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Atitlán, “un lugar privilegiado para el vuelo libre en su máxima expresión” Hacer parapente en el lago de Atitlán es recomendado como un imprescindible en el top ten de las actividades turísticas en el Altiplano guatemalteco. A continuación, le presentamos datos y curiosidades fundamentales para entender qué significa volar sobre el mítico lago y la invitación a una experiencia que es un antes y un después en la vida. T. Florencia Goldsman florcitag@gmail.com F. Real World Paragliding
La multitud de pájaros no puede equivocarse. Cada año, los miles de turistas que visitan Guatemala con ansias de descubrir sus bellezas naturales cuentan con el privilegio, confirmado en los relatos textuales del legendario visitante del lago Atitlán, Aldous Huxley, de observar la maravillosa cuenca con un vuelo sobre sus ondulaciones turquesas. “Demasiado bueno”, describe el europeo para resumir su estadía en el Altiplano de Guatemala. Y el goce de este lugar se maximiza con la vista de halcón que permiten las alturas desde un artefacto volador conocido como parapente. Así se obtiene una mirada cenital de los pueblos, colinas y las costas del lugar. El parapente es un planeador ligero, debido a que no consta de motor, y flexible porque no hay partes rígidas que compongan el ala, por lo que puede ser transportado en el baúl de un carro. El peso de todo el equipo ronda las 50 y 60 libras, aunque hay equipos para montaña de aproximadas 16 libras. Por eso, como volar es cosa seria, en el lago se recomienda hacerlo con los más experimentados. “Hemos estado volando tándems (parapentes biplaza) desde 2006. Somos representantes de Indepen-
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DOMINGO 11 de mayo de 2014
Otros lugares para hacer parapente en Guatemala
1. Tikal
El famoso piloto Thomas de Dorlodot voló sobre la jungla tropical y las ruinas mayas de Tikal, en Petén, y relató la experiencia como uno de los vuelos imperdibles en revistas especializadas. .
2.
El Chipotón (Chimaltenango),
El vuelo se hace desde montañas con bosques de encinos y cipreses.
3. Salamá (Baja Verapaz)
Otro de los sitios recomendados para vuelo libre, a 148 km de la ciudad capital, ideal para aprovechar a vuelo de pájaro las vistas de los templos coloniales del período hispánico.
dence Gliders, entre otros, y volamos con el mejor equipo y medidas de seguridad disponibles. Para nosotros volar es disfrutar la vida jugando con los elementos, integrándonos con la naturaleza. No contaminamos ni hacemos ruido. No hay ca-
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“¡Encontrar una corriente termal es como montar a un unicornio!” Carlos Bautista Díaz Parapentista principiante
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Lo que debe saber antes de volar • En Atitlán se vuela con viento sur proveniente de detrás de los volcanes. Por la mañana es más favorable. También son importantes los vientos “termales” de aire caliente que favorecen la subida. El despegue es a 500 metros del lago y a 2 mil metros del nivel del mar. Durante el vuelo se puede subir entre 100 y 300 metros según el día. • La seguridad de un parapente depende un 80% del piloto. Él es el responsable a la hora de tomar decisiones, de valorar cuando se puede o no se puede salir a volar, y de los conocimientos y cumplimientos de las normas básicas de seguridad que todo parapentista debe de saber. Solo el 20% de seguridad restante depende del parapente. • Se recomienda ingerir comida liviana debido a los movimientos inesperados que podrían provocar náuseas. Se sugiere ropa cómoda ya que antes del despegue y durante el aterrizaje, el pasajero/a debe correr o moverse en compañía de su piloto/a para manipular el parapente en esos momentos claves.
El técnico de sonido guatemalteco Bautista Díaz relata que sus vuelos en parapente sobre el lago le obsequiaron percepciones inesperadas. “Significó un silencio muy bien decorado”, resume cuando recuerda que la ausencia de sonidos corrientes es del 99%, junto con la fascinación que produce “descubrir ángulos que no ves desde abajo” que transformaron su vivencia del magnífico Atitlán. Para este recién llegado al mundo del parapente, la dinámica de volar es sorprendente: “La segunda vez que volé le puse más atención a la mecánica del vuelo. A sentir que de repente encontrar una corriente termal es como montar a un caballo, ¡a un unicornio!”. Observar los techos de los pueblos, las cimas, las montañas permite mirar con otros ojos aquello a lo que estamos acostumbrados, “hasta los zopilotes parecen elegantes en su vuelo”. Acerca de una perspectiva desconocida del lago agrega “se ve plano y parece de otra textura sobre la que rebota la luz”. Respecto de su experiencia volando en Sololá, asegura que la diferencia la hace el piloto. “Aquí hay gente que es instructora de instructores, de los que hacen las acrobacias más riesgosas alrededor del mundo”, comenta. Por eso, este parapentista principiante recomienda pactar con el piloto para saber si ambos están preparados física (y anímicamente) para inventar colochos en el aire, y evitar que la comida se revuelva y sobrevengan los indeseables vómitos. Pero más allá de las posibles y mínimas desavenencias, recomienda el vuelo con pilotos certificados, hábiles en manejar este elevador invisible que regala experiencias únicas para el alma.
bina, solamente tú en cercanía con tu libertad”, señalan los guatemaltecos Stephanie Zecha y Christian Behrenz, coordinadores de la agencia Real World Paragliding. El equipo de pilotos promete una experiencia diaria en la que no faltan piruetas en el aire, siempre y cuando el pasajero esté de acuerdo y permita a aquellos experimentados sur-
fear” las corrientes de aire. Los vuelos se hacen en tándem: los pasajeros vuelan siempre comandados por alguno de los pilotos que aterrizan en el país luego de giras interminables por destinos inesperados como China, Perú o Nepal. Jorge Atramiz, piloto originario de Venezuela, realza las virtudes de volar en Atitlán: “Es muy abierto para
volar aquí, los vientos son laminares, la vela flota orgánica y el lago de Atitlán se calienta y desprende energía. El viento local es predominantemente fuerte gracias al lago que geográficamente es un lugar superprivilegiado para un vuelo libre en su máxima expresión. Para volar y planear sin la necesidad de motor”. Atramiz asegura que el parapente produce una exaltación de los sentidos, con posibilidades únicas como “probar una nube y sentir la velocidad de la brisa”, y añade: “Cuando somos niños, estamos acostumbrados al suelo, a la playa; aquí se
rompe el tabú de un elemento: el aire. Luego se crea una adicción a esta adrenalina. Y en este lugar, especialmente, los volcanes son un mensaje de fuerza todos los días”.
Realworld Paragliding en Panajachel Atrévase a la aventura del parapente en Realworld Paragliding. Visítelos en el centro comercial San Rafael, local #10 en la calle Santander, Panajachel, Sololá. Obtenga más información por el 5634 5699, realworldparagliding@gmail.com y en realworldparagliding.jimdo.com.