral? Si yo no tengo la alegría de mi fe, no podré dar testimonio y los demás dirán: “Si la fe es así de triste, mejor no tenerla”. Rezando ahora el Angelus, vemos todo esto realizado plenamente en la Virgen María: ella esperó en el silencio la Palabra de salvación de Dios; la escuchó, la acogió, la concibió. En ella, Dios se hizo cercano. Por eso la Iglesia llama a María “Causa de nuestra alegría”. Después del Ángelus Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos. De manera especial, saludo al grupo que ha venido en representación de las familias y de los niños de Roma con ocasión de la bendición de las figuras del Niño Jesús, evento organizado por el Centro Oratorios Romanos. Este año, a causa de la pandemia, sois pocos los que estáis aquí; pero sé que muchos niños y muchachos están reunidos en los oratorios y en sus casas y nos siguen a través de los medios de comunicación. Saludo a todos y cada uno, y bendigo las figuritas de Jesús que se colocarán en el belén, signo de esperanza y alegría. En silencio, hacemos la bendición de las figuras del Niño Jesús: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Cuando recéis en casa delante del belén con vuestros familiares, dejad que os atraiga la ternura del Niño Jesús, nacido pobre y frágil en medio de nosotros para darnos su amor. ¡Os deseo a todos un feliz domingo! No os olvidéis de la alegría. El cristiano es alegre en el corazón, incluso en las pruebas; es alegre porque está cerca de Jesús. Él es quien nos da la alegría. No os olvidéis, por favor, de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!


él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Los fieles del Señor confían en el Señor: él es su auxilio y su escudo. Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga, bendiga a la casa de Israel, bendiga a la casa de Aarón; bendiga a los fieles del Señor, pequeños y grandes. Que el Señor os acreciente, a vosotros y a vuestros hijos; benditos seáis del Señor, que hizo el cielo y la tierra. El cielo pertenece al Señor, la tierra se la ha dado a los hombres. Los muertos ya no alaban al Señor, ni los que bajan al silencio. Nosotros, sí, bendeciremos al Señor ahora y por siempre.

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ije que no libraría la batalla por alcanzar la dirección general de nuestra empresa y, sin embargo, Tú me la diste, Señor. En la fiesta de hoy, vinieron todos a felicitarme, amigos y enemigos, leales y desleales. No fue fácil resistir la tensión. Me imaginé en la antesala de un palacio real, en espera de ser ungido rey. Me di cuenta de que no todo es fiesta, no basta estar a la cabeza, cuando estamos rodeados de poderosos enemigos, más fuertes que nosotros, más fuertes que yo. Pero Tú me diste paz, Tú estabas allí. Te escuché mientras veía

que mis enemigos serpenteaban entre convidados.

por tu bondad, por tu lealtad. ¿Por qué han de decir las naciones: “Dónde está su Dios”?

Hazme rocío que dé vida a los demás. Que mi gobierno sea un amanecer continuo, una lluvia matinal iluminada por el sol, un consuelo y el mejor futuro para nuestras familias.

Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas:

Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies”.

tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen;

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.

tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan; no tiene voz su garganta: que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos.

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora”. El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec”. El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza. —Salmo 109, 1-5. 7— Él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. 1Corintios 15,25 No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria;

Israel confía en el Señor:

—Salmo 113 B— Se convirtieron de los ídolos a Dios, para consagrarse al Dios vivo y verdadero. 1Tesalonisenses 1,9 Ahora que cae el sol, lo comprendo, no hay nadie más poderoso que Tú. Mientras mi adversario confiaba en sus ídolos, Tú me consagrabas para tu pueblo. Permíteme descansar por esta noche así, como el más humilde de tus siervos. Úngeme en familia, que los míos participen también de mi elección. Enséñanos a postrarnos ante quienes más te necesitan y a levantarlos con tu poder. Que todos reconozcan que la salvación, la gloria y el poder son tuyos, y que tus juicios son justos y verdaderos. Recibe nuestra alabanza, la de los que tememos, pequeños y grandes. ¡Oh, buen Jesús!, reina conmigo, dirige conmigo, hazme rocío. Amén.


ILUMINACIÓN DESDE LA FE

Por: Pbro. Carlos Sandoval Rangel

El Bautista, por su parte, nos indica que lo anunciado ya está presente. Él es testigo de quien es toda luz. “Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era la luz sino testigo de la luz” (Jn. 1, 7.8). Ante el panorama tan adverso, no tengamos miedo confiar en Dios y, sobre todo, no tengamos miedo a vivir bajo las certezas que Él nos ofrece. Al darnos la oportunidad de hacer la vida bajo su presencia y bajo los principios que Él nos ofrece, podemos decir: sí habrá navidad. Las alegrías del mundo no siempre son malas, pero sí pasajeras. La alegría que nace por la presencia de Dios es profunda y capaz de superar las más grandes pruebas.

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an Pablo nos describe de modo muy concreto lo que debe ser la mística del cristiano: “Hermanos, vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión…” (1 Tes 5, 16). La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (…)”. En cambio, “el gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (Francisco, E.G. 1.2). Cuando el ser humano se deja influir de más por ese ritmo consumista del mundo, una de dos: o queda amargado y se complica la vida por no alcanzar las propuestas de la mercadotecnia o se afana de más por la seducción del materialismo y termina con el interior vacío. Se quiere vivir de lo que el mundo exterior le facilita, pero esto no lo llena todo. Bajo esta lógica, más del sesenta por ciento de los pobladores de este universo estaríamos condenados a vivir tristes, amargados. Bajo la lógica del consumismo, no caben los demás en la grandeza de su dignidad ni, mucho menos, cabe Dios en la belleza de su bondad. Por eso, el mundo se fragmenta. De ahí que, sin duda, lo que el ser humano más necesita son certezas, los principios más altos que le garanticen lo fundamental, lo esencial. Lo demás se va integrando, va sumando. Esas certezas las anuncian hoy tanto el profeta Isaías, como Juan el Bautista. “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha envia-

do para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros, y a pregonar el año de gracia del Señor” (Is. 61, 1-2). El pueblo vivía en el destierro y pensaba que Dios le había abandonado. Pero el profeta le hace ese anuncio de libertad, porque Dios siempre está, aún cuando de momento estemos viviendo las consecuencias de nuestras equivocaciones. Dios movió todo y el pueblo recobró su libertad. Pero aquel anuncio de Isaías era también un presagio de la libertad final, traída por Cristo. Jesús efectivamente fue enviado a los pobres, se acercó a ellos, les hizo ver que, aunque injustamente vivan muchas ingratitudes, Dios no se olvida de ellos. Más aún, para Jesús ellos son los predilectos, lo cual demostró con hechos y palabras. Pero Él viene también para atender a los de corazón quebrantado, triste, confundido. Y es ahí precisamente donde el ser humano más necesita experimentar la presencia de Dios. Jesús vino también para proclamar el perdón a los cautivos y la libertad a los prisioneros. Por lo tanto, ya no hay motivo para seguir arrastrando esclavitudes. La esclavitud más grande que es la del pecado, Cristo nos la ha dispensado, por eso aceptó la muerte en Cruz. Pero, sobre todo, el profeta anuncia el tiempo de gracia. Y Cristo es precisamente la inauguración de ese tiempo de gracia, es decir, el tiempo del reencuentro con Dios y, a través de Él, el reencuentro con los demás. Este tiempo aún no termina. Por eso, la Iglesia en el santo tiempo del adviento

nos recuerda que Dios sigue tocando a nuestra puerta, en la espera que podamos abrirle, la oportunidad sigue vigente y bien podemos darle un sí definitivo a partir de esta navidad. Sigue vigente el año de gracia, porque el Señor nos sigue ofreciendo los motivos, las certezas más altas para vivir. Quiere ayudarnos a mantener las esperanzas más altas, a pesar de las circunstancias difíciles que puedan presentarse en la vida, como las que estamos viviendo.


LA FAMILIA CATÓLICA MODERNA

Por: Silvia del Valle @SilviaMdelValle @smflorycanto

SEGUNDO. Que no pierdan la capacidad de asombrarse. Cuando podemos asombrarnos de lo que nos rodea perdemos la capacidad de ser felices porque ya no podemos reconocer lo bello que tenemos a nuestro alrededor y lo bueno que nos va pasando a lo largo de los días. Debemos aprender a estar felices y dejar que los detalles nos asombren y también debemos enseñar a nuestros hijos a vivir con este estilo de vida.

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me pongo a pensar, ¿verdaderamente vivimos alegres? O dejamos que las circunstancias nos determinen y nos quiten la alegría del corazón.

Para eso es necesario que enseñemos a nuestros pequeños a ver las cosas como son y a no tener pena de asombrarse de ellas, a pesar de que los demás no lo hagan.

Es importante que nosotros cuidemos a nuestros hijos y los eduquemos para vivir en la alegría que emana del Amor de Dios, por eso aquí les dejo mis 5Tips para lograrlo.

Si logramos que nuestros hijos sigan guardando la ilusión de que llegue su cumpleaños, la navidad y los reyes magos, entonces estaremos fomentando esa capacidad de asombro.

PRIMERO. Que reconozcan lo que tienen y lo agradezcan. Cuando uno se da cuenta de que tenemos lo que necesitamos y que no nos hace falta nada nos debe generar alegría y serenidad. Además, es muy necesario que nuestros hijos sean agradecidos ya que de esta forma aprenderse a valorar lo que tiene y el esfuerzo que los otros hacen para que ellos tengan lo necesario y eso los debe hacer sentir bien y les debe dar felicidad. El sentirse cuidados, protegidos y amados les debe dar felicidad.

También es bueno que les eduquemos con el ejemplo y que vean que nosotros nos dejamos sorprender por los detalles que vamos teniendo a lo largo del día y que los compartimos con ellos de forma alegre. TERCERO. Que se fijen en los pequeños detalles. La vida está llena de detalles y si no podemos darnos cuenta de ellos es porque estamos muy agobiados y hemos perdido la capacidad de ser felices. Es bueno ayudar a nuestros hijos a ser sensibles y darse cuenta de todos los

pequeños detalles que le van dando sentido y sabor a la vida. Que sepan verlos y agradecerlos, de esta forma no perderán la capacidad de asombrarse y serán más felices porque podrán disfrutar de cada momento y detalle que llegue a su vida. Estos pequeños detalles no necesariamente tienen que ver con el tener, más bien tienen que ver con los detalles que mamá tiene con ellos, con una llamada de nuestros seres queridos, de los detalles que nuestros hermanos tienen a lo largo del día, etc. Para darnos cuenta de ellos es necesario tener los ojos del alma bien abiertos para detectar las caricias que Dios nos regala por medio de los que nos rodean. CUARTO. Que no pongan su alegría en lo que se acaba. Es importante que les enseñemos a nuestros pequeños a que deben ser alegres por lo que son y no por lo que tienen. Que la alegría es una virtud que debemos cultivar y que no debe depender de los demás. El enojo y la alegría deben depender solo de nosotros, nadie externo nos puede hacer cambiar la alegría y eso debemos enseñárselo a nuestros hijos. Es importante lograr que nuestros hijos sean alegres porque tienen un día más

de vida, porque Dios les da una familia, porque están rodeados de amor y en última instancia, deben ser alegres porque Dios les ha concedido la vida y eso es básico. Y QUINTO. Que aprendan a encontrar la alegría en todo momento. Las circunstancias que nos han tocado vivir no deben afectar el estado de ánimo de nuestros hijos. Se que muchas veces son terribles, pero debemos educarlos para que sean felices y encuentren motivos de alegría en todo momento y bajo cualquier circunstancia. Así será más fácil llevar la vida, porque estarán acostumbrados a ser felices con lo que Dios les dé, mucho o poco; grande o pequeño; con problemas o sin ellos, pues sabrán que todo lo que vivimos es un continuo don de Dios y que los tiempos difíciles Dios los permite para purificarnos un poco y los tiempos de bonanza Dios los permite para que sintamos su presencia y su caricia. Que la alegría de esta época navideña inunde el corazón de nuestros hijos y de cada miembro de la familia y que podamos trasmitirla a los que más lo necesitan, a los más solos, a los que la tristeza invade su corazón para que seamos instrumentos del Amor de Dios y les contagiemos esa alegría que solo Dios da.



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espués de varios años de formación en el Seminario de la Inmaculada Concepción, seis jóvenes darán el paso defintivo para abrazar la vocación a la que fueron llamados: dos para ser sacerdotes y cuatro diáconos, que, después de ser evaluados, fueron admitidos para recibir el orden sagrado, durante la Eucaristía que presidirá el Sr. Obispo Benjamín Castillo Plascencia el próximo 8 de enero de 2021, y que se llevará a cabo en el templo del Carmen, a las 11 de la mañana. Por supuesto, ante la situación de

pandemia que se está viviendo, no será posible dar acceso a todos los fieles que deseen asistir, pues el cupo estará limitado, de acuerdo al semáforo sanitario estatal, sinembrgo, podráseguirse la transmisión a través de las diferntes páginas que hay en las redes sociales de la Dócesis de Celaya. Presentamos a continuación a los jóvenes candidatos, oremos por ellos para que siempre sean fieles servidores de Dios y de la santa Iglesia Católica.


Por. Monica Muñoz/ Twitter: @munozmonik

las personas en cautela para evitar contagiarse, sin embargo, es necesario aprender a vivir con este virus, que no se irá, pero debemos contener, tomando todas las precauciones sanitarias debidas, como lavarse las manos constantemente, que, desde que inició la emergencia, los especialistas dijeron que se podía combatir con agua y jabón, lo que ha resultado en retomar hábitos de higiene elementales que mucha gente olvida con facilidad, pues basta con recordar que en la epidemia de influenza AH1N1 que se desató hace 10 años, ya se nos había advertido sobre ser cuidadosos en la higiene de manos y estornudar o toser cerca de otros y cubrirnos boca y nariz con la parte interna de codo.

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n estos días que estamos tratando de volver a la normalidad, nos hemos encontrado con situaciones que nos erizan los cabellos, principalmente, si de inseguridad se trata, pues estamos ante una atmósfera de violencia que era imposible de imaginar hace unos cuantos años, en los que podíamos salir a la calle a cualquier hora del día o de la noche con confianza, sin descontar que nuestro país es escenario de movilizaciones ciudadanas nunca antes vistas, pidiendo a las autoridades atención por situaciones concretas, lo que también sirve de termómetro para medir el descontento de la sociedad respecto al desempeño de quienes han sido contratados para servir a la nación, ya sea como gobernador, alcalde, diputado, senador o presidente. Y no se diga con la grave situación que están atravesando nuestros hermanos de Tabasco y Chiapas, con la inundación y pérdida de sus bienes materiales, que requieren urgentemente de nuestro apoyo y solidaridad, pues han quedado en el desamparo, lo que, infortunamente, les ocurre con relativa frecuencia, ya que la infraestructura de sus comunidades no es suficiente para contener la inmensa cantidad de agua que se derrama, ya sea por fenómenos naturales o por la apertura de presas que siempre afectan a las comunidades más vulnerables y olvidadas. En este rubro, todos los servidores públicos tienen la oportunidad d¬e cambiar el contexto social, político,

económico y cultural de nuestro país, durante un breve lapso para el que han sido elegidos, pero si no cumplen, hay que pedirles cuentas, por eso, la gente ha visto que una manera muy efectiva de alzar la voz es convocar a movimientos masivos mediante las redes sociales, hecho que no es reciente, pues se tiene registro de otros tantos realizados alrededor del mundo, usando simplemente el teléfono celular, como ocurrió durante la llamada “primavera árabe” en 2010, donde la comunicación inicial se dio a través de la internet. Sin embargo, lo más importante, desde mi muy particular punto de vista, es poner la atención sobre lo que está sucediendo con la gente, que teme salir a la calle pero que debe hacerlo para trabajar y retomar su vida, pues es necesario reactivar la economía que se ha visto vulnerada con la pandemia. Como sea, hay que salir porque la economía ya no va soportar otro encierro, porque no podemos soslayar que quienes producen en este país y en cualquier otro en el mundo, son las empresas y sus trabajadores, que generan la dinámica de consumo y mueven el dinero en los mercados, por eso, el Buen Fin en este año no se suspendió, a pesar de la situación que vivimos. Además, poco a poco se está regresando a las reuniones sociales, poco numerosas y con estrictas medidas de higiene, por cierto, lo que deberá mantenerse para evitar cualquier tipo de enfermedad, pero, es cierto que el temor continúa y mantiene a

En fin, que aún vivimos con la incertidumbre sobre qué pasará en los meses siguientes, pero es importan-

te ser optimistas porque una buena actitud mantendrá el ánimo elevado y nos ayudará para reforzar nuestro sistema inmunológico practicando buenos hábitos como tener una alimentación sana, hacer ejercicio, dormir suficiente, evitar excesos en el consumo de alcohol, tabaco, grasas y estrés, y, aunque hay que salir poco, es necesario realizar alguna actividad al aire libre, pues la luz del sol y el contacto con las plantas ayudan a generar sustancias benéficas para la salud, como la vitamina D. Vivamos sin miedo, con mucha fe y procurando aprovechar la situación, haciendo el bien a nuestra familia y a la gente que podamos tenderle la mano, pidiendo a Dios que pronto se termine este encierro para que podamos retomar nuestra vida normal. Que tengan una excelente semana.


Por Silvia Elisa García del Valle luego, tuvieron que esconderse, guardarse, en Egipto, pues el Rey Herodes quería matar al niño. Esta es una oportunidad para darle un enfoque diferente a la Navidad, concentrándonos en lo que verdaderamente celebramos: a Jesús. Quizá este año nos toca acompañar más de cerca a la Sagrada Familia en la austeridad y en la soledad, pero te aseguro que la alegría que había en sus corazones era inmensa y también puede ser así en nuestros corazones. Todo depende de en qué pongamos nuestra felicidad.

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ada familia tiene sus propias tradiciones navideñas, lo que cenan, dónde se reúnen, a dónde y a qué hora van a Misa, las dinámicas, el recalentado, los regalos, etc... Recuerdo que cuando empezó la pandemia, que poco a poco se fue recorriendo la fecha en la que se pensaba que todo terminaría, mucho tiempo se dijo “cuidémonos para que esto termine antes de Navidad”, pero no todos nos cuidamos y aquí estamos, a punto de celebrar Navidad y Año Nuevo, aún en pandemia. Y corremos el riesgo de hartarnos (después de 9 meses claro que podemos estar hartos) y caer en la tentación de bajar la guardia por seguir nuestras tradiciones: una cenita, una que otra posada clandestina, reunirnos con los abuelos para Navidad... las opciones son muchas. Pero sería bueno preguntarnos ¿vale la pena tirar 9 meses de cuidados por la borda? ¿Vale la pena arriesgarnos o a nuestra familia? Y seguro habrá quien piense “Si! Es Navidad, se trata de estar juntos”. Para todos es difícil.

¿Y tú te animas a cambiar tus planes y ser feliz viviendo una Navidad más parecida al Nacimiento de Jesús?

Habrán doctores que no pasarán ni Navidad ni Año Nuevo con sus familias, por cuidar enfermos y por miedo a contagiar a sus hijos o esposa/o. Habrán enfermos que lo pasarán en el hospital, más de uno deseando haber usado cubre bocas o haberse cuidado mejor, y otros no entendiendo en qué momento sucedió. Nosotros, que gracias a Dios podremos pasar estas fechas en nuestras casas, sin importar la situación debemos dar gracias a Dios por ello y rezar por todos los que están luchando pos sus vidas o para salvar las de otros. Y aquí es donde vale la pena reflexionar ¿cuál es el verdadero sentido de la Navidad? ¿Estar juntos? No! Ese es un extra maravilloso, pero no es el sentido de la Navidad. El verdadero sentido es recordar y agradecer que Dios envió a su hijo a salvarnos; Dios se hizo hombre por amor a ti y a mi. Ahora, pensemos ¿Cómo fue ese nacimiento? Yo creo que María y José habían preparado cosas para el nacimiento de Jesús en su casa, quizá habían hecho también algunos planes sobre qué harían o quién les ayudaría cuando llegara el momento. Pero de pronto les llega la noticia del censo, tienen que ponerse en camino, y estando en Belén llega el momento de que Jesús nazca. No solo no era como lo habían pensado o planeado, sino que ni siquiera encontraban un lugar. Además, estaban solos, sin alguien que les ayudara o les hiciera compañía, sólo la familia nuclear. Seguro que ni en sus sueños más locos lo habrían imaginado, pero Dios así lo permitió.

Y uno podría decir, “difícil, sí, pero nosotros ya llevamos casi un año así” Entonces vale la pena recordar que ellos no pudieron regresar a su casa luego

Esta Navidad y Año Nuevo, quedémonos en casa, cuidémonos y cuidemos a nuestros seres queridos; si podemos, asistamos a Misa con todos los cuidados y siguiendo los protocolos, y si no, veámosla desde casa, recemos El Rosario y pidámosle a Jesús que venga a nacer a nuestro corazón, acompañándolo junto con José y María en esta situación difícil que hasta cierto punto se asemeja a la que ellos vivieron hace más de 2000 años. ¿Y tú te animas a cambiar tus planes y ser feliz viviendo una Navidad más parecida al Nacimiento de Jesús?


En nuestra catequesis anterior vimos: LA ALABANZA AL TERMINAR LA PLEGARIA EUCARÍSTICA Ahora veremos: EL PADRE NUESTRO. Al terminar el “AMÉN” de la alabanza final de la Plegaria Eucarística, se inicia el Rito de la Comunión, cuya introducción es el PADRE NUESTRO. Una vez que el Sacerdote ha dejado sobre el altar el cáliz y la patena, con las manos juntas expresa una oración con que invita al rezo de la Oración que Jesús nos enseñó, en el que se pide el pan cotidiano, que es también para los cristianos como una figura del Pan Eucarístico, y se implora la purificación de los pecados. El Sacerdote, y solamente él, extiende las manos y, junto con el pueblo, recita el Padre Nuestro. Sobre el levantamiento de las manos de los fieles, el Misal únicamente dice que el Sacerdote y los concelebrantes extienden las manos. En ninguna parte indica que lo hagan los fieles. Ni en ese lugar, ni al hablar de los

gestos y posturas del pueblo. La Instrucción General del Misal Romano, en su número 152 dice: “Terminada la Plegaria Eucarística, el sacerdote con las manos juntas, dice la monición antes de la Oración del Señor; luego, con las manos extendidas, dice la Oración del Señor juntamente con el Pueblo”. Si una Conferencia Episcopal considera que deben de extender las manos, puede solicitarlo a la Santa Sede. Mientras eso no se haga ni se autorice, como no ha sido, no hay norma que establezca esa postura de los fieles. Las Posturas de los fieles no es a gusto de cada quién, porque la liturgia no es de cada uno; sino que es de la Iglesia. La Liturgia en ningún momento pide que, al hacer la Oración del Padre Nuestro, los fieles levanten las manos. Levantar las manos es un signo propio del Sacerdote como intermediario entre Dios y la Asamblea.


CATEQUESIS PARA TODOS

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utilización de los medios digitales no garantiza la comunicación ni la comunidad. En efecto, la hiper comunicación, consecuencia de la digitalización, nos permite estar cada vez más interconectados, pero la interconexión no trae consigo más vinculación ni más cercanía. A pesar de la hiper comunicación digital, en nuestra sociedad aumentan la soledad y el aislamiento. Hoy prevalece la comunicación sin comunidad. Y nuestro reto es inventarnos nuevas formas de acción que vayan más allá del ego, el deseo y el consumo, para crecer en comunidad.

esto será una realidad de la cual ya estamos aprendiendo. Poco a poco tendremos que ir cambiando el modo de hacer catequesis, siempre intensivas, que lleguen a las elites y a las masas para lograr una fe lucida y comprometida, pero a través de grupos más pequeños; será necesario involucrar a las familias, a la comunidad cristiana y la utilización de las diversas plataformas virtuales, así como la radio, la televisión y otros recursos didácticos y espirituales. Por otro lado, hay que tomar en cuenta y estar atentos a que la

M

mantener la dignidad e integridad de la persona en su relación consigo misma, con los demás, con Dios y la creación.

Esta pandemia, este confinamiento, este aislamiento social, nos desafían a no volver “a lo de siempre”, sino a crear un nuevo futuro con nuevos paradigmas de relación personal, comunitaria y con nuestra casa común. No se trata de inventar cualquier paradigma, sino aquellos que respondan a necesidades concretas, aquellos que permitan

La catequesis es una experiencia personal y compartida, de relacionarse, que se realiza como un encuentro y se nutre de este; parte de la vida y regresa a la vida. Sin embargo, el distanciamiento social que será necesario mantener nos separa en lo físico, nos diezma en capacidades de encontrarnos y seguir haciendo la catequesis como hasta ahora aprendimos, aunque también nos abre a nuevas oportunidades de compartir. Siempre tendremos riesgos, pero debemos aceptar que

uy estimados lectores después que fuimos participes de la celebración de XXX asamblea en esta pandemia 2020 nos deja grandes retos y desafíos que nos llevan a discernir a la luz del Evangelio para trasmitir la Buena Nueva

Es importante que en este contexto de cambio parcial o total por el COVID-19, se siga fortaleciendo la formación y actualización de los catequistas, que perciban que no todo se vino abajo, que no hay salida ante esta situación o que es un castigo de Dios; sino que, sin miedo, esta realidad la veamos como un reto, como una oportunidad para construir comunidad juntos, para renovar nuestra vocación, para crecer en nuestra percepción de Dios y actualizarnos en nuestros modos de dar la catequesis. Es tiempo de reparar las redes para la pesca porque el Señor nos manda a lanzarlas de nuevo, porque la misión continúa y la Iglesia prepara una nueva salida. Tomado de: Elder Pineda Cabrera, Pbro. Guatemala Después de la pandemia, ¿qué catequesis?, Ediciones Universidad Finis Terrae 2020. Equipo DIDIPAC.


LOS JÓVENES HABLAN

ellos fueron utilizados y forzados como niños soldados durante los combates. John se siente especialmente enviado a ellos: “muchos llevan en su interior el odio y los pensamientos de venganza, yo les hablo de perdón”. ¿Un esfuerzo con pocas posibilidades de éxito, incluso ingenuo? No para John. Ha perdido casi todo, pero no su fe en Dios. Por eso se formó como catequista. Él mismo prefiere el término “evangelizador”, llevando la Buena Nueva a los pobres y desesperados.

E

sta Navidad, la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada en México (ACN) quiere llevar regalos a nuestros hermanos en emergencia, que sufren y necesitan más apoyo que nunca. Es así que lanza la campaña: “Da un regalo de fe”, donde presenta proyectos que van dirigidos a aliviar el dolor en comunidades que ya enfrentaban circunstancias difíciles, y que la pandemia las ha convertido aún más, en zonas sumamente vulnerables. Te invitamos a promover nuestra campaña en tu medio o plataforma digital, con el fin de apoyar 9 proyectos en diferentes partes del mundo, donde se incluye México, y que van dirigidos a mitigar las consecuencias de la guerra, persecución, injusticia, pobreza y destrucción. El regalo de fe es exactamente lo que significa la Navidad: dar a Jesucristo el puesto de honor y compartir la alegría de su llegada con todos, ayudar a los pobres y oprimidos también en su nombre. En esta Navidad dar un regalo de fe y la generosidad de las personas hará posible responder a la necesidad de nuestros hermanos en Cristo, donde la Iglesia sufre necesidad o persecución.

Hay que recordar que Jesús tampoco nació en un ambiente feliz, tuvo frío y fue perseguido. ACN agradece los regalos que se puedan dar desde los corazones generosos. Esta Navidad será difícil para toda la humanidad que enfrenta una pandemia que ha dejado como consecuencias la enfermedad, muerte, falta de trabajo, la desolación en muchas familias, entre muchas cosas más. Por eso, dar un regalo de fe esta Navidad, puede regresar el aliento y la esperanza a muchas comunidades donde hoy Dios llora.

Un regalo de fe para un soldado de Jesús La guerra civil en Sudán del Sur ha despojado a John Joseph Gasi de su familia, su hogar y sus raíces culturales. “Mi padre, mi hermana y mi hermano fueron asesinados. Todo sucedió en cuestión de minutos”. En el Estado más joven de África, que no se independizó hasta 2011, hay luchas brutales motivadas por conflictos de poder o étnicos. Tropas armadas recorren

pueblo tras pueblo. Para la familia de John toda ayuda llegó demasiado tarde. Él, sin embargo, logró huir a la vecina Uganda, donde más de un millón de personas viven en campos de refugiados. Pero peor que la situación de miseria, que clama al cielo, son las cicatrices del alma, especialmente entre los jóvenes: Muchos de

ACN ha financiado su formación. El centro Emaús, cerca de la capital ugandesa de Kampala, forma a los jóvenes para que sanen las heridas del alma de sus compatriotas y para que les ayuden en sus diversas necesidades. Una batalla muy diferente y más prometedora que la encarnizada guerra en su tierra natal. John confiesa: “ahora soy un soldado de Jesús, lucho para devolver las almas a Dios”. John visita a sus compatriotas que se están forjando una nueva existencia en Uganda más mal que bien, pero sobre todo sin violencia ni guerra. Habla de la fe, da consuelo, escucha las terribles historias de los traumatizados, actúa como mediador de ayuda.


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no de los primeros diáconos y el primer mártir cristiano; su fiesta es el 26 de Diciembre. En los Hechos de los Apóstoles el nombre de Esteban se encuentra por primera vez con ocasión del nombramiento de los primeros diáconos (Hechos, 6, 5). Habiéndose suscitado insatisfacción en lo relativo a la distribución de las limosnas del fondo de la comunidad, los Apóstoles eligieron y ordenaron especialmente a siete hombres para que se ocuparan del socorro de los miembros más pobres. De estos siete, Esteban es el primer mencionado y el mejor conocido. La vida de Esteban anterior a este nombramiento permanece casi enteramente en la oscuridad para nosotros. Su nombre es griego y sugiere que fuera un helenista, esto es, uno de esos judíos que habían nacido en alguna tierra extranjera y cuya lengua nativa era el griego; sin embargo, según una tradición del Siglo V, el nombre de Stephanos era sólo el equivalente griego del arameo Kelil (del sirio kelila, corona), que puede ser el nombre original del protomártir y fue inscrito en una losa encontrada en su tumba. Parece que Esteban no era un prosélito, pues el hecho de que Nicolás sea el único de los siete designado como tal hace casi seguro que los otros eran judíos de nacimiento. Que Esteban fuera discípulo de Gamaliel se ha deducido a veces de su hábil defensa ante el Sanedrín; pero no ha sido probado. Ni sabemos tampoco cuando y en qué circunstancias se hizo cristiano; es dudoso que la afirmación de San Epifanio (Haer.,xx, 4) contando a Esteban entre los setenta discípulos merezca algún crédito. Su ministerio como diácono parece haberse ejercido principalmente entre los conversos helenistas con los que los apóstoles estaban al principio menos familiarizados; y el hecho de que la oposición con la que se enfrentó surgiera en las sinagogas de los “Libertos” (probablemente los hijos de los judíos llevados como cautivos a Roma por Pompeyo el año 63 antes de Cristo y liberados, de ahí el nombre

de Libertini ) y “de los Cirineos, y de los Alejandrinos y de los que eran de Cilicia y Asia” muestra que habitualmente predicaba entre los judíos helenistas. Que era destacadamente idóneo para ese trabajo, sus facultades y carácter, que el autor de los Hechos desarrolla tan fervientemente, son la mejor indicación. La Iglesia, al escogerlo para diácono, le había reconocido públicamente como un hombre “de buena fama, lleno de Espíritu y sabiduría”(Hechos, 6, 3). Era “un hombre lleno de fe y de Espíritu Santo”(6, 5) “lleno de gracia y de poder” (6, 8); nadie era capaz de resistir sus poco comunes facultades oratorias y su lógica impecable, tanto más cuanto que a sus argumentos llenos de la energía divina y la autoridad de la escritura Dios añadía el peso de “grandes prodigios y señales” (6, 8). Grande como era la eficacia de “la sabiduría y el Espíritu con que hablaba” (6, 10), aun así no pudo someter los espíritus de los refractarios; para estos el enérgico predicador se iba a convertir pronto fatalmente en un enemigo. El conflicto estalló cuando los quisquillosos de las sinagogas “de los Libertos, y de los Cirineos, y de los Alejandrinos, y de los que eran de Cilicia y Asia”, que habían retado a Esteban a una discusión, salieron completamente desconcertados (6, 9-10); el orgullo herido inflamó tanto su odio que sobornaron a falsos testigos para que testificaran que “le habían oído pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios” (6, 11). Ninguna acusación podía ser más apta para excitar a la turba; la ira de los ancianos y los escribas ya había sido encendida por los primeros informes de la predicación de los Apóstoles. Esteban fue detenido, no sin violencia parece (la palabra griega synerpasan implica algo así), y arrastrado ante el Sanedrín, donde fue acusado de decir que “Jesús, ese Nazareno, destruiría este Lugar [el Templo], y cambiaría las costumbres que Moisés nos ha transmitido” (6,12, 14).Sin duda Esteban había dado con su lenguaje alguna base para la acusación; sus acusadores aparentemente

cambiaron en ultraje ofensivo atribuido a él, una declaración de que “el Altísimo no habita en casas hechas por la mano del hombre” (7, 48), alguna mención de Jesús prediciendo la destrucción del Templo y alguna condenando las opresivas tradiciones que acompañaban a la Ley, o más bien que la aseveración tan a menudo repetida por los Apóstoles de que “no hay salvación en ningún otro” (cf. 4, 12) no exceptuaba a la Ley, sino a Jesús. Aunque pueda ser esto así, la acusación le dejó impertérrito y “todos los que se sentaban en el Sanedrín... vieron su rostro como el rostro de un ángel” (6, 15). La respuesta de Esteban (Hechos, 7) fue una larga relación de las misericordias de Dios hacia Israel durante su larga historia y de la ingratitud con que, durante todo el tiempo, Israel correspondió a esas misericordias. Este discurso contenía muchas cosas desagradables para los oídos judíos; pero la acusación final de haber traicionado y asesinado al Justo cuya venida habían predicho los profetas, provocó la rabia de una audiencia formada no por jueces, sino por enemigos. Cuando Esteban “miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios”, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios”(7, 55), se precipitaron sobre él (7, 56) y le sacaron de la ciudad para apedrearlo hasta la muerte. La lapidación de Esteban no se presenta en la narración de los Hechos como un acto de violencia popular; debe haber sido considerado por los que tomaban parte en él como la ejecución de la ley. Según la ley (Lev., 24, 14), o al menos según su interpretación habitual, Esteban había sido sacado de la ciudad; la costumbre exigía que las personas que iban a ser lapidadas fueran colocadas en una elevación (del terreno) desde dónde, con las manos atadas, serían luego arrojados abajo. Fue muy probablemente mientras estos preparativos se llevaban a cabo cuando, “dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este

pecado” (7,59). Mientras tanto los testigos, cuyas manos debían ser las primeras en ponerse sobre la persona condenada por su testimonio (Deut., 17, 7), estaban dejando sus vestidos a los pies de Saulo, para poder estar mejor dispuestos a la tarea que les correspondía (7, 57). El mártir orante fue arrojado; y mientras los testigos estaban empujando sobre él “una piedra tan grande como dos hombres pudieran llevar”, se le oyó pronunciar sus suprema plegaria: “Señor Jesús, recibe mi espíritu” (7, 58). Poco podía la gente presente, que lanzaba piedras sobre él, imaginarse que la sangre que derramaban era la semilla de una cosecha que iba a cubrir el mundo. Los cuerpos de los hombres lapidados debían ser enterrados en un lugar designado por el Sanedrín: Si en este caso insistió el Sanedrín en su derecho no podemos afirmarlo; en cualquier caso, “hombres piadosos”, no se nos dice si cristianos o judíos, “sepultaron a Esteban, e hicieron gran duelo por él” (8, 2). Durante siglos la situación de la tumba de Esteban estuvo perdida, hasta que (en el año 415) cierto sacerdote llamado Luciano supo por revelación que el sagrado cuerpo estaba en Caphar Gamala, a alguna distancia al norte de Jerusalén. Las reliquias fueron exhumadas y llevadas primero a la iglesia de Monte Sión, luego, en 460, a la basílica erigida por Eudoxia junto a la Puerta de Damasco, en el lugar dónde, según la tradición, tuvo lugar la lapidación (la opinión de que la escena del martirio de San Esteban fue al este de Jerusalén, cerca de la puerta llamada de San Esteban por ello, no se oyó hasta el Siglo XII). El sitio de la basílica de Eudoxia se identificó hace unos veinte años, y se ha erigido un nuevo edificio sobre los viejos cimientos por los Padres Dominicos. La única fuente de información de primera mano sobre la vida y muerte de San Esteban son los Hechos de los Apóstoles (6,1-8,2).


Roger Manuel Munguia Hernández

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