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1.6. El poder de movilización de la Iglesia
Primera cruzada
Casi 20 años antes, que es decir en el de 1074, el papa Gregorio VII, había emprendido unir todos los pueblos cristianos en una guerra contra los infieles, y los Cruzados subían ya de 50000 en número; pero la desconfianza que él tuvo de los malos designios del emperador Henrique IV, que rehusó unirse con él, lo había obligado a suspender el dicho proyecto, por aplicarse a defender la iglesia. Urbano II, no hallando los mismos obstáculos, resolvió ejecutar aquel designio, y envió à Pedro el Ermitaño a todas las provincias, de la parte acá y allá de los Alpes a fin de conferenciar en particular con los príncipes, y así mismo para predicar públicamente la Cruzada. Por otra parte el emperador Griego Alejo Comneno, solicitaba al papa le procurase un socorro de entidad contra los Turcos y Sarracenos, que hacían continuos destrozos y asolamientos hasta llegar a los mismos muros de Constantinopla. Urbano convocó un concilio en Plasencia, y advirtió a este tal emperador enviase a el sus embajadores, a fin de que su demanda y propuesta sirviese de abertura a la guerra santa, para impedir à los infieles adelantar en sus conquistas hasta el imperio de occidente, al cual comenzaban ya a amenazar. Este concilio se tuvo por mayo (de) 1095, y pasaron a el de todas las provincias de Italia, Francia y Alemania, cerca de 4000 eclesiásticos y 30000 legos; todos cuantos supieron el designio del papa manifestaron mucho ardor y apresuramiento a tan santa empresa; pero Urbano, juzgó a propósito el convocar también un concilio en Clermont en Auvernia al cual presidió el mismo, asi como lo había hecho al precedente. Durante este concilio, que se tuvo por noviembre (de) 1095, hizo un discurso en la plaza mayor de la ciudad, y animó de tal modo a la asamblea, que infinitas personas clamaron unánimes y a una voz como de concierto Dios lo quiere, Dios lo quiere. Quiso el papa que voces de tan alto vaticinio y tan feliz presagio, fue en la divisa de todo el ejército, y que le pusiesen en las banderas, y en los estandartes, y que fuesen el grito y como decimos, el Santiago de los soldados y de los jefes en los combates para animarle a bien ejecutarlos; quiso también que los que se alistasen en semejante milicia, llevasen una cruz roja sobre la espalda, o por mejor decir hombro derecho, para demostrar (que) eran ellos soldados de aquel que por medio de la Cruz había vencido. Se hicieron en adelante en las otras sesiones del concilio, nuevos decretos en favor de los Cruzados, y en ellos se confirmó sobre todo el de la paz y el de la tregua: (…) ordenando que la tal tregua durase para los Cruzados durante todo el tiempo de su servicio, y que no se podría causarles atentado alguno en sus personas y bienes hasta que hubiesen vuelto de la Tierra Santa. El papa nombró en adelante a Aimardo de Monteil, obispo del Puy para que fuese su legado apostólico en aquella tan santa expedición, que fe llamaba comúnmente, el viaje de Dios. (Moreri, 1753, pp. 546-547). Información útil
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Los concilios son aquellas asambleas celebradas por la Iglesia católica que reúnen a los obispos y superiores generales de órdenes religiosas, para abordar cuestiones sobre la doctrina, organización y otros temas de naturaleza eclesiástica.
Cruzado: soldado que participó en las guerras de religión denominadas “cruzadas”.
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