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Laura López-Mascaraque Académica de Mérito, Sillón Orquídea, de la ADP

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Académica de Mérito, con el

Sillón Orquídea, de la Academia del Perfume ¿qué ha significado para usted?

Es un honor personal. Para mí es muy significativo por el hecho de que soy neurocientífica y desde siempre el olfato ha estado presente tanto en mi vida personal como en la científica.

Espero que mi conocimiento pueda ayudar a visibilizar, y dar la importancia que realmente se merece, a este sentido al que muchas veces no se valora suficientemente hasta que se pierde.

¿Por qué el Sillón Orquídea? Para mí, hay perfumes que huelen a recuerdos y la orquídea, de ahí la elección del Sillón Orquídea, evoca en mí cientos de momentos felices de mi vida.

¿Qué cree que puede aportar una neurocientífica como usted a la cultura del perfume? ¿cuáles son sus objetivos? La neurociencia ha establecido los efectos que un olor o un perfume puede tener sobre las emociones, el estado de ánimo, la fisiología… Los perfumes, desde el punto de vista de la neurociencia, son un conjunto de moléculas que se sitúan en nuestra nariz donde se va a producir esa interacción entre esas moléculas y distintos receptores que están situados en unas neuronas localizadas en el epitelio olfativo. Laura López-Mascaraque

Es una de las principales autoridades científicas sobre el sentido del olfato en España, además de un referente a nivel internacional. Doctora en Biología, especialidad de Neurociencia, Investigadora Científica del CSIC y líder de un grupo de investigación en el Instituto Cajal de Madrid que estudia el desarrollo del cerebro. Es presidenta de la Red Olfativa Española y del Comité Mujer y Neurociencia de la Sociedad Española de Neurociencia. Forma parte de paneles de expertos de la Agencia Estatal de Investigación y es miembro de la European Dana Alliance for the Brain, así como de comités editoriales de revistas internacionales.

Es poseedora del Premio Europeo de Divulgación Científica de Neurociencia David and Hillie Mahoney Award e investigadora postdoctoral en varios Centros de Investigación de Estados Unidos.

Estas se van a encargar de transformar esa información química de esas moléculas en una información eléctrica que nos va a llegar directamente al cerebro para un procesamiento y para una respuesta que se asocia a un olor, a un recuerdo o a cosas distintas. En cuanto a los objetivos, pues la verdad es hasta el momento no me he fijado unos concretos. Por ahora, mi idea es aportar mi granito de arena con mi conocimiento en diferentes actividades que puedan ir surgiendo.

¿El covid ha cambiado la percepción de la sociedad sobre la importancia del sentido del olfato? Sí, de alguna manera. Me recuerda cuando Richard Axel y Linda Buck ganaron el Premio Nobel, en 2004, por el descubrimiento de los receptores olfativos y entonces fue cuando la comunidad neurocientífica se empezó

a interesar en este sentido. En el 2020, aparece la pandemia y a su vez la palabra anosmia, un término que muy pocos conocían, y que ahora casi todos asociamos con la pérdida del olfato, que es tanto un síntoma como una secuela del coronavirus. Además, la covid también puede provocar una distorsión de lo olido, lo que llamamos parosmia, y esto también altera a las personas emocionalmente.

¿Por qué cree que es el sentido menos valorado? Porque si pensamos cuál no nos importaría perder, en principio le damos ese no valor o ese menosprecio al olfato porque la vista y el oído son sentidos que realmente estamos utilizando continuamente y el olfato es el más ignorado. No nos damos cuenta de que existe hasta que lo hemos perdido.

¿Se recupera el olfato tras infectarse de COVID? Parece ser que hay hasta un 15% de los pacientes afectados con anosmia que pueden seguir sin

“De pequeños nos enseñan los colores, las palabras, pero de los olores, lo único que sabemos decir es “huele como a…”, no hemos aprendido a verbalizarlo”

oler hasta 3 meses después de la infección, incluso más. Para recuperar el sentido del olfato es muy importante rehabilitar este sentido, ayudarle a volver a identificar los olores perdidos porque lo que ha ocurrido es una destrucción del epitelio olfativo. Dependiendo del nivel de destrucción, vas a tener una duración de la anosmia más o menos larga. Este entrenamiento o reeducación olfativa permitiría a estos pacientes recuperar, aunque no ocurre siempre, el sentido del olfato. Lo que hay que hacer es ejercitar la memoria olfativa exponiendo al paciente a sustancias odorantes durante distintos tiempos, varias veces al día, y de esta manera volver a crear esas conexiones que tienen esas neuronas que están en la nariz con el resto del cerebro.

¿Hasta qué punto sería importante que tuviésemos más cultura olfativa? Para mí, sería muy importante. El olfato realmente es fundamental para el ser humano porque es la forma química de detectar lo que nos rodea. Sin embargo, de pequeños nos enseñan los colores, las palabras, pero de los olores, lo único que sabemos decir es “huele como a…”, no hemos aprendido a verbalizarlo. Educar el olfato sería llegar a memorizar los diferentes olores y espero que poco a poco esto se vaya haciendo. Por mi parte yo intento hacer talleres olfativos con los niños, inculcarles un poco la importancia de este sentido y el ejercitar el cerebro a través del sentido del olfato. También es verdad que cada vez hay más interés, en general, en la vida diaria, por el sentido del olfato. Incluso en las empresas son más conscientes de la fuerza que tienen los olores en la toma de decisiones y en el estado emocional de cada uno. Creo que poco a poco vamos a ir recuperando el interés por este sentido tan olvidado.

La doctora Mascaraque en la cumbre de Académicos de la Academia del Perfume.

¿Tendría sentido un diccionario de olores? ¿Qué se podría hacer para ampliar el lenguaje del olor? Pues podemos llegar a distinguir billones de olores a través de combinaciones de las distintas moléculas que cada vez que respiramos nos llegan, sin quererlo

La doctora Laura López-Mascaraque durante su primer discurso como Académica.

“Cada uno de nosotros tenemos un olor único, la llamada huella olfativa, que podría ser igual que la huella dactilar”

y sin voluntad propia. Sin embargo, no tenemos un vocabulario para definirlos, al menos una mínima parte de lo que podemos llegar a percibir. Normalmente un olor, lo que te va a transmitir es un recuerdo y no defines el olor en sí, si no lo que estás oliendo. De ahí que los perfumistas o los enólogos se entrenen muchísimo para llegar a memorizar un olor y verbalizarlo, pero creo que sería imposible crear un diccionario de olores. Durante un tiempo las ruedas de olores ha sido una herramienta ya utilizada desde la Edad Media que ayudaba un poco a aprender y reconocer o reforzar distintas gamas de olores. Pero crear un diccionario sería muy difícil porque, además, dependiendo de las distintas culturas, también podríamos denominar de distintas maneras a los aromas.

¿En qué punto se encuentran los estudios sobre peritaje del olor? Supongo que te refieres a lo que conocemos como odorología forense, una técnica de investigación criminal, donde es el olor corporal el que va a proporcionar un rastro que sea reconocible para cada individuo. Porque cada uno de nosotros tenemos un olor único, la llamada huella olfativa, que podría ser igual que la huella dactilar. Hasta ahora lo que se necesita son perros adiestrados en la detección de olores y en la última década, lo que sí se está investigando y se está fabricando son narices electrónicas que puedan detectar esa huella olfativa pero todavía nos queda un gran tramo por recorrer. Además, este peritaje del olor no solo es útil en la rama criminalística si no en la denominada contaminación olfativa, de ahí que tendría que haber peritajes olfativos en algunos casos.

El sentido del olfato no se puede racionalizar, pero sí aprendemos que un olor es bueno, malo o peligroso, como el olor a gas, ¿en cierta forma se podría condicionar nuestra percepción de un aroma? En general, los olores pueden generar sensaciones totalmente opuestas, dependiendo de la persona. Por ejemplo, hay personas que les encanta a, el olor a pintura, la acetona… mientras que otros lo rechazan totalmente. Luego además el olfato va a producir muchos tipos de percepciones asociadas a personas a recuerdos vividos, a lugares. De ahí que muchas veces los olores nos van a llevar a identificar además de personas, países, culturas, comidas… Pues sí, se podrían asociar ciertas tareas con ciertos aromas, al fin y al cabo, esto sería como una forma de entrenamiento del cerebro, pero no a nivel generalista, sino que cada persona, dependiendo de su cultura, de su propia genética, porque tenemos hasta 400 genes que están codificando para el olfato y también se ha comprobado que las frecuencias cerebrales van a cambiar en función de las fragancias que tenemos. Es decir, que allí habría todo un mundo para hablar a nivel de cómo condicionar nuestra percepción de un determinado aroma.

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