La Educación Popular y las mentalidades Dra. Alisa N. Delgado Tornés Las condiciones de opresión política en América Latina condujeron a Paulo Freire a transitar por diferentes países y continentes, en los que se vinculó a procesos organizativos y a proyectos político / culturales que reconocían la necesidad de fortalecer actores sociales, potenciando ambientes de participación, donde la producción cultural y social tenían que pasar, necesariamente, por una toma de conciencia y una comprensión dialógicamente crítica de los contextos y de las prácticas sociales y en consecuencia condujeran a cambios en las mentalidades. El punto de partida......Itinerarios de la educación popular en América Latina Recorrer los caminos de la Educación popular en América Latina es partir del reconocimiento de que toda acción educativa es una acción política. No podemos pensar en la superación de la opresión, de la discriminación, de la pasividad o de la actitud contestataria que aquéllas generan, sin pasar por una comprensión crítica de la historia y de las relaciones interculturales que se dan en forma contradictoria y dinámica; para ello se requieren procesos y proyectos políticoeducativos. Comprender la naturaleza de la educación popular desde la relación entre sujetos/política/educación o acción educativa y proyecto político/cultural configura los nudos de la reflexión educativa, marcando una diferencia sustantiva con los procesos de conceptualización en animación sociocultural o la pedagogía social. Aproximadamente cuarenta años; pasando por momentos fundacionales (1960/1970), sistematizadores (1980) y de refundamentación (1990/2000). Existe entonces, una tradición de pensar el papel social del quehacer cultural y educativo, de reflexionar la cultura, la educación como construcciones sociales intencionadas cultural y políticamente; entendiendo la educación desde opciones sociales alternativas, como una condición necesaria, aunque no suficiente para lograr transformaciones en las mentalidades individuales y colectivas en contextos sociales disímiles, pero muy significativa en aquellos contextos marcados por la opresión, la explotación, la injusticia y la conflictividad. Desde sus inicios la propuesta de educación popular latinoamericana ha ido conformando una suerte de paradigma orientador de las prácticas culturales y educativas. Se pueden señalar algunas premisas e ideas fuerza que han estado ligadas al desarrollo de los discursos y que permitieron fundamentar, comprender, sistematizar y evaluar el quehacer educativo:
Aplicación del método dialéctico a la pedagogía. Transformación de la conciencia ligada a la transformación de la práctica social. Relación práctica (experiencia), teoría (análisis crítico), práctica enriquecida (cambio de situación). Relación dinámica entre la acción y la reflexión, el mundo de la palabra (discursos) y del quehacer cultural. Diálogo de saberes, negociaciones culturales. Prácticas sociales populares referentes y contenidos de las propuestas educativas.
"La concepción metodológica que prima es de carácter dialéctico, en la que el rol de los educandos es considerado como esencial, así como la valoración de su práctica como punto de referencia fundamental en todo el proceso". Como consecuencia, la propuesta desde sus inicios, se caracteriza por valorar una metodología activa, crítica y fundada en concepciones de proceso educativo como dinámica de construcción de sujetos mediante el diálogo de saberes y la participación consciente y decidida de los involucrados, desde enfoques políticos y culturales emancipadores.
Los rasgos generales de las propuestas educativas populares son:
Ruptura con enfoques bancarios, verticalistas y autoritarios en la educación de las personas. Se parte de la realidad de los participantes, de su situación histórica concreta, propiciando la toma de conciencia crítica con relación a su situación económica y social. Valoración y ubicación de primer orden jerárquico de la cultura popular y de la identidad cultural propia. Búsqueda de una relación de comunicación horizontal. Autoaprendizaje, auto evaluación y autogestión del proceso. Procedimientos centrados en los grupos humanos que expresen la coparticipación, cooperación y solidaridad comunitaria, de grupo y de clase. Educación ligada indisolublemente a la acción cultural. Se parte de la realidad para volver a ella y transformarla. La práctica cultural educativa estimula la organización, permitiendo la participación de la comunidad y su protagonismo efectivo en el proceso de toma de decisiones. Adopta los modos de conocer y elaborar conocimiento de los sectores populares. Utilización de técnicas e instrumentos participativos, atractivos y eficaces.
Desarrollo de una articulación alternativa y distinta de los instrumentos en el proceso educativo, en función de las finalidades.
Estos criterios y enunciados básicos dan cuenta de prácticas culturales que buscan enraizarse en las urdimbres históricas y culturales de los pueblos, de las individualidad y los grupos reconociendo la diversidad, promoviendo la participación, empoderando sujetos sociales individuales y colectivos y desarrollando competencias, como la de poseer una conciencia crítica que les permita diferenciar: la diversidad de la inequidad, expresada en relaciones de poder injustas centradas en la concentración y enajenación de los acumulados de capital económico, cultural y social. Núcleos de Desarrollos Teórico / Metodológicos La Educación Popular entendida como propuesta educativa, política y cultural, requiere permanentemente dinamizar, al interior de los procesos y propuestas culturales, un movimiento de identificación, profundización y reconceptualización de los componentes que la constituyen; teniendo como asuntos estructurantes de esa reflexión: contextos, intencionalidades, actores sociales, perspectivas, procesos colectivos y proyectos socio/políticos y en consecuencia las mentalidades. Comprender los espacios en los que la educación popular se desarrolla y los ámbitos que emergen, marcando la necesidad de implementar programas de acción considerando que éstos, a diferencia de los ambientes tradicionales, tienen configuraciones de diversidad de grupos e individuos, con lógicas de actuación y comprensión de sus realidades particulares, entornos y contextos muy diferenciados que se objetivan en sus actuaciones y en las expresiones de sus mentalidades. La realización de todo un profundo proceso de transformación socio cultural y educativo en nuestro país, las construcciones sociales desde las comunidades y localidades, las opciones en diversos ámbitos de oportunidades para diversos grupos etarios, el desarrollo local y a escala humana que se ha venido conformando, los movimientos culturales que han conllevado movimientos, cambios en las mentalidades, nos deben mover a repensar las propuestas culturales en lo conceptual, metodológico y operacional desde "visiones ampliadas"; donde sea posible encontrar caminos y formular propuestas que articulen sujetos, procesos, acontecimientos, estructuras y mentalidades en torno a nuevos sentidos y caminos, pertinentes a las opciones, que los propios actores y sujetos sociales asumen frente a los cambios y desafíos contextuales, ideológicos, culturales, políticos y económicos. Educación Popular y la Teoría Crítica
Orientar la construcción de propuestas culturales basadas en el diálogo, la tolerancia, la autonomía; bases culturales, pedagógicas, políticas y éticas que sitúan la acción educativa en permanente confrontación con imaginarios caracterizados por disímiles contradicciones en un mundo globalizado, en el que como señalara Fidel Castro la brecha de inequidad es cada vez mayor; donde los desafíos culturales pasan, entre otros por: reconstruir sujetos sociales y las mentalidades, promover ciudadanías, repensar las potencialidades y posibilidades políticas, económicas, culturales de nuestros pueblos. Práctica cultural como quehacer contextuado Como contexto teórico / práctico, un proceso cultural no puede prescindir del conocimiento de lo que sucede en el contexto de los sujetos implicados, de sus familias, de sus comunidades. ¿Cómo podemos comprender las contradicciones culturales sin saber lo que sucede en la experiencia e cada persona en su contexto de vida, así como en qué medida es o viene siendo escasa la convivencia con palabras, narraciones, imágenes creadas en su contexto sociocultural? Es necesario entonces, reconocer de una manera crítica e histórica lo más profundo de los contextos socio culturales, económicos y políticos donde se produce y se está dando la experiencia, y aprender la racionalidad del quehacer social por medio de múltiples caminos. Algunos caminos son los de la participación conciente en la reconstrucción de la sociedad y la comprensión crítica del momento en que se halla el país, comprensión crítica de lo que se va generando en la práctica misma de participar y que debe ser incrementada por la práctica de pensar la práctica. Práctica cultural, un quehacer intencionado La realización de la acción cultural exige la convicción de que el cambio es posible. No soy objeto de la historia sino que soy a la vez sujeto. Nadie puede estar en el mundo y con los otros y con el mundo de manera neutral. Cambiar es difícil pero posible, es necesario cambiar porque un acto cultural sin esta intencionalidad explícita y consciente preserva las condiciones y situaciones de opresión, de exclusión y es, por consiguiente un acto inmoral. Es necesario que los procesos culturales sean coherentes con el fin que se persigue: permitir al ser humano llegar a ser sujeto, construirse como persona, pensarse, transformar el mundo, entablar con otros seres humanos relaciones de reciprocidad, hacer cultura e historia. Para ello se requiere una nueva mirada y de fondo de las propuestas culturales y de los métodos y programas educativos. Se requiere señalaba Freire, capacitar a un ser humano que haga historia en vez de que éste sea arrastrado por ella, que participe de manera creativa en los momentos que exigen opciones fundamentales o elecciones vitales. Se necesita entonces, una educación que libere, no que adapte, domestique o sojuzgue, sino una acción cultural para la libertad.
Sujetos de la práctica cultural Aprendemos cosas sobre el mundo al hacer el mundo, al cambiar lo que nos rodea, al transformar, al crear y recrear el mundo de la cultura y de la historia, y en ese proceso mismo cambia nuestra mentalidad que al ser construida por nosotros simultáneamente nos hace y rehace. Perspectiva dialógica de la práctica cultural El hombre dialógico es crítico sabe del poder de hacer, de crear, de transformar. El diálogo exige humildad, valentía, confianza en nosotros mismos, respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás. Nadie lo sabe todo, nadie lo ignora todo. El diálogo se basa en la humildad, en la seguridad insegura, en la certeza incierta y no en la certeza demasiado segura de sí misma. En la amorosidad sin la cual el trabajo educativo pierde su significado. La tolerancia es la virtud que nos enseña a convivir con lo diferente, a aprender de lo diferente, a respetar lo diferente. El diálogo es, también en Paulo Freire, una actitud y una praxis que impugna el autoritarismo, la arrogancia, la intolerancia, la masificación. El diálogo aparece como la forma de superar los fundamentalismos, de posibilitar el encuentro entre semejantes y diferentes. El diálogo y el lenguaje es para Freire el terreno en el que se otorgan significado a los deseos, a las aspiraciones, a los sueños y a las esperanzas, al posibilitar el intercambio de discursos y de conversaciones críticas cargadas de realidad y de posibilidad. Contenidos y metodologías en la práctica educativa Enseñar y aprender a cómo conocer, aprender a aprender a pensar correctamente revelando cómo se puede conocer el mundo, cómo te aproximas al objeto de tu conocimiento, lo que significa para cada cual la búsqueda de conocimiento. La metodología debe procurar, conducir a que los sujetos se sientan capaces de ir más allá de la pura comprobación de los objetos para alcanzar la razón de ser de los mismos. El acto de conocimiento implica para Freire un movimiento dialéctico que pasa de la acción cultural a la reflexión y de la reflexión de la acción a una nueva acción. Reconoce también la unidad que existe entre la subjetividad y la objetividad. La realidad jamás consiste únicamente en datos objetivos, el hecho concreto, sino también en esas percepciones que los hombres tienen, en nuestras representaciones, imaginarios, mentalidades. El apropiarnos de cultura no es un quehacer mecánico de transferencia. Sino es un proceso educativo que debe conducir y hacer posible que los educandos
epistemológicamente curiosos se apropien de la significación profunda del objeto cultural como manera de aprehenderlo, aprendiéndolo. Sostener una mano o encadenar un alma... Reflexionar críticamente las diferentes prácticas y la experiencia de los otros es comprender los factores sociales, políticos históricos y culturales de la práctica o experiencia que se quiere reinventar. La comprensión y conceptualización cultural tiene que ver con la posibilidad que tienen los sujetos involucrados en una práctica dialógica y liberadora de superar la descripción y la explicación científica, llegando a comprenderla, interpretarla y significarla; para, desde nuevos sentidos: recontextualizar, resolver, generar respuestas y poner en la práctica acciones alternativas se vayan reconstruyendo las mentalidades. El proceso de conceptualización de procesos culturales insertos orgánicamente en procesos sociales requiere, entonces, de una reflexión sistemática y crítica acerca de los contextos concretos, de los momentos, de los desafíos y de las dificultades que deben superarse. Los legados de Freire favorecen la reinformación de las propuestas culturales y la problematización que se requiere para reubicar y transformar las maneras en que el quehacer cultural se vivencia, se comprende, se conceptualiza y se expresa. Las reflexiones y conceptualizaciones que generemos en nuestro país tendrán que situarse en relación con necesidades, como: reconstruir sujetos sociales, mentalidades, promover ciudadanías, repensar potencialidades y posibilidades culturales de nuestros pueblos. El contexto actual las conceptualizaciones que se hagan en el campo de lo cultural tienen no sólo que asumir aspectos claves en el horizonte de las transformaciones sociales hoy, sino tener una mirada transdisciplinaria y de pluralidad. El releer y repensar crítica y contextuadamente a Paulo Freire nos puede ayudar a enfrentar el desafío de aprender la sutil diferencia entre una práctica cultural capaz de sostener una mano o encadenar un alma.