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por
giovanna lucana
Como peluquera y asesora de imagen, pero también consumidora de gafas por necesidad y vicio, mi opinión es muy objetiva. ¡Así que seré lo más imparcial posible!
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Gafas: ¡aliadas o tu peor pesadilla!
os profesionales de la peluquería cada vez tenemos más presente la morfología y el visagismo para realizar nuestros cortes. El óvalo facial, la implantación capilar, las entradas y los remolinos… Pero las gafas, tan aparentemente inofensivas, ¡no las tenemos tan en cuenta! En ocasiones, por ayudarnos, nuestros clientes se quitan las gafas durante todo el proceso. De repente, al terminar un corte y peinado pluscuamperfecto, todo se desmonta con esas gafas. ¡Un gesto inocente el de nuestro cliente que pasa de estar a la última a ser Doña Croqueta! Unas gafas que nada tienen que ver con el estilo que hemos imprimido en el pelo: se desmonta la patilla, chocan con el flequillo, se matan a palos con el color y queremos matarlas a ellas. ¡A las gafas y a nosotras, por no tener esto en cuenta! Pero, ¡un problema siempre es sinónimo de oportunidad! Tenemos la ocasión de mejorar nuestro servicio con una pequeña asesoría de gafas. No se trata de rivalizar con tu óptica vecina, sino de aliarte y que tengas unas cuantas monturas en el salón para darle tres tips a tu cliente, quien te lo agradecerá… ¡y se hará aún más fan de ti! Para empezar, es la gafa la que debe adaptarse al óvalo facial y al estilo del cliente para que sume todo en beneficio de su imagen. La óptica en el rostro influye una barbaridad: debemos tener en cuenta
