Este folleto fue elaborado a partir del poemario “Morgue y otros poemas” publicado por Cinosargo Ediciones. De ahí seleccionamos parte del prologo y los poemas de Morgue. La antología original incluye tres poemas que aquí no se han adjuntado, por eso el nombre de Morgue y otros poemas. Aquí solo va una pequeña dosis… Aquel libro fue entregado por Daniel Rojas Pachas a nuestra biblioteca en nuestro paso por Arica (Chile) La reproducción y difusión es permitida, puedes descargar de nuestra página virtual el archivo PDF. Este Folleto se terminó en Trujillo, Perú
Una pequeña dosis de Morgue y otros poemas
Comentarios a la traducción de “Morgue y otros poemas”. Por Daniel Rojas Pachas. Gottfried Benn (Mansfeld 1886 - Berlin1956) es sin duda uno de los escritores más importantes del siglo XXI, un extraordinario poeta y prosista, creador de ensayos de gran lucidez, y una de las voces alemanas decidoras y que marcan la avanzada del pensamiento y creación en nuestro tiempo. (…) Como lector ha sido un enorme placer toparme con su trabajo y reconocer en la crudeza escatológica de este poemario, que tienes traducido desde el alemán debido a la labor de Cinosargo ediciones (…) (…) El poema que abre el libro “Pequeña Áster”, está dedicado a una flor que recibe su nombre de las estrellas, esta flor que aparece adosada al cuerpo de un hombre ebrio que está siendo diseccionado, fulgura como protagonista del texto, no es sólo un objeto, al contrario encarna la vitalidad perdida y esa belleza objetiva y sensible que subyace ante lo que consideramos el horror de la muerte. La flor evidencia la perfecta y maravillosa biología que nos compone y cómo este organismo que muere, el hombre, renace al volver a la tierra de la cual surge y se nutre. (…) El segundo texto, “Bella juventud”, en que un cuerpo infantil es encontrado en estado de descomposición, yaciendo en una especie de pantano o pastizal abandonado, por motivos que no se explican al lector de modo explícito, cuenta la historia de una familia de ratas que crean su hábitat y recodo de seguridad en las vísceras roídas de la pequeña niña, una visión Autónoma Editorial Pluma&Mente
cruda para estómagos sensibles, pero que pensada desde la supervivencia animal, delata otro tipo de relaciones de fraternidad y cuidado que se dispensan estos carroñeros entre sí, acto carente de maniqueísmos y dicotomías morales como bueno y malo, siento que Benn quiere exponer esa otra belleza, la juventud de estas ratas que son sacrificadas por la torpe y brutal mano de los humanos que las ahogan, tan viles y obsesas, como el que causo la muerte de la niña anónima, cuya historia el lector debe completar externamente a lo representado en el poema. “Ciclo” me parece un poema de transición pero es de aquellos en que Benn destila su humor negro, su ironía y futilidad del cuerpo, una vez extinta la vida por las causas más comunes y apócrifas; una prostituta sin identificar, cuyo cadáver cae en manos de un trabajador de la morgue que retira un objeto extraño y de valor de su cuerpo, una tapadura de oro por la cual quizá la prostituta trabajó mucho o que era motivo de su orgullo. El agente inescrupuloso decide no desperdiciar el objeto y lo empeña para ir a bailar, y sentencia además: “sólo tierra debe retornar a la tierra”. Benn aquí da cuenta de esa pasión inútil que somos, nuestra precariedad y a la vez también denuncia sin moralismos y tampoco asco, la frialdad de los que están a cargo de trabajar con los occisos, la desensibilización de médicos y especialistas que va in crescendo en los otros poemas del libro. “La novia del negro” es un poema que destila erotismo y brutalidad, una especie de combinatoria explosiva de Eros y Thanatos en que la sensualidad arrebatadora de una mujer y las promesas angelicales de su cuerpo se dan de bruces con la violencia del hombre, el novio que juguetea con su cuerpo como un objeto, introduciendo sus extremidades mugrosas en las distintas cavidades de la difunta que yace en su sanguinolento lecho. Estamos ante un breve relato de necrofilia, pero que más allá del escándalo (noticias hay de la prohibición y censura que tuvo “Morgue y otros poemas” en su época) e incluso el tono racista que puede tomar el poema hoy en día, expone el ultraje de la carne, algo que luego veremos
Una pequeña dosis de Morgue y otros poemas en la obra de Burroughs o en la cinematografía de Cronenberg sin tapujos, empero, pensemos que estamos a comienzos de siglo. De avanzada, el poema tiene además un tinte pulp, una femme fatale que encuentra su trágico destino y cuya belleza aunque muerta, sigue erotizando y bestializando al hombre, pues el vicio y la paridera no han dañado su esplendorosa carne. “Réquiem”, “Pabellón de parturientas”, “Apéndice” y “Hombre y mujer atraviesan la barraca de los cancerosos”, son parte de esos poemas que destilan al máximo el grotesco y esperpento de los centros de salud, espacios de encierro que corresponden a la manifestación material de la dominación del individuo, sin entrar a las ideas de Foucault, podemos ver como los pacientes importan poco y son parte de un tráfico y manipulación insalubre e indignante. Estos lugares recrean la imagen infernal que todos tememos del encierro y la claustrofobia. El sanatorio o sala de experimentos en que una vida es tratada sólo como un vil pedazo de pellejo bajo el bisturí. Todo se resume en el siguiente verso del poema “El pabellón de las parturientas”: En ningún otro sitio el sufrimiento y dolor importa tan poco porque aquí siempre grita algo La muerte se pasea por estos rincones rechinando sus dientes y los doctores, a la luz de los versos de Benn, parecen más bien matasanos insensibles que gritan a las mujeres en labor: "¡puja mujer! ¿Entiendes, puja? No estás aquí por diversión. No lo contengas!!! No alargues la cosa!!! Puja incluso si te cagas encima. No estás aquí para descansar. Benn recolectó toda esta información de modo directo, es parte de su experiencia médica y sin duda de su labor en los Autónoma Editorial Pluma&Mente
campos de batalla durante la primera guerra mundial. Benn vivió un tiempo conflictivo, la guerra de trincheras y sus últimos días estuvieron cruzados por la presencia del imperio Nazi y luego la prohibición que sufrió de manos de los aliados, no pudiendo publicar sus obras. El horror de todo el periodo de entreguerras y la locura de nuestra especie se anidan en estas páginas que no son temblorosas, al contrario, son firmes y afiladas, capaces de imponer duros cortes a nuestra entereza y desnudarnos, una mirada profunda a la carne y sus reveses. Por último, debo hacer mención a “Café nocturno”, uno de mis poemas favoritos del libro y que sin duda marca una vuelta de turca pues en éste, Benn personaliza a los sujetos por sus enfermedades cutáneas, virales y nos expone como entes contagiosos que se relacionan intercambiando no solo pláticas y miradas, sino flatulencias, excresencias, salivas y mucosas. Un poema lleno de sarpullido, malformaciones y viscosidades en una danza con Chopin de fondo; la cacería de todos los fines de semana, hombres acechando mujeres, mujeres en busca de un novio y todos en un baile patético que se resume en un tráfico de fluidos, otra manera del autor de reducirnos a plaquetas y grasa. (…)
Una pequeña dosis de Morgue y otros poemas
Un repartidor de cerveza ahogado fue puesto sobre la camilla. Alguien había clavado un áster lilaclaroscuro entre sus dientes. Al atravesar el pecho bajo la piel con un largo cuchillo a fin de cortar su lengua y paladar, he debido chocar con la flor pues se deslizó hacia el cerebro reposando al costado. La coloqué dentro del tórax junto al aserrín mientras lo cosíamos. Bebe hasta la saciedad en tu florero!!! Descansa en paz, pequeña áster.
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La boca de una niña que había estado largo tiempo entre los juncos lucía tan roída. Cuando abrimos su pecho, el esófago estaba tan agujereado. Finalmente en el arco bajo el diafragma encontramos un nido de jóvenes ratas. Una hermanita yacía muerta. Las otras se alimentaban del hígado y riñón, bebiendo la fría sangre gozaban de una bella juventud. Y bella y rauda fue también su muerte: Lanzamos a toda la pandilla al agua. Oh, cómo chillaban esos pequeños hocicos!!!
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La muela solitaria de una puta, que murió sin identificación, tenía una tapadura dorada. Como parte de un acuerdo silencioso las otras muelas cayeron. Mas ésta la extirpó el encargado de la morgue, y la empeño para ir a bailar. A lo que dijo, sólo tierra debe retornar a la tierra.
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Entonces el rubio cuello de una mujer blanca yacía encamado en oscuros cojines sanguinolentos. El sol tempestuoso en su cabello se extendía lamiendo sus delicados muslos y se arrodillaba ante sus bronceados pechos, aún no deformados por el vicio o el parto. A su lado un negro de ojos y frente marcados por la coz de un caballo mete dos dedos de su sucio pie izquierdo dentro de su pequeña oreja blanca. Sin embargo, ella yace durmiente como una novia: En el marco jubiloso del primer amor y la víspera de numerosas ascensiones de cálida juventud. Hasta que hundimos el cuchillo en su blanca garganta y le echamos una liga purpura de sangre muerta alrededor de sus caderas.
Una pequeña dosis de Morgue y otros poemas
Dos en cada camilla. Hombres y mujeres en cruz. Hacinados, desnudos, pero sin dolor. El cráneo abierto. El torso partido a la mitad. Los cuerpos pariendo por última vez. Cada uno llena tres bacines: desde el cerebro hasta los testículos. Y el templo de Dios y la guarida del demonio ahora lado a lado en una cubeta de mugre. Se burlan del Gólgota y el pecado original. El resto, en ataúdes, limpios recién nacidos; piernas de hombre, torsos de niño, pelo de mujer. Yo vi lo que engendraron dos que solían prostituirse, algo yaciendo allí, como salido de un solo útero.
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Las mujeres más pobres de Berlín —trece niñas en cuarto y medio, putas, marginales, prisioneras— retorciendo su cuerpo y sollozando. En ningún otro sitio se grita tanto. En ningún otro sitio el sufrimiento y dolor importa tan poco porque aquí siempre grita algo "¡puja mujer! ¿Entiendes, puja? No estás aquí por diversión. No lo contengas!!! No alargues la cosa!!! Puja incluso si te cagas encima. No estás aquí para descansar. Esto no saldrá por sí solo. Debes presionar!" Por fin llega: azulado y pequeño. Orina y heces lo ungen. De once camas con lágrimas y sangre los gemidos le dan la bienvenida. Sólo dos ojos elevan un coro de júbilo al cielo por este pequeño pedazo de carne. Todos se marchan: desolación y placer. Y cuando muera entre estertores y sufrimientos, otros llenarán las doce camas de este pabellón.
Una pequeña dosis de Morgue y otros poemas Todo blanco, estéril y reluciente. Bajo la sabana gemidos y movimiento. El Abdomen marcado, escalpelos brillando. Preparados para cuando usted lo esté señor!!! El primer corte, como rebanar pan. "¡Pinzas!" Chorros rojo carmesí. Más profundo. Los músculos, húmedos, ardientes, la vibrante carne como un ramo de rosas. ¿Es pus lo que está salpicando? Quizá el intestino ha sido dañado. "Doctor, si se para contra luz, cómo puedo mantener las tripas en su lugar”. Anestesia!!! No puedo operar, Este tipo está agitando su estomago A través del silencio de niebla y vísceras, el ruido de unas tijeras chocando con el suelo. La diligente enfermera con ojos vigilantes prepara algodones esterilizados. "¡No puedo encontrar nada en esta porquería!" ¡Quítenme la mascarilla!" la sangre comienza a coagular. "Por Dios Santo!!! Hey señor, más presión en las rodillas!" Todo enredado. ¡Por fin: aquí está! A cauterizar enfermera!" Un susurro. Hijo, debo decir que has sido afortunado La cosa estaba a punto de perforarse. "¿Ve la pequeña mancha verde? Tres horas, creo y el estómago hubiese sido un desastre." Suturas, vendaje, un alegre y buen show. Todo cosido. Se asean y retiran de la sala. Rabiosa rechina sus huesudos dientes La muerte se escurre a la barraca de los cancerosos. Autónoma Editorial Pluma&Mente
El hombre: Aquí en esta fila úteros destruidos Y en esta fila pechos destruidos Camas juntas y apestosas, a cada hora las hermanas se turnan Ven, levanta silenciosamente esta manta Mira esta gran pila de grasa y horribles humores fue preciosa para un hombre alguna vez significaba éxtasis y hogar. Ven y mira estas cicatrices en el pecho. ¿Sientes el rosario de pequeños nudos blandos? Toca sin temor. La carne cede y está adormecida. Aquí hay uno que sangra como si tuviese treinta cuerpos. Nadie tiene tanta sangre. De ésta tuvieron que arrancar a un niño de su útero canceroso. Los dejan dormir. Día y noche. —A los nuevos se les dice: aquí el sueño les hará bien—. Pero los domingos se les deja un rato despiertos para las visitas, Toman un poco de alimentos. Sus espaldas están llagadas. Ves las moscas. A veces, las hermanas los lavan. Como uno lava los bancos. Aquí las sepulturas se elevan alrededor de cada cama y la carne desciende a la tierra. El Fuego se extingue y La vitalidad se apresta a correr. La Tierra llama.
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824: Vida y pasión de las mujeres El cello se toma un trago rápido. La flauta eructa profundo en tres compases: Su sabrosa cena. El tambor termina de leer una novela policial. Dienteverdoso con espinillas en la cara le hace ojitos a conjuntivitis. Cabello Grasiento habla a boca abierta con amígdalas inflamadas. Fe, esperanza y caridad penden de su cuello. Incipiente bocio es dulce con nariz montada. Él le invita tres cervezas. Irritación de afeitada compra claveles para enternecer a papada. Bemol-menor: la Sonata N° 35. Dos ojos rugen con escándalo ¡No derrames la sangre de Chopin en esta pocilga, estos buenos para nada, no la merecen! ¡Eh, Gigi! ¡Basta! La puerta se desborda: Una mujer. Desierto calcinado. Marrón canaanita. Virgen, llena de cavidades. Ella trae consigo un aroma. Imperceptible aroma. Sólo es un dulce entumecimiento en el aire rondando mi cerebro. Un mórbido panzón da saltitos detrás de ella.
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Gottfried Benn Médico y poeta alemán. Benn nació en Mansfeld el 2 de mayo de 1886. Estudió teología luterana en la Universidad de Marburg, pero se cambió a una escuela médico militar de la misma ciudad, y después sirvió como médico militar durante la I Guerra Mundial. Al acabar ésta se hizo especialista en enfermedades de la piel y de transmisión sexual. Su profesión le proporcionó muchos temas para algunos de sus poemas anti sentimentales en Morgue (1912), Carne (1917), y otros libros que contribuyeron a su reputación como representante eminente de Die neue Sachlichkeit (la nueva objetividad). Escribió también muchos ensayos críticos de sumo interés. En 1933, Benn dio la bienvenida a la toma del poder del partido nazi en un ensayo, El nuevo estado y los intelectuales, pero poco a poco fue perdiendo fe en el régimen, que prohibió sus libros en 1937. Mientras tanto, en 1935, había vuelto al Ejército, considerándolo como "una forma aristocrática de emigración", y hasta 1945 permaneció en el servicio activo. Los ocupantes aliados no le permitieron volver a publicar hasta 1948. Sus últimos libros de versos, como Poemas estáticos (1948) y Aprèslude (1955), le confirman como uno de los mayores escritores alemanes. Murió el 7 de julio de 1956 en Berlín