Alonso de Illescas

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En el interior del continente africano, poderosas tribus sometían a otras más débiles para capturar gente. Las llevaban atadas unas con otras y conducían esta infamante mercancía humana a las costas para negociar con los portugueses a cambio de mercancías europeas. ¿Cuánto quieres por este grupo de negros?

Cinco sacos de avena y dos piezas de tela.

Los comerciantes embarcaban a los esclavos en sus naves y los transportaban de manera inhumana.

A inicios del siglo XVI los portugueses habían convertido al deshabitado archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de África, en un dinámico mercado de esclavos.


Este niño, como muchos otros africanos, fue trasladado en los barcos portugueses, desde Cabo Verde hasta Sevilla donde se vendían al mejor postor.

Don Alonso de Illescas, mercader español, compró el niño, y este pasó a ser parte de sus esclavos.

Este niño se hará muy fuerte y es muy listo. Seguro lo va a servir en sus tareas.

¡Mamá!

Me llevo dos hombres para tareas fuertes y también me llevo al niño.

¡No se lleven a mi hijo!


Después de ser el esclavo de los mandados, ascendió a jardinero junto a la labor de cargador.

El muchacho creció bien Carmen. Póngalo a hacer el trabajo fuerte de jardinería.

Sí señor.

Así, nuestro personaje, al que nombraron Enrique, aprendió todo cuanto pudo para servir mejor a su dueño. Alonso además de ser muy servicial, era muy curioso y aprendió de su amo, que para obtener beneficios, había que saber negociar.

Pronto fue ganándose la confianza de Don Alonso y pasó a ser llamado igual que su amo, como señal de reconocimiento por su correcto y destacado desempeño.

No perdía oportunidad para escuchar atentamente las negociaciones y tratos que hacía Don Alonso con otros mercaderes.

Alonso permanecería hasta su vida adulta en Sevilla, fiel y servicial en todo momento.


Al trasladarse Don Alonso a vivir a América junto a su familia, llevará también al personal de servicio y a sus esclavos; primero se radicará en Santo Domingo, donde permanecerá una temporada, y luego se traslada a Lima, la capital del Virreinato del Perú.

Don Alonso viajaba con frecuencia hacia Panamá para comerciar productos que llegaban de Europa para introducirlos en Lima. En uno de esos viajes resolvió enviar a Panamá a Alonso, su hombre de confianza, para que, en su nombre, negociara mercancías. Vas a viajar a Panamá Alonso. Necesito un servidor de confianza arriba de ese barco.

En Panamá, después de hacer los tratos encomendados por su amo, Alonso de Illescas se embarca de vuelta al Perú. ¡Levad las anclas marinero, revisad que todo esté completo!

¡Zarpamos para Lima, desplegad las velas, cuidad la mercancía, que esté bien sujeta en las bodegas!

La nave llevaba mucha mercancía para Perú y varios esclavos de origen africano.


En octubre de 1553, luego de varios días de travesía, en una ensenada llamada Portete en el cabo de San Francisco, en la región hoy conocida como provincia de Esmeraldas, debido a una fuerte marejada y viento, la embarcación impactó con los arrecifes de aquella costa.

Los esclavos aprovecharon las circunstancias para arrojarse al mar y alcanzar la costa.

¡Rápido, salgamos de aquí! ¡Es nuestra oportunidad para escapar!


¡Estamos a salvo, ahora debemos buscar cómo sobrevivir!

¡Nos salvamos!

Llegaron a la costa veintitrés esclavos africanos: diecisiete hombres y seis mujeres.

¡Vamos. Adentrémonos en la selva para que no nos encuentren!

De esta manera pusieron fin a su esclavitud y este es el momento seminal para el poblamiento de estas tierras por parte de antiguos esclavos africanos. Antón lideró a los que lograron huir de sus dueños, adentrándose en la espesura de la selva.


Hambrientos y en un lugar desconocido, rodeados de indígenas -niguas y campaces- cuyo comportamiento desconocían, los africanos tomaron la única actitud que les permitiría sobrevivir: la agresividad.

En uno de estos enfrentamientos falleció el líder Antón, tomando la posta Alonso, quien enseguida mostró sus dotes de líder y de negociador, aprendidas de sus largos años de esclavitud. ¡Debemos organizarnos! ¡Solo así podremos establecer en este lugar nuestra comunidad, lejos de nuestros antiguos amos!

Fueron acogidos por los indígenas pidi, quienes acudieron a los montes más lejanos y ríos más inaccesibles para huir de los españoles.

Con el paso del tiempo, Illescas presentó su plan de convivencia, que fue aceptado por los indígenas, dando paso a un nuevo mestizaje.


Llegó a oídos de la Real Audiencia de Quito que un grupo de antiguos esclavos se había asentado en la selva de Esmeraldas y enviaron al capitán Carranza a buscar al líder de la rebelión. Illescas, gracias a su fortaleza física y su habilidad, pudo huir antes de la llegada del capitán español, quien venía con la orden de capturarlo.

¡Alonso! ¡Rápido! Tienes que escapar. Llegaron noticias de que mandaron soldados españoles para ahorcarte por orden del presidente de la Real Audiencia de Quito.

¡Vete Alonso! ¡Nosotros cubrimos tu retirada! Nos quedaremos peleando para darte el tiempo suficiente para que huyas y te pongas a salvo!

Nunca me daré por vencido. ¡Venceremos hermanos!


¡No pueden estar muy lejos, apresúrense y búsquenlo! ¡Quiero la cabeza de este negro cimarrón!

¡Ahora sí indio! ¿Vas a dar tu vida por un negro salvaje? ¿Por un sublevado? Si no hablas te cortaré la cabeza y la de todos en tu pueblo.

¡Yo no soy traidor!


¡Quemen la aldea! ¡Acaben con todos! Que un grupo de hombres siga al negro. Zambrano, rápido, junta a diez de tus mejores hombres, y atrápenlo!

Está bien capitán. Toda la aldea está en llamas. Saldremos en este instante tras ese negro.

La espesura de la selva hizo imposible a los españoles encontrar a Alonso y se dieron por vencidos.

¡No me pueden atrapar! ¡Hermanos!, Por fin los encuentro. Yo pude escapar...

Pelearemos hasta el final. No caeremos otra vez en la esclavitud. Este lugar será nuestro hogar.

Una vez vuelta la calma, africanos e indígenas se establecieron en medio de la selva, junto a los ríos.


Otras embarcaciones españolas corrieron la misma suerte que la nave donde llegó Illescas; su gente rescató a los náufragos, pero también aprovecharon la oportunidad para rescatar objetos que les fueran útiles. Illescas logró entablar conversaciones con los sobrevivientes y enviar mensajes a la Real Audiencia de Quito.

¡Ayuda!

Así lo haremos Alonso, gracias por rescatarnos y dejarnos libres.

Queremos que informen a la Real Audiencia de Quito que lo único que queremos es nuestra autonomía. ¡Que nos dejen seguir viviendo libres en estas tierras!


El poder y autoridad de Illescas, conocido como “el Gobernador Negro”, fueron reconocidos por toda la provincia de Esmeraldas. Los logros y la fama de Illescas y su pueblo impulsaron a las autoridades de la Real Audiencia de Quito a enviar un delegado a negociar con él.

Venimos en nombre de la Real Audiencia a conocer cuáles son sus intenciones.

¡Pues eso no es posible. Estas tierras son del rey de España!

Dígale a su gobernador que lo único que queremos es vivir en paz y sin intromisión de las autoridades españolas.

Seremos respetuosos del rey, pero nosotros somos quienes conocemos esta selva y solo queremos seguir viviendo aquí, como lo hemos hecho hasta ahora.


Su Señoría, este Illescas es un personaje indomable. No creo que logremos someterlo, además esa selva es impenetrable y tenemos muy pocos hombres para defenderla.

Entonces si los tenemos controlados dejemos que sigan viviendo como hasta ahora, pero a cambio, ¡que ellos defiendan esas costas de la intromisión de piratas, enemigos de España!

Illescas fue un “personaje indomable” como refirió el clérigo Miguel Cabello Balboa, quien vio claramente la imposibilidad de que el gobierno de Quito pudiera controlar la situación.

El pacto de Illescas con la Real Audiencia de Quito logró que el pueblo afrodescendiente asentado en Esmeraldas mantenga su autonomía.

Ilustración: Luis Donoso - www.parteraproducciones.com


Alonso de Illescas fue un liberto cimarrón, fundador y líder del cacicazgo llamado Reino de los Zambos de Esmeraldas y reconocido como héroe nacional ecuatoriano.


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