Recibir la gracia, nos reta a dar gracia, muchas veces esto no es fácil dada nuestra humanidad, la gracia nos desafía a ser portadores de la imagen amorosa del que nos creó. Estudiaremos un par de ejemplos prácticos para ejercitar la gracia:
Perdonar: puesto que hemos sido perdonados gratuitamente (sin merecerlo) se nos demanda otorgar ese perdón gratuito (no merecido) a quienes nos han dañado. ―El hecho de no perdonar me aprisiona en el pasado y le impide la entrada a todo potencial para el cambio. De esta forma, le cedo el control a otro, a mi enemigo, y me condeno a mí mismo a sufrir las consecuencias del mal hecho… Cuando perdonamos de verdad ponemos en libertad a un prisionero, y después descubrimos que el prisionero que hemos liberado somos nosotros mismos‖. ¿Hay alguien a quien debes perdonar de corazón? (Mateo 18).
Aceptar a los “no aceptables”: Las parábolas del hijo pródigo (Lucas 15:11-31), el buen samaritano (Lucas 10:2537), así como la manera en que Jesús se condujo ante los gentiles, leprosos, publicanos, la mujer adúltera, la samaritana, el centurión romano, etc. Nos hablan de la gracia de Dios que recibe, acepta y ama a los ―indeseables‖, nosotros mismos lo éramos y aún así nos amó. “El hijo pródigo, el relato más memorable de Jesús, termina con la escena de un banquete, donde presenta como héroe a un inútil que ha manchado la reputación de la familia. Esto es lo que quiere señalar Jesús: los que todos consideran indeseables son infinitamente deseables para Dios, y cuando uno de ellos regresa a Él, hay fiesta. Todos somos indeseables, pero Dios nos ama de todas formas‖ ¿Hay alguien a quien considero ―no aceptable‖?
Ser un cristiano lleno de gracia: ―La vida cristiana no se centra en una serie de reglas por cumplir, sino que más bien comprende una nueva manera de ver. Cuando comienzo a verme a mí mismo como un pecador que no puedo agradar a Dios con ningún método para mejorarme o engrandecerme a mí mismo. Sólo entonces podré acudir a Él en busca de esa ayuda exterior –la gracia- y para asombro mío, descubrir que hay un Dios santo que me ama ya, a pesar de mis defectos. Entonces reconozco también a mis prójimos como pecadores amados por Dios. Un cristiano lleno de gracia es alguien que mira al mundo a través de cristales coloreados por la gracia.‖
CONCLUYENDO: 1.
Hemos sido irresistiblemente atraídos por la gracia, reconocemos que no la merecemos, ni hemos hecho nada por obtenerla.
2.
Al ser objeto de un amor tan grande, se nos pide darlo igualmente a aquellos que nos rodean. ¿Qué pasa si no lo hago? Quizá no estoy entendiendo bien lo que la gracia significa. No la debo dar a fuerza, si no, no es gracia, la gracia surge de un corazón que reconoce que no es merecedor de ella.
3.
Puedo pedir que sea yo un creyente lleno de gracia y que Dios me permita aprender las muchas formas en que yo, un instrumento, puedo manifestarla en este mundo tan necesitado de ella.