ORILLAS
Diseño de portada: Miguel Rual. Compiladores: Rosa Berbel - Pablo Romero Argentina – España. Noviembre 2015.
PRÓLOGO Cuando leí por primera vez a Pablo Romero, hace ya bastantes meses, me fascinó de él su juventud y precocidad, la profundidad de los temas que trataba, quizá no tan próximos a lo que podría esperarse de alguien de su edad, y lo extraño de no poder encontrar más poemas suyos en lo largo y ancho de Internet, a pesar de que se movía ya con cierta soltura y que la calidad de sus poemas era asombrosa. Su escritura es única, y recuerda a ese placer de mirar el mundo desde una posición privilegiada, la posición del poeta omnipotente: que todo lo ve, que todo lo siente, que todo lo experimenta aunque esté lejos y fuera de su alcance. Aunque la poética de Pablo Romero es única, esto no me ha pasado solo con él, a saber, esta desenvoltura ante la creación y esta escritura joven, fresca y sorprendentemente madura están presentes en multitud de poetas de mi entorno. He buscado en esta línea, hemos querido buscar juntos, Pablo y yo, y hablar de todos esos poetas españoles y argentinos que se identificaran con nosotros mismos: jóvenes, inéditos, con temáticas originales y bellas. Algo parecido sentí al leer a Irati, cuya forma de decir es pausada y concisa, pero a la vez violenta, de palabras
brillantes; al leer a Carlos, que desprende una inteligencia abrumadora a la hora de poetizar lo cotidiano; a María, filosófica y pura, embriagadora; o a Annie, cuya poesía es visceral, casi política. Esto fue ocurriendo hasta el punto de dar forma a una idea, que fue creciendo y convirtiéndose en el proyecto que hoy presentamos. Pensé que si todos esos poetas, los que conocía y los que conocí, absolutamente diferentes entre sí desde un punto de vista formal, temático o estilístico, entraran en contacto y formaran parte de un único libro, el resultado podría ser algo extraordinario. Sus formas de concebir la realidad y el mundo eran distintas, tenían una sensibilidad poco común. Creímos que la suma, la unión y la mezcolanza harían de la antología algo totalmente novedoso y mágico. Estas “Orillas” no pretenden servir de antología de una generación, puesto que los poemas se contradicen entre sí, se desafían unos a otros. Esta antología es tan solo una muestra de muchas de las tendencias poéticas presentes en España y Argentina, un puente entre dos países lejanos entre sí, pero próximos en su creación, en sus voces y en sus medios. Ante todo hemos querido mostrar al lector lo asombrosa que es la diversidad, la diferencia dentro de un grupo de jóvenes de edades y contextos relativamente similares. Hasta qué punto
Rocío podría compartir poética con Myriam, habiendo entre ellas apenas dos años de diferencia; o en qué verso podrían coincidir Helena y Aurora. “Abre la boca y respira sin dejar de mirarme”, dice en uno de sus poemas Laura Márquez Bono. Abre la boca y respira sin dejar de mirarlos, sin dejar de leerlos, sin dejar de seguirlos. Este es el futuro, o una parte de él, espero que lo suficientemente representativa. Creemos fervientemente que la poesía es siempre suma, suma entre poetas y suma entre lectores. A partir de ahora el trabajo es vuestro, sigamos construyendo puentes y dejando atrás nuestras propias orillas.
Rosa Berbel España
La poesía es una tentativa perversa e inabarcable y el poeta lo sabe.
Lo
descubre,
paradójicamente,
desde
el
desconocimiento: cómo se dice lo que no puede ser visto, lo que no puede ser nombrado, lo que no puede ser oído. De nada sirve preguntar porque la poesía sólo se concibe en el fracaso: el poeta se niega al costado más cómodo del mundo y ahí sabe hallar refugio. Así se escribe. Volando de jaula en jaula hasta que no quede espacio para el cuerpo. Lector: los poemas que acá va a encontrar son pequeñas guerras. Revoluciones de nada. Voces auténticas que no saben morir sino escribiendo. María Florencia Rua lo sabe: yo escribo / -empujo- / contra mí // y después de perderme / de hacer lo hondo / la caída // después del ahogo / la catástrofe / aparezco otra vez en la orilla / con el cuerpo desencajado / de sal // con la vida toda / desnuda boca adentro. Jesús Borda dice: conocí una vez lo musical / era así: / dar / cuerda / a la distancia / y ponerla a cantar. La poesía no puede permitirse ser otra cosa. O Agustín Mazzini, (escribo) Para los que aprendieron a llorar en el eco del abandono/ y colmaron vacíos con chocolates y besos / y les dolió la primera vez que dijeron Micaela; / una
tarde de secundaria y de colores / y de flores y profesores y relojes / atestados de horas sin sentido.
Entendiendo al poema como una extensión entre la experiencia y el cuerpo que escribe, recopilamos acá 18 pedacitos de carne, hermosos en su totalidad. Fragmentos de lo que no se tuvo nunca, ausencias vivas. 18 poetas que brillan como ágatas, jóvenes dueños del mundo que falta por romper y construir. Lector: tiemble. Estos nombres son futuro.
Pablo Romero. Argentina
ESPAÑA
CARLOS CATENA CÓZAR
Jaén. 1995. Estudia Traducción e Interpretación (alemánárabe) en la Universidad de Granada. Ha ganado varios certámenes, principalmente a nivel regional. Obtuvo una mención de honor en el Premio Jordi Sierra i Fabra para Jóvenes 2014. Resultó ganador de la última edición del certamen Ucopoética. Sus poemas han sido publicados en antologías como Poetas del 15 de mayo (Séneca, 2011), Anónimos 2.2 o Donde veas. Poetas ganadores de Ucopoética 2015 (La Bella Varsovia); y blogs. Ha traducido una breve antología de poesía joven alemana para el blog La tribu de Frida.
HIJO: Espantado de todo me refugio en ti. JOSÉ MARTÍ el año que viví en Alemania mi padre me regaló los guantes que él usaba cuando aún sufría el frío hace diecinueve años mi padre se los quitaba antes de cada pleno: los arrojaba con furia al llegar a casa y pensaba en la especie humana de piel - por dentro blandos desde fuera se veían solo los años cuando perdí uno de ellos la semana pasada lloré y quise ser escultor para hacer con el guante huérfano una escultura a mi padre pensé en nosotros pensé que yo era el guante perdido y mi padre el guante quieto que no sabía esculpir- quizás al contrario escribí entonces un poema de la vida con dos guantes / de mi padre sin mí / y de los años noventa: mi padre deja de fumar ante una ecografía rebela carretes que se llaman Almuñécar Calpe Almería y Los Alcázares cocina los domingos para los abuelos sanos / los abuelos sin artrosis / sin extensiones de acero mi padre en listas del PSOE
es padre de dos niños que serán hermanos y marido de una madre sin tinte - de una madre con pelo corto esta mañana de camino a clase encontré el guante en el poyete de una ventana anónima pensé en las familias y las relaciones paternofiliales en Occidente y escribí a mi padre que no volvería a usarlos por temor a perderlos
EN MI FAMILIA tú hablas de hijos que no sean nuestros entonces yo te miro y te digo las mujeres de mi familia heredan el nombre y con él una serie de enfermedades: a menudo sufren artrosis les extirpan la matriz y mueren de cáncer de colon si yo tuviera una hija me gustaría que comprendiera el dolor que significa su nombre.
ANNIE COSTELLO
ME AFERRO A ESTE VIENTRE Señor ministro me aferro a este vientre como otros se aferran al último clavo me aferro a este vientre porque es mío. Adivine cuánto he tardado en escuchar la llamada de Ishtar: siendo niña predije el hematoma antes del impacto; siendo púber predije el rocío antes de palparlo sobre mi sexo; siendo mujer detecto el rubor precedente a la caricia embrionaria, y en mis areolas veo erizarse la temida efigie del tumor. Sin duda Dios me cavó por dentro me hizo taller de seres humanos. Me sé dotada del don de alumbrar la abundancia en mis muslos maleables; y de limpiar de flujo la endeblez neonata aunque irreversible sea ya su impureza. No me crea, señor ministro, inmune a las medallas de la sangre pues la pechera de mi madre irradia su metálica dicha, y me convence, ¡sí!, del largo mandato de una matriz sobre su linaje.
No es mía la ignorancia de la piel tensa sobre el tambor curvo de la vida, quizá sea suya esa ceguera que lo conduce; la de una raza que desconoce, por completo, el norte de la creación y la crianza. Por eso yo, que soy ante todo mi propia habitante sé más que nadie traducir el ruego de mis hondonadas: Denme muerte. Nunca pedí aterrizar forzoso en esta pista.
Y DIJO EL VIEJO PLATÓN... Y dijo Platón: el gran artesano nos dividió en mitades perfectas perpetuamente escindidas de nosotros mismos; almas morando errabundas sobre la Tierra alejándose atrayéndose a veces escudriñándose las miradas buscándose en rostros ajenos; llenando sus vanos con las piezas de otros cuerpos, sin que estas encajen, tirando a un lado las fallidas hasta así dar con la acertada que espera inquieta a ser tomada y devuelta, al fin, a su molde. Dos tercios de mi vida he creído y honrado a Platón, buscado a mi esquiva facción en el erial de los hombres nadie podría dudar de mi empeño y aún así hoy me siento culpable al saberme entera y suficiente.
MARÍA GRACÍA DÍAZ
BAILANDO en la cueva del color salvaje, el trazo fiero, las melenas ígneas. En el fragor de las membranas la luz le abre heridas a la roca, nos alza los párpados, nos pasa un paño de agua por los ojos. Descosernos los hábitos en la lucidez, reconocer los muros, amarnos en el conocimiento de lo cognoscible. En la esperanza de reconstrucción acariciarnos. en Espacio virgen
LA OTRA COLMENA Tengo un dolor que es culpa del pueblo. Estoy llena de muros que yo no he levantado. A qué utopía migrar ahora. En qué vasta cama dan calor y guardan el prejuicio. Dónde las ramas serenas. Dónde el lino justo, los niños libres, la miel respetuosa. en Espacio Virgen
IRATI ITURRITZA ERREA
He inventado un lenguaje anterior a la náusea y ahora digo soy el nudo rompiéndose soy un animal que finge estar enfermo todos los animales todos los enfermos y no escribo no tengo miedo no recuerdo lo que no he vivido no pienso en ninguna mano no tengo manos no escribo He inventado un lenguaje anterior a mi nombre he escrito un poema para decir manos, nudo, náusea, animal, enfermo he dicho miedo miedo miedo El miedo sólo existe si no puedo nombrarlo
(I) Este poema es un refugio a punto de arder. Te mueves en él fingiendo que es tuyo, dices que sabrías encontrar la salida, pero has perdido la llave, y no sabes si alguna vez hubo llave, refugio, poema. Tu cabeza y este poema son una niña a punto de ser calcinada. La niña llora. La niña llora porque teme al fuego, piensas. Pero ella niega y dice que no podrá evitar quemarse, que llora porque no sabe cuándo ocurrirá. No puede esperar más, quisiera arder de una vez y tener ya todo el miedo posible. (II) Otras veces todo es demasiado grande, demasiado oscuro o está demasiado lejos. Saltas, tratas de alcanzarlo, pero ves sólo una parte minúscula y nunca hay palabras suficientes. Hace cada vez más calor. La niña ha dejado de llorar. (III) Después del fuego, la niña dice no recuerdo cómo llegué aquí tal vez alguien dijo mi nombre o puede que nadie dijera nunca nada y yo estuviera escribiendo este poema de todos modos
DespuĂŠs del fuego, la niĂąa mira su poema-cabeza-refugio y piensa si esto es silencio antes, alguien gritaba
AURORA MUNT
1998. Oviedo, Espa単a. Estudia bachillerato. Ha participado en medios digitales como Ciudades Esqueleto y Obituario. A veces sue単a que es otra persona, pero siempre despierta siendo la misma. La luz delimita el espacio es su primer libro, publicado bajo el sello editorial mexicano Stillnes & Blood Press.
He apagado el silencio como quien apaga un cigarrillo. Es mi momento favorito de la noche. Ese instante mentiroso en que todo parece posible.
La nostalgia era una droga demasiado fuerte para dejarnos aunque en realidad éramos muy jóvenes para probarla. ¿Qué sabíamos tú y yo de la nostalgia? Era todo una farsa, una actuación, interpretábamos los papeles que alguien que no existía esperaba de nosotros. Éramos actores y público de nuestra pequeña tragedia. “Somos iguales, compañeros en el crimen”, me decías improvisando. Yo te sonreía y acariciaba el cabello siguiendo el guion.
LAURA MÁRQUEZ BONO
Mi vida está compuesta por cuatro paredes blancas duras como la carne de la mujer que me tuvo dentro la luz llega a mi piel en toda su extensión haciendo un hueco entre las grietas para anidar junto a mí pero no tengo color no tengo el pigmento suficiente como para retener algo alguien me corrompen todos los átomos que soporto pues sobre el pecho tengo una ira roja densa y profunda como los ojos de la mujer que me dio sus pechos y yo me miro en esas dos dagas y me reconozco aparto los pliegues de la piel blanca intentando destruir los muros busco en la sangre algún indicio de equivocación pero soy genéticamente igual de enferma que ella
Abre la boca y respira sin dejar de mirarme porque voy a introducir mis pulmones en tu cuerpo para que dejes de temblar no te resistas al movimiento solo sigue mi voz entre las sombras aquellas esquinas rojas se están juntando -se están juntando por titú solo agarra tu piel y procura que no te abandone mientras bailo ante tus ojos escucha mis pechos y mi centro te guiaré hasta la palabra primera para que la beses y la acunes como el niño que eres necesito que sientas lo que yo siento porque cuando miro mi reflejo yo no estoy ahí la lengua repleta de hormigas la mandíbula torcida los dientes ausentes de formas las cuencas ahogadas en agua negra me estoy difuminando sin haber dejado una huella en tu materia para que me permita volver a mí una vez encerrada al otro lado del espejo sí, eres mi instrumento para alcanzar la inmortalidad pero no cierres la boca no dejes de respirar no apartes tus ojos]
de mis ojos que contienen la ira ven voy a llevarte conmigo hacia el fuego.
MYRIAM SEDA
IN HAC LACRIMARUM VALLE Me dijo mi madre: No comprenderás el hambre. No comprenderás a los demás. No comprenderás a Dios. Yo, Intrauterina, La creí.
UN ÚTERO CON VISTAS* Alimento a mis hijas con miedo A que algún día sepan Que les dejo una habitación cerrada Sin vistas, La blancura de los senos, Ojos grandes para llorar, Avispas En el vientre, Cuatro generaciones de pulmones frágiles Y la sangre derramada De una alianza que nos prometieron Nueva y eterna. Perdonadme, Hijas, La herencia de la muerte Y el color de esta leche amarga que os doy, Pero tomad, Tomad y comed todas de él Porque este será vuestro cuerpo.
* La niña del pelo raro – David Foster Wallace
ROCÍO TORRES
Choca el agua templada contra mi brazo y choca y choca y quema Y arde el brazo azul y se convierte en rojo y no me gusta el rojo en mis brazos Me gusta el rojo en mi sangre y en mis ojos y eso me lo dicen mis ovarios Cada mes Cada día Cada mañana Me lo dicen también las personas que no conozco y las que conozco no conocen mi color y no comprendo nada Creo que tú no te acuerdas de mi color ni de mi cuerpo ni de las manchas que destiñen pero él sí y eso no me interesa Aprende mi color y píntalo y llévalo en la cara y tíralo y tíralo en la alcantarilla. Cómete mi color y cómete mi pelo y cómete mi carne y pinta con ella mi color y por favor recuérdalo. Esparce mi color por el aire y olvídate de mí si quieres porque yo no quiero olvidarme de lo que me dice la gente. Déjame algo de lo que me gusta y llévatelo todo porque no me importa nada más que mi color y lo que tú hagas con él.
Tengo las encías inflamadas por no poder lamerte Tengo las manos despellejadas y tú no estás aquí para curármelas con el sudor de las tuyas Tú no estás aquí para olerlas escucharlas y lamerlas hasta que dejen de doler Tú no estás aquí y eso me deshidrata Me da sed me seca la piel me seca el pelo me seca los ojos Me deshidrato y me desmayo en tu oreja izquierda porque solo me la imagino Me quedo débil pensando en mi sangre y en la tuya y en la de las palomas que han anidado en mi terraza Me quedo enferma tocándote la rodilla en una alucinación Tengo una enfermedad que solo puede curar otra persona y eso me hace más débil Tengo una enfermedad que solo puedes curar tú y eso me da dolor de tripa Tengo una enfermedad totalmente ajena a mi cuerpo y a mi cabeza y a mis entrañas Tengo una enfermedad que me está matando, y creo que si me muero seguiré aquí de pie y tú nunca me verás
HELENA TRAMUNT
LA QUIETUD COMO PURGA Después de tantas tormentas, en mi pecho se ha asentado un paisaje sereno sin estación que lo sepa corresponder; un pequeño puerto con veleritos que entran y salen muy despacio; una ciudad mojada, vacía de coches y transeúntes; un bonsái que no necesita que lo poden porque no lucha por crecer; Reina una quietud hasta ahora desconocida; un silencio algodonoso acaricia mi tórax malherido, y hace eco en mi frío bajo vientre que hiberna agazapado. Y a pesar de agradecerlo, no puedo evitar pensar que quizás la marea nunca vuelva a subir. Y es esa, y no la que todos conocemos al irnos, la muerte que yo temo.
El hombre me agarra y se cuela bajo mi piel. Chillo Viajo más allá de la muerte pero sigo viva, y mi carne fría, y mi sexo rojo, y mis manos tristes y mi corazón es dejado a la intemperie sobre un montón de escombros igual de rotos, igual de quietos, mientras el hombre, todo rojo se deleita con la caída de otro pétalo. Creí haber crecido lo suficiente y sólo supe quedarme quieta observando el Mal crecer dentro.
OJITOS DE CORDERO El hombre agarra otro cordero y le quita la piel a lascas. El cordero chilla Mira hacia algún lugar lejano que está más allá de la muerte pero sigue vivo, y su carne viva, y su sangre roja, su garganta se desgañita y su pelado cuerpo es lanzado a una caja de madera sobre un montón de corderos igual de vivos, igual de carne, igual de rojos y con los ojos humedecidos, comprendiendo en ese instante cosas que se nos escapan al resto de los mortales. Era tan pequeña
que
s贸lo supe quedarme quieta observando el Mal siendo tan grande.
Tiempo después olvidaré corderos, olvidaré hombres, olvidaré cuchillo, olvidaré ojos, olvidaré pellejo, olvidaré mentiras; tiempo después olvidaré la lágrima, olvidaré el balido, olvidaré el maltrato, olvidaré la carne, olvidaré injusticia; olvidaré olvidarme de todo el mal Tiempo después olvidaré todo lo que no sea poesía Prestaré mis ojos a causas más bellas Pero no sin antes admitir que no fui capaz de moverme ¿Cómo es que ahora lloro tanto?
ARGENTINA
JESÚS BORDA
A Horace, conocí una vez lo musical era así: dar cuerda a la distancia y ponerla a cantar frente a un paisaje verás: el cielo se desmedra, tu mirada lo coagula ¿qué hay detrás de la sombra de los ángeles?
La montaña no, detrás de la montaña hay otra montaña y detrás de todo esto la casa yo sé que es lejos la casa y vos también lejos todos presentes así que talé un árbol de los grandes sobre el río hermoso y malo lo talé en invierno ya no podrás cruzar pues han llegado las lechuzas a ocuparlo no les mires a los ojos cuando vayas porque no los tienen por qué no los tienen sino yo entre mis dedos. *
mentira, padre nunca estuvo en la luna cuando levanto la almohada aparece un murciélago
Vamos, Martha. Yo entiendo que su naturaleza sea la velocidad, porque cuando la conocí el cielo se dividía en pentagramas y tormentaba la noche como cuando sus manos sobre el piano, todo fugaz y pantera. Así que no se vaya todavía, sí, aunque su cabello complete la blancura que le falta a la tarde de hoy humeante. Tóqueme esa ópera de Chopin, que dicen que hoy nazco… Mire mi columna ¿no lleva forma de bastón o de semifusa? Alguna vez en alguna sierra usted tuvo una cabaña anaranjada, invisible para los buscadores de ocasos, y su piano alemán instalado bajo el árbol era una cigarra de metales tornasolados. Yo siempre viví en la ciudad pero cuando la medianoche y todos dormidos, incluso los insectos, la ventana y un eco en bemol me coronaba la distancia, qué hiedra. Así que ahora mismo me sentaré a la mesa y usted como el viento a la pampa vendrá con su piano a cuestas a contarme el dolor del ser. Y todo será paisaje de hombres con lanzas y mujeres deliciosas que bailan y se contonean de dolor hasta volverse un puntito de carne. Será una coda.
AGUSTÍN MAZZINI
1993. Buenos Aires. Es estudiante de derecho en la Universidad de Buenos Aires y escribe poesía. Asistió en 2013 y 2015 a la “Cátedra abierta de poesía latinoamericana” de la Universidad de San Martín. Sus poemas aparecieron en las antologías Apología 2 (Letras del sur, 2015) Buenos Aires respira poesía (INCAA, 2013) y en las revistas TN (México) Digo.Palabra.txt (Venezuela). Fue redactor de la revista de poesía Por qué tiemblan.
XVII Para Eugenio Mandrini y sus Conejos en la nieve. Para los que guardan su alma en el buz贸n y la doblan como a un cheque en blanco, y ponen un pie en el amor creyendo encontrar el agua que sacia la fantas铆a. Para ellos escribo. Para los condenados a muerte y su uniforme rayado donde crujen sus huesos, antes de la ejecuci贸n, cuando solicitan un cigarrillo y desbaratan as铆 los exactos planes de la muerte. Para ellos escribo. Para los que olvidaron sus ojos en el espejo de un bar, bocas en tazas con whisky, narices sobre la alfombra de un motel: su vida tambaleando al borde de un abismo, humeando.
Para ellos. Para los que matan y mueren en silencio. Para los oficinistas que mezclaron telegramas de renuncia y cartas de amor y ahora creen amar a su trabajo, y su esposa es una costumbre que los desgarra. Para los que aprendieron a llorar en el eco del abandono, y colmaron vacíos con chocolates y besos y les dolió la primera vez que dijeron Micaela; una tarde de secundaria y de colores y de flores y profesores y relojes atestados de horas sin sentido. Escribo para los que construyen su hogar en lo profundo del desierto, que son los mismos que paran en los teléfonos públicos a llamar por su hombre anterior, inquiriéndole, aturdiendo, con demasiadas respuestas para tan pocas preguntas.
Escribo para los que de lágrimas escriben, cavan trincheras, mendigos, barbados y locos, señores de la nada, dueños del frío, invisibles. Para ellos escribo. Escribo entre los pedazos del que soy y del que fui, de a saltos en cada una de estas cosas.
ENTRENAMIENTO El boxeador no se deja intimidar por el vacío. Guantea/ salta sobre el ring/ apunta al pecho de la nada/ golpea. Las gotas de sudor oscurecen el suelo. Nunca quiso cambiar el mundo, sino, solamente, derribarlo a trompadas. “Hijo”, le dijeron. “Hijo vos naciste para campeón”. “Hijo, hay cosas más dolorosas que la muerte”. El silencio observa, atónito, desde todas las esquinas. Él sigue ensayando en el teatro desierto. Los huesos del aire hace rato están rotos. Mandíbula apretada, los guantes, la respiración.
Su única batalla es contra el espejo.
VALENTINA NICANOFF
1989. La pampa. Ha publicado los libros Amapola (Colección Valijita) y El nudo (Botella al mar). Su serie de poemas Me pregunto dónde estoy fue seleccionada y publicada en la antología de poesía contemporánea Apología 2 (Letras del sur editora) Su obra teatral Psicopompo estrenó en Lima, Perú, en febrero de 2015 y en agosto del mismo año en Buenos Aires, bajo su dirección. Fue asistente de dirección de la obra Jettatore!..., estrenada bajo la dirección de Víctor Cano Ayerra en el Teatro Nacional Cervantes.
2 de repente se me fruncen los pulmones el aire se agolpa contra las costillas, cada vez más resecas un breve tropiezo y todo acaba el llanto más acotado me vuelve huracán y no entendés: en vos hay bosques, floridas lavandas en mí hay arenas movedizas tragando monstruos.
3 ¿será esta pared donde se estrelló mi rostro lo más lejos que puedo llegar? hoy posa un cuervo de plumas raídas en mi garganta hoy espero ese cristal que se rompe en mi nombre cuando no lo pronunciás.
4 la piel se vuelve escama de tanto bucear en la profundidad el sol irradia un halo de brillo sobre mi cuerpo y ahora soy vidrio partido estoy rota entre epilépticas vocales y no puedo conjugar la noche bruta de dolor exhalo nieblas son furiosos los días que se arquean para ver lo que ya no está el techo de mi habitación se abre y veo, estampados a mis enmarañados pensamientos como hojas selváticas chorreando sudor sólo me despierto cuando esas gotas caen sobre mi frente y pienso que sos vos podría abrir la ventana y mirar aunque sea autos, pasando
a través de la noche en un largo túnel hacia la nada la nada, ese orangután hambriento su mandíbula, la jaula que apresa mi vida y vos del otro lado, observándome contando la cantidad de pelos que me salieron los piojos que saltan de maraña en maraña burlándose de mi insoportable quietud de mi condenada afonía un día partiré al medio mi cabeza me lloraré en filosos hachazos fundaré una ciudad en cada costado: de un lado todo lo que me diste del otro, lo que te llevaste y en el medio este gran precipicio por el que me voy yendo pero no importa, puedo vivir entre cuevas puedo tallar los días sobre piedras puedo camuflarme como loba y puedo aullar tu nombre mejor que nadie.
GUILLERMINA ROMERO
LA IDEA DEL CALOR I Al resguardo de la noche conservo aún la impaciencia intacta el no haberme cruzado este día negro con lo que deseaba: con lo que había tenido que cruzarme. Todavía, no sé con qué propósito, espero encontrarlo ya no en esta vida, ya no a esta hora.
El sueño con su ingravidez me traerá lo que consiga del camino algunos árboles, algún diluvio, alguna coartada con la que te excuses mañana y tal vez no es cansancio, tal vez no es tanto miedo
tal vez ocurrió que la idea del calor no te acercó lo suficiente
estar hasta las manos como la mejor forma de inventar el ahogo hundirse hasta las muñecas haciendo ola y correntada con el último suspiro ver borroso sumergida y mover los dedos en la superficie haciendo ademán de aquí yace la que está hasta las manos
MARÍA FLORENCIA RUA
NAPEA (nymphe) I En el paisaje hay una ninfa. Se mete los dedos en la boca. Hace con las manos un duelo imprevisible. Elige su presa: la noche. Le pide sin descanso un golpe oscuro, un gesto roto. La noche nada. Ella da su cuerpo contra su propio sexo, se arrastra a sĂ misma y se descansa. Lucha hasta quedar vacĂa. II DespuĂŠs es el mismo paisaje pero esta vez no hay nadie. Apenas un vestido corto. La sugerente idea del silencio adentro del silencio. Nada habla, no se dice nada. Hay un vestido: esto es, alguien desnudo, alguien que se ha ido. En el error de irse, de dejarse a solas: la noche se enfunda, se encandila.
ONDINE dicen que el mar te golpea hasta dar con el olvido: como si el agua fuera -en su profundidaduna página en blanco yo escribo -empujocontra mí y después de perderme de hacer lo hondo la caída después del ahogo la catástrofe aparezco otra vez en la orilla con el cuerpo desencajado de sal con la vida toda desnuda-boca adentro
INMERSIÓN Me ahogo en un cuerpo harto de sí mismo. Existo en metáfora: me sumerjo para ser otra. Mis piernas se entrecruzan en el vacío; el agua es espejo de lo irascible. La temperatura precipita al lenguaje: nado en la percepción. Soy bajo una única circunstancia: hundirme en profundidad y dejar de ser. Ese precipicio me es realidad. ¿Acaso no somos más vida ante la posibilidad de morir? La inmortalidad urge constancia. El yo nace en la alteración: la imposibilidad de existir por debajo del agua es la posibilidad de existir por encima de ella.
ANA LUCÍA SANTILLÁN
DE FUEGO O ACASO DE BELLEZA: Fuiste por las hojas blancas y la puta más filosa de tu 2b obsequiado para decir a llovizna 428 días después pensaste sería mejor escribir con una hervida tinta negra pero nada se dijo de la mirada titilando de belleza o acaso de fuego Una musa enterro las manos de la que escribía y le salió un roble del vientre Yo grité rosas bajo los eucaliptos y tengo tu boca Apenas se intenta decir el papel el bebé no ramificará
el bebé ha muerto de sol por indefenso Me saco tierra de las encias mi amor porque no quiero escribir. Pezón herido: Adiós. ¡Socorro! Amor, amor mío. ¡Ay! Garcia Lorca.
Ya morimos juntos.
Terminad vosotros por caridad este poema.
Quizás si aquella tarde no hubiese estado golpeada por los grises ardientes o quizás si le hubiese descubierto a tu mirada mi pezón herido de ruidos de niebla catástrofe en la ruta las hojas y el vuelo no habrían dado diluvio al cuerpo dejado.
ROCÍO TORKAR
Nació en San Miguel de Tucumán (Argentina) el 22 de febrero de 1989. Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNT. Actualmente se desempeña como docente del IPAP Tucumán y como redactora de Revista Posta.
Ya no se escuchan las monedas que caían y rodaban al desvestirnos. Tu renuncia reposa burlona sobre mi cama. Y sólo a ras del piso, debajo de las tablas tolero tus pretextos lacerándome el sosiego. *** Mi cerebro tiene una extraña forma de mantenerme cuerda. La luz ingresa por los orificios pero hay un extremo al que no es posible llegar una bandada de golondrinas se ha perdido en el intento.
I Afuera la realidad camina erguida, aquĂ dentro, ĂŠl recorre un sendero circular que lo encorva y le frunce el ceĂąo mientras yo me mareo con el lunar de su mejilla.
II Decime, qué va a pasar si en medio de la noche la casa se nos vuelve a incendiar. Aquella vez vos fuiste el primero en despertarte ante el ruido disimulado del fuego en gestación, fue tu grito el que impidió que me sentara somnolienta a intentar calzarme las zapatillas, y fue tu mano la que me tironeó del brazo hasta la terraza Hoy me contás que se te rompió la computadora mientras trato de recordar cuando fue la última vez que te vi. No es nada grave, papá, te digo sólo se te desconfiguraron los parlantes. Me gustaría que vinieras más seguido, pienso pero los perros de esta familia te ladran cada vez que nos visitás.
III Hay que aprovechar los momentos lluviosos pero no de pie sino sentada bajo el aguacero. Sacar una silla de pl谩stico a la terraza, sentir la lluvia en los hombros y en el cristal de los anteojos. Prender un f贸sforo y olvidarse del Juicio Final mientras las gotas esquivan la llama.