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LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA
Escribe santa Teresa de Ávila que “la paciencia todo lo alcanza”. Sin embargo, en la sociedad actual es todo un reto ser pacientes ya que ésta se mueve a una velocidad vertiginosa; se vive la “cultura de la inmediatez”, en la cual lo que importa es la rapidez y la satisfacción instantánea. Todo es velocidad y ansiedad.
En su ensayo Elogio de la lentitud, dice Owe Wikström, profesor de psicología de la Universidad de Uppsala, Suecia, que quien es paciente pasa hoy por ineficiente, desinteresado y lento, mientras que lo rápido se asocia con agilidad y efectividad, y hasta se le cree una virtud.
La paciencia no es resignación, inactividad o indiferencia, sino constancia, insistencia y coherencia; por tanto, es una forma de acción que convive con la espera. La paciencia inicia reconociendo que hay que saber contenerse y esperar para re- coger mejores frutos. Desde el punto de vista cristiano, apunta el Catecismo de la Iglesia Católica, una consecuencia de la fe “es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de santa Teresa de Jesús lo expresa admirablemente: ‘Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta’”
Más aún, además de una virtud, para la Iglesia la paciencia es también uno de los frutos del Espíritu Santo
“Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar.” (Rom. 12-12). Los frutos del Espíritu Santo son perfecciones en un individuo como primicias de la gloria eterna. La paciencia lo hará mantenerse constante y soportar las situaciones difíciles de la vida. De hecho, la constancia es siempre clave en toda vida cristiana
EVANGELIO SEGÚN
Salmo 91.1
El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.