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III La visión de los vencidos: hacia el mito de Inkarrí
testimonios que se desprenden de las informaciones de servicios de Albornoz son especialmente importantes, desde que indican mucho sobre un movimiento tan temprano como éste, para la represión de las religiones andinas. Las primeras noticias del Taqui Onqoy se obtuvieron gracias al cronista Cristóbal de Molina, el cuzqueño, quien dedicó las páginas finales de su crónica [1575] a hablar del mismo;129 posteriormente se nota su presencia en los documentos publicados por Lissón Chávez y por el P. Barriga,130 y en el estudio de John H. Rowe sobre los Inkas bajo el dominio español [1957]. Fue solamente en 1963 cuando Luis Millones anunció el hallazgo de las informaciones de servicios del hasta entonces casi incógnito Cristóbal de Albornoz, donde se encontraría un material bastante más amplio, el cual sólo pudo ser editado en 1971. En 1967, Pierre Duviols editó la Instrucción para descubrir todas las guacas del Pirú y sus camayos y hazindas,131 escrita por el mismo visitado. Las propias palabras de Albornoz nos dan una sugerente indicación sobre el movimiento: “Estos ingas siempre desearon bolver a recuperar estos reinos por los medios posibles, y lo han intentado y, no hallando otro de mas comodidad que su religión y resucitar su predicación, procuraron indios ladinos criados entre nosotros [los españoles] y los metieron allá dentro con dádivas y promesas. E a estos los derramaron por todas las provincias del Pirú, con un modo y predicación rogando y exortando a todos los que eran fieles a su señor [el Inka] que creyesen que las guacas volvían ya sobre sí y llevaban de vencida al Dios de los cristianos, que hiciesen el deber e que sacasen a su señor natural de las montañas donde estava desterrado”.132 Aparece así un indicio del volumen del movimiento, en el cual como el mismo Albornoz precisara, se llegó a apresar a cerca de ocho mil individuos.133 Pero no sólo llama la atención este volumen derramado por varias provincias del virreinato del Perú, sino el problema de su vinculación con los inikas de Vilcabamba, a quienes la documentación atribuye injerencia directa en la difusión del movimiento,
129. 130. 131. 132. 133. Molina, 1943: 78 ss. Lissón Chávez, 1943; Barriga, 1953: 122 a 135 y 293 a 301; Vargas Ugarte, 1947. Millones, 1963; Duviols, 1967. Albornoz, 1967: 35. Albornoz, 1971: 2/54.
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