Historias Mitos Y Leyendas de San Bernardo * Incluye CD con 16 Radioteatros
Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo
Proyecto financiado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Fondart Proyecto ejecutado por: Radio Canelo – 149 AM Textos, recopilación e ilustraciones: Marcelo Mallea Hernández Coordinación General: Néstor Grandón Espinoza Agradecimientos: Radio San Bernardo - Casa de la Cultura de San Bernardo – Corporación El Canelo de Nos Libretos y dirección de arte Radioteatros: Marcelo Mallea Hernández © San Bernardo, 2008 2
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Indice El pacto de la Noche de San Juan ............................................... 5 La Leyenda del Coche Nocturno................................................... 6 La historia de la mesa embrujada ................................................. 7 El tesoro perdido de Catemito....................................................... 8 El batallón Victoria ........................................................................ 9 Fuego cruzado…la batalla de las Tres Acequias ......................... 11 Historias de tolstoyanos .............................................................. 13 Un hospital para San Bernardo ................................................... 16 El Tránsito de Venus ................................................................... 19 Los prisioneros del Huáscar........................................................ 23 El cruce de Los Andes ................................................................ 25 El complot de “las patitas de chancho” ....................................... 29 El 18 Chico .................................................................................. 33 Las Fiestas de la Primavera........................................................ 34 El Romancero de la villa ............................................................. 37 Bibliografía consultada: ............................................................... 40
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El pacto de la Noche de San Juan Detrás del fundo Chena existió un árbol con propiedades extra-terrenales, según algunos un palto, otros una higuera o un gran pino. En la noche de San Juan iban muchos campesinos a velarse debajo de este árbol para poder ser ricos de la noche a la mañana. Debían aguantar el rito de esperar la medianoche y que de este árbol bajara una culebra retorciéndose y echando fuego por sus ojos. Para los campesinos era imposible aguantar este suplicio y antes que la fortuna preferían huir. Elegían este sitio porque decían que el dueño del fundo, había logrado su riqueza de esa forma y que luego desafió al diablo velándose una noche en el Cerro Chena. Él, dijo las doce palabras “redobladas” sin equivocarse y así venció al demonio que no pudo llevárselo. Sin embargo, arrepentido por tan siniestro pacto, solicitó a un grupo de fieles que rezaran toda una noche por su alma, velándose en vida al interior de un ataúd, de esa forma pensaba que podría salvar su alma. “Al morir”, mientras su cuerpo era llevado al cementerio, en una gran procesión y justo en el momento de las evocaciones y despedidas finales, la parte superior de su ataúd fue abierta y para sorpresa de todos los deudos…éste se encontraba…¡¡vacío!! El pacto había sido cobrado, el alma de este hombre, por el peso de su ambición le fue arrebatada. San Juan es un santo muy popular en distintos lugares de Chile. Su festividad se celebra el 24 de junio, y de las conmemoraciones religiosas es la que el pueblo acoge con mayores manifestaciones de fervor pagano. 5
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La Leyenda del Coche Nocturno A comienzos del 1900, en la Villa de San Bernardo, un misterioso coche guiado por caballos negros y un brasero ubicado estratégicamente al medio de la carrocería pasaba a la medianoche recogiendo a caminantes, que a pesar de todo debían aventurarse en los solitarios caminos de Los Morros o de Catemito, arreciado en aquellos tiempos por bandoleros. Es la historia contada por nuestros abuelos, en los albores de la Villa de San Bernardo, cuando las calles conservaban cierto aire de misterio y encanto, atrapando a caminantes incautos al anochecer. Los ecos irrefrenables de un carruaje dejaban pasmados a los inquilinos que se atrevían, a pesar de todo, a subirse en esa hueste traicionera. El coche producía su habitual raer en las ruedas, haciendo suponer que en toda la magnitud de sus componentes -el cochero, los caballos, engranajes y maderas- enfrentarían leyes físicas de otra dimensión. Arriba del armazón un brasero encendido creaba colores dispares, saltando algunas chispas de carbón y brazas que eran expulsadas a medida que avanzaba. Los parroquianos creían ver en esta visión, especialmente en noche de niebla, una carreta llegada directamente desde el mismo infierno, causando temor en niños y adultos.
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La historia de la mesa embrujada En la Escuela de Inteligencia del Ejército, ubicada en el camino Padre Hurtado (ex Los Morros), cuenta la leyenda que existe una mesa hábilmente tallada, de forma circular y oscura, con relieves y ornamentos muy extraños, pero que sobrecogen e invitan a apoyar las manos sobre esta superficie encantada. Está instalada en el segundo piso de la casa principal, luego de una escala abierta hacia ambos costados de la balaustrada y que en forma precisa ubica a este mueble al centro del pasillo. En primer lugar, es una incómoda posición para esta mesa, ya que cubre y entorpece la normal circulación de los visitantes, al no dejar profusa distancia entre la puerta de entrada a un amplio living y la salida superior o principal. ¿Por qué nadie se atreve a cambiar la mesa de su lugar?. ¿Es mucho trabajo tomar la mesa de ambos lados y llevarla hacia otra habitación?. La respuesta obvia es no. No es ningún problema reubicarla, pero…la desgracia caería sobre “la” o “las” personas que intentaran siquiera tocar, mover, dañar o simplemente dudar del poder de las sombras. Hace muchos años, cuando la casa perteneció a una familia de alcurnia, en los tiempos de grandes haciendas, esta mesa era testigo de pactos y juegos poco santos. La “ouija” era consultada sobre sus bases y según testigos. Ésta habría quedado estampada o “cargada” con energías invisibles que fulminarían con rayos y fuego a todos los pobres incrédulos. Muchas han sido las desgracias soportadas por los actuales moradores de la casa, al desconocer la leyenda. Accidentes increíbles a plena luz del día, golpes, caídas y tropiezos, son sólo una larga lista de derrotas ante las garras de esta mesa embrujada. Ya lo sabe, si visita esta casa, no se le ocurra mirar de reojo a esta mesa, ni menos apoyar sus dedos. Puede ser víctima de un pacto no cumplido o de simple…mala suerte. 7
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El tesoro perdido de Catemito Esta leyenda fue recopilada del libro de Mario Arroyo “Acuarelas de Ayer y Hoy”. En los cerros de Catemo, frente al camino carretero que va a los Bajos de San Agustín y a Calera de Tango, se ven de cuando en cuando, luces misteriosas, fijas a ratos, móviles a otras, a velocidades distintas y en sitios diferentes. Se ha tratado de seguirles la pista, sin resultado. Estas luces indicarían la existencia de un tesoro escondido en esos lugares desde hace siglos. Durante el período Colonial existió un «rico home», como decían los castellanos antiguos, que en su afán de amasar riquezas, demostró una dureza de corazón increíble, incluso llegó al crimen. Era tan malvado que cuando presintió que llegaba al fin de sus días, cogió todo el oro y las joyas, fruto de sus depredaciones, y las enterró en un lugar desconocido para que nadie pudiera aprovecharlas, aún su propia familia. La leyenda dice que el alma del ricachón era tan negra y mala, que ni siquiera el propio demonio la había aceptado en el infierno, y estaba condenada a seguir vagando en el espacio sin fin hasta que alguna persona bondadosa hallara el tesoro y lo repartiera entre los pobres, quedándose con una pequeña parte, como galardón por el hallazgo y por el trabajo de distribución.
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El batallón Victoria Los hechos de la Guerra del Pacífico hicieron eco en los habitantes de la Villa de San Bernardo, la cual no estuvo ajena a este acontecimiento histórico, formando su propio batallón cívico movilizado que llevó el nombre de “Batallón Victoria”. La historia comienza en la Plaza de Armas, el año de 1879. Una multitud de parroquianos acude al llamado patriótico de varios oradores que con encendidos discursos alistan lo que sería una proclama en pro del país. El reto de la República de Bolivia moviliza una serie de acciones ciudadanas y los habitantes de San Bernardo deciden organizar un cuerpo militar para entrar de lleno al teatro de la guerra. Para esto, se solicitan los implementos necesarios al Gobierno para la formación del batallón, tales como “fornitura y jefe de instrucción para dar principio al acto disciplinario de la tropa militar”. El Gobierno envió 200 fusiles e instruyó para que se formara a la brevedad esta brigada o “batallón”. Por otra parte, los habitantes debían costear los uniformes. Las noticias del Combate Naval de Iquique fueron recibidas en San Bernardo con gran pesar. Un sentimiento general de dolor invadió a la ciudad. Desde entonces, la antigua calle “Del Comercio”, se llamaría “Arturo Prat”. Una sentida carta fue enviada en nombre de la Municipalidad a la viuda de Arturo Prat, la señora Carmela Carvajal de Prat.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Mientras la Brigada se organizaba, desde el sur llegaban a San Bernardo otros regimientos y se acuartelaban. Ésta fue la ocasión precisa para que algunos sanbernardinos se enrolaran y marcharan antes de tiempo. Hasta que el Gobierno promulga un Decreto con fecha 2 de agosto de 1880, creando el “Batallón Movilizado de la Victoria”, integrado por 100 hombres en cada Compañía. De esta forma, se nombra al entonces Gobernador del Departamento de la Victoria, don Enrique Baeza Yávar, como Teniente Coronel. El estandarte patrio fue encomendado a don Santiago Ossa y su apadrinamiento fue encargado a don Benjamín Vicuña Mackenna. También, llega a San Bernardo el Coronel Orozimbo Barbosa, destacado militar que participó en la Pacificación de la Araucanía. Su objetivo era revistar las tropas y comandarlas. Luego de una acogedora velada y de la presentación de la familia, el Coronel Orozimbo Barbosa fija sus ojos en una bella y joven dama llamada Corina, hija de don Enrique Baeza. Como era de esperar, entre don Orozimbo Barbosa y la cándida Corina fue tejido un breve romance que culminó en el altar, bajo la anuencia de su familia. Finalmente, el lunes 27 de septiembre de 1880, el batallón Victoria comenzaba su empresa rumbo al norte con 630 hombres, entre ellos el Sargento 1º don Roque Rejas y su esposa Juanita Alcaíno, llamada también “Cantinera de la Victoria”. Luego de una larga travesía, el 1º de octubre, se embarcan en un vapor hacia la ciudad de Iquique. Las marchas por el desierto, los ejercicios y preparativos eran cada vez más extenuantes. La disciplina militar los obligó a prepararse física y sicológicamente para entrar de lleno al conflicto que suscitaba mayor interés y relevancia en la región. El rol que desempeñaron las mujeres en la Guerra del Pacífico, siguiendo a los soldados fue determinante en los triunfos patriotas. 10
Fondart - Radio Canelo En la historia de Chile, fueron famosas las Cantineras Sargento Candelaria Pérez e Irene Morales Infante. El batallón Victoria participó en numerosos avances contra tropas peruanas, tomando prisioneros y destacándose en las batallas de “Chorrillos”, “Miraflores” y la entrada a Lima, ocupando la Iglesia de “La Merced”, entre otras incursiones. El lado más oscuro de la guerra podía verse a cada paso, en ciudades repletas de cadáveres junto a los equipos, armas, caballos y restos de comida. Una de las compañías del “Victoria” colaboró en la contienda de “Huamachuco”, que marcaría el fin de la guerra, ya que posteriormente se firmaría el Tratado de Ancón. El batallón Victoria regresó a la ciudad en medio de homenajes y apoteósicos recibimientos, debiendo desfilar desde la Estación de Ferrocarriles hasta la Plaza de Armas. Hubo discursos, Te Deums e historias que contar entre los parientes que se agolpaban para recibirlos con los brazos abiertos. El futuro, para muchos de estos héroes sería esquivo, pasando a ser verdaderas leyendas vivientes en el pueblo de San Bernardo. A Juanita Alcaíno, cantinera del batallón Victoria, podemos visitarla en el Cementerio Parroquial de San Bernardo.
Fuego cruzado…la batalla de las Tres Acequias Con este nombre es conocida la batalla ocurrida en los albores de la República, período denominado de la “Patria Vieja”, donde dos hermanos patriotas se enfrentaron en el sector denominado “Tres Acequias”, en las cercanías del Río Maipo, el 26 de agosto de 1814 (recordemos que la Villa de San Bernardo fue fundada en 1821). Por una parte, don Bernardo O’Higgins avanzó con sus tropas leales hacia el sector de las Tres Acequias, hasta encontrarse con tropas
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo carrerinas. La denominación de “Tres Acequias” se debe al asentamiento más antiguo del sector; tres pequeños canales de agua construidos por los incas y perfeccionados por los jesuitas. Se dice que algunos lugareños conservan testimonios de esta contienda, como por ejemplo, la presencia en el sector de cuatro cañones, más algunos espadines y ropas de soldados. Sin embargo, no se ha procedido a realizar un trabajo de investigación serio que pruebe o asevere su data y procedencia. Corría el año de 1814 y Chile era gobernado por una junta de gobierno patriota, que había designado a Carrera como General en Jefe del Ejército para repeler el avance de los españoles desde el sur. Los desembarcos “realistas” se sucedían con más frecuencia. El fracaso de Chillán mermó la posibilidad de una total independencia. La “Junta” aprueba el reemplazo de José Miguel por Bernardo O’Higgins y éste tampoco logra derrotar al vasto y organizado ejército Realista. Motivado por esto y el secuestro de su familia, decide suscribir el Tratado de Lircay, cerca de Talca, firmado por el entonces Presidente de la Junta, Francisco De la Lastra. En este tratado se reconoce que Chile integra aún la Monarquía española, suprimiendo la bandera, escarapelas y ahogando cualquier intento independentista. Tras varios meses de persecución y encarcelamiento de los hermanos de Carrera, José Miguel se niega a aceptar este Tratado y organiza un ataque, derribando al gobierno de De la Lastra, retomando el poder y mando del ejército. O’Higgins se encontraba en la ciudad de Talca y al recibir estas noti12
Fondart - Radio Canelo cias del “Gobierno Ilegítimo”, partió junto a sus tropas a la capital, para enfrentar a las de Carrera, encontrándose en los estériles y secos terrenos del “Maipo”. O’Higgins avanzó con estandarte español, ya que debía cumplir con el Tratado de Lircay. Su intención era derrotar a Luis Carrera para llegar pronto a Santiago y abdicar a su hermano José Miguel, pero el 26 de agosto, esta predisposición unida a una táctica poco prolija hizo trabar fuego con una disciplinada y rigurosa 1º División de Luis Carrera, hermano de José Miguel. Según cuenta la historia, las tropas carrerinas contaban con su infantería, caballería y artillería disciplinada, equipada y bien ubicada. O’Higgins, ordenó la avanzada con inferioridad numérica de tropas, en forma decidida, pero al encontrarse con este esquema planteado por Luis Carrera, es decir infantería al centro, artillería y caballería por ambos flancos y pese a las escaramuzas, las tropas de O’Higgins retrocedieron hasta huir repentinamente, logrando algunas bajas y tomando a algunos prisioneros. La posterior captura tras las huida y el reordenamiento de O’Higgins para embestir nuevamente a los Carrera terminó con la noticia del avance realista de las tropas de Mariano Osorio que avanzaba a paso veloz desde el sur. Las diferencias entre ambos bandos se superaron para repeler este ataque que ponía en riesgo la libertad de la patria.
Historias de tolstoyanos Esta fascinante historia, cuenta la vida de tres ingeniosos jóvenes escritores, admiradores del escritor ruso León Tolstoy (léase también como “León Tolstoi”), de sus ideales sencillos en contacto con la Madre Tierra, del amor por el trabajo, el bien y el menester entre los campesinos que vivieron en Yasnaia Polaina, Rusia, la residencia de aquel notable escritor. Este fervoroso eco encontró refugio en Augusto Thomson, más conocido como Augusto D’Halmar, Julio Ortiz de Zárate y Fernando Santiván.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Ellos, congregaron en sus tertulias los ideales morales, filosóficos y artísticos de León Tolstoy, viviendo en forma natural, fundando una colonia al sur del país, donde además de escribir cultivarían la tierra. En el año de 1904, estos jóvenes tomaron sus maletas y se embarcaron en tren a un terreno que un primo de Fernando Santiván les cedió amablemente en la precordillera de Bulnes, cerca de Chillán, lugar de espesos bosques. Los tres amigos partieron rumbo al sur para fundar esta colonia, con los bolsillos casi vacíos y un entusiasmo a toda prueba. Avanzaron en tren, a toda velocidad y buscando mejores perspectivas para sus periplos poéticos y artísticos, dejaron a disposición sus “manos y su fe”, con el fin de alcanzar los ideales filosóficos y morales de este escritor ruso. Su escuela sería la culminación de este loable proceso que pasaría a llamarse simplemente “Colonia Tolstoyana”. Mientras tanto, en la capital ya se comentaba el plan llevado a cabo por “tres locos” y reflejaba en algunas crónicas del periódico, que decían lo siguiente: “Un grupo de muchachos artistas proyecta salir para el sur, con el fin de fundar una colonia inspirada en las teorías religioso-filosóficas de Tolstoy. Es de presumir que los colonos intentarán vivir desnudos, como Adán, metiéndose en las selvas de raíces, animalitos y peces crudos. Es de lamentar que Eva haya sido excluida de esta comunidad; seguramente los colonos habrían tenido ocasión de formar, con ella, moralizadores cuadros plásticos…” Recibieron también las noticias del poeta Pezoa Véliz, desde Valparaíso, atraído por esta iniciativa, al igual que los pintores Backaus y Burchard, más las congratulaciones del poeta Manuel Magallanes 14
Fondart - Radio Canelo Moure, quien se excusó, pero que ofreció toda su ayuda. Fernando Santiván les confiesa que tuvo que vender algunos muebles y ropas de su cuarto de estudiante por apenas un puñado de monedas, pero que recuperaría con creces al llegar al sur y cobrar un terreno prometido por un pariente, tal vez…una quinientas hectáreas. Después de varios vericuetos, cambios de planes, vicisitudes e indecisiones, retomaron su trayecto original al pretender buscar agua, llegando a un lugar repleto de supuestos cuatreros que los intimidaron y conminaron a quedarse. Los tolstoyanos huyeron a más no poder, asustados y con una pistola a fogueo, de propiedad de Fernando, intentaron defenderse. Augusto les confiesa en medio de un brindis que conoce a un poeta llamado Manuel Magallanes Moure que puede recibirlos en un pueblecito “casto y puro” llamado…San Bernardo. Esto supondría varias ventajas, como por ejemplo vivir cerca de la civilización. Tendrían una escuelita para niños pobres y ejercerían el apostolado libre de presiones. Llegaron a la estación de ferrocarriles de San Bernardo, disfrutando de hermosos árboles con frutos pintones, acequias con agua cristalina y un rebosante futuro a cuestas. Al llegar, se encontraron con el poeta que los condujo a su casa. Hablaron con Amalia, su esposa, dueña de los terrenos que aceptó la idea de fundar la Colonia en el pueblo, entregándoles un terrenito esporádico que se encontraba arrendado y hubo que esperar a que se desocupara. Nuestros amigos se quedarían en San Bernardo, el pueblecito casto y perfumado descrito por Fernando Santiván, un largo tiempo más. Augusto leía “la Parábola del sembrador”, mientras araban la tierra acompañados de un par de bueyes mansos. Llegaron muchos intelectuales, artistas de la época a vivir en esta colonia Tolstoyana. Disfrutaron de bellos crepúsculos y ritos al sol.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Muchas eras, muchas tierras permanecerían abiertas….como en Yasnaia Polaina…el sueño de Tolstoy.
Un hospital para San Bernardo Esta historia habla del esfuerzo, la fe y abnegación de numerosos hombres y mujeres de Dios que gracias a su visión lograrían el tan anhelado sueño…un Hospital para San Bernardo. Era el año de 1877, momentos previos a la Guerra del Pacífico, años de severas crisis económicas. En la Villa de San Bernardo ya se escuchaban ecos de desgracias al sufrir estragos y epidemias de difícil control. Muchos niños morían sin siquiera saber la causa de sus males. No todos confiaban en los métodos curativos de la botica de don David Zumarán, tampoco de los “vacunadores” y “flebótomos”. Años más tarde, se informaba al cura y vicario de San Bernardo, don José Manuel Duozorroza en representación del Ordinario Eclesiástico, proceda a firmar la escritura del terreno donde se proyecta construir un hospital para la feligresía de dicha parroquia y cuya adquisición se hará con los dineros donados para este objeto. Las obras eran supervisadas personalmente por Don Joaquín Larraín Gandarillas, quien no dejaba de alentar a los obreros y recomendar el buen aire de San Bernardo a los enfermos del pulmón y la tuberculosis que él padecía, ya que…”…el aire que dejan las chimeneas de las locomotoras a su paso, me invitan a quedarme”. Efectivamente, el Arzobispo de Santiago encargó al entonces Obispo Don Joaquín Larraín Gandarillas bendecir la primera piedra de este hospital, una calurosa tarde del 18 de marzo de 1888. 16
Fondart - Radio Canelo Los enfermos ya no tendrían que hacer el molestoso viaje de cuatro leguas para ir en busca de salud a los hospitales de la capital. Muchas colectas y obras de beneficencia fueron necesarias para recolectar el dinero para esta importante obra social. Los trabajos avanzaron lentamente, ya que apenas podían financiarse con las donaciones públicas. Los heridos de la Revolución del’91 comenzaron a llegar a San Bernardo y eran atendidos en el hogar del Obispo Larraín Gandarillas. La Revolución, sin lugar a dudas, trajo las peores consecuencias para todos los ciudadanos. El señor Obispo trataba de hacer entender a las autoridades la importancia de la construcción del hospital, motivos más que justificados, dadas las condiciones y precariedades de las atenciones ambulatorias. Debieron revisar una y otra vez los planos de las obras y sin rendirse se entrevistaron con el Arzobispo de Santiago, señor Mariano Casanova. La génesis de lo que sería el nuevo hospital ya fundaba sus bases sobre la encomiable labor de las hermanas de la Santa Cruz con las Hijas de San Vicente de Paul. Las primeras quince camas arregladas y en salas ventiladas recibían a los pacientes llegados de las batallas de Concón y Placilla. Finalmente, se acepta la donación de un terreno de 4.361 metros cuadrados contiguos al oriente del Hospital Parroquial, por parte de don Ernesto Ducaud, para la construcción del establecimiento definitivo. La Madre María Luisa, de la Congregación de las Hijas de San José, Protectoras de la Infancia y Sor María del Sagrado Corazón Peñafiel, se hicieron cargo del centro asistencial. El 26 de septiembre de 1897 fallecía en la ciudad de San Bernardo, el querido Obispo Larraín Gandarillas. Una multitud lo recordó triste y silenciosamente desde su casa-quinta camino hacia Santiago.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Posteriormente, un día 5 de octubre de 1897, se informaba de la apertura de dicho recinto hospitalario. A principios del 1900 comienza la migración de numerosos intelectuales a San Bernardo, también ocurren grandes desgracias que deben ser atendidas en el hospital, tales como los rebrotes de la viruela, el terremoto de 1906 en la ciudad de Valparaíso y el accidente ferroviario en la Estación, en 1955. Una de las construcciones del Hospital que quedó más dañada con el terremoto, fue la Capilla, seriamente destruida e inutilizada Tantas tragedias, seguidas unas de otras motivaron la creación de dos organizaciones benéficas; la Gota de Leche y la Asociación de Señoras de la Caridad San Vicente de Paul. En 1920 se crea la Cruz Roja gracias a la colaboración de ilustres médicos; Luis Sepúlveda Salvatierra, Santiago Mac-Lean y Senén Palacios. La obra más polémica en la construcción del hospital, sin lugar a dudas fue la cimentación de una sala de maternidad. La decisión de construir la anhelada maternidad no pudo concretarse hasta 1932, con la llegada del Doctor Luis Sepúlveda Salvatierra y una nueva congregación…las Hijas de Santa Ana. De esta manera, vemos al Doctor Luis Sepúlveda Salvatierra hacerse cargo del Hospital Parroquial de San Bernardo. Sor Ana Magdalena fue Superiora hasta 1932, año en que la reemplazó la Madre Sor Cunegunda Margutti, una de las más queridas y recordadas en San Bernardo por su amor y abnegación con los más necesitados, consagrando su existencia al servicio de los enfermos. Algunos la llamaban cariñosamente…”la mamita”. Son muchas las horas que podríamos dedicar a este capítulo que hemos llamado “Un hospital para San Bernardo”, uno de los más antiguos del país, con más de un siglo de vida. *Este capítulo fue escrito gracias al aporte de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Los Andes y el libro “100 Años, Hospital Parroquial de San Bernardo”
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El Tránsito de Venus La Comisión enviada a San Bernardo por el Instituto de Francia para que practicase las observaciones del Tránsito de Venus (el paso de este planeta delante del Sol, visto desde la Tierra), abandonó ese país el 15 de julio de 1882, y después de una tranquila travesía por la Ruta de Magallanes a bordo de la fragata Magicienne, donde además aprovecharon de recoger valiosos datos útiles para la ciencia. Llegaron a nuestras costas el 20 de agosto del mismo año. El personal de la Comisión, fue designado a comienzos de 1882, y estaba integrado por el señor Ministro de la Marina de ese país, a solicitud de la Academia de ciencias, compuesto de la siguiente manera: Como Jefe de la Comisión, el Señor Octave De Bernardières, Teniente de Navío. Como Miembros de la expedición, los Señores León Barnaud, Teniente de Navío y el Señor Carlos Favereau, Guardia Marina examinado. Como ayudantes, los Señores Simon, Contramaestre carpintero, Lalande, Contramaestre timonel, Mercier, Contramaestre Timonel y Telegrafista, Ramel, Timonel y Telegrafista y Deffes, Contramaestre Armero. Tanto esta Comisión como las demás que Francia repartió por el mundo, fueron escogidas en la marina, en el ejército de tierra, y entre los observadores ejercitados que formaron parte de las diversas instituciones astronómicas de ese país. La marina se encargó de las expediciones australes y de su establecimiento en la Patagonia, donde las probabilidades de un hermoso tiempo parecían aseguradas, pero donde los medios materiales de instalación y los recursos para la existencia dejaban que desear.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Octave De Bernardières, nació en 1845, en la ciudad de Charleville. Como guardiamarina apenas salido de las aulas y como profesor durante largos años, como jefe en estaciones lejanas, o como agregado a los observatorios astronómicos de París, poseía un gran talento para las ciencias. Esto lo hizo acreedor de la más alta honra al ser nombrado Jefe de la Comisión Científica. Publicó un libro sobre el Magnetismo Terrestre, otro que hablaba sobre el Círculo Meridiano, las Longitudes entre París y Berlín y entre París y Bonn. Su expedición estaba formada por nobles franceses; el Teniente de Navío, señor Barnaud, era Caballero de la Legión de Honor, como su jefe, puesto que alcanzó recorriendo el mundo en numerosas campañas, practicando sus trabajos geodésicos con notables astrónomos, además de avanzados conocimientos de electricidad aplicada a experimentos. Mientras tanto que el joven guardiamarina, señor Carlos Favereau, fue distinguido en esa época por poseer un alto talento matemático. El resto de la expedición, como ya mencioné, estaba formada por ayudantes reclutados en la Marina francesa, expertos conocedores de la dura vida en altamar. Tan luego como el señor De Bernardières arribara a nuestro país, su principal preocupación fue encontrar el lugar más adecuado para establecer su observatorio. En pocos días, recibió numerosas ofertas de mandatarios chilenos, quienes en forma hospitalaria ofrecieron sus haciendas, para ser considerados como la mejor opción. Luego de recorrer nuestro territorio, como por ejemplo Colchagua y Talca, el señor Bernardières tuvo propuestas de unos señores de apellidos Valdés Viril, Eastman y Marcoleta, quienes ofrecían todos los recursos que fueran menester para la instalación del observatorio. Sin embargo, un estudio concluyó que el mejor lugar estaba ubicado en la ciudad de San Bernardo, en la hacienda de Cerro Negro, propiedad del señor Valentín Marcoleta, que en forma muy cortés halagó en demasía a la expedición.
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Fondart - Radio Canelo Influyó en la decisión el entonces director de la Oficina Hidrográfica, don Francisco Vidal Gormaz, compenetrado en los conocimientos que debía poseer una instalación de esta naturaleza, recomendando la hacienda de Cerro Negro por su cercanía con Santiago y la distribución de su posición geográfica que dominada un amplio sector del valle. Ya elegido el local, se procedió a trasladar el valioso material científico que traía la Comisión y a construir los cimientos para instalar el primero de los cinco observatorios, que durante el curso de sus trabajos, estableció la Comisión francesa, tanto en Chile como en el Perú y Panamá. En una vasta y seca pradera, luego de 43 días de intenso trabajo, entre el 10 de septiembre y 23 de octubre, abrían las puertas de un observatorio muy cómodo, con todos los implementos y ornamentaciones que demandaba la expedición. La inauguración se realizó en la fecha prevista y con una fiesta donde asistió el Ministro de Instrucción Pública chileno y el Ministro de Francia. Un diario de la época daba a conocer este importante hecho social: «Ayer tuvo lugar en la hacienda del señor Valentín Marcoleta la inauguración del observatorio astronómico, que con tanta actividad ha instalado la Comisión científica francesa, llegada últimamente a nuestro país para observar el próximo paso de Venus por el disco del Sol. El sitio elegido por los astrónomos franceses se encuentra a inmediaciones de las casas de la hacienda de Cerro Negro, que distan próximamente unos dos kilómetros de San Bernardo, hacia el oriente. Don Diego Barros Arana, el gran historiador chileno que escribió la “Historia de Chile” en 17 volúmenes y 10.000 páginas, entre otras actividades sociales y educativas, vivió en San Bernardo y participó en forma entusiasta ayudando a la expedición francesa en Cerro Negro. Este investigador es parte del acontecimiento astronómico. Él escribió en 1882 unas investigaciones sobre este fenómeno, las envió a Francia, donde más tarde se le otorgó una medalla de honor. El pró-
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo logo a su reedición, escrito por el historiador Sergio Villalobos cuenta lo siguiente: »La afición a la geografía y otras ciencias ocupaban cierto tiempo en el quehacer de don Diego. En su casa tenía una habitación con barómetros, brújulas, un telescopio, dos microscopios y otros aparatos, con los que realizaba observaciones y comprobaciones. El telescopio lo había adquirido para donarlo al Instituto Nacional, tal como lo había hecho con otros instrumentos, pero al abandonar la rectoría lo dejó en su casa para dar vuelo a su afición por la astronomía. Esa entretención fue, sin embargo, mucho más que un pasatiempo. El año 1882 ocurrió un fenómeno que atrajo la atención en todo el mundo, el paso de Venus por el disco solar, que permite, mediante el sistema de paralaje, medir la distancia del sol, y aunque la espesa atmósfera que rodea a la Planeta impide la precisión. En cualquier caso, la observación de diferentes puntos de la Tierra era una estimable contribución. Barros Arana realizó en esa oportunidad observaciones metódicas que remitió a la Academia de Ciencias de París, mereciendo las congratulaciones de esa corporación”. Don Diego realizaba estas observaciones en su residencia veraniega ubicada en San Bernardo, acompañado de don Alejandro Andonaegui, un reputado profesor de matemáticas y de un círculo de amigos íntimos. Todo este resumen de hechos tan significativos y olvidados en libros de historia o astronomía, como el libro escrito por Luis L. Zegers titulado “Tránsito de Venus por el Sol” en 1883, un año después de la misión comandada por O. de Bernardières y que describe con mucho detalle un trabajo serio, con rigurosidad científica este acontecimiento mundial y el aporte para la ciencia a través de observaciones climatológicas, astronómicas, descripciones de instrumentos utilizados en la misión y su uso, entre otras mediciones y conceptos. Luis Zegers, amigo personal de Edison, representó una de las figuras más importantes en el campo de la física en nuestro país, poseyendo una extensa bibliografía; ensayos sobre energía mecánica, electricidad, unidades métricas y muchos otros estudios y ensayos. Zegers, pionero de la física en Chile, reprodujo en su laboratorio un
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Fondart - Radio Canelo notable descubrimiento al lograr radiografías sólo tres meses más tardes después del descubrimiento de Roentgen sobre los rayos X, siendo la primera radiografía en Latinoamérica y España, la segunda en América y la séptima del mundo.
Los prisioneros del Huáscar Estamos en el pueblo de San Bernardo, año de 1879, en las semanas posteriores a la captura del blindado peruano “Huáscar” durante el Combate Naval de Angamos de la Guerra del Pacífico, el 8 de octubre de aquel año, donde se enfrentaron los buques peruanos Huáscar y Unión, contra los buques chilenos Cochrane, Blanco Encalada, O’Higgins y Covadonga. El Almirante peruano Miguel Grau moría en el combate, dejando tras de sí un futuro incierto para los jefes y oficiales capturados del Huascar, quienes fueron apresados y condenados a cumplir sus sentencias en San Bernardo. El Gobierno de Chile encargó al Coronel, señor José Antonio Bustamante el arriendo de una casa-quinta en el pueblo de San Bernardo, por la suma de cien pesos mensuales, ubicada en calle Freire para recibir a los prisioneros, en su mayoría jefes y oficiales. La vida de aquellos prisioneros era distendida, gozando de una libertad “bajo palabra”. Incluso algunos recibían visitas de familiares y amigos. Uno de los prisioneros de nombre Francisco Retes, escribe su paso por nuestra ciudad:
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo San Bernardo, Octubre 15 de 1879 Querida mamá: Anoche llegamos á esta pequeña población situada a muy corta distancia de Santiago, en donde estamos perfectamente alojados en una casa huerta. Espero por el gobierno y recibiendo las mayores atenciones de parte de los encargados de cuidarnos”. Se sabía que San Bernardo era un lugar de confinamiento y morada provisoria, hasta que el Gobierno estableciera las bases para un “canje” de prisioneros con Perú. Podemos nombrar sólo a algunos de los cientos de hombres que llegaron con el correr del tiempo, pero es importante mencionar al tacneño Mariano Portales, de quien se dice dio muerte a Prat en el Combate Naval de Iquique y don Felipe Miguel Rotal de Oliva, Médico de Primera Clase del Huáscar. La destrucción del Huáscar en el Combate de Angamos fue total según consta el parte de guerra escrito por don Manuel Melitón Carvajal, el 16 de octubre de 1879… Numerosos prisioneros peruanos y bolivianos se quedaron a vivir en el pueblo y otros fueron favorecidos con el “canje”. Famosos son los doctores Bernardo Burucúa y Federico Rivera, quienes fueron apreciados y queridos como sanbernardinos. Otro de los reclusos de importancia que vivió en San Bernardo, fue Pedro Garezón Thomas, el último comandante del Monitor Huáscar, un joven de 28 años de edad, quien asumió la responsabilidad, una vez muerto Miguel Grau. Garezón, al no poder sostener el combate por mucho tiempo tomó la decisión de hundir la nave al momento de ser capturada por marinos chilenos. Quien estuvo mucho más tiempo en San Bernardo, casi dos años, fue Alexander Dehne, veterano de la Guerra del ’79, nacido en Berlín, Alemania, el año 1853 y conocido en Bolivia como “Alejandro”, Teniente Coronel, hijo del militar prusiano Heinrich Friedrich Dehne.
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Fondart - Radio Canelo Alexander o Alejandro, realizó sus estudios en la Real Academia Técnica de Artillería de Branderburgo. Estos conocimientos le permitieron llevar los primeros cañones “Krupp” a Bolivia, donde además ofreció una capacitación el gobierno para su manejo y ocupación, tal como el nos relata: “En el año 1879 fui contratado en mi patria para venir a servir en el ejército de Bolivia como Jefe instructor de Artillería y en tal calidad me incorporé en el ejército boliviano en la ciudad de Tacna al principio de la campaña del Pacífico…». En noviembre del año 1879, se incorporó a Tacna como Jefe Instructor de Artillería del ejército boliviano, participando posteriormente en la Batalla del “Alto de la Alianza” en mayo de 1880, donde fue herido y debió sortear muchos inconvenientes. Su cautiverio duró cerca de dos años en San Bernardo, pese a que el gobierno alemán pidió su liberación, a condición que prestara sus servicios en el ejército chileno. Al respecto, escribe en una de sus cartas al presidente boliviano: “...habiendo concurrido a la batalla del Alto de la Alianza y caído en ella prisionero y conducido como tal a San Bernardo donde cerca de dos años sufrí el cautiverio consiguiente negándome a las solicitaciones que se me dirigieron de pasar a servir al ejército chileno... « . Al retornar a Bolivia, elaboró un manual de Artillería que aún se conserva en el Archivo Nacional de la ciudad de Sucre. Estos y otros relatos de prisioneros peruanos y bolivianos nos hablan de personajes importantes en los desarrollos de las batallas y campañas en contra de nuestro país y cuya huella se perdió en la historia, pero que con mucha suerte hemos podido contarles.
El cruce de Los Andes El siguiente relato está inscrito en los anales de la historia mundial y comenzó a gestarse en nuestra ciudad, San Bernardo. Esta hazaña, más que una travesía, es una epopeya de cómo los hombres pueden superar obstáculos y llevar a cabo sus propios anhelos y sueños. 25
Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Estamos en la Ciudad de San Bernardo, año de 1918. Por la Plaza, rumbo a la botica de la familia Farr, un joven y buen mozo teniente de aviación de nombre Dagoberto Godoy, pasea discreto, con la mirada fija en algún punto de sus pensamientos. Algunas damas intentan saludarlo, pero el teniente sólo piensa en algo…cruzar la Cordillera de los Andes en avión. A pesar que el joven Dagoberto Godoy Fuentealba había nacido en Temuco, un 22 de julio de 1893, no tardó en adaptarse a las costumbres de la ciudad. Su delgada estampa contrastaba con la de otros oficiales de su misma edad que soñaban con las noticias llegadas de Europa, los primeros vuelos y las hazañas de Manuel Ávalos, uno de los precursores de la aviación chilena. En 1914 fue destinado al Regimiento de Ferrocarrileros y desde 1916 cumplía sus labores en la Escuela de Aviación. El Teniente Dagoberto Godoy, visitó la oficina del Mayor Víctor Houston, un oficial Inglés invitado a nuestro país por el entonces Ministro Plenipotenciario en Londres, don Agustín Edwards. La misión del Mayor Houston era reorganizar la aviación en Chile, gracias a los adelantos europeos, en esta materia, producto de la Primera Guerra Mundial. El período de instrucción fue muy breve. Dagoberto poseía una gracia y don natural para pilotear distintos tipos de aviones, probando diversas altitudes, mejorando su técnica y sobre todo analizando la capacidad de cada máquina para responder a las grandes exigencias de altura. El sábado 7 de diciembre de 1918, por la tarde, estaba todo listo y dispuesto para el despegue de la nave de Dagoberto Godoy cuya
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Fondart - Radio Canelo fecha definitiva era el domingo 8. Lamentablemente por no haberse acordado un reglamento, la prueba hubo de postergarse para el jueves 12. El Jefe del Departamento de Ingenieros, Coronel Dartnell cumplió el martes con ese requisito frente al Ministro de Guerra. Los que conocían el plan llevaron el avión hasta cierto punto de la Base aérea, para dejarlo en condiciones inmejorables, ya que la travesía merecía prolijidad, detalles y cuidados especiales. Esa noche, Dagoberto Godoy, sin dar luces de su empresa, acomodó su ropa, buscó un mapa, cargó los tanques, corrigió su brújula y durmió como de costumbre. A las tres de la madrugada del día12 de diciembre de 1918, Dagoberto iniciaba el primero de los protocolos para despegar a bordo del Bristol 4988. Al volver, a eso de las 4 de la mañana, la nave estaba rodeada por sus amigos, su jefe y los mecánicos. Rió y subió al avión sin decir ninguna palabra. El Bristol sin contratiempo se elevó por los aires, continuó con una maniobra en espiral, alcanzando casi los 4.000 metros de altura. Pese a la fragilidad de la nave, la proeza de Dagoberto logró dominar las principales limitaciones técnicas y ubicarlo en lo más alto, para ubicarse en los montes del Tupungato, desapareciendo de la vista, como un puntito negro logrando una velocidad de 190 kilómetros por hora, teniendo como meta alcanzar los 6.300 metros. Dagoberto debía fijar sus ojos en la bomba de aceite y en las revoluciones del motor. El frío expandía su radio de acción por toda la cabina del Bristol. El ruido del motor hacía sentir su presencia arremolinándose en el aire fresco. El Bristol ascendía y descendía dependiendo de las complejas variables que en ese escenario se suscitaban con infinita rapidez, traspasando la frontera con Argentina, guiado por su maestría e instinto. Su salvaguarda era mantener la tranquilidad ya que los instrumen27
Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo tos del avión respondían hasta ese tramo satisfactoriamente. Sin embargo, la travesía no estaría exenta de problemas. Dagoberto presiente, al menos en teoría que algo estaría por pasar. El motor se detiene en plena faena. La bomba automática no funciona. Piensa que puede ser la bencina, el carburador. Aplica la bomba de mano para hacer andar el rotativo. Luchó incansablemente para alinear, descartar hipótesis de cortes, hendiduras o un mal proceder. La nave podría caer en picada a tierra, girar en el aire e incluso no responder a ninguna maniobra. Entonces, logra aplicar la bomba manual, ganando en velocidad, activando los rotativos por obra y gracia de un verdadero milagro. Aguantando ciclones tardíos, ráfagas de vientos y otros avatares, Dagoberto persigue el curso de los ríos de la ciudad de Mendoza, temiendo quedar sin combustible. Resistir era la única opción, junto a una delicada maniobra de aterrizaje que no dejaba margen para error. La bruma no dejaba ver nítidamente la ciudad, pero era innegable que Dagoberto cumplía su palabra al aterrizar en la cancha de “Tamarindos”. El Bristol, al tomar tierra rompió sus alas, estrellándose con una alambrada, destruyéndose también el tren de aterrizaje y la hélice. Dagoberto cae de la nave entumecido, con las manos agarrotadas, congestionado por la falta de oxígeno. Mientras que la noticia ya era alertada en el vecino país: “Se informa que a las 6:35 minutos A.M.…el teniente chileno Godoy atravesó la Cordillera de Los Andes…aterrizando en Lagunillas…Mendoza…confirma que el chileno se encuentra en buenas condiciones de salud…” En los cuarteles se izó el pabellón patrio, comentando la hazaña del teniente Godoy, entonando el himno patrio y esparciéndose la noticia rápidamente. Dagoberto contaba su hazaña una y otra vez: “…puedo asegurar que iba tranquilo, tanto de costumbre, pues me había acostumbrado a pensar que de mi misma calma pendía el 28
Fondart - Radio Canelo éxito…Si alguna emoción llevaba, era la de ver cumplido mi sueño dorado. Iba a ver por fin, desde lo alto, las cumbres nevadas que tantas veces había mirado desde el aeródromo…” Las fotografías de rigor no se hicieron esperar. El teniente Godoy contaba su proeza una y otra vez. Su rostro era solicitado por el consulado chileno en Mendoza, por altas autoridades que veían en él un triunfo que daría inicio a una nueva era de viajes entre ambos países. El accidente no restó en lo más mínimo los méritos y capacidades del oficial chileno, quien un día 17 de diciembre regresaba a Santiago, en medio de una gran cantidad de personas que escoltaba la caravana que se abría paso por la Alameda. El gran desfile de más de 200.000 almas se abría paso entre la multitud de personas que acompañaron este acto de agradecimiento. Godoy era llevado en hombros entre la muchedumbre Premios, condecoraciones, medallas, ascensos y muchas cosas más aguardaban al Teniente Godoy que en forma pasiva recibía con su modesta estampa. Una semana después se organizaba un grandioso desfile en San Bernardo, acogiendo honores frente a un imponente desfile a cargo de todas las instituciones sociales y militares de la ciudad. Luego de los discursos, se le entregó un obsequio de la ciudad; un reloj de oro. El Teniente Dagoberto Godoy continuó viviendo en San Bernardo durante largos años…
El complot de “las patitas de chancho” Curioso y folklórico nombre para denominar uno de los episodios más intensos de la Historia de Chile ocurrido en la ciudad de San Bernardo. Estamos en octubre del año 1948, en las inmediaciones de la Plaza de San Bernardo.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Rosita, la hija del ex Presidente de la República Gabriel González Videla espera ansiosa una noticia que cambiaría el destino de la Nación. Son las siete de la tarde y Rosita espera en el lado norte de la Plaza de San Bernardo, una señal, algún ademán que indique un contacto. Su búsqueda apuntó a una señora modesta en apariencia, de baja estatura, pasando casi inadvertida en medio de la multitud señorial que a esa hora frecuentaba la Plaza. Paseó incesantemente de un extremo a otro, aguzando la mirada, rescatando cada gesto fuera de contexto. La única pista era una rosa roja en el pecho de la mujer… Ésta advierte a Rosita sobre el peligro que corre su vida, al develar un siniestro plan que podría cambiar el destino de toda la Nación. Rosita le indica que no ha venido sola al encuentro, ya que es acompañada por el Director de la Policía de Investigaciones, el señor Luis Brun, quien amablemente aceptó la misión junto a la señora Adriana Olguín de Baltra quien es esposa del Ministro de Economía. La mujer insiste sobre su molestia en hechos de gran envergadura al entrever el riesgo de su integridad física. Sin embargo, prosigue con el relato que compromete a un grupo de Suboficiales de la Aviación, incluyendo su propio marido, los que planean un Golpe de Estado en contra del Presidente de la República. Los uniformados fueron dirigidos por el Coronel en retiro Ramón Vergara Montero y sus intrigas las planifican en un restaurante en San Bernardo. El Suboficial César Mellado los invitaba a comer Patitas de Chancho en aquel local.
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Fondart - Radio Canelo Desde septiembre, estas reuniones fueron creciendo con el único objeto de derrocar al Presidente e instaurar un mando con el General Carlos Ibáñez del Campo. El supuesto descontento aludido era lograr mejores sueldos y ascensos para las tropas. Las confesiones de aquella misteriosa mujer habían sido muy claras y precisas: el Golpe de Estado se produciría en una semana más. Mientras los oficiales continuaban su plan reuniéndose en el Restaurante “El Rincón”, ubicado en la Ciudad de San Bernardo. Cierta noche, en el restaurante, se daban cita los conjurados comandantes Ramón Vergara Montero, Fernando Pardo, Mario Carrasco y algunos suboficiales, entre ellos…César Mellado. Por supuesto, aquella noche probaron los manjares de la carne y las apetecidas “patitas de chancho”. La Moneda sería rodeada por tanques y aviones sobrevolarían el Palacio, cuya ocupación quedaría a cargo de Infantería. Los nexos entre el General Ibáñez y Perón servirían de plataforma para legitimar este paso. Efectivamente, aquellos hombres conspiraban contra la libertad del país, basándose en las relaciones existentes entre Juan Domingo Perón, mandatario argentino y el General Carlos Ibáñez del Campo, como asentamiento de una dictadura que fraguaba sus primeros pasos, bajo el lema de… “cordillera libre”. Pero en La Moneda, el Presidente Gabriel González Videla ya daba la alerta del intento golpista, comunicándose con el Ministro Guillermo Barrios Tirado, ordenando arrestar a los conjurados. Enterados todos de la delicada situación, enfilaron rumbo a San Bernardo y una noche, en un restaurante de San Bernardo, algunos personajes eran sorprendidos con las patitas de chancho en “la masa”… Los policías dominaron la situación que ya se tornaba compleja. Los comandantes subían sus manos y eran reducidos uno a uno.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Los comensales del restaurante quedaron perplejos ante tamaño despliegue de seguridad, siendo testigos además del desmoronamiento del malvado plan que estaba a punto de comenzar a ejecutarse. El Fiscal castrense, don José Nogués Larraín declaró reos a todos los complotados, incluyendo a una docena de suboficiales: Comandante Ramón Vergara Montero, Comandante Fernando Pardo, Comandante de Escuadrilla Mario Carrasco y los suboficiales individualizados en este informe de complot en contra del Presidente de la República, don Gabriel González Videla, por alta traición a la Patria. Se declaró reo también al General Carlos Ibáñez del Campo. Las conclusiones fueron aportadas por el Juez Militar General, don Santiago Danús Peña, aplicando penas que iban desde los tres a cinco años de extrañamiento. Mientras eran arrestados y procesados más militares en el caso, las investigaciones revelaban una compleja red que incluía conexiones en el extranjero. Tiempo más tarde, el 21 de diciembre de 1948, se resuelve absolver de la causa al General Carlos Ibáñez del Campo y al Mayor en retiro Gerardo Ilabaca. Se confirman las penas de extrañamiento, para el Señor Comandante Ramón Vergara Montero y demás reos. La absolución del General Carlos Ibáñez contó con el voto en contra del Auditor de Guerra, General de Brigada, señor Leonidas Bravo. Según normas del Código de Justicia Militar, siempre prima la opinión del Juez Militar. Así llega el final esta historia, sacada de una verdadera película de espionaje y complots, que tuvo como protagonistas a una pequeña fracción de un grupo de disconformes, que ante las circunstancias políticas decidió llevar a cabo uno de los episodios más singulares de la Historia de Chile.
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El 18 Chico El 18 Chico era una fiesta popular que, con encanto, cautivaba a todas las familias sanbernardinas que veían en las faldas del Cerro Chena una oportunidad para bailar cuecas y cumbias en medio de un gran gentío agitando sus pañuelos, enarbolando símbolos patrios. Visitando las tradicionales ramadas “La Huasita”, “El Piojo con Hipo”, “Anticucho La Pulguita”, “La Gordita”, “La Lola”, “El Rincón Español”, que entre otras se instalaban con improvisadas carpas para apaciguar el inmenso calor de octubre, compitiendo además por lograr un merecido premio a la creatividad en sus coloridas fachadas y escenarios. Más de cien mil almas deambulaban por los paisajes áridos del Chena, probando las infaltables chichas “Baya” y “Curacaví” en legítimas pipas y exquisitas empanadas salidas de fritanguerías con aires sureños. Los niños encumbraban los últimos volantines en “comisiones”, corriendo por el extenso camino campestre que a más de un desprevenido comensal pasado de copas le jugaba una mala pasada, rodando cuesta abajo por el escarpado. Los fines económicos del 18 Chico eran benéficos, ya que iban en directa ayuda de organizaciones sociales y comités, más la tarea era ardua y requería de gran organización que culminaba con la “tapada de hoyos”. El origen de esta fiesta propia es incierto, existiendo versiones que hablan de celebraciones cuando el cerro pertenecía a la familia del Presidente José Joaquín Pérez o el arribo de obreros maestrancinos que en esta geografía organizaban paseos ya finalizadas las dedicaciones oficiales de Fiestas Patrias. También se habla de viajes que
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo hacían las familias el 19 de septiembre, porque no podían asistir los seres queridos de los militares de la Escuela de Infantería que desfilaban en la Parada Militar. De esta forma aparecieron comerciantes que poco a poco llegaron con sus puestos y se quedaron, convirtiéndose en un paisaje característico de la zona. En 1940, la celebración cambia su fisonomía para adquirir un carácter popular que repetiría su huella en otras regiones el país. El Club de Leones se hizo cargo del 18 Chico hasta el año 1971, pero a mediados de los años 80 ya vemos en forma esporádica esta fiesta, por los estragos que causaban los episodios de violencia y el exceso de alcohol. Hasta hoy, el 18 Chico es celebrado en todo el mundo por colonias de chilenos residentes y sin ir más lejos en el norte de nuestro país.
Las Fiestas de la Primavera La Fiesta de la Primavera es una de las celebraciones más recordadas y especiales de todos los tiempos. Aquella que daba inicio al enorme escenario de flores y serpentinas. Época de la miel, del verdor, azul, brillante y maravilloso obsequio natural que es…la Primavera. Cada candidata debía integrar un comando de apoyo electoral, que a veces era presidido por su familia, el “pololo”, amigas y vecinos del sector que ayudaban con la venta de “votos”. Pero no sólo con la venta se conseguía mayores opciones para ganar, si no que también con los llamados “malones” o bailes que lla-
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Fondart - Radio Canelo maban la atención intencionalmente para conseguir el mayor apoyo posible a sus candidaturas. Las Fiestas de la Primavera eran celebradas en Santiago y provincias. En San Bernardo era tal el jolgorio y expectativa que ésta provocaba, que era común formar parte de los extensos y bien logrados preparativos y responsabilidades de una ceremonia de esta naturaleza. Se iniciaba con la presentación de las candidatas a reinas, luego, la velada bufa presidida por la reina y su corte, efectuada en el Teatro Venus o en el Teatro Municipal. Posteriormente, el gran baile y la coronación. El domingo en la tarde se realizaba el desfile de carros alegóricos y comparsas de disfrazados en la Plaza de Armas o en la extensa Avenida Colón. Algunos bailes previos al recuento de los escrutinios eran organizados por todo el pueblo para apoyar a las candidatas a reina, llamados “malones”. Un recinto popular, era aquel que estaba ubicado al costado de la Estación de Ferrocarriles, en las canchas de tenis, cuidadosamente embaldosadas. Había también un kiosco donde se expendían bebidas, pasteles y los clásicos “panes de huevo”, una exquisita golosina. Estas canchas eran administradas por los ferroviarios. Las prerrogativas de la fiesta incluían la ornamentación de carros que a través de un gran “corso” rodeaban la Plaza de Armas, todos llenos de flores, guirnaldas y adornos, los cuales eran financiados por “todos”, con mucho ingenio y creatividad. Estos carros eran recibidos por la multitud que vitoreaba y ensalzaba a la reina con chayas y serpentinas. La Fiesta de la Primavera obtenía un carácter social y familiar, reuniendo a los vecinos en una sola meta común…celebrar. El recuento de votos se realizaba en el Cuartel de Bomberos de la ciudad.
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Generalmente los llamados “pajes”, elegidos por la reina, sufrían al saber que tendrían que vestir como nunca antes, llevando almidonados y elegantes trajes de etiqueta, no muy fáciles de conseguir en aquella época. Las primeras fiestas fueron organizadas en este pueblo por el Centro de Estudiantes y Estudiantes Católicos de San Bernardo, e incluso hubo un año que cada institución celebró por separado, con los mismos estatutos y condiciones. Esta tradición no era exclusiva de San Bernardo, ya que en muchos rincones del país era repetida la misma dinámica, donde el aletargo del invierno daba paso a verdaderos carnavales nacidos los primeros años del 1900 cuando surge la Federación de Estudiantes, bajo el alero de don Valentín Letelier, Rector de la Universidad de Chile en aquellos años Sin tiempo que perder, las familias se encargaban de la ornamentación de carros, habilitando camiones y coches con bonitos motivos primaverales, dados a su ingenio y habilidades sorprendentes para entretejer estas armaduras que luego tomarán una vida distinta. Las familias sanbernardinas se preparaban con mucho esfuerzo y esmero para el día del desfile en la Plaza de Armas. La señora Elena Figueroa D’Alencon, era reconocida en todo el pueblo por sus dones para ornamentar y confeccionar la escenografía para las veladas bufas en el Teatro Municipal. La banda de la Escuela de Infantería, junto a un número de comparsas y disfraces pasaba a buscar a la Reina a su casa para invitarla a visitar los hogares de las “ex” reinas, donde personajes ilustres como el Superintendente de Bomberos eran recibidos con agasajos en las casas de las damas. A continuación, la Banda junto a toda la Corte terminaban el desfile Bufo en el Club Social que estaba ubicado frente a la Plaza, por calle O’Higgins. Al día siguiente, el pueblo de San Bernardo asistía a una jornada memorable…la famosa “Velada Bufa”, donde el poeta laureado homenajeaba líricamente a la Reina, luego de ser coronada.
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Fondart - Radio Canelo El espectáculo estaba a cargo de artistas locales, los que eran contratados para ir a comunas y localidades vecinas, tales como Buin y Peñaflor. Posteriormente, con el correr de los años, se contrataban a personajes famosos y animadores en pleno auge. El Teatro Municipal estaba dividido en galerías, plateas y balcones, separadas para las autoridades, estudiantes y el resto del público que atiborraba cada aposento disponible. La velada continuaba con números artísticos preparados por los propios alumnos, seguido de la atracción principal: el baile de la Reina. Las fiestas de la primavera se realizarían hasta mediados de los años ’60, desapareciendo por completo en casi todo el país. Actualmente, el Teatro Municipal de San Bernardo se encuentra en completo abandono, esperando una muerte agónica, lenta, en medio de una urbe que ignora el valor de este patrimonio cultural.
El Romancero de la villa “La pequeña ciudad proyectaba hacia el firmamento pálido y velado de brumas sutiles, su aliento de flores y frutas maduras. Los gorriones formaban en los árboles conciertos de cristal. El agua clara de las acequias, junto a la acera, cabrilleaba con brillo de plata y diamantes…” De esta manera describió el escritor Fernando Santiván las calles de San Bernardo. Imaginemos las cristalinas aguas corriendo por sus acequias, los pétalos de acacia adornando la Plaza de Armas, las tranquilas, pací-
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo ficas y semidormidas calles ostentando grandes árboles con frutos pintones. En el San Bernardo de los años 20 eran muy comunes las tertulias y las celebraciones populares. El punto de encuentro por excelencia era la Plaza de Armas, donde los soldados interpretaban marchas y sones militares en su kiosco, ubicado justo en el centro. Esto, debido a que la Escuela de Infantería se encontraba a un costado de la Plaza, donde actualmente funciona la Municipalidad. Sin embargo, este vital espacio social era compartido por la alta sociedad y por ciudadanos comunes y corrientes que nunca se encontraban, ya que cada uno tenía su espacio delimitado. Dos ilustres poetas visitaron San Bernardo; Pablo Neruda y su amigo incondicional Romeo Murga. El entonces joven y poco conocido Neruda comienza a recitar con su voz parsimoniosa entre la alegría generalizada de los sanbernardinos que preferían la fiesta antes que escuchar tan lento relato de la boca melancólica del poeta. Mientras Neruda lee frente a un intranquilo público que no valora sus poemas, es presentado su amigo, el poeta Romeo Murga. Neruda apresura su lectura para dar paso a un verdadero “Quijote” de dos metros de altura, según sus propias palabras, de ropa oscura y raída, con una voz aún más quejumbrosa. Los poetas se marcharon con un triste recuerdo aquella tarde, en la plaza. En aquellos tiempos, todo el pueblo disfrutaba de la función de cine en el Biógrafo del Teatro Venus, una construcción de madera ubicada entre las calles Freire y Covadonga muy cerca del terminal del ferrocarril eléctrico a Santiago. El Teatro Venus era además, utilizado como cancha de patinaje, donde las butacas eran removidas para despejar la pista y dar paso a los afanados patinadores que al ritmo de una orquesta danzaban alrededor de la pista valses o “one steps”
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Fondart - Radio Canelo El cine contaba con una pianista, la señora Magdalena, que indicada el comienzo de cada función. Famoso era don Tito Angulo, el administrador del cine, junto a su socio, don Enrique Folch. Las funciones del Biógrafo siempre estaban atiborradas de personas en la matinée especialmente. El paseo tradicional de las familias sanbernardinas era- sin lugar a dudas- la Plaza de Armas, un espacio lleno de jardines, árboles con pétalos de acacia, flores y escalinatas bien cuidadas. La Escuela de Infantería estaba ubicada frente a la Plaza, desde donde salía la banda a tocar la retreta los jueves y domingo, en la mañana, luego de la misa de doce. La Plaza estaba dividida por sectores sociales. El paseo de la aristocracia era por calle Freire y el lado de los soldados uniformados era frente a la Catedral. En aquel tiempo, era frecuente recibir a numerosas familias santiaguinas que arrendaban grandes casas-quinta amobladas. Viajaban en tren y se trasladaban con camas y petacas para disfrutar de los paseos en el Cerro Chena y la Avenida Colón. Ya llegada la noche, las familias disfrutaban de las reuniones donde bailaban tangos. Romeo Murga se quedó a vivir en San Bernardo. Su amigo, Pablo Neruda, muchos años después ganaría el Premio Nóbel de Literatura. Tito Angulo sufrió fuertes quemaduras en su cuerpo al incendiarse el Teatro Venus, que décadas más tarde sería demolido. La Escuela de Infantería se trasladaría para dejar su espacio al edificio Municipal. La banda ya no seguiría tocando. Las Fiestas de la Primavera ya no se realizarían. No podemos dejar de mencionar y honrar la gran figura y persona de
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Historias, Mitos y Leyendas de San Bernardo Don Domingo Eyzaguirre y Arechavala; fundador de la Ciudad de San Bernardo. En memoria de don César Disi Avendaño, por su incansable labor a favor del patrimonio cultural de nuestra comuna. Desde el cielo don “César” nos acompañará en esta labor…
Bibliografía consultada: “Imágenes en Contrapunto” (César Disi Avendaño), “Historia de la Ciudad de San Bernardo” (Raúl Besoaín Armijo), “Acuarelas de Ayer y Hoy” (Mario Arroyo), “San Bernardo en el Alma” (Guillermo Ríos Ch.), “El Album de la Gloria de Chile” (Benjamín Vicuña Mackenna), “El Tránsito de Venus” (Luis L. Zégers), datos aportados por el Señor Steven Von Roode de Netherlands, “Memorias de un Tolstoyano” (Fernando Santiván), Prólogo escrito por S. Villalobos a la reedición de la obra de Diego Barros Arana “Formación Intelectual de una Nación, página XXIX, Notas para una historia de la Física en Chile (Desde sus orígenes hasta 1960) Claudio Gutiérrez y Flavio Gutiérrez, Diario “La Voz del Maipo”, Prólogo a la visita a San Bernardo (por Hernán Rodríguez), Libro “De mis Días Tristes” (Mireya Redondo Magallanes), Ana María Ried, Memorias del Presidente G.González Videla, Historia de la Aviación Chilena.
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