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Lautaro
El Cibao, dominio del cacique Caonabo posee las minas más ricas... Todos los vecinos de la zona, mayores de catorce años, entregarán cada tres meses cierta cantidad de oro a los españoles. Los que viven lejos deben dar una arroba de algodón por persona. Para que nadie se escape del tributo Colón ordena que cada indio lleve colgado en su cuello una moneda de cobre a la que se hará una muesca especial por cada pago.
Cierto día Caonabo ve entrar en sus tierras un grupo de soldados de Fuerte Navidad... Con sus hombres los ataca y les da muerte. Luego se dirige a la fortaleza y el fuego se hace presente en el horizonte. "Pagan por sus culpas y malas obras", dice el cacique a su gente señalando las llamas. Colón hace construir otro fuerte, en la propia región del Cibao. Caonabo lo sitia durante treinta días... Luego debe retirarse, sus fuerzas no alcanzan para vencer al invasor. Solo habría una posibilidad: la confederación de caciques. "Unámonos todos los pueblos", dice el jefe indígena. Levanta su tribu en armas y conversa con otros jefes. Todos están de acuerdo, Guanacagarí no. Las bajas europeas comienzan a sumarse... Convencido de que sería difícil vencer, Alonso de Ojeda, lugarteniente del genovés se presenta en la aldea de Caonabo... besa sus manos y afirma: "Traigo un obsequio del almirante".
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