30 Encuentro de Semimontados
30 Encuentro de Semimontados Textos para Teatro Semi-montado Volumen III Escenas escogidas
Intervenci贸n tapa MARIA S. PAREDES Intervenci贸n contratapa DANIEL MARIN
C贸rdoba, Argentina. MMXII
3° Encuentro de Semimontados - 3° edición, Ediciones Usina de Teatro, Córdoba, 2012. 62 pág. ; 10 x 10 cm 1. Dramaturgia Argentina. 2. Teatro. Título original Textos para Teatro Semimontado - Volumen II - Escenas escogidas USINA DE TEATRO Es un proyecto de Mariana Richardet, María Inés Prosdócimo, Natalia Rojo y Jimena Inés Garrido. Ganador de la Beca para proyectos grupales del Fondo Nacional de las Artes. Diseño y diagramación: Natalia Rojo Primera edición en Argentina: Diciembre de 2011. © Mariana Richardet, María Inés Prosdócimo, Natalia Rojo y Jimena Inés Garrido, 2012. © Ediciones Usina de Teatro, MMXII. http://www.usinadeteatro.com.ar Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización de los titulares del Copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes vigentes, la reproducción total o parcial de ésta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en DocuPrint S.A. (Buenos Aires) Impreso en Argentina.
INDICE PROLOGO
por Jimena Inés Garrido
CONTRA LA PARED de Ayelén Acuña
ROJO
de Eugenia Hadandoniou
DEMOIRAS
de Gustavo Kreiman
JULIA
de Javier Quevedo
REMIENDOS
de Natalia Moya
Página 7
Página 13
Página 21
Página 31
Página 45
Página 55
PROLOGO por Jimena In茅s Garrido
Ilustraci贸n LUIS Usina de Teatro
PAREDES 7
Biblioteca intervenida, por el pasado que se acumula en ediciones antiquísimas, por las cloacas que colapsan en barrio General Paz, por quienes tienen ganas de leer mesas de madera pesada. Intervienen libros. Daniel M. ve el cartón con trazos que quedaron de cuando limpió el pincel y decide hacer un retrato de su mamá (Olguita, de villa del dique, hace ñoquis para veinte personas con tenedor), y que eso sea la tapa de un libro que acaba de prensar. Julia T. arranca las hojas de un culebrón impreso en España, tacha Laura y pone Julia. Marisol P. teje con hilos sobre las figuras de una enciclopedia del Tercer Reich. Puchi S. despliega el calendario de la Biblioteca Vélez Sarsfield y dice que en el balcón de arriba solo pueden estar tres 8
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personas, corren riesgo de caerse los mil tomos que lo habitan. Guillermo G. dice que la usina es una planta que convierte energía primaria en energía eléctrica. Escriben. Javier Q. hace entrar una actriz desquiciada de amor, Mercedes. Para ella no existe la ficción. ¿Hacia dónde podemos extremar nuestros grotescos? Eugenia H. llena de fiebre que sube y baja la frente de una niña, ¿A cuántos grados empezamos a delirar? Ayelén A. tipea patadas en las bolas a dos masculinos que quieren fumar un porro. ¿Cómo escriturar la transformación permanente de las identidades? Inés R. teje para su nieto Felipe mientras espera que los dramaturgos terminen sus escrituras, para cerrar e irse a su casa. ¿Cuánto falta? Gustavo K. cita el infinito Usina de Teatro
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de Borges y lo vuelve a trazar. ¿Cómo volver a escribir algo por primera vez? Natalia M. hace estallar ojos de muñecos y bombas. ¿Cómo captar una guerra permanente? Escriben a Usina en el Facebook: quiero participar en el 3er encuentro de semimontados. Actor.s, iluminador.s, escenógraf.s, utiler.s, músic.s, desorientad.s y transpirad.s. Voy a comprar criollos y frutillas, soy la encargada de catering sólido. Inés P. prepara café y dice que me calme. Mariana R. y Luigi sacan fotos con luces que no tienen donde enchufarse, todo es pura estantería de libro. Ella le pide que no opine tanto, él no respeta la consigna. Natalia R. diseña el libro y desespera por los caracteres. Pasan autos. Terminan las escrituras, vamos a comer pizzas a Mate! 10
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hostel, un extranjero asesor de venta de chervrolet que viene de un pueblo que tiene nombre de cereal (que Nati escuchó por primera vez y dos veces por distintas personas en el mismo día) nos cuenta que él antes no estaba rapado, que tenía un jopo, pero su hijo de dos años le pegó un chicle en la cabeza. Seguimos haciendo historias en la usina de teatro, para reunirnos, transformarnos, divertirnos. Para asumir la ausencia, la imposibilidad de captar un sentido de la historia definitivo, para asumir la contundencia de estar acá en el arte de querernos un poco, o tanto.
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CONTRA LA PARED de Ayelén Acuña
Intervención 12
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Oscuridad. Algo de luz, parece un cuadro de Rembrandt, se escucha una sirena. Dos masculinos. Dos jóvenes sentados uno al lado del otro.
M2- Ah, sí, tenés razón. DAME LA CAMPERA, DAME LA CAMPERA MIERDA, QUÉ TE CREÉS, VIVITO, SOS MUY NEGRO PARA SER TAN VIVO
MASCULINO1- ¡¡¡ ALTO, POLICIA, CONTRA LA PARED!!!
M1- ¡¡¡HEY DUPLA!!! TENGO A OTRO MASCULINO ACÁ, LO ENCONTRE COMO A UNA CUADRA…
MASCULINO2- ¡¡CONTRA LA PARED!!! ¡ABRÍ BIEN LAS PIERNAS!, ¡ABRÍ BIEN LAS PIERNAS! Patada en las bolas ¿QUÉ ESTABAS HACIENDO AHÍ ESCONDIDO? ¿EH? ¿SOS CHORITO PENDEJO... SOS CHORITO?
M1- UMM, ESTE DE MASCULINO NO TIENE NADA… ESTE ES BASTANTE BALINASTRO…
M1- No señor, le tengo miedo a la policía, y como escuche la sirena, patada en las bolas (Se miran) M2- ¿Ahí es cuando entro yo? M1- No, más adelante cuando dice ¿“Te creés vivito? 14
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M2- (Ríe) SE LA COME DOBLADA (Ríe se rasca las bolas) MIRÁ LA PINTA DE PUTO… M1-M2- ¡¡¡CONTRA LA PARED!!! M1- Yo sólo pensaba en mi vieja, sólo en ella, pero no en la actualidad, pensaba en mi vieja de chico, me corrían las lágrimas como boludo, me las sequé con el buzo, se me escaparon los mocos, creo que me oriné encima.(pausa) Sentí rabia, en ese momento hubiese querido medir tres metros, Usina de Teatro
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y volví a llorar cuando caí en la cuenta de que sólo llegaba al metro sesenta y cinco. Me acordé de una fotografía que mi mamá mostraba orgullosa, donde salía yo, mirando a cámara con una panza prominente y las costillas marcadas, como de desnutrido… “Comé, comé hijito por favor, así te ponés grande lindo. (pausa) Te miré, te miré fijo, estabas ahí, al lado, pálido, flaco, cómo hubiese querido que no fueses puto. M2- ¿Para qué? M1- Para que aunque sea vos les rompieras el alma a patadas. M2-No tienen alma
un porro en paz. No pensé en nada, solo en los dos flacos porros que tenia en la mochila, solo eso, que había aprobado un examen y tenia a alguien esperándome en casa. (pausa) M1- QUINCE GRAMOS TIENE EL PUTO M2- No son quince señor M1- CALLATE PUTO, patada en los huevos. M2- ¿Ahí aparece Julia? M1-No mas adelante, cuando el cobani dice “Te imaginás cómo debe tener el orto este… M2-Ah sí, tenés razón.
M1-El culo entonces
M1- Julia bella Julia, estuve enamorado desde primer grado, conozco todos sus dientes
(Ríen)
M2- ¿Sus dientes?
M2-Yo había ido a comprar seda. Quería fumarme 16
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M1- Sí, tiene una sonrisa amplia y cada diente es una obra de arte. Durante años me detuve en cada una de sus sonrisas. Era como que me buscaba, estaba haciendo cualquier cosa y cuando tenía que sonreír allí estaba yo (pausa) M2- Qué tiene que ver que sea puto, heterosexual del orto, en este momento tu mujer debe tener una pija de este tamaño… M1 -Patada en las bolas, patada en los riñones. TE IMAGINÁS CÓMO DEBE TENER EL ORTO EL PUTO ESTE, COMO UNA CACEROLA
estaba bella, bella Julia, aproveché que los cobanis la miraron, para mirarla yo también, fue un relámpago en la oscuridad, sus dientes como destellos M2- ¡¡¡Tomá cobani, tomá!!!, dos movimientos certeros, un puntazo a cada uno, por la espalda. M1- Cómo corrimos esa noche Putín, cómo corrimos. APAGON
M1-Ahí entra ella M2- MMM MI AMOR, MI VIDA , PUTITA PRECIOSA. MI AMOR ¿QUERÉS QUE TE HAGA CONOCER LAS ESTRELLAS? M1-No sé qué hacía Julia ahí, y a esa hora, 18
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ROJO de Eugenia Hadandoniou
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Un escritorio, el padre lee un libro interesadamente. Está solo. Silencio. Detrás aparece una niña que se asoma espiando a su padre. La madre viene con una bandeja con un té para el padre. Madre: Lu, cuidado, no te vi. Lu (hija): Buscaba un libro. Madre: Pedílo si no alcanzás, (la toca) ¿te duele la cabeza? Parece que tenés fiebre. Padre: ¿Tiene fiebre?
Lu: No me duele nada. Madre: No le duele nada, ahora ya es hora de dormir, te dormís y se te pasa. Padre: Pero por qué no le tomás la fiebre? Madre: Ahora te hago un té. Padre: ¿Qué libro quería? Madre: ¿Qué libro querías?
Madre: Parece
Lu: Ese, el rojo
Padre: Tomale la temperatura. Madre: Pero no creo, ahora te hago un té. Padre: Tomale igual por las dudas Madre: Ahora le hago un té. 22
Padre: Dejá, ya le tomo yo, con todo lo que tengo que hacer.
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Madre (al padre) El rojo quiere. Padre: Ese no es para niños. Madre: Elegí otro, no te va a gustar ese. Usina de Teatro
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Lu: Me gusta
Padre: No puede ser, está bajo llave, sólo yo tengo esa llave. Debe estar delirando.
llave. No es difícil saberlo. Siempre la esconde en el mismo lugar. Vos haceme de campana por si se despiertan. No te preocupes, no es prohibido, sólo que no es para niños, nada más. (pausa) Yo me puse un poco nerviosa, porque no me gusta cuando el hace cosas que no nos dejan y me mete a mí en el medio. Igual me daba curiosidad.
(La madre va y le toca la frente a la hija. Sale, la niña queda mirándolo al padre fijamente.)
(Entra la madre con un termómetro, le levanta la axila a Lu, le coloca el termómetro)
Lu: Una vez, era la siesta, creo que vos y mamá dormían, Hernán me trajo acá. Estábamos aburridos, me trajo acá y me dijo: Te voy a mostrar una cosa, un libro. Es un libro que sólo lo veo yo, pero ahora como estás creciendo te lo voy a mostrar a vos, es un libro viejo. Es antiguo. Una vez lo vi a papá esconderlo acá, en el escritorio, detrás de todos los otros libros, bajo llave. Yo sé adonde está esa
Madre: Déjatelo un rato así, no te muevas.
Madre: (al padre que sigue leyendo) Le gusta dice, parece que lo conoce. (a la hija) ¿Lo conocés? Lu: Lo vi una vez.
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Padre: ¿Por qué no se acuesta? Acostala. Madre: Le puse un té. (sale) Padre: Es tarde, para acostarse es tarde. (La madre vuelve con una taza de té, le da la taza a Lu, le saca el termómetro y lo revisa) Usina de Teatro
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Madre: No veo nada. Padre: A ver. (intenta mirar, no ve bien, busca unos lentes en el escritorio, no encuentra) siempre me cambian las cosas de lugar. Yo los dejo acá porque acá los uso (la madre y el padre se ponen a buscar los lentes desesperadamente, Lu toma el termómetro y lo mira) Lu: No tengo fiebre. Madre: ¿Cómo sabés cuánto es tener o no fiebre? Lu: ¿Cuánto es? Madre: Lo normal es 36 o 36 y medio. Lu: No tengo fiebre, no estoy enferma. (La madre se le acerca le toca la frente, le besa la frente) Madre: Para mí que ya se enfrió, ponetelo de nuevo, esta chica está enferma para mí. 26
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Padre: Con el cambio todos se enferman. (los padres siguen buscando los lentes sin encontrarlos) Lu: Yo ya sé acostarme sola, sé bañarme sola, leer algunas cosas que no sean muy largas, si me cuentan un poco antes de qué se trata, sé leer cosas como el libro de Alicia, Corazón o ese rojo que me mostró una vez mi hermano. Sé tomarme la fiebre y darme cuenta cuando estoy enferma. Puedo también hacerme la que estoy enferma para no ir a la escuela como Marianela pero a mi me gusta ir a la escuela, sino me aburro acá. Sé dibujar personas con formas que me invento y quedan bastante parecidas. Puedo copiar todo lo que dibuja mi hermano y sé pintar con varios colores, primarios, secundarios. Sé que mi gato se murió, no se escapó como me dijeron ellos. En realidad lo mató un vecino de un tiro porque tiene pajaritos y los molestaba. La escuché a mamá diciéndole a la Usina de Teatro
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abuela. Sé que papá en realidad hace un tiempo… eso no sé, calcular el tiempo de esto… se queda horas mirando la tele o leyendo o no sale en todo el día de su pieza más si es domingo, por más que me manden a los cumpleaños y me digan que está descansando nada más yo no les creo. Sé que ese libro no quieren que lo veamos porque se lo regaló mi abuelo a mi papá antes de morirse y es como un tesoro que trajo de la guerra o algo así. Tiene unas palabras que no me las sé.
Lu: Mañana seguro ya no tengo Madre: Mañana vemos (va levantando las tazas) a lo mejor tenés suerte y no vas a la escuela. (sale) Lu: Me puedo quedar a cuidar a papá. (vuelve el padre, la alza a su hija, le da un beso en la frente) Lu: Ya se te va a pasar.
(El padre se cansa de buscar, mira desde la puerta a su hija, y se va, la madre va hacia Lu, le saca el termómetro y le pide que lea) Lu: Tengo 38, ahora sí me enfermé. Madre: Por andar descalza cuando te levantás. Vamos a la cama.
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DEMOIRAS de Gustavo Kreiman {Adaptación del cuento El libro de arena de Jorge Luis Borges en cruce con la imagen de Las moiras de la mitología griega} La línea consta de un número infinito de puntos; el plano, de un número infinito de líneas; el volumen, de un número infinito de planos; el hipervolumen, de un número infinito de volúmenes... No, decididamente no es éste, more geometrico, el mejor modo de iniciar mi relato. El libro de arena - Jorge Luis Borges.-
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Un cuarto piso de la calle Belgrano. Parece la residencia de un escritor. Dos sillas y una mesa que sostiene un velador, entre otros objetos. Áteo está sentado en una de ellas. Golpean la puerta. Áteo se levanta para abrir. Del otro lado aparece el Vendedor de biblias. Se miran. Vendedor de biblias, Vendo biblias. Áteo, En esta casa hay algunas biblias inglesas, incluso la primera, la de John Wiclif. Tengo asimismo la de Cipriano de Valera, la de Lutero, que literariamente es la peor, y un ejemplar latino 32
Tres mujeres están sentadas a la par en lo que pareciera ser un taller de costura. Las tijeras, el centímetro, el huso, y sus diversas herramientas ocupan el espacio por ahí. Ellas las usan. Ellas son Clotilde, Laureana y Antonia. Parecieran trabajar mecánicamente. Hay un baúl del que van sacando distintos tipos de hilos y lanas, la primera elige el hilo, la segunda lo mide y la tercera lo corta. Hacen lo mismo con diversos hilos una y otra vez. La precisión no les quita la sensibilidad. La concentración devela, a la vez, cierta vocación de trabajo.
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de la Vulgata. Como usted ve, no son precisamente biblias lo que me falta. Pausa. Vendedor de biblias, No sólo vendo biblias. Puedo mostrarle un libro sagrado que tal vez le interese. Lo adquirí en los confines de Bikanir. El Vendedor de biblias se acerca hasta la mesa, apoya su valija en ella y la abre. Saca un libro encuadernado en tela y se lo entrega a Áteo. El lo recibe, lo examina, lo pesa. Observa el lomo. Dice como para sí:
Clotilde comienza a sacar del baúl una lana dorada que parece no tener fin. Las otras dos se sorprenden ante la interrupción del ritmo de trabajo. La miran.
Áteo, Holy Writ. Bombay. Usina de Teatro
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Vendedor de biblias, hay una amenaza en la afirmación, pero no en la voz, Mírela bien. Ya no la verá nunca más.
Luego, al otro: Será del siglo diecinueve. Vendedor de biblias, No lo sé. No lo he sabido nunca. Áteo abre el libro al azar. Da Clotilde, Este hilo parece no vuelta algunas páginas y se acabarse nunca. detiene en una. Laureana se acerca hasta Áteo, Me llama la atención. el baúl y ayuda a Clotilde a Esta página lleva el número seguir desenhebrando el hilo 40.514 y la impar, la siguiente, perpetuo. Se asustan un poco el 999. Da vuelta la página. La cuando ven que no termina. del dorso lleva un número de ocho cifras. Vendedor de biblias, señalando sobre la página en la que el otro se detuvo, ¿Ve esa ilustración? Áteo, La veo. 34
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Áteo se fija el lugar del libro a donde está esa página y cierra el volumen. Luego lo vuelve a abrir. Busca la ilustración pero no la encuentra.
Cansadas ya de tironear el hilo, Laureana se mete en el baúl y saca un bollo muy grande del mismo hilo anudado. Pero aún queda hilo enredado adentro; Áteo, Se trata de una versión Clotilde hace lo mismo pero de la Escritura en alguna todavía queda. lengua indostánica, ¿no es verdad? Vendedor de biblias, No. Baja la voz, Lo adquirí en un pueblo de la llanura, a cambio de unas rupias y de la Biblia. Su poseedor no sabía leer. Sospecho que Usina de Teatro
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Áteo, Esto no puede ser.
en el Libro de los Libros vio un amuleto. Era de la casta más baja; la gente no podía pisar su sombra, sin contaminación. Me dijo que su libro se llamaba el Libro de Arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni principio ni fin. Pausa. Áteo se lleva el libro al pecho. Vendedor de biblias, Busque la primera hoja. Áteo apoya la mano izquierda sobre la portada y abre con el dedo pulgar casi pegado al índice. Es inútil: siempre se interponen hojas entre la portada y la mano. Es como si brotaran del libro. 36
Antonia, que, despreocupada, miraba la situación de reojo, y seguirá impávida cortando otros hilos por lo que dure la escena, Lo que tienen en las manos es lo inmortal. Sabíamos que iba a aparecer 3º Encuentro de Semimontados
alguna vez, pero no había manera de imaginarse en Vendedor de biblias, No qué rincón finito habría de puede ser, pero es. El número aparecer el infinito. de páginas de este libro es exactamente infinito. Las otras dos sueltan el hilo, Ninguna es la primera; que cae al piso, enredándose ninguna, la última. No sé por aún más. qué están numeradas de ese modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita admiten cualquier número. Después, como si pensara en voz alta, Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo. Áteo, Usted es religioso, sin duda. Usina de Teatro
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Vendedor de biblias, Sí, soy presbiteriano. Mi conciencia está clara. Estoy seguro de no haber estafado al nativo cuando le di la Palabra del Señor a trueque de su libro diabólico. Le aseguré que nada tenía que reprocharse, y le pregunté si estaba de paso por estas tierras. Me respondió que dentro de unos días pensaba regresar a su patria. Fue entonces cuando supe que era escocés, de las islas Orcadas. Le dije que a Escocia yo la quería personalmente por el amor de Stevenson y de Hume. Y de Robbie Burn.
infinito. Luego, con falsa indiferencia, le dice:
Laureana, ¿Qué hacemos Áteo, ¿Usted se propone con él? ofrecer este curioso espécimen al Museo Británico? Vendedor de biblias, No. Se lo ofrezco a usted. Por esta suma. Saca un papel con una cifra escrita del bolsillo y lo apoya sobre la mesa. Áteo, que mira la suma, Esa suma es inaccesible para mí. Se queda pensando un momento. Le propongo un canje. Usted obtuvo ese volumen por unas rupias y por la Escritura Sagrada; yo le ofrezco el monto de mi jubilación que acabo de Pausa. Antonia detiene el cobrar, y la Biblia de Wiclif trabajo.
Mientras hablan, Áteo sigue explorando el libro 38
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en letra gótica. La heredé de mis padres. Vendedor de biblias, A black letter Wiclif… Áteo sale por un momento del espacio. Vuelve, luego, con el dinero y el libro prometido. Se Antonia, Clotilde, hacé el lo da. El Vendedor de biblias conjuro de la otra vez. vuelve las hojas y estudia la carátula con fervor de bibliófilo.
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vaya a parar dentro de un libro. Ahí sí cabe. Clotilde, ¿Cualquier libro? Antonia niega con la cabeza. Se levanta con esfuerzo. Va hasta un mueble de más allá y saca de un cajón un libro. En el medio, una de las páginas está marcada con un hilo rojo y grueso. Saca el hilo. Lo mira de modo que las otras también lo ven. Se enreda el hilo entre los dedos. Le entrega el libro a Laureana.
Clotilde, No alcanzarían todos los mundos para albergar semejante desierto.
El velador vuelve a encenderse. Encontramos a Áteo leyendo el libro pero en otra posición. La secuencia se repite algunas veces más y la agitación del hombre va en aumento. A veces lo observa con una lupa. Otras va dando vuelta las páginas y anotando cifras en una libretita. En un momento parece que llora. En algún otro momento, Antonia, Que sea en éste. la acción se interrumpe, Áteo toma el libro con sus manos y habla en voz alta.
Antonia, Que toda la arena
Áteo, No mostré a nadie
Vendedor de biblias, Trato hecho. No cuenta el dinero pero igual se lo guarda. Con un saludo mudo pero cordial, ambos hombres se saludan, Áteo lo acompaña hasta la puerta y el Vendedor de biblias se retira.
Áteo vuelve a sentarse y a examinar el libro infinito con cierta agitación. Suspira. Lo cierra. Apaga el velador de la mesa.
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mi tesoro. A la dicha de poseerlo se agregó el temor de que lo robaran, y después el recelo de que no fuera verdaderamente infinito. Esas dos inquietudes agravaron mi ya vieja misantropía. Me quedaban unos amigos; dejé de verlos. Prisionero del Libro, casi no me asomaba a la calle. De noche, en los escasos intervalos que me concedía el insomnio, soñaba con el libro. Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo, que lo percibía con ojos y lo palpaba con diez dedos 42
Laureana examina mientras Clotilde el hilo infinito del lo va metiendo en nuevamente.
el libro recoge suelo y el baúl
Luego, Laureana le da el libro a Clotilde que también lo mira y lo hojea.
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con uñas. Sentí que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que infamaba y corrompía la realidad. Pensé en el fuego, pero temí que la combustión de un libro infinito fuera parejamente infinita y sofocara de humo al planeta. Recordé haber leído que el mejor lugar para ocultar una hoja es un bosque. Entonces Áteo se da vuelta y camina hacia el fondo del espacio, donde los anaqueles de la biblioteca estuvieron cerrados durante toda la escena. Abre la vitrina, hace espacio entre dos libros al azar, guarda el libro infinito entre ellos. Cierra la vitrina. Va hasta la mesa, apaga la luz, y se va. Usina de Teatro
Clotilde, Jorge Luis Borges. ¿Este hombre ya murió? Antonia, jugando con el hilo rojo entre sus dedos, Todavía no. La luz se apaga aquí también.-
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JULIA de Javier Quevedo
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JULIA TAMAGNINI 45
(La escenografía es negra o no existe. Luis en escena vestido con camisa y pantalón negro) Buenas noches a todos y a todas, en primer lugar quiero agraderceles por venir, gracias a todos los que colaboraron con este proyecto y en este momento (pensativo) me estaba preguntando... ....bah, no sé...me gustaría saber... ¿a qué vienen al teatro? ¿qué quieren ver? ¿sexo?
¿qué buscan? ¿novio? ¿novia? ¡¿Qué?! (espacio que se presta para la interacción con el publico, en caso de que alguién tenga el coraje de responder... Luis responderá: “Bien, bien... es válido...” o cosas como esas, pero no debe prolongarse) A ver a vos! (se dirige a Laura que esta mezclada desde el principio entre los espectadores, vestida de manera entre elegante y casual, pero toda de negro. Laura se pone seria, un poco incómoda)
¿culos? ¿tetas? eso lo pueden ver en internet
¿Cómo te llamás?
¿qué buscan acá? 46
...sólo por curiosidad! eh?...
Laura (responde bajo) ¿Cómo, perdón? 3º Encuentro de Semimontados
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Luis: LAURA! Laura, qué venís a buscar acá? Laura: Vengo a ver teatro... emmm gente actuando... historias, eso! historias!
Luis: Laura, podrías inmortalizar este momento con un beso? (pausa)
No quiero ver una perfomance;
Laura: Sí
...tuya!
(se besan por 7 segundos, las luces bajan, suena suave una música angelical de violines, sólo ellos en el centro con luz cenital, se enciende la luz y se corta la musica, está en escena Mercedes, parada atrás de Laura, con un vestido negro muy formal más parecido a un uniforme, contemplando el beso con una terrible indignación)
no es por vos! sino, queee.... quiero ver teatro, nada más. jeje (risa nerviosa) Luis: (con un gesto afirmativo y tierno) Laura, por favor ¿serías tan amable de acompañarame al escenario? Laura: emm, (mira alrededor) si, porque no? (se para, va hasta el escenario junto a Luis, él la toma de las manos se miran a los ojos de perfil al público en el centro del escenario) 48
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Mercedes: ¿Qué es esto Luis?¿Qué se supone que estas haciendo? (con acento semi cubano y/o riojano) Luis: Cálmate, mi niña, que no es lo que parece... (mismo acento) (Laura sonríe timidamente y se tapa la boca) Usina de Teatro
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Mercedes: Estabas besando a esta zorra! (la toma por el cuello a laura, saca un arma y se la pone en la cabeza) Luis: -!NO! ¡NO! ¡A ella no! A ella no puedes matarla, porq.. porq.. porque ella es del público! (señala a los espectadores. Mercedes confundida observa a los espectadores como si no existiesen y apunta con su arma a zonas que imagina donde pueden llegar a estar. Laura asustada dice con tono fuerte y serio) Laura: ¡Ay! soltáme! soltáme! me estás lastimando! (agarra el brazo de Mercedes que tiene apretando su cuello intentado liberarse. Merecedes no escucha a Laura, ahora le apunta a Luis) Mercedes: ¿De qué hablás?! imbécil! (Empuja a Laura al suelo, ahora con acento porteño agarra de los pelos a Laura) Mercedes: ¿¡Y vos!? 50
3º Encuentro de Semimontados
(la empuja hacia la entrepierna de luis) Mercedes: Arrodillate conchuda! te gusta mi marido? (La patea, Laura grita) Laura: Ay!!!, locos de mierda!!! Mercedes: Chupale la pija si tanto te gusta, eh? chupásela! dale putita! (a Luis) y vos pelotudo, pelala Luis: ¡No! Mercedes, ¡dejá la pistola! Mercedes: Dale pelotudo o te cago matando (le clava el arma en el cuello, el temblando se lleva las manos a la brageta comienza a desprendersela lentamente y de repente intentata quitarle el arma, forcejean de una lado para otro con el arma exageradamente hacia arriba y se disparan alguna balas-cebitas, mientras laura rapidamente gateando Usina de Teatro
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vuelve hasta su asiento busca su abrigo y su cartera y se dirige hacia la salida agachada y asustada; Luis y Mercedes estan rodando por el suelo luchando forcejenado con el arma y Laura grita desde la puerta) Laura: ¡locos de mierda! se creen los innovadores y no se dan cuenta que son un ridículos!!! (se retira de la sala hablando muy fuerte insultandolos furiosa!) pelotudos, qué se creen que son, que me van a hacer el perder el tiempo tan gratuit.... (mientras camina rapidamente para volver a su casa) (luis y mercedes se detienen y miran hacia la puerta por donde salió laura, ambos arrodillados se miran romanticamente mientras se paran lentamente) Mercedes: (con un tono muy dulce, comienza a sonar una musiquita mágica) Eres como la pimienta negra, ardiente, tropical 52
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(luis se va dirijiendo lentamente hasta el centro del escenario donde se para erguido mirando al frente, le dará una luz cenital, se quita la camisa negra, el pantalon negro y el calzado negro y queda con una pañal de tela blanco, como un cristo pero sin extender los brazos, Mercedes gatea, recoje la ropa de luis, la guarda en su falda, se se arrodilla detrás de él tomandolo de los tobillos deslizando, lascivamente, su rostro por las pantorrillas) ojalá te hubiese conocido antes. (Mercedes besa los pies de Luis con un movimiento serpentario y la luz cenital se va desvaneciendo mientras Luis mira hacia arriba y dice con tono de súplica) Luis: Aplaudan, que esto es... ¿arte? (Oscuridad total)
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REMIENDOS de Natalia Moya
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(Se escuchan estruendos a lo lejos. Ana está sentada frente a su muñeca cantando el Don Pirulero. Pasa Joaquín, le arrebata la muñeca y sale corriendo. Ana lo persigue. Corridas por el espacio). Joaquín: ¡Tengo tu muñeca!... ¡Tengo tu muñeca!... La, la, la, la… La, la, la, la… Ana: ¡Devolvemelá! Joaquín: Hasta que no me devuelvas al capitán Jack no te la voy a devolver Ana: ¡Ni loca! Lo escondí en un lugar secreto y nunca lo vas a descubrir. Joaquín: Entonces… (Toma unas tijeras y hace señas de que le va a cortar la pierna a la muñeca) Ana: ¡No! ¡Ni se te ocurra! Joaquín: ¡Devolveme al capitán Jack! Ana: ¡Ya estás grande para jugar con ese oso mugriento! Joaquín: ¿Y a vos qué te importa? Ana: Mmm… ¿Y si le cuento a Candela? Le voy a decir a 56
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Candela que querés más a ese oso mugriento que a ella Joaquín: ¡Vos no tenés que andar diciéndole nada a nadie! (Comienza a correrla) Ana: ¡Tiene novia! ¡Tiene novia! Joaquín: ¡Ya me cansaste! (Alcanza a Ana y la agarra del cabello. Ana aprovecha y toma de un brazo a su muñeca. Empiezan a tironear hasta que Joaquín se queda con una pierna de la muñeca en la mano. Se escuchan estruendos) Ana: ¡Mamá! ¡Mamá! María: ¿Pero que son esos gritos? Ana: ¿Mirá lo que hizo Joaquín con Carmina! María: ¿A vos te parece? Joaquín: Ella escondió al capitán Jack y no me lo quiere devolver Ana: ¡Está grande para tener un oso de peluche! María: Los dos están grandes para osos y muñecas… Usina de Teatro
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Devolvele el oso a tu hermano Ana: ¡Ufa! (Va a buscar el oso, cuando lo trae Joaquín le saca la lengua y Ana en un ataque de furia le arranca un ojo al oso) Joaquín: ¡Nena! ¿Qué hiciste? (Se le abalanza tomándola nuevamente del cabello) María: ¡Basta! ¡Pero qué cosa con ustedes dos! Ya terminé de coser las camisas verdes, así que le coso la pierna a Carmina y el ojo al capitán Jack y asunto terminado. (Empieza a coser) Ana: Mamá… María: ¿Si? Ana: ¿A vos te gusta coser? Joaquín: ¡Qué pregunta tonta nena! ¿No ves que cose todo el día? Ana: ¡Ya sé! Pero puede ser que no le guste y que lo haga porque en realidad le gusta ser como las enfermeras de la tienda de campaña que arreglan 58
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a la gente y por eso ella arregla ropa. A lo mejor lo que le gusta es arreglar. Joaquín: ¿Qué decis? ¡Qué complicada nena! ¡Ves que sos una boba! Ana: Vos no entendés nada, el bobo sos vos. María: ¡Dejen de pelear! Si uno es bobo… el otro también. Son hermanos y tiene los mismos genes. Joaquín: ¡Puajjj! ¡Qué asco! Tengo los mismos gérmenes que Ana María: No dije gérmenes, dije genes. Joaquín: ¿Y eso con qué se come? Ana: ¿Ves qué sos un bobo? No se comen, ya los tenemos adentro. Joaquín: ¡Yo no los quiero! ¿Me los sacas ma? María: Los genes no se sacan, ya vienen incorporados a nuestro cuerpo, son muy chiquitos y como ustedes son hermanos algunos genes que tienen son iguales, así que si uno es bobo, el otro también. (Los niños Usina de Teatro
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hacen silencio y se miran) María: Si me gusta coser, me gusta mucho. (Los niños se miran entre ellos desconcertados) María: Con sólo una aguja y un hilo uno puede arreglar cosas, remendarlas, restaurarlas, hacer que vuelvan a ser útiles. (Se escucha un estruendo. Se miran.) María: Cuando se cose una prenda, uno puede imaginarse cosas de la vida de la persona que la va a usar. (Se escucha otro estruendo. Se miran) María: Seguro que esta camisa roja la usa una joven mujer para el primer encuentro con su amado. Joaquín: ¿Y cuándo le cosiste el bolsillo del saco a Don Cosme? Seguro que se le rompió de tantas monedas que se guarda y no las comparte Ana: Seguro que las monedas quisieron escaparse y por eso le hicieron un hueco en el bolsillo… (Los tres ríen. Se escuchan grandes estruendos, muy 60
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cerca y una sirena. Ana, desprolija y despeinada está jugando a la rayuela con su muñeca en una mano mientras canta el Don Pirulero) María: ¡Ana! Es muy peligroso que estés acá. Hay que volver al refugio. Ana: Pero quiero jugar… El refugio es muy chiquito… María: Es peligroso. Cuando todo pase vas a poder jugar todo lo que quieras. Ana: ¿Y porqué Joaquín puede salir? María: Sabés bien que Joaquín no sale a jugar, sale con Don Cosme y los muchachos a buscar comida… Joaquín: ¡Mamá! ¡Ana! Trajimos… (Gran estruendo. Se escucha el Don Pirulero de Ana) Ana: Encontré al capitán Jack… le falta un ojo… (María lo abraza contra su pecho) Ana: No te preocupes mamá, con un hilo y una aguja lo voy a remendar… Usina de Teatro
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El presente volumen se termin贸 de imprimir en los talleres gr谩ficos de Docuprint, Buenos Aires, Argentina, en el mes de Agosto de 2012
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