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MANEJO SITIO-ESPECÍFICO

Manejo sitio especíFIco en cultivos de verano

LA IDEA ES AJUSTAR LAS PRÁCTICAS AGRONÓMICAS A LAS DISTINTAS ÁREAS QUE SE PUEDAN DIFERENCIAR EN UN LOTE. ASÍ, SE BUSCA INCREMENTAR LA PRODUCTIVIDAD CON UN USO MÁS EFICIENTE DE LOS RECURSOS.

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SITIO 2

Determinación de zonas de manejo según conductividad eléctrica. Cada una de ellas es cruzada por franjas con distintas dosis de nitrógeno.

El nitrógeno (N) es el nutriente esencial más importante para los cultivos, por su rol en los sistemas biológicos, la complejidad de su ciclo y su participación en los sistemas de producción. La disponibilidad de N es uno de los factores edáficos que con mayor frecuencia restringe el rendimiento del cultivo de maíz. En el noroeste de Buenos Aires son abundantes los estudios regionales que muestran aumentos significativos en su producción debido a la fertilización nitrogenada. Paula Girón, de la EEA INTA Villegas, analizó el tema para esta zona de la Región Pampeana. El maíz requiere

22 kilos de N por tonelada

producida, con un índice de cosecha que se lleva 15 kg/t. Es muy elevado, por cierto, de ahí la importancia de la determinación de la dosis óptima de N del cultivo (DOEN), definida como la cantidad de insumo (fertilizante) que maximiza la renta. Por arriba de ese umbral puede aumentar el rendimiento, pero ese incremento no llega a pagar el kilo de N extra

que estamos agregando. Desde luego, depende también de la relación de precios insumo/producto. La diferencia de rindes entre el testigo

y la DOEN es lo que se conoce como respues-

ta. Girón hace referencia a ensayos en 10 sitios en el noroeste provincial, donde se buscó delimitar zonas de manejo según distintos criterios: mapas de rendimiento de años anteriores, NDVI de todos los cultivos de los últimos 10 años, NDVI de los maíces de los últimos 10 años, elevación del terreno, conductividad eléctrica (ECA) a 30 y 90 cm según rastra de Veris, y profundidad efectiva del suelo. En cada sitio se cruzaron franjas de fertilización nitrogenada desde 0 a 240 kg de N, tratando de atravesar las distintas zonas de manejo delimitadas previamente según un determinado criterio, por ejemplo, elevación del terreno. Se hicieron análisis de suelo mediante un muestreo dirigido en los que determinaron

materia orgánica (MO), fósforo (P), N como nitrato, pH, conductividad, textura y agua dis-

ponible a la siembra, entre otros parámetros. Cada franja se cosechó con monitor de rendimiento.

TOPOGRAFÍA

Luego se analizó la respuesta a la fertilización nitrogenada por zona de manejo. Por caso, tres de los diez sitios tenían una elevación superior a 1.8 m, y en ellos había maíz temprano. Se chequeó el rendimiento en función de la curva de respuesta. Uno de los sitios marcó el mayor rendimiento en las lomas (63 % arena) respecto del bajo, al tiempo que la brecha entre ambos se mantuvo casi constante, tanto

HOJA DE RUTA //////////////////////////

• Los criterios para delimitar zonas de manejo de N en el noroeste de Buenos Aires varían en función de las características del sitio.

• En campañas húmedas y en sitios con diferencias topográficas iguales o mayores a 1.8 m, la mejor forma para delimitar zonas de manejo es recurrir a la elevación del terreno.

• Cuando no hay diferencias de elevación pero sí presencia de thapto, la CE 40-90 resultó ser la mejor herramienta para explicar la respuesta a la fertilización nitrogenada.

SITIOS 5, 6 Y 7: DIFERENCIA DE ELEVACIÓN MAYOR A 1.8 M

Comportamiento del rinde según zona de manejo. En rojo, los bajos; en verde, las lomas. Cambia la posición de acuerdo con el porcentaje de arena en las lomas.

para el testigo como para las dosis más altas; la respuesta para la loma y el bajo fue similar. En otro de los sitios analizados, la parte más

baja del relieve superó en rendimientos a la porción más alta (lomas con 85 % de arena y

MO acotada), pero esta mostró una gran respuesta a la aplicación nitrogenada. En el bajo con mayor MO, esta se mineraliza, de modo que la respuesta es menor que en la loma. Respecto de limitantes en la profundidad efectiva, se comparan lotes planos con presencia de thapto. La profundidad efectiva es difícil de definir. Entonces paralelamente se empleó la rastra de Veris; determinaron CE a 90 cm y obtuvieron curvas similares a las conseguidas pinchando los lotes. La ECA más baja está vinculada a suelos arenosos y, la más alta, a perfiles arcillosos, muy pesados o con thapto. Donde este problema está ausente, el cul-

tivo rinde más pero tiene menos respuesta a

la fertilización; en la zona con esta impedancia la respuesta es proporcionalmente mayor, y la brecha entre ambas disminuye. Estos análisis fueron hechos en campañas húmedas; en temporadas secas, las curvas pueden llegar a invertirse.

¿Cuál fue la relación entre los parámetros de las curvas (rendimiento del testigo, rendimiento a la DOEN, la DOEN y la respuesta) y las variables de delimitación de las zonas de manejo? “Donde teníamos diferencias de elevación de

más de 1.8 m, nos quedábamos con este pará-

metro para delimitar zonas de manejo -explica Girón-. El rendimiento del testigo disminuye a medida que vamos hacia las lomas con alta proporción de arena y menor capacidad del suelo para entregar N; lo mismo pasa con el rendimiento a la DOEN (problemas de textura y otras deficiencias). No se halló relación definida para la respuesta y la DOEN en función de la diferencia de elevación.

En cuanto a la profundidad efectiva (pinchando el lote), a medida que el suelo se torna más arcilloso hacia abajo, el rendimiento del testigo disminuye (acumulación de agua en campañas húmedas, con pérdida del N mineralizado a partir de la MO). En tanto, el rendimiento a la DOEN no mostró relación con el contenido de arcilla, lo cual confirmaría que la limitante era efectivamente el contenido de N. Tampoco se halló un vínculo entre la DOEN y la profundidad del thapto. Por último, la respuesta aumenta a medida que el suelo se torna más arcilloso en profundidad. El punto es que existe una relación positiva entre la CE a 90 cm y el contenido de arcilla; la primera se puede medir fácilmente con la mencionada rastra de Veris. ¿Qué cambia? En este caso la DOEN es explicada por la CE a 90 cm.

SOJA, TAMBIÉN

En esta zona existe una brecha en términos de

potencial de rinde de alrededor del 25 % para

la oleaginosa. ¿Cómo aumentar la producción por hectárea? Para responder este interrogante nuevamente se hizo una caracterización de suelos en distintos sitios. Con rastra de Veris

determinaron presencia de carbonato de cal-

cio a 1 m. Una vez que detectaron que había diferencias en el lote, cruzaron cada uno de los ambientes con distintos cultivares de soja del GM III corto al V corto. Otra vez se cosechó con monitor de rendimiento.

Surgió así que en los suelos sin limitantes el GM IV corto rindió más que los otros GM, pero en el perfil con thapto el V corto hizo la diferencia, en tanto en el suelo con thapto cálcico sobresalió el material del GM III corto. Así, el tipo de suelo determina el GM que conviene utilizar. La variabilidad espacial es ampliamente conocida. Hay herramientas para evaluarla y contamos con la maquinaria para implementar un manejo sitio específico del tema. Eso lleva a aumentar el rendimiento por unidad de área.

Claudio Gianni

Fuente: INTA

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