Éxtasis del consumismo, modelo periodístico de opinión.

Page 1

Éxtasis del consumismo Sabes cuándo vas a entrar, pero nunca cuándo vas a salir. Ni en qué condiciones. Un laberinto de escaleras mecánicas. Un discurrir de personas alienadas. Un enjambre de consumidores cuyas compras amenazan con sepultarlos. Y de sujetos extraviados que llevan varios meses buscando la salida. Como le sucedía al personaje de Tom Hanks en La terminal. Se diría —no puedo probarlo— que a algunos clientes les ha caducado el visado turístico del tiempo que llevan transitando en la jaula. Embarazadas que han dado a luz en este espacio extraterritorial de Irlanda. Chicos que se hicieron mayores de edad en una entreplanta. Difuntos que salieron, ellos sí, con los pies por delante. Piranesi nunca hubiera imaginado un lugar tan inhóspito ni intrincado. Y puede que Dante, de haberlo conocido, hubiera planteado en el Primark —he aquí el zigurat— el anillo de su infierno. Personas vagando, secuestradas en las ofertas. Y provistas de tanta ropa superflua que podrían uniformar a un movimiento hipster, a un colegio, a un cuerpo de funcionarios. Escher tenía razón. Existen las escaleras por las que subes y bajas a la vez. El Primark parece Babelia de tantas lenguas que lo habitan. Y asemeja esa cárcel panóptica de la que hablaba Foucault: los clientes vigilados sin saber que los vigilan. E incitados en la psicosis de las rebajas de las rebajas de las rebajas de las rebajas. Siempre es black friday en Primark. Porque los precios son inverosímiles. Compra uno al peso, al por mayor. Se abastece de cestos y de carros. Y termina echándose de menos un servicio de portes como el del IKEA en la puerta del negocio. Los turistas venían antes al Prado y al Bernabéu. Un poco al Reina Sofía, y un poco menos al Thyssen, pero el Primark se ha convertido en el símbolo totémico de Madrid. Ocupa la Gran Vía, la okupa. Representa un problema de orden público. Es la prioridad jerárquica del programa de los turoperadores, así es que Madrid no tiene un Primark, el Primark tiene a Madrid, en todo caso, alojado en su embrión comercial. Y proporcionando a los negocios adyacentes un estímulo fabuloso. El cráter da mucho calor a las laderas. […] Es el sueño del capitalismo perverso, personas consumiendo y controladas a la vez, como los atascos, una jaula de humanos, un rito masoquista que origina colas en los probadores, colas en las cajas y una histeria compulsiva que convierte nuestra especie, como decía Erich Fromm, en el homo consumens. No cabría mayor arrogancia que creerse uno ajeno o inmune al vórtice negro del Primark. Nada más petulante que observar el gran bazar desde criterios sociológicos e intelectuales. Fui a comprar calcetines, habrá que confesarlo. Y creo que hice suficiente acopio para los próximos tres siglos. RUBÉN AMÓN EL PAÍS 10 NOV 2017


TEMA Crítica al controlador y exagerado consumismo. ESTRUCTURA El texto esta estructurado externamente en seis párrafos e internamente presenta una estructura inductiva ya que el tema , aunque entrevisto en todos los párrafos, finalmente queda plasmado en la penúltima línea. Empieza los tres primeros párrafos poniendo ejemplos para describir esta sociedad, incluyendo la tienda Primark la que posteriormente, en el siguiente párrafo, va a ser el tema central del texto. Finalmente pone el tema verdadero que engloba lo anterior y finaliza diciendo que nadie se salva de esta sociedad compulsiva. RESUMEN El autor Rubén Amón habla en este texto sobre el sobreconsumismo que esta presente en la sociedad del momento. Describe, utilizando numerosos ejemplos, como la gente pasa excesivas cantidades de tiempo en los centros comerciales y lugares destinados al consumismo. Dice Ruben Amón que pasan tanto tiempo que hay sujetos extraviados buscando la salida, como pasa en la película La terminal, o chicos que se hacen mayores de edad en una entreplanta. El mejor ejemplo para describir este consumismo es el Primark de Madrid, que ha cogido excesivo protagonismo debido a sus numerosas rebajas y sus precios iverosímiles, consiguiendo que la gente le visite más que hasta al propio museo Reina Sofía. Según dice el autor, Madrid no tiene a Primark, si no que Primark tiene a Madrid. Este consumismo descontrolado, masivo y perverso es el sueño perfecto de los capitalistas y del que nadie, inclusive el autor, el cual admite verse inmerso, se salva. TIPOLOGÍA Nos encontramos con un texto periodístico ya que fue publicado en el periódico de El País con modalidad textual básica expositiva argumentativa, ya que nos habla del consumismo aportando argumentos de como ha pasado a un primer plano al visitar Madrid o de como la gente se ha vuelto loca con las rebajas y con los bajos precios del Primark. Rubén Amón hace en este texto una clara crítica sobre el consumismo y el texto esta lleno de subjetividad. La función del lenguaje predominante es la representativa junto a la expresiva, ya que el texto esta lleno de oraciones con formas verbales del indicativo,y en algunas partes subjuntivo, aunque también nos encontramos con función apelativa. Escribe tanto en primera persona como en segunda y tercera. Empieza con función apelativa ( y por tanto segunda persona) con la frase «Sabes cuándo vas a entrar, pero nunca cuándo vas a salir.». Abunda en el resto del texto la tercera persona, pero nos volvemos a encontrar con la segunda en la frase «Existen las escaleras por las que subes y bajas a la vez.». Aparece posteriormente por primera vez la primera persona del plural en las últimas tres frases del tercer párrafo, incluyendose a el mismo en la acción. Sigue el resto en tercera persona pero finaliza con una primera persona del singular, hablando sobre una acción realizada por él.


A continuación hablaré sobre los recursos lingüísticos. El texto es una crítica, por lo que esta cargada de subjetividad. Como hemos dicho anteriormente, presenta verbos en indicativo, como «salieron», «tenía», «exiten»... Alterna el presente, el pasado y el subjuntivo, ya que pone numerosos ejemplos explicando lo que cree que hubiesen hecho algunos personajes («Piranesi nunca hubiera imaginado...», «Dante, de haberlo conocido, hubiera planteado en el Primark...») y haciendo referencias a lo que dijeron o opinaron personas en el pasado («Escher tenía razón»). El resto del texto está, en su mayoría, en presente. A su vez, hace numerosas referencias a lugares de madrid, como museos (Reina Sofía, Prado, Thyssen), calles (Gran Vía) y estadios (Bernabeú), como lugares que han quedado en segundo plano respecto a enormes tiendas, como Primark. Hay muchas menciones a nombres tanto reales como ficticios (Tom Hanks, Piranesi, Dante, Escher...). También hay una gran cantidad de adjetivos y comparaciones algo exageradas (puestas gradualmente) al comparar los centros comerciales con sitios donde las embarazadas dan a luz o donde la gente cumple la mayoría de edad. Caben destacar los adjetivos alienadas, inhóspito, intrincado, secuestradas... donde se ve claramente la opinión del autor reflejada en el texto. No abundan las marcas textuales, pero he encontrado algunas como «en todo caso» (distanciadora). Lo que si abunda es la utilización de la conjunción «y», sobretodo en el inicio de frases. Por último, cabe destacar que el texto esta bien adecuado, ya que tiene un lenguaje correcto para el sitio en el que esta publicado y además es coherente, ya que habla sobre un tema único, aunque divagando un poco con ejemplos y referencias a personajes, tiene buena cohesión (analizada exhaustivamente en los párrafos anteriores), ya que se entiende el texto como un mensaje completo y no como frases colocadas sin orden ni sentido.

COMENTARIO CRÍTICO En este texto Ruben Amón hace una crítica bien justificada a la sociedad capitalista del momento. El dinero mueve el mundo, vivimos por y para el dinero. Pero no para ahorrarlo, si no para derrocharlo en cualquier moda del momento o excesivas cantidades de ropa que no se necesitan. Yo me incluyo en esta sociedad capitalista, y aunque intente gastar menos, a veces me resulta imposible. Estamos siendo bombardeados día a día por mensajes en anuncios publicitarios, que hechos por psicólogos profesionales, nos inducen a gastar, a gastar y a gastar. Poca gente existe que sea verdaderamente ahorradora y minimalista (término dedicado a la gente que vive solo con lo estríctamente necesario). Es más, si lo fueras, te mirarían raro, no serías normal y en muchos casos, no estarías aceptado en la sociedad. Muchas veces influye como vistas, de que marca o tu modelo de móvil para crear un estereotipo sobre ti y que marcará tus relaciones sociales. Otro tema del que habla el autor es Primark, y lo lejos que ha llegado el consumismo. La gente no solo busca ir a la moda, si no, obviamente, que sea barato. En Primark se encuentra uno con un espacio gigante lleno de productos con precios, en su mayoría, muy baratos y de moda. ¿Qué más puede pedir una sociedad capitalista? ¿Existe algo más perfecto?


La gente se vuelve loca, extremadamente loca por las rebajas. Peleas por una prenda de vestir, inmensas colas por intentar entrar de los primeros en las rebajas de El Corte Inglés... Visto desde un punto de vista externo, estamos en una sociedad controladora, compulsiva, loca e impensable. Estamos en una sociedad en la que prácticamente sin darnos cuenta (o sin querer aceptarlo) nos controlan día a día cada pensamiento, cada deseo, cada amistad, cada compra... y nosotros lo dejamos pasar. Como dice Rubén Amón, él fue a comprar calcetines y compró para al menos tres siglos. En el momento en el que la gente se de verdadera cuenta de que no necesitan ni la mitad de lo que compran y consumen, la vida cambiará. Ya no sólo hablando de ropa y de objetos innecesarios, si no lo que todo este sistema capitalista influye en el medio ambiente. Si se pudiese comprar todo lo que te permitiese tu dinero y gastar en luz lo que te diese la gana sin que hubiera consecuencias, ¿por qué no hacerlo? El problema de todo esto radica en que, si seguimos con esta mentalidad derrochadora, la Tierra en la que hoy día vivimos y sobreexplotamos dejará de existir, y nosotros con ella. Y no habrá ni un solo producto en Primark que pueda solucionar esto.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.