que no sea el bien”.
Sí, la gente busca algo grande que responda a sus preguntas; algo grande, capaz de llenar su vida y de darle sentido; algo grande, que pueda ofrecerle una vida plena sin final. Y es aquí donde las religiones y tradiciones espirituales ofrecen un servicio invaluable a la humanidad; una contribución al deseo humano más profundo y universal: la felicidad.
Universidad Pontificia de México, 12 de octubre de 2013 Santidad, amigas y amigos todos, muy buenos días. Es para mí motivo de alegría saludar en este encuentro, que tiene lugar en la Universidad Pontificia de México, institución educativa de gran tradición vinculada al episcopado mexicano, a un líder espiritual que promueve el afecto y la compasión: Su Santidad, el XIV Dalái Lama, Tenzin Gyatso. Esta reunión se desarrolla en el contexto de un mundo estupendo y a la vez dramático. Un mundo asombrado por el vertiginoso, y a veces ambivalente, desarrollo científico y tecnológico. Un mundo que da muestras de solidaridad, pero que con frecuencia parece tener por prioridad la productividad, el comercio y la economía, afectando así a muchas personas, pueblos y al medio ambiente. Un mundo cada vez más comunicado, en el que sin embargo no pocos se sienten decepcionados por algunos sistemas y propuestas, incluso religiosas, que, además de no estar respaldadas por una coherencia de vida, no han contribuido eficazmente a la promoción de una vida mejor para todos. Un mundo que mira con estupor, y a veces con indiferencia, el sufrimiento, la injusticia, la miseria y la violencia que aqueja a muchas personas y pueblos. Ante esta realidad, cabe la pregunta: ¿Es actual hablar de Dios y de las realidades espirituales? ¿Tiene sentido? ¿Puede resultar importante para los hombres y mujeres de hoy? Si vemos con profundidad, nos daremos cuenta que en esta época estupenda y dramática que nos ha tocado vivir, el ser humano, al igual que en el pasado, sigue buscando algo más. Lo demuestran tantas obras buenas, muchas de ellas silenciosas, pero eficaces.
“Todos… quieren vivir felices”, afirmaba Séneca. Y algo nos dice que este anhelo no es una quimera inalcanzable, aunque no pueda ser logrado plenamente en este mundo, como lo evidencia la experiencia del sufrimiento y de la muerte. Así lo expresa Clive S. Lewis: “las criaturas no nacen con deseos a menos que exista la satisfacción de esos deseos… Si encuentro en mí mismo un deseo que nada en este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo… debo cuidarme, por un lado, de no despreciar nunca o de desagradecer estas bendiciones terrenales, y por otro… hacer que el principal objetivo de mi vida sea seguir el rumbo que me lleve a ese país y ayudar a los demás a hacer lo mismo”. Erich Fromm, contemplando la grandeza de la vida, decía: “La existencia… no es una respuesta, sino una pregunta. La persona que no se ha asombrado nunca, que nunca ha mirado la vida y su propia existencia como un fenómeno que requiere una respuesta… apenas puede entender qué es la experiencia religiosa”. Santidad, este encuentro tiene lugar en el marco del 50 aniversario del inicio del Concilio Ecuménico Vaticano II, en el que la Iglesia, fiel al Señor Jesús que nos ha mandado: “ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 15,12), expresó su respeto y aprecio a las diferentes tradiciones espirituales y religiosas, por más que discrepen de lo que ella profesa, convencida de su misión al servicio de la unidad y la caridad. Este aprecio se ha traducido en un diálogo fecundo en bien de la humanidad, como se ha evidenciado en los encuentros que Su Santidad ha sostenido con los sumos pontífices Paulo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y los gestos de cercanía con el Papa Francisco, que ha definido a la Iglesia católica como “casa de la armonía... una gran orquesta que sabe integrar la diversidad de cada elemento en la armonía de una sinfonía…”.
Un momento muy importante en este camino de diálogo y colaboración, tuvo lugar en el año 2002, en el que representantes de muchas religiones y tradiciones espirituales se reunieron en Asís, manifestando “que el impulso sincero de la oración no lleva a la contraposición y menos aún al desprecio del otro, sino más bien a un diálogo constructivo, en el que cada uno, sin condescender con el relativismo ni con el sincretismo, toma mayor conciencia del deber del testimonio y del anuncio”. Con esta convicción, se comprometieron a educar a las personas en el respeto y la estima recíprocos; a promover la cultura del diálogo; a defender el derecho de toda persona a una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su propia familia; a dialogar con sinceridad y paciencia; a perdonar los errores y prejuicios; a estar al lado de quienes sufren miseria y abandono, trabajando para superar esas situaciones; a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos; y a solicitar a los responsables de las naciones hacer lo posible para que, en el ámbito nacional e internacional, se construya y consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia. Santidad, teniendo presente este compromiso, le recibimos hoy con estima y respeto. Sabemos que usted ha recorrido el mundo enseñando que, cito sus palabras: “El espíritu de compasión tiene como naturaleza el anhelo de que todos los seres sufrientes queden libres del sufrimiento”. Así mismo, usted ha afirmado que “el propósito fundamental de nuestra vida es buscar la felicidad… La paz mental –ha dicho–... tiene sus raíces en el afecto y la compasión”. El cardenal Walter Kasper, recordando que Dios se ha revelado a sí mismo “compasivo y misericordioso” (Ex 34,6), explica que en el término “compasión” resuena la palabra “pasión”. Así, la compasión hace referencia a una reacción apasionada ante las clamorosas injusticias y sufrimientos que hay en el mundo”. Pero esta reacción no se queda sólo en sentimientos, sino que, como hacen notar san Agustín y santo Tomás de Aquino, se traduce en actitudes efectivas que buscan combatir y superar la carencia y el mal”. ¿Cómo? Echando mano del verdadero poder: la omnipotencia del amor. “Que esté en ti la raíz del amor –decía san Agustín–, porque de esta raíz no puede salir nada
Esta compasión que se convierte en acción, se manifiesta especialmente nítida en un personaje universal: san Francisco de Asís, quien, experimentando sentimientos de amor a todas las criaturas, pedía: “Señor, hazme un instrumento de tu paz: donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo armonía, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya duda, ponga yo la fe, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tinieblas, ponga yo la luz, donde haya tristeza, ponga yo alegría” ¡Cómo necesita el mundo compasión! Sólo así seremos capaces de ir alcanzando un desarrollo personal integral y de contribuir a un verdadero progreso social que no excluya a nadie, haciendo realidad nuestro anhelo de paz y felicidad. Santidad, sea usted bienvenido. La Universidad Pontificia de México, consciente de que, como afirmaba Benedicto XVI: “la Universidad ha sido, y está llamada a ser siempre, la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana”, le recibe respetuosamente en este ambiente de aprecio y diálogo, teniendo presentes las palabras de la Madre Teresa de Calcuta: “Hay tanto sufrimiento, tanto odio, tanta miseria, y nosotros con nuestra oración, nuestro sacrificio, podemos hacer algo… empezando en casa” Muchas gracias. +Eugenio Lira Rugarcía Obispo Auxiliar de Puebla Secretario General de la CEM
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http://www.aleteia.org/ claro que lo importante es comulgar de forma reverente, conscientes de que no se está comiendo un trozo de pan común, sino la materia que ha sido transformada sacramentalmente en el Cuerpo de Jesús. En la historia de la Iglesia encontramos testimonios a favor tanto de una práctica como de la otra. Así, frente a los que se oponen duramente a la Comunión en las manos y afirman que es una práctica irreverente impuesta por el modernismo, podemos leer que San Cirilo de Jerusalén instruía a los ya iniciados en la fe, en torno al año 350, llamándolos a comulgar de la siguiente manera: “poniendo la mano izquierda bajo la derecha a modo de trono que ha de recibir al Rey, recibe en la concavidad de la mano el Cuerpo de Cristo” (Catequesis mistagógica V, 21).
Aunque en muchos países la Iglesia permite a los fieles comulgar recibiendo el Cuerpo de Cristo en las manos, hay algunos momentos –como las Misas presididas por el Papa u otras celebraciones multitudinarias– en los que sólo se da en la boca, por temor a que las Hostias sean sustraídas de forma sacrílega para usarse en ceremonias satánicas. 1. Comulgar… ¿en la boca o en la mano? A veces tienen lugar discusiones infructuosas sobre la mejor forma de que los fieles católicos reciban la Comunión: de pie o de rodillas, en la boca o en las manos. Discusiones que a veces buscan una mejor práctica sacramental, pero que en otras muchas ocasiones muestran una peligrosa instrumentalización de algo tan sagrado al servicio de posiciones ideológicas propias (además de utilizar la Comunión para dividir, algo totalmente fuera de lugar). Las normas de la Iglesia dejan bien claro que “los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos” (CIC 843 § 1). Esto se aplica concretamente a la Eucaristía cuando se dice, por ejemplo, que “no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie” (Redemptionis sacramentum 91). En cuanto a la forma de recibirla de manos del ministro, el “manual de instrucciones” del Misal Romano –aquí estamos hablando siempre del rito romano– indica que, después de contestar “amén”, el fiel ha de comulgar “en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente” (Instrucción
general del Misal Romano, 161). Es decir, que hay países donde la Conferencia Episcopal ha permitido, con la aprobación de la Santa Sede, recibir el Cuerpo de Cristo en las manos, como sucede en España o Italia. 2. Cuando se comulga en la mano… La regulación eclesial deja
Como se trata de algo sumamente importante, y para evitar una mala praxis, el organismo de la Santa Sede que vela por la liturgia y todo lo celebrativo ayudando al Papa en su misión –la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos– publicó en 1985 una breve Instrucción sobre este tema. Las condiciones que pone para recibir la
Comunión en la mano son de sentido común: que se manifieste respeto a la presencia real de Cristo, que el gesto se haga con “nobleza”, que se diga claramente “amén”, que se comulgue inmediatamente y delante del ministro, que sea éste el que ponga la Hostia en la mano del comulgante, que las manos estén limpias, etc. Entonces, ¿a qué podemos considerar mala praxis? Además de cualquier situación que contravenga lo que dice esa Instrucción, hay casos claros en los que no debería darse la Comunión en la mano. Podemos pensar en casos concretos y reales como los de niños que jueguen con el Cuerpo de Cristo, personas que se dediquen a contemplar la Hostia porque les transmite “energías”, otros que se la lleven “de recuerdo” a casa –ya sea por razones de devoción, ya sea por superstición, como si se tratara de un amuleto– o incluso que la guarden para dársela al ganado. Todos estos casos han sucedido. Pensemos entonces cuánto más puede suceder esto en Misas masivas, sobre todo cuando las ha presidido el Papa y el Santísimo Sacramento corre el riesgo de ser tenido como “souvenir”.
Cuarta parte
Por Jorge Enrique Mújica, LC
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NUEVA YORK, 08 Oct. 13 / 10:29 am (ACI).- “Cada uno de los tres últimos Papas ha tenido un énfasis diferente pero complementario, destacando diferentes aspectos de los fieles y la Iglesia”, señaló el Arzobispo de Nueva York y Presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, Cardenal Timothy Dolan. “Una buena manera de entender los diferentes dones de cada uno de estos últimos pontífices podría ser el uso de las imágenes del alma, la mente y el corazón”, escribió el Purpurado en una reciente columna de opinión publicada por el New York Post. Los tres Papas más recientes –el Beato Juan Pablo II que será canonizado en abril de 2014, Benedicto XVI y el Papa Francisco– "son todos gigantes", expresó el Cardenal Dolan, y cada uno "tiene talentos particulares."
VATICANO, 15 Oct. 13 / 01:21 pm (ACI).- "Agradeciendo al Cardenal Bertone por los servicios prestados, la Secretaría de Estado da la bienvenida al nuevo Secretario de Estado S.E. Monseñor Parolin", señala el tuit de hoy de la tercera logia del Palacio pontificio, donde está ubicada la Secretaría de Estado. El nuevo Secretario de Estado, explicó el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Padre Federico Lombardi, asumirá en breve su nuevo cargo y explicó que "tal y como dijo el Papa, no debe tratarse de nada grave porque en unas semanas estará bien". Mons. Parolin ha sido sometido a una operación que le ha impedido asumir el cargo hoy. Mons Pietro Parolin, el hombre elegido por el Papa Francisco para ocupar el cargo de Secretario de Estado, tiene 58 años. Nacido en la provincia italiana de Vicenza, es el más joven secretario desde tiempos de Eugenio Pacelli, quien fuera el Papa Pío XII.
“Juan Pablo II se enfocaba en el alma”, indicó. “Sus elocuentes llamados a la oración; su acento en la renovación del espíritu, la importancia que le dio a lossacramentos y devociones de la Iglesia que traen la gracia y la misericordia de Jesús, su tierna confianza en la Virgen María, la madre de Jesús, y su record en los procesos de canonización, nos recuerda de manera convincente que el alma es lo primero.” “En el Papa Benedicto XVI tenemos a un sucesor de San Pedro, que se enfocaba en la mente", continuó el Cardenal Dolan, señalando que el Obispo Emérito de Roma ayudó a" renovar el vasto patrimonio intelectual de la Iglesia, y a recordarnos que la fe y la razón no se oponen sino que, de hecho, son aliados”. “Y ahora el Papa Francisco pone énfasis en el corazón”, escribe el Cardenal.
“La calidez, la misericordia, la alegría, la ternura, la difusión, aceptación y el amor", son un distinto de Francisco que usa estas palabras que “vienen del corazón, y son muy utilizados” por él. "No me malinterpreten: Los tres sabían muy bien que el alma, la mente y el corazón son todos esenciales", explicó el Cardenal Dolan, "Pero cada uno tenía su favorito en particular". El Arzobispo de Nueva York precisó luego que “Dios nos ha dado el Papa que necesitábamos para cada época específica”. “Toda persona necesita del alma, la mente y el corazón como los necesita a quien llamamos Madre Iglesia y como los necesita cada uno de nosotros”, concluyó.
Licenciado en Derecho Canónico, diplomático del Vaticano desde 1986, ha servido en las nunciaturas de Nigeria y México. En Roma, fue subsecretario de Relaciones con los Estados durante siete años, antes de convertirse en 2009 en el nuncio en Venezuela, un país donde desarrolló una tarea importante en las relaciones entre Iglesia y Estado. Habla perfecto español, además de inglés y francés.
que la Secretaría de Estado estará más volcada a la diplomacia y los asuntos exteriores. De hecho, la Secretaría tiene dos secciones, una para Asuntos Generales y otra para las Relaciones con los Estados.
El nombramiento de Mons. Parolin fue anunciado el pasado 31 de agosto. Su designación fue una sorpresa, en primer lugar, para él mismo. Aunque haya tenido poco trato personal con el Papa Francisco, aseguró que se siente "muy afín con el Papa en su manera de entender la Iglesia y, sobre todo, por su estilo de sencillez y cercanía a las personas". En la entrevista que concedió al diario mexicano El Universal, a principios de septiembre, el Arzobispo Parolin decía: "como Iglesia, tenemos en nuestras manos la posibilidad de participar en la vida internacional por la vía diplomática". El Vaticano dispone de una red de nuncios en todos los países y, en aquellos con los cuales mantiene relaciones diplomáticas –que son la mayoría, 179 Estados–, estos representantes ofician de embajadores. El hecho de que Francisco haya creado una nueva estructura, un Consejo de ocho cardenales que lo asesora en los temas de la Curia, puede suponerse
"No quisiera una diplomacia que haga las primeras planas de los diarios sino que sea más eficaz. No buscamos popularidad", dijo Mons. Parolin, en otra entrevista. En la entrevista con El Universal, el Arzobispo Parolin destacó la importancia de tomar en cuenta de que en la Iglesia Católica "tenemos dos mil años de historia. Ahora, esta historia no ha pasado en balde (en vano)". "No se trata sólo de volver al pasado, por lo menos en las formas externas, sino de volver a los principios fundacionales de la Iglesia. Y quiero subraya el tema de la continuidad porque a veces parece (y no sé si exagero) que el Papa Francisco va a revolucionarlo todo, a cambiarlo todo". Los cambios en la Iglesia, indicó," no pueden poner en peligro la esencia de la Iglesia, que tiene una continuidad en la historia proveniente de su fundación por Jesucristo". "La Iglesia nunca podrá cambiar al punto de adaptarse completamente al mundo. Si lo hiciera y se perdiera en él, ya no cumpliría su misión de ser sal y luz para todos", señaló.
Saliendo del Oratorio de San Felipe Neri
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“Evangelizar es Educar�
El escenario fue el aula magna de la Universidad Lasallista Benavente
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Por: Oliva Cruces Dorantes
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Pbro Fernando Cerero Ugarte to, somos tan pocos y con tan poca fama.
Si el sacerdote es apuesto: ¡Qué desperdicio!, ¿por qué no se casó? Si es feo: ¡pobre, no encontró con quien casarse! Si anda vestido de civil: ¡es un mundano! Si lleva el traje clerical: es un conservador tradicionalista. Si usa las redes sociales: Es un perezoso que no tiene nada que hacer. Si no las usa: Que atrasado, sus ovejas están también en la red. Si no trata a la gente con mucho cariño: ¡que frialdad que irradia! Si trata con amabilidad: tiene intenciones dudosas. Si se deja el pelo largo: ¡estos curas revolucionarios! Si lo tiene corto: ¡qué anticuado! Si se queda en la casa parroquial: no visita a las familias. Si hace algunas visitas: ¡nunca se encuentra en la parroquia! Si se compra algo: tira nuestro dinero por la ventana. Si no lo hace: Esa falsa humildad, da pena. Si bautiza y casa a todo el mundo: le gusta derrochar los Sacramentos. Si insiste en la preparación previa: pone un montón de trabas a la gente Si no saluda: es un amargado. Si sonríe y saluda: es un payaso que quiere llamar
la atención. Si renueva la parroquia: ¿qué ocurrencia tiene ahora? Si mantiene todo igual: Esta parroquia no avanza Si predica 20 minutos: ¡cómo aburre, no termina de hablar nunca! Si su homilía es breve: no explica bien las cosas. ¿Cuál es su prisa? Si habla con voz fuerte: se cree actor, lo hace para llamar la atención. Si lo hace en tono natural: ¡no se le escucha, no sabe hablar! Si toca problemas sociales: se está metiendo en política. Si habla de la contemplación: siempre está volando y no aterriza Si anda solo: ¡no comparte con nadie! Si conversa con los hombres: será machista o raro. Si conversa con las mujeres: ¡está enamorado y ya pronto cuelga sotana! Si se ocupa de los niños: puede que sea abusador. Si es joven: ¿no tiene experiencia, quien lo va escuchar? Si es viejo: ¡debería pedir su jubilación y largarse ya! SI PONE FOTOS SUYAS: ES UN VANIDOSO Y ENGREIDO SI NO LAS PONE: HA DE TENER BAJA AUTOESTIMA Pero... si llega a irse o a morir: ¡todos le lloran y hablan maravillas de él!
No tenemos el camino fácil el trabajo es tan-
Hoy es más popular ser cualquier cosa que sacerdote. Somos tan públicos como el pueblo mismo. Llevamos una carga pesada y dulce, una Cruz que se llama "Pueblo de Dios". Hacemos las cosas lo mejor posible o por lo menos hacemos las cosas que no muchos hacen. Nos piden educar hijos, hijos que nosotros renunciamos a tener. Nos piden arreglar matrimonios cuando no sabemos ni lo que es recibir una comida caliente en casa. Nos piden solucionar problemas de los demás cuando humanamente a veces y podemos con los nuestros. Ahora la palabra de un sacerdote queda en duda, se le cree más al merolico de la calle que al cura. Admiro a los seminaristas que en esta jungla aún tienen sueños en ser sacerdotes. Y les digo: Vale la pena, claro que lo vale. Los sacerdotes somos seres humanos escogidos por Dios para ser pastores. Algunos son santos, otros no lo somos tanto. Pero si quieren hacer algo para ayudarnos, oren por nosotros y colaboren con nuestro ministerio. Si te consta que un sacerdote anda atado en graves pecados, habla personalmente con él o ve con el obispo que es su padre espiritual para que reciba ayuda, pero no andes hablando de él públicamente. Dale gracias a Dios que a través del sacerdote Cristo llega a ti para darte vida en los sacramentos.
¡Adquiérela!