Cuentos osos

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EL OSO TEDDY Érase una vez un oso llamado Teddy, vivía en una cueva. Era alto. Le gustaban los peces. Un día conoció a un niño, eran muy amigos, jugaban mucho. Fueron a una fiesta, bailaron, comieron chuches, se lo pasaron muy bien. Al final decidieron ser amigos para siempre.

Carla Lara 1º Primaria


EL OSITO PEQUEÑITO Érase una vez un osito pequeñito. Era de color marrón, cubierto de pelo. Tenía dos pequeños ojos negros. Su nariz era redonda y negra. Tenía una sonrisa permanente en la cara. Sus pies eran grandes. Siempre llevaba un lazo y un vestido de color rosa. El osito era amigo de Sabrina y un día fueron los dos al parque. Sabrina se fue a los columpios y lo perdió. Cuando se fue a casa se dio cuenta de que el osito no estaba con ella. Se lo dijo a sus padres y no paraba de llorar. El osito era su mejor amigo, se lo regalaron cuando ella tenía dos años y desde aquel día no se habían separado, siempre dormía con ella. ¿Cómo iba a dormir Sabrina sin su osito? Fueron al parque a buscarlo y finalmente en una papelera apareció ¡Qué alegría! Sabrina dijo: “Te abrazaré fuerte y jamás te volveré a perder”

Sabrina Vynarska 2º Primaria


LOS OSOS INGENIOSOS

Érase una vez una familia de osos que vivían en una cueva cerca de un bosque. Ellos eran felices sobretodo los ositos hijos porque corrían y jugaban mientras que sus papás iban a buscar comida y tampoco había peligro de cazadores. Un día un señor decidió hacer una fábrica en ese mismo bosque y los ositos se asustaron mucho porque tendrían que irse de aquel bosque y no sabían si encontrarían otro igual de tranquilo y que tuviera lo mismo: muchas plantas, árboles y un río con peces. Enseguida los papás se pusieron en busca de una cueva nueva y los ositos se quedaron a jugar y se llevaron una gran sorpresa ¡Las excavadoras de aquel señor tan malo ya habían empezado a destrozar árboles! Cuando llegó la noche pararon para descansar y a los ositos se les ocurrió una gran idea, llamar a todos sus amigos del bosque y estropear las máquinas. Las abejas pegaron con miel las ruedas de las excavadoras al suelo; un pájaro carpintero hizo un agujero en los depósitos de la gasolina y así aunque volvieran a llenarlo se derramaría una y otra vez; una cigüeña se encargó de hacer un nido en los asientos del conductor y en vez de poner huevos, puso avispas y entre un grupo de arañas hicieron una gran tela de araña como si fuera una jaula. Al amanecer los papás osos volvieron a la cueva y vieron a los ositos dormidos. Les pareció un poco raro porque ellos siempre madrugaban mucho. Un buen rato después los ositos se despertaron y les contaron lo que habían hecho y los papas osos se enfadaron mucho porque no les gustaba hacer esas cosas tan malvadas y les castigaron sin jugar un tiempo. Los ositos se pusieron muy tristes porque pretendían salvar el bosque.


Al día siguiente los señores volvieron al bosque para seguir con la obra y al ver todo lo que había pasado se fueron corriendo para sus casas pensando que era un bosque encantado y pensaron no construir la fábrica. Entonces todos los animales hicieron una fiesta para celebrarlo y los papás osos les quitaron el castigo a los ositos. Y colorín colorado los animales e quedaron allí y el cuento se ha acabado.

Marta Lozano 3º Primaria


EL PEQUEÑO OSO YOGUI Había una vez una familia de ositos, que estaba formada por el Papá Oso, Mamá Osa y el pequeño Yogui. El osito Yogui era muy bueno, obediente y con un pelo marrón muy bonito y suave. Vivían en una casita muy bonita, no muy grande, en medio del bosque, allí eran muy felices. Papá Oso salía a buscar leña y alimentos. Mamá Osa limpiaba la casa, cocinaba, lavaba… y el pequeño Yogui ayudaba en lo que podía. Un día Papá Oso salió en busca de alimentos y oyó a dos hombres hablar, decían que iban a cortar todos los árboles y a construir una carretera y una gasolinera. Llegó muy asustado y se lo contó a Mamá Osa. Los dos estaban muy preocupados, se quedarían sin casa y toda esa vegetación y árboles que servían para respirar y de alimentos a los seres vivos iban a desaparecer. El osito Yogui lo escuchó todo y se puso a llorar, sus papás no lo podían consolar. Salieron a buscar a otros animales que vivían en el bosque y Yogui les contó lo que querían hacer aquellos hombres. Los animales se pusieron muy tristes, si destruían su ecosistema, podrán morir. El osito Yogui tenía un plan y se lo contó. Cuando llegaran las máquinas a destruirlo todo, los animales saldrían y se subirían a los árboles, se pondrían por todos los sitios para que los hombres no pudieran hacer nada en contra de la naturaleza. A todos les pareció un buen plan. Cuando llego el día, los animales hicieron lo que habían acordado, había animales por todos los sitios, las máquinas no podían empezar a cortar los árboles o les matarían a todos. Así que los hombres decidieron no hacer la carretera.


Gracias al pequeño osito el bosque siguió como estaba y todos los animales le estuvieron muy agradecidos y lo nombraron “rey del bosque”. Desde aquel día vivieron muy felices sin miedo de perder su hogar.

Javier Collado 4ªPrimaria


ROJO EL GENEROSO

Esto era un oso que se llamaba Rojo el Generoso y era gruñón y perezoso, y no tenía ni familia ni amigos ya que lo abandonaron por ser de ese modo. El no sabía por qué ocurría esto y lo estaba investigando desde que tenía únicamente 4 años. Cuando iba a la Gran Ciudad de los Osos todos se separaban de él ya que tenía una cara que daba mucho miedo. Le pasaba siempre, por lo que quería que llegase el invierno e invernar hasta que aparecieran las primeras flores de la primavera. Un día fue al psicólogo (que se llamaba Brave) para que le explicase todo lo que le sucedía. Cuando llegó al lugar el psicólogo pensó: ¡Me tengo que ir de aquí ahora mismo, o si no, esto puede terminar muy mal. Pero sabía que no se podía ir, su trabajo estaba en peligro. Con un poco de miedo, Brave le dijo a Rojo: - Por favor, siéntate. Este asintió y se sentó. Brave le preguntó: - ¿Qué te ocurre? Este le dijo que no sabía por qué su familia lo había abandonado y que estaba muy triste. Brave le recomendó que lo hablase con alguien que no hubiese escapado nunca de él. Pensando y pensando Rojo dio con una solución. Lo hablaría con el sabio Búho, el que todo lo sabe. Este se marchó y le dijo a Brave: - Me has ayudado mucho. Y esbozó una gran sonrisa. Corriendo se fue a ver al señor Búho al bosque. Cuando llegó resoplando de la cansera le dijo: - Señor Búho,¿por qué tu no te alejas de mi y los demás si?


- Yo no me alejo de ti porque se que en el fondo eres bondadoso y generoso. Todos creen que eres gruñón y perezoso, pero yo se que puedes cambiar. - ¿Me ayudas a cambiar? - Por supuesto que lo haré. - ¿ Y qué podemos hacer? - Contigo iremos al ayuntamiento y yo diré unas palabras para que todo el mundo se entere de lo que eres y de lo que serás. Pues así se pusieron en marcha al ayuntamiento para que dijese esas palabras. Cuando llegaron todo el mundo se quedó callado y escuchando: - Osos y osas, animales y animalitos, Rojo no es lo que parece. Vosotros creéis que es una mala persona, pero en el fondo es buena. Darle una segunda oportunidad. De pronto el portavoz del grupo dijo: - Todos estamos de acuerdo, haremos las paces.


Rojo, buscando y buscando vio una mano, la mano de … su madre. Bajó corriendo y se volvieron a juntar. Y desde este momento a Rojo le llamaban Rojo el generoso.

María Parra

5º curso


LOS OSOS EN NUEVA YORK Hace unos años, entre Pinto y Valdemoro, formaron el zoo más impresionante de todo el mundo, el fantástico Zoo Park Aventure. Este se caracterizaba por la gran variedad de animales que vivían en él, pero lo que a los niños más le gustaba y visitaban era la sección especial de osos, donde habitaban casi todas las especies del mundo. Estos eran admirados por personas de varias edades de diez y media de la mañana a siete de la tarde. Los osos nunca se cansaban de que les observaran haciendo toda clase de travesuras; pero querían visitar mundo, vivir aventuras, sentir el viento en su cabello… Eran de diferentes razas: el oso panda llamado Bambú, el pardo con el nombre de Honey, el americano Chocolate, el de anteojos Café y el malayo Trepa; pero aún así les unía una gran amistas que no se podía romper. Una noche, cuando el zoo cerró sus puertas, nuestros amigos empezaron a hablar: - Chicos, algún día me gustaría visitar alguna ciudad famosaempezó diciendo Honey - Estoy de acuerdo. ¿Pero a dónde podríamos ir?- preguntó Trepa - ¿Qué tal a China? Es mi tierra natal y os aseguro que si vamos no os arrepentiréis, además llevo tiempo sin comer bambú del bueno- propuso Bambú. - ¡No!- negó Café- prefiero que vayamos a Sudamérica. Cuando vivía allí, oí que en Brasil siempre están de fiesta, ¿por qué no lo comprobamos?- comentó.


- ¿Y si probamos con Nueva York?, siempre he querido ver en persona a la Estatua de la Libertad, y sé que en el fondo vosotros también- mencionó Chocolate. - Tienes razón, entonces… ¡adjudicado! Nos vamos a New Yorkafirmó Honey. Y con la fuerza de su ilusión y de su eterna amistad, empezaron a pensar cada detalle del astuto plan que iban a realizar. Al cabo de unas semanas, lo empezaron a ejecutar. Primero tendrían que escaparse de sus jaulas y salir del zoo, pero no iba a ser fácil, ya que necesitarían las llaves para escapar. Honey, el más grande de todos (2.90) era el encargado de coger las llaves que estaban colgadas enfrente de su hábitat para poder escapar. Lo consiguió. Seguidamente nuestros amigos cogieron un avión rumbo a New York a las doce de la noche. Era su única oportunidad porque si no lo cogían a tiempo todo el plan se iría al garete. Menos mal que consiguieron burlar la seguridad del aeropuerto y colarse en la bodega de equipaje del transporte. Después de ocho horas de viaje y mareos, llegaron a New York. A continuación, escaparon con rapidez y agilidad del gran armatoste dirigiéndose a la puerta de salida del aeropuerto americano, Jadeando por la gran carrera, escucharon un grito procedente de una anciana asustada de ochenta años, por ver una pandilla de osos delante del aeropuerto. Entonces se dieron cuenta que llamaban demasiado la atención y sin perder tiempo se dirigieron a una tienda de ropa, donde cogieron prestados algunos trapos. A todo correr, los osos disfrazados fueron por las ajetreadas calles en dirección a su próximo destino, un barco que salía a las ocho y


media de la mañana con dirección a la Isla de la Libertad. Haciendo de tripas corazón, pudieron llegar a tiempo, pero… ¡La embarcación ya había empezado a zarpar! Utilizaron también los brazos para correr, Chocolate, bambú y Trepa saltaron y consiguieron aterrizar en la cubierta del barco, pero Honey y café no tuvieron la misma suerte. Eran más lentos y sin pensarlo dos veces, Honey cogió a Café (el más pequeño 1.30) y lo lanzó de tal manera que pudo subirse sin problemas. Honey tuvo que, con todas las fuerzas que le permitían sus patas, saltar y… lo logró por los pelos. Al llegar a su destino, los osos se abrieron paso entre la multitud para admirar a la gran Estatua: - ¡Es preciosa!- comenzó la conversación Chocolate - ¡Qué alta! ¿Cuánto medirá? – preguntó Café - ¿Creéis que estará fabricada con Bambú?- dijo hambriento el oso panda. - ¡Qué corona tan chula! ¿Dónde podría conseguir una igual?comentó el oso malayo. - ¡Mirad, un ascensor! ¿Qué tal si subimos y nos hacemos una foto?- propuso Honey - ¡Vale!- gritaron a coro. Sin perder un segundo se montaron en el aparato, pulsaron la tecla adecuada y subieron. Honey sacó la cámara y dijo: - ¡Decid algo gracioso! Una , dos y tres - ¡Librooo! – exclamaron todos a coro. Y todos con una sonrisa y muy contentos iniciaron su vuelta a casa.


Y colorĂ­n colorado la historia ha terminado.

David LĂłpez 6Âş Primaria


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