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Harold Kremer
HAROLD KREMER
(Buga, 1955)
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Vive en Cali. Profesor de la Universidad del Valle y cofundador, en 1980, de Ekuóreo, la primera revista hispanoamericana de minicuento. Investigador del cuento como género. Cuenta con varias publicaciones de libros de cuentos, así como Los minicuentos de Ekuóreo y Colección de cuentos colombianos, junto a Guillermo Bustamante Zamudio.
Punto muerto1
En un cuadrado hay un joven punto. El punto no sabe dónde está, pero él cree que es el centro de todo, que todo se expande a partir de él. Gobierna a su antojo, y señala límites y castigos a sus súbditos. «Si me borran y desaparezco todo acabará: su existencia, sus sueños y placeres», dijo un día a otros puntos vasallos que lo alababan y lo adoraban como un Dios. Dos puntos, uno mago y otro alquimista, descubrieron que se encontraban atrapados dentro de un cuadrado y que, más allá, había muchos más cuadrados, polígonos y circunferencias, incluso más grandes y poderosas de las que ellos vivían. «Sin embargo, es vasto el cuadrado en que nos encontramos», le dijeron. «Nunca lograremos llegar a sus límites, nunca entenderemos qué somos».
El joven punto, obstinado y colérico, decidió enviar ejércitos a los cuatro vértices con la orden de levantar un mapa del imperio. Ninguno de los ejércitos volvió. Decidió emprender al mando de un nuevo ejército la ruta del norte, pero los puntos se fueron apagando y desaparecieron borrados por el tiempo. Solitario y ya difuso, decidió retornar sin lograr encontrar el camino. A punto de desaparecer, maldijo al mago, a los alquimistas y a todos los que con sus teorías rompen el orden del cuadrado.
Y se fue apagando hasta que el cuadrado quedó vacío y sin puntos.
1 Tomado de la serie «Geométricas», de la revista Ekuóreo.
El sueño1
—Señor, ¿está dormido o despierto? —Dormido, Sancho. —¿Y cómo lo sabe? —Los caballeros andantes dormimos con un ojo y velamos con el otro. Por eso sé que estás despierto y que me estás mirando dormir. —Y si es al revés: ¿el dormido soy yo y el despierto es usted? —Eso no es posible, Sancho, porque el dueño del sueño soy yo. —¿Y si entrara al sueño y lo forzara a salir? —Entonces desaparecerías porque no sé si pueda volver a soñarte.
1 Tomado de Minificciones sobre Don Quijote, 2020.