Especial 5º aniversario, con Leonor Bonilla, Ruth Iniesta, Marina Monzó, Rocío Pérez y Berna Perles

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Platea MAGAZINE

Nº 18 / 6 € ENERO / MARZO 2021

ESPECIAL 5º ANIVERSARIO

LEONOR BONILLA · RUTH INIESTA · MARINA MONZÓ · ROCÍO PÉREZ · BERNA PERLES


PALAU DE LA MÚSICA CATALANA

TEMPORADA 2020-21

{ Tocando la Excelencia }

28.FEB.21 · 11 H

31.ENE.21 · 17.30 H

21.MAR.21 · 17.30 H

MISCHA MAISKY

PASIÓN SEGÚN SAN MATEO DE BACH

EL CONCIERTO DE ARANJUEZ

26.ABR.21 · 20 H

23.MAY.21 · 17.30 H

02.JUN.21 · 20 H

& CONCIERTO PARA VIOLONCHELO DE DVORÁK

MIDORI

& CONCIERTO PARA VIOLÍN DE BRAHMS

EL REQUIEM DE MOZART

LA TRÁGICA DE SCHUBERT

& CONCIERTO PARA VIOLÍN DE BEETHOVEN

ABONOS Y VENTA DE ENTRADAS: WWW.ORQUESTRACAMERAMUSICAE.COM

COLABORAN:

MEDIO OFICIAL:

MEDIOS COLABORADORES :


CINCO AÑOS

Parafraseando al gran Carlos Gardel, cinco años no son nada… y pueden serlo todo. Para nosotros, desde luego, así lo ha sido. Cumplimos ahora nuestro primer lustro de vida y, sin falsa modestia, queremos pensar que artistas, entidades y sobre todo, lectores, han podido ver cómo sí puede haber otra forma de hacer las cosas. Nuevos aires, nuevas formas, también en la crítica musical. Platea Magazine nació con el firme compromiso de servir a la música desde la palabra. No queremos utilizarla a nuestra mayor comodidad, sino participar de ella. No hay lugar ya para trincheras ni atalayas en las que situar a los críticos. Como una cuerda concomitante más en un gran piano, nuestro trabajo debe nutrirse de aquel que tiene lugar sobre los escenarios, en los despachos, en los estudios de grabación, o en las bibliotecas y universidades. Confiamos y trabajamos para que suceda lo mismo a la inversa.

EDICIÓN IMPRESA ENERO 2021 / Nº 18 DIRECCIÓN:

Gonzalo Lahoz Alejandro Martínez COLABORAN EN ESTE NÚMERO:

Teresa Adrán Enrique Bert Rubén Fernández Aguirre Juan José Freijo Jordi Maddaleno Javier del Olivo Sakira Ventura Aurelio Viribay CON LA PARTICIPACIÓN DE:

Leonor Bonilla Tomàs Grau Julie Fuchs Ruth Iniesta Virginia Martínez Marina Monzó Rocío Pérez Berna Perles Pablo Sáinz-Villegas FOTO PORTADA:

© Gemma Escribano para Platea Magazine

Son ya más de 60 portadas las que nos avalan. 18 números impresos con este que leen ustedes ahora. Casi 350 entrevistas, 2.000 críticas, un sinfín de artículos con las mejores firmas propias e invitadas… y más de 7.000 noticias. Como medio de comunicación, no podemos concebirlo de otro modo, vivimos pegados a la última hora de la clásica, con una actualización constante de nuestros contenidos. La rigurosidad y seriedad de nuestras publicaciones, al mismo tiempo cercanas y accesibles para el público en general, que ama la música después de muchos años de escucha, o bien tras su primer acercamiento a la misma, nos han permitido contar con la confianza de los grandes protagonistas musicales. Pablo Heras-Casado apadrinó nuestra primera portada web; Zubin Mehta lo hizo con la impresa. Christian Thielemann nos concedió una entrevista en exclusiva mundial, para publicarla el día que dirigía el Concierto de Año Nuevo con la Filarmónica de Viena. Maria João Pires nos escogió para contar que quería abandonar el piano a gran escala y Javier Camarena hizo lo propio para celebrar sus 15 años de carrera. Lang Lang volvió a los escenarios, tras un largo periodo convaleciente, contándolo en nuestra revista y Daniel Barenboim eligió nuestra portada para mandar un mensaje de esperanza en pleno confinamiento. Para nuestro tercer aniversario, como homenaje a una generación increíble, unimos a tres amigos: Joaquín Achúcarro, Teresa Berganza y Antón García Abril, Ahora, por el quinto, hemos unido a cinco sopranos jóvenes españolas que destacan por sus formas de hacer y entender la música: Leonor Bonilla, Ruth Iniesta, Marina Monzó, Rocío Pérez y Berna Perles. No podemos sino sentirnos identificados con ellas. Gonzalo Lahoz y Alejandro Martínez

EDICIÓN: Madrid. Platea Magazine S.L. DISEÑO: Iguacen Graphic & Visual IMPRESIÓN: Tipolinea ISSN: 2530-0954 DEPÓSITO LEGAL: M.33437-2016

PLATEA MAGAZINE respeta la libertad de opinión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de sus firmantes y no representan la opinión oficial de la revista. Platea Magazine se reserva todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación sin la autorización previa y expresa de Platea Magazine. Se ha hecho lo posible para localizar a los propietarios de copyrights. Cualquier omisión será subsanada en futuras ediciones.


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© Gemma Escribano

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EN PORTADA

PERFILES

DIÁLOGOS

15º ANIVERSARIO

Hablamos con cinco de las sopranos más punteras de nuestro país. Una nueva generación con nuevas formas y valores.

Estudiamos la relación del compositor con los libretistas que vertebraron sus óperas, en el 120 aniversario de su fallecimiento.

El guitarrista riojano protagoniza el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Berlín y saca nuevo disco al mercado.

La formación catalana cumple sus primeros 15 años, siendo ejemplo de una forma de hacer y ofrecer música, con Tomàs Grau al frente.

ESPECIAL 5º ANIVERSARIO

GIUSEPPE VERDI

PABLO SÁINZ-VILLEGAS

ORQUESTRA CAMERA MUSICAE


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1 EDITORIAL

6 VUELVE A LA MÚSICA

Citas imprescindibles para los próximos meses.

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16 ESPECIAL 5º ANIVERSARIO

En Portada: Lenor Bonilla, Ruth Iniesta, Marina Monzó, Rocío Pérez y Berna Perles.

32 GIUSEPPE VERDI

Perfiles: Verdi y sus libretistas.

40 IGOR STRAVINSKY

Perfiles: Periodo neoclásico y preámbulo disruptivo.

44 VIRGINIA MARTÍNEZ

“Siempre he tenido más problemas por ser joven que por ser mujer”.

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52 PABLO SÁINZ-VILLEGAS

“La guitarra es la invitación perfecta para nuevos públicos”.

60 JULIE FUCHS

“La mentalidad masculina en los despachos es un problema”.

68 ORQUESTRA SIMFÒNICA CAMERA MUSICAE

15º aniversario. Entrevista a Tomàs Grau.

76 MEL BONIS

Relatos de creadoras.

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84 ANTÓN GARCÍA ABRIL

Músicas XX-XXI: En defensa de la melodía.

90 SAVERIO MERCADANTE

Grabaciones: (Re)descubrir a Mercadante a través de su música.

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LEONOR BONILLA RUTH INIESTA MARINA MONZÓ ROCÍO PÉREZ BERNA PERLES ESPECIAL 5º ANIVERSARIO Una reportaje de

GONZALO LAHOZ y ALEJANDRO MARTÍNEZ Fotografías de

GEMMA ESCRIBANO Maquillaje de

ELENA ALCOLEA




/ ESPECIAL 5º ANIVERSARIO

A

l cumplir nuestros primeros tres años quisimos rendir homenaje a una generación de artistas tan maravillosos como infatigables, reuniendo a Joaquín Achúcarro, Teresa Berganza y Antón García Abril bajo los versos de Machado del “hoy es siempre todavía”. Ahora, al alcanzar nuestro primer lustro hemos querido mirar hacia el presente y el futuro de una generación de artistas con la que nos sentimos plenamente identificados. Nuestra portada de este mes de enero la protagonizan así cinco sopranos españolas que comparten no sólo los mismos tiempos, los mismos sueños y esfuerzos, sino que, como verán en las líneas que siguen, tienen en común también la forma de enfrentarse a ellos, unos mismos valores con los que superarlos o alcanzarlos. La sevillana Leonor Bonilla, la zaragozana Ruth Iniesta, la valenciana Marina Monzó, la madrileña Rocío Pérez y la malagueña Berna Perles son el reflejo generacional de los nuevos tiempos, que han llegado ya con paso firme para dar forma a una nueva realidad en la lírica. Voces tan extraordinarias como las suyas se enmarcan en una singular generación de sopranos españolas de primer orden que se han abierto camino en los últimos años, triunfando por los teatros europeos como llevaba tiempo sin suceder. Son todas las que están, pero no están todas las que son. Sirva esta portada, pues, como reconocimiento a toda una excepcional generación de sopranos españolas. Estas cinco intérpretes nos hablan de cómo es comenzar y labrarse hoy en día una carrera, de hasta cuándo puede sostenerse el concepto de “joven promesa” y de la difícil toma de decisiones a la que se enfrentan a menudo. Conversamos también con ellas acerca de la importancia actual de la imagen en el mundo de la clásica y de cómo puede afectar positiva o negativamente a su trabajo. Y por supuesto de lo que significa ser mujer en la lírica; de cómo el presente ya les pertenece, pero también de las trabas a las que se enfrentan día a día, de los prejuicios, tradiciones obsoletas y obstáculos que nos quedan aún por superar.

Por todo ello, tanto la portada como la sesión fotográfica que abraza este texto, en una propuesta de la fotógrafa Gemma Escribano, quieren reflejar un espíritu de sororidad, la unión de estas cinco artistas excepcionales, por encima de caducas rivalidades y recelos que forman ya parte de otro tiempo. Cinco voces y cinco mujeres que comparten sus dudas, sus sueños, sus ideas, buscando la suma y el encuentro. Cinco formas de pensar y de cantar únicas que se respetan y respaldan no sólo en la teoría, sino también en la práctica. “Juventud, divino tesoro”, apuntaba en sus versos Rubén Darío. Y maldita condena, en ocasiones, cuando la edad se convierte en un sambenito que marca y lastra la trayectoria de los cantantes hasta un punto en el que parecen ser eternos adolescentes, a los que no se reconoce la madurez suficiente como para poder tomar sus propias decisiones, incluso para cometer sus propios errores. Como bien expone Rocío Pérez, “la edad es un arma de doble filo y realmente uno no sabe cómo puede afectar a tu carrera. La lírica está cambiando en muchos aspectos, por fortuna, y se están naturalizando muchas cosas. Esta cuestión de la edad también, para no tener que andar mintiendo con ese dato, como tantísimos grandes han tenido que hacer en su día. Algunos incluso lo siguen haciendo”. El caso de Marina Monzó es bien significativo. La soprano valenciana empezó su trayectoria profesional antes incluso de completar sus estudios en el conservatorio, solapándose así sus inicios sobre las tablas con los últimos coletazos de su formación. “Llevo ya cinco años de carrera, que han pasado muy rápido desde aquella Sonnambula en Bilbao de 2016”, nos cuenta. “Aquello fue como salir al ruedo directamente, de la noche a la mañana. Por eso, de algún modo, considero que casi todo lo que he aprendido a nivel artístico lo he encontrado en escena, en los teatros donde he tenido ocasión de trabajar”. Y sin embargo, dada su edad, resulta inevitable que se siga viendo en ella a una principiante, cuando atesora ya un recorrido envidiable y de alcance internacional. Ella misma explica las ambivalentes sensaciones que la cuestión de la


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edad lleva aparejadas: “El tema de la juventud tiene un doble filo. Por un lado da lugar a que ‘te vendan’ como un joven talento, como una novedad, como alguien desconocido, pero esto se estira a veces de una manera injustificada. Es como si la juventud fuera sinónimo de inmadurez. Es evidente que hay roles concretos que parecen concebidos para voces mas jóvenes, como Zerlina o Gilda, pero eso no significa que una cantante más madura no pueda hacerlos, faltaría más. A veces la cuestión de la edad importa también para la propia relación entre los personajes, que guardan parentesco como padres e hijos y en ocasiones podría resultar poco creíble”, expone. Ella misma argumenta, acto seguido, que esto condiciona el punto de vista de los responsables artísticos en los teatros, que ponderan sus propuestas y decisiones haciendo pie en estos clichés: “Ya sea por el físico o por la edad, lo cierto es que la juventud limita de alguna manera el tipo de roles que te ofrecen, aunque esto no me parece mal. Hay cierta lógica en la edad a la que hacemos algunos roles, por un tema de evolución vocal. Lo que sí me molesta es la impresión de que la juventud implique falta de preparación o inmadurez. Eso sí me parece un prejuicio importante”, insiste. Comparte este punto de vista Rocío, para quien “calificar a alguien como joven tiene muchas implicaciones, sobre la madurez, sobre la estética, sobre la evolución vocal… Es una etiqueta complicada y que varía mucho, además, con los países. Y por supuesto no todas las voces son comparables, algunas evolucionan antes, otras más tarde… la plenitud llega para cada uno en un momento distinto”. En esta línea, también Berna Perles considera que “hay muchos cantantes de una edad que podríamos considerar jóvenes, sí, pero que ya no son promesas sino realidades, cantantes profesionales que gustarán más o gustarán menos, pero que ya no tienen nada que demostrar para ser tomadas en serio. La idea de la juventud a veces presupone una idea de inmadurez que es injusta. Los cantantes jóvenes no son tontos. Hay cantantes de veinticinco años con un enorme bagaje personal y musical a sus espaldas, que ya quisieran muchos otros con cuarenta”.

Lo mismo considera Ruth Iniesta, para quien “es un poco tedioso llevar siempre encima la etiqueta de joven soprano. Por un lado hay quienes lo plantean como para darte un empujón, pero hay quienes lo usan para evaluarte de otra manera, como si por ser joven estuvieras bajo permanente examen”. El caso de Ruth Iniesta es bastante particular, puesto que su trayectoria profesional se remonta a antes incluso de su debut propiamente dicho en la lírica, ya que se dedicó durante varios años al teatro musical, con un importante bagaje sobre las tablas: “Antes de dedicarme a la lírica ya había trabajado como profesional en los escenarios, desde los dieciocho años, haciendo teatro musical. En la lírica debuté un año antes de licenciarme en la escuela, pero ya tenía mucho bagaje profesional para entonces”. Y sin embargo, lo cierto es que ha tardado en deshacerse de la etiqueta de joven promesa que parece acompañarla desde entonces, desde el inicio mismo de su trayectoria lírica. Tan solo ahora, recientemente, cuando ha debutado un rol tan emblemático como Violetta Valéry en La traviata, tiene la impresión de que comienza a reconocerse en ella una cierta madurez, más propia ya de una cantante profesional con todas las de la ley: “Hay ciertos papeles, como el de Traviata, que parecen ser escalones superados una vez que los debutas. Es como si al cantarlos, ya fueras una soprano seria y empezases a dejar de ser ya una joven promesa. Y sin embargo no se valora igual que debutes Elvira de I puritani o Lucia, que son papeles dificilísimos. Es como si cantar Norina o Adina no fuese para tanto… Y da la sensación de que esos pasos hay que irlos cubriendo en un tiempo determinado. Es como si hubiera un itinerario marcado de teatros y roles que tuviéramos que cumplir en un determinado periodo de tiempo. Y es muy tedioso sentir que la carrera se observa y se valora así”. Semejante impresión tiene Berna, a quien “parece injusto que haya que cantar determinados roles y en determinados teatros para que el sector te considere como una cantante hecha y derecha. Es injusto porque eso deja de lado muchísimos otros factores que influyen en tu carrera. A veces todo depende de haber estado en el lugar adecuado y con las personas adecuadas. Y son muchas las decisiones y muchas las



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aptitudes como cantante que influyen en cómo se desarrolla una carrera. No hay un camino único, ni mucho menos. Y uno no es más o menos profesional por cantar determinado repertorio en determinados teatros”, subraya. Sobre estos clichés, etiquetas y compartimentos estancos, auténtica obsesión de la lírica todavía hoy en nuestros días, se manifiesta también de manera crítica la soprano malagueña: “Se pierde tanto arte con estos clichés y estos límites... Somos personas adultas y con una inteligencia normal, ni mucha ni poca. Y nadie más que nosotros queremos lo mejor para nuestras carreras”, apunta. Lo mismo sostiene Rocío, para quien “nos sobran prejuicios y corsés. Todos sabemos cómo es la carrera profesional. Y nadie mejor que cada cantante para saber cuál es su voz. Y por supuesto tenemos derecho a equivocarnos, a tropezar y a aprender de esos tropiezos. Lo importante es saberse ver a uno mismo, no depender siempre de opiniones ajenas. A los cantantes líricos nos falta seguridad”. Hasta tal punto condiciona nuestras percepciones la cuestión de la edad en los cantantes que llega incluso a ser un dato a evitar, como si pudiera penalizar de algún modo la proyección de los solistas en un determinado momento. Así nos lo cuenta la propia Rocío: “En recientes entrevistas he dudado acerca de si poner o no mi edad. No tengo claro si es algo bueno o malo, ni siquiera si es un dato relevante. Sí creo que si la gente rehuye decir su edad, es por algo, porque se mantienen clichés y se juzga y se valora demasiado a partir de ese factor, sobre todo en el caso de las mujeres. A mí me han recomendado no decir mi edad, jugando con el hecho de que pueda aparentar menos años de los que tengo en realidad. Y es complicado, porque tengo la edad que tengo pero tampoco quiero aparentar toda la vida ser una joven promesa”. Lo mismo apunta Leonor Bonilla, quien resume la cuestión en pocas palabras: “No se sabe muy bien a partir de qué día dejas de levantarte como joven promesa y apareces ya como una soprano profesional”. Lo cierto es que la juventud, las prisas y el repertorio conforman un círculo vicioso de difícil resolución. Ruth lo explica bien, desde su propia experiencia: “El tema del repertorio es complicado al principio. El cantante intenta tener

las riendas de su agenda, pero al principio es mucho más difícil escoger y decir que no. Al principio eres joven, tienes todavía mucho que demostrar, somos muchos… y no hay mucho margen para elegir, dentro de unos límites, claro. Yo he podido decir que no a algunas propuestas, pero debo decir que no es nada fácil”. También Marina confiesa haber reflexionado a menudo sobre este particular: “Al principio de mi carrera me daba mucho miedo ir con prisa. En apenas unos días pasé de ser una desconocida a recibir propuestas por parte de los teatros. Y estoy muy contenta y orgullosa de haber sabido tomar las riendas de mi agenda. Ahora mismo, cada vez que doy un paso hacia adelante lo doy con seguridad”. Berna ha vivido de cerca esta cuestión, al hilo de su Leonore en Fidelio, un rol que incorporó recientemente a su repertorio: “Con las decisiones que tomas respecto a tu repertorio, nunca sabes si te quedas corto o si te estás pasando. Me pasó al aceptar Fidelio, me llovieron críticas de todos los colores. Pero yo lo hice porque me llegó una propuesta para hacer un Beethoven más cercano a Mozart que a Wagner, con una orquesta y un elenco que iban en consonancia. Yo estaba plenamente convencida de que podía hacerlo porque no creo en las categorías. Cada vocalidad es única y cada cantante es el que mejor conoce sus límites y qué proyectos puede acometer o no. Que yo cante Leonora de Fidelio no implica que no pueda cantar otras cosas a partir de entonces. El asunto de la juventud presupone muchas más cosas bajo esa simple etiqueta. Por ejemplo se asocian los roles ligeros a cantantes más jóvenes, como si no hubiera voces dramáticas en cantantes jóvenes”, relata. A juicio de Ruth, la cuestión de la juventud es un lastre también a la hora de recibir un trato digno dentro de la profesión: “Tengo la impresión de que cuando eres joven tienes que ser todo el tiempo un superhéroe. Como eres joven, todo vale, siempre hay que tirar hacia adelante, como sea. Sin embargo, lo cierto es que cada cuerpo y cada cabeza son un mundo. Y hay quien necesita descansar a pesar de que sea joven. Es como si nuestra profesión fuera una carrera de velocidad y sólo se fuera a salvar el que llegue vivo al final, aunque es justo al revés. Recuerdo siempre la frase de mi maestra Virginia Prieto, que después me ha repetido tam-




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bién mi maestro Juan Lomba: ‘Esta es una carrera de fondo’. Pero el hecho es que te empujan. Teatros, prensa, todo parece ir en la misma dirección”. Yendo un paso más allá, la realidad es que la cuestión de la edad va asociada indefectiblemente a una percepción estética, aún más si cabe en el caso de las mujeres, de quienes parece esperarse un determinado comportamiento en escena, una particular actitud y una predisposición físicas que no se esperarían en un hombre. Leonor lo tiene claro: “La juventud se asocia directamente con la novedad, con la frescura. Somos parte de un mercado y los cantantes jóvenes, más aún en el caso de las mujeres, somos un reclamo precisamente por eso, por la novedad. Y cuando dejamos de ser comerciales, por decirlo de alguna manera, pasa el turno a los siguientes cantantes, aun más jóvenes”. Esta endiablada espiral, de la que participan teatros, agencias y discográficas, incluso los medios, hagamos autocrítica, se enmarca en una realidad más amplia, que es la propia de nuestras sociedades todavía hoy en día. Lo expone así la soprano sevillana: “En todos los aspectos de la vida, parece como si las mujeres tuviéramos puesto un reloj que nos dice cuándo vamos a dejar de ser atractivas, cuándo ya no seremos adecuadas para ciertos roles, cuándo debemos ser madres… Es un reloj biológico y social que nos impone unos ritmos y unas determinadas pautas con las que parece que debamos cumplir. Y es agotador”, relata. Reflejo de la sociedad en la que vivimos, también en la lírica la imagen ha cobrado una importancia inusitada. Vale la pena meditar un tanto sobre el valor que le damos a las redes sociales y la imagen. Parece claro que la música también llega primero, ahora más que nunca, por los ojos antes que por los oídos. Todas parecen mostrarse de acuerdo en que la imagen no lo es todo, pero que sí se ha convertido en algo imprescindible, llegando incluso a sustituir al currículum de un artista. Así lo explica Ruth: “Vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a la primacía de la imagen, donde se premia además la inmediatez. La primera imagen que das es muy importante, pero siempre defiendo que, al margen de la

imagen, lo que hay que demostrar es tu valía sobre un escenario. Se ven muchos ejemplos en Instagram de cantantes que parece que tengan una carrera de primera línea, por la imagen que dan, pero que luego, en realidad, apenas están cantando. Hay que tener claro que lo que se recibe por redes sociales es una propuesta un poco o muy distorsionada de nuestra propia realidad”. Rocío se inclina también hacia el lado positivo de la balanza en cuanto a posicionamiento y redes sociales que, al mismo tiempo, todas ellas destacan: “Las redes sociales son un plus para el cantante joven. Una vía más para darse a conocer. Dentro de 20 años no creo que utilicemos las redes de la misma forma. No por ser más mayores, sino simplemente porque todo habrá cambiado. Como artistas, tenemos que ir adaptándonos a lo que demanda el público y la sociedad, no queda otra. E insisto, aún así la imagen nunca debe ser lo principal. En cualquier caso, entre los cantantes más jóvenes lo que se lleva más es mostrar un perfil más natural, desterrar el divismo que ya no tiene cabida en ningún lado de la ópera. Mostrar nuestro lado más humano, centrado en nuestro día a día. Es algo diferente que vale la pena dar a conocer al público en general, para quitarnos etiquetas”. Recalcando ese lado amable de Internet, Ruth prosigue y concluye: “Las redes sociales sí las veo importantes para llegar a nuevos públicos, para llegar a gente que, a lo mejor, nunca ha ido a la ópera. En cualquier caso, al público que le gusta la ópera y va a la ópera, se interesa por el trabajo que se hace encima del escenario, más allá de la anécdota del video que hayas grabado en redes. Al final, la gente quiere cosas más profundas y más reales que las que les damos por Internet. Las redes, creo que todo el mundo debería entenderlas así, están para relajarnos. Conexión, diversión y liberación. Quiero decir, yo en un concierto no puedo hacer lo que me de la gana, no puedo arrancarme a cantar Whitney Houston, pero en Instagram sí. En las redes sociales tenemos un espacio para expresarnos de otros modos. Ahora, tu camino te lo haces trabajando bien”. Inevitablemente, la conversación con estas cinco mujeres, jóvenes, que abrazan nuevas formas y valores, nos lleva hasta la situación actual de la mujer en la música clásica y,


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como es obvio, en la lírica. Como siempre ha de haber lugar para la reflexión y la autocrítica, nos preguntamos y les preguntamos si como medio de comunicación, en ocasiones y en términos generales, nos contradecimos al querer sustentarnos en el feminismo sin terminar de llevarlo a cabo. Al menos en el formato de entrevista. En este mismo número pueden ustedes comprobarlo: de todas las conversaciones que aparecen en él, ¿a quiénes se les pregunta igualdad de género? A todas las mujeres que son entrevistadas, pero no así a los hombres. Ruth apunta a uno de los problemas directamente: “En general sólo se pregunta a las mujeres y deberíamos tener la visión de ambos. Sólo así sería equitativo. No sólo fijarnos en nosotras, sino en qué están haciendo o no los hombres por la igualdad”. Las cinco se muestran encantadas y receptivas a que se les pregunte sobre feminismo. Incluso dicen sentirse implicadas, responsables, queriendo ser parte activa desde su posición como cantantes, al mismo tiempo que encuentran totalmente incoherente que sólo se le interrogue a ellas. La igualdad también debería empezar por ahí, reflexionan. “De hecho, ¡son preguntas que salen poco! Debería preguntarse aún más, pero a todo el mundo, siempre que sean preguntas serias y no se refieran, como sucede muchas veces, a tu vida privada: sobre si tienes pareja o si eres madre. Eso no le importa a nadie y perjudica la razón de ser del feminismo”, concreta Leonor. Concluye Marina, encaminándose hacia el mundo concreto de la ópera: “Está muy bien que nos pregunten, tenemos que darnos voz... Hay muchos hombres que hacen por el feminismo, pero en nuestro ambiente, aunque no digo que la ópera sea retrógrada, sí que queda aún mucha gente con un pensamiento que sí lo es. Necesitamos que esos hombres que también creen en el feminismo, lo expresen... Ojalá llegue el día en que no nos pregunten a ninguno sobre esto, porque habremos llegado, quiero pensar, a la igualdad”. No es que ninguna de ellas recuerde haber vivido situaciones desagradables, hechos concretos, acoso físico o algún tipo de agresión verbal a lo largo de su carrera; al menos algo que ellas cataloguen como tal, pero como un reflejo más de la sociedad en que vivimos, no tienen duda de que

la ópera y su trabajo se mueven a través de gestos y situaciones machistas. En todo caso, las asocian a nombres de generaciones más mayores, recalcando que entre las nuevas generaciones de artistas, por suerte, ya no se viven tanto las situaciones paternalistas, condescendientes o de superioridad del hombre sobre la mujer, por el único hecho de serlo. “Seguro que sí he vivido algunos momentos incómodos -piensa Leonor-, aunque sigamos adelante desde el mismo momento en que tienen lugar. Muchas veces, además, como sociedad estamos tan metidos en el machismo que ni siquiera nosotras somos conscientes del trasfondo de muchas acciones que no deberían tener cabida. Las pasamos por alto y no nos damos cuenta de que nos están tratando diferente por cuestión de género... El modelo mejor al que debemos avanzar como sociedad también pasa por desmantelar todos estos clichés y costumbres que pasan desapercibidos en el día a día”. Por su parte, Marina sí narra momentos que no deberían tener lugar: “Me da mucha rabia cuando, muchas veces, al presentarme a un colega de profesión (cantante, director de orquesta...), su primer comentario sea: ‘Ay, qué guapa’. ¡Me están presentando a alguien en el trabajo! ¡Ni siquiera tienes ni idea de cómo canto! ¡Mi físico no te tiene que importar! Estoy segura al 100% de que eso no les ocurre a los hombres. Por otro lado, además, te lleva a pensar que si estás dentro un poco de lo que se tiene hoy en día por el estándar de belleza, parezca que te contratan por ello y no por cómo cantas... nos obligan a demostrar aún más lo que valemos. De hecho, hay cantantes y directores que están más pendiente de tu físico que de cómo cantas. Anteponen una cosa a la otra. En una ocasión, un cantante muy conocido me dijo al saludarme por primera vez: ‘¿Tú qué haces aquí? ¡Deberías ser modelo!’. En esos momentos no sabes qué decir, pero es muy violento”. Berna sentencia, denunciando una situación de base que afecta a toda la sociedad, también a la música: “No es nada nuevo que yo diga que mis colegas de profesión y hombres en general suelen cobrar más... si eso no es que nos menosprecien...”.


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/ ESPECIAL 5º ANIVERSARIO

Aunque muchas de estas situaciones se den detrás del escenario, en los despachos y pasillos de la lírica, un ejemplo que como espectadores y espectadoras podemos comprobar desde nuestras butacas es cómo la tradición obliga a comportarse a las mujeres sobre un escenario de ópera, bien como personas que no saben valerse por sí solas, a las que hay que proteger y cuidar, o bien directamente al servicio del hombre. Rocío lo explica: “Este tema lo he hablado hace poco con algunos colegas, porque en una de las últimas producciones que he cantado, noté mucho el hecho de que me tuvieran que dejar pasar a mí siempre primero, sólo por ser mujer. ¿Por qué me tienen que estar abriendo siempre la puerta? Lo cierto es que yo misma me he sorprendido a mí misma en alguna ocasión, cuando me han regalado flores tras una función y, por aquello de que no se pusieran malas volviendo a casa, se las he regalado a otra mujer. Son micromachismos que nos han metido en la cabeza desde hace tanto tiempo que es difícil cambiarlos, pero debemos hacerlo. Todas las tradiciones, por horrorosas que nos parezcan, requieren tiempo para cambiarlas”. El caso es que ninguna de las cinco sabe explicar muy bien ciertas acciones ya consuetudinarias que se dan en su día a día, sin terminar de saber por qué las hacen. ¿Por qué el director o directora de coro, o cualquier cantante han de salir solos al escenario al saludar, cuando finaliza una función, pero al director de orquesta hay que ir a buscarle hasta el lateral del proscenio, generalmente por una mujer? “Es algo que siempre he pensado -apunta Ruth-. ¿Por qué tengo que salir yo a buscarles? Cuando canto en Rigoletto, por ejemplo, ¿Por qué tengo que ir yo a buscar al director y no Rigoletto, cuando la ópera se llama Rigoletto por algo? ¿Por qué en un concierto, o en una ópera en versión concierto, quien tiene que pasar siempre primero es la mujer? Es algo que no entiendo...”. Por otro lado, ¿qué ocurre en el caso de haber una directora de orquesta? ¿Van los hombres a buscarla? ¿También en el caso de una Traviata o una Lucia di Lammermoor? Seguiría siendo sexista, aunque tampoco se tengan muchas oportu-

nidades de comprobarlo, por las pocas mujeres a las que se les da oportunidad de situarse, musicalmente, al frente de una producción lírica. En la clásica, durante muchos años, siglos, se ha venido catalogando y especificando qué parcelas de la misma podían ocupar o no las mujeres. Por supuesto, todos los puestos de dirección, de importancia o relevancia, les eran vetados e, históricamente, con contadas excepciones de mujeres que se revelaban contra el sistema impuesto, estas han sido relegadas a profesiones interpretativas donde su instrumento (en este caso la voz) era necesario. Hoy en día no nos parece descabellado que una mujer pueda ser solista de piano, tocar el oboe en una orquesta o, por supuesto, protagonizar una nueva ópera. Sin embargo, no siempre les ha sido tan “fácil”. Por poner un solo ejemplo reciente, públicos son los escritos donde Eduard Toldrà, figura especialmente respetada en la música y de innegable valor musical, afirmaba que “el violín y los demás instrumentos de arco son esencialmente aptos para varones, con toda objetividad, porque en ellos ha de ‘crearse’ el sonido y la función creadora es específicamente masculina”. De su opinión sobre las mujeres en la composición, mejor no nos haremos ni eco. Y todo esto, en términos temporales, ocurría a la vuelta de la esquina. De aquellos polvos, estos lodos. Aún sigue siendo noticia la actividad de una mujer directora de orquesta, o de una compositora, por el reducido número de ellas. Por lo difícil que supone verlas, las gestoras y directoras artísticas son enseguida catalogadas como rara avis. Durante décadas hemos carecido de mujeres referentes porque los hombres les hemos negado prácticamente cada una de las oportunidades que deberían haber tenido. Y sin referentes, es muy difícil tener sueños, aspiraciones, futuro. Berna da en la diana: “La igualdad laboral entre hombres y mujeres es que no existe aún, directamente. No estamos ni cerca de tener igualdad respecto a los puestos que tradicionalmente han estado en manos de hombres. No sólo en gestión, sino también en la dirección de orquesta, composición, representantes... Está siendo un proceso más lento de


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lo que sería deseable. La mejor educación es el ejemplo que damos. Es vital. En cualquier caso, yo creo que las nuevas generaciones están encaminadas hacia la igualdad. Mi hijo y mi hija van a crecer sin limitaciones porque no las hay ni en mi cabeza, ni en la de su padre. Los cambios llegan y este es un proceso irreversible. Lento, pero irreversible”. Con todo ello, cabe preguntarse en qué lugar del tren de la cultura se sitúa la música clásica respecto a la igualdad de género. ¿Locomotora o vagón de cola? “Cuando haces nuevas producciones -explica Marina-, cuando te acercas a nuevos puntos de vista sobre una ópera, la gente siempre tiene la mente muy abierta a las nuevas ideas, pero lo que es dentro del proceso de ensayos, producción, gestión... el ambiente en muchas ocasiones sigue siendo... ¿cómo decirlo? ¡Casposillo! ¡Para qué vamos a engañarnos!”. Críticas con la realidad, a pesar de ello las cinco siempre se muestran optimistas, constructivas, viendo la luz y las posibilidades de su trabajo y entorno laboral. “El arte es una buena herramienta para avanzar, para derribar barreras -explica Berna-. La ópera, a pesar de tener esa imagen anquilosada, antigua, también tiene ese papel, porque está llena de gente joven, nueva, que viene con sus ideas maravillosas y llenos de energía... seguro que la ópera va a ir tirando de la sociedad, de alguna forma. Pensemos en una persona que haya nacido en el año 2000 y quiera ser cantante. Será gente súper preparada que traiga savia nueva a la ópera. Seguro que habrá neandertales con mayor edad intentando mantener cosas que no se sostienen... pero la edad y las nuevas formas son cosas inevitables. Esa fuerza no la puede parar nadie”. Lo que parece estar claro es que la generación de Berna, Marina, Leonor, Rocío y Ruth apuesta ya por otra forma de hacer las cosas, acorde a lo que requieren los tiempos que vivimos. El futuro será feminista o no será. Aunque todas ellas coinciden en su respuesta afirmativa, sólo la más joven de todas ellas, Marina, es la única en contestar con total seguridad, directamente, al preguntarle por si la sororidad entre las jóvenes cantantes es real: “Sí”. Más tarde explica por qué: “Sobre todo porque veo lo contrario entre las generaciones más mayores. Hay de todo, no quiero generalizar,

pero en nuestra edad, estemos en un nivel u otro, nos atrevemos a decirnos las cosas positivas entre nosotros. Trucos, consejos, hablarnos en confianza. Nos ayudamos mucho”. “¡Nosotras ya estamos a otro rollo!” Palabras de Rocío, parece la frase perfecta para resumir su sentir. “Bastante difícil es esta profesión como para querer estar a malas con los demás. No creo que alguien pueda decir que es enemigo nuestro, porque no es nuestra forma de trabajar. Desde luego, no la mía. En todo lo que se pueda sumar, simplemente... ¡hay que sumar!”. Leonor, ahonda un poco más: “Como mujeres, hemos sido educadas para ser rivales, para tener que ser las mejores entre nosotras. Tenemos mucha presión por tener que ser la que mejor canta, la más simpática, la más guapa... todas llevamos esa carga porque así nos han educado en la sociedad en la que vivimos. Nos han educado en la competitividad, en vez de en la sororidad. Muchas veces, la necesidad de fans y medios de comunicación de querer enemistarnos, de compararnos, de hablar de divas... es un problema añadido. No se dan cuenta de que, en realidad, entre nosotras todo eso no es así. Es una pena. Es hora de que eduquemos en aportar, en sumar hacia algo más bonito y común”. Concluida nuestra conversación con ellas, Berna se interesa por si no vamos a hablar de maternidad. Entendemos que es algo que forma parte de la vida privada de cada uno y por eso no se ha preguntado por ello. Aún así, la soprano malagueña nos pide poder incluir una reflexión sobre ello: “Me gustaría dejar esto dicho no por mí, sino por tantas y tantas compañeras que tienen que renunciar a la maternidad por su carrera... Compañeras que tienen mucho miedo, ¡mucho! Miedo a que no las contraten, a que las despidan... y que a la hora de la verdad están solas, sin un compañero de vida que también se implique al mismo nivel... Las mujeres tenemos que tirar para adelante con una carga social, cultural que no nos merecemos. Nos hacen sentir culpables tomemos la decisión que tomemos respecto a la maternidad. Nosotras no somos sólo cantantes, ni somos sólo madres, o sólo lo que sea. Nosotras somos lo que nos de la gana ser y, nos lo pongan fácil o no, ha llegado ya la hora de que todo el mundo lo comprenda y lo comparta”.



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DIR. MUSICAL Riccardo Frizza DIR. ESCENA Laurent Pelly CAST HOFFMANN John Osborn / Arturo Chacón-Cruz, OLYMPIA Olga Pudova / Rocío Pérez, ANTONIA Ermonela Jaho, GIULIETTA Nino Sugurladze / Ginger Costa-Jackson ORQUESTA SINFÓNICA Y CORO DEL GRAN TEATRE DEL LICEU DIR. CORO Conxita Garcia LICEU.CAT – 902 787 397 #LESCONTESLICEU


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