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Conclusiones

Krzysztof Makowski

forma de plazas cercadas o abiertas. A diferencia de las unidades-patio comunes, las estructuras palaciegas fueron construidas con sus patios y plazas en un tiempo breve y su diseño planificado se mantuvo hasta el final del uso sin modificaciones mayores. Su traza es aproximadamente ortogonal, pero adaptada al relieve del terreno.

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La estructura ubicada en el Sector II de la mitad baja del asentamiento es incomparablemente más extensa que la de arriba y, sin duda, fue destinada como residencia del curaca principal. Dos extensas plazas alineadas y cercadas de muros anchos se adosan a su fachada. Las plazas poseen una sola entrada desde la fachada lateral que es común para ambas y completamente independiente del único acceso al palacio. Una estrecha puerta conduce de una plaza a la otra. Los muros, de una altura aproximada de 2 metros, impedían ver lo que pasaba alrededor del palacio en los espacios del otro lado del cerco perimétrico, salvo las actividades que se desarrollaban en una plataforma elevada del ushnu5 colindante con las plazas y en la alejada terraza del Templo de la Cima, al sur del edificio (compárese con los ushnus de los sitios de La Puruchuca y San Juan de Pariachi en Villacorta 2005: 117, 118, figuras 18-21).

La plataforma, interpretada como ushnu, se ubica al lado de la cocina del palacio, en el lugar donde el muro que separa las dos plazas llega a la fachada. Un estrecho pasadizo con una escalera permitía descender a las plazas a la persona que dirigía las ceremonias o realizaba una ofrenda desde la plataforma. Esta persona pudo haber estado sola o con acompañantes, quienes podían haber sido congregados previamente en el patio central del palacio. La función ceremonial de las plazas se desprende no solo de la falta de conexión con los sectores domésticos, la presencia del ushnu y la vista que se extiende al Templo de la Cima. Lo sugieren también los hallazgos de fragmentos de concha Spondylus sp. esparcidos en la superficie y la presencia de una gran roca cerca del centro de la segunda plaza, similar a la que recibía culto en el templo mencionado.

Un énfasis aparte merece la relación espacial directa entre las dos áreas residenciales de familias de mayor estatus y los corrales para ganado. Un conjunto de corrales

5 Voz quechua que define a un lugar apropiado para realizar ofrendas líquidas (libaciones), vertiéndolos del vaso (kero) en el orificio de una piedra oradada o de un cántaro empotrado dentro de rellenos permeables. En numerosos casos este dispositivo se encontraba en la cima de plataformas piramidales construidas especialmente para tal fin durante el Periodo Horizonte Tardío. El ushnu fue el lugar de rituales de mayor importancia en el calendario ceremonial inca.

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se encuentra al sur de la gran residencia palaciega, frente a su fachada principal. El otro conjunto se encuentra contiguo al límite norte del Sector I, el que comprende una aglomeración de unidades residenciales excepcionalmente grandes. Cada una de ellas cuenta con un patio interno y, por lo menos, con cuatro habitaciones techadas y ocho depósitos de dos pisos.

Los corrales del Sector I tienen cámaras funerarias asociadas. Las pasturas de Pueblo Viejo-Pucará son consideradas como de las mejores por los pastores de Santo Domingo de los Olleros, en Huarochirí, quienes cada año traen su ganado en la época de estiaje. Este hecho y la muy alta recurrencia de huesos de camélidos y de venados en los basurales contiguos a áreas habitadas sugieren que los habitantes del asentamiento pudieron tener a cargo el abastecimiento de animales de sacrificio para el santuario-oráculo de Pachacámac.

El Templo de la Cima se encuentra en una cumbre plana ubicada entre dos picos de la cadena montañosa Lomas de Pucará, desde donde se controla gran parte del asentamiento, en particular de los sectores II y III. La plataforma del ushnu, las dos plazas de la gran residencia palaciega en el Sector II, la huanca y el altar en medio de los corrales, y el templo no solo están alineados a manera de ceque en el eje Norte-Noroeste-Sur-Sudeste, sino que de cada uno de estos lugares se puede avizorar los restantes con toda claridad (Makowski y Ruggles 2011).

El palacio real y la cancha inca6

El Cuzco prehispánico monumental —el que se extendía al pie de Sacsayhuamán entre los ríos Tullumayu y Saphi— estaba compuesto de edificios que fueron considerados palacios de los sucesivos incas de Hanan Cuzco, además de algunos templos con el famoso Coricancha a la cabeza, del Yachaywasi y del Acllahuasi. Los terremotos y la destrucción intencional para conseguir las piedras canteadas y construir nuevos edificios han dejado en la superficie solo algunos imponentes trazos de muros perimétricos o divisorios (Mar y Beltrán Caballero 2014b, Santillana 2001; Bauer 2004: 98-157).

6 La primera versión de este texto fue publicada como la contribución mía a un artículo más largo, escrito en colaboración con Carla Hernández: K. Makowski y C. Hernández, «Las casas de Sapa Inca». En: K. Makowski (ed.), Señores de los imperios del Sol, pp. 173-183. Lima: Banco de Crédito del Perú.

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Mosaico de ortofotos de drone del área monumental de Wari, Nótese que salvo excepciones la traza arquitectónica está cubierta por aluviones y la vegetación de cactáceas.

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Varios de estos tramos fueron reutilizados como cimientos o paramentos bajos de las construcciones coloniales. Las excavaciones no muy frecuentes, de poca envergadura y su registro gráfico limitado, no ayudan tampoco a revelar en detalle cómo se organizaba el espacio palaciego7. Los cronistas españoles y mestizos (Murúa [1605] 2004; Garcilaso de la Vega 2007) parecen atribuir a las residencias de los incas la apariencia de los palacios ibéricos, y, en todo caso, resaltan las características que le parecían de algún modo familiares. Entre estos rasgos mencionan lo elaborado de la mampostería, las altas murallas, los accesos restringidos y celosamente protegidos por guardias, la existencia de varios patios con funciones definidas (Burger y Salazar 2004; Christie 2006: 359-363; Hernández 2009; Kendall 1985: 239; Morris 2004). Los andenes que rodean al Cuzco monumental se convierten en sus narrativas en jardines palaciegos y los recintos con jaguares y algunos otros animales de la selva en refinados jardines zoológicos.

En ausencia de buenas fuentes materiales, varios arqueólogos tomaron estas descripciones como punto de partida para intentar de definir las características de la arquitectura palaciega en los Andes. Por ejemplo, en un lúcido e influyente estudio, Morris (Morris y Thompson, 1985; Morris 2004) se sirvió de las descripciones de Murúa ([1605] 2004) para identificar el palacio en Huánuco Pampa, capital provincial y centro administrativo inca en la sierra norte del Perú.

En un análisis acerca de la traza de los vestigios arquitectónicos con la crónica en la mano, Morris ha concluido que la única construcción que se parece a las descripciones de Murúa es la que cuenta con tres patios alineados. Los ambientes agrupados en la segunda cancha-patio destacan por la calidad de mampostería, así como por el acceso restringido, y, por lo tanto, es ahí donde se ubicarían los ambientes de recepción y residenciales del inca en el hipotético palacio.

En cambio, Isbell (2001: 11, 12; 2004; 2006) sugiere que las mismas características mencionadas hayan tenido palacios de los reyes Tiahuanaco, Wari e, incluso, residencias de los señores del hipotético reino Ychsma, construidas en Pachacámac. El análisis de Morris (2004), sin embargo, resalta las dificultades que se presentan cuando se usa de manera algo acrítica las percepciones necesariamente eurocéntricas de los cronistas españoles.

7 Entre otras, se han realizado excavaciones en Casana, Coracora, Amaru Kancha, Pukamarca, Colcampata, Hatun Rumiyoc y Kiswar Kancha (Makowski y Hernández 2010: 173, nota 1, Hernández 2009).

Puerta trapezoidal de doble jamba en Huánuco Pampa, valle de Vizcarra, Huánuco.

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En primera instancia, la estructura supuestamente palaciega no difiere de manera clara ni en forma ni en aparejo de otras estructuras ceremoniales o administrativas, como de hecho era el caso de palacios respecto a castillos, iglesias, conventos, barrios residenciales de ciudades o villas en el paisaje ibérico. El supuesto palacio no destaca tampoco en comparación con otras formas de la arquitectura pública ni por acabado ni por monumentalidad.

Por otro lado, Morris (2004) hace entrever que la existencia de tres patios podría corresponder a razones que se explicarían bien solo en los contextos andinos. Según él, los tres patios alineados segregarían a los usuarios y visitantes en igual número de grupos: collana (miembros del linaje real con el derecho de acceder al patio del fondo), payan (parientes, acogidos en el patio intermedio), cayao (otros visitantes ilustres no emparentados y admitidos solo en el patio de la entrada).

Las dificultades que se presentan al investigador que desea guiarse de las crónicas para identificar a edificios públicos y asignarles diferentes funciones refuerzan la impresión de que los cronistas españoles no solo se sirvieron de los conceptos europeos de realeza, de transmisión del poder en el interior del linaje patrilineal (Rostworowski 1970; Zuidema 2004; Pärssinen 2003). Ellos adoptaron también criterios tipológicos enraizados en su cultura de origen para describir paisajes arquitectónicos andinos y asignar funciones conocidas a los edificios monumentales extraños. La mejor prueba de ello está en el vocabulario quechua, lengua que sirvió de medio de comunicación entre poblaciones que manejaban idiomas maternos distintos tanto en el Tahuantinsuyo como en la época colonial, y, por supuesto, entre los conquistadores y los indígenas.

Como lo han notado Salazar y Burger (2004), Diego González Holguín (1989: 613) en su Vocabulario de la lengua general de todo el Perú (1608) no consigna ningún término quechua para decir ‘palacio real’ y tiene que recurrir a una larga traducción descriptiva del concepto castellano. El ‘palacio real’ se traduce al quechua —según Holguín (1989: 613)— ‘çapay ccapakpa huacin: palacio real’. Es decir, ‘la casa única/del único rey’.

Similar problema con la traducción del concepto español y de la definición del palacio tuvo Guamán Poma de Ayala ([1615: 329-330] 1987: 332), quien sí llama «Cuyosmango» al «palacio real». En seguida agrega una lista larga de edificios de forma

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