4 minute read

Santa Semana

La popular y centenaria festividad religiosa en el Centro Histórico de Lima. Cómo se celebró durante los últimos cien años.

Afinales del siglo XIX, la guerra del Pacífico y la ocupación de Lima por las tropas chilenas estancaron la vida social y religiosa de la capital del Perú. Fue en este momento en que dejaron de celebrarse las tradicionales ceremonias de Semana Santa. La influencia de las congregaciones religiosas extranjeras, las nuevas advocaciones y el resurgimiento de algunas ceremonias de Semana Santa fueron notables desde los primeros años del siglo XX. A todo esto, podemos sumar la llegada de otros cultos religiosos al Perú.

Advertisement

De la Semana Santa virreinal apenas quedaban algunas procesiones y tradiciones. Desde el siglo XIX se había dejado de realizar las procesiones de la Virgen de la Soledad, la del Vía Crucis de San Agustín, la procesión del Señor del Triunfo del Baratillo, entre otras.

A lo largo del siglo XX, las dos procesiones principales fueron: la procesión del Señor del Rímac y la procesión del Lignum Crucis o Señor del Santo Sepulcro. La del Señor del Rímac se realizaba el lunes y martes de la Semana Santa o, en algunos años, el mismo Viernes Santo. Los primeros años salió desde la iglesia Santa Liberata. En 1923, las andas del Señor fueron calcinadas en un incendio. Un año después, el presidente Augusto B. Leguía apadrinó la nueva imagen, obra del artista Epifanio Álvarez.

El Jueves Santo

En el siglo XX, la Semana Santa fue más que una celebración religiosa. El Jueves Santo se realizaba la Parada Militar en la Plaza Mayor, con la exhibición de armamentos y efectivos militares. El presidente salía desde Palacio de Gobierno acompañado de sus ministros rumbo a la Catedral de Lima para asistir a la misa de Jueves Santo. Concluida la ceremonia, el presidente, en compañía de las altas autoridades religiosas, se dirigía a la parroquia del Sagrario para guardar las sagradas formas en el tabernáculo. Allí recibía la llave de oro que debía regresar el Viernes Santo para la ceremonia del sermón de las tres horas. El Jueves Santo se realizaba la ceremonia del “Mandato”, donde el arzobispo lavaba los pies a 12 ciegos o pobres de la ciudad en señal de humildad, una ceremonia que con algunas variaciones aún se conserva. Fue realizada de manera sencilla en el Seminario de Santo Toribio y años después en la Catedral de Lima. Terminada la ceremonia, los ciegos o pobres eran agasajados con un almuerzo donde se les obsequiaba nuevos trajes. El mismo día, las damas de Lima hacían el recorrido de las siete estaciones, la mayoría de ellas con la tradicional mantilla de color negro que era lucida en los principales templos de la ciudad a donde acudían a visitar los monumentos o altares.

El Viernes Santo

La procesión del Lignum Crucis, que salía de la iglesia de Santo Domingo, fue retomada a par- tir de 1907. El Jueves Santo la imagen de Cristo era visitada por los fieles. El Viernes Santo, después del Sermón de las siete palabras, salía la procesión desde Santo Domingo, a las 4 de la tarde, se dirigía por el jirón Camaná, doblaba en el jirón Callao, continuaba por el Portal de Botoneros, el jirón Huallaga (antigua calle de Judíos), y volteaba por el jirón Lampa, antes calle de Santa Apolonia. Luego enfilaba por el jirón Junín, pasaba frente a Palacio de Gobierno y regresaba a Santo Domingo por el jirón Conde de Superunda. El orden de la procesión era el siguiente: primero salía la cruz alta, un guion o estandarte en manos de un religioso, luego la urna del Santo Sepulcro cargada en hombros por los caballeros de la archicofradía o miembros de la Unión Católica, después la reliquia del Lignum Crucis, una astilla de la cruz de Cristo que llegó al Perú en el siglo XVI. Al final iba la Virgen Dolorosa.

La procesión del Lignum Crucis fue la actividad central de la Semana Santa de Lima, la procesión más grande y multitudinaria de la ciudad, llegando a congregar a miles de limeños. En 1917, la revista Variedades informó que asistieron entre 25 a 30 mil personas, produciéndose empujones y contusos entre los fieles. Para evitar esto se organizó en los años siguientes una policía privada que controlaba el orden dentro del recorrido.

En 1925, la figura de Cristo fue cambiada por otra realizada por el escultor Telmo Quintana. Esta es la imagen que sale en procesión hasta la actualidad desde hace 98 años.

Procesión de las imágenes de la Virgen Dolorosa y el Señor de Burgos en Domingo de Ramos. La modernización de la Semana Santa

En 1916, en el cine Excelsior del Jirón de la Unión, se proyectó la película Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, era una película muda, con música de orquesta como fondo. La Semana Santa limeña se estaba modernizando. Años después, en 1947, llegarían las representaciones con actores de la vida, pasión y muerte de Jesús, realizadas en el coliseo Luna Park de Lima, a una cuadra de la plaza Dos de mayo, y también en el nuevo auditorio del Campo de Marte. Estos espectáculos y las funciones de cine se volvieron una nueva tradición de Semana Santa en el siglo XX, que luego llegaría a la pantalla chica con la masificación de la televisión.

La tradición frente a la modernidad fue una constante en la Semana Santa limeña. En las primeras décadas del siglo XX, los fieles presionaron a las autoridades municipales para suspender el tráfico vehicular en el centro de la ciudad durante el Viernes Santo, logrando ser escuchados en algunas ocasiones. En 1941 se iniciaron campañas para promover el uso de la mantilla entre las mujeres, pues cada vez eran más frecuentes ver damas vestidas de colores y con sombreros durante las ceremonias religiosas.

La modernidad también se vio reflejada con la llegada de costumbres extranjeras, como el huevo de Pascua que la marca D’Onofrio lanzó comercialmente en 1945. Atrás iba quedando la tradición de regalar pan dulce en los días de Semana Santa. En el siglo XX, algunas hermandades se fueron sumando a la celebración de la Semana Santa limeña. El 31 de marzo de 1985 la imagen del Señor del Santuario de Santa Catalina llegó hasta la Catedral de Lima, siendo recibido por monseñor Alberto Brazzini Díaz Ufano, desde entonces esta imagen preside la misa del Domingo de Ramos.

Este es un breve panorama de la Semana Santa limeña del siglo XX, que estuvo marcada por la multiplicación de otros cultos religiosos, la participación decreciente de autoridades del poder Ejecutivo y por algunas tradiciones que hoy han desaparecido. (Juan José Pacheco)

This article is from: