Si Muove 16

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HISTORIA

Un recorrido por el firmamento en occidente

FIGURAS EN EL CIELO Walter Germaná, Planetario de la Ciudad de Buenos Aires Galileo Galilei.

Firmamentum Sobiescianum (Hevelius, 1690).

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Desde tiempos inmemoriales la humanidad ha sentido una verdadera obsesión por delimitar, agrupar, clasificar y catalogar los diferentes fenómenos y seres de la naturaleza. Es un proceso racional y organizativo del cual el cielo no fue la excepción, como veremos en este caso, para la cultura occidental.

L

a necesidad de organizar el cielo tuvo su origen en los requerimientos específicos de nuestra especie: ubicarse en el tiempo y reconocer las condiciones básicas de nuestro espacio vital. Para esto fue necesario construir una suerte de mapa que nos conduzca a los sectores más interesantes del firmamento. Así surgieron las constelaciones, dibujos imaginarios en los que los seres humanos de todas las épocas, culturas y civilizaciones, plasmaron sus mitos, leyendas y cosmovisión en general, sin dejar afuera sus animales, sus objetos de uso diario o sus máquinas complejas. Todo este proceso se originó con un objetivo concreto: contar con referencias mnemotécnicas celestes claras, para reconocer los diferentes momentos del año y su relación con la periodicidad de los fenómenos naturales. Así se podía determinar el momento indicado para sembrar y cosechar, u otros períodos de importancia relacionados a la supervivencia.

especialistas, las estrellas que conforman la cabeza de un toro en la hoy clásica constelación de Tauro, junto al famoso cúmulo estelar de las Pléyades. Los primeros registros claros de las figuras que hoy utilizamos surgen entre 3000 y 2000 a.C., con la antigua civilización sumeria y los diferentes pueblos semitas que fueron sucediéndola y asimilando su cultura: acadios, amorreos, cananeos, arameos, caldeos, etc., en los antiguos territorios mesopotámicos, en el actual Irak. Algunos son grabados en sellos cilíndricos que se utilizaban para imprimir sobre tablillas de arcilla, de origen sumerio o provenientes de períodos posteriores1, y representan supuestas figuras celestes unidas indivisiblemente a dioses, colocadas junto a un águila o a un león, entre otros animales, como signos icónicos. Luego, dentro del primer período babilónico (19501500 a.C.) podemos citar la “Oración a los dioses”, un texto de uso mágico-adivinatorio que relaciona a los dioses con estrellas específicas que formarán parte de futuras constelaciones. Textos posteriores del período Cassita2 (1530-1160 a.C.), conocidos como Enuma Anu, reúnen miles de registros observacionales astronómicos. Se destacan estelas documentales, piedras conmemorativas conocidas como kudurrus3, donde nuevamente aparecen los símbolos de las

Hace mucho tiempo

Algunos de los atisbos más lejanos que pueden relacionarse a las actuales constelaciones occidentales podemos encontrarlos en las cuevas de Lascaux, en Francia. Allí, en pinturas datadas en unos 17.000 años, nuestros antepasados intentaron representar, según piensan muchos 19


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