Pensamiento Histórico y Otros Actos Antinaturales Trazando el Futuro de Enseñar el Pasado Introducción Comprendiendo el Entendimiento Histórico Todo el mundo se ha parado de cabeza, pero una sola cosa ha permanecido igual: los niños no saben de historia. Y la historia convencional continúa. Pero es una historia que descansa en una base poco firme. Puede ser que hemos pasado demasiado tiempo descubriendo (o solamente redescubriendo una y otra vez…) lo que los estudiantes no saben, descuidado preguntas más útiles sobre el conocimiento histórico de la gente joven. Por ejemplo, que es lo que si saben los estudiantes del pasado? Que fuentes además de maestros y libros de texto contribuyen a su entendimiento? Como descifran el significado que proviene de documentos históricos complejos? Como navegan entre imágenes del pasado aprendidas en su hogar y aquellas que aprendieron en la escuela? Como ubican su historia personal en el contexto de la historia nacional y mundial? La estrategia de etiquetar, en vez de tratar de entender el conocimiento histórico de los estudiantes nos ha llevado a tener discusiones áridas sobre pedagogía. Según una explicación sencilla, los estudiantes sabrían más de historia si los maestros les enseñaran contenidos en vez de “habilidades”. Otros aspectos de la discusión se enfocan en como periodizar el curso de la historia norteamericana o asignar una secuencia correcta a los temas en el currículo. el conocimiento histórico, como dice Michael Schudson, “se filtra en los poros culturales” incluso si ese conocimiento no es realmente “recuperable fácilmente por jóvenes de diecisiete años que están contestando un examen”. Los exámenes a gran escala nos pueden decir algo sobre lo que los jóvenes saben, pero asumir que ellos constituyen el alfa y el omega del conocimiento histórico frustra cualquier investigación seria sobre la vida intelectual y cultural norteamericana.
el rol de la historia como herramienta para cambiar la manera en que pensamos, para promover la alfabetización no de nombres ni fechas sino de criterio, opinión y cautela, no recibe una publicidad importante en la esfera pública. En búsqueda del entendimiento histórico, yo he incursionado en cientos de salones de clases – a veces por meses – escuchando, observando, grabando, hablando con los estudiantes y maestros por igual. Y otras veces, para lograr entender el pensamiento histórico en su desarrollo, yo he enseñado a los historiadores, estudiantes, maestros y padres de familia a articular sus pensamientos y “leer en voz alta” los documentos que yo les doy, una técnica que provee acceso a la cognición histórica en “tiempo real”. Los primeros dos capítulos en este libro proveen un panorama general de estos temas. El primero está fijo en el contexto de las “Guerras Históricas” de finales de los 80s y 90s, cuando el movimiento para levantar los estándares nacionales de historia sacó las viejas cuestiones del currículo en los titulares de la mayoría de los periódicos. El debate sobre qué historia enseñar dominaba el debate (fallando junto con los lineamientos políticos) y por lo tanto la pregunta más importante sobre por qué enseñar historia se perdió. Capitulo 2 pone en segundo plano mi propio programa de investigación al yo sondear un campo de investigación más amplio sobre enseñanza y aprendizaje de la historia.
La tercera parte se enfoca en los retos que enfrentan los novatos al aprender la historia. El Capitulo 3 compara las lecturas de estudiantes de secundaria con aquellas de los historiadores profesionales, mientras que el Capitulo 4 es un caso de estudio de dos estudiantes universitarios, ambos estudiando para convertirse en maestros. El Capitulo 5 se enfoca en la manera en que los estudiantes de quinto y séptimo año “se imaginan el pasado” al hacer dibujos de Peregrinos, Colonos del Oeste y Hippies.
I Porqué Estudiar Historia?
Pensamiento Histórico y Otros Actos Antinaturales la publicación oficial de la sociedad honoraria nacional Phi Beta Kappa. American Scholar le pidió a once prominentes historiadores que escribieran mil palabras respondiendo a la pregunta, “Qué historia deberían de aprender nuestros niños?”Los niños deberían aprender “el patriotismo, heroísmo e ideales de la nación?” o “las injusticias, las derrotas e hipocresías de sus líderes y las clases dominantes?” En caso de que los panelistas no entendieran la cuestión, también se les pregunto si los Estados Unidos de América representaban “una gran historia de gran éxito histórico?” o “la historia de una oportunidad después de una gran pérdida?” i Por fortuna, predomino la cordura. Edmund Morgan de Yale, autor de Stamp Act Crisis y por lo tanto viejo conocedor del tema de la propaganda, hizo notar que cualquier respuesta necesariamente se vería “mas como un eslogan que cualquier enfoque razonado de la historia”, añadiendo irónicamente, “que él no necesitaba utilizar mil palabras para decirlo” la historia fue considerada como parte de las humanidades, como una de esas disciplinas que se supone que nos enseñan a rechazar las consignas, tolerar la complejidad y a conservar el matiz. Escribiendo a finales del siglo, Woodrow Wilson y otros miembros del Comité de los Diez (Committee of Ten) hicieron notar que la historia iba más allá de historias y nombres en particular para lograr una aspiración más grande al dotarnos con “el invaluable poder mental al que llamamos juicio”.iiTristemente, el debate actual se ha vuelto tan fijo en la pregunta de “que historia” que hemos olvidado una pregunta más básica: Porqué estudiar la historia?
i American Scholar 67 (Winter 1998), 91. ii Citado en “History's Role in Civic Education: The Precondition for Political Intelligence�, de Paul Gagnon; y en Educating the Democratic Mind, de Walter C. Parker (Albany, 1996), 243.