LOS VIEJOS ANARQUISTAS DE SALTA [Segunda Parte] 1
José Marcén, Salazar, Silvio Franza, Juan y Floreal Riera y otros anarquistas históricos de la ciudad de Salta(siglo XX)
A través de los testimonios de Juan Ahuerma Salazar y Carlos Machado quienes recibieron el legado político, naturista-vegetariano y cultural-libertario, en general, podemos acercarnos al pensamiento y la acción de estos pioneros del anarquismo en la provincia de Salta. Cuesta y mucho avanzar con el rescate histórico de los inicios del movimiento anarquista o de la gente que se movía en Salta, bajo la inspiración de este estilo de vida político y cultural. Sin embargo, varios datos van surgiendo, muy aislados, tónica de una investigación que no hace más que reflejar el grado de invisibilidad que ha tenido el anarquismo en esta provincia. Gracias a la colaboración de Elsa Mamani y de Carlos Machado conocimos algunos datos históricos en este contexto de escasez historiográfica, cuestión que aumenta más el valor de dicho rescate. Elsa es amiga de Raquel Adet, una de las autoras del libro:“La historia contada por sus protagonistas: Salta, primeras décadas del siglo XX" (Miriam Corbacho y Raquel Adet, 2002). En este libro (capítulo 11) se puede consultar una pequeña biografía política del panadero anarquista Juan Riera, en la voz de su hijo Ermes. También allí se puede leer una entrevista 2 con un veterano dirigente del Club Libertad, 'máscara' (¿o sincretismo?) de una asociación libertaria fundada en 1901, en la ciudad de Salta; club que sigue en pie, actualmente, sin relación alguna con su origen anarquista. El gobernador Miguel Ragone, detenido-desaparecido por el accionar represivo y criminal de la “Triple A”, era socio de este club. Elsa recuerda que su papá (peronista), socio del Club Libertad, ayudaba a un amigo anarquista a llevar una bandera libertaria a la cima del cerro San Bernardo durante los días “1° de mayo” (día del trabajador). La bandera y el escudo del club son de color rojo y negro por mitades iguales, colores típicos utilizados por el movimiento anarquista a nivel internacional. En este club, “el más antiguo del Noroeste”, según Felipe Eduardo (entrevistado en el libro de Corbacho y Adet) no solo se jugaba al fútbol: “Coherentes con su ideología, los socios se reunían para hablar de la situación político-social, planificar futuras actividades, concientizar al obrero e inculcarles principios solidarios […] sus miembros se [denominaban] 'camaradas'.”
“Los viejitos anarquistas” en la memoria de Carlos Machado
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Elsa nos contactó con alguien que podía contarnos su experiencia directa con los pioneros libertarios de la provincia. Se trataba de Carlos Machado, quien actualmente vive en la provincia de Santa Fe. Su predisposición inmediata para colaborar con nuestra tarea, respondía a su necesidad de difundir el recuerdo de aquellos pioneros anarquistas, a los cuales conoció personalmente: “Siempre cuando puedo doy a conocer la vida de estos anarquistas que dejaron una huella en el mundo.” y en él también, claramente. Carlos compartió muchos momentos con aquellos anarquistas, hace 35-40 años atrás, a los cuales cariñosamente, él y otras personas allegadas, bautizaron como los “viejos/viejitos anarquistas”. Se topó con estos viejos libertarios cuando ya rondaban los 50-60 años de edad, siendo Carlos, un adolescente maravillado con su estilo de vida. Entre esos viejos libertarios, menciona a Silvio Franza, italiano; José Marcén, español y Floreal Riera, el hijo de Juan, el panadero:“todos ejemplos de vida ética”. Su ética también estaba acompañada por un saber y una práctica naturista que, hoy en día, sonaría a una instancia de acción directa ecologista: “sabíamos juntar semillas de frutas en cajas y las plantábamos en las afueras de Salta.” Carlos rememora aquel tiempo como el de los “viejos días de naturismo, de esperanto, días libertarios junto a Silvio Franza, el Grán viejo Marcén, Floreal [Riera] y otros, esos amigos con los que plantamos semillas de frutas en Lesser, que bonita Utopía me hicieron vivir.” Esa utopía, como aclara Carlos, sin quererlo, fue vivida por él y por esos “viejos anarquistas”. No se trataba de un proyecto
idealista, sino de algo que se pretendía hacer ¡Se hacía!, generando con ello, el contrapunto necesario para rebatir la principal crítica que se le achacaba y se le achaca, todavía, al anarquismo: la impronta utópica, como algo idealista no más. La acción y no la inacción, sostenía esa utopía de aquellos libertarios. Esos “viejos anarquistas”, además, eran vegetarianos: “tenían un club vegetariano o naturista en el que se hablaba de anarquismo […] El local del club vegetariano estaba en Tres Cerritos, cerca de Chachapoyas, en casa de un anarquista ya fallecido. No recuerdo su nombre pero el hombre era constructor y ponía mucho esfuerzo en agrupar a los libertarios.”. Sobre Silvio Franza, en particular, recuerda: “era muy activo con el ateísmo […] dejaba panfletos escritos a mano con pensamientos y preguntas que se hacía acerca de la creencia en un Dios o de las religiones en general, luego los pasaba por debajo de las puertas […] muchos de esos panfletos se los pedía para ayudarle en su tarea.”. Esa huella identitaria ácrata y atea apuntaló en Carlos una dinámica activista que despliega hasta el día de hoy: “yo personalmente soy activista ateo y voy a congresos cuando puedo.” También Carlos nos hizo llegar una nota redactada por el escritor salteño Juan Ahuerma Salazar, nieto de un anarquista español llegado a Tucumán, primero, asentado en Salta después, publicada en el portal-web Salta 21-Cultura y Actualidad.
El abuelo Salazar, en la memoria de su nieto Juan
El anarquismo “no es una ideología” dice Juan Ahuerma Salazar (2008), nieto de otro Salazar, español, cronista y fotógrafo de oficio, radicado en Argentina desde principios del siglo XX. El anarquismo, añade, es una “actitud filosófica que está en contra de todo lo que puede ser un sistema […] en especial de los sistemas de ideas […] generadores de caos, de falsa identidad […] de culpa disuelta en las grandes razones…”. El anarquismo es un“sistema de valores, de valores que no cotizan en la Bolsa” asegura el escritor salteño. La “honestidad” era uno de esos valores humanistas que portaban aquellos anarcos de Salta, del pasado siglo XX. Honestidad que se reflejaba en sus acciones
cotidianas, según recuerda Carlos Machado: “ellos me enseñaron, pero más me enseñaron con su ejemplo pues no conozco personas más honestas, trabajadoras y estudiosas que estos hombres de bien.” Estos “viejos” eran “sabios por naturaleza”, enfatiza Ahuerma Salazar, aunque la metáfora de la naturaleza convenga ser trocada por aquella certeza del estudio, para hacer más realista la afirmación de ambos. “Lo más caro en esta sociedad es la libertad. Y hay que estar dispuesto a pagar el precio.”, le decía su abuelo a Juan. “Todo está cocinado para que la conducta del individuo responda ciegamente a lo que está aprobado por la mayoría o por la jerarquía social” apunta Salazar nieto. El pensamiento anarquista es un legado y una opción política de vida. El abuelo y el nieto tomaban mate de poleo con agua de río acompañado con bollos (panes) de Riera. “Mientras exista el poleo, nieto, vas a poder ser, es decir vas a ser libre”, le dijo un día. Pero la libertad por la que peleaban los anarcos de aquellos años despertaba, inevitablemente, la reacción conservadora de los grupos dominantes hegemónicos y también de otros subalternos: “por tener abuelo tal y amigos de semejante talla [anarquistas] me vivieron maltratando los regímenes militares, los demócratas, los comunistas, los fascistas y los narcos.”. “Ser anarco es una manera de respirar, y más que una idiosincrasia es un estilo. Una manera de reírse también, de dramatizar el mundo. Es un negarse a comprar cuando te vienen a vender el asunto de las masas o de las mayorías.”, aclara Ahuerma Salazar, respira, mejor dicho. Anarco, vegetariano y campesino por opción, José Marcén luchó en la Guerra Civil Española (1936-39) y se escapó dos veces de las cárceles del dictador Franco. Cuenta Carlos Machado queen las trincheras leía a Nietzche. Radicado en Salta, viviendo en un campo cercano a la ciudad capital, se dedicó a la producción hortícola.Ahuerma Salazar lo recuerda de la siguiente manera: “Era un gusto escucharlo al viejo Marcén, mientras hacía un puchero vegetariano. Con la misma agua del puchero iba cebándose unos mates estrafalarios…”. A Marcén y los“viejos anarquistas” de Salta: “les debo una alergia espantosa, una espantosa alergia por todo aquello que pueda oler a cánones o a leyes…”. Esa alergia, sin embargo, nunca dejó de estar oxigenada por la manera de respirar anarquista. Respiración o hálito vital libertario indispensable para enfrentar las alergias y los sofocos de la opresión económica, política y cultural dominante. 1
La primera parte de esta nota se publicó en el anterior número de PANORÁMICA SUBTERRÁNEA DEL NOA bajo el
título:“Anarquistas históricos de la ciudad de Salta. Juan Riera y los fundadores del Club Libertad” (p.16). 2 En términos de la historiadora Adriana Petra (“Anarquistas: cultura y lucha política en Buenos Aires. El anarquismo como estilo de vida”, CLACSO, 2001) se trataría de un “grupo de afinidad”, típica figura organizativa “semi-clandestina” o encubierta de los libertarios, a nivel internacional. Otros enlaces relacionados: http://www.portaldesalta.gov.ar/libros/cap11.htm http://salta21.com/Los-senderos-de-la-libertad.html http://www.portaldesalta.gov.ar/riera.htm
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