Persecusion y asesinato de Jean Paul Marat / Marat Sade

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PERSECUSIÓN Y ASESINATO DE JEAN PAUL MARAT PETER WEISS

Obra dramática representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton

Bajo la dirección del

Marqués de Sade

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Persecución y asesinato de Jean Paul Marat Por: Peter Weiss Editado: Pluma&Mente Obra dramática representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton. Bajo la dirección del Marqués de Sade.

Realidad y peligro, revolución y locura, Marat y Sade, filosofía y acción, política y sexo, el pueblo y el individuo, Brecht y Artaud. Todos conceptos contrapuestos, contradictorios en sí mismos y cuando están juntos más. La contradicción: base estratégica de la obra de Peter Weiss. Marqués de Sade: (1740 – 1814), aristócrata, escritor y filósofo francés, autor de varias novelas que aúnan los relatos eróticos con la exposición de un sistema filosófico materialista y ateo. Su filosofía es la de la libertad extrema, sin el freno de la moral, la religión o las leyes, con la búsqueda del placer personal como principio más elevado. Escribió la mayor parte de sus obras durante los 29 años de su vida que pasó en prisión. De su nombre procede la palabra sadismo.

Gracias a la Verito por enviarnos la obra para nuestra edición.

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PERSONAJES El MARQUÉS DE SADE: De sesenta y ocho años, sumamente grueso, con cabellos grises, pero rostro aún terso. Se mueve pesadamente y su respiración es a veces cansina y asmática. Lleva un atuendo distinguido, pero deteriorado y viejo: calzón corto blanco con lazos, camisa blanca de ancha manga, pechera y puños de encaje, calzado blanco de hebilla. JEAN PAUL MARAT: De cuarenta y nueve años, sufre una enfermedad de la piel. Envuelto en un paño blanco y con una venda blanca que le ciñe la frente. SIMONE EVRARD: Compañera de Marat; edad indeterminada. La actriz que desempeña este papel viste el uniforme del sanatorio, con delantal y el cabello cubierto con un paño. Actitud torpe, movimiento forzado y excéntrico. Cuando no tiene nada particular que hacer lleva siempre un paño en la mano. En cuanto puede le cambia a Marat el paño de la cabeza. CHARLOTTE CORDAY: De veinticuatro años. Lleva un vestido blanco, fino y delgado, cortado según la moda de la época del Directorio. El vestido no cubre el pecho, por lo que el personaje lleva en el escote un ligero paño blanco. Cabello largo, castaño rojizo, que cae por la parte derecha del cuello. Lleva botas rosas de piel, de altos tacones; cada vez que entra en escena se le coloca un sombrero con lazos. Constantemente vigilada y protegida por dos enfermeras que la sostienen, la peinan y le arreglan el vestido. Movimientos de sonámbula. DUPERRET: Diputado girondino1. El actor viste un corto chaleco puesto encima de la bata de la institución, y unos pantalones muy estrechos de “incroyable”2. También él viste de blanco, con algún adorno. 1

Girondinos; una de las dos principales tendencias dentro de la Revolución Francesa, representan a la izquierda moderada. La otra es la de los jacobinos, que es extrema izquierda, partidaria de acelerar los cambios que favorezcan a los sectores populares, a ella pertenecen Robespierre, Danton y Marat. 2 Incroyable: del francés, increíble, fantástico. En este caso se refiere a los jóvenes elegantes de la época del Directorio, durante la Revolución Francesa.

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JACQUES ROUX: ex sacerdote, socialista radical. Lleva la bata del hospital con una capa cuyo corte recuerda un hábito monacal. Lleva las mangas de la bata atadas por delante, por encima de las manos, y sólo puede moverse dentro de esa especie de camisa de fuerza. LOS CUATRO CANTORES: KOJOL, bajo; POLPOCH, barítono; CUCURUCÚ, tenor; ROSIGNOL, soprano: son, a medias tipos populares y bufones. Se han adornado la bata de la institución con grotescas piezas de vestuario. Llevan gorro frigio3. Rossignol, con banda tricolor y sable a la cintura, representa a “Marianne”. Son voces cantadas y actúan como mimos. PACIENTES: Que actúan como figuras secundarias, voces, mimos y coro. Entran en escena cuando hace falta, ya con la bata blanca del hospital, ya con atuendos primitivos muy abigarrados. Los que no son necesarios para la representación se entregan a sus respectivas conductas autistas. Su presencia debe crear la atmósfera adecuada más allá del espacio del escenario delimitado como escena en el Hospicio. Estos pacientes ejecutan movimientos estereotipados, se mueven en pequeños corros, dan saltitos, murmuran a media voz solitariamente, se lamentan, quejan, gritan alguna vez, etc. PREGONERO: con un delantal arlequinesco puesto encima de la bata del hospital. Gorra de dos picos con campanillas y lentejuelas. Lleva colgados numerosos instrumentos que le permiten hacer ruido cuando quiere. Lleva un puntero en la mano, adornado con cintas. CINCO MÚSICOS: son internados, vestidos de blanco. Tocan el armonio, la flauta, el laúd, la trompeta y el tambor. MOZOS DE HOSPITAL: Con uniforme gris claro y largo delantal blanco que les da aspecto de carniceros. Llevan porras en los bolsillos del delantal. HERMANAS ENFERMERAS: También con atuendo gris claro y largos delantales blancos. Cuello almidonado y muy amplia cofia blanca. Llevan rosarios. Estas hermanas son actores atléticos.

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Gorro frigio: gorro rojo que llevaban los revolucionarios franceses como insignia de la libertad y figura como emblema en varios escudos de armas americanos.

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COULMIER: Director del Hospicio. Elegante atuendo gris claro, abrigo y sombrero de copa. Lleva quevedos y bastón. Gusta de tomar una actitud napoleónica4. LA MUJER Y LA HIJA DE COULMIER: Forman un grupo de color violeta pálido y gris perla, cubierto de joyas y plata rutilante.

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Napoleón I Bonaparte (1769-1821), Tomó el poder en 1799, cuando la confusión y las guerras internas de los revolucionarios llegaban al caos. Se auto nombró Emperador de los franceses (18041815) Consolidó e instituyó muchas de las reformas de la Revolución Francesa. Asimismo, fue uno de los más grandes militares de todos los tiempos, conquistó la mayor parte de Europa e intentó modernizar las naciones en las que gobernó.

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ACTO PRIMERO Tañido de la campana del Hospicio detrás de la escena. Se levanta el telón.

1. DESFILE La escena representa la sala de baños del hospital. A derecha e izquierda bañeras e instalaciones para duchas. En el fondo un estrado al que se llega por varios escalones, con bancos y mesas para masaje. En el centro bancos para los actores, las enfermeras y los mozos. Las paredes están encaladas en blanco hasta una altura de tres metros. En la parte más alta de las paredes laterales se abren ventanas. La parte frontal del estrado y las filas de bañeras de los lados están separadas del centro por una barandilla. La barandilla queda alta respecto del suelo, y de ella cuelgan cortinas que pueden cerrarse para ocultar a los pacientes. En el centro y en primer término se ha indicado una superficie redonda para la representación. A la derecha se encuentra un podio con la bañera de MARAT, y a la izquierda otro con la silla de SADE. A la izquierda y en primer término se levanta una tribuna para COULMIER y su familia. A la derecha y en primer término hay otra tribuna en la que los músicos se encuentran ya preparados. SADE está terminando los últimos preparativos de la entrada de los actores. Los mozos terminan en este momento unas pocas operaciones cotidianas de baño y masaje. En el fondo, los pacientes están sentados o echados en el estrado. SADE hace una señal y, por una puerta lateral derecha y al fondo entran los actores, dirigidos por COULMIER con su familia y acompañados por enfermeras y mozos. Los pacientes se ponen de pie. La procesión avanza solemnemente. Se oye la campana del Hospicio. MARAT, cubierto con su paño blanco y acompañado por SIMONE, es colocado en la bañera. Dos hermanas llevan hasta un banco a la CORDAY, que no puede sostenerse. DUPERRET, ROUX y los cuatro cantores se sitúan mientras COULMIER llega a la superficie de representación. El PREGONERO se encuentra en el centro de la escena. SADE se mantiene cerca de su silla, que está sobreelevada. Termina el tañido de la campana. 6


2. PRÓLOGO COULMIER: Como director del Hospicio de Charenton les doy la bienvenida a este salón. Agradecemos al señor de Sade, aquí internado y presente, el que para deleite y edificación de los demás pacientes haya querido componer y ensayar el drama que se va a representar. Su atención les rogamos nos concedan, pues lo harán todos lo mejor que puedan, aunque sin más experiencia teatral que la adquirida en este Hospital. Como modernas e ilustradas gentes sostenemos que en el presente los pacientes del manicomio no deben ya sufrir violencia y oprobio, sino al arte y la cultura dedicarse, para que puedan los principios confirmarse que en solemne decreto un día acuñamos de los derechos humanos. Nuestro drama se va a representar en los baños de este lugar, y en modo alguno nos detiene la técnica conquista de la higiene, que es al contrario la escenografía para el señor de Sade y su dramaturgia, pues nuestro drama les mostrará ahora de aquel Jean Paul Marat la última hora, la cual pasó en el baño, como es sabido, donde fue por Charlotte Corday sorprendido.

3. EXPOSICIÓN El pregonero hace con su bastón una señal a la orquesta. Música solemne. Coulmier y su familia se dirigen a la tribuna de la izquierda. Sade se sube a su podio. Ponen a Marat en la bañera. Simone le pone la venda de la cabeza y la toalla por los hombros. Las hermanas ordenan el vestido de Corday. Todo el grupo asume la actitud de un “tableau5” heroico. Termina la música.

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Tableau: del francés, cuadro.

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4. PRESENTACIÓN PREGONERO: (Golpea tres veces el suelo con el bastón) Reconozcan a Marat en la figura primera, que ya ha tomado asiento en la bañera. (Le señala con el bastón.) Se encuentra en su quincuagésimo año, y en torno del cabello lleva un paño. (Lo indica.) Su piel está amarilla e inflamada (Señala el cuello de MARAT.) pues por una erupción desfigurada. El agua fresca en que se sume (Señala la bañera.) alivia la fiebre que le consume. (MARAT empuña la pluma y empieza a escribir.) Para representar este papel hemos elegido a uno por paranoia aquí acogido; con nuestra hidroterapia hemos logrado éxitos antes nunca imaginados. La dama que inclinada le atiende, y cuyo contacto consiente, no es la Corday, sino Simone Evrard, a la que en vida quiso desposar, (Indica a SIMONE, que se inclina torpemente sobre MARAT y le cambia la venda de la cabeza.) no en ceremonia en la iglesia profesa, al aire libre, sin más que una promesa. Vean aquí a la Corday de nuestra historia, (Señala a la CORDAY, que se alisa el vestido y se asegura el velo del pecho.) es de Caen, nobleza labradora, lindo vestido, zapato bien hecho, y ahora se está tapando el pecho. (La señala.) Según opinión nuestra y de los que la han de historiar, su figura no se puede ignorar. (La CORDAY se yergue.) Pero como la actriz, en nuestra institución, padece letargo y depresión, (La CORDAY, con los ojos cerrados, echa la cabeza muy para atrás.) sólo podemos esperar (Significativamente, dirigiéndose a la Corday.) que consiga el papel recordar. (Señala a Duperret.) Con peluca empolvada y calzón de sea, ahí ven a Duperret de la tragedia. Cada vez que interviene aporta distinción al caos de la Revolución. Y como destacado girondista6, Marat lo tiene en su negra lista. Aparte de eso es hombre retozón, y es en el fondo de buen corazón. 6

Girondista o girondino: Partido político de derecha durante la Revolución Francesa, que se opone a las matanzas de los nobles y del Rey Luis XVI.

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(DUPERRET se adelanta para acariciar disimuladamente a CHARLOTTE CORDAY. El PREGONERO le rechaza con un bastonazo en la mano. Una HERMANA arrastra a DUPERRET hacia atrás.) Por radicalismo político está internado (Señala a ROUX, que adelanta los codos y levanta el rostro.) el monje allá en el fondo situado. El de Jacques Roux es su papel; Marat contaba en su Revolución con él. Más la censura, desgraciadamente, ha tachado aquí mucho pertinente. Eran tonos demasiado violentos para el que guarda el orden de estos tiempos. (ROUX abre la boca y agita violentamente los codos en la camisa de fuerza. COULMIER levanta el índice amenazadoramente.) Respetable público, compuesto por todos los estamentos (Señala al púlbico.) es también el conjunto en este aposento (Señala a los actores.) Véanlo en el ejemplo de los cuatro cantores. (Los indica.) cuidados por nuestros doctores. Ya hace tiempo que cuevas y caminos dejaron de ser el destino (Mostrándolos uno a uno.) de Cucurrucú, Polpoch y Kokol, y del antes venal Rossignol. (Cada uno de los nombrados cambia de postura con un estudiado movimiento, como los charlatanes de feria; ROSIGNOL hace una reverencia.) Y si ahora contemplamos al caballero un tanto grueso (Señala a Sade que, aburrido, da la espalda al público.) que de una mala gloria bajo el peso cinco años en la casa ya ha pasado, por muchos perseguido y acosado, en él veremos al señor de Sade, antes marqués, cuyo genio sin par de este drama autor es. Y de obras que ignoraron y quemaron, y por las cuales desterraron. Ahora, tras esta breve introducción, está ya en marcha nuestra producción, y hoy trece de julio de mil ochocientos ocho verán cómo empezó la eterna noche, quince años ha, para el de la bañera, (Señala a MARAT.) cuando brotó la sangre primera (Señala el pecho de MARAT.) de aquella herida que ésta, como premeditado, le abrió en el pecho con puñal comprado. (Señala a CORDAY. Música: Las hermanas calman a la CORDAY y la echan en el banco. SIMONE se sienta en el canto del podio, detrás de la bañera de MARAT. SADE toma asiento en su silla. 9


ROUX y DUPERRET se retiran a un banco. Los cuatro cantores se preparan para el homenaje a MARAT.)

5. HOMENAJE A MARAT KOKOL Y POLPOCH (Recitativo) Un lustro pasado había desde que nuestra Revolución nacía, desde que el mu-mú de oro destronamos y a muchos en una cabeza abreviamos. CORO (Al fondo. Cantado) Con los aristócratas a la farola, y los prelados dejen la iglesia sola. CUCURUCÚ Y ROSSIGNOL (Recitativo) E igual que hoy hacemos de la guerra memoria, así aquel recordaba la primera victoria (Señalan a MARAT) en vísperas de la fiesta de la Revolución luego consumada por nuestro emperador Napoleón. CORO (Al fondo. Cantado) Los generales, ahorcarlos. Los generales, empalarlos ROUX -¡Viva la Revolución! (Los cuatro cantores y otros pacientes se sitúan en torno de la bañera, como para una apoteósis7. Levantan una corona de hojas.) PACIENTE -(Al fondo.) Marat, nuestra fosa no queremos abrir. OTRO PACIENTE -(Al fondo.) Marat, queremos comer y vivir. OTRO PACIENTE –(Al fondo.) Marat, más cucuruchos no queremos pegar… TODOS LOS PACIENTES - Marat, queremos nuestro bienestar. KOKOL -(Señalando la corona.) Con estas hojas de coronamos, Marat, a falta de laurel, que se ha acabado con tanto cráneo de académico, caudillos de ejércitos y príncipes. (Le ponen la corona a MARAT, le sacan de la bañera y dos pacientes lo pasean en hombros.) CORO -¡Viva Marat! En ti nos apoyamos, eres el único en quien confiamos. (Pasean a MARAT por la superficie de la representación SIMONE va al lado de él, observándole angustiada. Los cuatro cantores y los pacientes de la comitiva hacen estudiados gestos de homenaje.)

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Apoteósis: honores extraordinarios que se brindan a una persona, casi como si fuera un dios.

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ROSIGNOL -(Ingenuo, tomándose el juego en serio.) Padrecito Marat, cómo te has puesto de rascarte. Con nuestra Revolución procura no equivocarte. CUCURUCÚ y POLPOCH -(Cantado.) Marat inflexible desde hace cuatro años, rastreando traidores y sufriendo los daños. Marat ante los jueces y escondido, por todos los rincones perseguido. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -Contra los cortesanos y contra el clero, contra los ricos y los monos guerreros, siempre descubriendo la palabrería de los lamepiés de la monarquía. CUCURUCÚ y POLPOCH -Mientras los gobernantes, los nuevos señores, se las dicen de todos los colores, cierran el paso al que camina y se mandan a la cárcel y a la guillotina. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -Y siguen hablando de los derechos, que ya nos conquistamos entonces, cuando la entera banda dispersamos y aquel supuesto inexpugnable fuerte pulverizamos rápidamente. LOS CUATRO CANTORES Y EL CORO-Marat, con nuestra Revolución ¿qué está pasando? Marat, no queremos seguir esperando. Marat, seguimos siendo pobre gente, y queremos los cambios de hoy inmediatamente. (Solemnemente vuelven a colocar a MARAT en la bañera. Le quitan la corona de la frente. SIMONE le cambia la venda diligentemente y le arregla la toalla de los hombros. Termina la música. SADE sigue sentado, inmóvil, y domina la escena con un gesto sarcástico.)

6. AGITACIÓN SOFOCADA ROSSIGNOL -Ya están los nuevos chupándonos la sangre, y echándonos trocitos de papel que representan dinero y sólo sirven para limpiarse el trasero. PACIENTE -El hambre es, entre todos, nuestro único derecho. OTRO PACIENTE -Nuestro único trabajo es vagar sin provecho. OTRO PACIENTE -Nos comen los piojos en fraternidad. OTRO PACIENTE -Y podemos reventar con igualdad. (COULMIER se levanta nervioso) ROUX -¿Quién reina en los mercados? ¿Quién tiene cerrados los graneros? ¿Quién ha sustraído las riquezas de los palacios? ¿Quién se ha instalado en las tierras que habían de ser 11


repartidas? (COULMIER lanza miradas en torno suyo. Una HERMANA retira a ROUX) LOS PACIENTES -(Al fondo, tras ponerse de acuerdo, hablan marcando el ritmo con las manos.) ¿Quién nos tiene presos, quién quiere encerrarnos? Estamos sanos y queremos liberarnos. COULMIER -(Golpea la barandilla con el bastón.) ¡Señor de Sade! (SADE no reacciona a la llamada.) Ya veo que tendré que ser yo la voz de la razón. ¿Cómo va a acabar esto, si ya al principio del drama autorizamos tanta agitación? Me permito pedir mayor serenidad. Hoy son, en suma, los tiempos otros, y debemos esforzarnos por transfigurar un poco los excesos ya olvidados. (Los mozos rechazan a los pacientes. Unas cuantas hermanas se sitúan ante ellos y los calman con una letanía.

7. SE PRESENTA CHARLOTTE CORDAY La CORDAY, sentada ensimismada en su banco es preparada por las hermanas. PREGONERO -En la nube de su fiebre y de su sueño, aquí ven a Marat, un hombre del pueblo. Ahí ven su mano, que el reposo se niega, mientras termina el griterío que llega. Vean fija en el mapa de Francia la mirada suya (Señala el mapa de francia desplegado por MARAT) mientras esperan. (Se vuelve. Murmullo creciente en el fondo.) CORO -(Murmurando.) Corday, Corday. PREGONERO -Mientras esperan que ésta lo destruya. (Señala con el bastón a CORDAY. La orquesata entona el tema de CHARLOTTE CORDAY. Pausa. El PREGONERO espera que las hermanas terminen de preparar a la CORDAY) Y ninguno de nosotros, y ninguno de nosotros. (Las hermanas llevan adelante a la CORDAY) puede evitar la cosa cierta: que ella está ya dispuesta ante su puerta. (El PREGONERO golpea el suelo tres veces con el bastón. Las hermanas sitúan a la CORDAY en el círculo de la representación. Como si se tratara de un acto ritual. Termina la música. Se retiran las hermanas.) do CORDAY -(Adormilada y vacilante.) Pobre Marat, en tu bañera, por el veneno corroído. (Despertándose.) Administrándolo insidiosamente, envenenando a las gentes, empujándolas a matar y a 12


pillar. Marat, he llegado, yo, Charlotte Corday, de Caen, en donde se reúne el ejército de la liberación: yo soy la primera que llega, Marat. (Pausa. Un acorde de laúdes para introducir el acompañamiento musical.) Los cambios que vimos una vez tú y yo tal como los pensara el gran Rousseau. Y a pesar de eso no nos uníamos, porque era distinto lo que entendíamos al elegir palabras iguales para decir nuestros ideales. Los dos buscamos de la libertad el puerto, pero tu camino pasa por una montaña de muertos. Como una boca sola hablamos de armonía: tú pronto nos mostraste lo que entendías. Por eso tuve que abandonarte y me pondo el deber de matarte. Para salvar a milees a uno mataré y de sus cadenas los desataré. (Termina la música. La CORDAY se pone de pie, con la cabeza hundida. Se le acercan las hermanas y la retiran.)

8. YO SOY LA REVOLUCIÓN MARAT -(Tiránico.) Simone, Simone, añade agua fría, dame una venda nueva para la frente. ¡Oh, qué picor! Este picor es insoportable. (SIMONE está dispuesta a sus espaldas y ejecuta con movimientos de maníaca lo pedido. Le cambia la venda de la cabeza, le abanica la espalda con la toalla y vacía en la bañera una jarra de agua.) SIMONE -Jean Paul, no te rasques así, que te desgarras la piel. Deja de escribir, Jean Paul, que eso no trae nada bueno. MARAT -Mi proclama, mi proclama del catorce de Julio a la nación francesa. SIMONE -Jean Paul, tienes que cuidarte, ya has puesto toda el agua roja. MARAT -¿Y qué es una bañera llena de sandre al lado de la que aún hay que derramar? Antes pensábamos que bastarían cien muertos, luego vimos que miles serían pocos, y hy ya no podemos contarlos, por todas partes, por todas partes. (Se incorpora en la bañera. Los cuatro cantores están jugando a las cartas y van cantando en voz baja su canción de la escena 5.) Allí, y allí. Detrás de las paredes, encima de los tejados, en los sótanos, los hipócritas se ponen nuestro gorro frigio y llevan en la camisa aún las armas del rey. Están de nuestro lado, pero cuando en la calle asaltan una tienda gritan todos: ¡harapientos, canallas, montón de proletarios! Simone, Simone, me arde la cabeza. No puedo respirar. Simone: el ruido de la 13


calle está dentro de mí. Simone: Yo soy la Revolución. (Las hermanas vuelvan a adelantar a la CORDAY.)

9. PRIMERA VISITA DE LA CORDAY PREGONERO -(Golpea tres veces el suelo con el bastón y señala a CORDAY. Las hermanas introducen a la CORDAY en el círculo de la representación. DUPERRET la sigue y se queda arrodillado al borde del círculo. SIMONE está de pie entre CORDAY y la bañera.) Primera visita de la Corday. (La orquesta entona el tema de CHARLOTTE CORDAY.) CORDAY -Vengo a hablar con el ciudadano Marat. Tengo que darle noticias importantes sobre la situación en mi ciudad de Caen, donde los conjurados se reúnen. SIMONE -No deseamos visitas, queremos tranquilidad. El que quiera decir algo a Marat ya se lo escribirá. CORDAY -No puedo escribir lo que he de decirle. Quiero estar a su lado y verle. (En un tono de declaración de amor.) Quiero ver cómo tiembla, y el sudor de su frente, y empuñar el puñal entre sus huesos, el puñal que me escondo en el velo. (Poseída.) Con las dos manos tomaré el puñal y lo hundiré en su carne. Luego le escucharé (Se acerca al podio de MARAT.) que puede contestarme. (Se queda al pie al lado de la bañera, saca el puñal y lo levanta para herir. SIMONE la mira petrificada. SADE se levanta de su asiento.) SADE -Todavía no, Corday. Tres veces llegas a su puerta. (La CORDAY se detiene, esconde el puñal y se retira modestamente hasta su banco seguida por DUPERRET y las hermanas.)

10. CANCIÓN Y PANTOMIMA DE LA LLEGADA DE CHARLOTTE CORDAY A PARIS. Acompañando a la canción, algunos pacientes actúan como mimos. Sueltos pasean alrededor del círculo de la representación. Disfrazados rudimentariamente representan tipos de la época. Uno como

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“incroyable”, otro “merveilleuse8”, otro con abanico, otro como mercader, otro como cuchillero, otros más como mozas alegres, moviendo mucho las caderas. También hay un acróbata o un vendedor de flores. La CORDAY rodea también el círculo, pero andando en sentido contrario al de los mimos. Su actitud es la de una muchacha provinciana que llega por vez primera a la ciudad y lo contempla todo llena de admiración. KOKOL y POLPOCH -(Situado al borde del círculo. Con acompañamiento musical. Cantado.) Charlotte Corday, una vez llegada, vio en todas las casas banderas colgar, por el viaje estaba todavía apagada, pero ya era tarde para descansar. Fue al Palais Royal, al sol mañanero, alguien le había hablado de un buen cuchillero. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -Fue viendo por los mostradores cremas, esencias, y afeites de mil colores; remedios contra la sífilis le ofrecieron, y en todos los tonos la invitaron y requirieron, le salieron con cajas y jarritas, y con consoladores y esponjitas. KOKOL y POLPOCH -Pero ella a nadie prestó cura, sino que entró resuelta en la tienda ya dicha, compró unpuñal de blanca empuñadura; preguntó el vendedor: ¿para cuya desdicha? Pero ella sonrió, y, como es bien dabido, pagó dos libras, lo convenido. (Ejecutan la pantomima de la compra del puñal. CHARLOTTE CORDAY elige el cuchillo, lo toma y lo paga. Lo esconde bajo el velo del escote. El vendedor le mira el pecho y hace un gesto de admiración.) CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -Oyó cantar los pájaros de las Tullerías, y le llegó el perfume de las flores, y tampoco se paró en las perfumerías, sino que se volvió a los callejones donde el olor a flores con el de la sangre se mezclaba, donde la gene aplaudía y silbaba al paso de las altas carretas llenas de formidables majaretas9. (La pantomima se intensifica y se transforma en una danza de la muerte. La música subraya el ritmo monótono. Dos pacientes, cubiertos por un paño, figuran un caballo. Arrastran una carreta con los condenados en mangas de camisa. Un sacerdote los bendice. Los 8

Merveilleuse: del francés, maravillosa, prodigiosa, excelente. En este caso se refiere a las jóvenes exageradamente elegantes de la época del Directorio, durante la Revolución Francesa. 9 Majareta: chiflado, loco.

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pacientes que acompañan a la carreta se retuercen de delicia, bailan y tiemblan. Algunos caen con convulsiones. Se oyen risitas y gemidos apagados. El ruido de los pájaros sigue el ritmo de la música.) CORDAY -(Vuelta hacia el público, desde el centro del círculo. Tras ella sigue la marcha.) ¿Qué ciudad es ésta, cuya niebla apenas atraviesa el sol? Pero no es niebla ni lluvia, es un válido vapor denso como el de los mataderos. ¿Por qué esa alegría? ¿Qué arrastran ahí? ¿Qué llevan en las picas? ¿Por qué saltan, por qué bailan? ¿Qué risa es ésa que los sacude? ¿Qué aplauden tan contentos? ¿Por qué chillan los niños? ¿Qué grumos son esos por los que pelean? ¿Qué ciudad es ésta en cuyas calles yace la carne desnuda? ¿Qué rostros son éstos? (A sus espaldas la danza de la muerte. Los cuatro cantores se suman a los que bailan. La carreta se convierte en patíbulo. Dos pacientes representan la guillotina. Se prepara contodos los espantodos detalles una ejecución. La CORDAY se repliega en sí misma y queda sentada en el suelo junto al borde anterior del círculo.) Pronto dejarán de estar en torno mío esos rostros, y sus ojos y sus bocas dejarán de acosarme.

11. TRIUNFO DE LA MUERTE Los mimos revientan con un cuchillo la gran barriga del sacerdote que se deshincha sonoramente. El condenado yace visible sobre un bloque o tajo, con el cuerpo inclinado hacia delante. Le cortan las manos con una sierra. MARAT -(Habla hacia adelante.) Lo que ahora ocurre es inevitable, pues ¿qué es lo que no habrán sufrido antes de poder vengarse? No estáis viendo más que su venganza: no presumáis de haberlos inducido. Lloráis ahora, retrasados justos, la sangre que ellos vierten. Pero ¿qué es esa sangre ante la sangre ellos han derramado por vosotros en vuestras correrías y talleres. (Caen las manos de la víctima. Jolgorio. Empiezan a aserrarle el cuello.) ¿Qué son los sacrificios que hoy se exigen, al lado de los que hicieron ellos para alimentaros? ¿Y qué son cuatro casas saqueadas, al lado de la expoliación que aplastó a ellos? Nunca os conmueve que el pueblo muera ante el hostil ejército con el que conspiráis en secreto. Esperáis de su derrota vuestro triunfo, y si llegara no arrugarías el noble ceño ahora fruncido de indignado asco. 16


COULMIER -(Se levanta. Cae la cabeza del condenado. Griterío triunfal. Se arrojan la cabeza como si fuera una pelota.) Señor de Sade esto no puede ser ni llamarse edificación: con esto no podemos sanar pacientes, los cuales, al contrario, se excitan sin motivo. Recordemos que hemos invitado al público para mostrarle que aquí no hospedamos sólo a las heces de la sociedad. (SADE no reacciona. Contempla la escena y al público con sonrisa burlona.) PREGONERO -(Interrumpe con un golpe de bastón el discurso de COULMIER.) Sólo morstramos lo que, en verdad, una vez ocurrió en nuestra ciudad. Con calma ahora lo contemplamos, que los hechos de entonces despreciamos. Pues como astutos, somos más avispados que aquellos cuyo tiempo para siempre ha pasado. (Señala con el bastón la escena del patíbulo. Largo redoble de tambores. Suben al patíbulo nuevas víctimas preparadas para la muerte.) CORDAY -(Se levanta.) Igual que estáis ahí inmóviles y veis más lejos que los ojos de vuestros verdugos, así estaré yo también cuando haya pasado todo. (Cierra los ojos y parece dormirse de pie.) SADE -Míralos, Marat, esos que antes poseyeron todo bien de la tierra, mira que hacen un triunfo de su derrota. Ahora que ya han perdido sus placeres, el cadalso les salva del infinito tedio. Felices suben al cadalso, como si fuera un trono. ¿No es eso el colmo de la corrupción? (Las víctimas se arrodillan ante el tajo. SADE ordena con un gesto a todo el grupo que se retire. Los pacientes retroceden hasta su estrado. Se retira la carreta. Devuelven a la CORDAY a su banco. Se corre la cortina de la barandilla alta del fondo, con lo que dejan de ser visibles los pacientes. Final de la música.)

12. DIÁLOGO ACERCA DE LA VIDA Y LA MUERTE Ya reina la calma al fondo. Las hermanas murmuran una breve letanía. MARAT -(Hablando a SADE desde el otro lado del vacío círculo de la representación.) En ti, Sade, leí una vez, en uno de tus escritos inmortales, que el principio de todo lo vivo es la muerte. SADE -Y esa muerte está sólo en la fantasí, sólo nosotros nos la representamos: la naturaleza no la conoce. Toda muerte, hasta la más cruel, se hunde en la indiferencia plena de la naturaleza. Sólo 17


nosotros damos algún valor a nuestra vida; la naturaleza contemplaría en silencio la destrucción de nuestro entero linaje por sí mismo. Odio a la naturaleza, quiero superarla, quiero herirla con sus propias armas, y cazarla en su misma trampa. (Se levanta.) La inmutable mirada de ese rostro de hielo. El que nada pueda moverla, el que lo aguante todo, eso es lo que nos espolea cada vez más lejos. (Respira con dificultad.) ¿Qué no hemos intentado desde siempre para cumplir su principio de que el débil está entregado al arbitrio y la gracia del más fuerte? ¿De cuántos modos la asaltamos en todas sus jerarquías, en constante infamia y goce del mal? ¿De cuántos modos hemos aplastado la falsa virtud con nuestra más vil habilidad? ¿Cuántas veces hemos experimentado en nuestros laboratorios antes de dar el último paso? Quiero recordar la ejecución de Damien después de su fracasado intento contra la vida de Luis XVI. ¡Qué suave es nuestra guillotina ante el martirio que él tuvo que soportar durante cuatro horas mientras el pueblo gozaba y mientras Casanova, arriba en la ventana, metía mano a sus damas que miraban! (Echa una mirada a la tribuna de COULMIER.) Le abrieron el pecho, los brazos y muslos y le echaron plomo fundido en la herida, lo bañaron con aceite hirviendo y pez ardiente, cera y azufre, le quemaron la mano al fuego. Le fijaron sogas a los miembros, a ella cuatro caballos y los arrearon. Durante una hora tiraron, desconcertados por la novedad, si despedazarle, hasta que le aserraron los hombros y caderas; así perdió el primer brazo, y luego el segundo, y veía lo que le hacían, y se dirigía a nosotros, con una mirada que todos comprendimos; y cuando ya le habían arrancado la primera pierna y la segunda, vivía aún, aunque con vos más débil, hasta que fue al final un sangruiento muñón, con la cabeza colgante, que ya sólo gemía, mierando el crucifijo que el confesor le ofrecía. (Se oye en el fondo una letanía a media voz.) Esa fue una fiesta popular con la que las nuestras no pueden compararse. Nuestra inquisición no nos divierte ya, aunque apenas la hemos empezado. Nuestros asesinatos no tienen aliciente porque son cosa cotidiana. Condenamos sin pasión y no se nos presenta ninguna hermosa muerte individual sino sólo un morir anónimo y mezquino al que podemos lanzar pueblos enteros, con un cálculo frío, hasta que al final la vida entera muera. MARAT -Ciudadano marqués, aunque te sientas en nuestros tribunales y aunque nos asististe en el caos de septiembre, aún habla 18


por tu boca el alto caballero, y lo que te parece indiferencia natural no es más que tu propia apatía. SADE -La compasión, Marat, es una cualidad de los privilegiados. Cuando el compasivo se inclina a dar limosna, rebosa desprecio, finge estar conmovido pensando en sus riquezas, y su limosna no es para el mendigo sino un puntapié. (Acorde.) No, Marat, nada de sentimientos pequeños, sé que te importa otra cosa. Para ti como para mí valen sólo los últimos extremos. MARAT -Si extremos son, son extremos distintos que los tuyos. Contra el silencio de la naturaleza yo pongo una acitvidad. En la gran indiferencia yo descubro un sentido. En vez de contemplar inmóvil, yo intervengo, y digo que ciertas cosas son falsas y me pongo a cambiarlas y corregirlas. Lo que hace falta es salir de abajo tirándose de los propios cabellos, empujarse a sí mismo desde dentro hacia fuera, y verlo todo con ojos nuevos.

13. LA LITURGIA DE MARAT Las hermanas descorren rápidamente la cortina del fondo. Aparecen los pacientes, dispuestos para cantar en coro. MARAT -Por mucho tiempo se dijo que los monarcas eran buenos padres bajo cuyo cetro vivíamos en paz, y los poetas comprados nos describían con entusiasmo sus hazañas. Y los sencillos padres de familia enseñaban piadosamente esas doctrinas a sus hijos. CORO -(Acompañando el monólogo de MARAT.) Los monarcas son buenos padres, bajo cuyo cetro vivimos en paz. Los monarcas son buenos padres, bajo cuyo cetro vivimos en paz. MARAT -Y los niños repetían la doctrina y creían en ella, como se cree lo que siempre se oye. Y así también lo decían los curas: (Acompañado por el coro.) En nuestra misericordia abrazamos a todos los hombres por igual, no estamos atados a ninguna tierra ni gobierno, estamos unidos en un solo pueblo de hermanos. (Solo) Y los sacerdotes contemplaban las injusticias y callaban y decían: (Acompañado por el coro.) Nuestro reino no es de este mundo, esta tierra es atrio de peregrinaje, nuestro espíritu es dulce y paciente. (Solo.) Y así arrancaban a los pobres la última perra ahorrada, y se regodeaban entre sus tesoros, y engullían y bebían con los príncipes, y decían a los hambrientos: (Acompañado por el coro.) Sufrid, sufrid 19


como el que está en la cruz, que así lo quiere Dios. (Se forma una procesión de mimos. Pacientes y los cuatro cantores se mueven hacia delante. Los disfraces sugieren dignatarios eclesiásticos. Cucurucú lleva una cruz hecha de escobas y arrastra detrás suyo, con una cuerda atada al cuello a POLPOCH. KOKOL agita un cubo como si fuera un incenciario. ROSSIGNOL va pasando las cuentas de un rosario. MARAT sigue hablando solo.) Pues lo que uno oye repetir constantemente es lo que cree, y por eso los pobres se contentaban con la estampa de la sangrienta víctima clavada a la cruz, adorando la imagen de su propia impotencia; (Acompañado por el coro. Al rumor del coro se suma el de las letanías de las hermanas.) Levantad las manos al cielo y soportadlo todo en silencio y orad por los que os torturan, pues la oración bendita es vuestra única rma por la que se os dará el Paraíso. (Solo.) Y así los mantenían en su ignorancia, para que no se levantaran contra sus amos, que los gobernaban bajo el manto del mandato divino. CORO -Amén. COULMIER -(Se levanta y grita al mismo tiempo que el “Amén” del CORO.) Señor de Sade, tengo que oponerme a este exceso, pues habíamos decidido tacharlo. ¿No ve cómo suena esto, hoy día que nuestro emperador se rodea de eclesiásticos dignatarios y repetidamente muestra lo mucho que necesita el pueblo sacerdotal consuelo? En absoluto puede hablarse de opresión. Todo es, por el contrario, para suavizar la miseria con roperos, visitación de enfermos y sopa de convento, e incluso nosotros, en esta casa, no dependemos sólo de la gracia del mundanal gobierno, sino ante todo del favor benévolo de nuestros padres espirituales. PREGONERO-(Levanta el bastón.) Si alguien del público herido se siente le rogamos que sea paciete, y que piense sin cuidado que estamos dirigiendo la mirada al pasado, en el que todo era diferente. Hoy tenemos a Dios, naturalmente. (Se santigua.)

14. INCIDENTE LAMENTABLE Al fondo, un paciente con estola o prenda alta sacerdotal sufre un ataque y viene hacia delante cojeando de rodillas. PACIENTE -(Tartamudea arrebatado.) Adorad, adoradle. Satanás, que estás en los Infiernos, venga a nos tu Reino, hágase tu 20


voluntad, así en la Tierra como en el Infierno. Perdónanos nuestras deudas y líbranos del bien. Indúcenos en tentación, por los siglos de los siglos Amén. (COULMIER se ha levantado de un salto. Unos mozos se lanzan contra el paciente, le atan, le llevan hacia atrás y le ponen bajo una ducha.) PREGONERO -(Blandiendo la carraca.) Incidentes de esta clase son aquí inevitables, y por la enfermedad muy explicables. Procuremos con respeto recordar que ése al que ayudan a meditar fue un conocido predicador, de un célebre convento prior. Reconozcamos esto como señal de lo inescrutables que son el mundo celeste y el terrenal. (Vuelve a sonar la carraca para terminar. COULMIER se sienta. Los pacientes se retiran y se echan en sus bancos, vigilados por las hermanas y los mozos.)

15. CONTINUACIÓN DEL DIÁLOGO ENTRE MARAT Y SADE SADE -Para determinar qué es falso y qué es verdad tenemos que conocernos. Yo no me conozco. Cuando creo que he descubierto algo estoy ya dudándolo, y tengo que volver a destruirlo. Todo lo que hacemos es imagen soñada de lo que queremos hacer, y jamás pueden hallarse más verdades que las mudables de la propia experiencia. Yo no sé si soy el verdugo el martirizado. Invento las torturas más monstruosas y cuando me las describo la sufro yo mismo. Soy capaz de todo, y todo me llena de terror, y así también veo que otros de golpe se desfiguran hasta hacerse irreconocibles y se ven arrastrados a imprevisibles acciones. Hace poco vi a mi sastre, un hombre apacible que solía filosofar conmigo, le vi con espuma en la boca, furioso y gritando, mientras daba con una porra a un suizo, le vi machacar del todo a aquel hombre armado a la antigua, y le vi luego, sobre el pecho abierto del caído, le vi arrancar y comerse el corazón que aún pulsaba. PACIENTE -(Adelantándose de un salto.) Animal insentato, un animal insensato es el hombre. En mi vida milenaria participé en millones de asesinatos. Qué bien estercolada, qué bien estercolada está en todas partes la tierra con el amasijo de las entrañas humanas. Nosotros, los pocos vivos, nosotros los pocos vivos, caminamos por un barro de cadáveres. Por todas partes, bajo nuestros pies, a cada paso, bajo nosotros, huesos corroídos, cenizas, cabello enmarañado, 21


arrancados dientes, cráneos abiertos. Animal insentato, un animal insensato soy. (SADE se le ha acercado y le lleva, calmándole, hacia el fondo, mientras el paciente sigue gritando.) No bastan jaulas, no bastan cadenas, sé salir afuera a través de todos los muros, las esquirlas de hueso a través de la gangrena; ya veréis que no he terminado, tengo mis planes. (MARAT no recuerda su papel.) PREGONERO -(Apuntándole.) ¡Oh, este picor! MARAT -¡Oh, este picor, este picor! (Vacila.) PREGONERO -(Apuntándole.) La fiebre. MARAT -La fiebre me zumba en la cabeza, hay en mi piel ardor y hervor. Simone, Simone, moja el trapo en vinagre, refréscame la frente. (SIMONE se precipita y hace lo pedido.) SADE -Si ya lo sé, ahora darías toda la gloria y el favor popular por cuatro días de salud. Ahí yaces en el baño como en el agua rosada de la matriz. Nadas retorcido, sólo con tu imagen del mundo, a la que ya no corresponden los hechos de afuera. Querías fundirte con la realidad, y ella te ha reducido a este rincón. Yo renuncié ya a ocuparme de ella, mi vida es la imaginación. Ya no me interesa la Revolución. MARAT -Te equivocas, Sade, te equivocas, no hay muralla que pueda perforarse con sólo la agitación de la idea. Ni puedes subvertir órdenes con la pluma. Por mucho que queramos comprender lo que nace, ello surge sólo entre torpes acciones. Tan corruptos estamos por el pensamiento que cada generación tomó de otra, que ni niestros mejores saben salir de apuros. Hemos inventado la Revolución, pero aún no sabemos cómo manejarla. En la Convención siguen siendo individuos, con su vanidad cada uno, y cada cual quiere algo del pasado: el uno un cuadro hermoso, el segundo su amante, el otro sus molinos, sus astilleros otros, el uno sus ejércitos, y el otro hasta su rey. Y otra vez a empezar, colgando a los derechos humanos el sacro derecho al enriquecimiento. Y aún tenemos que oir lo que va a resultar: libre e igual luchará cada cual fraternalmente y con las mismas armas. Creso cada cual de sí mismo. El hombre contra el hombre y el grupo contra el grupo, en una alegre explotación recíproca. -(Los pacientes van incorporándose, algunos se levantan y adelantan. Los cuatro cantores se preparan para su escena.) Y así se ven ante un florecimiento del del comercio y el de la industria, ante un empuje sin igual, y mientras estamos más 22


lejos que nunca a los ojos de otros (Señala la platea.) ya está ganada la Revolución.

16. REACCIÓN DEL PUEBLO LOS CUATRO CANTORES -(Con acompañamiento musical.) ¿Y quién les ha dado el enchufe? ¿Y quién les ha dado los codos? ¿Y de dónde las relaciones y el espíritu empresarial? Nosotros no tenemos sino agujeros. KOKOL -Para vivir POLPOCH -en el estómago ROSSIGNOL-y en el vestido. LOS CUATRO CANTORES Y EL CORO -Marat, con nuestra Revolución ¿qué está pasando? Marat, no queremos seguir esperando. Marat, seguimos siento pobre gente, y queremos los cambios hoy inmediatamente. PREGONERO -(Se adelanta blandiendo el bastón. Termina la música. Se reiran los cuatro cantores y el coro.) Os rogamos público distinguido, que véais cómo, tonto y desprevenido, el pueblo siempre en la desgracia acaba. En vez de mostrar una prisa tan necia debería, en estos tiempos, callar con paciencia, trabajar para aquellos, y en ellos confiar, que con su propia fuerza algo saben crear. Pues no menos que ustedes, señoras y caballeros, en ver con sumo gusto seremos los primeros la armonía tan fácil de lograr y que casi hemos conseguido ya. (DUPERRET y las hermanas están atareados con la CORDAY, a la que no consiguen despertar. La levantan, la sostienen e intentan ponerla en movimiento.)

17. PRIMERA CONVERSACIÓN ENTRE CORDAY Y DUPERRET Dos hermanas llevan a la CORDAY hacia delante. La sostienen por los hombros. Detrás va DUPERRET, que sostiene a CHARLOTTE por las caderas. PREGONERO -(Toca un par de veces su flauta de Pan.) Y por mostrar también decoro, alto sentido, tiene ahora el autor decidido a la hermosa y audaz Charlotte Corday. (Se vuelve con preocupación, se tranquiliza y señala con el bastón a la CORDAY) asociar el señor Duperret. (Con ayuda de las hermanas la CORDAY llega hasta el 23


círculo de la representación. DUPERRET se pone junto a ella. Las hermanas se quedan a su espalda. Saludos ceremoniosos entre DUPERRET y CORDAY) En Caen, donde pasó los años de su juventud en un monasterio, llena de virtud, le recomendaron muy cálidamente a este señor, como consejero y consolador. (DUPERRET aprovecha la escena para pasar tiernamente las manos por el cuerpo de CORDAY. El PREGONERO a DUPERRET) No abuses del papel que tu amor es platónico. (Hace a la orquesta una señal con el bastón. CORDAY queda de pie, con la cabeza echada para atrás y los ojos cerrados. La orquesta entona el tema de CHARLOTTE CORDAY. El PREGONERO vigila a la pareja de cerca.) C0RDAY -(Con los ojos cerrados.) Ay, querido Duperret. (Vacila y vuelve a empezar, con estilo de aria.) Hay caro Duperret, qué podemos hacer para evitar este mal. (Abre los ojos.) En todas las callejas se oye ahora decir que nombran a Marat… (Vacila. DUPERRET le pasa lentamente la mano por la espalda y las caderas.) Que nombran a Marat tribuno y dictador. Hoy finge aún que las medidas de terror son de vigencia temporal, pero sabemos que es su fin la anarquía y la disolución. (Se hunde agotada.) DUPERRET -(La sostiene abrazada, y recita con el mismo estilo de aria, pero con fuego.) Ay, cara Charlotte, vuélvete atrás, al seno de tus pías amigas y sigue tu vida en el recogimiento y la oración, pues no podrás con esos enemigos tú medirte. (Una de las hermanas se acerca a DUPERRET y le retira la mano que había puesto en el pecho de la CORDAY. Ésta sigue perdida en sí misma, de pie.) Tú dices que Marat. Mas quién es Marat? Cualquier corso perdido aquí en París. O perdón: quizá un sardo, o hasta judío. ¿Quién le va a escuchar? El populacho de la calle. Este Marat no nos es peligroso. (Vuelve a abrazar a la CORDAY con los dos brazos, apretándole las caderas. Los cuatro cantores transcurren el tiempo con toda clase de juegos: juegan a los dados y se enseñan unos a otros trucos con la baraja.) C0RDAY -(Repentinamente despierta y enérgica.) Querido Duperret, sólo quieres probarme, pero sé qué tengo que hacer. (Intenta liberarse del abrazo de DUPERRET. Las dos hermanas situadas detrás del podio apartan las manos de DUPERRET.) Vete tú a Caén. Barboux y Buzot te necesitan. Vete hoy mismo en seguida, no esperes a la noche que siempre llega tarde. DUPERRET -(Apasionado, con estilo de aria, como antes.) Cara Charlotte, mi sitio está aquí. (Se arrodilla ante ella y le abraza las 24


piernas.) ¿Cómo podría dejar la ciudad en que tú estás? Cara Charlotte, mi sitio está aquí. (Pierde el dominio y la abraza violentamente. El PREGONERO le golpea con el bastón y luego da golpes en el suelo.) PREGONERO -(Apuntándole) Y por qué iba a escapar… DUPERRET -¿Y por qué iba a escapar, ahora que ya se está acabando todo? (Sobando intensamente a la CORDAY.) Ya están los ingleses ante Dunkerque y Toulon, los prusianos. PREGONERO -(Corrigiéndole) Los españoes.ociar DUPERRET -Los españoles en el Rosellón, París. PREGONERO -(Corrigiéndole) Mainz. DUPERRET -Mainz por los prusianos cercada, Condé y Valenciennes por los ingleses. PREGONERO -(Corrigiéndole) Austríacos. DUPERRET -Austríacos tomadas. La Vendée está sublevada. (Muy encendido y con violentas caricias.) Ya no podrán resistir mucho esos advenedisos y fanáticos sin amplias perspectivas ni cultura. No, Charlotte, sigo aquí. (Le aprieta la cabeza en su pecho.) para esperar el día en que la libertad podamos proclamar. (Se levanta sin dejar de abrazar a CORDAY e intenta besarla. CORDAY se suelta, las dos hermanas rechazan violentamente a DUPERRET y conducen a la CORDAY a su banco. Termina la música.)

18. SADE SE RÍE DE TODAS LAS NACIONES A MARAT desde su asiento. SADE -Oyes, Marat, cómo todos desean el bien de Francia. A quién da más en patriotismo, y con sentido de lo bello o sin él, todos están dispuestos a morir por el honor de Francia; radicales y moderados, todos quieren lamer sangre. (Se yergue) Lo llamamos justicia, cuando condenamos y decapitamos; los demás esperan nuestra descomposición, presintiendo el día en que podrán nombrar otra vez a nobles señores de talento, que negocien cortesanamente y a los príncipes que vuelvan a dejar respirar. Unos y otros, tibios y coléricos, creen en la grandeza de Francia. Marat, ¿ves la locura de este patriotismo? Te declaro que he renunciado hace tiempo al heroísmo ese, me río de esta nación, igual que me río de todas las naciones. (Dos carcajadas al fondo.) 25


COULMIER -(Grita en seguida, con el índice levantado.) ¡Cuidado! PACIENTE -(Al fondo.) ¡Vivan Napoleón y la nación! (Agrias carcajadas al fondo.) KOKOL -(Desde el fondo.) ¡Vivan todos los emperadores, reyes, obispos y papas! (Agitación al fondo.) POLPOCH -¡Vivan la sopa de agua y la camisa de fuerza! ROSSIGNOL-¡Viva Marat! ROUX -¡Viva la Revolución! SADE -(Dominando la agitación con la voz.) Las consignas se difunden fácilmente y arrastran movimientos circulares. (Un paciente empieza a correr locamente en círculo; le sigue otro, y otro luego. Los mozos los persiguen.) Y yo me río de esos movimientos de masas. (Agudas risitas al fondo.) Me río de todas las buenas intenciones que acaban en un callejón sin salida; me río de todos los sacrificios hechos por cualquier causa; no creo más que en mí mismo. MARAT -(Dirigiéndose violentamente a SADE) Yo no creo más que en la causa que tú traicionas. Hemos derribado a la chusma que engordaba en el trono y nos hollaba, hemos eliminado a muchos, otros muchos escaparon, y muchos de los que empezaron con nosotros hacen ahora guiños al brillo antiguo, y ahora resulta que la Revolución se hacía para comerciantes y tenderos. La burguesía, la nueva clase victoriosa, y allí debajo el cuarto estado, que llegó, como siempre, un poco tarde. LOS CUATRO CANTORES -(Paseando en primer término, cada uno en todo de conversación, con acompañamiento de música.) Ahora las monas neorricas vacían de los curas las barricas. Nos ahoga a nosotros la porquería, ellos apalean oro en la tesorería. Y en la Convención, los diputados, esos orgullosos porque han estudiado, no piensan ya en más cosa que gloria, mujeres y vida rosa. Entre sus pedos y banquetes nos olvidan a los pobretes. No sólo los de sus palacios privados, también nosotros somos perjudicados.

19. AGITACIÓN DE JACQUES ROUX ROUX -(En el fondo, ha saltado encima de un banco) ¡Tomad las armas! ¡Defended vuestro derecho! Si no os tomáis ahora lo que necesitáis, podéis esperar áun otro siglo más y contemplar el tenderete que levanten. (Se acercan pacientes a ROUX, desde el 26


estrado.) Ellos os desprecian porque nunca habéis podido permitiros aprender a leer y escribir. Les servisteis para el trabajo sucio de la Revolución, pero ahora se tapan las narices porque vuestro sudor hiede. Debéis sentaros abajo, lejos de ellos, para que ni siquiera tengan que veros; y desde allí abajo podéis contribuir, en vuestra ignorancia y vuestro mal olor, al despliegue de la nueva era. Y también así les servís para el trabajo duro, mientras arriba sus poetas hablan de poderosas corrientes de vida, y hasta sus peores crímenes se doran al fuego de la alta cultura. ¡Arriba! ¡Presentaos a ellos! ¡Mostradles cuántos sois! (Se acercan los cuatro cantores y le escuchan sin convicción. KOKOL saca una botella, bebe un trago y la pasa a otro. Dos hermanas agarran a ROUX por la espalda y le bajan del banco.) COULMIER -(En pie de un salto.) ¿Vamos a escuchar eso tranquilamente, nosotros, ciudadanos de una época nueva, nosotros que promovemos el desarrollo? MADAME COULMIER -Esto es labor de zapa, no lo podemos tolerar. PREGONERO -(Con un agudo silbido.) Han oído a Jacques Roux, el cura, una religión nueva inventa con soltura, baja del púlpito al arroyo y atruena allí con sacerdotal odio. Como predicador sabe sus buenas frases y arrastra a todos con un par de pases. Pronto cambia los campos celestiales por imágenes más terrenales. El Paraíso aquí: por él pasearán y en orden nuevo vivirán. Falta sólo saber cómo puede alcanzarse, pues obrar no es tan fácil como expresarse. Así empieza por ser el visionario de estos despellejados proletarios, les habla de Marat como de un santo y ya con ello se apunta un tanto, pues tal parece como el Crucificado. (Señala a MARAT.) edificante para el buen cristiano. (ROUX se libera y salta otra vez hacia delante.) ROUX -Exigimos que se abran los graneros para aplacar el hambre. Exigimos que todos los talleres y fábricas pasen a nuestras manos. (Los cuatro cantores interrumpen su agitación. Pero pronto se agota su atención y empiezan a disputarse la última gota de vino.) Exigimos que en las iglesias se establezcan escuelas, para que alguna vez se enseñe allí por fin algo útil. (COULMIER agita mucho las manos y quiere intervenir.) Exigimos un inmediato esfuerzo de todos para terminar esta guerra, esta guerra maldita que es el pretexto de la especulación y despierta la sed de conquista. (COULMIER baja precipitadamente de la tribuna y se dirige a SADE y habla con él, pero 27


éste no reacciona.) Exigimos que los que han desencadenado esta guerra soporten directamente todas sus cargas. (Los cuatro cantores pasean sin prestar atención.) De una vez para todas hay que enterrar la idea de grandes guerras y armadas victoriosas. Nadie es glorioso en guerra, en los dos lados sólo miedosos excitados, con el mismo deseo: no acabar bajo tierra, sino pasear por ella sin pierna de madera. COULMIER -(Gritando.) ¡Esto es derrotismo! MADAME COULMIER-Necesitamos el ejército. COULMIER -(A SADE excitado.) ¡Habíamos tachado esta escena! SADE -(Sin preocuparse de COULMIER. Fuerte.) Muy bien, Jacques Roux. Me gusta tu vestido monástico, pues lo mejor hoy día es predicar Revolución con hábito. (Dos hermanas reducen y arrastan a ROUX. DUPERRET aprovecha la confusión para cubrir de sobos a la CORDAY, que sique pasiva. Hay pacientes que se agitan.) ROUX -(Mientras lo atan con correas a un banco.) Marat, ésta es tu hora. Marat, muéstrate, que te esperan. Pues la Revolución debe durar un solo instante, como el rayo que hiere y lo consume todo con luz que ciega. (ROUX se levanta de un salto, con el banco atado. Lo reducen. Rechazan a los pacientes.)

20. SADE BAJO EL LÁTIGO SADE -(Se adelanta lentamente hacia el círculo y habla sin preocuparse de la agitación.) Marat, hoy te necesitan: tienes que sufrir por ellos. Y pondrán en el Panteón la urna de tus cenizas. Mañana llegarán y la destrozarán, y luego se preguntarán ¿Marat, quién fue Marat? Marat, ahora voy a decirte lo que pienso de esta Revolución a cuyo nacimiento contribuí yo mismo. (Silencio al fondo.) Ya cuando estaba en la Bastilla tenía escritas mis tesis. Las saqué despellejándome a golpes de mi azote, por odio de mí mismo y del límite de mi pensamiento. En la cárcel surgieron ante mí los representantes monstruosos de una clase en decadencia cuyo poder se presentaba sólo en aquel espectáculo de excesos corporales. Hasta el último detalle reconstruí el mecanismo de sus violencias y para hacerlo dejé que hablara todo lo malo y bruto que en mí había. Fue menos un ataque contra los que se ahogaban arrastrando consigo todo lo que aún tenían, que un ataque a mí mismo. En una 28


sociedad de criminales saqué de mí lo criminal a luz para estudiarlo y estudiar el tiempo en que vivía. Las violaciones y los tormentos que realizaban mis gigantes fantásticos eran obra mí, y también era yo el atado y torturado y ahora quiero recordarlo, y que esa hermosa (Señala a la CORDAY, llevada ahora hacia delante.) que tan ansiosa está y a la que pongo la correa en la mano, me azote, mientras te hablo de la Revolución. (Las hermanas llevan a CORDAY hasta el círculo. SADE le da un látigo de varias colas. Se desgarra la camisa y ofrece la espalda. Queda inclinado hacia delante. La CORDAY está a su espalda. Algunos pacientes se acercan despacio. En la tribuna de COULMIER, las damas esperan con delectación.) Primero vi en la Revolución la posibilidad de una enorme explosión de venganza, una orgía que rebasara todos los sueños anteriores. (CORDAY prepara lentamente el latigazo y lo descarga. SADE se curva más.) Pero luego vi, en el Tribunal, (Latigazo, SADE jadea) no ya como acusado, sino como juez, que no sería capaz de entregar los presos al verdugo. (Latigazo) Hice lo posible por absolverlos o salvarlos y vi que no era capaz de asesinar. (Latigazo. SADE gime asmáticamente.) Aunque eso era el único hecho válido apra probar mi propia existencia. Y ahora, (Latigazo. SADE gime.) Ante la posibilidad, me sobrecogió el mareo. (CORDAY se detiene. Ella misma respira afanosamente.) En septiembre, cuando la limpieza en el convento de los carmelitas, en el patio, me sentí mal de repente, y vomité (Cae de rodillas.) Al ver cumplirse mis profecías, (La CORDAY queda encima de él con las piernas separadas.) y cómo llegaban corriendo mujeres, con las manos ensangrentadas de sostener los órganos cortados a los hombres. (Latigazo. SADE se inclina más.) Y luego en los meses siguientes, (Molesto por el asma.) Cuando las carretas pasaron regularmente con su carga hacia el patíbulo, caía la cuchilla, y subía y caía, (Latigazo.) la represalia perdió todo sentido, porque se hizo mecánica. (Latigazo. SADE se acurruca. La CORDAY está muy erguida.) hecha de sorda inhumanidad en una peculiar tecnocracia. (Latigazo.) Y ahora, Marat (Latigazo. SADE respira difícilmente.) ahora veo adónde lleva esta Revolución. (La CORDAY sigue con el látigo, sobre SADE, pero sin ver nada. Las dos hermanas se la llevan. Ella se deja llevar, y va arrastrando el látigo. SADE sigue hablando.) A que se seque el individuo, a un lento disolverse en la monotonía, a la muerte del juicio, a la negación de sí mismo, a una debilidad mortal bajo un estado cuyo rostro estará infinitamente lejos de todo 29


individuo. Por eso me voy, y no pertenezco ya a nadie. Si estoy condenado a la catástrofe, quero arrancarle a la catástrofe misma lo que esté dentro de mi propia fuerza. Me doy de baja de mi sección. Ya sólo miraré, sin intervenir, observando, recordando lo observado, mientras me rodea el silencio. (Se detiene respirando trabajosamente.) Y cuando desaparezca me gustaría borrar todas mis huellas. (Coge la camisa y vuelve despacio a su silla vistiéndose.)

21. POBRE MARAT, SIEMPRE AGITADO (Inclinado hacia adelante, dejándose ir) MARAT -Simone, Simone, (Con los ojos como de ciego.) ¿Por qué está todo tan oscuro? Dame otro paño para la frente, ponme otro por los hombros. No sé si tengo frío o estoy ardiendo. (SIMONE está ya preparada, de pie, y se inclina sobre él con sus esquinados movimientos, le pone la mano en la frente, le cambia los paños, le abanica con elllos. Algunos pacientes se sientan en el suelo detrás del círculo.) Simone, llama a Bas para dictarle la proclama, la proclama a la nación francesa. (SIMONE sacude aterrada la cabeza y se tapa la boca con la mano.) ¿Dónde están mis papeles, Simone? Hace un momento los veía. ¿Por qué está todo tan oscuro? SIMONE -(Le mueve los papeles que están en la tablilla.) Si están aquí, Jean Paul. MARAT -¿Dónde está la tinta? ¿Dónde está la pluma? SIMONE -(Indicándoselo) Aquí está la pluma, Jean Paul. Y aquí está el tintero, como siempre. Será una nube pasajera, o el humo: ahora los cadáveres se queman. (La orquesta empieza. Destacan los cuatro cantores.) LOS CUATRO CANTORES -(Cantado) Pobre Marat, siempre perseguido, siempre calumniado, de ellos escondido, los que tu prensa destruyeron y también tus escritos prohibieron. Pobre Marat, en quien creemos, siempre a la pluma aferrado te vemos, escribiendo con lámpara humeante hasta que sus perros vuelven a encontrarte, y rodean tu caa, y tu puerta sellan y vuelves al destierro bajo tierra. Pobre Marat, creemos en ti, pero ¿aún puede tu saber servir, ahora que estás ahí en el baño, la piel herida, el respirar con daño?

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LOS CUATRO CANTORES Y EL CORO -Marat, con nuestra Revolución, ¿qué está pasando? Marat, no queremos seguir esperando. Marat, seguimos siempre siendo pobre gente y queremos los cambios hoy inmediatamente. (Final con música. Se retiran los pacientes y los cantores. Se corren las cortinas que ocultan a los pacientes, pero éstos quedan esta vez delante de ellas.)

22. SEGUNDA CONVERSACIÓN ENTRE CORDAY Y DUPERRET Las hermanas y DUPERRET intentan levantar a CORDAY hasta que lo consiguen. Las hermanas le arreglan el vestido y le colocan bien el sombrero medio caído. Se retiran hasta el fondo los pacientes y los cantores. Se adelanta el PREGONERO y da tres golpes en el suelo con el bastón. PREGONERO -(Hace sonar un par de veces su flauta de Pan recorriéndola con los labios.) Tras evocar tantos hechos molestos atendamos ahora a más claros aspectos: aunque uno siente fiebre y otro aún escozor, sigue existiendo el gentil amor. No está solo el rencor ni sola la tristeza, la vida está también llena de nobleza. Por ello contemplemos este par abrazado. (Las hermanas llevan a la CORDAY hasta el círculo. DUPERRET la abraza. El PREGONERO los señala.) ella con su mata de pelo bien cuidado. (Señala.) su interesante pálida hermosura. (Señala) y los ojos que el llanto transfigura; los labios tiernos, de curva sensual. (Señala) Y luego él, en caricias sin igual, (Señala a DUPERRET. Éste toma un pie de CORDAY y le besa el zapato. Luego le besuquea la pierna. Ella lo rechaza.) que con su gracia natural se agita. (DUPERRET, rechazado, pierde el equilibrio y cae pesadamente sentado. Pero se levanta en seguida y toma una ridícula posición de enamorado. La CORDAY vuelve la cara con desprecio) mientras su corazón en la pasión se agita. (Señala el pecho de DUPERRET) Alegremonos, pues, de su ansiosa mirada, antes que su cabeza sea cortada. (La orquesta empieza el tema de CHARLOTTE CORDAY. Ésta no recuerda su entrada. Apuntando.) Un día será realidad… CORDAY -(Con estilo de aria) Un día será realidad, el hombre será acorde con él mismo y con los demás. (DUPERRET le cubre de besos la mano y el brazo.) 31


DUPERRET -(Acariciándole la cabeza. Cantando como un aria.) Un día en un orden social en el que cada uno aunque con todos se unirá, (Mete la mano por debajo del vestido de CORDAY, que se resiste.) sin obedecer tendrá su libertad. (Intenta besar a CORDAY en la boca, ésta le evita.) CORDAY -En el que cada uno tendrá con todos los demás y sobre sí derecho igual. DUPERRET -(Asido a la CORDAY y multiplicando las caricias.) Un día, es un nuevo contrato en el que las naturales desigualdades entre los hombres (CORDAY se echa para atrás y se libera. DUPERRET la persigue sin dejar de hablar.) se subordinen a un orden superior (Jadeando.) y así todos (Una de las hermanas sostiene a CORDAY y la retira. CORDAY queda en una postura heroica.) aunque diversos en cuerpo y en alma, sean iguales por el derecho y contrato (Suspira aliviado. Adopta también una postura heroica. Los dos forman un agradable grupo final de la escena.)

23. ESAS MENTIRAS QUE CIRCULAN MARAT -(Se endereza. Las hermanas se llevan a la CORDAY. DUPERRET las sigue.) Esas mentiras que circulan sobre el estado ideal, como si los ricos fueran jamás a entregar sus riquezas de buen grado. Cuando la fuerza de los hechos les obliga a ceder aquí o allá, lo hacen sólo porque saben que con ello también podrán ganar. Ahora dicen que los trabajadores pueden esperar mayor salario. ¿Por qué? (La cabeza de un paciente aparece abriendo la cortina. Cierran ésta por dentro.) Porque están previendo mayor producción y consiguientemente mayor venta que engorde los bolsillos de los empresarios. No creáis que se les pueda hablar sin violencia. (Algún que otro paciente se acerca lentamente al centro y se queda a escuchar. La CORDAY está echada en el estrado. DUPERRET se inclina sobre ella.) No os dejéis engañar cuando esté ahogada la Revolución y os digan que las cosas han mejorado mucho. Y aunque ya no veáis la miseria, porque la hayan pintado de blanco, y aunque ganéis dinero y podáis comprar algo de lo que las industrias os endosen, y aunque os parezca que ya está el bienestar ante la puerta, todo eso será un invento de ellos, de los que seguirán teniendo más. (Los cuatro cantores y varios pacientes se adelantan poco a poco.) No los 32


creáis cuando os den palmaditas en los hombros diciendo que ya no hay grandes diferencias ni ya motivo para luchar, (COULMIER lanza miradas inquietas.) Pues entonces estarán en su apogeo, (Se vuelve hacia el público) En sus nuevos castillos de mármol y acero, desde los cuales desnudan al mundo bajo la enseña de difusión de la cultura. (COULMIER deja precipitadamente la tribuna y se dirige a SADE. Le habla. SADE no reacciona.) Y cuidado, que en cuanto les plazca os mandarán a defender sus tesoros en guerra, (SADE se levanta y se dirige al círculo de la representación) con armas que en el rápido progreso de la comprada ciencia cada vez son más eficaces y en mayor número os destruyen. SADE -Aun yaciendo ahí, corroído e hinchado, en ese baño que es tu mudo, sigues creyendo que la justicia es posible, que todos pueden administrar lo mismo. (COULMIER asiente satisfecho y vuelve a su tribuna.) Hoy condenáis a uno y le desposeéis, y repartís lo suyo a otros, los cuales intentan en seguida aumentarlo, exactamente igual que los de antes. Aún sigues creyendo que todos y en cualquier sitio pueden hacer lo mismo, que nadie debe ser más que otro. ¿Cómo era aquella canción? (MARAT adopta una actitud de concentración en sí mismo.)

24. CANCIÓN Y PANTOMIMA PARA MAGNIFICACIÓN DEL BENEFICIARIO SADE -(Los cuatro cantores realizan, comentando la canción, una pantomima que muestra cómo las cosas que enumera SADE no benefician más que al que puede comprarlas.) El uno aquí cierto es el mejor panadero, aquel otro es un gran artista peluquero; el aguardiente de ése goza fama especial, ¿y acaso este joyero tiene aún otro igual? Uno te da masaje con más habilidad y otro es el cocinero de más sutilidad. Éste cultiva aquí rosas de gran efecto y aquel otro te corta un pantalón perfecto. El uno es rey de la guillotina y la otra tiene cadena divina. (Pausa) Crees que podrías hacerlos felices sin dejarlos andar más que medio camino y tropezando siempre con la igualdad? ¿Crees tú que habría progreso si nadie fuera más que un eslabón de una cadena grande? ¿Sigues creyendo que será posible unir a los hombres, cuando ya ves que hasta los 33


pocos que empezaron por la armonía se tiran de los pelos y se hacen enemigos por cualquier tontería? MARAT -(Se endereza) No por una tontería: se trata de un principio, y es propio de la Revolución el que los medios corazones acaben fuera de ella. (Termina la pantomima. MARAT se pone de pie sin salir de la bañera.) Nos es imprescindible arrancarlo todo desde la raíz, por terrible que esto pueda parecer a los contentos y saciados, embozados en el manto de su moral. Escucha, escucha a través de las paredes cómo murmuran e intrigan. (MARAT sale de la bañera y yerra por el círculo, en un ataque de obnubilación. Los mozos le cogen y vuelven a meterlo en el baño.) Mirad cómo espían por todas partes, esperando su oportunidad. LOS CUATRO CANTORES -(Con acompañamiento musical, cada cual para sí, en tono de conversación, y paseando al mismo tiempo.) Pero ¿esto qué es? Yo soy un buen francés, y ahora saber quisiera quién me la pega. Se proclamó que se acabó el dolor. ¿Quién decirnos podría qué esperan todavía? El rey está ya fuera, los curas en salmuera, los nobles encerramos, y ahora ¿qué esperamos?

25. SEGUNDA VISITA DE CORDAY Las hermanas levantan a CORDAY y la conducen hacia delante. Les sigue DUPERRET. MARAT está sentado en la bañera, escribiendo. SIMONE le cambia los paños. SADE está de pie ante su silla. La CORDAY queda puesta en el círculo, en la actitud de llamar a una puerta con los nudillos. Tras ella las hermanas, dispuestas a sostenerla. DUPERRET se sienta. Los cuatro cantores se mantienen ante la tribuna de los músicos. El pregonero hace a la CORDAY una señal con el bastón. CORDAY mueve la mano como si llamara a una puerta, y el PREGONERO golpea tres veces el suelo con el bastón. La orquesta empieza el tema de CHARLOTTE CORDAY. PREGONERO -Por segunda vez está Charlotte Corday ante la puerta de Marat, en la rue des Cordeliers. (Señala a CORDAY. SIMONE se yergue y da un par de pasos hacia la CORDAY) CORDAY -(Bajo) He venido a entregar esta carta. (Se saca una carta del pecho.) en la que pido otra vez que se me deje ver a Marat. (Vacila.) Soy desgraciada, y tengo por tanto derecho a su ayuda. (CORDAY alarga la carta a SIMONE. Ésta, confusa, se acerca un poco 34


más a CORDAY, pero luego se vuelve a la bañera y cambia otra vez la venda de MARAT. CORDAY repite fuerte.) Tengo derecho a su ayuda. (Golpea la puerta con la mano. SIMONE va nerviosamente de un lado a otro. Luego se dirige precipitadamente a CORDAY y le arranca la carta de la mano.) MARAT -¿Quién estaba en la puerta, Simone? (SIMONE vuelve a andar precipitada confusamente entre MARAT y CORDAY.) PREGONERO -(Apuntando) Una muchacha de Caen con una carta, una solicitante. (CORDAY está ahora en el suelo. DUPERRET se levanta y la rodea con el brazo. Llegan las hermanas y se llevan a CORDAY hasta su banco.) SIMONE -(Confusa y colérica) No dejaré entrar a nadie, sólo nos traen desgracias. Todas esas gentes, con sus convulsiones y lamentos, como si no tuvieras más que hacer que servirles de abogado, médico y confesor. (SIMONE rompe la carta y se guarda los trozos en el delantal. Pone a MARAT una toalla limpia por los hombros.) SADE -(Se dirige al círculo y se queda de pie cerca de la bañera. Acompañamiento musical.) Así es, Marat, eso es para ellos la Revolución. Les duelen las muelas y deberían arrancárselas. (Los cuatro cantores representan en una pantomima al aludido. Se mueven muy despacio, ahorrando movimientos, con gestos de dolor, alrededor del círculo.) Se les ha pegado el cocido y ahora, excitados, piden otro mejor. Una siente que su marido sea tan bajo, quiere otro más alto. Al otro le molesta el zapato y el vecino tiene otros mejores. No se le ocurren versos al poeta y busca con desesperación ideas nuevas. Un pescador lleva horas con el anzuelo en el agua. ¿Por qué no pican? Y así llegan a la Revolución y creen que ella va a darles todo: un pez, un zapato, un poema, un marido nuevo y una mujer nueva; y asaltan todas las bastillas y luego se encuentran con que todo es como era: el caldo pegado, los versos chapuceros, el cónyuge en la cama, maloliente y gastado, y todo aquel heroísmo que nos hizo bajar a las cloacas, podemos ponérnoslo en el ojal, si es que aún tenemos. (La música es ahora un cuarteto de tono trágico.) LOS CUATRO CANTORES -(En actitud.) Pobre Marat, ¿no ha sido todo en vano lo que en tu vida has estudiado? Tu médico saber ¿no está perdido ahora que te zumban los oídos? Y tu física ciencia, ¿no es caduca ahora que la ocasión te busca? Pobre Marat, preso contigo mientras te espía el enemigo. Marat, en tu estrechez, ¿aún 35


sientes las grandes líneas del presente? Marat, ¿para tus luces no es un daño estar metido en el baño? (MARAT se inclina hacia adelante sobre la tablilla de escribir.) ¿Aún puedes explicar el mundo consumido por tu mal profundo? Marat, qué nombres te pedimos lo que en la oscuridad no descubrimos. (La música es un trueno dramático. La fiebre se apodera de MARAT. SIMONE le toca la frente, le abanica, le cambia la venda de la frente. )

26. LAS VISIONES DE MARAT Toda la escena tiembla y resuena. El grupo de las pantomimas aparece con la carreta. Tiran de la carreta un hombre y una mujer que representan los padres de MARAT. Los personajes de la carreta son representantes de la ciencia, del ejército, del poder de la Iglesia y de los nuevos ricos. El sacerdote va bendiciendo a éste, propietario del saco de dinero que ha arrebatado a los nobles. Los personajes llevan muchas condecoraciones e insignias groseras. Su atuendo es muy grotesco. MARAT -(Se yergue.) Ya vienen, atención. Contemplad esa galería de figuras, ese gabinete de sumos sacerdotes, condecorados y monederos falsos. Atención, ya se ponen a construir su nuevo reino. ¡Francia! Gritarán, y ¡Grandeza de Francia! Y ante esa grandeza seréis vosotros diminutos y tendréis que arrastraros. Atención, ya están aquí. Sí, os oigo, sí, os veo. (Continúa la gran tempestad.) PREGONERO -(Golpea el suelo con el bastón.) Oigan ahora, señoras y señores, todo lo que éstos, con delectación (Señala las figuras) van a contarnos de éste (Señala a MARAT.) antes que lo enterremos para siempre. Primero el maestro de la linda ciudad. (Señala al mimo que representa al MAESTRO.) En que la luz del mundo visto ha. (Señala a MARAT.) EL MAESTRO -(Canta en falsete.) Ya como niño Marat excitaba en el juego con gritos a los otros. Se golpeaba con espadas y ya había sangre. (Gritos al fondo.) Y hacían prisioneros y ya los torturaban sin que supieran por qué razón. PREGONERO -(Señala a la figura que representa la madre de MARAT.) Y oigan ahora lo que nos dirá quien la cosa por dentro sabrá, la primera que lo ha olido, pues que de su seno ha salido.

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LA MADRE -(Canta chillonamente.) Se negaba a comer, y se pasaba días sin hablar. Rompimos palos sobre sus espaldas. (Ríe agriamente. Risas del fondo y rumor de palos.) Le encerramos en el sótano. Inútil. No quería entrar en razón. ¡Aj! (Vuelve a reir) EL PADRE -(Adelantándose de un salto. Con quiebros en la voz.) Me devolvía los mordiscos, se defendió a patadas cuando quise colgarle, y cuando le escupía se quedaba quieto y frío. (Carcajada profunda.) MARAT -Sí, ya os veo, odiado padre, odiada madre. (Las dos figuras quedan en cuclillas, aún sacudidas por la risa. Se balancean como si estuvieran en una barca.) ¿En qué raro bote os balanceáis? Os veo, os oigo, ¿por qué reís tan espantosamente? (Las dos figuras siguen balanceándose, pero se termina la risa.) SIMONE -Jean Paul, tienes fiebre, deja de escribir Jean Paul, eso te va a matar. Estate tranquilo, tienes que cuidarte. MARAT -No tengo fiebre, ahora veo claramente qué clase de figuras eran desde el principio. EL MAESTRO-(Se adelanta de un salto) Este bocazas dijo a la edad de cinco años: lo que sabe el maestro lo sé yo, y aún sé otras cosas más, y a los quince he conquis conquistado las uni uni universidades y he vencido a los pro a los pro profesores, y a los veinte ya tengo ya tengo las celebridades a mis pies. Dijo así, tan cier tan cier tan cierto como estoy aquí. (Blandiendo su bastón de caña.) MARAT -Simone, ¿dónde están mis viejos manuscritos, las aventuras de Potovsky y las cartas polacas, y mi escrito sobre las cadenas de la esclavitud? SIMONE -(Disuadiéndole.) Deja todo eso, no te trae más que mal. MARAT -(Erguido.) Quiero verlos, búscalos, tráemelos. EL MAESTRO-Las escribidurías de un ladrón, con pensamientos robados, flores retóricas. REPRESENTANTE DEL EJÉRCITO -Un libro publicado bajo el nombre de un conde, el otro bajo el de un príncipe. Miradle ahora el charlatán que títulos y honores cortesanos deseaba, y que sólo porque se los negaron se levantó contra los antes adulados. REPRESENTANTE DE LA CIENCIA -¿Qué hizo en Inglaterra este oscuro Marat? ¿No fue un dandy de la más fina sociedad? Tuvo que huir porque le sorprendieron en robos y en estafas. ¿Y no volvió a colarse en distinguidos círculos? ¿No consiguió ser médico de cámara 37


del conde d’Artois? ¿O fue veterinario? ¿No le vimos entrar en casa de los nobles? Treinta y seis libras cobraba por consulta, y aún gratis disfrutaba el favor especial de ciertas damas de alta cuna. (MADAME y MADEMOISELLE COULMIER aplauden ruidosamente.) NUEVO RICO -Y cuando descubrieron que era tan sólo un curandero cuyos medicamentos eran de tierra y agua, y cuando le expulsaron a la calle, su verdadera casa, empezó a declamar. (Gritos al fondo.) ¡La propiedad es robo! Y ¡Abajo los tiranos! (Los pacientes recogen los gritos al fondo.) PREGONERO -(Se adelanta una figura empelucada) Ahora nos es un gran honor y poder presentarles el señor Voltaire10. (Le señala con el bastón.) VOLTAIRE -(Salmodiando) Hemos recibido de un cierto Marat cierto cuadernillo titulado “Sobre el hombre” Dicho Marat declara en ese ensayo subversivo que el alma se aposenta en la corteza del cerebro, e influye desde allí en la hipodráulica maquinaria del cuerpo, y también del mecanismo del cuerpo, por su parte, noticias recibe, y las mismas, en conscientes centrifugios convierte, que son activos en tiempos diversos. Dicho de otro modo, piensa este señor que cualquier juanete el cerebro llena con anímico dolor, y que el alma aletargada amarga el hígado o riñón. Para tal pérdida de tiemp, que se presenta como ciencia, no disponemos ni de una sonrisa. (CUCURUCÚ y ROSIGNOL ríen irónicamente: ja, ja, ja. Se adelanta una figura con palma.) PREGONERO-Este es el señor Lavoisier, aún en su gloria, como se ve. Le señala con el bastón. LAVOISIER11 -(Salmodiando) Recibió la Academia de un cierto Marat memorias sobre el fuego y la electricidad, así como la luz. El citado Marat pretende que puede corregir nuestras doctrinas. El fuego, dice, no es ningún principio, sino un fluidium fluido que 10

Voltaire: Escritor y filósofo francés (1694-1778) cuyo verdadero nombre era Francisco María Arouet, se detaca también en la poesía el teatro, pero su máximo desempeño es en la filosofía, con su Diccionario filosófico (1766). Espíritu práctico, hostil a toda metafísica, funda su moral natural en la tolerancia y la razón. 11 Lavoisier, químico francés (1743-1794) uno de los creadores de la química moderna. Se le debe la nomenclatura de la química, el conocimiento del papel del oxígeno en la respiración y en la combustión. Fue ejecutado durante la Revolución Francesa.

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nace del calor y se enciende en el aire. La luz, dice después, no es propiamente la luz, sino el camino de la luz, que la luz recorre, la cual no sería más que rayos vibratorios. Ya, ya, este hombre es gran descubridor, dice que tampoco el calor es calor propiamente, sino que consta sólo de rayos vibratorios, los cuales no son calor hasta que hacen carambola con un cuerpo y en el dicho cuerpo las mínimas moléculas ponen en movimiento. Con otras palabras, quiere este maestro la Creación, en la que todo es firme y duradero, declarar caducada y poner en su sitio constante actividad de electricifíca magnetidad en permanentes roces. No me asombra que esté ahora en esa bañera sin saber ya qué picor rascarse. (KOKOL y POLPOCH ríen irónicamente: ja, ja, ja. El padre y la madre vuelven a sus carcajadas. Las figuras adoptan la actitud de jueces a punto de pronunciar sentencia.) VOLTAIRE -(Con acompañamiento musical) Y cuando fracasó su investigacioncilla. SACERDOTE -Le llegó al diletante la oportuna Revolución. EL MAESTRO -Y se pasó a los oprimidos. NUEVO RICO -Y se hizo llamar Amigo del Pueblo. SACERDOTE -Que no pensaba en el pueblo. LAVOISIER -Sino sólo en su propia humillación. (Balanceando el cuerpo y otra vez con grandes carcajadas, el padre y la madre retiran el carro con las figuras. ROUX se precipita hacia delante, como un defensor que llega con retraso.) ROUX -¡Ay del que es de otro modo y se atreve por todos los caminos a atacar las limitaciones, a ensancharlo y abrirlo todo! Es siempre detenido y denostado por los bufones que aseguran las viejas posiciones. Querías claridad, y por eso estudiabas el fuego y la luz. (Agitación al fondo.) Querías averiguar cómo se dirigen las fuerzas, y por eso estudiaste la electricidad. Y querías aclarar las funciones del hombre, y por eso inquiriste qué cosa puede ser el alma, (Algunos pacientes forman un grupo.) ese muñón de ideales vacíos y de moral confusa, para enseñarla a pensar, pues el alma es en ti cosa práctica, algo que poder regir y dominar nuestra existencia. Y a la Revolución llegaste cuando entendiste que lo primero son los cambios hondos de la situación, y que sin esos cambios nada que emprendamos podrá ser fecundo. (COULMIER se levanta de un salto. Las hermanas y los mozos se lanzan contra ROUX y lo llevan a rastras 39


al fondo. SADE está de pie ante su silla, sonriente. CORDAY duerme echada en su banco. DUPERRET está sentado en el suelo ante ella.) CORO -(Con acompañamiento musical, mientras las hermanas cantan una letanía.) Marat, con nuestra Revolución ¿qué está pasando? ¿Marat, no queremos seguir esperando. Marat, seguimos siendo pobre gente y queremos los cambios hoy inmediatamente. (Termina la música.) PREGONERO -(Tras agitar su carraca) Y aquí este tiempo acelerado cuyo final no está alejado con una pausa suavicemos como si todo lo que vemos fuera apariencia y representación y como si el final de nuestra acción se pudiera cambiar y resolver con el arbitrio del propio querer. Celebremos nuestra actual posición y en el descanso recordemos la situación del que, tomado que haya el café o la cerveza, hallarán en el baño con certeza. (Señala a MARAT)

TELÓN

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ACTO SEGUNDO 27. LA ASAMBLEA NACIONAL Mismo escenario que antes, pero con los siguientes cambios de posiciones: DUPERRET está sentado en los escalones que llevan a la silla de SADE, entre dos enfermas vestidas como mozas de la vida. Más a la izquierda están sentados los pacientes que representan a los girondinos en la Asamblea. SADE se mantiene bajo la tribuna de COULMIER. La bañera de MARAT ha sido retirada del podio, en el que están sentados ahora los cuatro cantores y pacientes que representan a los jacobinos. Hay bancos a los lados, detrás del círculo, ocupados por los pacientes, como público de la Asamblea. Todo el grupo está compuesto como tableau. La bañera, con MARAT de pie dentro, se introducirá por la puerta del fondo derecha. El coro, por seccions: largo grito de ¡uuuuh! Largo silbido monótono ligero pateo. Introducen a MARAT en su bañera hacia el centro del círculo. Él está de pie y mira hacia adelante. PREGONERO -Oigamos a Marat, que antes de sucumbir, el último discurso va a decir para sí mismo, y a recomendar al tribuno que habría que nombrar. (Hace a la orquesta una señal con el bastón. Toque de clarín. Los que rodean el círculo silban, arrastran los pies y patean.) GRITOS -(Se nota que están muy preparados.) ¡Abajo Marat! ¡Qué le prohíban hablar! ¡Escuchadle, tiene derecho a hablar! ¡Afuera con él! ¡Viva Robespierre12! ¡Viva Danton! MARAT -(Habla hacia adelante. No se dirige nunca a los presentes en la escena, y tiene que quedar claro que el discurso es imaginario.) Conciudadanos, diputados de la Asamblea Nacional, el país está en peligro. De toda Europa han irrumpido ejércitos por nuestras fronteras, dirigidos por bandidos que quieren degollarnos y que ya se pelean repartiéndose el botón. ¿Y qué hacemos nosotros? (Pateo a la izquierda.) Nuestro ministro de la guerra, cuya virtud y honradez 12

Robespierre (1758-1794) llamado “el incorruptible”.Dirigente del período del Terror, durante la Revolución Francesa,. Dantón (17591794) Revolucionario francés y brillante orador. Ambos murieron guillotinados.

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nunca habéis puesto en duda, ha cogido el grano destinado al suministro del ejército y lo ha vendido con ganancias al extranjero, con lo que lo usan las tropas enemigas nuestras. GRITOS -(Largo silbido. Interrupción) ¡Mentira! ¡Echadle! MARAT -. Nuestro general Dumouriez MADAME COULMIER: (Interrumpe) ¡Bravo! ¡Viva! MARAT -contra el cual ya os puse en guardia y al que hace poco honrasteis como héroe, se ha pasado al enemigo. GRITOS -¡Vergüenza! ¡Muy bien! ¡Mentira! (Pateo.) MARAT -La mayoría de nuestros generales, aunque llevan nuestra cocarda, simpatizan con los emigrantes y esperan el día en que sus comunes negocios podrán reanudar. GRITOS -¡A la guillotina! ¡Fuera Marat! ¡Agitador! ¡Embustero! ¡Viva Marat! MARAT -Nuestro financiero de confianza, el elogiado señor Cambon, consigue, fabricando papel falso, hacerse con una fortuna, mientras que imprimiendo sus asignados lleva adelante la inflación. (Silbidos y pateo) ROSSIGNOL-¡Viva la libre empresa! MARAT -Y me dicen que nuestro hábil banquero Perregaux se ha conchabado con los ingleses y en las cámaras del tesoro hace espionaje contra nosotros. COULMIER -(Se pone en pie de un salto y protesta.) Indecencias contra un hombre emérito, caballero de la Legión de Honor, al que Napoleón ha nombrado jefe del Bando de Francia. GRITOS -¡Basta Marat! ¡Cerradle la boca! ¡Que siga hablando! ¡Viva Marat! MARAT -(Enlazando con los gritos) El pueblo no puede pagar el precio usurario del pan, nuestros soldados andan harapientos, la contrarrevolución ha desatado una nueva guerra civil, ¿y qué hacemos nosotros? Ni un terrón de las tierras clericales ha pasado a los que nada tienen, y ya hace años que propuse dividir esas tierras en parcelas y dar a todos herramientas y semillas. No hay tampoco talleres comunales de los que en los conventos y palacios debían erigirse, y el que tiene trabajo se reviente para agentes de bolsa, corredores y especuladores. (Siseo.) Ciudadanos, ¿hemos luchado por la libertad de los que vuelven a explotarnos? GRITOS -¡Basta! ¡Que le echen! ¡Atención! ¡Atención! 42


MARAT -El país está en peligro. Hablamos de Francia, pero ¿para quién es Francia? Hablamos de Libertad, pero ¿para quién es esa libertad? Diputados de la Asamblea Nacional, jamás os liberaréis de vuestro pasado, jamás comprenderéis las conmociones a que habéis sido arrastrados. (Silbidos y gritos de ¡uuuh!) ¿Por qué no tiene miles de asientos esta Convención, de tal modo que todo el que quiera pueda oír lo que aquí ocurre? DUPERRET -¿Qué pretende con su charla? ¿Otra vez agitar a la gente? Como si no bastara con todo eso que anda por las tribunas: costureras, porteras y lavanderas sustraídas a sus legítimos patronos. ¿Y el resto de su público? Rateros, vagos, parásitos, que vagabundean por los bulevares (Indignación de los oyentes.) y holgazanean en los cafés. GRITO -¡Ojalá pudiéramos! DUPERRET-Presos sueltos, locos escapados, (Tumulto y silbidos.)con ellos quiere regir el país. MARAT -Embusteros que odiáis al pueblo. (Griterío apasionado.) ¡Viva Marat! ¡Él dice la verdad! Siempre hablaréis del pueblo como de una masa burda y sin forma, porque vivís lejos de él. Os dejasteis arrastrar a una Revolución sin conocer sus cuatro conceptos. ¿No dice hasta el estimado Danton que en vez de prohibir la riqueza debemos esforzarnos por hacer un honor de la pobreza? Y Robespierre, que palidece al oir “violencia”, ¿no se sienta en distinguidas mesas, en distinguida conversación, a la luz de las velas? GRITO -¡Abajo Robespierre! ¡Viva Marat! MARAT -Siempre estáis deseosos de imitar a los empolvados canallas, Necker, Lafayette, Talleyrand13. COULMIER -(Interrumpiendo.) Cierra la boca! Vivimos en el año mil ochocientos ocho y el Emperador ha devuelto a esos h ombres, que entonces arrastraban por el fango, todo el honor de nuevo que les correspondía. MARAT -(Interrumpiendo.) Y los demás, como se llamen. Necesitamos de una vez un verdadero diputado del pueblo, que sea incorruptible, 13

Necker, Lafayette y Talleyrand, de gran participación, los tres en la conducción de la crisis para evitar que se llegara a la Revolución. Aunque participaron de las instituciones de la monarquía, también en la Declaración de los Derechos Humanos y Talleyrand es famoso porque estuvo presente en todas las etapas de la Revolución Francesa.

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en el que podamos confiar. Tenemos la disolución y el caos: está bien, en el primer estadio. Pero ahora hay que pasar al segundo. Elegid uno fiel a vuestro interés. GRITOS -¡Marat dictador! ¡Marat a la bañera! ¡Que lo ahoguen en una cloaca! ¡Dictador de las ratas! MARAT -Dictador es palabra que debe desaparecer, odio todo lo que recuerda dueños y patriarcas. Hablo de un jefe que en época de crisis (Sus palabras se pierden en el gran tumulto.) DUPERRET -Quiere excitar a más asesinatos. MARAT -Nosotros no asesinamos, matamos para defendernos, luchamos por nuestra vida: DUPERRET -¡Ah, si aún tuviéramos ideas creadoras en vez de agitación! ¡Si tuviéramos belleza y armonía en vez de confusión y fanatismo! (Los cuatro cantores se le echan encima y le tapan la boca.) ROUX -(Saltando al fondo.) Ved lo que pasa aquí. ¡Uníos! Derrocad a vuestros enemigos. Hacedlos inofensivos, pues si ellos vencen no os dejarán ni a uno sólo escapar, y todo lo que hayamos conseguido se habrá perdido. GRITOS -(Entusiastas, silbidos y exclamaciones en coro:) ¡Uuuh! ¡Fuera Marat! ¡Abajo! ¡Abajo! Marat Marat Marat Marat Marat. La corona de laurel para Marat. ¡Viva la calle! ¡Vivan las farolas! ¡Vivan las panaderías! ¡Viva la libertad! ¡Abajo la camisa de fuerza! ¡Abajo las puertas cerradas! ¡Abajo las verjas! (Rebelión y griterío. Los pacientes se precipitan hacia adelante. Llevan la bañera de Marat al podio de la derecha.) CORO -¡Viva Marat! En ti nos apoyamos, tú eres el único en quien confiamos. KOKOL y POLPOCH -(Bailando.) Derribad a los ricos, a su Dios derribad, y lo que encontréis en el bote echad. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -Un día también habremos probado a qué saben los dulces y el pavo trufado. CORO - Marat Marat Marat Marat Marat. SADE -(Se adelanta, mientras el coro, al fondo, va bajando la voz.) Ya encontrarán a uno en que puedan descargarlo todo, y harán de él un monstruo sanguinario que pueda pasar a la historia con el nombre de Marat. (Redoble de tambores y comienzo de la música.)

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28. POBRE MARAT EN SU BAÑERA MARAT se deja caer en la bañera. Agotado se apoya en la tablilla. Se retiran hacia el fondo los bancos de los espectadores, y mozos y hermanas empujan también a los pacientes hacia el fondo. Delante, en el círculo, los cuatro cantores bailan una lenta carmagnole14. KOKOL y POLPOCH -(Cantando y bailando.) Pobre Marat, en tu bañera, tu hora no es ya duradera. Se precipita el fin de tu tormento aunque aún dormite la Corday en su asiento. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL -(Cantando y bailando.) Imaginaos que ésta se durmiese, en sueños con sus condes y marqueses. Marat, quizás recobres la salud perdida y nadie te infiera la mortal herida. KOKOL y POLPOCH -Pobre Marat, aguza los oídos, porque sin ti estamos perdidos. CUCURUCÚ y ROSSIGNOL - Pobre Marat, sé vigilante cuando la noche se adelante. (Tres tempestuosos redobles de tambor. Al fondo han impuesto difícilmente silencio. Los pacientes tienen que estar erguidos, con las manos cogidas detrás de la nuca. Ante ellos hermanas que rezan con las manos juntass. El rumor de los rezos es perceptible. Los cuatro cantores bailan aún un momento y luego se echan en el círculo.) MARAT -(Con miedo en la voz.) ¿Llaman, Simone? (Otra vez tiránico.) Simone, más agua fría. (SIMONE está en cuclillas al borde del podio y no reacciona.) Simone, ¿dónde está Bas? SADE -Ríndete, Marat, tú mismo dijiste que nada se alcanza con emborronar. Yo mismo hace tiempo que abandoné mi obra principal, treinta metros de papel bien cubierto con letra pequeña, entonces, en la cárcel. Desapareció cuando la toma de la Bastilla. Desapareció como desaparece todo lo escrito, como desaparece todo lo pensado y previsto. (MARAT con el rostro inclinado hacia la tabla, se tapa las orejas con las manos.) Marat, mírame, ¡cómo has vivido en tu bañera, en tu cilicio15! (Por órdenes de las hermanas, los pacientes cambian de postura: ahora levantan los brazos extendidos.)

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Carmagnole: Canto revolucionario francés de la época del Terror. Cilicio: saco o cintura de crin que se lleva pegado a la piel para que cause dolor, con el fin de hacer penitencia. 15

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MARAT -Sólo he tenido tiempo para el trabajo. No me bastaban los días y las noches. En cuanto estudiaba un abuso se ramificaba en otros. En donde intervine había un avispero. (Un paciente se desmaya. Se lo lleva un mozo.) Cuando escribía lo hacía siempre pensando en la acción, sabiendo siempre que eso eran sólo preparativos. Cuando escribía lo hacía siempre con fiebre y oyendo ya los truenos de la acción. Entonces, cuando escribía el tratado sobre las cadenas de la esclavitud trabajé durante tres meses veintiun horas al día, entre montañas de infolios, buscando el material, revisando el material que se hinchaba, chirriando e hirviendo, constantemente, hasta que me atasqué en aquel pantano. Luego me hundí dos semanas en un marasmo, mientras capturaban el manuscrito enviado. Siempre ocurría eso, siempre estaban acechando para capturar mi palabra, calumniarla y destruírla. A cada octavilla que escribía tenía que esconderme en las cloacas. Llegaban con cañones, ponían mil hombres de la Guardia Nacional a rodear mi casa, y aún hoy espero que llamen a la puerta, espero que la bayoneta se me clave en el pecho. SADE -¿Para qué más proclamas? Es ya tarde, Marat. Olvida la proclama, sólo dice mentiras. ¡Qué quieres más de esta Revolución? ¿Adónde ha de llevar? Mira esos rebeldes perdidos (Señala a los cuatro cantores, que, tendidos en el suelo, se rascan, bostezan y aún intentan arrancar una última gota a la botella vacía.) con sus prendidas cocardas16. ¿Qué vas a mandarles? ¿Adónde quieres llevarles? (Al fondo, las hermanas ordenan a los pacientes sotenerse a la pata coja.) ¿Qué vas a mandarles? Una vez hablaste de tus superiores en cuyas manos las leyes son instrumentos de opresión. ¿O quieres que alguien decida de ti y de tu palabra escrita, y te obligue a tal o cual trabajo, y te predique nuevos órdenes, en constante repetición, hasta que sepas recitarlo en sueños? (Los pacientes, al fondo, se mueven en corro, bajo el mando de las hermanas. Los cuatro cantores empiezan a canturrear con indiferencia, echados en el suelo, agitando los pies por el aire. Luego se levantan ROSSIGNOL y CUCURUCÚ y bailan al son de la música.) MARAT -(Echado otra vez hacia adelante.) ¿Por qué se hace todo tan equívoco? Todo lo que dije era bien pensado y verdadero, todos los 16

Cocardas: cualquier tipo de distintivo, como chapitas, banderas, logos, etc.

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argumentos eran buenos: ¿por qué dudo ahora? ¿por qué suena todo falso? LOS CUATRO CANTORES -Pobre Marat, en tu casa cercado, cien años te nos has adelantado, y mientras ahí fuera el hacha menean ya tus palabras se falsean, y en sangre se derrama la verdad que tu pluma proclama. (Termina la múica. Los cuatro cantores bailan hasta el centro de la escena. Retiran a los pacientes a su estrado. Las hermanas intentan despertar a CORDAY. Tres grandes golpes como a una puerta.)

29. PREPARATIVOS PARA LA TERCERA VISITA PREGONERO -Corday, despierta. (Pausa. Al fondo repiten murmurando el nombre de CORDAY. El rumor se hincha y cubre toda la escena. Las hermanas sacuden a CORDAY. DUPERRET la llama por su nombre. SIMONE está de pie, rígida, junto a la bañera, y mira en la dirección de la CORDAY.) CORO -Corday, Corday despierta despierta, despierta, Corday, Corday, despierta. PREGONERO -(Hace con el bastón una señal a la orquesta. La orquesta empieza el tema de CHARLOTTE CORDAY) Charlotte Corday, ya llegó la hora, no tienes tiempo de dormir ahora. Charlotte Corday, ponte en tu postura y coge el puñal por la empuñadura. (Pausa. Las hermanas ponen a CORDAY de pie. CORDAY tiene la cabeza hundida. Le vacilan las piernas. Las hermanas la sostienen y la llevan despacio hacia delante, con las piernas arrastrando. DUPERRET va detrás, con las manos puestas en las caderas de CORDAY) Charlotte Corday, sabes la verdad: pronto dormirás en la eternidad. (Introducen a la CORDAY en el círculo. Dos hermanas la sostienen, una a cada lado. DUPERRET, detrás, le sostiene la espalda. Termina la música.) CORDAY -(Con los ojos todavía cerrados, habla bajo, temerosamente.) Ahora ya sé cómo es el instante en el que la cabeza deja al cuerpo, aquel instante, con las manos atadas a la espalda, los pies trabados, desnudo el cuello, el pelo cortado, aquel instante en el cadalso, el rumor del cuchillo que sube, de cuyo oblicuo filo aún gotea sangre, aquel instante, uncida la cabeza al yugo de metal, viendo la húmeda cesta, y la caída que nos divide. (Pausa.) Dicen que la cabeza cuando la levanta el verdugo en la mano vive aún, que aún 47


ven los ojos, y se mueve la lengua, y que abajo se mueven las piernas y los brazos. DUPERRET -(SE pone ante ella, pero sin soltarle las caderas. Acompañamiento por el laúd.) ¿De qué hablas, Charlotte? ¿Qué sueños son esos? Despierta Charlotte y contempla los árboles y el crepúsculo rosa, y no pienses en esas cosas; percibe la tibieza y el aire del verano que hincha tu hermoso pecho. (Pausa. Levanta la mano y le acaricia el pecho. Nota el puñal bajo el velo.) ¿Qué llevas ahí? ¿Un puñal? ¡Tíralo! (Termina la música.) CORDAY -(Rechaza la mano.) Ahora hay que llevar armas para defenderse. DUPERRET -(Impetratorio) Nadie te ataca, Charlotte. Charlotte, tira el puñal. Vete de aquí, vuelve a Caen. CORDAY -(Se yergue, rechaza las manos de las hermanas.) En mi cuarto de Caen, sobre la mesa, junto a la ventana de par en par, está abierto el libro de Judit. Judit marchó para no volver nunca. Vestida con maravillosa hermosoura se presentó en la tienda del tirano y de un solo golpe lo aniquiló. DUPERRET -Charlotte, ¿qué estás preparando? CORDAY -(Otra vez hundida en sí misma.) Contempla esta ciudad cuyas prisiones están llenas de amigos nuestros. He estado con ellos ahora en sueños. Están ahí apelotonados y oyen por las claraboyas cómo los centinelas hablan de ejecuciones. Ahora ya lo hacen por hornadas, los van a buscar por listas que en la medida en que se acortan son prolongadas por los que los prenden. He estado con ellos esperando que leyeran nuestros nombres. DUPERRET -Charlotte, vámonos juntos esta misma noche. CORDAY -(Como sin oírle.) ¿Qué ciudad es ésta? ¿qué calles son éstas? ¿Quién inventó esto y gana con ello? He visto vendedores por todas las esquinas que venden pequeñas quillotinas de diminuta cuchilla afilada y muñecas llenas de líquido rojo que brota del cuello al cumplirse la sentencia. ¿Qué niños son éstos que saben manejar juguetes tales? ¿Y quién pronuncia las sentencias? ¿Quién pronuncia las sentencias? (Unos pacientes forman grupo en el centro. CORDAY levanta la mano con el gesto de ir a llamar a una puerta.)

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30. TERCERA Y ÚLTIMA VISITA DE LA CORDAY El PREGONERO golpea tres veces el suelo con el bastón, mientras CORDAY ejecuta el gesto de llamar. MARAT se sobresalta y mira en la dirección de la CORDAY. SIMONE se coloca protectoramente ante la bañera. DUPERRET -¿Por qué has buscado esta puerta? ¿Sabes quién vive aquí? CORDAY -Él, aquel por el cual he venido. DUPERRET -¿Y qué quieres de él? Vuélvete, Charlotte. (Se arrodilla ante ella.) CORDAY -Tengo un encargo y hay que cumplirlo. Vete. (Le rechaza con el pie) Y déjame sola. (DUPERRRET se le agarra a las piernas. Ella le da patadas. DUPERRET se retira de rodillas.) PREGONERO -(Señala con el bastón a CORDAY.) Y ahora verán el tercer intento que la actriz que en este aposento la Corday tiene que representar en casa de Marat va a realizar. A sus pies ven al señor Duperret (Le señala.) que el dolor del adiós no soporta de pie. Ya ven que ella no quiere consolarle, ni impedirle la empresa va a dejarle. (Levanta el índice.) Porque no puede cambiarse lo que ya ha ocurrido, aunque todos lo hubiéramos preferido. (Señala a la CORDAY.) Todo en vano. Ya está de éste olvidada. (Señala a DUPERRET. DUPERRET se arrastra de rodillas hacia atrás) Y por aquel de dentro (Señala a MARAT) obsesionada. MARAT -(Se yergue) No: tengo razón yo y volveré a decirlo una vez más. Simone ¿dónde está Bas? Corre prisa mi proclama. (SIMONE pasa a un lado y se queda de pie mirando a CORDAY como embrujada.) SADE -(Se dirige a MARAT.) Marat, ¿qué son panfletos y discursos al lado de ella, que espera y quiere verte para besarte y abrazarte? Marat, una Virgo Intacta está ante ti y se te ofrece. (CORDAY está muy erguida, sonriente, se echa el cabello a unlado y se lleva la mano al pecho, donde tiene el puñal.) Mira cómo sonríe y le brillan los dientes, cómo le ondea el cabello a un lado. Marat, déjalo todo ahora que viene a ti. Marat, no existe nada más que ese cuerpo. Mira, ahí está, con el pecho desnudo bajo el velo ligero. Tal vez tiene un cuchillo para excitar el juego del amor. (CORDAY se acerca un paso más a la bañera. Ofrece su cuerpo, balanceándose 49


ligeramente. SIMONE sigue rígida, apretando mecánicamente el trapo que lleva en la mano.) MARAT -Simone, Simone, ¿quién ha llamado? SADE -Una muchacha, de la rural soledad de un convento. Piensa cómo yacen esas mozas en el duro suelo, en cilicios y cómo el aire caliente de los campos les llega por las ventanas enrejadas. Piensa cómo yacen, con el seno y el pecho húmedos, pensando en aquellos que fuera dirigen la vida. (Acorde con los laúdes. En recitativo, mientras los cuatro cantores se adelantan y ejecutan la Pantomima de la Copulación. ROSSIGNOL, a caballo del compañero más robusto hace acrobacias con él.) (Con acompañamiento musical.) Se sintió cansada de aquella soledad, y fue arrebatada por la nueva edad. Cayó en el remolino de las conmociones y quiso intervenir en las subversiones. Pues ¿qué sería esta Revolución sin una universal copulación? CORO -(En canon17.) Pues, ¿qué sería esta Revolución sin una universal copulación? (Termina la pantomima.) SADE -Marat, cerca está sólo este cuerpo que te espera. Marat, cuando yo estaba en la ciudadela, durante trece años, aprendí que éste es un mundo de cuerpos, y que cada cuerpo tiene una fuerza terrible, y cada uno está sólo y ninguno sereno. En esa soledad, en medio de un mar de muros, oía sin cesar el murmurar de labios, sentía sin cesar, en las palmas de las manos y en la piel del cuerpo, esos contactos. Encerrado bajo trece cerrojos, el pie en la argolla, sólo soñaba aquellas aberturas del cuerpo que existen para esconderse y consumirse en ellas. (Se acerca un paciente de puntillas, inclinado hacia delante, y desde detrás del círculo, con la cabeza adelantada, escucha ansiosamente. Otros pacientes le imitan.) Sin cesar pensaba en ese único prójimo. Era un sueño de celos arrebatadores y de meditación violenta. Marat, estas prisiones internas son peoures que los más profundos calabozos de piedra, y mientras no se abran, toda vuestra agitación será una rebelión de presos, aplastada por otros presos comprados.

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Canon: tiene varias acepciones, la más usual es un precepto de la iglesia. Pero en este caso es un sentido musical, se refiere a una composición de cotrapunto en que varias voces repiten sucesivamente lo que cantaron las anteriores.

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CORO -(Repite con acompañamiento musical.) Pues ¿qué sería esta Revolución sin una universal copulación? (Termina la música.) CORDAY -(A SIMONE con acompañamiento de laúd.) Si mi carta Marat tiene leída, déjame entrar, se trata de su vida. He de contarle que en Caen despiertan y para aniquilarle se conciertan. MARAT -¿Quién está en la puerta? SIMONE -(Colocada otra vez protectoramente ante la bañera.) La muchacha de Caen. MARAT -Déjala entrar. (SIMONE se aparta, sacudiendo enérgicamente la cabeza. Se acurruca en el podio, detrás de la bañera, y hunde la cara entre las manos. CORDAY se adelanta hacia la bañera. Anda balanceándose. Sonríe. Sigue con la mano en el pecho. SADE abandona el círculo y se dirige a su podio, donde se queda de pie, siguiendo la acción apasionadamente.) CORDAY -(En voz baja.) Marat, voy a decirte los nombres de mis héroes, pero no los traiciono, porque los digo a un muerto. MARAT -(Se endereza) Habla más claro, que no te entiendo. Acércate. (CORDAY se acerca sonriendo mecánicamente. Gira y balancea lentamente el cuerpo. Mete la mano debajo del velo del pecho.) CORDAY -(Canturreando progresivamente.) Nombres te digo Marat. Los nombres de ellos, de los que se reúnen en Cen a Barbaroux te nombro, y Buzot y Pétion y Louvet y Brissot y Vergiaud y Gaudet y Gesonné (Mientras pronuncia los nombres, los rasgos del rostro se le deforman hasta un salvajismo hecho de odio y voluptuosidad.) MARAT -¿Quién eres? Acércate. (Marat se endereza aún más. La toalla le resbala de los hombros. CORDAY se inclina, balanceándose aún, hacia MARAT. Alarga la mano izquierda como para acariciarle. En la mano derecha tiene ya el puñal, sin descubrirlo.) CORDAY -Ya llego, Marat, pero tú no puedes verme, porque estás muerto. MARAT -(Semidesnudo, se pone de pie, grita.) ¡Bas, escribe, lo que voy a dictarte! Sábado, trece de julio de mil setecientos noventa y tres. A la nación francesa. (CORDAY está al lado de MARAT. Pasea su mano izquierda casi tocando la piel de MARAT por el pecho, los hombros y el cuello. MARAT se apoya, inclinado hacia delante, en el respaldo de la bañera. En la mano derecha sostiene la pluma. CORDAY saca el puñal del pecho. Lo toma con las dos manos y gana 51


amplio impulso hacia arriba para golpear. Los pacientes, los mozos y las hermanas están rígidos e inmóviles. La CORDAY queda sumida en sí mismo. MARAT está sentado en una posición de reposo, aún inclinado hacia adelante. El PREGONERO toca un pito agudo.)

31. EXCURSO PREGONERO -Por el ingenio del señor de Sade ahora este excurso presenciad. En el segundo antes de terminar a Marat vamos a informar de lo que ocurrirá cuando él no sea, como ya sabe toda la platea. (Señala al público. Música: una rápida marcha militar. Los cuatro cantores se adelantan hasta entrar en el círculo y realizan al ritmo de la melodía grotescos ejercicios de instrucción militar.) LOS CUATRO CANTORES -Hierve la lucha en la Vendée, muy valerosa y muy cruel, entre los nuestros y la realiza: completaremos la limpieza. Banderas al viento llegamos contigo, con canto y fuego, tropa de castigo, el regimiento de Marat llamado, ya el país hemos limpiado. Ahora, Marat, tu predicación se cumplimenta con perfección. A nuestros enemigos degollamos cuando no mueren por sus manos. Asaltamos con el sable y el cañón la roca de la contrarrevolución, Lyon, donde ejemplo dejamos y tres mil hombres ejecutamos. A Nantes luego el regimiento pasa, y allí a los enemigos ahogamos en masa, y toda la casa en que vivió un rebelde es arrancada porque nada quede. Banderas desplegadas llega otro batallón a la traidora ciudad de Toulon. Uno hay allí, nos lo dirá la historia, que puede darnos gran victoria. Ya ves, Marat, cómo esto va, y ahora empezamos con los nuestros ya. Como dijiste, fuera de este modo inútiles y blandos ante todo. Robespierre comienza por Danton, luego ejecuta sin vacilación a mucho viejo conocido en quien por ignorancia hemos creído. Marat, casi no creen nuestros ojos de los nuevos señores los antojos. Conlos nobles en el mismo camino vemos ahora al fiel jacobino, que su igual es ante la guillotina, y aún más cuando ella los termina. Marat, miramos con la boca abierta las rarezas que el destino concierta. Aquí va Robespierre con la mano trabada, y ya cae en la cesta su cabeza cortada. Marat, hay que ver cómo pega que siempre guillotinen el último que llega. Marat, ¿tiene que ser así, que el de arriba hace como si dirige esto y eso orienta, y luego al poco revienta? Marat, por consolarte te diremos quién es el 52


que ahora tenemos. El Bonaparte ahora nos enseña, es, como tú, de Córcega o Cerdeña, la paz eterna prometía y nos da trabajo en la armería. Y para gloria de la Revolución, se llama Emperador Napoleón. (Gran acorde) El espectáculo vale la pena, aunque aún no está nuestra barriga llena, y sin cambiar posturas nos bendicen ahora los curas.

32. EL ASESINATO El PREGONERO hace una señal con el bastón. CORDAY, repentinamente despierta, toma impulso con los brazos y hunde violentamente el puñal en el pecho de MARAT. Éste se cubre de sangre. SADE está de pie, inclinado hacia delante, triunfal, sacudido por una risa silenciosa. El PREGONERO levanta el bastón y los cuatro cantores, junto con los pacientes, concentrados detrás del círculo, lanzan un grito común. Todos rodean la bañera y componen un “tableau” heroico. La composición tiene el siguiente aspecto: MARAT yace, como en la clásica estampa de David, con el brazo derecho fuera del baño. Tiene en la mano derecha la pluma, y en la izquierda los papeles. La CORDAY tiene aún aferrado el puñal. Los cuatro cantores la tienen cogida por los brazos, y tiran tanto de ellos que el velo del escote se rompe y quedan los pechos desnudos. SIMONE está de pie, inclinada, con un gesto de terror, sobre la bañera. DUPERRET está de rodillas junto al podio de la derecha. ROUX está de pie encima de un banco, detrás de la bañera.

33. EPÍLOGO La orquesta empieza con una sorda música solemne. Las hermanas se adelantan y reciben a la CORDAY, que ahora se hunde en si misma. Le ponen el velo del escote. Las hermanas conducen a la CORDAY hacia el fondo, pasando ante SADE. Al pasar, CORDAY da el puñal a SADE. Otras hermanas levantan una gran sábana blanca ante la bañera. Tras ella abandona el baño MARAT, escondido por la sábana con que le siguen las hermanas. Los pacientes que están a los lados adoptan actitudes de luto. ROUX levanta los brazos atados por encima de la cabeza. Quiere hablar, pero los mozos lo arrastran al fondo. COULMIER abandona la tribuna y se dirige al centro de la 53


superficie de representación. Al mismo tiempo cae una transparencia con una imagen glorificada de Napoleón. Al aparecer esa imagen los pacientes van adoptando una actitud de sumisión. COULMIER -Distinguido público de edad ilustrada, tras este repaso de historia pasada miremos ahora a nuestro persente, que, si bien aún no con paz suficiente nos ofrece un mañana seguro del que sabemos que no será oscuro. (La música va siendo progresivamente una monótona marcha. Los pacientes del fondo se ponen en formación y marcan el paso.) La gran diferencia hoy se nota en que no hay opresión ni bancarrota. Estamos en plena recuperación, tenemos pan, tenemos carbón, y aunque otra guerra nos espera, la victoria final es lisonjera. LOS CUATRO CANTORES-(Marcando el paso.) Y aunque en muchas manos poco y mucho en pocas manos, nos acercamos juntos a los fines humanos. Podemos expresarnos entera y libremente y decir lo vedado clandestinamente. CORO -Ni el enfermo siquiera va encadenado, y el honor de la patria por siempre está salvado. Ya ni necesitamos de política hablar, pues uno basta ya para a todos guiar. Hasta a pobres y enfermos nos dice qué hay que hacer y a él se lo tenemos todo que agradecer, a este emperador único, Napoleón, que consumó con gloria la Revolución. (Se intensifica la música. La procesión se pone en movimiento. Las hermanas y los mozos intentan detenerla desde los lados. La columna da varias veces cuatro pasos hacia adelante y tres para atrás. La música y el ritmo de la marcha son cada vez más intensos. COULMIER se aparta preocupado, agitando los brasos para ordenar que se detengan.) El que nuestro invencible ejército guía en la nieve, el agua y el desierto, el que nuestro poder, por todos lados, para bien de los pueblos ha implantado. (El paso se hace atronador y la columna adelanta más, dando unos pasos hacia adelante y otros hacia atrás.) COULMIER -(Gritando a través del tumulto.) ¡Viva el Emperador y la Nación, y viva nuestro hospital de Charenton! TODOS -(Rítmicamente, con el paso, pero en gran confusión y a gritos) Charenton Charenton Napoleón Napoleón Nación Nación Revolución Revolución Copulación Copulación. ROUX -(Grita, imponiéndose al tumulto que no cesa) ¿Cuándo aprenderéis a ver? (La música, los gritos y las pisadas se convierten en una tempestad. Una intensa corriente de aire entra por 54


las ventanas de la parte alta de las paredes laterales. Las grandes cortinas ondean ampliamente en el escenario. COULMIER huye, se refugia en su tribuna y toca una campana de alarma. Los mozos atacan a los pacientes a golpes de porra. ROUX se lanza hacia adelante.) (A los pacientes y al público.) ¿Cuándo aprenderéis a ver? ¿Cuándo lo entenderéis de una vez? (Se pone de espaldas, delante de las filas de los que marchan. Los quiere echar para atrás, epro ellos lo absorben y ROUX desaparece en el seno de la columna, que sigue avanzando. Los pacientes se encuentran ya como en trance por su danza o marcha. Muchos saltan y se contorsionan extáticos. COULMIER Incita a los mozos a usar la mayor violencia. Algunos pacientes caen al suelo bajo los golpes. El PREGONERO da grandes saltos rítmicos ante la orquesta. SADE se ha puesto en pie encima de su silla y ríe triunfalmente. COULMIER, desesperado, da la señal de bajar el telón)

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“Escribe como quieras, usa los ritmos que te salgan, prueba instrumentos diversos, siéntate en el piano, destruye la métrica, grita en vez de cantar, sopla la guitarra y tañe la corneta. Odia las matemáticas y ama los remolinos. La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta.” <Violeta Parra>

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