Transparencia presupuestal: haciendo visible la corrupción Eduardo Morón
Introducción América Latina es una región donde la corrupción se ha tomado como un hecho más de la vida cotidiana. La evidencia abunda. Por ejemplo, si miramos las encuestas de Latinobarómetro tomadas desde 1995, encontraremos que consistentemente tres cuartas partes de los encuestados responden que la corrupción ha aumentado mucho en el último año. Sin embargo, por más que existe una sólida percepción de que la corrupción está cada vez más presente, la reciente encuesta de Pro-Ética (2002) muestra una tolerancia insospechada frente a la corrupción. Dos de cada tres personas encuestadas muestran algún grado de tolerancia frente a diversos actos cotidianos de corrupción.1 Esta enorme tolerancia frente a la corrupción, que es vista como un mecanismo para «facilitar las cosas», no debería sorprender cuando la corrupción es un fenómeno que cruza distintas características con facilidad. Hay corrupción en el sector público y en el sector privado, entre los jóvenes y los adultos, entre las mujeres y los hombres, entre los más y los menos educados. En este trabajo no pretendo cubrir todos estos aspectos, pues algunas de las contribuciones que se presentan, en este mismo volumen, analizarán muchos de esos otros ángulos de la corrupción. Quisiera referirme, exclusivamente, a la corrupción donde hay recursos Para un balance reciente sobre el tema, véase el documento de la Iniciativa Nacional Anticorrupción (2001), en especial el capítulo escrito por el Banco Mundial sobre una encuesta de percepciones sobre corrupción. Los resultados principales de la encuesta están disponibles en http://www.proetica.org.pe.
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