Vida de San Francisco Solano

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VIDA DE SAN FRANCISCO SOLANO Por Fr. Emilio Carpio Ponce OFM Con ilustraciones de Fr. José Francisco de Guadalupe Mojica OFM


"Vida de San Francisco Solano" Por Fray Emilio Carpio Ponce, Ofm Ilustraciones de carátula e interiores: Fray José de Guadalupe Mojica OFM Iluminadas por Fray Fausto Dávila Ramos OFM Diseño gráfico y diagramación: Lic. Nivardo Córdova Salinas "Retrato de San Francisco Solano, post mortem", Óleo sobre lienzo, atribuido a Pedro Reinalte Coello, 1610. Provincia Franciscana de los 12 Apóstoles del Perú Derechos reservados


INTRODUCCIÓN

a. b. c. d. e. f. g. h. i. j.

1.- INICIO DE UN GENIO ESPIRITUAL: Se perfila un santo y prepara el futuro misionero. 48 Los solanos 54 Infancia. 64 Su vida. 74 Novicio. 82 En el Convento de Loreto. 91 De nuevo en Montilla. 96 En el Convento de Arrizafa. 101 En San Francisco del Monte y la peste. 112 Apóstol y prelado en San Francisco del Monte. 128 En el Convento de Zubia de Granada.

a. b. c. d. e. f. g.

2.- HACIA EL NUEVO MUNDO (1588 a 1590) Explorador aventurero 130 En viaje hacia el Nuevo Mundo. 1337 En Cartagena. 142 Tempestad y naufragio. 158 Desde Buenaventura hasta el Perú. 163 Desde Cusco a Tucumán. 185 Milagros que obró en Esteco. Custodio de la Provincia del Tucumán.

3.- EN TUCUMÁN Y LA CUSTODIA DE SAN JOSÉ. El apóstol, buen pastor y las ovejas. a. b. c. d. e. f. g. h.

195 y 196 En Talavera de Esteco y Salta 198 - 200 En San Miguel de Tucumán y en el río Hondo. 203 En Santiago del Estero. 206 En el camino hacia La Rioja 211, 217 y 222 Misión y Jueves Santo de 1593 en La Rioja 222 Finaliza su apostolado Riojano 233, 240 Retornando 249 Su trabajo en el Tucumán

4.- EL APÓSTOL DEL PERÚ.


Superior, penitente y misionero. a. b. c. d. e. f. g. h. i.

259, 262 Misionando por el Alto Perú y Cusco. 263 Fundación de Nuestra Señora de los Ángeles. 267 Vicario del Convento de la Recolección. 274 En el Callao y Lima. 282, 285 A grandes males, grandes bienes. 285 Secretario de la Provincia de los XII Apóstoles. 288, 289, 290 En el Convento de Trujillo. 303, 310 Sus ocupaciones, distracciones y espíritu. 312, 317, Presidente del Convento de Trujillo.

a. b. c. d. e. f. g. h. i. j. k. l. m.

5.- PREDICADOR, APÓSTOL Y TAUMATURGO. El nuevo profeta Jonás 322, Cimentando su apostolado limeño. 328, Los efectos del sermón. 333, Epílogo del gran sermón. 341, De nuevo en el Convento de la Recolección. 356, Apostolado en San Francisco de Jesús de Lima. 363, San Francisco Solano y La Farándula. 377, 384 Su ascetismo y último sermón. 393, En el ocaso de su vida activa. 404, Correspondencia del santo con su hermana. 408, La enfermedad postrera. 411, Testimonio de los médicos que lo atendían. 418 Abandonando lo terreno. 428 El tránsito.

a. b. c. d. e. f. g. h. i. j. k.

6.- DEL PERÚ A LA GLORIA Solano , patrono de terremotos, toreros, navegantes y ciudades. 437, La glorificación. 446, El entierro. 454, La iconografía del santo. 464, Juicios de los contemporáneos. 474, Iniciación de procesos canónicos en América. 459, Primeros patronazgos. 506, Gestiones de Fray Alonso Cueto en Roma. 515, Actuación en el Virreinato. 524, La beatificación. 539, La canonización. Bula papal de Canonización, 27 Dic. 1726, Benedicto XIII. CONCLUSIÓN


INTRODUCCIÓN

C

omo un humilde homenaje de cariño y gratitud al padre San Francisco Solano, hijo preclaro de la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú, presentamos una síntesis de los acontecimientos más importantes de la vida de este apóstol y misionero franciscano, de quien el año 2010 conmemoramos 400 años de su muerte. El año anterior 2009, los franciscanos celebramos los 800 años de la Orden Franciscana y su presencia en el mundo, doble motivo entonces para alegrarnos y alabar a Dios. En la Historia del cristianismo, a partir de la presencia de los apóstoles, se han destacado grandes misioneros y evangelizadores, como San Bonifacio, San Cirilo, San Patricio, San Francisco Javier y otros. Pero en el Nuevo Mundo, el gran pionero fue San Francisco Solano. Sobre la vida y obra de San Francisco Solano, el P. Luis Julián Plandolit OFM, ha escrito una de los libros más completos y de rigor histórico científico hasta ahora no superado. Es ésta la razón por la cual me permito extraer algunos datos que considero importantes para ilustrarnos sobre la vida de aquel misionero extraordinario. El libro que citamos es “El Apóstol de América, San Francisco Solano” (Editorial Cisneros de Madrid del año 1963). Al terminar el proemio, el padre Plandolit nos dice: “Vaya mi reconocimiento a Dios y a la Orden por haberme permitido llevar a cabo esta tarea. He podido estar en todas las regiones que recorrió el santo Solano; me han valido las experiencias e investigaciones desvelos y errores de los predecesores, que han ido abriendo camino en la maraña solanista”.


El trabajo que hoy presentamos –y que bien podría ser considerado como notas al pie de página de la monumental obra del padre Plandolit- tiene seis capítulos que comprenden el arco de la vida del santo empezando en España, su viaje al nuevo Mundo, su trabajo en Tucumán, en el Perú y su glorioso epílogo, lo que se precisa en los siguientes titulares: 1.- Inicio de un genio espiritual: se perfila un santo preparando el futuro misionero. 2.- Hacia el Nuevo Mundo, como un “conquistador” de almas o “explorador aventurero” 3.- En Tucumán y la Custodia de San José, que es su primer campo de acción donde se cristaliza el apóstol y el pastor cuidando su rebaño. 4.- El apóstol del Perú, actuando como superior, como penitente y sobre todo como inquieto misionero. 5.- Predicador, apóstol y taumaturgo, ya que como un nuevo profeta Jonás actúa movido por el Espíritu Santo anunciando las virtudes, incluso con milagros, y denunciando las malas costumbres de su tiempo. 6.- Finalmente, en el sexto capítulo “Del Perú a la gloria”, se destaca su acción diversa en el apostolado y su glorificación post mortem, que le ha merecido ser invocado como santo abogado y patrono de toreros, navegantes y ciudades en terremotos y desgracias. El procedimiento seguido en este trabajo ha sido presentar en forma breve pero detallada el periplo recorrido por nuestro santo, especialmente en Tucumán y el Perú, basándonos en la obra monumental del Padre Plandolit editada con ocasión de su nacimiento. No siempre es fácil superar la bibliografía precedente y por ello nos hemos circunscrito a seguir el esquema del P. Plandolit. Para poder recurrir, consultar, facilitar el acceso y confrontar nuestro trabajo con dicha fuente, hemos optado por conservar la numeración original. Antes del libro del padre Plandolit, se publicaron diversas biografías, pero ninguna de estas alcanzó un rigor histórico


esclarecedor. Entre estas obras podemos citar la del padre Francisco Cabré OFM y el padre Jorge Bustamante con ilustraciones del P. José Francisco de Guadalupe Mojica OFM (destacado artista del bel canto, actor de cine y pintor), las cuales hoy publicamos en este libro, y que han sido cromatizadas por otro pintor, el P. Fausto Dávila Negrón. Cabe señalar que los dibujos originales corresponden al año 1949 y fueron reaalizados por Fr. Mojica para la obra "San Francisco Solano, el Apóstol de Lima y América del Sur" del P. Bustamante con ocasión del cuarto centenario del nacimiento del santo. “Al santo Solano se le conoce más por los contornos esfumados y claroscuros del a leyenda que por los matices precisos de la historia”, escribía Plandolit en el proemio. En efecto, tuvo que consultar numerosas fuentes, desde Fray Diego de Córdova y Salinas, Fray Luis Jerónimo de Oré, bibliografías anteriores así como archivos y bibliotecas en España, Roma Argentina y Perú. Modestamente, este libro que hoy ve la luz pretende ser un texto de divulgación de la vida y obra de San Francisco Solano. Más que las motivaciones eruditas nos ha movido un afán sencillo de mostrar quien fue el santo montillano. Deseamos que los jóvenes lectores, estudiantes de los colegios puedan motivarse para ser instrumentos de promoción de los valores para el hombre desde la perspectiva franciscana: fraternidad, ecología, respeto y amor a Dios, al hombre y a la vida en general. Agradecemos profundamente las sugerencias para mejorar este servicio en ulteriores ediciones.

Fray Emilio Carpio Ponce OFM Ministro Provincial Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú Lima, Marzo de 2011



VIDA DE SAN FRANCISCO SOLANO

I.- INICIO DE UN GENIO ESPIRITUAL. Se perfila un santo y prepara el futuro misionero.

LOS SOLANOS (Nº 48) El Origen del apellido Solano corresponde a la casa nobilísima de la Sierra de Solana, en Navarra. Luego bajaron de Navarra a Extremadura por Toledo, Jaén, Osuna y Montilla, donde nació Francisco Solano el año 1549. N° 48. Mateo Sánchez Solano, hijo de Francisco Sánchez Solano en el mes de noviembre se casó con Ana Ximénez, la Hidalga. Esta Ana, su esposa, era hija legítima de Gonzalo Ximénez Hidalgo, familia medianamente acomodada. Mateo era un trabajador incansable y pudo levantar una casa grande con todas las comodidades que exigía la época. Nacen de este hogar entre 1539 y 1545 dos hijos: Diego e Inés y en 1549 nace el menor Francisco Solano. La familia, gracias al trabajo constante, logró los bienes que le ofreció la sociedad de su tiempo, rango y honores. Su padre Don Mateo murió el 24 de diciembre de 1579, su madre Ana sobrevivirá, ciega y anciana a la partida de Fr. Francisco para América pero resignada a la voluntad de Dios. INFANCIA (N° 54) A Francisco, hijo de Mateo Sánchez Solano y de Ana Ximénez, lo bautizó el capellán Hernando Alonso el domingo 10 de marzo de 1549. Fueron sus padrinos: Marcos García Panadero y Gonzalo Ximénez Marqueda; y las madrinas: Leonor López y María Sánchez, mujeres de los dichos Marcos García y Gonzalo Ximénez. De su infancia la tradición se recuerdan las limosnas y las enseñanzas con que favorecía a mucha gente del barrio, de sus visitas a la Iglesia de San José y otros acontecimientos. Juan Luis Lucerna, su condiscípulo (N°56), nos dice que Francisco Solano, siendo de unos 13 años y estudiante en el colegio de los Padres Jesuitas, “era virtuoso, honesto y de buena vida, ajeno al mal, bien compuesto en sus palabras y en su conversación”. Juan Pérez Cabello N° (56) nos narra todo lo que han repetido los historiadores: refieren que frente a la pelea de dos hombres a espada,



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Francisco -de doce a trece años- les pide que por amor a Dios no peleen y que se vayan en paz. Todos los testigos de la época recuerdan a Francisco como un adolescente virtuoso, de buenos modales, siempre invocando a vivir en paz, joven de piedad sincera, cordial y generoso. SU VIDA (N° 64) Hay indicios que sus padres tendrían el deseo de que su hijo Francisco estudiara medicina para seguir la tradición familiar. De Montilla lo mandaron a Córdoba para que termine su formación en el colegio de la Compañía de Jesús. Los compañeros de Francisco, se expresan así: “Con frecuencia iba al templo a rezar al Santísimo Sacramento y tenían la opinión que era de vida virtuosa y de costumbres ejemplares y es allí donde decide entrar al convento de los frailes franciscanos por la vida ejemplar de amor y de caridad que tenían con los más necesitados” (1567-68). Por haber sido criado en medio de la naturaleza, estas vivencias y estos sentimientos de ternura los guardó toda su vida. La historia lo recuerda como un hombre de naturaleza activa, dado al trabajo, a Dios y ayudando a las almas con el testimonio de su vida austera y sacrificada. Dado a la contemplación sumamente afectiva. Es por ello que andaba siempre contento, tal es así que cualquier palo o cuerda que encontraba le servía de instrumento, con ellos hacia música y cantaba alabanzas al Señor. DE NOVICIO EN MONTILLA (N°.74-75) En general la vida de los conventos franciscanos es de austeridad, de penitencia y de gran recogimiento y se vive del trabajo y de la limosna. El verdadero franciscano siempre será mendicante como lo quiso el P. San Francisco de Asís. El joven Solano, buscó el convento donde se ejercitara mejor la observancia, la humildad, la fraternidad, la oración y la contemplación, y allí pidió ser admitido y formar parte de ella. Fue el P. Antonio Alicante quien ayudó a vestir el hábito a Fr. Solano por el mes de abril de 1569 (en Montilla). Su Maestro de formación fue el P. Pedro de Ojeda. Él nos dice que era virtuoso, humilde y observante de la Santa Regla, recogido y penitente. Su alimentación era frugal, se alimentaba de legumbres y frutas. En los estudios era aplicado y muy responsable. EN EL CONVENTO DE LORETO (N° 82) En este lugar, Loreto, desde 1384 se veneraba en una ermita una



pequeña imagen de Nuestra Señora llamada de Valverde. Con el andar del tiempo, los dueños de la hacienda vecina en el año de 1525 fundaron un convento franciscano para honrar a la Virgen y desde entonces este lugar será conocido como Nuestra Señora de Loreto. En el año de 1555 allí se estableció la Escuela de Filosofía para los estudiantes franciscanos y posteriormente esta casa pasó a ser Casa de Recolección o Recoleta. En el año de 1572 a este convento mandaron a Fr. Francisco a estudiar Filosofía y Teología. Coincidentemente por este tiempo al padre de Francisco eligen por segunda vez Alcalde de Montilla. Es en este año que Fr. Francisco pide ir a estudiar a Loreto para evitar la cercanía con su padre. En ese entonces muchos religiosos de las distintas órdenes se inscribían para venir a América y Fr. Francisco dio su nombre en agosto de 1572. Sus superiores, por varias razones, no se lo permitieron, en cambio sí se lo permitieron a Fr. Luis Bolaños que ya era ordenado sacerdote. Con mucha resignación continuó sus estudios hasta llegar al sacerdocio y se dedicó a la predicación, al apostolado y la confesión. En el firmamento de la Provincia de Andalucía brillaban un gran número de misioneros que se volcaban a América y Filipinas como lugares de evangelización. En Andalucía florecían los centros de estudios y los grandes maestros. A Fr. Francisco le cupo la suerte de formarse en este excelente ambiente junto agrandes personalidades como Carbajal, Hermosilla y De la Cueva, que encarnaron los métodos científicos y didácticos que se prestaban para el raciocinio y la inteligencia de los sabios, y Bermudo los llevó al estudio del arte y de la música que sería de tanto benéfico para el apostolado del P. Solano. Según Francisco de la Cruz, el P. Francisco Solano cantó su Primera Misa el día de Nuestro Padre San Francisco de Asís, probablemente el año de 1576, a la cual asistió su padre. En aquel mismo lugar fue nombrado vicario de coro. La historia narra que para desempeñar el cargo con mucha responsabilidad, buscó la celda más pequeña y cercana al coro y allí vivió, luego fue nombrado predicador de Sevilla, oficio que realizó con gran provecho para los oyentes. La experiencia de la prédica y la solidez en los estudios le permitieron la aprobación en la Teología Moral para ser nombrado confesor. Durante estos tiempos, los testimonios de su vida que son abundantes- afirman conocerlo como estudioso de vida sincera y ordenada, distinguido en la oración y en la humildad. El 24 de diciembre del 1579, es informado de la muerte de su padre y con la respectiva licencia de sus superiores, el P. Solano va a Montilla donde aprovechó también para visitar a su madre ya anciana y ciega, a la



cual respetaba y amaba, y de este modo se alejará de Loreto. DE NUEVO EN MONTILLA (N° 91 - 92) La estadía en Montilla se prolongo todo el año de 1580. El Capítulo Provincial Celebrado en Baeza en mayo de 1581 la da la obediencia para trasladarse a Arrizafa, con el cargo de Maestro de Novicios. En España se había desatado una gran peste (desde el 1579 al 1581), por la cual murió muchísima gente. Los frailes franciscanos pedían limosna por toda la villa para ayudar a los necesitados y para ellos mismos; el P. Solano hizo lo propio. En el trajín de pedir limosna al P. Solano le presentaron un niño enfermo con muchas llagas y muy hinchado, la desesperada madre con mucha fe pidió a Fr. Solano rece y le imponga el Evangelio. Al verlo tan lleno de llagas, oró a Dios y le lamió las llagas y es voz que al día siguiente se secaron las llagas de niño y quedó curado. En todos aquellos lugares los lugareños le presentaban sus enfermos para que los cure; por su parte el P. Solano llevaba una vida de completa observancia, acompañada de penitencias y austeridad. EN EL CONVENTO DE ARRIZAFA (N° 96) En el capítulo celebrado en Sevilla el 24 de mayo de 1573, el convento de Arrizafa fue elevado a guardianía. San Diego de Alcalá fue morador de este convento y aún se conservan el “retiro” para orar y los naranjos plantados por él. También en este convento se guardaba una imagen del santo en memoria de que allí había tomado el hábito. Los frailes salían a pedir limosna. La gente les daba lo que buenamente podía para el sustento frugal de los hermanos y para poder ayudar a los más necesitados. En este convento el P. Solano incrementó su vida de penitencia, pues los alimentos consistían en yerbas cocidas y algunas frutas; se dedico a la oración y de rodillas permanecía horas junto al Santísimo. Por ser Maestro de Novicios y Coristas, por las faltas cometidas por sus jóvenes novicios y estudiantes, el P. Solano hacía penitencia atribuyéndose las faltas ajenas. Y al ver tantos enfermos los atendía en el convento y salía a visitarlos para cuidarlos personalmente. EN SAN FRANCISCO DEL MONTE Y LA PESTE (N° 101) Celebrado el Capítulo Provincial el 19 de febrero de 1583, se llevó a cabo la división de la Provincia Seráfica de Andalucía. Ésta quedó dividida en dos: la Provincia de Granada y la Provincia de Sevilla o la


Bética. El convento de Arrizafa, donde estaba el P. Francisco Solano, pasó a ser parte de la Provincia de Granada. Inmediatamente el P. Solano fue elegido Vicario y Maestro de Novicios en el convento en San Francisco de Monte. En 1583 en Montora se produjo otra gran peste bubónica, todo se infestó y moría muchísima gente. El P. Solano consagró su vida a la atención de los enfermos, los trastraba con mucha caridad, los consolaba uno por uno en su lecho de dolor, les procuraba los medicamentos y personalmente ayuda a curarlos. Aquí el sacerdote compañero y amigo fue infectado y murió. Estos acontecimientos fortalecieron su fe y aumentó el compromiso de atender a los enfermos, los lavaba, curaba sus heridas y ayudaba a enterrar a los fallecidos. El P. Solano finalmente también fue contagiado por la terrible peste; con mucha humildad la recibió y al correr la noticia de este hecho el pueblo se llenó de profunda tristeza. Pero Dios misericordioso lo necesitaba para otros menesteres y muy pronto se curó, y convaleciente regresó a seguir atendiendo a los enfermos más graves. Una vez que pasó el mal el P. Solano regresó al convento de San Francisco del Monte y el pueblo al verlo sano se alegró muchísimo. La característica de este convento es que goza de soledad y lejanía de las ciudades, muy aparente para la oración y sobre todo la contemplación. Está ubicado en medio de una bella montaña. La vida de los religiosos es muy austera, los alimento diarios son frugales a base de pan y agua y alguna fruta. Es a este convento donde es enviado el P. Solano, con el cargo de Maestro de Novicios, predicador y vicario. Aquí permaneció cuatro años (1583 a 1587). La división de la Provincia trajo, como es natural, muchos y graves problemas, que con santa humildad se fueron solucionando. El último año el P. Solano fue nombrado Guardián. APÓSTOL Y PRELADO EN SAN FRANCISCO DEL MONTE ( N° 112, 117) El P. Francisco Solano, siendo guardián del convento de San Francisco del Monte, salía a predicar a todos los pueblos de la localidad y lo hacía con mucho espíritu de humildad, devoción y gran edificación de los oyentes. Las palabras de su prédica las saca de su diaria oración y contemplación que realiza en un rincón del coro diariamente. Las predicas las intensifica en los tiempos de cuaresma y lo que más enseñaba era la doctrina cristiana. Para fortalecer sus prédicas no sólo hacia las penitencias ordinarias, sino que desnudo se tiraba a los espinos imitando al Padre San Francisco.


En el Capítulo Provincial de la Provincia de Granada (celebrado a partir del 14 de julio de 1586) el P. Francisco Solano fue nombrado Guardián del Convento de San Francisco del Monte, cargo que aceptó más por obediencia que por agrado. Allí se distinguió por su amor a la observancia, sobre todo en la pobreza y sus prédicas eran más fervorosas para beneficio de las almas que lo escuchaban. Siendo guardián en el coro cantaba y danzaba lleno de fervor para alabar al Señor y a sus hermanos religiosos y, sin sentirse menos, realizaba los oficios domésticos de la casa. Por encontrarse un tanto enfermo y en actitud de humildad, renunció al oficio de Guardián. Los cronistas de la época coinciden en decir: “No se ha visto religiosos de tan profunda humildad como la del P. Solano y de tanta mansedumbre, paz, quietud, grande caridad para con los pobres y celo por las almas”. También se narra que se sintió confuso cuando le rogaron ir a enterrar a un niño; al ver la tristeza de la madre, oró a Dios le devolviera la vida y el niño resucitó y se lo entregó a su madre. Es esta la razón por la cual le comenzaron a llamar “El santo” y la gente lo seguía por donde iba. Esto le obligó a renunciar al cargo. EN EL CONVENTO DE ZUBIA DE GRANADA (N° 128) Este era un convento bastante espacioso y servía como casa de convalecencia. El P. Francisco después de entregar la guardianía de San Francisco del Monte a mediados de 1587, se despidió de los fieles de Adamuz que lo ayudaron en sus días de enfermedad y se fue a morar al convento de Zubia de Granada. En este convento ejercitó la caridad con el prójimo y se dedicó a atender a los enfermos. Con frecuencia iba al hospital de San Juan de Dios de Granada, los consolaba, atendía, predicaba y confesaba. De allí iba a predicar y consolar a los presos de la cárcel. En este convento pudo conseguir sus propósitos de ir a la evangelización de los infieles en tierras lejanas y desconocidas, y con la bendición de Dios merecer el martirio. La ocasión se la proporcionó el Comisario P. Baltasar Navarro, quien había conseguido licencia de Felipe II desde el Escorial el 17 de noviembre de 1587 para que pudiera llevar a doce religiosos a América: Perú, Tucumán y Paraguay. Fray Francisco Solano con la licencia de sus superiores de su Provincia se inscribió para entregar su vida como franciscano en estas tierras del Nuevo Mundo.


2.- HACIA EL NUEVO MUNDO (1588 a 1590) El explorador aventurero.“Deja tu tierra y tu parentela y ve al lugar que yo te mostraré”. Gn. 12,1.

EN VIAJE HACIA EL NUEVO MUNDO (N° 130) El 8 de noviembre de 1588 al terminar de incorporarse a la expedición misionera, salió el P. Solano del convento de Zubia y vino a Montilla a despedirse de los suyos. Allí se dijo de él: “Partió de Montilla para ir a las Indias”. Las personas notables, su madre y los superiores le rogaban que no viajara a las Indias, pero él siguió firme en su propósito. De Montilla vino a Sevilla para embarcarse. Estando en Sevilla, mientras llegaba la embarcación, daba pláticas a los novicios y se dio tiempo para visitar Nuestra Señora de Loreto y despedirse de sus habitantes. En esta expedición de Diego de Rivera, comandada por Don García Hurtado de Mendoza y Manrique, IV Marques de Cañete, y nombrado como VIII Virrey del Perú, venían los siguientes misioneros al Nuevo Mundo: - El P. Comisario General, Fr. Antonio de Ortiz con tres religiosos; - El P. Baltasar Navarro y 123 más al Tucumán; - El P: Miguel de Tamara con otros 13 franciscanos al Nuevo Reino de Granada, y - El P. Nicolás de Baryas con 11 franciscanos, a Costa Rica, Nicaragua y Honduras. - Dominicos: Fernando de Porras con 16 frailes al Nuevo Reino de Granada. - Agustinos: Fr. Gabriel de Saona y seis religiosos. El Virrey, resumiendo el viaje en carta que dirige al Rey, se expresa así: “La flota de tierra firme partió de la Bahía de Cádiz a los 13 de marzo, no tocó Canarias por saber la existencia de terribles corsarios. Vinieron a tomar agua en la Dominica y en Cartagena descansó, quedándose 15 días allí. En la embarcación fueron invadidos por una plaga de piojos. El P. Solano fuese al fogón junto a los negros y al grumete y les enseñaba la doctrina cristiana, cantos y coplas piadosas. Además durante el viaje aconsejaba a los viajeros y les pedía amar a Dios. EN CARTAGENA (n°-137) Llegados a Cartagena el 7 de mayo, zarparon el 22 de mayo y los frailes se quedaron cuidando a los enfermos. El 16 de junio partieron de Cartagena para el puerto de Nombre de Dios y de allí a Panamá.



El Convento de Panamá se llamaba Nuestra Señora de la Concepción. El año 1552 se bendijo el convento de San Francisco de la ciudad de Panamá. El Convento se llenó de los religiosos y a los que iban llegando los acomodaban en casas particulares. El P. Solano rogó lo dejaran en el convento y acomodándose bajo una escalera, gran parte del tiempo pasaba en el coro haciendo oración. En este convento mientras descansaban se desempeñó como portero, atendía a la gente y la confesaba. De Panamá se embarcaron el 9 de septiembre y llegaron a Paita el 13 de octubre. TEMPESTAD Y NAUFRAGIO (N°-142) A dos leguas de Panamá se produjo una terrible tempestad, la embarcación parecía zozobrar y los barcos se rompían por los fuertes vientos y oleajes; en medio de la aflicción el P. Solano con una Cruz en la mano, les pedía calma y acercamiento a Dios. Bautizo a varios negros, confesó a muchos españoles y todos imploraron la misericordia de Dios. La tempestad fue muy grande y el barco se partió en dos. Una parte se hundió, algunos se ahogaron incluso frailes. El P. Solano no cesaba de animarlos, a medida que se calmaba de a pocos iban saliendo a tierra firme; el P. Solano no salía por acompañar hasta que saliera el último. Después de la terrible tormenta que partió a la nave, perdieron todas las cosas. Ya en tierra no tenían nada que comer, se vieron obligados a comer hierbas y raíces, buscaron refugio y encontraron unas chozas abandonadas donde se cobijaron. Buscaban alimentos, encontraron algunas frutas, pero quienes se atrevieron a comerlas en menos de 24 horas murieron porque eran venenosas; entonces se dedicaron a comer el cogollo de las plantas, el P. Solano los bendecía y rogaba que las sintieran como si fueran pan. En la pequeña barca que quedó, unos cuantos tuvieron que regresar a Panamá a buscar auxilio y los demás a buscar alimento; el P. Solano y los otros frailes les animaban a seguir buscando algo que les alimentara. El Santo se las pasaba en vela orando y en actos de penitencia. Después de haber estado en situación tan calamitosa, pudieron celebrar la Navidad sin nada, tan sólo alabando y rogando al Niño Dios su auxilio, fue grande su alegría al divisar que venía un bergantín que les traía alimento y la noticia que ya venía un barco grande para seguir el camino. Dos frailes murieron en Panamá y uno ahogado.



DESDE BUENAVENTURA HASTA EL PERÚ (N° 158) Llegaron a Paita en el navío prestado de Panamá, el trayecto debió ser Paita-Huacachira-Piura y de Piura a Trujillo, y de Trujillo a Santa. El P. Francisco Solano llegó a Piura muy pálido y enfermo, por lo cual no pudo viajar de inmediato a Lima; se quedó allí y aprovechó el tiempo para predicar y atender a la gente por ser Semana Santa. En la mañana de la Resurrección, el P. Solano acompañaba la procesión y entrando en arrobamiento empezó a bailar y a sonar las palmas y castañetas diciendo: “Este día es de gran alegría, alegrémonos hermanos, por vida mía”. Estando en franca mejoría se vino a Lima, al convento de San Francisco, para reparar fuerzas y reponerse para tan largo viaje. Repuesto ya con la bendición y obediencia de los superiores, sale de Lima -capital del Virreinato del Perú- con destino al Tucumán. De Lima al Cusco había dos caminos: el de la costa y el de la sierra. Tomaron el de la sierra siguiendo por Jauja el camino de los Inkas. Lima-Jauja son 40 leguas. El valle de Jauja son 9 leguas de largo por una de ancho, en donde los franciscanos ya tenían casa en 1588. En medio del valle hay 7 pueblos que adoctrinan en la banda del río: Apata, Matahuasi, San Jerónimo y Concepción, que es guardianía. En la otra banda del río está el pueblo de Mito que es guardianía con los pueblos de Cincos y Horcotuna. El P. Solano aprovechó para predicar a los indios. De Jauja partió hacia Guamanga (Ayacucho), en un trayecto de 40 leguas donde no hay pueblos sino tambos. En el convento de Guamanga pudieron descansar y reponer fuerzas antes de seguir el camino hacia Tucumán. “Después que llegó a este reino el P. Solano, fue enviado a la Provincia del Tucumán”. Este es el testimonio del P. Francisco de Mendoza fraile del convento de San Francisco de Lima donde se hospedó. De Guamanga paso a Cusco, recorriendo otras 80 leguas. Durante el trayecto observó ciudades e indios muy poderosos. DESDE CUSCO A TUCUMÁN (N°-163) (*) Al llegar al Cusco se hospedó en el convento de San Francisco para descansar, luego en el convento de La Recoleta para predicar a los hermanos novicios, a los profesos y al pueblo en general. Los religiosos vieron en el P. Solano la nobleza de espíritu y de santidad. En la ciudad del Cusco se quedo el tiempo suficiente para reponer las fuerzas del cuerpo y del alma. Hasta el día de hoy, tanto en el convento de San Francisco como en el de La Recoleta, se respira la espiritualidad que dejó el Santo. Los religiosos y el pueblo quedaron edificados con el


perfume de santidad de vida que llevaba. De Cusco siguió camino hacia el Tucumán, vía Pucará-Puno, pasando por muchos pueblos hasta Copacabana, donde descansó para estar junto a Nuestra Señora de la Purificación. De la Paz siguió camino a Potosí, donde predicó con mucha unción y su testimonio fue el de un religioso piadoso y ejemplar. Después de dos largos años (noviembre de 1588 que salió del convento de Zubia para incorporarse a la misión hasta noviembre de 1590) llega al destino final (1). La mayor dificultad para todo buen misionero es el idioma, si no habla el idioma de los naturales no puede haber fruto. Se afirma que el P. Solano a los 6 meses de estar con los nativos podía entender y hablar el nuevo idioma, por esta razón mediante sus prédicas convertía y bautizaba a muchos de los naturales y porque tenía mucha caridad con ellos. Andaba los caminos de aquellas regiones a pie y descalzo. MILAGROS QUE OBRÓ EN ESTECO ( N°185) En la región del Chaco, se sufría mucho por la carencia de agua, por lo que frecuentemente se realizaban reclamos a la autoridad por parte de los naturales. El P. Solano, al enterarse de esta realidad, habló con los naturales y en la tierra más seca donde jamás había agua con actitud humilde y orando a Dios con un bastón golpeó la tierra e instó a la gente que orara y les dio a entender que sólo Dios puede dar el agua y al instante brotó agua abundante. Mientras el santo visitaba los caseríos, un buen día apareció un toro muy bravo escapado de un ruedo, y embestía a la gente y nadie podía dominarlo. Por fortuna apareció el P. Solano y ante su presencia el toro se

(1) Respecto a los motivos que tuvo para ir a Tucumán, en el interrogatorio preparado por el P. Miguel Roca, para el primer proceso limeño, presentado el 23 de agosto del 1610, entre otras figuran las siguientes preguntas: “5ta, si saben que el P. Francisco Solano, por el gran celo que tenia de convertir almas a Dios y ocupase en la predicación del Santo Evangelio en estas tierras del Perú se ofreció a sus prelados a pasar a estos reinos con los demás religiosos en compañía del Comisario Fr. Baltasar Navarro en la flota que vino el señor Marques de Cañete que habría veintiún años que vino a esta parte”. “6ta. Si saben que después de haber llegado a estos reinos el P. Francisco Solano por la obediencia de sus prelados fue invitado a las provincias del Tucumán por visitador y prelado de ellas”. El P. Solano, predico, confeso aconsejaba y alentaba a la oración a la penitencia a amar de Dios y al prójimo, atendía a los más pobres, a los enfermos y realizo muchos milagros: curo a los enfermos con la peste bubónica con su propia lengua, rogo a Dios para resucitar al niño muerto, etc. Era tal su virtud y santidad para con el prójimo, para con la naturaleza, las aves venían a él. Hizo mucho milagros en este custodia el poco tiempo que vivió en ella, porque después se fue a la Provincia de los XII Apóstoles a la comunidad de Lima y aquí floreció en muchos milagros”. Desde el Estero a la ciudad de Lima hay 600 leguas y todo lo hizo a pie. En Santiago del Estero les dejo una cuerda de su violín que les hace muchos milagros, sobre todo a las señoras para tener buen parto. Al morir el Santo en Lima, realizo muchos milagros en estos lugares de su gran misión.



aquietó y volvió la paz. Por estas razones la gente lo seguía para pedirle bendiciones. El prodigio de calmar a un toro ha motivado que se le considere como "patrono de los toreros". CUSTODIO DE LA PROVINCIA DE TUCUMÁN (N° 189) El Comisario General de todas las Provincias del Perú, P. Antonio Ortiz, declara que mientras el P. Solano estaba en la Provincia del Tucumán, en la ciudad de Jauja se celebró el capitulo Provincial y a Fr. Francisco Solano se le nombra Custodio de la Provincia del Tucumán (1592). Este mismo Comisario le envió el nombramiento, el cual lo rehusó y renuncio. Fue aceptada su renuncia, pero desempeñó el cargo por menos de un año. Aceptada la renuncia, se le mandó que viniera a Lima y fuese prelado del nuevo convento de La Recolección (Recoleta) de Santa María de los Ángeles.


3.- EN TUCUMÁN Y LA CUSTODIA DE SAN JOSÉ. El apóstol buen pastor y las ovejas. EN TALAVERA DE ESTECO (N° 195) Y SALTA (N°196) El P. Castilla atestigua que el P. Solano, como Custodio, visitó el convento de Esteco y vivió allí cuatro meses. Allí se dedicó a la oración, la contemplación, la disciplina y la penitencia hasta el extremo de enflaquecer y quedar muy debilitado. Adquirió muchas enfermedades, la más grave fue la del estómago: él mismo pedía un vaso de vino para aplacar el dolor. El P. Bartolomé Muñoz, declara que el P. Solano, siendo aun Custodio del Tucumán, en una solemne procesión de la Virgen María, inflamado por el amor a Dios y su santa Madre, se puso a cantar y a danzar como lo hizo el Rey David (el P. Solano había estudiado música y canto y tocaba muy bien la guitarra y el violín). EN SAN MIGUEL DE TUCUMÁN Y RÍO HONDO (N° 198, 200) El P. Vildosola narra que allí se celebraban unas fiestas y había una lidia de toros. Se escapó uno muy bravo que en la plaza mató indios y caballos. El P. Solano venia por la calle por donde corría el toro, ante el temor de todos el P. Solano imploró a Dios, le mostró el cordón, el toro se calmó y se acercó a oler el cordón. En este lugar los indios le tenían gran fe al P. Solano porque los trataba con mucha caridad. EN SANTIAGO DEL ESTERO (N° 203) Se tenía que cruzar el río pero estaba en crecida y no se podía pasar. No había que comer y los mosquitos molestan demasiado. El P. Solano se puso a pescar y sacó tal cantidad de peces que alcanzó para todos y al día siguiente pudieron fácilmente pasar. A Santiago del Estero habían llegado los franciscanos el año de 1566 venidos del Perú. Estos lugares, por lo fresco de la conquista y por tanta ambición, estaban llenos de odio y muertos. Aún se notaba los resentimientos. El P. Solano, a fuerza de oración y penitencias, daba consejos buscando la paz y logró calmar a la gente y por eso allí aún palpita su presencia. En Santiago del Estero, el P. Solano mandó edificar una Iglesia y también contribuyó a la construcción del segundo convento. EN EL CAMINO HACIA LA RIOJA (N° 206) De Santiago se marchó a San Miguel atravesando todo el Valle de Catamarca y de allí a la Nueva Rioja. En estos lugares se padecía por las


Este dibujo de Fr. Jos茅 de Guadalupe Mojica se inspira en uno de los prodigios del santo montillano: apaciguar a un toro de lidia. Con justa raz贸n ha sido declarado santo patrono de los toreros.


plagas de langostas que se comían las plantas, sobre todo el trigo. Buscaron al P. Solano para que bendiga los campos y alejara a estos animalitos dañinos. El P. Solano aprovecho para predicar a los indios y al pueblo en general y por estar en medio de ellos a los 5 meses aprendió la lengua de los indios. Allí acrecentó la práctica de la oración, la penitencia, la paciencia y la caridad. En la Navidad reunió a todo el pueblo y con ellos cantaba con mucha alegría al Divino Niño Jesús y a todos se les llenaba el corazón de mucha felicidad al ver así al P. Solano. MISIÓN Y JUEVES SANTO EN LA RIOJA (N° 211, 217, 222) En estos lugares de misión el P. Solano en la Semana Santa de 1593 les predicó con mucho fervor y corrigió a los que estaban en falta, fue severo con los que engañaban y maltrataban a los indios. Al P. Solano se le conoce también como “El gran defensor de los indios”. El P. Solano, llevado por el celo de las almas, les predicaba con mucha paciencia hasta lograr la conversión de muchos indios y luego se iba caminando de pueblo en pueblo con su violín, llevando siempre en alto el santo Crucifijo como varón apostólico. Había una especie de rebelión de los indios contra sus patrones y amenazaban dar una fuerte emboscada. El P. Solano salió al frente, les predicó con mucho fervor a toda esa gente que estaba embravecida, no se sabe en qué lengua les habló, pero españoles e indios atendieron con mucha devoción a este bienaventurado taumaturgo. Los indios depusieron sus armas y sus justas furias, se acercaban al santo a pedir perdón y muchos se bautizaban. FINALIZA SU APOSTOLADO RIOJANO (N° 222) Su cuerpo estaba muy debilitado por los ayunos, las penitencias y los largos viajes, muchas veces enfermó muy gravemente y fue obligado a guardar cama. A pesar de encontrarse en esa situación la gente lo buscaba para confesarse y pedirle consejo. Allí se produjo una gran sequia, a tal punto que se morían los animales y las plantas. El santo entró en profunda oración, golpeó la tierra reseca y brotó agua abundante que hasta el día de hoy sigue corriendo. RETORNANDO (N° 233) El agua desapareció y el pueblo acudió al P. Solano, quien se conmovió e implorando a Dios les indicó que fueran a lo más alto del cerro Pelado donde había una piedra de color blanco, ordenando que la


levantaran. La gente obedeció y al levantar la piedra brotó el agua. De Córdoba paso a Santiago y luego a San Miguel para tomar el camino a Salta. Al caminar por esos lugares desérticos, naturalmente a todos los abrasaba la sed y no encontraban una sola gota de agua. El P. Solano, compungido, oro a Dios y les pidió que cavaran un hoyo y al rato brotó agua y todos pudieron calmar su sed. De aquí siguió todo el camino a pie. ¿En qué año salió del Tucumán? Al llegar a Lima el P. Solano es nombrado el primer prelado de La Recolección. Los documentos referidos al Capítulo Provincial de los Doce Apóstoles del 15 de agosto de 1598 nos indican que el P. Solano fue súbdito allí y en Capítulo siguiente de agosto de 1601- fue elegido secretario Provincial. Este cargo lo desempeñó por tiempo muy breve y pidió ser enviado a Trujillo; allí permaneció por espacio de 2 años. En el capitulo Provincial del 16 de octubre de 1604 fue trasladado a Lima. OBRA DE S. FRANCISCO SOLANO EN EL TUCUMÁN (N° 249) El magnífico escritor P. Samuel Eijan en su obra: “Franciscanismo americano” dice: “El admirable San Francisco Solano fue para los Indios occidentales lo que San Francisco Javier para los orientales”. Es importante decir también que aparecieron ciertos escritores mal intencionados, queriendo opacar o restar los grandes meritos del apostolado de San Francisco Solano. Los muchos testimonios de los escritores serios así como de los Padres Jesuitas que también trabajaron por aquellas regiones, entre otras cosas dicen: “Sigan el ejemplo vivo del P. Solano, que recorrió el Tucumán entero y gran parte del Chaco, donde convirtió gran número de infieles”. Y el elogio de Lozano dice: “Mas dichoso que Buenos aires y Paraguay fue el Tucumán. Apenas empezaron a establecerse los españoles se envió misioneros del Perú y no pasado mucho tiempo llegó San Francisco Solano con buena comitiva de religiosos de su Orden y predicó por el Chaco. Sembró por todas partes la semilla de la palabra de Dios no poniendo límites a su celo apostólico y Dios le concedió el don de hacer milagros colmándolo de virtudes. Luego fue llamado por sus superiores al Perú”. Estando ya en Lima el P. Solano, los religiosos y vecinos del Tucumán con ruegos pedían al Comisario, general Fr. Antonio Ortiz, enviase otra vez al P. Solano a las provincias del Tucumán. El pedido fue considerado, pero estaba más frágil la salud del P. Solano y ésta fue la causa de que no pudiera regresar.


4.- EL APÓSTOL DEL PERÚ Superior, penitente y misionero. MISIONANDO POR EL ALTO PERÚ Y CUSCO(N°259, 262) Pasó por Potosí, Cochabamba, Chuquiabo (La Paz) y Zepita en la provincia de Chucuyto. El autor del extraordinario libro “El Apóstol de América” en la pág. 215 dice: “No es aventurado decir que el santo se hallaría en Copacabana, celebrando la fiesta del 2 de febrero de 1595, famosa desde el 2 de febrero de 1582 en que se asentó la imagen de la Candelaria de los Yupanquis en su santuario. Es probable que algunas jornadas de camino le acompañó el P. Luis de Bolaños, ya que para agosto de 1595 se le encuentra en Paraguay. Es seguro que el P. Solano en su camino de regreso a Lima empleó el mismo tiempo que en la ida, pues le era conocido y más fácil de andar y todo el camino hizo a pie, llegó otra vez a Cusco; solamente cuando se encontraba muy agotado lo hacía en alguna cabalgadura. FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES (N° 263) Fray Antonio Ortiz, de la regular observancia Comisario General de las Provincias y Custodias del Perú, fundó el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, previa licencia del Virrey, del Señor Arzobispo y del Cabildo el 10 de mayo de 1595. Entonces se buscó al P. Solano para que con su presencia se consolide este anhelo de recogimiento y vida espiritual. Esto obligó a que, por obediencia, el P. Solano venga desde el Tucumán a dar vida a esta casa de observancia, siendo nombrado como Guardián de la misma. El P. Solano, con mucha humildad y con lágrimas en los ojos, obligó al Comisario a aceptar su renuncia. VICARIO DE LA RECOLECCIÓN (N°267) Cuando estuvieron listas las pequeñas celdas, en cuya edificación puso empeño el hermano Fr. Corso, comenzaron a habitarlas los primeros religiosos y el P. Solano actuó como Vicario y no como Guardián. El tiempo que el santo moró en esta casa lo dedicó a la oración, contemplación, penitencia, a cantar y danzar delante de la Virgen María, con gran testimonio de obediencia y humildad.



EN EL CALLAO Y LIMA (N° 274) El X Capítulo Provincial fue presidido por el Comisario General Fr. Juan de Montemayor y salió elegido como Ministro Provincial de la Provincia de los Doce Apóstoles del Perú el P. Diego de Pineda y Guardián de la Obediencia de Lima el P. Francisco de Otalora y de la Recolección de Nuestra Señora de los Ángeles. El P. Solano, entre tanto, pasó a ser morador en el Convento San Diego del Callao. Por estar enfermo venía con alguna frecuencia a curarse a San Francisco de Lima y para evitar las idas y venidas se determinó que el P. Solano regrese al convento de la Recolección. El P. Solano se puso a atender a los enfermos con mucha caridad y se dedico a la oración y penitencia. A la muerte del Guardián, se trato de nombrar en este cargo al P. Solano; él por amor a Dios pidió que no podía aceptar tal cargo. SIGLO XVII: A GRANDES MALES, GRANDES BIENES (N°282) En estos tiempos se vio crecer la abundancia de riquezas y también se multiplicaron las diversiones, el libertinaje, las rivalidades y las ambiciones, etc. Lima se vio embellecida como nunca con tantos santos: Santo Toribio, Santa Rosa, San Martín de Porres, el Beato Fr. Juan Masías, la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo y otros tantos religiosos y por la Familia Franciscana y la querida Provincia de los Doce Apóstoles, San Francisco Solano. Con el florecimiento de nuestros santos se pudo alejar el mal de Lima; florecieron también los monasterios con muchas vocaciones religiosas y también en nuestra Orden. San Francisco de Lima llegó a tener hasta 200 religiosos. Santo Toribio de Mogrovejo, para mejorar el régimen de la Pastoral, celebró del 11 al 18 de abril del 1601 el Quinto Concilio Limense. El Lima, ciudad de contrastes, donde las fortunas económicas andaban sueltas, de no menor libertad gozaban las obras de misericordia y florecimiento de la caridad con el establecimiento de: la Casa de los Huérfanos, fundada por el Padre Fray Luis de Ojeda; la Casa de las Arrepentidas, fundada por doña María Esquivel; el Hospital para Clérigos (San Pedro), para los reos la Hermandad de la Caridad; para las mujeres abandonadas el Hospital de las Divorciadas; para los pobres el Hospital de Jesús Nazareno; a las doncellas desvalidas no había cofradía que no las protegiese. Para los españoles, el Hospital de San Andrés y San Juan de Dios; para los naturales, el Hospital de Santa Ana y del Carmen; para negros y mulatos, San Bartolomé; para marineros, el Espíritu Santo; para mujeres, la


Caridad y San Pedro de Alcántara; para leprosos, San Lázaro; para expósitos, nuestra Señora de Atocha. Bajo la presidencia del Padre Fray Juan de Montemayor, la Provincia de los Doce Apóstoles celebró capítulo provincial el 15 de agosto del 1601, saliendo elegido el p. Francisco de Otalora y el padre Francisco Solano guardián del convento de La Recolección, el padre Diego de Pineda y Fray Francisco Solano fue retirado de La Recolección para ocupar otro cargo. SECRETARIO DE LA PROVINCIA DE LOS DOCE APÓSTOLES (N° 285) El Padre Provincial de los Doce Apóstoles del Perú Fray Francisco de Otalora expresó que: “conociendo su manifiesta santidad y bondad y deseando acertar en el oficio, lo eligió por secretario, mandándole por obediencia en plena comunidad que lo acepte; lo aceptó y sabe por cierto que lo hizo en contra de su voluntad y en aceptarlo hizo un acto heroico de obediencia y humildad. El Padre Comisario general Juan de Montemayor y los demás religiosos se sorprendieron de cómo había aceptado el cargo”. La causa de rehusar el cargo era: su recogimiento, el tener que andar en caballo por ser tierra tan áspera, dejar el recogimiento de su celda, la asistencia al coro, la celebración de la santa misa, su continua oración y recogimiento, etc. Aceptó por obediencia y a pesar de su delicada salud prefería escaparse de todo cargo. El Provincial en acto de comunidad agradeció que el P. Solano haya aceptado el cargo, pero él luego se retiró a su celda, y cerró la puerta y la ventana. El Comisario mando llamar al P. Solano, lo llamaron una y otra vez pero no respondía, entendieron que estaba arrobado en Dios le llamaron por obediencia y de inmediato abrió la puerta, se le vio con el rostro encendido y el rostro mojado por las lágrimas, lo ojos fervorosos y de aspecto sobrenatural, dijo “Deo gratias… ¿en qué puedo servir?" Luego salió de la celda muy alegre como siempre. Se pusieron en camino con el Padre Provincial hasta el pueblo de Quni a 9 leguas de Lima. El P. Solano entró en calentura y una frágil enfermedad y viendo que era mucho riesgo el seguir así hasta Guánuco y las muchas punas, decidió dejarlo por temor a que se pudiera morir. Preguntado por el Provincial a donde quisiera ir, respondió donde le mande la obediencia; finalmente dijo que deseaba ir a Trujillo. El oficio de secretario lo desempeño por poco menos de un año, ya que para septiembre del 1602 se hallaba en la antigua sede del Gran Chimú.


EN EL CONVENTO DE TRUJILLO (N°289, 290) Sobre el itinerario, dice don Francisco de Calancha que salió del puerto del Callao en un navío al puerto de Huanchaco, en Trujillo. (2) El convento de Trujillo se titula La Encarnación y está pegado a la ciudad. Ordinariamente viven allí 12 frailes y un predicador; lo fundó Fr. Juan de La Cruz. Se halla enterrado en este convento el doctísimo y santo Varón Fr. Juan Gallegos, hombre de muchas letras en lo escolástico como en lo positivo y en todas las ciencias, gran siervo de Dios, humilde, pobre y obediente que murió en el año de 1566. Haciendo los estudios comparativos de fechas se establece que en Trujillo vivió por espacio de dos años. Fray Solano había sido trasladado a Lima en el Capítulo Provincial del 16 de octubre del 1604. La venida del P. Solano a la capital fue entre la segunda quincena de noviembre y la primera quincena de diciembre del 1604. El santo predicó el famoso sermón de Lima la tarde del 20 de diciembre del 1604. El P. Provincial al realizar la visita a Trujillo puede decir del P. Solano: “Su gran celo apostólico, su aspecto de buen religioso, devoción y edificación del espíritu; por sus predicaciones, ejemplo y gran paciencia lo tenían en aquella ciudad como varón santo por ser ejemplo de vida, por sus actos exteriores: su predicación, las confesiones y las pláticas espirituales que hacía”. SUS OCUPACIONES, DISTRACCIONES Y ESPÍRITU (N° 297, 310 y 312) El P. Solano desde joven con frecuencia visitaba al santísimo por la noche y se quedaba hasta altas horas y en la mañanas muy temprano al pasar por su puerta se le veía tocar el rabel y cantar alabanzas al señor y a la Virgen María. En su oración diaria en el templo, cuando no tenía a la mano el rabel cogía un palo y simulaba ser el rabel, cantaba y danzaba para honrar y alabar a Dios, a la Virgen y a los santos de su devoción. Cantaba coplas de amor al Divino Niño Jesús sobre todo en la Navidad e invitaba todos los religiosos a cantar. Acudía al hospital tres veces por semana a servir a los pobres,

(2) (N°-292) La Fundación de la ciudad de Trujillo fue el 6 de diciembre del 1534 por don Diego de Almagro, Diego Mora. Fray Juan de la Cruz funda el Convento de San Francisco cabeza de la Custodia de la Madre de Dios. Fundación del Convento San Francisco de Lima por Fray francisco de Marchena y Fr. Francisco de Aragón, posteriormente la fundación estable de Lima a partir del nombramiento del 28 de agosto del 1545 con el guardián y Custodio Fr. Francisco de Santa Ana el cual tomó posesión el 14 de marzo del 1546.


hacerles las camas, confesarles y ayudar a bien morir y les llevaba las cosas que obtenía mediante la limosna. Los días sábados visitaba la casa de la familia Sánchez, les platicaba y les decía que iba a ver a sus hermanos los enfermos del hospital. Atendía a personas enfermas en sus casas y les procuraba medicamentos. A los enfermos del hospital y a los que se encontraban en sus casas les llevaba de lo que le traían de limosna y les pedía que volvieran sus ojos a Dios. También es importante destacar cómo visitaba a una pobre mujer enferma con lepra, le llevaba alimentos, la curaba y luego se iba al hospital. Todo el tiempo se dedicaba a confesar y consolar a la gente, hacía ejercicios y actos de virtud, predicaba en las calles y plazas, consolaba y daba buen ejemplo. Los testigos certifican que la mayor parte de su vida era confesar, predicar, amonestar y siempre con el Crucifijo en alto. De ordinario entraba a la huerta, allí rezaba sus oraciones y luego se paseaba por debajo de los naranjos y los olivares, se sentaba bajo los árboles y tocaba su pequeño rabel, cantaba y luego les daba los pajaritos las migajas que traía; con ellos hablaba y cantaban de contentos. El P. Juan de Ostos, que vivió con él en Trujillo, ha escrito lo siguiente: “Su conversación era muy honesta, buscaba lugares solitarios para la oración, atendía permanentemente en la confesión sobre todo a los enfermos y consolaba a los afligidos. Ayudaba al buen morir; fue un hombre muy penitente y a causa de la penitencia y el ayuno se deterioró el estómago que no podía retener nada. Los médicos le pedían que se abrigue, los superiores le pedían que comiera algo de carne. Los religiosos y los bienhechores trataban de atenderlo en sus necesidades de enfermo pero él se rehusaba, tenía en muy poco las necesidades corporales y él buscaba más las espirituales. En marzo del 1603, profetizó que dentro de 8 días morirían muchas personas y se cumplió como lo había dicho. PRESIDENTE DEL CONVENTO DE TRUJILLO (N° 317) A fines de 1603 llegó de España el nuevo Comisario General Fr. Juan Venido. Viendo que el P. Solano era religioso de gran virtud lo nombró superior del convento de Trujillo y se lo mandó por obediencia. A los religiosos que llegaban al convento los acogía con gran caridad y si llegaban enfermos los cuidaba con suma atención. Al predicar al pueblo siempre mostraba en alto la Cruz, donde estaba pintada la figura de Jesús, pedía a la gente se arrepienta y pidan perdón de su pecados y también de la gente de la ciudad. Fue entonces que ocurrió una catástrofe que destruyó la ciudad de Trujillo en el 22 de marzo de 1628.



El Padre Solano, al despedirse de la familia Sánchez, les dijo que salieran de Trujillo porque se venía una gran ruina. La familia salió y al cabo de tres meses de llegar a Lima, vino sobre Trujillo una gran pestilencia y murieron más de 800 personas. La peste fue acompañada de un gran aguacero que desolaba la ciudad y de inmediato vino una plaga de moscas y sabandijas.

5.- PREDICADOR, APÓSTOL Y TAUMATURGO El nuevo profeta Jonás. CIMENTANDO SU APOSTOLADO LIMEÑO (N°322) Se había producido un fuerte terremoto en la ciudad de Arequipa y Arica. El P. solano de inmediato empezó a predicar a la gente que se arrepientan de sus culpas y pecados porque se venía un gran terremoto que destruiría la ciudad y la hundiría. La gente se alborotó hasta el extremo: salía de sus casas hacia las calles y plazas, y acudía a las iglesias. Los religiosos salían a consolar y animar a la gente. El P. Solano pedía a la gente se arrepientan, que en Lima había muchos pecados y que si no se arrepentían y no pedían misericordia la ciudad se hundiría. A media tarde del 21 de diciembre del 1604, acompañado de Fray Mateo Pérez, salió del convento con dirección a la Plaza Mayor, pidiendo se encomienden a Dios, y que de esa forma hacían un gran servicio a Nuestro señor: “Vino a la hora de las cuatro a la plaza pública, acudió tanta gente para oír la palabra de Dios; allí en la plaza pública con una voz muy fuerte les expuso la carta primera de San Juan 216: “Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, lo cual no es del Padre sino del mundo”. Predicó con tanta unción que la gente entró en arrepentimiento, les explicó que a causa de los pecados en Arica y Arequipa se produjeron el terremoto y los diluvios que se venían dando en Lima. “Si no hay arrepentimiento, si no hay penitencia, si no se pide clemencia, Lima se hundirá en su ruina moral, se hundirá espiritualmente”. La prédica era con tal fervor que la gente que lo oyó entró en arrepentimiento, se conmocionó e hizo lo que les había indicado el santo. Al terminar de predicar, lo siguió muchísima gente al convento, ingresó el santo al claustro con mucha vergüenza y profunda humildad. De este sermón dijo el canónigo Bartolomé Menacho: “Aun cuando no hubiese más que esto en su vida, era gran servicio que a Dios había


agradado”. LOS EFECTOS DEL SERMÓN (N° 328) El sermón que predicó el P. Solano tuvo efecto positivo. Los oyentes se acercaron a los templos a orar, hacer penitencia y a confesarse. Las iglesias se abrieron, se expuso el Santísimo y se realizaban procesiones de penitencia, oraciones y promesas de buenas obras. Ajustaron sus vidas a la práctica de los sacramentos. Los frutos fueron grandes, se promovió las confesiones y comuniones en todos los templos por mucho tiempo; éste ha sido el más grande testimonio de conversiones que se haya visto en el Perú. Aquella noche la gente andaba por las calles clamando misericordia, era una noche como si fuera jueves santo, la conmoción religiosa iba desde el clero hasta la gente que poco le importa la religión. El sermón fue como una trompeta del cielo que al oír que Lima se hundiría, toda la ciudad entró en aflicción y todos trataron de arreglar sus vidas con Dios. El Padre Francisco Solano tan solo pretendió decir a la gente que se arrepientan, porque si no lo hacen Lima se hundiría”. EPÍLOGO DEL GRAN SERMÓN (N°333) Informado el Conde de Monterrey del movimiento de toda la población por el sermón del P. Solano, pidió que fuesen a San Francisco y supiesen qué motivó esta prédica y el alboroto que se produjo. También por parte del arzobispado se despertó la preocupación de saber del sentido de las palabras que había dicho que causaron el alboroto popular. El Comisario mandó llamarle y a la vez conversar con los padres mayores y autoridades de la Provincia y convento, del provisor, del alcalde de la corte, de un delegado del virrey, de un delegado de la orden, del arzobispado, del tribunal de la Inquisición, la audiencia real y ambos cabildos. Mandaron a buscar a los doctos en teología para que le preguntaran lo que había dicho y lo examinasen. El P. Solano lleno de paz y sosiego, de inmediato se presentó ante el prelado. Por el camino les explicaba que todo era para que hicieran penitencia por sus pecados. Mientras caminaban la gente se acercaba para besar el hábito y pedirle consuelo. El Comisario le pidió que por obediencia dijera las palabras que había predicado en la plaza. Les explicó que estando en su cuarto en oración, pensando que predicaría ese día en la plaza, su pensamiento se iluminó que debía predicar lo dicho por el apóstol Juan: “Que los vicios de la carne, la avaricia y vanidad, habían de destruir el mundo y que siendo esto así: “¿Cómo Lima, no estás destruida con tantas torpeza y carnalidad; tanta soberbia y


vanidad; tanta avaricia y malos tratos? Mira que si no te arrepientes, no te enmiendas, te ha de destruir Dios muy pronto y quizá será esta noche”. Los que oían narrar interiormente estaban compungidos. De todo lo declarado se tomó nota por escrito y se firmó. También firmó el Comisario y lo envió al virrey y al arzobispo. En las iglesias se explicaba al pueblo que el P. Solano no había dicho aquellas palabras, de que aquella noche se iba a hundir la ciudad, y aclarando lo que él había querido decir se le pidió al santo que al día siguiente, desde el pulpito de San Francisco, volviese explicar a los fieles. Al día siguiente se le vio al santo muy alegre en la enfermería, porque le mandaron a que volviese a predicar y declarar lo que había dicho en el sermón que causó tanta efervescencia la noche anterior. Tal fue el sermón que convirtió a Lima; si es verdad que la gente le tenía a este religioso por gran siervo de Dios, desde aquel día le tuvieron mayor veneración y respeto. Se estableció que lo que predicó el Santo en Lima era admirable y milagro de Dios, obrado por medio del P. Solano. Mediante su predicación se confesaron e hicieron penitencia por sus pecados, gente que por muchos años no se confesaba: se reconciliaron en un sano ambiente de paz. DE NUEVO EN LA RECOLECCIÓN DE LIMA (N° 341, 349) El P. Solano al venir de Trujillo para ser guardián de la casa de Recolección de San Francisco de Lima, al llegar al convento le dieron la bienvenida. Allí se encontraba el Comisario General, Fr. Juan Venido, el siervo de Dios se hincó de rodillas y con lágrimas le pidió le exonere del oficio de Guardián de la Recolección, el Comisario le dijo que lo haría y al cabo de cinco meses le exoneró del oficio. Aquí continuó con sus habituales obras de caridad, visitar a los pobres, enfermos de los hospitales de San Andrés, Santa Ana y de españoles e indios de la ciudad; salía a visitar en sus casas a los indios enfermos, los trataba con mucha caridad, los curaba y les leía el Evangelio, ponía sus manos en sus cabezas y se aliviaban de sus males. Se vio que curó a un hombre que arrojaba sangre por la boca y nadie le podía contener. Salvó la vida en eminente peligro de una parturienta. Por otra parte era muy observante del silencio y reprendía a quien lo quebrantaba; se consideraba el más malo del mundo, de profunda humildad y desprecio de su persona. Amigo de la oración y de la penitencia, devoto y amigo de la Virgen María. A los ojos de los fieles y de los religiosos era un fraile de los más observantes, asimismo se juzgaba indigno de toda honra. Era tan pobre que solo tenía el Crucifijo que cargaba en el manguillo y por la grande penitencia y abstinencia andaba


flaco y consumido. En este convento estuvo tan sólo 10 meses, de los cuales fue Guardián tan sólo 3 meses y luego renunció al oficio por la situación de su enfermedad, pues había aceptado la guardianía tan solo por obediencia. En el pueblo de Surco se encontraba el comisario P. Juan Venido, se mantuvo de rodillas hasta que le aceptó la renuncia y todos se admiraban de su profunda humildad, en verdad renunciaba por enfermedad pero también lo hacía porque no le gustaban los cargos: se sentía indigno. El poco tiempo que ejerció la guardianía lo hacía con mucha prudencia, y se despidió de este Convento de la Recolección en octubre del 1605. EN SAN FRANCISCO DE JESÚS DE LIMA (N° 356) En el mes de octubre de 1605, se vino definitivamente al claustro de la enfermería del convento de la observancia por sus muchas enfermedades. Al principio salía tres veces por semana a visitar los hospitales y cárceles y otras a visitar enfermos, y predicar por la calle donde encontraba grupo de personas en los corrillos de la plaza mayor. Su compañero y fiel enfermero, Fray Juan Gómez, narra que caminaba tan de prisa que el mismo hermano no lo podía seguir. También pidió licencia para salir a ayudar a bien morir. Cuando salía a predicar, les pedía que por amor a Dios se alejen del vicio y a grandes voces pedía misericordia, salía a visitar en sus casas a los indios y negros enfermos. El 24 de diciembre asistió al traslado del santísimo de la vieja iglesia a la nueva catedral. En el afán de visitar enfermos y ayudar a los moribundos, le llegó la noticia de la muerte del Virrey el 10 de febrero de 1606, y poco tiempo después, de la muerte del Arzobispo de Lima Santo Toribio de Mogrovejo el 23 de marzo de 1606. LA FARÁNDULA (N° 363) En Lima se estableció el Corral de las Comedias o lugar de las representaciones, se estableció en un solar de los padres dominicos el 13 de octubre del 1594 cerca del puente de palo en el lugar denominado Casa Honda, que fue abandonada el año 1634 y le llamaban casa de los Duendes. El dos de mayo de 1598 se prohibió en todo el reino de España la representación de comedias. Esto permitió que se vinieran a Perú un grupo de faranduleros, gente muy desenvuelta y poco recatada.Fugitivos de la Península, llegaron la compañía de Morales y en 1599, la de Gabriel del Río, por último la de Francisco Pérez. Desde el 24 de mayo de 1604 se refunden dos de las compañías bajo



la dirección de Gabriel del Río. El Corral de las Comedias en el solar de los predicadores fue rematado el 5 de agosto del 1604 y aparece otro Corral a espalda del hospital de San Andrés. A finales del 1605 aparecen dos grupos rivales: en el Corpus de 1606, el Cabildo confió la representación de los autos sacramentales a Pedro Millán; para el Corpus de 1607 y 1608 aparecen contratados el oficial Marco Antonio Ferrer. El P. Solano apareció con el deseo de la salvación de las almas y que no se ofendiese a la Divina Majestad, se entraba en los corralones de las comedias y con mucha fuerza de espíritu les decía palabras de devoción. Los cronistas también narran que el P. Solano se entraba en la comedia cuando se estaban preparando para la representación y todos le oían con devoción, les decía que le presten atención, “que les vengo a representar a Nuestro Señor en la Cruz” y alzaba la Cruz que siempre llevaba. Se afirma que el santo entraba donde había concentración de gente como el corral de comedias para impedir se ofenda a Dios, la gente le respetaba y por eso le llamaban el Santo. El P. Solano pidió permiso para ir fuera, al recibir la licencia se fue al corral de comedias donde estaban representando; se corrió la noticia que el Padre salió del corral de comedias y le seguía toda la gente con mucha devoción. Otra vez el P. Solano se subió al tabladillo de comedias, sacó el Cristo y empezó a predicar con tanto ánimo y fervor que se salió toda la gente que estaba por oír a la representación. El P. Diego de Córdoba dice: “¿Quién no se admira del valiente espíritu de nuestro apostólico predicador? ¿Del celo y amor a Dios que le abrazaba el espíritu? Entre los heroicos hechos de nuestro apostólico varón se debe ponderar que para hacer esto era menester ser un Moisés después de haber hablado con Dios, ni tartamudo ni vacilante, sino muy elocuente. El Cocinero afirma que el P. Solano comía muy poco y su estómago estaba muy deteriorado y no consentía lo poquito que comía y cuando sentía mucha hambre en horas de la noche pedía se le ase una horquilla de gallina. La santa Misa la celebraba con gran devoción y Fray Juan Gómez, su fiel compañero, le ayudaba. Con mucha caridad confesaba a los religiosos y religiosas y les animaba a seguir en el cultivo de la vocación y no caer en la tentación. Dormía muy poco y hacia oración hasta altas horas de la noche y alguna veces hasta el amanecer. Hacia penitencia extrema y al confesar lo hacía con gran misericordia. SU ASCETISMO Y ÚLTIMOS SERMONES (N° 384, 377, 384) En la fiesta de la santísima Trinidad el 14 de junio del 1609, se vio al santo que venía bajando del cementerio de la iglesia mayor para la plaza


con un Cristo en la mano y predicando con voz fuerte, repetía: “Señor mío de mi alma”, “Amen todos al Señor”. Y en la plaza hizo un sermón muy espiritual diciendo a la gente que se amen y que sirvan al señor. Salía a confesar al monasterio de las religiosas y estas quedaban muy edificadas, les hablaba sobre el amor a Dios. El 19 de octubre de 1609 se iniciaron unos temblores y al día siguiente se produjo uno más fuerte, derribó muchas casas, el convento tocó las campanas a plegaria, la comunidad conventual salió a orar con el pueblo para que no se destruya la ciudad. Apareció el P. Solano con el Crucifijo en alto, tan flaco pero daba grandes voces capaces de hacer reflexionar a los más duros de corazón, les decía que no tengan pena, Dios no nos quiere matar, sino que nos arrepintamos y hagamos penitencia. El santo se mostraba contento al ver tanta gente contrita y humillada, se arrepentían y daban gracias a Dios: “Dios no quiere la muerte del pecador, sino la conversión y salve su espíritu”. El día de San Diego volvió a predicar y esta fue la última vez que subió al púlpito. Era muy devoto de la pasión del Señor y en especial de la Cruz; siempre cargaba la Cruz y la levantaba en alto para predicar y con mucha compasión explicaba al pueblo la Pasión del señor, hasta derramar lágrimas, se bajó del púlpito sollozando; los fieles también lloraban compungidos. Ya bastante enfermo, los pocos libros que le servían para las predicas los entregó al P. Guardián. Lo mismo le ocurrió en la fiesta de la Navidad: predicaba y se compungía hasta las lágrimas. Otra gran devoción era la Anunciación de nuestra Señora con ella alegraba a todos los religiosos. El último sermón fue el Viernes Santo, 9 de abril de 1610. En la procesión de La Soledad se le veía ya hueso y pellejo con la Cruz en la mano y en alto exhortaba a la penitencia y los invitaba a servir a Dios. EN EL OCASO DE SU VIDA ACTIVA (N°393) La fama que el santo tenía, el respeto que infundía y el don de penetrar en las conciencias, alejaban a los fatuos de su presencia, los sencillos le seguían los pecadores se enmendaban y aquellos que sin conocerle manifestaban resquemores, se doblegaban, hallaban la paz y sosiego en sus corazones. El criterio general de quienes trataban al santo, es que sus palabras y ejemplo de vida tenían un objetivo: el amor de Dios. Esto le daba la fuerza persuasiva que tenía, pues era de carácter, sin flaquezas, debilidades, componendas ni subterfugios de ninguna especie. Rígido consigo mismo, benigno para con los demás. Austero hasta el heroísmo pero generoso con el prójimo, aconsejaba, no imponía.



Cuando oraba en su celda se arrobaba en Dios, salía corriendo dando voces fuertes de alabanza a Dios, pero al saber que le observaban, con la cabeza gacha volvía a su celda y ya no salía de su celda sino para confesar y celebrar la Misa. Ya con alguna dificultad pero con mucho empeño asistía al comedor, a la capilla y otros lugares comunitarios. Fr. Juan Gómez su enfermero, le decía “Loado sea Jesucristo, glorificado sea Dios, alabado sea Dios”. Fr. Juan Gómez también narra que cuando entraba a la celda lo encontraba arrodillado junto a la Cruz y arrebatado en Dios. CORRESPONDENCIA DEL SANTO CON SU HERMANA (N°404) De las cartas que el santo escribió se conservan dos: una autógrafa en la parroquia de Santiago de Montilla; la otra mera copia en el convento de Santa Clara de Montilla: “A mi hermana Inés Gómez Solano, en la calle San Agustín en Montilla. La gracia del espíritu santo sea siempre en su alma hermana mía. No tengo oro ni plata que enviarle, sino palabras y no mías sino de Jesucristo, que por eso me atrevo a escribirle…”. Le aconseja y dice que tenga hambre de Dios; que quiera y ame al buen Dios, que le ofrezca el corazón limpio de pecado y ofrezca todos los trabajos, pobreza y necesidades para gozar de las delicias del cielo… “Yo quedo muy flaco y con poca salud en esta ciudad de Lima aguardando la hora de la partida… A Mateo y a todos los sobrinos, encárgales de mi parte que sirvan a Dios y sigan las virtudes. De Lima, mayo de 1610, menor hermano de vuestra merced”. Firma Francisco Solano. (N°-405) “A mi hermana Inés Gómez Solano, en la calle San Agustín en Montilla. Con extremado contento, hermana mía, recibí la suya sabiendo por ella que vuestra merced, mis sobrinos tienen salud… a nuestra sobrina Brígida de Gálvez dará mis recomendaciones y que no le doy el pésame, sino el parabién… Ya está gozando la vida sin muerte… la bienaventuranza es estar bien con Dios… y el medio para alcanzarlo consiste en la siguiente oración (le escribe toda la oración del acto de contrición y que la recite todos los días). De Lima, 16 de marzo de 1610... Su hermano Francisco Solano. La carta que va a continuación es la contestación de su hermana Inés a la carta anterior. La original está en el convento de San Francisco de Lima. El santo no alcanzó a recibirla, pues ya había muerto. “Al Padre Fray Francisco Solano, mi hermano, de la Orden de San Francisco en su convento. Lima. “La de vuestra paternidad recibí su fecha 16 de marzo de 1610 años, con la oración para hacer acto de contrición…”. Le agradece por los consejos y le pide ruegue por ellos al cielo… le cuenta lo que se


2 refiere a sus hijos, de sus sobrinos y termina diciendo: “Como somos muchos, no podemos de escribir mucho. No se canse de leerla, de hacernos merced nuestro Señor. De Montilla, 2 de marzo de 1611 años. Su hermana Inés Gómez”. LA ENFERMEDAD POSTRERA (N°408) Desde que cayó enfermo, tuvo por compañero de celda a Domingo Gil. Le pedía apagase la vela y luego el santo se ponía a orar. A los que iban a visitarle les hablaba de las cosas de Dios y les pedía, que le hablen de las cosas de Dios. Tenía gran devoción a la Virgen María, les pedía que le canten o reciten himnos a María. También manifestaba tener gran devoción al P. San Francisco de Asís, San Antonio, San Diego y San Buenaventura. Desde el 6 de junio del 1610 ya no abandonó el lecho de enfermo. El P. Guardián Fr. Pinedo lo visitaba todos los días, mañana y tarde. Es admirable ver como tantos días se la pasaba sin comer, parecía imposible que siguiera viviendo. Sufría de mucho frio, se le abrigaba bastante, padecía de debilidad, de los dolores estomacales y de calambres en las piernas. A pesar de todos esos males, su rostro permanecía alegre y manifestaba estar contento con la voluntad de Dios, nunca se quejaba. 0TESTIMONIO DE LOS MÉDICOS QUE LO ATENDÍAN (N° 411) El Dr. Iñigo de Ormero, ya lo había atendido en la casa de La Recolección y advirtió que los ayunos y las penitencias lo estaban descarnando y eso aumentaba sus fuertes dolores al estomago. El médico Martín Sánchez, le curó muchas veces sus enfermedades y la debilidad del estómago, pero las últimas enfermedades le trató el médico Pedro Rodríguez. Tenía debilidad en todo su cuerpo por los continuos ayunos, la mala cama, la abstinencia, estaba como un esqueleto y padecía de fiebres y calenturas. El P. Solano a toda recomendación de los médicos y consejos de los religiosos para cuidar la salud, él respondía que ya le tocaba, que lo reciba el misericordioso Dios. Su fiel enfermero Fray Juan Gómez, le preparaba caldito y a duras penas algo tomaba, comía muy poco, le cocinaban algún huevo y comía la mitad. El Dr. Pedro Rodríguez, le rogaba que comiese algo que le gustara y pidió pejerrey, no se pudo encontrar en todo el Callao por estar el mar alborotado y lleno de pena regresó al día siguiente para decirle que no pudo encontrar y en eso apareció Fray Juan Gómez con una fuente de pejerreyes, el médico le pidió le dijera de donde los había sacado a lo que Fr.


Juan Gómez le respondió que le había pedido al Niño Jesús en el oratorio. Así muy enfermo en la cama se sumía en oración y permanentemente daba alabanzas al Señor porque le ayudaba a vencer el mal… y porque le había quitado todas las fuerzas del cuerpo para que no pueda ofenderlo. Se hacía leer textos que le llenaban de gozo y paz interior. Para los médicos era inexplicable la resistencia que tenia, no le daban esperanza de vida hasta mediados de junio. El P. Guardián le llevaba diariamente el Viático. ABANDONANDO LO TERRENO(N° 418) El día de la Visitación de Nuestra Señora el 2 de julio de 1610, lo cuidaba Fray Cristóbal Illoscos, el P. Solano le pedía que le lea la Pasión del Señor, que le recite himnos y alabanzas al Señor y a la santa Virgen. Todo el demás tiempo oraba y no descansaba de repetir ¡Glorificado sea Dios! El Padre Juan Venegas, su amigo y Guardián de Cañete, lo vino a visitar y le ofreció llevarlo a Cañete, le respondió que ya estaba muy enfermo y debilitado y que poco le faltaba para acabar. Se veía que ya no era dueño de su cuerpo, tenían que ayudarlo en todas sus necesidades, lo trataban con suma delicadeza por estar tan frágil y siempre decía que se haga la voluntad de Dios y le daba gracias por tantas muestras de amor que le hacía. El 11 de julio, vino a verle el médico, le halló con buen pulso y de buen semblante y dijo que con las medicinas se iba a mejorar; el P. Solano le dijo que ya para qué, teniendo por cierta la muerte. Las tres últimas noches ya no dormía nada el santo. A partir de esos días venia mucha gente a visitarle, tanto religiosos como seglares. Pudieron ver al P. Solano decirle al Crucifijo ¡Buen amigo! ¡Qué buen amigo es Dios!, diciendo esas palabras se enfervorizó y ardía en el amor a Dios, se le había demudado el color del rostro moreno en resplandeciente y blanco. La noche del 12 de julio le dieron la extrema unción en presencia de los religiosos, el P. Solano vueltos los ojos al Crucifijo decía: ¡Glorificado sea el Señor! ¿Qué misericordia es ésta que cuando me debía de echar en un desierto, huir todos de mí, me veo rodeado de ángeles? ¡Oh Dios mío! Luego, vuelto a los religiosos, lleno de gozo les dijo: “Padres míos, guardemos la ley, amemos a nuestro buen Dios”. Los religiosos sentían grande alegría interior en viendo su rostro alegre y oyendo las palabras del santo, se decían: “Este hermano es verdaderamente santo”. Cuando todos se retiraron y tan sólo se quedo su compañero y confesor el P. Mendoza, se lamentó no haber pedido perdón a la


comunidad por los malos ejemplos que les había dado, y le rogó dijese al P. Guardián y a los religiosos que le perdonen. También le pedía que ruegue a la Virgen, el P. Mendoza le respondió que la Madre de Dios es suma misericordia. En la mañana del 13 de julio Fray Francisco Núñez dijo que, al despertarse le pidió le encomiende a Dios porque irá a su presencia, no por mis méritos que soy un pecador, sino por la pasión de Cristo Nuestro señor. El Virrey mandó decir que le avisen cuando haya espirado EL TRÁNSITO (N° 428) Amaneció el 14 de julio 1610, festividad de San Buenaventura; el P. Solano ya había dado a entender que ese sería el último día de su vida. Los religiosos ya se turnaban, rezaban el oficio divino junto a su cama, en ningún momento perdió el sentido ni el habla, cuando decían “Gloria Patri” levantaba las manos y los ojos a Dios y repetía la frase que siempre decía: “Glorificado sea Dios”. No se apartaron en ningún momento los padres Fr. Francisco de Mendoza y Fr. Pedro Ximénez, que fueron observando cómo sus manos ásperas, hueso y pellejo se iban llenando de carne y se ponían hermosas. El Hermano Fr. Juan Gómez no se apartaba en ningún momento. Era significativo oír el canto de los pajaritos como nunca se había oído, Fr. Juan Gómez decía que Dios los había mandado. En la mañana que vino a verle el médico Rodríguez, lo encontró sin calentura, los ojos vivos y claros y estaba como arrebatado y siempre con la Cruz en la mano, hablaba con Dios y le pedía perdón por sus pecados. Los frailes seguían cantando los salmos y rezando las letanías del bien morir, los asistentes lloraban de gozo por estar junto a un santo. A medida que pasaban las horas se le oía hablar muy bajito y el P. guardián Fray Diego Pineda ordenó se toque la campana con toque de agonía muy dulce. En el templo grande se oficiaba la Misa de fiesta de San Buenaventura. Al oír el tañer de la campana todos corrieron hacia la celda del P. Solano, los frailes cantaban y cantaban el credo sin parar, el santo tenía los ojos clavados en el Cristo, las manos y la cara se le llenaron y aparecieron de un color bellísimo. A las diez tres cuartos para las once, (Hs. 10.15 am), al terminar el canto del credo, expiró con serenidad en su rostro. Simplemente se durmió (se cuenta que a esa misma hora las campanas de la Iglesia de Loreto donde paso los primeros años de franciscano se repicaron por unos minutos sin que nadie las toque). Los asistentes daban gloria a Dios por haber asistido a la muerte de



un fraile verdemente santo. Los testigos repetían que el santo no dejó de tener los ojos puestos en el Crucifijo y expiró diciendo: “Glorificado sea Dios”. Todos los asistentes se acercaban para besarle las manos y los pies en señal de devoción y gratitud.

6.- DEL PERÚ A LA GLORIA Solano, patrono de terremotos, toreros, navegantes, y ciudades. LA GLORIFICACIÓN (N°437) Una vez certificada la muerte del santo, su enfermero Fr. Juan Gómez se encargo de amortajarlo y ponerlo en el lugar aparente para que lo transporten los religiosos como suelen hacer con sus hermanos difuntos. Avisaron al Virrey del fallecimiento. A la media hora se desparramó la noticia por toda Lima y acudió toda clase de gente que no cabía en la iglesia, claustros y enfermería. El cuerpo se veló en el oratorio de la enfermería, donde permaneció 24 horas. El día 15 a horas once y media lo llevaron a enterrar. Testigos presenciales afirman que su cuerpo en vida era un hombre moreno, enjuto, de pocas carnes; después de muerto se llenaron de carne los pies y las manos; su rostro se volvió blanco y muy hermoso. Yacente parecía estar vivo. La gente seguía llegando a tocar alguna parte del cuerpo y comenzaron llevarse pedazos de su hábito, a llevarse un poco de cabello. Fue necesario ponerle hasta un quinto hábito todos querían tener una reliquia por el gran amor y devoción que le tenían. A la media noche pidieron a la gente que se retire, sólo quedaron los frailes que por turnos velaron el cuerpo toda la noche. EL ENTIERRRO (N° 446) Al día siguiente muy temprano, casi ya de madrugada, la gente empezó a tocar las puertas del convento pidiendo les dejen entrar. La muchedumbre era el doble del día anterior, todos querían ver al santo. La gente de toda condición lograba tocar con sus rosarios y objetos de piedad el cuerpo del santo. Para la hora de los funerales llegó presuroso el Arzobispo Don Bartolomé Lobo y luego el Virrey Don Juan de Mendoza, quienes arrodillándose le besaron los pies. Los prelados de todas las órdenes lo cargaron en sus hombros. La oración fúnebre con suma unción la dijo el más connotado predicador del momento, el Provincial de los Padres Jesuitas. Era tanta la gente que se hacía muy difícil trasladar el cuerpo.


Asistieron más de 5.000 personas, es decir casi toda la población de Lima. Ya en la capilla mayor de la iglesia de la nave central depositaron el cuerpo sobre una mesa. El virrey pidió llevarse la almohada donde solía reclinarse el santo y se la llevo a palacio. No se podía dejar ni por un minuto el cuerpo sin el cuidado de la guardia porque la gente seguía sacando algo del cuerpo y con la guardia del Virrey se pudo llevar el cuerpo para inhumarle en medio de la capilla mayor. Lo enterraron debajo del altar mayor y en un cofre enterraron su despojo mortal. A partir de ese día, la peregrinación de fieles con ofrendas florales no ha cesado diariamente porque venían a visitar su tumba. LA ICONOGRAFÍA DEL SANTO (N°454) Dos de los mejore pintores retrataron al santo yacente. Uno de ellos fue Juan de Aguayo y el otro el capitán Pedro Coelho, natural de Madrid, que conocía al P. Solano desde el año 1599. (3) Debido a que los primeros retratos post mortem no quedaron bien, el Virrey mandó al capitán Pedro Reinalte Coelho para que sacase un nuevo retrato del santo; se abrió la sepultura sacaron la tapa y los dos pintores (con Juan de Aguayo) cada uno hizo un retrato. El de Aguayo salió más perfecto y se le dio al Sr. Marqués, quien lo llevó a España. El primer retrato estuvo en el recogimiento del Carmen donde le tienen gran devoción (Nuestra Señora de Carmen de la Legua). Aclarando el asunto tenemos que: el retrato de Aguayo el Virrey llevo a España, el primer retrato fue a Carmen de la Legua y del esbozo primero no se tiene noticia. El P. Guardián Diego Pineda, ordenó a los frailes se preparasen con hachones encendidos y congregados un buen número en compañía de los pintores Juan de Aguayo y Pedro Reinalte y Domingo Gómez de la Selva, desenterraron el cuerpo que no había sufrido nada de corrupción y no tenía nada de mal olor, encontraron el cuerpo bello tan sólo como dormido, y se ordenó pintar solamente él rostro y las manos. El trabajo lo (3) A Domingo Gómez de la Selva, Defensor General de Bienes, se debe los primeros retratos salidos del pincel de Aguayo. Este Domingo Gómez se encontró en la Plaza de la Inquisición a la una de la tarde del 14 de julio 1610 con López de Mendoza, que era el alcalde; éste le pregunta a Domingo de Mendoza si había visto al fraile santo fallecido en el convento de San Francisco. Éste dejó de hacer lo que tenía entre manos y se fue a ver el cuerpo, allí había muchos religiosos tocando los rosarios de los fieles en el cuerpo del santo y cuidando no lo desnudasen. El Defensor se quedo maravillado de cómo se había quedado el cuerpo tan repuesto y bello y no parecía muerto sino dormido. De inmediato le entró el deseo que hacerle un retrato y fue en busca de un pintor que vivía en la plaza mayor. Gómez de la Selva al volverse a encontrar con el Alcalde le pide le acompañe para que con su autoridad pueda apartar a la gente para que el pintor pudiera retratar al santo; al terminar de retratarlo y al salir se encontraron con el Arzobispo y luego con el Virrey y le informaron del retrato. Al mediodía del día 15 se terminar de pintar en lienzo el retrato y al ser expuesto el Arzobispo y el Virrey afirmaron ser del santo. El retrato, por la prisa, no salió con la perfección deseada.


hicieron en poco tiempo y luego volvieron a enterrar. El retrato de Aguayo, elaborado en el primer esbozo, se guarda en el Convento de San Francisco y en él se ve que el hábito original era de color ceniciento y al restaurar lo han pintado de marrón y ha sufrido una desfiguración total. JUICIOS DE LOS CONTEMPORÁNEOS (N°464) Este santo maravilloso, no ha tenido manifiestamente detractores, sobre todo porque jamás aspiró a puestos, tal vez alguna dificultad fue motivada por el famoso sermón que convirtió a Lima. Su comportamiento fue extremadamente prudente a fin de no incomodar a nadie. El P. Fray Jerónimo Bohórquez hace el siguiente juicio: “Fue el lucero de la Orden de San Francisco en estas partes del nuevo mundo, un verdadero retrato del Padre San Francisco de Asís”. Su vida es reflejo de virtud y santidad, su vida fue acatar la voluntad de Dios, su vida la entregó a evangelizar y darla toda entera al servicio de los más necesitados, por eso su final fue de sosiego y paz espiritual de oración y devoción. El Padre Buenaventura Salinas dice: “En la penitencia y en la predicación fue un Juan Bautista, en el celo a la fe, un Elías; en la paz interior y caridad, un Moisés; en la esperanza de lo eterno, un San Francisco de Asís”. Los contemporáneos representan la iconografía inseparable de un violín (el rabel instrumento con arco y cuerda). El primero que usa el término del instrumento que tocaba el santo como “Violín” fue el cronista Diego de Córdoba. Se narra que también tocaba la flauta pastoril. Los instrumentos musicales los usaba para entonar los salmos, himnos y los cantos a la Virgen de modo singular cuando evangelizaba a los pueblos por donde desarrolló su misión apostólica, de modo especial Argentina y Perú. INICIACIÓN DE PROCESOS CANÓNICOS EN AMÉRICA (N°474) El P. Fray Miguel Roca de 29 de julio 1610, presento petición ante la curia limeña para que se abra “Información de la Vida y Costumbres del P. Francisco Solano y de los milagros y maravillas que fuese obrando Nuestro señor por sus méritos”. El Arzobispo Bartolomé Lobo en esa fecha nombró una comisión y al doctor Miguel de Salinas para los exámenes y los testigos. El 9 de agosto se dictó Auto para que el padre Roca, fiscal eclesiástico, identifique. El 17 de agosto, respondió el fiscal poniendo las objeciones de oficio; el mismo 17 de agosto, se pidió dar curso a las peticiones y luego sigue todo el proceso


como lo exigen las normas de la Iglesia, comisiones, testigos, ante la curia arzobispal y todo el proceso iniciado por el Procurador General de la Orden asumido por el P. Roca. Así el proceso se puso en movimiento hasta alcanzar la canonización hecha por el Papa Benedicto XIII el 27 de diciembre de 1726. Eran tantos los milagros, cartas de personas e instituciones públicas y privadas enviadas a su santidad bajo juramento de que lo que afirmaban era cierto. De modo especial las Órdenes Religiosas, el Virrey, el Arzobispo y la Universidad pedían su canonización. Reunidos todos los informes con los atestados hasta la tercera serie limeña, se designó al P. Jerónimo Luis Oré llevase toda la documentación a Europa. Se publicó informe breve: la “Relación de la vida y milagros del venerable Padre Solano de la orden de San Francisco, procedente de la provincia de Granada que vivió y murió en el convento de San Francisco de Lima de la Provincia de los Doce Apóstoles en 14 de julio 1610”. Toda la documentación fue recibida por la Sagrada Congregación de Ritos. Probados todos los miagros realizados por el P. Solano fueron 99 puntos a resolver sobre las virtudes y milagros del siervo de Dios. Aprobado todo, se despacharon letras remisoriales fechadas en Roma el 8 de febrero 1625 por el Papa Urbano VIII. REAPERTURA DEL PROCESO REMISORIAL (N°484) El 19 de febrero de 1628, se presentó petición del Comisario General Fray Juan Moreno acompañando las letras apostólicas y el interrogatorio para abrir la causa de beatificación. En Lima el cabildo secular juró al P. Solano como patrón de la ciudad 26 de junio 1628. El 16 de mayo de 1631 se cerró el proceso en Lima con todo lo actuado y fue remitido a Roma, siendo el encargado Fray Alonso Cueto. PRIMEROS PATRONAZGOS (N°459) El 31 de mayo del 1631 zarpó del Callao la flota de Panamá la Nave capitana, Nuestra Señora de Loreto a cargo del general Bernardino Hurtado de Mendoza con el piloto mayor Pedro Torres; también iba embarcado Fray Alonso Cueto, llevando el Tratado de la Causa de Beatificación para entregarlo en Roma. La otra nave era el galeón San José llevando el tesoro tanto el real como el de particulares en barras de plata evaluado en más de dos millones. En el transcurso de la navegación faltó viento, sufrieron varios días y no podían navegar ni para atrás ni para adelante. El piloto y toda la gente pedía a Fr. Alonso que saque el lienzo del retrato del siervo de Dios, lo sacó y lo puso a la vista de todos que invocaban al santo y casi de inmediato volvió el viento. Por este


acontecimiento se hizo fiesta, se celebró la misa, dispararon mucha mosquetería y artillería. Después de una hora navegando, volvió a faltar el viento, volvieron a sacar el retrato y de rodillas pedían a Dios por intercesión del siervo de Dios y de inmediato apareció y pudieron seguir el viaje. Mientras duró el viaje sufrieron fuertes tempestades de vientos marinos, perdieron muchas cosas y se ahogaron algunos, pero pidiendo a Dios por medio del P. Solano arribaron felizmente. (N°-505) El general Bernardino Hurtado de Mendoza con todos los oficiales nombraron al santo Patrono de la Mar del Sur. Cada vez crecía mas la devoción al santo tanto en la mar como en tierra firme, tanto que el gobernador y regidores y las personas principales en el Cabildo de Cartagena eligieron por Patrono de toda la ciudad (11 de octubre 1631). Llegados a la Habana, Fr. Alonso Cueto logro que el Cabildo de esta ciudad lo nombre por Patrono en acuerdo del 6 de febrero del 1632. LAS GESTIONES DE FRAY ALONSO CUETO EN ROMA (N°506) El 7 de noviembre 1632 llego a Roma Fray Alonso Cueto, procurador de la causa acompañado de Fray Cristóbal de Bonilla. Después de superar todos los trámites burocráticos propios de esos tiempos, de los usos y costumbres y de las exigencias de la sagrada Congregación de Ritos y buscando la intercesión de algunos cardenales y personalidades, se logró que para el domingo 21 de noviembre, día de la Presentación de Nuestra Señora, consiguió el cardenal Francisco Barbierini una audiencia papal extraordinaria para Fr. Alonso Cueto. El Hermano procurador llevó 18 cartas más las del rey y la reina y de los grandes de Castilla para el papa Urbano VIII y el memorial impreso en Madrid y puesto de rodillas a los pies del pontífice dijo el hermano: “Yo vengo de la Provincia de los Doce Apóstoles de Lima en las Indias del Perú, con el proceso del siervo de Dios Fray Francisco Solano… en nombre de todos aquellos reinos presento a su santidad estas cartas y esta memoria y yo en su nombre, suplico beatifique y canonice a este siervo de Dios para el bien universal de los católicos, remedio y amparo de los indios y de tantos miles de almas que redujo al gremio de la Santa Iglesia. Que el siervo de Dios predicando en una lengua le entendían siete diferentes lenguas y en aquel sermón se convirtieron miles de indios y bautizó a muchos”. El Papa le dijo: ¡Bien está; está bien!, respondió Urbano VIII y le pidió le entregue todas las cartas, el papa en su presencia llamó a un asistente y le ordenó llevara toda esa documentación al Secretario de Ritos y al hermano le dijo: “Anda en paz”. El Secretario de Propaganda Fide


aviso que el Papa había hecho pasar allí el proceso, el hermano llevó una carta que entrego a cada uno de los 13 cardenales lo mismo que había entregado al pontífice. El domingo 2 de enero de 1633 para las 4 de la tarde consiguió el hermano una segunda audiencia papal mediante el cardenal Francisco Barbierini. Superados los trámites legales y formales, el Papa pregunto: ¿Cuántos años ha que murió? – Veintitrés santo Padre. ¿Dónde está la causa? - Su Santidad la envió a la Sagrada Congregación de Ritos de la Propaganda Fide. ¡Qué quieres! ¿No comer tu causa? ¡ No tienes que llorar! El Papa concedió al hermano indulgencia plenaria en forma de jubileo y acabó con estas palabras: “Lo que te he concedido no lo he concedido a rey ni a monarca”. Posteriormente siguió el duro camino que imponen los protocolos y normas de los curiales, para probar y comprobar las virtudes y milagros realizados. Como consecuencia natural de las largas esperas se enfermó con asma y pidió ayuda del Padre Jerónimo Serrano que llegó a Roma con nuevas cartas del rey (7 octubre 1633). Desde entonces hasta el año 1647 el hermano Alonso, quedo encargado del aspecto económico y lograr el dinero suficiente. Después del P. Serrano, siguió el P. Buenaventura de Salinas que recibió el nombramiento de procurador en Lima a 8 de mayo 1637. ACTUACIÓN EN EL VIRREINATO (N°-515) El reconocimiento de las reliquias se realizo el viernes 14 de febrero del 1631 a las ocho de la noche. La presencia de su ilustrísima los señores Fernando de Ugarte, el maestro Almeida y el doctor Juan de la Roca, hicieron oración delante del Santísimo, leyeron un auto en que proveían que dentro de la capilla donde está el sepulcro, entren solamente los nombrados el P. Comisario Fr. Domingo de Portu, el P. Fray Martín de Aróstegui Provincial: Fray Juan Moreno, guardián del convento; don Juan de los Ríos, alcalde de la ciudad; los notarios públicos de la audiencia arzobispal y escribanos de su majestad; el doctor Melchor de Amusgo, protomédico por su majestad de este reino y don Pedro de Villarreal, cirujano. Entraron también los jueces apostólicos a la capilla de debajo del altar mayor donde se encuentra el cuerpo del siervo de Dios y en presencia de los padres Domingo de Portu, Comisario general: Fr. Martin de Arostigui, Provincial de esta Provincia y del P. Fr. Juan Moreno Guardián del convento, del P. Juan de Azpeitia padre de la provincia y don Juan de los Ríos alcalde de la ciudad que son personas a cuyo cargo están las llaves del sepulcro, e hicieron la visita y constataron todo lo que había en el altar y toda la capilla. Luego quitaron un lienzo del siervo de Dios que estaba


"San Francisco Solano", 贸leo post mortem realizado por el artista Pedro Reinalte Coelho en 1610, y que se conserva en el Convento de San Francisco de Lima. Es, con toda seguridad, el retrato m谩s fidedigno del santo montillano.


delante de la caja mortuoria. El alcalde dio la llave para abrir los candados de las cadenas que aseguraban la caja que contiene el cuerpo bendito del santo. El Padre Comisario general abrió la caja, apareció dentro otra caja y estas cajas las abrieron el P. Provincial, el P. Guardián y el P. Juan de Azpeitia, en cuyo poder estaban las llaves, se abrieron todas las cajas donde se contenían los restos mortales, con la confirmación de doctor Melchor Amusgo médico de su majestad y el licenciado Pedro Villarreal cirujano. En Roma Fr. Alonso seguía con el trabajo de acopiar testimonios y declaraciones de los milagros y prodigios del santo y cada vez se acumulaban más información para poder continuar con el proceso. En pueblos y ciudades se hacía relación de los portentos que obraba Dios por medio del P. Solano que servían y eran indispensables para el proceso En Lima se pudo imprimir: “La relación de la causa de la beatificación y canonización del venerable Fray Francisco Solano y el estado que al presente se tiene en la curia romana por Fr. Diego de Córdoba cronista de su Provincia en el Perú”, Lima 1641. Se presentó también una dificultad para proseguir el proceso. Se había dictado una patente sobre el no-culto que en algo apoyó la creciente devoción. Fr. Pedro de Arauz lector jubilado y calificador del Santo Oficio y Ministro Provincial de esta Provincia de los Doce Apóstoles del Perú. Tierra firma: “A todos los religiosos, a los superiores y a los súbditos de nuestra Provincia salud y paz en el Señor. Se hace saber a todos que el papa Urbano VIII manda no se dé culto a las imágenes, pinturas ni cuerpo de santos que no están beatificados o canonizados por no abrir puertas y aclamar santos si no son declarados como tales. Por lo tanto se pide se quite y hagan quitar de la Iglesia las imágenes o pinturas que por devoción se haya hecho del santo varón y les pedimos se cumpla este mandato. Dado en el convento de Jesús de Lima en 13 de noviembre del 1659. Fr. Pedro Arauz Ministro Provincial y Fr. Juan de Cáceres, Secretario de Provincia”. LA BEATIFICACIÓN (N°524) Detenida la causa, para poder comenzarla, delegó la sagrada Congregación de Ritos al Nuncio en Madrid. Decreto aprobado por el Papa Alejandro VII el 24 noviembre 1664. Se abrió el proceso antedicho el 9 de marzo y se cierra el 20 de junio 1665. El proceso fue llevado a Roma por el hermano Fr. Juan Diego Villalón, el cual emulara las virtudes y las actividades del antecesor Fr. Alonso Cueto. El Hno. Fr. Diego consiguió de Clemente IX el decreto de 27 de agosto1667 para discutir la validez del proceso. La Congregación de Ritos prosiguió la discusión de las virtudes del siervo de Dios. El Papa Clemente


X dio decreto para que en la próxima congregación de Sagrados Ritos se trate de una vez la cuestión de si constaban las virtudes y milagros. (N° 528) Por decreto del 25 de septiembre 1674 se aprobaron los milagros y el Papa Clemente X procedió el 25 de enero a la beatificación con el Breve Quemadmodum coelis Imperator: “Clemente Papa X para perpetua memoria. Y habiendo sido examinados los procesos que con autoridad apostólica hicieron saber la santidad de vida y virtudes, así teologales como morales en grado heroico, con madurez y diligencia por la congregación de los cardenales de la Iglesia Romana que presiden los Sagrados Ritos, afirmando haber respondido grandemente el siervo de Dios Francisco Solano de la Orden de Menores de San Francisco llamado de la observancia; y también haber sido esclarecido en los milagros que afirmaba haber Dios obrado por su intercesión para manifestar ante el mundo su santidad. En la misma congregación habida ante nos y oídos los sufragios de los consultores, ha sido unánime parecer que se podía proceder con seguridad a la solemne canonización de este siervo de Dios. Pero que entre tanto se concede la gracia de que en todo el mundo sea invocado como Beato. De ahí que nos, inclinados a los piadosos ruegos del amado hijo en Cristo Carlos Rey Católico de las Españas y de nuestra hija la Reina Mariana y también de toda la Orden de la Observancia, suplicas sobre este pedido, con autoridad apostólica concedemos por la presente que el siervo de Dios Francisco Solano reciba en adelante el nombre de Beato. Su cuerpo y reliquias se expongan, sin sacar procesiones a la veneración de los fieles. Celébrese Misa de Confesor no pontífice, la recitación del oficio, celebración en la misa se haga en Montilla pueblo natal del siervo de Dios, en Lima donde reposan sus restos y la región Tucumana”. (533) “Establecemos para el próximo 30 de junio se celebre en las iglesias del pueblo, ciudad, Provincia de los Doce Apóstoles y la Orden, solemnemente las fiestas de beatificación del siervo de Dios con oficio y misa” El 12 de marzo 1679 se publicó el Breve, se fijó los días 22 y 23 de abril del 1679 para las fiestas solemnes de la beatificación y la primera procesión con su imagen desde la catedral hasta el altar y capilla que se dedicó en la nave del Evangelio del templo san Francisco

LA CANONIZACIÓN (N°-539) La beatificación despertó gran entusiasmo, Fr. Diego Villalón hizo publicar en italiano el compendio de la “Vita del Beato Francesco Solano”


en Roma, 1675. El Año siguiente, 1676, el P. Pedro de Mena imprime la tercera edición de la vida y virtudes y milagros del apóstol del Perú el Beato Francisco Solano. Ese mismo año se traduce al alemán y se publica la segunda edición del P. Fr. Diego de Córdoba publicada en Munich con el título de “Leben Tugenden un wundeswerk desz Apostols von Peru” y aparecen otras obras en alemán. Luego aparece la primera vida en francés: “La vie du bienheareux Pere Francois Solano” (“La vida del bienaventurado Padre Francisco Solano”). El 10 de septiembre 1683 Inocencio IX permite abrir la causa de canonización. El 27 de febrero 1687, se dispensa el que pueda abrirse el proceso, por insuficiencia de la duda. Después de superar muchas dificultades de toda índole propias de estos casos. El 27 de diciembre de 1726 el Papa Benedicto XIII publico la Bula de canonización: “Ad fidelium Dei Servorum gloriam” y se hicieron las solemnes fiestas de su proclamación en la Basílica Vaticana. El Breve para la canonización llegó a Lima a principios del 1728: y la noticia auténtica de la canonización a fines de 1728. Al llegar la noticia del Breve, el Procurador General comunicó al Virrey y al Arzobispo. El virrey mandó se ilumine la ciudad por 8 días. El 24 de julio se celebró solemnemente la fiesta de San Francisco Solano. Después de la misa cantada se realizó la procesión por los claustros llevando las andas los cuatro regidores más antiguos y el estandarte el marqués de Santa María Alcalde de la Ciudad. Las campanas no se cansaron en su repiqueo, se hicieron fogatas, cohetes voladores, clarines, cajas y chirimías. Al llegar la noticia auténtica con la documentación pertinente decidieron celebrar solemnemente en septiembre de 1732, esperando se termine de pagar 10.000 pesos de los gastos de la canonización y se terminase de construir la gran sacristía del templo de San Francisco de Jesús de Lima.


"Vida de San Francisco Solano" de Fr. Emilio Carpio Ponce OFM se terminó de imprimir por encargo de la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú como homenaje y recuerdo del Año Jubilar por los 400 años de la muerte del santo (1610-2010). Convento de San Francisco de Jesús Lima, Perú Agosto de 2011

Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú


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