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MARÍA ROSTWOROWSKI
Pedro Pizarro 45 dice que Viracocha sólo dominaba treinta leguas alrededor de la ciudad. La escasa extensión territorial alcanzada entonces por los cuzqueños, la confirman Las Casas, Cabello de Balboa, Sarmiento de Gamboa, Cieza y Murúa.46 Acosta dice que “su señorío por gran tiempo no se extendió más de cinco o seis leguas alderredor del Cuzco”. Sólo Garcilaso y los quipucamayus, relatan grandes extensiones adquiridas bajo Viracocha. Hemos visto en el capítulo anterior los motivos por los cuales rechazamos la versión garcilacista sobre el reinado del octavo soberano, para adoptar la opinión de la gran mayoría de cronistas. Efectivamente, un gran número de dudas y confusiones en la historia incaica son el fruto de la crónica de Garcilaso, quien quiso presentar el incario como un gobierno ideal. Los incas tuvieron todas las pasiones humanas, y al dominar a los demás y superar las dificultades que ofrecía el medio, lograron una cultura única en su género, no igualada, en ciertos aspectos, por pueblo alguno. La historia inca no necesita, para ser grande y admirable, que la trastornen omitiendo, quitando o cambiando episodios, con eso logran quitarle vida, sabor y tornar a la casta viril de los orejones, en seres amorfos, blandos y llorones. La otra crónica que sostiene la gran extensión territorial alcanzada por Viracocha, es la de los quipucamayus. Comparándola con las demás, aparece una visible tendencia a exagerar la obra del octavo Inca. Quizás los quipucamayus fueron efectivamente, como lo supone Riva Agüero, los encargados del recuerdo del reinado de Viracocha, hecho que explicaría la atribución de tantas conquistas a este soberano, y la falta de mención de la guerra contra los chancas. ¿No es sospechoso que estos guardianes de la historia inca y sobre todo de la vida de este soberano, ignoren por completo el ataque chanca y el peligro a que estuvo sujeto el Cuzco? ¿Podían acaso estos episodios no grabarse en sus memorias y en sus quipus? El deseo de encubrir la verdad nos hace suponer que fueron los guardianes del recuerdo del Inca Viracocha, y por este motivo disimularon la verdad bajo una larga lista de conquistas supuestas, al mismo tiempo que pasaron por alto un episodio de la historia, tan bochornoso para este monarca. La lucha contra los chancas fue el momento culminante de toda la epopeya inca; con su triunfo dejaron los cuzqueños de ser una confederación para trocarse en un imperio. La victoria fue la clave 45.
Pedro Pizarro, ob. cit., p. 49.
46.
Acosta, lib. 6, cap. XIX, p. 490. Las Casas, Edic. Urt., cap. XVI, p. 90. Murúa, Edic. Loayza, cap. X. Cabello de Balboa, Edic. Urt., cap. IV, p. 27.