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Maribel García Quintero

Escritora, traductora y realizadora de talleres de promoción de lectura, lectura creativa y creación literaria. Colabora eventualmente con textos de ficción y cuentos en diversas revistas y publicaciones especializadas. Ha publicado en las áreas de narrativa, pedagogía y minificción. Ha merecido distintos reconocimientos literarios.

Desafío 1

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Toda la semana me había preparado para esa noche. Sabía con certeza que el hombre era un asesino. Contiendas anteriores habían doblegado mi honor. Sin embargo, el momento de mi revancha estaba próximo.

«Mi brioso caballo», susurré en la oscuridad y acaricié su suave lomo.

Poco después me encontraba ante ochenta kilos de peso y una mirada desafiante y despiadada. No podía concentrarme pues avizoraba que en esta ocasión me jugaba la vida. Sentía latentes el terror, la burla, la ignominia y hasta la muerte.

Él, al verme cercado, se envalentonó y se dispuso a embestirme.

Exhausto, ya me sentía vencido cuando una idea me iluminó. No todo estaba perdido, me quedaba el caballo. Decidido lo tomé en 4 alfil y le di ¡Jaque mate!

La mujer de crin

La llanura se fue consumiendo en sus jornadas de búsqueda, hasta sentir próximo el encuentro. Galopó con más prisa y sus cascos marcaron un ritmo de fuego sobre el camino de piedra. A lo lejos divisó el portal de la hacienda, igual al de sus sueños, y el cansancio cedió a su deseo. Apuró el trote y pronto arribó a su destino.

En la mecedora, el hombre la aguardaba. Bello, igual al príncipe soñado que la hizo abandonar a su manada y emprender aquella travesía.

Agotada se recostó a sus pies, cerró los ojos y lentamente fue dejando su aspecto animal y se convirtió en una bella mujer. Sin importarle su desnudez, sensual, se acercó al hombre que parecía dormido y lo besó en los labios. Él, momificado por la espera, recibió aquel beso añorado y se derrumbó dejando en su lugar una tenue nube de polvo que se confundió con el que en su huida dejaron los cascos de la mujer que huyó, otra vez, convertida en yegua salvaje.

JOSÉ CHALARCA

(Manizales, 1941)

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