Presentación de La Librería (Isabel Coixet). Decía Simone de Beauvoir que la mujer no nace, se hace. El sexo, la edad y el status son tomados en cuenta para separar a los grupos humanos. El primer supuesto, el género, se asoma como una construcción social y cultural basada en las diferencias del sexo biológico que socializa a niños y niñas desde la infancia, infravalorando a las niñas frente a los niños. Desde esta falta de igualdad observada se construyen otras desigualdades basada en la economía, en la distinta manifestación de roles masculinos/femeninos, en la invisibilidad de la mujer en la historia y en los libros, en la discriminación en los medios de comunicación, en la violencia de género en el lenguaje,… La historia de las mujeres es la historia de la exclusión y de la ausencia. Sabemos que en un principio existió un matriarcado, desaparecido -según los mitos- cuando el hombre toma conciencia de su papel en la procreación. Esta nueva situación dará lugar a cambios significativos. La diosa madre dará paso a dioses varones. La mujer caerá bajo el dominio del varón y pasará a ser la eterna menor de edad. Minoría que se mantendrá en nuestro país hasta bien entrado el siglo XX. Tras este oscuro panorama se eleva la incuestionable importancia de las mujeres en la economía desde los primeros momentos de la historia de la humanidad. Abracemos el compromiso de sacar del ostracismo y del silencio al que fueron condenadas a las mujeres pioneras que destacaron en el campo político, cultural e, incluso, militar. Algunas conocidas por su nombre, otras obviadas. Mujeres que lucharon contra convencionalismos sociales y/o religiosos. Lucha que continúa en nuestro presente.
En esta película, Isabel Coixet nos retrata a una mujer emprendora, una mujer que se eleva sobre los modelos de mujer de la década de los 50 del siglo anterior. Una mujer, como otras muchas, que hacen el doble esfuerzo de luchar contra la educación recibida y contra una sociedad que les hace difícil acceder a puestos de responsabilidad y de poder. Mujeres que luchan por romper techos de cristal. Seremos testigos de la lucha de poder entre el antiguo orden establecido y la tímida nueva apertura social. Sobre la cinta planea la necesidad de luchar contra las creencias y el patriarcado. Si nos detenemos en el cartel, vemos a una mujer de apariencia frágil pero que nos trasmite la sensación de estar satisfecha de sí misma. Se apoya en la pared y mira fijamente, frente a su escaparate y rodeada de libros, al exterior de forma desafiante. Tres líneas verticales dividen la fotografía abriéndose a una luz brillante y clara. Pero volvamos a la condición social de la mujer, fiel reflejo de los roles establecidos biológicos y afectivos. Su sitio se encuentra al servicio de la familia y de otros seres humanos. Ser incompleto sin los demás. La lucha de las mujeres se encuadra en una serie de acciones que se integran en una política asertiva en la búsqueda de la mejora de su condición de mujer. No podemos contentarnos en hablar de integración y de inclusión, esos son términos que deben estar ya superados. Hablemos de equidad y de igualdad de condiciones entre los géneros en educación, empleo, sexualidad y planificación familiar, a través de leyes que reconozcan a las mujeres estos derechos.
Es cierto que, lentamente, la mujer se ha incorporado a la vida pública, pero no se ha acompañado de un cambio significativo en los juicios de valor ni en las relaciones establecidas ni en las costumbres. La mujer sigue siendo la responsable del hogar. En La Librería conoceremos la historia de una mujer libre, viuda y sin hijos, en un entorno que aun no está preparado para el cambio. Un entorno que intentará someterla. No es una heroína, es simplemente una mujer que se enfrenta a la vida. Es una historia de vidas cotidianas. Dos ideologías se enfrentan, la modernidad y el clasicismo, a través de los ojos de dos mujeres que conviven en el reino de la incomprensión y la sumisión social. Frente a la mujer insegura y tranquila en la búsqueda de su sueño que lucha por su libertad, surge el poder más rancio que otorga la condición social: la envidia y la ambición se materializa en la lucha por un local que no es más que la lucha por dos formas de ver la vida en un sentido sociopolítico. Nos envolverá en un paisaje romántico, en unos valores que ponen en alza la lectura y la libertad a la que conduce. Mientras la acertada ambientación musical nos lleva de la mano por las distintas emociones y escenarios. Nada parece normal en esta Librería: los libros que pone a la venta y que generan problemas tan vanos como la ocupación de la calle para ver la portada de Lolita o Fahrenheit 451, una eficaz ayudante de 10 años abierta a la magia. Una pequeña que le ayudará en su misión. La relación con un anciano agorafóbico que se recoge en los libros para vivir lo que sus miedos no le permite. Y es que ya nos lo dice Coixet en el cartel de presentación: “Entre libros, nadie puede sentirse solo”, ellos te permiten vivir otras vidas y sentimientos. Te ofrecen aventuras, conocimientos, placeres,…
La Librería es un pequeño culto a la mujer emprendedora que lucha por desprenderse de los roles sociales y de género. La misma lucha que se refleja en nuestro presente. Florence Green solo quiere cumplir su sueño: abrir una librería. Este hecho se convierte en una lucha de poderes, donde aparece el reino de la hipocresía y el cinismo escondidos tras los ademanes y las palabras. Lucha titánica entre “exterminadores y exterminados”. Todo por una antigua casa, húmeda, sucia y embrujada. Pero cabe preguntarnos por qué una Librería. Simplemente porque era su única experiencia laboral y, en ese pueblo alejado y encerrado en los convencionalismos, no existía ninguna. Es una película donde las buenas intenciones y el interés por mantener el statu quo entran en conflicto. Donde se resiste ante el abuso de poder y el inmovilismo. Es una película de reivindicaciones por la visibilidad de la mujer. Y de libros y de lecturas,…
Ateneo, Málaga, 6 de abril de 2018 Mª Adela Camacho Manarel