“David dijo a Saúl: “No se desanime mi señor. Tu siervo irá a luchar contra este filisteo”. Saúl le respondió. “No puedes ir contra este filisteo y luchar con él, porque tú eres joven y él es un hombre de guerra desde su juventud”. David le replicó: “Cuando tu siervo apacentaba las ovejas de su padre, y venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, yo lo perseguía, lo golpeaba y se la arrancaba de su boca. Si venía contra mí, lo agarraba por el cuello, lo golpeaba y lo mataba. Tu siervo ha matado al león y al oso. Ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los ejércitos del Dios vivo”. Y añadió: “El Señor que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de ese filisteo” 1Samuel 17, 32-38. Necesitamos muchos años, muchos deseos de agradar al Señor y mucha humildad para comprender que la lucha para ser excelentes seres humanos como Dios quiere que lo seamos no es contra el diablo, ni contra las personas, sino es contra nosotros mismos. Cuando los filisteos decidieron atacar al pueblo de Israel mandaron a Goliat, pues era una persona de contextura fuerte, alta,
musculosa, guerrero y fanfarrón, como todos los brabucones. ¿Con que fin? El de sembrar terror en cada uno de los combatientes y del pueblo en general. El terror paraliza y no deja observar y analizar diferentes posibilidades, los pros y los contras de una situación. La pregunta es: ¿por qué David siendo un jovencito de 15-16 años no sintió miedo? Porque se conocía interiormente, sabía hasta donde llegaban sus fortalezas y creía, conocía y confiaba en el poder de Dios. Cuando decidimos comenzar una vida nueva siguiendo a Jesús, no medimos el grado de trabajo espiritual que nos espera y al que nos comprometemos con el Señor. No se trata de decir: hoy le pido perdón al Señor y lo reconozco como mi Señor y mi salvador, no. Tampoco es pasar el día rezando el rosario, ir todos los días a la eucaristía o al culto, y saber la Biblia de memoria. Nacer de nuevo va más allá de unas emotivas palabras. El trabajo más duro, más doloroso y de toda la vida es la lucha contra nosotros mismos; contra el Goliat que llevamos dentro. Nos olvidamos del verdadero sentido de la vida nueva. Dejar nuestro hombre viejo y empezar a “crear”, “criar” y educar al hombre nuevo.
Puntos de Interés: ¿Quién es nuestro Goliat? ¿Cómo actúa en nosotros? ¿Cuál fue la actitud de David? ¡Se nos olvidó que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana! 1
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Quién Goliat…
es
nuestro
“Entonces salió de las filas de los filisteos un campeón llamado Goliat, de Gat, cuya estatura era de unos tres metros. Llevaba sobre su cabeza un casco de bronce y vestía una coraza de malla, también de bronce, que pesaba sesenta kilos. Llevaba en las piernas unas polainas de bronce, y una jabalina, también de bronce, a la espalda. El asta de su lanza era como el enjullo del tejedor, y su punta de hierro pesaba unos siete kilos. Marchaba delante de él su escudero”. 1Samuel 17, 4-9 1Nuestro Goliat es muy grande, de 3 metros, es más grande que nosotros y se esconde en el interior de nuestro corazón, a través de nuestros sentimientos. 2Es fuerte, campeón de lucha, eso quiere decir que posiblemente hallamos pasado nuestra vida entre conflictos y a los problemas. 3Acostumbrado a matar. ¿A matar qué? Los pensamientos correctos, los buenos sentimientos y toda buena obra que el Espíritu Santo nos llama a tener. Acostumbrado a eliminar la bondad que heredamos de nuestra esencia divina. Ser bondadoso es hacer el bien por donde vayamos.
4Goliat es ese arrogante, brabucón, fanfarrón, soberbio, orgulloso, vanidoso, envidioso, resentido, de vez en cuando solapado e incircunciso guerrero que cree ser el mejor y saberlo todo. Cada uno de nosotros llevamos “uno” en nuestro corazón. A veces lo ocultamos detrás de nuestra religión con el afán de pretender hacer las cosas como Dios quiere, pero ese es el peor error; porque el Señor lo que quiere es que lo saquemos, lo reconozcamos y aprendamos a manejarlo, a tenerlo controlado, porque nos acompañará hasta el día que entreguemos nuestra piel y volvamos a nuestra casa paterna. 5Se nos sale continuamente, en casa, con la familia, en el ministerio que lideramos, con nuestros amigos, en reuniones, trabajo, específicamente cuando no funcionan las cosas como queremos o cuando las personas no actúan, hablan y piensan como nosotros lo deseamos. 6Marcha delante de él su escudero: el escudero en nosotros son las disculpas, las excusas, las justificaciones, los complejos y posición de víctimas, que nos inventamos para negarnos y cerrarnos a los cambios a los que el Señor nos invita y debemos tener, que son primordiales en nuestro proceso de aprendizaje y crecimiento, si queremos alcanzar algún grado de Santidad. 2
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¿Cómo actúa nosotros?
en
“El filisteo se acercó más y más a David, precedido de su escudero. Miró el filisteo, vio a David y le despreció, porque era joven, rubio y de buena presencia. Y le dijo:” ¿Te has creído que soy un perro, para venir contra mí con un cayado?”. Luego maldijo a David por sus dioses, y le dijo: “Ven acá, que yo daré tus carnes a las aves del cielo y a las bestias del campo.” Nuestro Goliat actúa aterrorizando, llenándonos de ceguera espiritual, de pereza, haciéndonos creer incapaces de poder enfrentarnos al dolor y a la incomodidad de una situación interna de nuestro ser que debemos observar, porque nos ha hecho daño durante años o con el cual hemos lastimado a los que amamos. El Goliat es nuestra parte humana, la que llama Pablo, carnal. Sutilmente se hace sentir más grande que nuestra propia capacidad de cambiar y más fuerte que nuestras fuerzas. Con propósitos esclavizadores.
¿Cuántos somos esclavos de nuestro propio ser interior equivocado, esclavos de nuestras propias debilidades, de nuestro rencor, esclavos de nuestra rabia, envidia, esclavos de nuestra propia lengua disociadora, de nuestra amargura, de nuestra falta de carácter? Esclavos de nuestra falta de iniciativa y de no querer hacer cambios radicales, por temor a perder el poco terreno ganado. Haciéndonos creer que si lo enfrentamos nos quedamos solos y desprotegidos.
¿Cuál fue la actitud de David? “David le respondió: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y venablo; pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. Hoy el Señor te entregará en mis manos, te mataré, te cortaré la cabeza y hoy mismo daré tu cadáver y los cadáveres de los ejércitos filisteos a las aves del cielo y a las bestias del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel, y todos reconocerán que no es por la espada, ni por la lanza como el Señor da la vitoria, porque la batalla es de Dios y os entregará en nuestras manos.”1Samuel 17, 45-47 El texto inicial nos muestra a un David que ha luchado contra osos y leones; eso no cualquiera lo hace. ¿De dónde viene tanta valentía y osadía? Apacentando las ovejas de 3
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su padre tuvo mucho tiempo para estar sólo, y su soledad la aprovechó para observar su carácter y analizar sus luchas, tanto internas como externas. Cuenta que perseguía a las fieras cuando se llevaban las ovejas de su rebaño y las golpeaba hasta sacarlas de su boca, es más, se enfrentaba a ellas hasta darles muerte. Esto nos deja ver a una persona atrevida, haciéndonos suponer que no se escapó de sus buenas mordeduras y heridas, pero eso lo hizo más valiente.
Goliat nos mantiene despiertos. Goliat representa nuestra parte humana, nuestra parte carnal. En aras de obedecerle y agradarle al Señor, para conseguir la santidad, inevitablemente tenemos que lidiar con él. No alcanzaremos santidad mientras nuestro Goliat gobierne nuestra vida y se pasee por nuestra alma como el dueño y señor de ella. Si lo miramos a la luz del Espíritu de Dios, este gigante nos mantiene despiertos espiritualmente, trabajar en él para mantenerlo controlado es nuestro propósito en la vida, las personas y las circunstancias son los factores donde ponemos a prueba lo aprendido y donde descubrimos lo nuevo que debemos trabajar. Esto, convencidos de la fidelidad y
el acompañamiento de Dios en cada paso que damos. Por eso lo necesitamos a él; porque necesitamos en quien apoyarnos cuando se acaban nuestras fuerzas y a quien darle las gracias cuando la lucha ha terminado y hemos resultado triunfadores. David no se asustó ni perdió el control, porque estaba seguro de sus capacidades al igual que Goliat, con la diferencia que David tenía el respaldo de un Dios verdadero. El mismo que participa con nosotros en cada experiencia que tenemos al dejarlo ser parte de nuestro día a día, viviendo de esta manera” una vida consagrada al Señor”.
¿Qué hacer? “Por estas razones doblo mis rodillas ante el Padre, del que toma su nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que les conceda, conforme a la riqueza de su gloria, el ser fortalecidos poderosamente por su Espíritu en orden al progreso de su hombre interior, y que Cristo habite en sus corazones por la fe, que estén arraigados en el amor”. Efesios 3 14-17 1Orar y pedirle al Señor que escudriñe nuestro corazón y nos revele a través del Espíritu Santo lo que tenemos que cambiar. Eso implica aceptar nuestros errores, sus consecuencias y corregirlos. No se preocupen que el Señor no se hace esperar, rápidamente nos da ocasión de entender su mensaje, puede ser a través de una discusión, de un mal entendido, de un estado de soledad, tristeza, un engaño, o un 4
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desierto. Nada espiritual puede ser producido sino es a través de la presión. Cuando tienes problemas, deudas, peleas con tu familia, sientes que no soportas más la tensión y más si esta situación la vives por años, ahí está Dios trabajando en esa piedra preciosa que eres tú. Las piedras preciosas se tallan a grandes temperaturas y altos niveles de presión. 2Localizar la fiera, (lo que tenemos que cambiar y enfrentar). Tener claridad sobre lo que se va a trabajar. Rencor, envidia, soledad, desamor, soledad, etc. 3Analizar que ganaremos o que desea el señor que obtengamos al trabajar en determinado sentimiento. Es bueno tener un sentimiento positivo para reemplazar el negativo. Ejemplo si nos faltó amor y eso se convirtió en un sentimiento negativo, pedir en oración al Señor que nos llene con su amor y repetirnos constantemente: “el amor del Señor inunda mi ser”. Esto para trabajar nuestra mente, pues ella manipula nuestro ser interior. 4Mirar de qué manera nos ocuparemos de ese sentimiento; un seminario de sanación, un taller de perdón y reconciliación, un retiro espiritual, en fin, el Señor nos va dando las herramientas. Es importante tomar conciencia que no es de la noche a la mañana que se logran los cambios, y cuando creemos estar libres de ellos se levanta ese Goliat de nuevo a desafiarnos, tal vez con otro motivo o pretexto, pero el Señor nos mantiene alertas, tiende su mano y nos fortalece, hasta que logramos controlarlo ya con mayor madurez y menor dificultad. Nunca lo
eliminaremos porque es parte de nuestra naturaleza humana. La idea es llegar a controlarlo.
¿Por qué debemos luchar contra nuestro Goliat? Para llegar a la nueva Jerusalén debemos estar sin mancha alguna. Las luchas que tengamos contra nuestra propia humanidad si las logramos vencer nos harán libres, y entre más libres de cargas negativas, nuestra alma se llenará de más cosas positivas, que es lo que desea el Señor; que seamos santos, compasivos, y llenos amor para poder transmitir ese amor y esa paz a los que amamos y con los que tenemos interacción. Una persona libre de cargas emocionales negativas piensa con cordura, con tranquilidad debido a la paz de su corazón, tendrá sabiduría para manejar la autoridad dependiendo de su investidura, ya sea padre o madre familia, jefe de una empresa, líder de algún grupo en la iglesia, en su comunidad. También sabrá manejar el poder, las personas y por supuesto sus propias emociones así se encuentren bajo presión. Cada lucha que tenemos, si la vencemos permite despojarnos de todo aquello que nos impide la pureza del corazón. Debemos tener un corazón como el de Jesús: limpio con el cristal y dulce como la miel. 5
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Se nos olvidó que somos seres espirituales… “Él nos ha elegido en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables a sus ojos” Efesios 1, 4. El que creó el universo, el agua, la luz, el aire, el fuego, también es nuestro creador y es por su misteriosa voluntad que estamos aquí. Pero tenemos su esencia; por eso es que cuando observamos imágenes de los planetas y del espacio percibimos cierta atracción hacia su belleza y su misterio y un sentimiento de haber estado allí, suspendidos en el perfecto, y silencioso mundo mágico de lo desconocido. Dios en su divina esencia nos permite vivir una experiencia humana y nos traslada al planeta tierra, donde debemos desarrollar humanamente lo que espiritualmente él nos va comunicando. Por eso sopla aliento de vida en nosotros dejando un hermoso territorio para conquistar: nuestra alma. Con lo que no contábamos es que en esa lucha se halla nuestro cuerpo, sobrecargado de humanidad con herencia desobediente y rebelde. Y no basta con esto; tenemos potestades espirituales malignas que andan alrededor de cada uno de nosotros esperando la oportunidad de seducirnos y
luego devorarnos. Son señuelos que nos distraen y nos hacen olvidar que provenimos de una naturaleza divina. Si tuviéramos plena conciencia de que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana nos concentraríamos en nuestro proceso de aprendizaje y no desperdiciaríamos tanto tiempo en cosas vanas que solo nos traen tristeza y soledad. Dios busca hombres y mujeres que se muevan, dispuestos a obedecerle, firmes en Cristo para no dejarnos vencer. Porque como dice David: la batalla es de Dios y nos la entregará en nuestras manos. Somos colaboradores de Cristo. El secreto: Reconocer que “sí” tenemos mucho que cambiar, y tener la actitud y la disposición continua y permanente para esta dura lucha.
“El Señor que me ha librado de las garras del león y del oso, me librará de las manos de ese filisteo” 1Samuel 17, 38.
No olvides: “El Señor trabaja en ti hasta donde tú se lo permitas”
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