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Política agropecuaria

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Noticias de Brasil

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EL FUTURO AÚN NO LLEGA

La producción de carne en la Argentina está destinada a un porvenir brillante. El punto es que antes habrá que resolver algunas asignaturas pendientes, en especial aquellas vinculadas con la productividad de la cría.

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Por SUSANA MERLO ESPECIAL PARA CHACRA | contenidos@revistachacra.com.ar

Con precios en dólares tanto para los novillos como para los terneros, entre los más bajos de los últimos 50 meses, y un notoriamente alto porcentaje de participación de hembras en la faena, los datos de la realidad no se condicen con las buenas perspectivas que rodean a la ganadería vacuna en cuanto evento se realiza, de la mano de exportaciones crecientes. Es que, si bien el mercado internacional vuelve a hacerle guiños a la Argentina y China se va transformando en una aspiradora capaz de absorber todo lo que se le ponga adelante, no es menos cierto que la demanda del mercado interno se muestra alicaída y la mejora en las exportaciones todavía no se percibe en los bolsillos de los ganaderos. Es justamente este desfase entre el primer eslabón y lo que en otros eslabones de la cadena ya se está materializando, lo que obliga a los productores a deshacerse de vientres (las verdaderas fábricas de terneros), aun los preñados, para poder pasar un bache de invierno duro, con costos en alza, impuestos igualmente elevados y un valor del dinero aún incompatible con cualquier esquema de producción. Para los productores, actualmente es más barato financiarse con hacienda que con cualquier otra alternativa, que es lo que estuvieron –y están- haciendo.

Consumo en retirada Esta realidad negativa tampoco logra enmascarar algo que se va haciendo cada vez más evidente y también forzado por cuestiones financieras: la cada vez menor oferta de novillos, que para algunos ronda los 2 millones de cabezas menos que hace dos años, y que no se compensa por las mejoras registradas en las velocidades de los engordes.

De ahí que algunos analistas ya están previendo una próxima reversión de la situación en la que la combinación de una oferta de carne vacuna declinante, con exportaciones en fuerte ascenso (hasta ahora muy alimentadas por la categoría “vacas”), podrían llevar al consumo local al nivel más bajo en 105 años de estadísticas oficiales, sólo superior a los 47 kg de ingesta que se dieron en 1920. Por supuesto que en otros momentos no tan alejados, esto hubiese generado una gran conmoción en la población y fue lo que justificó la gama más variada de intervenciones públicas que haya sufrido cualquier mercado local, pero, créase o no, parece que los argentinos se fueron resignando a comer menos carne vacuna y aumentaron casi a la par la de pollo (por arriba de 47 kilos), con el agregado de cantidades crecientes de cerdo (más de 15 kilos en la actualidad) y de variedad de pescados de mar y de río. Encrucijada

Sin embargo, el engranaje aquí seguramente se irá ajustando por otro lado, pero siempre con suba de precios “reales” para las distintas categorías, tanto por la tracción de la exportación, como por el aumento de demanda de una cantidad de nuevos frigoríficos y, probablemente, por algunas mejoras

estratégicas; por ejemplo, en el valor del recupero, si es que el Gobierno decide finalmente dejar liberado el mercado de exportación de cueros crudos, hasta el momento cautivo del sector de las curtiembres. Esto es clave porque sería uno de los ejes para que la industria exportadora de carne no traslade directamente los precios al mercado interno o, al menos, los atenúe bastante; es un asunto no menor para cualquier gobierno. Aun así, el dilema oficial no es fácil. Apuntar a las cada vez más estratégicas divisas que puede proveer la mayor exportación o tensar el mercado interno con precios en alza que, forzosamente, determinarían una baja relativa del ya alicaído consumo. Faros cortos Lo que queda claro es que falta una política de Estado de mediano-largo plazo, capaz de interpretar -y afrontar- estas situaciones hasta salir del

COMAN CORDERO

Las ventas externas crecen y acaban tensando la disponibilidad de carne para el mercado interno. En el Uruguay de Mujica, zanjaron la situación con una famosa frase del dirigente político: “Uruguay necesita los dólares. Tenemos que exportar más. Coman cordero”. Y así fue. Pero en la Argentina…¿alguien se animaría a tanto? En todo caso, una determinación así no sucedería hasta después de las elecciones presidenciales de octubre próximo.

bache, y para eso es necesario que especialmente los criadores recuperen rentabilidad, para hacer las inversiones necesarias que permitan una mejora significativa de la productividad y sean capaces de retener e incrementar la cantidad de vientres de sus rodeos. Este tema no lo harán ni los frigoríficos ni los feedlots, aunque su futuro también depende de esta mejora de la producción desde el primer eslabón de la cadena.

Todo lo demás es anécdota. Es que dado que el principal consumo local no es justamente de los cortes que se

exportan, un aumento importante de la producción y de la productividad por cabeza no sólo alcanzaría para un abastecimiento interno equilibrado (con otras carnes) y a precios razonables, sino también una exportación que, en primera instancia, pueda afrontar la cantidad de acuerdos existentes (Cuota Hilton, 481, Estados Unidos, etc.). Además China, sin duda es y será por mucho tiempo, el principal comprador de carne vacuna del mundo. Lo bueno: la Argentina es uno de los poquísimos países en el que aún se puede aumentar la producción de carne bovina. GANADERÍA | PERSPECTIVAS

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