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PONER EN ORDEN
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El proyecto de reforma del estudio Kvorm ha transformado el desorden caprichoso de la casa original en unos espacios fluidos, con aberturas limpias y entradas de luz, con predominio de materiales naturales como la madera, el terrazo y el mármol de Carrara, y con el uso del blanco y tonos neutros.
FOTOS: THOMAS DE BRUYNE/PHOTOFOYER TEXTO: ANA BASUALDO
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La cocina, realizada por el estudio Kvorm con mobiliario de la colección b3 con acabado laminado blanco, de bulthaup, responde al esquema general del proyecto, que busca la homogeneidad cromática de los espacios. Sillas pp505, diseño de Hans J. Wegner para PP Møbler.
El comedor se ha ubicado junto a la amplia cristalera para obtener buena luz natural y vistas del jardín. Mesa Wedge, de Arik Levy para Living Divani. Las sillas son el modelo Pausa, de Flexform. La lámpara de supensión es la Lutetia, de Garnier & Linker. El banco es el modelo Bar Bench, un diseño de Hans J. Wegner de 1953 para PP Møbler. En el techo, dos luces directas de Viabizzuno.
El contenedor es el modelo Modular, de Ferruccio Laviani para Emmemobili. Jarrón, de John Pawson para When Objects Work.
El estar comparte espacio con el comedor, por lo que goza de las mismas vistas y luminosidad que la zona de comedor. En el estar, el sofá componible es el modelo Groundpiece, con chaise-longue, un diseño de Antonio Citterio para Flexform, tapizado con cuero agamuzado. El suelo de esta zona de día, que cuenta también con biblioteca, es de tablones de madera maciza de roble.
En el vestíbulo de entrada, que se abre a doble altura, el suelo y la escalera se han pavientado con terrazo natural, que luego se repite en la cocina. La banqueta es de la firma Stellar Works. La lámpara de supensión es la Fog, un diseño de Front para Zero Lighting. Desde aquí se accede a la zona de día, en el mismo piso, y a la zona de dormitorios a través de la escalera.
En este rincón de estar, al que se accede a través de puertas de cristal enmarcadas con perfil de acero pintado de negro, la mesa de centro elegida es la Eye, diseñada por el arquitecto danés Finn Juhl que edita ahora Finn Juhl’s Furniture. La alfombra es del fabricante JoV. Otras piezas vintage conforman un ambiente refinado que homenajea al buen diseño.
En la estancia dedicada a biblioteca y estudio, tres ventanas introducen abundante luz natural. Como sillón de lectura, la butaca con otomana Lounge, diseñada en 1956 por Charles y Ray Eames, que edita Vitra. Lámpara de pie de la marca Midgar, diseñada por Curt Fischer en 1930. Mesa de estudio, de Maxalto. Silla pp501, de Hans J. Wegner para PP Møbler. Lámpara de sobremesa Pipistrello, de Gae Aulenti para Martinelli.
En el comedor exterior, una mesa de Tribù, modelo Tao, diseñada por Monica Armani y construida con hormigón. A su alrededor, las sillas Bertoia, diseñadas en 1950 por Harry Bertoia y editadas actualmente por Knoll. En el office, las sillas pp505, de Hans J. Wegner para PP Møbler.
En el baño de cortesía, una peana de piedra natural soporta el lavamanos, también de piedra, de Dominique Desimple. Grifería, de Cea Design; lámpara, de David Pompa, y espejo, de Stellar Works.
En el exterior, el ladrillo se ha pintado de blanco para que su huella sea visible. Se ha solado con Pietra de Medici. La maceta es de Atelier Vierkant. Lámpara 265, de Paolo Rizzatto para Flos.
JAN DE BRUYCKER, KVORM
Sillón Zoe, de Studio Lievore Altherr Molina para Verzelloni. La lámpara es el modelo Elements, diseño de Note Studio para Zero Lighting.
En este dormitorio, donde impera la sencillez, la librería Mate, de Florian Asche para e15. Ropa de cama y alfombra, de The Alfred Collection.
El blanco (con acentos del gris al negro) y el uso de materiales naturales son los recursos fundamentales del nuevo diseño, lo que se puede ver en este dormitorio, donde el mobiliario a medida se ha lacado de blanco y la ropa de cama es de lino en tonos grises, de la firma The Alfred Collection, al igual que la alfombra.
ra una casa impersonal y desordenada, con una mezcolanza de materiales y colores sin ninguna clase de afinidad. El proyecto de reforma de Kvorm la ha despojado, tanto en el interior como en el exterior, de aquella abundancia de adorno lujoso y aquel desborde cromático gratuito. La estrategia trazada por el proyecto sería opuesta, en busca de un todo homogéneo, con una estética contemporánea y a la vez atemporal. El blanco (con acentos del gris al negro) y el uso de materiales naturales serían recursos fundamentales del nuevo diseño. Las puertas se reducirían a la mitad y las restantes se reemplazarían por aberturas limpias, sin marco. Resurge aquí la idea de que la importancia de la arquitectura se basa en que somos diferentes en lugares diferentes. Lugares que excitan nuestro lado irritable y otros que lo aplacan y que alientan un optimismo sosegado. Colores y texturas que tienen la virtud de recibir y acompañar a quien cruza el umbral de una casa en vez de aturdir con caprichos chillones. Lo frívolo no es funcional, dice un lema. Y otro avisa que lo dogmático limita la libertad. La opción por el blanco y los tonos neutros no ha limitado aquí la elección de un único mueble en color vivo, en el comedor con pavimento de madera maciza y un ventanal de suelo a techo que deja ver el jardín. El comedor, la sala de estar y el despacho son espacios que fluyen, desbordando uno en otro a través de la planta. El mismo suelo de madera, en toda esta zona, favorece la sensación de fluidez. En la cocina, el suelo cambia por terrazo natural. Mosaico en mármol de Carrara en el baño principal y, en el de visitas, acabado en tadelakt de suelo a techo. La zona de noche destinada a huéspedes, en la planta superior, es en gran parte blanca, con toques ocres y grises y el chorro de luz que entra por la claraboya. n