Procesos Educativos
Hábitos y rutinas en educación infantil
Sonia Chacón Sandra Ciudad Patricia Peco Ruth Martínez María Luisa Ruiz Pilar Ruiz
INTRODUCCIÓN En Educación Infantil, las rutinas marcan la pauta a la hora de desarrollar los acontecimientos de la jornada escolar. Nos permite desarrollar con orden las actividades, los momentos de relajación y otros momentos de la vida diaria como las comidas o el sueño teniendo en cuenta nuestros objetivos didácticos, así como las necesidades educativas y asistenciales de los niños/as. Mediante las rutinas los pequeños van conociendo el entorno que les rodea, superando miedos y temores a lo desconocido, y proporcionando la seguridad, tranquilidad y confianza necesaria para una buena adaptación y estancia en la escuela; lo que posibilita el desarrollo de una sana autonomía personal y el conocimiento de estructuras temporales y nociones secuenciales. Es por ello que, instaurar rutinas y hábitos adecuados durante la etapa de Educación Infantil permite desempeñar importantes funciones en relación a la configuración del contexto educativo mediante la secuenciación espacio-temporal de las aulas a través de la repetición de actividades y tareas.
DEFINICIONES Entendemos por rutinas aquellas actividades que realizamos diariamente, es decir es una costumbre personal de forma regular, periódica y sistémica con un carácter ineludible. Por ejemplo, colgar la bata en la percha antes de salir de clase. En cuanto a los hábitos son costumbres, actitudes o comportamientos que conllevan pautas de conducta y aprendizajes. El hábito es bien adquirido a base de repetirlo siempre en el mismo orden, se automatizan así nos permite hacer frente a los acontecimientos cotidianos.
IMPORTANCIA DE HÁBITOS Y RUTINAS EN LA ETAPA DE INFANTIL Un dicho popular afirma “que a andar se aprende andando”, por lo tanto no estamos muy lejos de la realidad si decimos que cuando los niños se embarcan en la aventura del aprendizaje será a fuerza de hacer las cosas una y otra vez como adquieran una serie de hábitos que formaran parte de su conducta. Y para ayudarles a crear estos hábitos, en la educación infantil se logra a través de las rutinas. Los hábitos y las rutinas son muy importantes en Educación Infantil ya que distribuyen los tiempos en la mente del niño, además de estar fundamentados en sus necesidades. La vida cotidiana es la situación más cercana y más estable para los seres humanos, especialmente para los niños, y por ello es uno de los grandes recursos con los que deben contar sus educadores, padres y profesores. Nadie duda de la importancia que tiene para el niño la vida de cada día y lo que en ella es habitual. Por eso, hay que darle también mucha importancia a la creación de hábitos y rutinas, que son los que le dan al niño la seguridad de saber qué hacer en cada momento y de conocer las costumbres del grupo social. Desde la perspectiva pedagógica, la vida cotidiana es uno de los grandes recursos educativos con los que puede y debe contar el educador de esta etapa, facilitando a los pequeños la adquisición de unos buenos hábitos personales y sociales. Por otra parte, no se pude que pasar por alto la edad del niño. Su edad es un punto fundamental y decisivo en el momento de interactuar con él. Es más que obvio y evidente que no es lo mismo tratar con un niño de 3 años que con otro de 5. Un niño de 3 años nada tiene que ver con otro de 5. Su grado de madurez, de comprensión, de atención... en definitiva, sus habilidades y capacidades son diferentes, por ello se planifican las actividades en función de la edad. El tiempo que un niño de 2 años puede aguantar sentado o realizando una actividad concreta es mucho menor que el de uno de 5 años. El niño de 2 años necesita cambiar constantemente de
actividad porqué se aburre fácilmente, sin embargo los niños de 5 o 6 años ya se entretienen largos ratos ellos solos. Los hábitos son una actividad que a base de realizarse constantemente igual (por lo que deben adquirirse correctamente desde un principio), se convierten en conductas autómatas, en rutinas que aportan seguridad y bienestar a nuestros hijos, les permiten saber qué va a ocurrir en cada momento del día o la noche. Un niño sin rutina es como un oso polar en el Sahara. Los hábitos se consolidan durante los primeros años de la vida, de ahí la importancia de adquirir en estas edades unos buenos hábitos. Es necesario que los hábitos sean estables y se constituyan en marcos de referencia para que las situaciones se vuelvan familiares y los niños se encuentren cómodos y seguros en ellas. El adquirir buenos hábitos de pequeños, les hará personas mucho más seguras y con mayor autonomía de mayores. Deben trabajarse constantemente e intentar que las familias los inserten en su vida diaria. Debemos recordar que los niños y niñas repiten lo que se dice. También debemos recordar que la verbalización de los hábitos ayuda a su automatización La actuación conjunta entre familia y escuela puede favorecer mucho la adquisición de una serie de hábitos en los niños y niñas, básicos para su autonomía y desarrollo posterior. Para ello es importante que los padres y madres conozcan qué objetivos educativos tiene previstos este nivel educativo para la adquisición de esos hábitos básicos, así como para los y las educadores/as también es importante conocer en qué medida un niño o una niña de su clase está habituado, por ejemplo respecto a la alimentación, a comer de todo, si come solo, si ayuda a recoger la mesa, etc., dentro del ámbito familiar, ya que puede ser que en la escuela realice estas tareas y en casa, debido a que los límites son más flexibles, no las haga. Una buena relación entre familia y escuela, y un intercambio de información entre padres y profesor-tutor se revela como fundamental.
FUNCIONES DE HÁBITOS Y RUTINAS Ofrecer un marco de referencia. Una vez que se ha aprendido la correspondiente rutina, el niño o niña es capaz de concentrarse en lo que está haciendo sin pensar ni preocuparse en lo que vendrá después. Generar seguridad, dado que se trata de una actividad conocida por quien la realiza. Actuar como indicador temporal, puesto que aporta una percepción sensorial de los distintos momentos en los que debe efectuarse la actividad permitiendo saber qué es lo que hay que hacer antes y qué después. Potenciar procesos de captación cognitiva, referida a las distintas estructuras que presentan las diferentes actividades a realizar. Desarrollar virtualidades cognitivas y afectivas a nivel metodológico con motivo de las posibilidades de aprendizaje posterior que tendrán los niños y niñas respecto a la adquisición de estrategias de planificación y organización de los aprendizajes. De este modo, debemos considerar las rutinas como puros aprendizajes que contribuyen a una mejora de nuestra capacidad cognitiva, por lo que se trata de procesos que el alumnado debe aprender en el seno del aula y la familia deberá tenerlo en cuenta para establecer unas rutinas en el hogar que a buen seguro contribuirán al desarrollo psicológico de sus hij@s.
PROCESO DE ADQUISICIÓN DE HÁBITOS El aprendizaje de los hábitos es un aprendizaje funcional, su buena adquisición y consolidación va a ser fundamental a lo largo de toda su vida, sin embargo antes de iniciar la difícil tarea de enseñar un hábito hay una serie de aspectos que se han de tener en cuenta para que el proceso se lleve a cabo con la máximas garantías éxito:
La existencia de unas capacidades básicas: Antes de tratar de implantar un hábito hay que asegurarse que el niño cuenta con las capacidades necesarias para iniciarlo. Si este aspecto no se tiene en cuenta, pueden darse problemas que dificulten la futura adquisición. Hay que diferenciar en este sentido dos tipos de habilidades: o Habilidades de ejecución: son habilidades relacionadas con el desarrollo motriz (motricidad fina-gruesa); implican que el niño tiene cierta fuerza y control sobre sus extremidades y un desarrollo adecuado de la coordinación (manual, óculomanual…). Las habilidades de ejecución permiten iniciar el aprendizaje de los hábitos y a su vez la práctica de los hábitos mejorará las habilidades de ejecución, permitiendo realizar con más precisión y menor esfuerzo la conducta concreta (círculo cerrado). o
Habilidades de planificación: son habilidades de tipo más cognitivo a través de las cuales, el niño es capaz de entender lo que esperamos de él, comprende la secuencia que planteamos, qué va antes y qué después, el porqué de ese orden, cuándo y dónde lo tiene que llevar a cabo… Hay que tener especial cuidado en no plantear retos a los niños que superen sus posibilidades y ante los que seguramente fracasarán; se puede conseguir así la falta de motivación del niño ante la actividad y la inseguridad sobre sus propias habilidades.
Los espacios y los instrumentos: en el proceso de adquisición de un hábito son muy importantes los espacios y los instrumentos-objetos físicos que utilizamos para enseñarle. Es importante que el niño asocie esos objetos y espacios a la tarea que está aprendiendo. El número de los objetos a utilizar dependerá del hábito y del desarrollo del niño; en cualquier caso, es necesario que sean de un tamaño adecuado, que el niño los pueda manejar bien, que no supongan un riesgo para su salud… Ej, si buscamos la autonomía del niño a la hora de comer, deberá tener unos cubiertos adecuados a su tamaño,
que
le
permitan
utilizarlos
fácilmente.
El niño, en el proceso de aprendizaje de hábitos deberá identificar el espacio propio donde realizar cada uno de ellos. Por tanto, hay que tener en cuenta los espacios e instrumentos para cada hábito.
Rincón de actividades -El mobiliario estará diseñado a la altura del niño para que le permita acceder a él de forma autónoma: armarios, sillas y mesas, etc. -El patio contará con espacio mínimo de 75 metros y de 150 si es para segundo ciclo. Puede disponer de arena o de material antigolpes y debe estar equipado con toboganes, balancines, casas de juegos… cumpliendo las normas de homologación y mantenimiento para evitar accidentes. Una vez adquiridos los hábitos que satisfacen sus necesidades básicas, y siempre teniendo en cuenta la edad y el nivel de desarrollo, el proceso de aprendizaje se puede ampliar a la adecuación del entorno para llevar a cabo ese hábito.
La relación afectiva: Como la mayoría de los aprendizajes, los hábitos se adquieren por imitación y jugando, es decir, en relación con las demás personas y en función de las exigencias de éstas. Esto hace pensar que la relación que el niño establece con la persona que le enseña o exige el hábito es muy importante. En este sentido, el adulto… o
Ha de garantizar al niño que el afecto está por encima de todo conflicto dificultad que surja en el aprendizaje.
o Nunca pondrá en entredicho, sea cual sea la conducta del niño, relación afectiva con él, ya que esto debilitaría la confianza del niño en el adulto, y por tanto las posibilidades de aprender. o La afectividad facilitará la comunicación entre los dos por lo que el niño entenderá con mayor facilidad qué es lo que quiere y espera de él. o Otros aspecto relacionado con la afectividad es la autoridad, que no el autoritarismo. Cuando se habla de autoridad nos referimos a una relación que plantea unas normas y exigencias razonables, conocidas por todos, y para el bienestar de todos. La autoridad aporta seguridad y estabilidad en las relaciones entre el adulto y el niño, ayuda a éste a saber qué es lo que puede esperar del adulto en cada momento y qué es lo que el adulto espera de él. El adulto ha de mostrarse constante y sistemático en su conducta y exigencia para evitar desorientar al
niño
y
pasar
de
la autoridad
al
autoritarismo.
La coherencia y la cotidianidad: Para que el niño sea capaz de realizar una acción, el adulto debe plantear pautas de comportamiento coherentes (entre lo que hace y
dice),
verbales
y
no
verbales
(el
niño
imita).
La cotidianidad implica plantear el aprendizaje en el entorno natural del niño, que y en el que se siente seguro; hay que proporcionar momentos de referencia temporal y espacial.
La interrelación entre la familia y la escuela: La mayoría de los hábitos a adquirir implica una relación conjunta entre la escuela y la familia. Supone establecer unas pautas comunes de actuación entre padres y educadores, una coordinación, en la medida de lo posible la misma metodología, es necesario ponerse de acuerdo respecto al momento de inicio del aprendizaje del hábito… se da continuidad entre la vida familiar y la escolar del bebé.
Adquisición de hábitos y multidiversidad. El hábito lleva implícita una serie de exigencias, normas y valores propios de cada cultura, país, religión, etc., que tener en cuenta y respetar con el fin de facilitar la convivencia.
No podemos olvidar que hay ciertos factores que dificultan la adquisición de hábitos, cómo son: La inseguridad y el miedo. La culpa y la vergüenza. Tensiones y conflictos, en ambiente familiar y/o escolar.
LOS HÁBITOS Y RUTINAS PROPIOS DE LA EDUCACIÓN INFANTIL La importancia de la educación de los hábitos y rutinas infantiles radica en la seguridad emocional que aporta a los niños de esta edad. Al nacer, los niños carecen de reloj interno y los hábitos y rutinas ejercen esta función en su primera infancia. Los hábitos son una secuencia encadenada de acciones que, a fuerza de repetirlas siempre en el mismo orden, se automatizan. Por ello, la rutina es imprescindible: aporta seguridad al niño y activa el mecanismo de la automatización. A la hora de consolidar un hábito, es mucho más importante no modificar el orden de la secuencia que alterar en mayor o menor grado el horario. En la etapa de Educación Infantil
vamos a trabajar diferente rutinas, ya que al
instaurarlas aquí, los niños las seguirán realizando a lo largo de su vida, por ello es tan importante el hecho de que las adquieran de manera correcta. Existen numerosas rutinas, pero las que poseen una mayor repercusión son:
El orden: el orden se refiere tanto al ámbito físico, el hecho de mantener todo de una manera adecuada y al ámbito temporal, es decir, a los horarios. La organización y el orden que adquiera el niño en su vida cotidiana lo reflejará en su organización interior,
ya que sentirá mejor nivel de seguridad que le permitirá orientarse y desarrollar su inteligencia, por lo que mejorará su rendimiento escolar. Para conseguirlo, hemos de considerar una serie de pautas tanto en el hogar como en el ámbito escolar. En clase hemos de: o Establecer un horario claro y ordenado, que ha de respetarse. o Organizar el aula de manera que los diferentes materiales sean accesibles para ellos. o Enseñar a los alumnos a coger los juguetes de su sitio y volverlos a dejar en el mismo lugar tras su uso. o Establecer normas y límites respecto al horario, orden y comportamiento del alumnado, de forma que conozcan los límites en todo momento.
La higiene: en Educación Infantil hemos de enseñar a los niños a ser autónomos. Para ello, algunas actividades que hemos de trabajar con ellos son: o Control de esfínteres. o Utilizar de manera adecuada el inodoro. o Lavarse las manos, cara y dientes. o Recoger el lavabo después de usarlo. o Sonarse la nariz, toser y estornudar. o Peinarse y asearse. Para instaurar estos hábitos se puede usar diversa metodología en el aula, tales como: dramatizar las diferentes acciones; realizar actividades para aprender a realizar cada movimiento como subirse las mangas, cerrar el grifo, etc.; reforzar positivamente al niño en lugar de regañarle; felicitarles cuando logren algún aprendizaje, entre otras.
El vestido: generalmente los niños en esta etapa no llegan a asumir esta responsabilidad, ya que relegan la tarea en manos de los adultos. A pesar de ello, es fundamental trabajarlo ya que así alcanzan un mayor nivel de seguridad. Para ello, hemos de realizar actividades como: o Calzarse y descalzarse. o Quitarse y ponerse el jersey, abrigo u otra prenda de vestir. o Abrocharse y desabrocharse los botones. o Subirse y bajarse la cremallera. o Atarse los cordones.
La alimentación: comer es uno de los hábitos que crean mayor conflicto entre los niños y los adultos. Es más, el hecho de este habito no solo consiste en saber usar los utensilios para así comer solos, sino que también sepan la cantidad necesaria y que lo hagan en el tiempo establecido para ello. Algunas actividades que nos ayudan a crear este hábito son: o Utilización de los cubiertos. o Pelar la fruta con la mano. o Abrir recipientes. o Beber en vaso. o Recoger la mesa. A su vez, también se pueden promover algunas normas asociadas a las comidas, como el hecho de masticar con la boca cerrado, cada uno comer lo suyo, comer sin levantarse, entre otras.
El descanso: los niños han de compaginar estados de agitación y actividad con estados de descanso, por lo que hemos de establecer rutinas que favorezcan que los niños se acuesten tranquilos y siempre a la misma hora. En el aula, hemos de crear esta rutina en la siesta, para ello realizaremos diferentes actividades: o
Establecer un tiempo de la mañana para relajarse.
o
Colaborar en la preparación del aula para la siesta, ayudando en la recogida de las colchonetas, por ejemplo.
o
Descalzarse y calzarse.
La convivencia: el hecho de vivir en comunidad hace que necesitemos comunicarnos y convivir, motivo por el cual es necesario trabajar algunas normas sociales que faciliten dicha convivencia. Algunos habitos destacables son: o Saludar y despedirse. o Dar las gracias y pedir por favor. o Esperar su turno en la fila. o No gritar. o Pedir permiso. o Aprender a compartir. o Poner en el lugar del otro (empatía).
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
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