REVERENCIA Dame, rey de las piedras, sólo una para cantear mi casa. Sólo una vena señor de los ríos, para arrugarnos de hacer presente el verbo de la ley. Dame, padre de la mansedumbre, tres sogas para amarrar a mis animales de cuerno. Tú, soberano de todo, dame tan sólo un árbol, una mesa, pan y agua. Ella es la fruta, la carne y el vino.
OFRENDA Los peces de la multiplicación no conocieron los mares, bajaron de la mano de Dios a la muerte. Quizás al fin soy un prodigio y abro la boca en sueños respirando el mundo que no conocí y hablo como los que hablan bajo el agua y la noche es una placenta y pienso en mis padres sobar la cubierta de mi nado. Un milagro no se huele los sudores, ni abre y cierra todo el día la boca, las puertas; bosteza y se va. Sin embargo sé de mí la pureza de la carne. Alimenta al Demonio conmigo Señor, para que no engorde.
REFUGIO Debo acompañar la parte de mí que se acobarda. A justar la columna y que los nervios del cuerpo se orienten hacia los árboles. Me cubro con una manta y sigo el camino de los miedosos. Entre ellos despierto tranquilo. No con la vergüenza de haber danzado bajo la luna al aplauso de los hombres.
LA CARTA DE JUDAS Amor, debo entregar la ternura que calmó el estrago que sufrí. El pan que mordían los hombres y la muerte se iba a las esquinas. Juro que todo el amor estuvo en mis besos ¿viste que temblaba? Hoy seré la fruta, el refugio para las moscas, un olor duro en el aire. Que sea el cumplimiento en mí, y para mí, amor, te ruego unjas mi cadáver con aceites y quémalo; mírame alumbrar la tierra, como si tu cruz viviera en donde brillan los girasoles.
CARAVANA
Soy entre lomos y sed en tu voluntad si bebo miro las nubes si escupo desprecio la tierra dejaré el agua en mi boca Soy más cuando calco la balanza si me preguntan ¿a qué lugar? paso el dedo por mi cuerpo y no sé dónde poner la cruz llámate sol llámate pan llámate para decirles que no busco el cántaro que agitan las gitanas tumba mi carpa si me duermo pon alacranes a mis alforjas
que estĂŠ despierto si me preguntan Âża quiĂŠn? y mi dedo gire por todo el cielo y la tierra.
APRENDIZ Quise ser un hombre, un buen hombre que entendiera a mi Padre y su mezclar de tierra con nuestra carne. Y con mis hermanos fui la obediencia, serví a los ritos y sacrificios hasta que vino eso… ¿Cómo era que olían sus escamas? Y me estiró el cuello con una caricia, y me convirtió en una garza, una bella garza con linaje de las aves del principio. Y qué desespero hay en todo esto Padre, y qué lejos tengo ahora la cabeza del corazón.
EXAMEN Dejar el cuerpo al impulso de los músculos es una grosería. La piedra es otra forma del viento y al golpe del agua brota la transparencia. Entrar en la ley no es salir de la carne. Los árboles que forjaron la piedra escuchan su ajetreo en la espuma, reflejándose quietos sobre el agua.
NORIA Cuando llegó la vida me bajé de mí para no molestarla con preguntas. Uno no puede irse de esa forma, sin bridas para recogerse. Me fui monte, mundo arriba, di el lomo sin quejas y montaron cosas que me hundieron. De la quijada mi dueño me lleva a la noria a girar los días sin sacar nada de abajo. Si me acordara dónde me dejé me rogaría desenlazarme, entrar por la boca o la nuca hasta sentirme otra vez un árbol de brisas. Si tan sólo me acordara de mí, aunque a cada vuelta me vea mirarme sin la gracia.
DEJADEZ Nos cruzamos a la ligera con la se帽al de tu muerte y ni un trabajo de peso para la honra del hombre. No basta una cruz para el cuerpo si la soberbia no nos permite un abrazo. Alma, si casi nunca te llamo para que voltee el ventarr贸n y me conozca.
BRACEO Me encariño con mi mala parte. La que gusta más de la cama prolongando el sueño y la noche. Si la empujaran a un río esperaría a la cruz para salvarse. ¿No se mueve la madera al capricho del naufrago? Quiero darle conciencia a esta parte de mí de sus brazos y muslos. Nadar en la vía que deja el sol sobre la costa, cerca de la noche.
EL MARINERO al tío ermitaño Jesús María Peña
El brazo con el tatuaje del ancla me cuelga de la camilla. ¿Quiénes son estos? Miden la luz de mi orina contra la del sol. ¿Por qué meten tanta agua a mis brazos? Quieren hacerme lluvia y que me vaya gastando hasta dejarlos sin mi sombra. Hoy caminé mucho la montaña, había un mundo bajo las piedras y me llamaron: Jesús. Cuando esté en el astillero y busque el viento hacia mi nombre pónganme un mástil de Cristo. Dios no se quiebra y así no vuelvo.
EXPIACIĂ“N Creo poca mi maldad, pero es tanto el dolor y es tan poco en mĂ lo que ofrendo a los otros. Creo llevarte por las crines hasta que me da en la cara tu herradura. Tiempo, dame un poco de tu olla que hoy no muerdo de lo malo y eso me alegra tanto. AsĂ debe ser la naranja cuando empieza a alumbrar entre las hojas.
BARRO El cuerpo es un vaciado del aire cuando el pie de los impulsos no da mรกs forma a la vasija que somos bajo el sol. Esta es la verdad del barro, desabrochamos la correa y que la barriga caiga de fastidio.
CARMEN Comprendí tus palabras en las nubes. La vida está llena de sombras que se disuelven o caen de hincharse. Haz de tus culpas el invierno que viene desde la altura de las ramas y en cada brinco del pájaro aumenta, se lava en el aire hasta hacerse puro. Pero he caído de otras vidas y me han gastado la sangre. Si lo hago de nuevo no alcanzaré el oficio de la lluvia sobre los árboles Deja pasar lo bueno y lo malo para amansar el cuerpo, así como el patio de vez en cuando aclara y oscurece.
LA SOMBRA DE LA CRUZ De noche hay un hombre erguido y el que soy se acuesta al ras de su pecho. Cúbreme con tus manos y que la muchedumbre aullando la muerte no logre despertarme. Que sea yo quien desbarate la cama y caiga en los brazos del que va firme. Cuando se arme de hombres la cruz saldrá de nosotros la penumbra, ante tus ojos… cuando amanezca.
SED Intento ponerme al hombro del buen hombre, esperando que tiemble la horqueta sobre un manantial. El juego de llevar el cuerpo a los voladeros con una risa desbocada me dej贸 sediento. Sea la calma la flor de mi figura. Que el buen hombre no sacude un tallo por su aroma, ni bebe del agua sucia.
LA CENA
Soy a trigales de mí. Ella me habla mientras hace la cama, canta y frota mis pies creando toda una vida y yo a ríos de la tabla donde comemos. ¿Por qué ahora no canta un gallo? diría que sí, fui yo el que dijo que pondría su vida en el plato de los perros. Yo, que no es si no es contigo es tan poco lo que ha podido darte. ¿Cómo si no sé de la mitad? Siempre lo quise todo, y siempre las manos y el hambre desbaratándolo.
CEGUERA
Tengo ganas de escupir y así no puedo llevarte entre búfalos. Vete con él, su boca controla las aguas y el viento y puede silbar lo que buscábamos. Alma, no pierdas de vista su báculo entre los cachos de las bestias.
JARDÍN Me quité la hoja y descubrí mi belleza. Jamás pude figurar a otro ser sino miraba la suya. Quise abrir las rejas hacia el campo, mostrarme a todos sin vergüenza, y sólo temblaba una hojarasca en la tierra. Creí que con la hoja quitaba tus manos de mi cara. Sólo veía por lo oscuro y no por el hueco del clavo. Solo sentí la piedra fría, no lo bello de que mires y el cuerpo desvanezca.
CASTIGO Un día me gana la ternura por el hombre, y quiero quitarle esa piedra y besar sus sienes. Pegarle en las manos y bañarlo de todo mal. Un día más hermoso lo dejo en la silla hasta que aprenda, y abro las ventanas hacia un campo en flor donde los niños ponen ramos en sus pechos, y se caen y se levantan, jugando a lo imposible de la muerte.
MADUREZ Un árbol es sobre la tierra. En su ir ni siquiera va y la paciencia colorea la redondez del fruto y al viento suelta lo suyo que le nombra. Un árbol sabe que todo vendrá a sí por la tierra y cambiará su corteza y el color en las hojas.
ALFARERÍA Esculpe con tu cujisal lleno de viento lo que en realidad soy. El que aletea entre el estómago y los pulmones y aprendió no sé cómo de los peces a permanecer en el fondo. Mientras un río voraz anda por encima.
EN LA SILLA Estás muy lejos de las manos que sostienen mi cabeza. El hombre te busca y necesita para morir, pero el Diablo juega al volante con mi cuerpo. Perdona mis ofensas, aunque los clavos sean de verdad da miedo que la vida sean estos días de lombriz, y se arruguen o estiren hasta algún hueco de la tierra.
CRUZ DE CARRETERA No es la curva la que mata sino el sueño. Una vía así de fácil, acomodados en nosotros es la ilusión de la rectitud. Bájame de mí, cúrvame a la espalda un saco de pan que deba ofrecer en todas partes hasta que el cuerpo se enderece. Cuando se amolde el aire en mí no lo retendrá mi temor y pasaré sonriendo por los barrancos.
CRUDO Nunca entendí la santidad del cuerpo. Lo posible de amoldarlo a campos y montañas. Me balanceaba en la punta del placer con la montura y la inconciencia de un perro. Qué natural creía esa forma de maltratarme.
MANDATO Enemigo mío, no puedo amarte igual que a mi ser si aún no lo alimento. Aunque sé de mi deuda contigo la verdad, soy tu opuesto por cobarde. Enemigo mío, aunque me invitaras de noche al nacimiento de una flor me quedaría sólo conmigo. Sosteniendo una antorcha en la plenitud del mediodía.
VAGUEDAD El mundo entra y sale de mí y el alma nada concibe. Cuido que la leche de mi espíritu no se agrie con la mirada del mentiroso. Sobre el lago me turba el chasquido de la piedra, mato a los hombres en pensamientos, consumo mujeres en deseos. ¿Podré alisar mi cara en el agua?
FORMAS DE CRUZ ANIMAL Y HOMBRE
La cruz no tiene sombra bajo el cuerpo que tuvo. De pecho es sacrificio, de espalda su pasión y de reojo la muerte. Sobre un burro se está cerca del hombre y su amor con ella, y van padre y animal y la cruz entre el lomo y su hijo. No tomes al asno por la brida para que la luz ande liviana. Ella trabajará contigo, que deseas en calor agua hasta las uñas, sombra de verdad con la voz de un árbol en la tarde. Pero que él no torne vuelo porque huye lo malo a la espalda, y si el padre viene del solar del cuerpo la oscurana adelanta. ¿Cómo no moverse de la luz sobre nuestro animal para que el madero no haga siluetas? ¿Hacernos calvario sobre la casa del Diablo hasta vomitar? ¿Será volverse su pecho, su espalda y entender? Que con el sol a la cabeza la cruz nunca tiene sombras, y se anda con el brillo de los comulgados.