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LETRAS PERRAS El Diario de a bordo de Cristóbal Colón: Revisión Crítica de la idea del "descubrimiento de América. Por Bárbara Pérez

El diario de a bordo de Cristóbal Colón: Cristóbal Colón: Revisión crítica de la idea del “descubrimiento” de América

Por Bárbara Pérez

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El Diario de a bordo de Cristóbal Colón es el primer texto que tenemos sobre el contacto inaugural del hombre europeo con el continente americano. El “descubrimiento” del nuevo mundo y la consiguiente conquista son, sin lugar a duda, los dos hechos que más han trastocado, alterado y fisurado el devenir histórico de nuestra América.

Ya han transcurrido 528 años desde que el Almirante Colón pisó suelo americano, y en conmemoración a este nuevo 12 de octubre, nos parece interesante volver a pensar la “idea del descubrimiento”, remirar su Diario de a bordo, con el fin de indagar en aquellos recursos discursivos empleados por el almirante para enunciar la realidad y desde ahí desprender los elementos ideológicos que subyacen a su escritura, es decir, su cosmovisión: la imagen del “otro”, los tópicos recurrentes y su repertorio de conocimientos y creencias.

A partir de ese análisis intentaremos comprender las razones por las que Colón prefiere adaptar la nueva realidad desconocida a la realidad que él conoce y cómo esto se traduce en la “negación” de América o de su descubrimiento. Finalmente realizaremos una revisión crítica sobre la idea de “descubrimiento de

América”, a partir del análisis del clásico ensayo de Edmundo O´Gorman, La invención de América (1977).

Tal vez sea interesante comenzar mencionando que el documento colombino original se perdió y que lo que se conserva hasta nuestros días es una copia autógrafa resumida, que incluyó fray Bartolomé de las Casas, en su Historia de las Indias y otra, rescatada por el hijo de Cristóbal Colón e incluida en el libro La vida del almirante. Ninguno de los dos usó el manuscrito original, por lo que estas versiones pueden haber sufrido una serie de alteraciones y mutilaciones.

La mayoría de los análisis críticos sobre El Diario de a bordo concuerdan en que, si bien en el texto colombino se describen signos inéditos, sin percibirlos como tales, se pueden apreciar una serie de mecanismos de deformación y construcción analógica del objeto de la escritura, lo que tensiona la dimensión del género diario. Hay una pretensión de objetividad propia de la bitácora de viaje, del diario náutico o de los documentos públicos de rendición de cuentas a los Reyes Católicos. Este anhelo de objetividad se irá entrelazando con una serie de recursos de ficcionalización literaria, resultando un género híbrido que mezcla ficción y realidad y en el que, además, subyace un fuerte componente persuasivo, producto de la intención de Colón de demostrar a los Reyes Católicos la conveniencia de su empresa.

Más allá de esta fisura de los márgenes del género en los textos colombinos, es relevante mencionar que nos encontramos frente a un texto inaugural, en este sentido, ante un genotexto en la serie de Crónicas de Indias que describirán el nuevo espacio americano. De esta primera representación de América, se reproducirán procedimientos lingüísticos y discursivos en las futuras crónicas, pues a pesar de que Colón no es consciente de estar frente a un nuevo mundo, involuntariamente hay un gesto fundacional en su diario. Tal como señala Scarano “por el acto mismo de dar nombre y fijar en la escritura, otorga existencia -funda e inventa- lo que con el tiempo tomará el nombre de América.” En síntesis, El Diario de abordo nos mostrará la forma en que la mirada de un hombre con una mentalidad aún medieval se deslumbra, asombra y desconcierta ante lo nunca visto e intenta cifrarlo desde sus parámetros conocidos.

Los recursos lingüísticos que con mayor frecuencia emplea Colón en sus diarios son las comparaciones, las hipérboles y las metáforas, por tanto, muy a pesar de la aspiración de objetividad testimonial del diario, que se aprecia con claridad durante el proceso de navegación, donde se esfuerza por incluir una serie de tecnicismos náuticos, desde que el almirante comienza a recibir indicios de estar cerca de tierra firme hasta el desembarco, podemos advertir un cambio de registro, con una perspectiva cada vez más subjetiva de la escritura y un uso figurado del lenguaje. Dado que él supone estar en Asia, espacio que por lo demás solo conoce a partir de la lectura de libros, cifrará el nuevo mundo desde los parámetros de lo conocido usando una serie de comparaciones: “los pájaros eran como un garjao, el tiempo era como abril en Andalucía o los cabellos gruesos de los nativos eran como colas de caballo”.

Por otro lado, la descripción inaugural del espacio se da desde una perspectiva utópica, usando las hipérboles como procedimiento de exageración de las bondades encontradas.

Nos aventuramos a señalar que ese discurso hiperbólico se emplea con un doble propósito: develar el mundo nuevo desde la perspectiva del asombro y a la luz del imaginario de lecturas de Colón, especialmente de los Viajes de Marco Polo y de los bestiarios medievales y al mismo tiempo, persuadir a los reyes de la conveniencia de la empresa. Las hipérboles, por tanto, en línea con los planteamientos de Scarano: “diseñan un proceso de idealización in crescendo hasta cristalizar en la descripción de una serie de locus amoenus, con la recurrente presencia de epítetos, superlativos absolutos, adjetivos y adverbios intensificativos y cuantitativos que irán preparando la identificación de esas regiones con el Paraíso” (p.13). Por tanto, se funda a partir del Diario de a bordo el tópico de América como tierra de la abundancia, con una serie de alusiones sobre la presencia de minas de oro, piedras preciosas y la exuberancia de la naturaleza, que se irá transformando en los diarios de los distintos viajes en un motivo central de la escritura. El impacto de esta idea, sus repercusiones históricas y actuales es lo que ha llevado a Beatriz Pastor a postular la tesis de “América como Botín”, es decir identificarlo como el verdadero móvil de la conquista.

Finalmente, desde la mentalidad teocéntrica presente en la cosmovisión europea de ese período y por consiguiente, en el imaginario de Cristóbal Colón, las hazañas del viaje serán dedicadas a Dios, se tomará posesión de las tierras en nombre de Dios y de los Reyes Católicos, y se vislumbrará al “otro” como seres mansos, que no practican ningún credo ni pertenecen a secta alguna, por lo que son factibles de evangelizar. Esta perspectiva del “otro” es lo que explica, además, el surgimiento del tópico del buen salvaje como imagen de los indígenas americanos.

Colón se niega a “descubrir América”, no es capaz de aceptar o reconocer que se encuentra ante un mundo nunca visto por los ojos europeos o por lo menos esa es la interpretación que nos ha llegado, pues tampoco tenemos acceso al diario original. ¿Por qué sucede esto? Algunas respuestas posibles las encontramos en la cosmovisión medieval del almirante, que ya hemos ido analizando, en el repertorio de conocimientos topo gráficos y literarios de los bestiarios medievales y en su sistema de creencias religiosas. En el plano geográfico carga con una visión de mundo tripartito, concebido analógicamente a partir de la santísima trinidad, por lo que fisurar los límites geográficos, implica también una ruptura de los límites religiosos, revolución para la que Colón, al parecer, no se encontraba preparado. La capitulación de Indias que le han concedido también mediatiza esta situación, en el sentido que priman los intereses más bien económicos en la travesía, en desmedro de intereses de carácter intelectual. Colón es un comerciante, un cartógrafo autodidacta, muy distante aún del humanista que dará a luz la Modernidad.

De este modo, Colón lee la novedad con la lente de las historias fabulosas y las leyendas de seres míticos que alimentaban la imaginación de un marino, así como del bagaje cultural medieval. Poblará el espacio de sirenas, reyes, cíclopes, amazonas, leerá el nuevo mundo como si fuese un texto literario y omitirá o negará la posibilidad del “descubrimiento” por las ra zones ya expuestas.

En relación con la idea “del descubrimiento” de América por Cristóbal Colón , Edmundo O´Gorman realizará una reconstrucción his-

tórica del hecho, con el propósito de comprender cómo surge esa idea y así problematizarla hasta llegar a negarla. En esa dirección señalará que es más apropiado hablar de un proceso de invención histórica que de creación o descubrimiento, porque ellos suponen producir algo ex nihilo, cuestión que solo es posible desde la perspectiva de la fe religiosa. Desde esa premisa el autor comienza a proponer que la clave para entender el “descubrimiento de América” está en considerar ese suceso como una invención del pensamiento occidental y no como un descubrimiento meramente físico, realizado por casualidad. Para ir desarrollando su hipótesis, tomará como base las interpretaciones históricas desprendidas de los textos colombinos e irá reconstruyendo desde una perspectiva crítica la idea del descubrimiento, tomando como base la pregunta: ¿Puede decirse que América fue descubierta sin incurrir en un absurdo? Al respecto, señalará que ello es una interpretación de un hecho y no el hecho en sí mismo.

Los argumentos centrales para desechar la idea del “descubri miento de América” por Cristóbal Colón, radican en la noción de intencionalidad, de la que carece el proyecto colombino. Colón viajaal nuevo continente para encontrar una ruta en occidente que conecte Europa con Asia, dirá el autor, y a la que llega, además, por casualidad. El siguiente argumento empleado dice relación con la conciencia sobre el descubrimiento, sin embargo, como sabemos, el almirante no reconoce haber llegado a un nuevo continente. Desde nuestra perspectiva la mayor dificultad no es quién o cuándo América fue descubierta, más bien es la idea del “descubrimiento” la que rechazamos, puesto que suponer la negación de la existencia de América antes del encuentro con el mundo europeo. Suponer que América fue descubierta, implica pensar que ella estaba ahí, esperando ser develada y que no existía. Por tanto, es negarla como un mundo poblado por personas, culturas, imaginarios, finalmente cosmovisiones. Creemos que esa idea es la responsable de muchos de los conflictos que acarreó la conquista, del impacto de los procesos de transculturación o más bien, del proceso de aculturación del que fueron y son víctimas nuestras culturas originarias, porque el “saqueo de América” aún persiste, eso parece innegable.

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