El mexicano

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El mexicano Jack London


Apoyó la espalda en las cuerdas y miró con odio a su alrededor, incluyendo esa mirada a los diez mil gringos que había allí. Las rodillas le temblaban, y estaba jadeando de cansancio. Delante de sus ojos, los odiados rostros oscilaban debido al mareo y las náuseas. Después recordó que esos rostros eran las armas. Las armas eras suyas. La Revolución podía continuar…

El mexicano

Jack LONDON


El mexicano Jack London Traducción de Layla Martínez


El mexicano es uno de los relatos más

desconocidos de Jack London (18761916), sin duda uno de los autores de libros de aventuras más renombrados

y artífice de obras maestras del género como Colmillo blanco o La llamada de la selva; novelas que ya en su día se convirtieron en auténticos

best-sellers, procurándole una fama notable y considerables ingresos.

Un autor que, hay que recordarlo, nunca ocultó sus simpatías por el

movimiento obrero y la ideología socialista, si bien es cierto que interpretada de una manera un tanto ambigua. Algo que contrasta con algunos episodios de su biografía, como su profundo odio racial hacia los

chinos (por entonces una minoría muy relevante en los Estados Unidos) o

los episodios de violencia machista que, debido a su reconocida misoginia, protagonizó durante sus dos matrimonios.


El relato que presentamos, publicado por primera vez en 1911, se inscribe

en la serie de obras sociales del autor inglés, aunque a diferencia de otros cuentos como Guerra de clases o Revolución, El mexicano se caracteriza por su ritmo trepidante y el protagonismo unívoco de su personaje principal, el

boxeador Felipe Rivera, que se transforma en el epígono de una lucha social que mitifica su violencia y augura un porvenir libertador.

De manera indirecta, El mexicano también es un retrato de la Revolución

de ese país o al menos de un sector de ella. Efectivamente, el protagonista de la historia se integra en la organización que luego daría origen a la

corriente revolucionaria, libertaria y anticlerical, liderada por los hermanos Flores Magón, quizá los mayores exponentes del anarquismo

centroamericano y autores también de de una importante producción teórica que llama la atención por su radicalismo, pragmatismo y oportuna sencillez.

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El mexicano Jack London (1876-1916). Traducción: Layla Martínez. Cuentos Secuaces, nº 1 Cubierta: Cartulina estucada 220 g. Tripa: Papel ahuesado 80 g. Alzado: Fresado. Medidas: 170 mm. x 116 mm. Páginas: 68. Precio: 3.75 €


En 1914, muchas cosas pasan en México. La coalición de fuerzas que se alzaron contra Victoriano Huerta, victimario de Francisco I. Madero, están cerca del triunfo, y las tropas norteamericanas están aposentadas en Veracruz. El país arde. Y ocurre algo más: llega a estas tierras uno de los grandes narradores norteamericanos del momento, el exitosísimo Jack London (La llamada de la selva, Colmillo Blanco), que se dispone a cumplir con otra de sus numerosas vocaciones, la de reportero. Su vida estuvo marcada por la aventura y la improvisación; había sido vagabundo, no pocas veces pisó la cárcel, se entusiasmó con la fiebre del oro de finales del siglo XIX, en Klondike, en el Yukón, Canadá, de donde contrajo escorbuto, pero en donde encontró el ambiente propicio para inspirar su obra. Contradictorio y apasionado en sus filias y sus fobias, London era un socialista convencido que no tardó en sentir el magnetismo de la Revolución Mexicana, a la que dedicó, entre otros textos, uno de sus cuentos más famosos: El mexicano, la historia de un boxeador que financia el movimiento revolucionario con los puños.

Por eso, plausiblemente, fue que aceptó al encomienda de trasladarse a Veracruz y Tampico para fungir como corresponsal de guerra a cambio de un buen salario semanal provisto por el grupo mediático de William Randolph Hearst, dueño de la revista Collier’s para la que se pondrá a escribir, no sin amargura, el ya para entonces afamado californiano. La experiencia resulta frustrante. Fiel a una tradición muy norteamericana de escritores-aventureros, la que incluye por ejemplo a Ernest Hemingway y John Reed, otro visitante al México revolucionario, London pensaba que le tocaría cubrir el teatro bélico, es decir, darse un baño de adrenalina y ofrecer crónicas vertiginosas y emocionantes de la barbarie a sus compatriotas. Pero le tocó vivir en Veracruz, cuando la notable ciudad porteña estaba ocupada por los marines norteamericanos y quizás no había sitio más seguro y tranquilo en el país. Sin batallas que cubrir, no experimentó experiencias más fuertes que la disentería. Con todo, dejó unas cuantas crónicas de notable valor testimonial, gracias sobre todo a un ojo para los hechos y una vividez en el retrato que no lo abandonaron jamás. Extraído de Jack London: un yanqui en la Revolución mexicana http://www.wikimexico.com/articulo/jack-london-un-yanqui-enla-revolucion-mexicana



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