Luchadores - Prodern

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LUCHADORES CRÓNICAS INSPIRADORAS DESDE SEIS COMUNIDADES DE HUANCAVELICA, AYACUCHO Y APURÍMAC, QUE TRABAJAN POR CONSERVAR Y APROVECHAR MEJOR SU PATRIMONIO NATURAL Testimonio de trabajo del Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales

PRODERN 1


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2 - PRODERN


LUCHADORES CRÓNICAS INSPIRADORAS DESDE SEIS COMUNIDADES DE HUANCAVELICA, AYACUCHO Y APURÍMAC, QUE TRABAJAN POR PRESERVAR Y APROVECHAR MEJOR SU PATRIMONIO NATURAL Testimonio de trabajo del Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales

PRODERN


LUCHADORES es una publicación de: Ministerio del Ambiente – Viceministerio de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales. Dirección General de Evaluación, Valoración y Financiamiento del Patrimonio Natural. Dirección General de Diversidad Biológica. Dirección General de Ordenamiento Territorial. Agencia Belga de Desarrollo – CTB Perú. PRODERN – 1 Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales en Ayacucho, Huancavelica y Apurímac Erasmo Otárola Acevedo / Coordinador Nacional. Fred Prins / Asesor Técnico Internacional. César Abad Pérez / ATN Ordenamiento Territorial. Floriberto Quispe Cáceres / ATN Gestión Ambiental - Huancavelica. Sonia Vidalón Palomino / Comunicación e Incidencia. Calle 2 de Mayo 1545. San Isidro, Lima, Perú. Teléfono: 421-8004 http://prodern.minam.gob.pe proyecto-prodern@gmail.com

Agradecimientos: Gobiernos Regionales de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica. Municipalidades Distritales de Cabana, Carmen Salcedo, Huayana, Pomacocha, Santa Ana y Pilpichaca. Comunidad Campesina de Carmen Salcedo. Comunidades de Huayana y Pomacocha. Comunidades de los distritos de Pilpichaca y Santa Ana.

Concepto, diseño edición y contenidos. Fotografías: Daniel Silva Yoshisato Textos: Marco Avilés y David Hidalgo Mapas: Gigi Salas Lúcar - Víctor Aguilar Editores recreativos: Qori, Maqui y Piji

Distribución gratuita. Prohibida su venta Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú: 2013-18851 Primera edición: Diciembre de 2013


Gestores ancestrales. Por Gabriel Quijandría Sol de mediodía. Por Guy Castadot ¿Qué es el PRODERN?

Ordenamiento Territorial Cantalicio el alpaquero

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Cientos de años antes de la ZEE

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Jóvenes ambientalistas

48

El retorno de los venados

50

Conservación y uso sostenible de la diversidad biológica La ruta de los espejos de agua

61

Una despensa para los animales

64

Retorno de la tierra prometida

66

¿Podemnos sembrar el agua?

68

El futuro es un ovillo de lana

74

«Nuestra sobreviviencia es nuestro ganado»

76

Tenemos grandes proyectos

80

Puesta en valor del patrimonio natural

Índice

Créditos

Quinua negra

91

La conquista de Mistura

92

Distritos de agrobiodiversidad

96

Sapos amarillos

98

El yachachiq del agua

99

«Queremnos evitar los daños del cambio climático»

102

Ajos, hierbas y orines

103

Guardianes de la papa

106

El reino de Diógenes

110

Prudencio anuncia la lluvia

112

El secreto del buen vivir

116



HabĂ­a una vez seis pueblos...


Laguna Choclococha. Huancavelica


Daniel Silva


GESTORES ANCESTRALES Gabriel Quijandría Viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales

La presente memoria no es un informe más de un proyecto. Es una mirada desde el otro lado, una crónica con testimonios de vida. En las siguientes páginas se documenta la voz de los verdaderos luchadores de la gestión estratégica de los recursos naturales que el PRODERN (Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales en Apurímac, Ayacucho y Huancavelica) apoya en las zonas intervenidas. Guardianes de nuestra agrobiodiversidad, sembradores de agua, restauradores de praderas, son los gestores ancestrales de nuestro territorio.


«Aquí hay muchas ansias de trabajar». Estas palabras finales del documento, pronunciadas por una lideresa de la Comunidad de Andamarca, en Ayacucho, marcan el inicio de la puesta en valor del patrimonio natural de los Andes peruanos: ecosistemas de montaña, región agrobiodiversa y cuna de recursos naturales. Dicha puesta en valor tiene el objetivo de fortalecer la gestión ambiental descentralizada para la conservación y aprovechamiento sostenible de la diversidad biológica y del patrimonio natural del país. PRODERN desarrolla un modelo de gestión estratégica de los recursos naturales, al adaptar el enfoque de la economía a los ecosistemas y la biodiversidad en los escenarios altoandinos. Este modelo y su implementación buscan generar información que retroalimente los instrumentos de gestión ambiental y permita el desarrollo de políticas públicas que promuevan la conservación, restauración y manejo del capital natural. Este nuevo enfoque

del PRODERN permitirá que las comunidades aledañas al proyecto gocen de bienestar y economías sustentables. Asimismo, esos ecosistemas podrán seguir brindando bienes y servicios naturales a los poblados y a las principales ciudades ligadas a estos beneficios. El Ministerio del Ambiente es consciente de que las comunidades rurales con mayores índices de pobreza son las que más dependen de la buena gestión de los recursos naturales y del mantenimiento del flujo de bienes y servicios ecosistémicos. Por lo tanto, son las más vulnerables al deterioro o degradación del patrimonio natural. De esta manera, los Luchadores, guardianes de nuestra agrobiodiversidad, sembradores de agua, restauradores de praderas, gestores ancestrales del territorio, serán respaldados y fortalecidos por el Estado para que sigan ejerciendo su primordial papel en el manejo y conservación de los ecosistemas altoandinos.


SOL DE MEDIODÍA Guy Castadot Representante Residente de la Agencia Belga de Desarrollo

Como Representante Residente de la Agencia Belga de Desarrollo CTB en el Perú, es un gusto asociarme al Viceministro del Ambiente para presentar este lindo documento que resume la labor de PRODERN. Bélgica y el Perú trabajan juntos con tres gobiernos regionales, los gobiernos locales y la población beneficiaria para poder manejar los recursos ambientales de la manera más racional y sostenible posible. Más allá de todos los discursos, prefiero dejarles dos poemitas que expresan parte de lo que estamos viviendo con sus habitantes, en esas tierras tan llenas de historia y de vida. Ellos merecen todo nuestro profundo respeto y cariño.


CÓNDOR Ya viene el vuelo de la ave Del cóndor por la nube Negra pesadilla maravillosa Como el destino, como la vida que se va No estoy temblando, es un temblor nomás De la tierra angustiosa, y tú me miras No estoy sudando, es el calor nomás Sol de mediodía, se secan mis aguas

Brillante mi sangre, ya no me duele Viene la noche, todo me parece dulce Nadie se pierde andando por el bosque Ni castigo ni falta, sólo una ardiente serpiente El pasado quizás me está esperando Sombras de alas me esconden el cielo No veo ni mal dios, ni buen diablo Sólo un hombre, pero sonriendo


¿QUÉ

PROD 4 1


ES EL

ERN? 5 1


E

n un mundo lleno de paradojas como los Andes, hay una en particular que asombra a los que recorren sus montañas: ¿Cómo es que un territorio tan rico en recursos naturales puede ser a la vez el escenario donde viven pueblos aún tan pobres? La riqueza de los parajes andinos salta a la vista como un gran tesoro expuesto al aire libre. Los ecosistemas de montaña, la diversidad agrícola y la suma de todos los recursos animales, vegetales y minerales son el capital natural de estas regiones. Pero hasta ahora esta riqueza ha contribuido poco a una verdadera inclusión y desarrollo de las comunidades. A lo largo de los siglos, las poblaciones locales han aprovechado esas fuentes para abastecerse de alimento, crear sus herramientas y para intentar, de manera esquiva, su propio desarrollo. Tales recursos (sus características, sus orígenes) no son reconocidos ni valorados en el mercado en todo su potencial. De

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esta manera, aquel desarrollo que ansían las comunidades aún es –como decía el historiador Jorge Basadre– una promesa. Un ejemplo es lo que ocurre con las papas nativas que se producen sobre los cuatro mil metros de altura. En cualquier restaurante gourmet serían productos de lujo por los que el comensal pagaría fuertes sumas. Pero en los mercados cercanos y vinculados a las comunidades productoras, las papas nativas no suelen ser apreciadas en toda su magnitud y se compran y venden a precios muy bajos, como si todos los componentes maravillosos que intervinieron en su crecimiento no tuvieran valor: los suelos, la altura, el agua, la luz, las semillas, la tecnología, el saber ancestral de quienes producen dichos tubérculos. A paradojas como ésta se enfrentó el Programa de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales (PRODERN) cuando, en el año 2011, comenzó a intervenir en la zona más deprimida de los Andes peruanos:

Huancavelica, Ayacucho y Apurímac, las tres regiones con los mayores índices de pobreza y pobreza extrema del país, pero que a la par poseen un patrimonio natural inmenso y poco valorado. El objetivo del PRODERN es claro y a la vez complejo como la realidad andina. ¿Se puede reducir la pobreza local motivando a las poblaciones y a sus autoridades a gestionar su patrimonio natural? ¿Está la llave del desarrollo oculta en las tierras y en las aguas de las mismas comunidades?

El PRODERN es un programa que se enfoca en la zona conocida tradicionalmente como «Trapecio Andino». Es el resultado de un convenio de cooperación firmado entre el Gobierno Peruano y el Reino de Bélgica, en marzo de 2010. Gracias a este acuerdo se creó un fondo de 2.717.115 euros que deben ser invertidos hasta abril de 2013.


El objetivo del PRODERN es claro y a la vez complejo como la realidad andina: contribuir a la reducción de la pobreza motivando a ciudadanos y autoridades a gestionar su patrimonio natural.

Dichos recursos son gestionados por ambas partes: el Ministerio del Ambiente, por el lado nacional; la Agencia Belga de Desarrollo, por el lado europeo. El PRODERN, como programa y grupo humano de trabajo, nace de esta unión. Sus objetivos son dos: El general: Reducir la pobreza en un medio ambiente caracterizado por la sostenibilidad de su patrimonio natural. El específico: Que el Ministerio del Ambiente y los tres gobiernos regionales –de Huancavelica, Ayacucho y Apurímac– gestionen mejor el patrimonio natural y lo hagan con una visión estratégica. Para lograr esas metas, el PRODERN trabaja con cuatro componentes: 1. Ordenamiento territorial. 2. Diversidad biológica. 3. Puesta en valor del patrimonio natural. 4. Comunicación e información.

Visto de una manera amplia, este proyecto quiere demostrar que las comunidades andinas pueden labrar su propio desarrollo si es que aprovechan mejor sus maravillosos recursos naturales. Dos años después del inicio de actividades del PRODERN, hay varias historias que contar.

El PRODERN decidió trabajar en seis distritos de este gran sector de los Andes: • Cabana y Carmen Salcedo, en Ayacucho. • Pilpichaca y Santa Ana, en Huancavelica. • Huayana y Pomacocha, en Apurímac. Estas son localidades ideales para el desarrollo de los proyectos piloto pues presentan tres escenarios diferentes para la gestión de los recursos naturales. Los distritos de Huancavelica

tienen como mayor patrimonio natural los servicios hidrológicos que prestan los ecosistemas de praderas altoandinas. En los distritos seleccionados en Ayacucho, están la riqueza cultural y la belleza escénica propia de un valle tan antiguo como el del Sondondo. Y en Apurímac (provincia de Andahuaylas), la gran agrobiodiversidad de papas, maíces y granos andinos. Esta variedad de escenarios –cada uno con su propia complejidad y retos– aumenta la capacidad de réplica de las experiencias de gestión estratégica de los recursos naturales que el proyecto viene impulsando.

Hay distintas maneras de entender la relación que existe entre el hombre y su medio ambiente. La naturaleza, desde un punto de vista, es un gran sistema que nos presta servicios. 17


Huancavelica Santa Ana

Huancavelica

2000 habitantes

Huamanga

Cuenca del rĂ­o pampas 23.113 km2

Pilpichaca 3500 habitantes

Huayana

Ayacucho

975 habitantes 3500 habitantes

Carmen Salcedo 3500 habitantes

18

Abancay

Pomacocha

Cabana Ica

1000 habitantes

ApurĂ­mac


Cuidarla, aprovecharla o, por el contrario, desatenderla o ignorarla son actitudes que tendrán un efecto directo en la salud y en la economía de los pueblos. Científicos y expertos de más de cuarenta países han evaluado cuáles son los beneficios de la biodiversidad y los perjuicios de no protegerla. Este gran estudio universal se gestó como propuesta de los ministros del ambiente del G8+5, reunidos en Alemania en el año 2007, y desembocó en una nueva manera de ver y entender el potencial de la riqueza natural. El informe TEEB (Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad, en castellano) es una iniciativa que, en concreto, quiere llamar la atención sobre los beneficios económicos que rinde el aprovechamiento cuidadoso del medio ambiente. El PRODERN ha llevado consigo este enfoque hasta los escenarios altoandinos donde interviene. El trabajo desarrollado allí se enmarca en una gran corriente mundial de revaloración del medio natural y de desarrollo humano. La meta es que las experiencias exitosas en las comunidades donde

se trabaja puedan servir de insumo para retroalimentar la Política Nacional Ambiental, y para que el Estado desarrolle nuevas y mejores políticas públicas para los Andes. Es decir: •Que sea un hecho cotidiano apostar por conservar, restaurar y manejar el capital natural de manera eficiente. •Que se generen economías limpias que reduzcan la contaminación. •Que se implementen estrategias frente al cambio climático. Como todo proyecto piloto, las iniciativas del PRODERN están diseñadas como si fueran semillas. El objetivo es que crezcan y se multipliquen con el tiempo en otras regiones. Para lograrlo, es vital la cogestión o suma de fuerzas de tres direcciones generales del Viceministerio de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del Ministerio del Ambiente: •Dirección General de Ordenamiento Territorial, DGOT. •Dirección General de Evaluación, Valoración y Financiamiento del Patrimonio Natural, DGEVFPN. •Dirección General de Di-

versidad Biológica, DGDB. Todos estos vientos soplan en la misma dirección. Este libro es un recorrido por todos los escenarios y comunidades donde el PRODERN está sembrando esas semillas de cambio. Los resultados son consecuencia directa del compromiso de los comuneros, de los funcionarios del Ministerio del Ambiente y de los gobiernos regionales y locales. En cada una de las historias que vendrán a continuación se conocerán las distintas herramientas que el PRODERN ha utilizado: • Asesorías técnicas. • Consultorías para recoger información sobre el patrimonio natural de cada región. • Proyectos piloto implementados en las comunidades a través de fondos a los que postulan las poblaciones (fondos concursables). • Estudios e investigaciones. • Publicaciones y comunicación. Y, junto a todo ello, se podrá conocer de manera directa el entusiasmo que el desarrollo sostenible puede generar en los ciudadanos de los Andes. 19


ORDENA

TERRI


MIENTO TORIAL


E

l territorio de un distrito es un capital diverso que las personas pueden usar de distintas maneras, para diferentes actividades. Para hacerlo de la manera más óptima y sostenible (generando riqueza sin depredar), es preciso que los habitantes conozcan cuáles son las potencialidades y limitaciones de cada porción de ese territorio. El Ordenamiento Territorial es una política de Estado, un proceso político y técnico administrativo de toma de decisiones concertadas con los actores sociales, económicos, políticos y técnicos, para la ocupación ordenada y el uso sostenible del territorio. Gracias a ella, los líderes y autoridades pueden tomar mejores decisiones en beneficio de la comunidad y su territorio. También les ayuda a priorizar adónde deben dirigirse las inversiones públicas y privadas. El Ordenamiento Territorial es el resultado de un largo proceso de trabajo y conocimiento. Para llegar a él, deben evaluarse los aspectos físicos, biológicos, sociales, económicos y culturales de una localidad. La Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) es un instrumento técnico que per-

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mite la caracterización del territorio para la identificación de alternativas de uso sostenible, teniendo en cuenta la evaluación de sus potencialidades y limitaciones. El objetivo final es que los distritos y sus comunidades puedan planificar la ocupación ordenada del territorio y el uso del suelo.

Gracias a la ZEE una comunidad puede saber qué riquezas y recursos tiene dentro de su territorio. Existen conocimientos ancestrales sobre la aptitud del territorio. Esta información es también utilizada dentro del proceso de ZEE. El PRODERN se ha concentrado en elaborar las ZEE a nivel micro de cuatro distritos: •Cabana y Carmen Salcedo, en Ayacucho; •Huayana, en Apurímac; •Pilpichaca, en Huancavelica, donde pronto comenzarán las tareas. Se realizaron varios estudios con gran nivel de detalle. Esto significó que:


•Los técnicos tomaron y analizaron más de mil muestras de suelos. •Estudiaron la calidad del agua en todas las subcuencas de las comunidades. •Levantaron la cartografía detallada de los sistemas de producción agrícola en andenes. Esto permitió conocer que al menos trescientas hectáreas de esta infraestructura data de épocas prehispánicas. El área total equivale a trescientas manzanas de casas de una ciudad. •Estudiaron más de 60.000 hectáreas de praderas y pastizales (agrostología). •Estudiaron las dinámicas económicas en el territorio. •Estudiaron las prácticas ancestrales de manejo del territorio e identificaron los lugares sagrados para la población.

Es importante que en la ZEE participen los diferentes actores locales. Son ellos los que más adelante se encargarán de emplear el conocimiento para los fines que la localidad decida, por ello se conformaron los Comités Técnicos Locales. Sus integrantes participaron en jornadas de capacitación para aprender a leer mapas, manejar GPS y también para usar el Sistema de Información Geográfica. De esta manera, tienen mejores herramientas para poder usar la información de la que ahora disponen. El conocimiento obtenido a través de la ZEE en estas localidades se está empleando para implementar (con fondos concursables del PRODERN) algunos proyectos en zonas alpaqueras de Ayacucho, como se podrá leer a continuación.

La Zonificación Ecológica y Económica (ZEE) permite identificar la aptitud y limitaciones del territorio para diferentes alternativas de uso.

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Zonificación para el manejo de una moya Unidades de posesionarios sujetas a zonificación familiar para su manejo. Zonas lineales de protección por presencia del Qhapaq Ñan.

Clausura temporal de praderas y crianza de camélidos.

Zonas de tratamiento especial por valor arqueológico.

Zonas de manejo de vicuñas. Lugares sagrados intangibles. Clausura temporal de praderas, crianza de camélidos, prácticas de crianza del agua y protección paisajística.

Zonas de crianza de camélidos, protección y ampliación de bofedales. Zonas con potencial para la acuicultura.

Conservación de praderas mediante sistemas de rotación.

Sistemas de rotación, prácticas de crianza del agua y protección paisajística.

Zonas de tratamiento especial por presencia de corrales ancestrales.


Pastoreo de alpacas machos de abril a diciembre, y pastoreo de crías.

Pastoreo extensivo de vacunos

Zona de uso especial por presencia de corrales ancestrales

Pastoreo de alpacas hembras entre mayo - noviembre

Zona de protección por producción de agua Manejo de ccochas Pastoreo de alpacas hembras entre diciembre - abril

Bofedal existente con manejo de acuerdo a su soportabilidad

Zona de bofedales ampliada el 2013

Implementación de corrales y cobertizos Suelos con minerales para el pastoreo de alpacas (alcaparrosa) Zona de ampliación de bofedales proyectada al 2014

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Luichumarca. Cabana. Ayacucho

Daniel Silva


AYAC CARMEN SALC


UCHO EDO – CABANA



CANTALICIO, EL ALPAQUERO Hay un hombre solitario llamado Cantalicio que habita las alturas de Andamarca, en una de las zonas más alejadas de Ayacucho, y siempre está de buen humor. Es un criador de alpacas en el área de intervención del PRODERN (Proyecto de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales), y puede dar fe de que, a pesar de su ubicación en el mapa, ahora es parte de un gran programa de progreso y de una renovada lógica de trabajo. Para emprender el desarrollo y administrar bien los recursos naturales es vital que las personas conozcan bien el territorio donde viven, con todas sus potencialidades y también sus debilidades. El ermitaño Cantalicio es parte de un cambio colectivo. Su estancia es una casa de piedra en medio de la puna. Para visitarlo hay que atravesar un extenso territorio cubierto de ichu donde, de vez en cuando, es posible observar a algunos de sus animales. Varios parajes de ese trayecto es-

tán sumidos en una densa neblina. Pero otros sectores lucen como una alfombra de intenso color verde, profanada por una encrucijada de riachuelos. Cantalicio Tito pasa tres meses al año en ese lugar, para luego mudarse a otro que será igual de agreste, y luego a otro, de acuerdo al régimen de rotación que los alpaqueros acostumbran para buscar pastos. La buena noticia es que ahora tiene un cerco de diez hectáreas que ha reservado durante los próximos tres años para el futuro alimento de su ganado. El cerco es una especie de almacén vivo de pastos y una herramienta novedosa que los criadores de la zona están desarrollando dentro de un proyecto financiado con los fondos concursables (o capital semilla) del PRODERN en los distritos de Cabana y Carmen Salcedo, al que Andamarca pertenece. Parece una vida solitaria la de este hombre, pero la verdad es que Cantalicio Tito vive en estrecho contacto con otros alpaque-

ros que están replicando la misma experiencia. La Asociación Apus de Andamarca trabaja con el PRODERN en un programa de recuperación de pastos naturales que apunta a mejorar la calidad de vida del ganado y, en consecuencia, de esa comunidad. Parte de la ayuda ha sido la compra de los materiales que han servido para levantar los cercos como el que usa Cantalicio. Pero el aporte principal de PRODERN en esta historia no son los recursos económicos sino la mirada estratégica que ha logrado sembrar entre la población. El primer paso de la intervención de PRODERN fue realizar estudios sobre la calidad de los pastos, los suelos y el agua, entre otros análisis necesarios para establecer la Zonificación Ecológica y Económica (ZEE). Con esa información, los comuneros ahora saben qué recursos tienen y cómo deben usarlos mejor. Y, por supuesto, pueden priorizar dónde y a qué proyectos deben destinarse las inversiones. Esta historia se puede contar en dos capítulos:

1) Se inició un gran mapa de los terrenos de la localidad, la llamada Zonificación Ecológica y Económica, donde se podrán apreciar los diversos territorios y los recursos que en él existen. 2) Con la información que se ha comenzado a obtener a partir de ese trabajo, se ha invertido un pequeño capital semilla (fondos concursables) en una de las actividades que requería mayor atención: el cuidado de los pastos naturales que sirven de alimento a las alpacas. Veamos esta historia con más detenimiento, dejemos un momento a Cantalicio, y revisemos los conceptos. La ZEE constituye uno de los instrumentos técnicos sustentatorios para el ordenamiento territorial. Se emprende para identificar las diferentes maneras en que se puede usar un territorio de manera sostenible. Para eso, se evalúan sus potencialidades y limitaciones desde diferentes puntos de vista: físicos, biológicos, sociales, económicos y cul31


Cantalicio Tito.Andamarca (Carmen Salcedo)


Max Cabello


Con la ZEE que el PRODERN impulsa, las comunidades tendrรกn una herramienta mรกs fina para elaborar sus proyectos de desarrollo.


turales. La ZEE produce información valiosa para que las comunidades andinas tomen sus decisiones. El PRODERN, en particular, está impulsando los procesos de ZEE en los distritos de Cabana y Carmen Salcedo a un nivel micro. Es decir, se apunta a obtener información a un nivel de detalle mayor. De esta manera, las comunidades tendrán una herramienta más fina a la hora de elaborar, aprobar y promocionar sus proyectos de desarrollo. De igual manera, podrán desarrollar planes de manejo de las diferentes áreas dentro de la localidad e incluso planificar su desarrollo urbano. Antes de empezar a trabajar en este gran registro, PRODERN tuvo que responder algunas preguntas: 1. ¿A quiénes les serviría la información de la ZEE (demandantes)? ¿Cuál es el nivel de detalle que los demandantes requieren para tomar sus decisiones? 2. ¿Cuáles son los actores que intervienen a la hora de tomar decisiones sobre el territorio dentro de la localidad? 3. ¿Cuáles son las variables, indicadores y metodologías más adecuadas y de menor

costo para que las personas (demandantes) obtengan la información que necesitan? Para entender los dos primeros puntos, PRODERN realizó reuniones y talleres dentro de las localidades. Los técnicos entrevistaron a comuneros y autoridades y acompañaron a muchos de ellos en sus rutinas de trabajo. De esta manera, se pudo conocer de manera directa 1) qué información necesitan las personas para realizar sus funciones y actividades económicas y 2) cómo así toman sus decisiones. Al final, en el caso de Cabana y Carmen Salcedo, se concluyó que, tanto los comuneros como las autoridades (demandantes), necesitan saber: 1) Qué cultivos pueden sembrar según el tipo de suelo y el clima previsto para una campaña agrícola exitosa. 2) Los precios de los productos en el mercado. Durante la intervención del PRODERN, se observó, por ejemplo, que el tipo de propiedad determina cómo se toman las decisiones sobre el territorio. En Cabana, en específico, existen terre-

nos comunales y terrenos de posesionarios (moyas). Los primeros dependen de las decisiones de los comuneros y los segundos, directamente de sus propietarios. La información de la ZEE deberá ser útil para ambos demandantes: la comunidad y los individuos. Hay una herramienta muy útil para corregir y perfeccionar el desarrollo de la ZEE: conocer lo que ocurre directamente en algunos proyectos piloto donde el PRODERN invierte capital semilla (fondos concursables). Allí, en la pura realidad, se puede observar cómo las autoridades y comuneros usan la información y a partir de ello se puede mejorar la metodología de la ZEE. En Cabana y Carmen Salcedo, se ejecutan cuatro proyectos con los fondos concursables del PRODERN: 1.«Mejoramiento de las capacidades en gestión ambiental y agrícola en el sector Chimpa de la comunidad de Andamarca del distrito de Carmen Salcedo». Aquí los avances de la ZEE advertían que las personas tenían un conocimiento limitado de las prácticas y tecnologías agrícolas; que no había

módulos de capacitación; que el agua era escasa; y que la gestión organizacional y de recursos naturales era muy limitada. 2.«Manejo adecuado de los recursos naturales para el mejoramiento genético de alpacas en la comunidad de Cabana». Aquí los avances de la ZEE del distrito informaban que los recursos naturales y el agua se manejaban mal; que los suelos se perdían debido a la erosión; y que los espejos de agua tenían poca capacidad. Además, el pasto era escaso y de mala calidad y, por lo tanto, la producción ganadera había decaído. En resumen: el bajo nivel de cultura ambiental se relacionaba con la deficiente producción de fibra de alpaca. Los avances de la ZEE proporcionaban información valiosa para encontrar las soluciones. Por ejemplo, ahora se tiene un inventario de espejos de agua (lagunas) y se sabe en cuáles se puede aumentar la capacidad de almacenamiento. El estudio agrostológico, por otro lado, permite saber cuántos animales por año pueden soportar los pastos. Así se pueden plantear las estrategias más adecuadas

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«Aquí hay muchas ansias de trabajar», que debe seguir cada propietario o posesionario. Ahora volvamos a Andamarca, a las vidas de Cantalicio y su comunidad. Una sensación de orden se percibe en el local comunal de los alpaqueros, una casa de adobe con paredes enlucidas de amarillo frente a la plaza principal del pueblo. En la habitación principal se han reunido media docena de hombres y mujeres alrededor de una mesa. A la cabeza de la reunión está una mujer de contextura gruesa. Unos anteojos ovalados enormes le dan un aire de reflexiva autoridad. Es la señora Marciana Quillas Tito, la vicepresidenta de la asociación y la primera mujer en ocupar ese cargo. Ella es una optimista de gestos 36

serenos. «Aquí hay muchas ansias de trabajar», dice sobre el espíritu que impera entre los miembros de su organización. El vaivén de varias cabezas lo confirma. La principal evidencia es que de los doce asociados, diez han participado en los trabajos de cercado y siembra de pastos. Los resultados deben asegurar forraje para mediados de año. «Somos los que sabemos responder a nuestros animales», dice Quillas con un gesto de seguridad. Sobre la pared, un papelógrafo establece mes a mes la secuencia del calendario alpaquero: desde la aparición, entre diciembre y enero, hasta la esquila, entre noviembre y diciembre. Un técnico agropecuario del

PRODERN llega dos veces al mes para asesorar a los productores en cada etapa. A pesar de las evidencias, el sembrío más prometedor no es el pasto que alimenta a los animales. Es el conocimiento que circula entre las personas gracias a los trabajos realizados hasta ahora para contar una ZEE, como se verá a continuación. La comunidad acaba de culminar la esquila del ganado y el resultado ha vuelto a ser favorable. «Antes vendíamos toda la lana junta, no sabíamos separarla», dice la vicepresidenta. El acopio se realiza en una habitación contigua. Allí se hace la selección de las cuatro categorías de fibra: extrafina, que es la mejor y más cotizada, y a continuación la fina, semifina

y gruesa. Cada alpaquero trae su producto a la sede de la asociación y llena una ficha con la información al detalle de lo que entrega. El lote completo es vendido a un intermediario. Al final, cada productor recibe el ingreso que le corresponde. El sistema funciona bien, al punto que el ganadero Alberto Damián Díaz está convencido de que ahora tiene una vida de más calidad que la que tuvo cuando trabajaba como panadero en Mala. Damián había emigrado por miedo al terrorismo que asoló la zona durante los años ochenta. Le tomó casi una década tomar la decisión de regresar a su pueblo. «Los corrales estaban abandonados», dice recordando otros tiempos. Ahora tiene


dice Marciana Quillas, en la comunidad de Andamarca. doscientas alpacas con las que aspira a consolidar el bienestar de su familia. El reto de ahora es asegurar los pastos para mantener la vida en equilibrio. «En un taller nos han explicado cuántos animales podemos tener», señala Emiliano Poma Flores, un hombre de rasgos apacibles y bigotes ralos, que para mayores señas es el esposo de la vicepresidenta. Se refiere a la cantidad de alpacas que pueden pastar en una extensión determinada de terreno. Es exactamente lo que se desprende del estudio agrostológico de la ZEE, y ahora se ve cómo el conocimiento ha calado en la población local. Poma tiene dos corrales, uno de setenta hectáreas y

otro de cincuenta, en distintos sectores de Andamarca. Con ambas parcelas puede alimentar a un máximo de quinientas cabezas de ganado. Por ahora, él y su familia poseen alrededor de trescientas. Todavía les queda un margen holgado, pero ya están tomando previsiones. Poma no quiere exponerse a una crisis como la que afecta a muchos alpaqueros de otros sectores altoandinos. Como la que le afectará también a él si la falta de agua se acentúa. «Necesitamos extender los bofedales», dice la señora Marciana Quillas Tito mientras una repentina llovizna repiquetea sobre las calaminas. La tierra empapada y las calles lavadas son un paisaje temporal. Como advierte el

avance de la ZEE, la realidad es que hay pocas fuentes de agua. En unos meses más, el viento volverá a ser frío y habrá que estar preparados. Por lo pronto, la comunidad ha logrado sacar provecho a la humedad generada en el suelo que rodea a algunas lagunas cercanas. Mientras tanto, los estudios realizados por el PRODERN muestran que hay otras zonas con las condiciones adecuadas para ampliar los humedales mediante canales y diques. La idea es asegurar tierra fértil para el brote de pasto en plena temporada seca. «Podemos hacer mejoras genéticas, pero si los animales no se alimentan bien, no sirve de nada», explica la vicepresidenta de la asociación de alpaqueros.

Muchos metros más arriba, en pleno rigor de la puna, Cantalicio Tito ya puso manos a la obra. Si todo sale como está previsto, ya no se le morirán las alpacas como ocurrió hace buen tiempo, cuando fallecieron dos de las más pequeñas. A las cinco de la tarde, como todos los días, Cantalicio meterá a sus animales en el corral de la estancia y se refugiará en la cabaña con su esposa hasta el día siguiente, cuando volverá a salir. «La vida de alpaquero es buena», dice con una expresión de complacencia que no se ve así nomás. Es como los gestos de los personajes que se aparecen en un sueño, inmortales en la sencillez. A esta hora debe estar arriba, más allá de las nubes. Y es casi seguro que está sonriendo. 37


Chaqu de vicu単as. Cabana. Ayacucho


Daniel Silva


Fotos Daniel Silva

Esquilado de lana de vicu単a.

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CIENTOS DE AÑOS ANTES DE LA ZEE Un día, mientras realizaba un estudio para el PRODERN, el geógrafo César Abad descubrió lo que podría ser el primer centro cartográfico precolombino del que se tenga noticia. Se trata de un lugar hasta ahora inadvertido, donde existe un conjunto de piedras talladas a manera de maquetas que funcionan como mapas de los territorios cercanos. En cada una se ve el trazo de quien intenta plasmar una obra de ingeniería hidráulica en un objeto perdurable: hay andenes, ríos, lagunas representadas a la manera de la legendaria Piedra de Saywite, el enigmático monolito inca encontrado en Abancay. Aunque estas piedras no tienen el mismo nivel de detalle, la intención parece la misma. Lo extraordinario 42

es la abundancia de estas maquetas en la zona. Abad encontró estos vestigios a mediados de enero de 2013. Ocurrió un día en que había subido desde Cabana al distrito de Chipao, en Ayacucho, para observar el vuelo de los cóndores y se topó con un cielo nublado que le arruinó los planes. Los amos del cielo sólo salen si el sol les calienta el viento. Mientras Abad decidía qué hacer, notó que en la falda del cerro donde está el mirador había una piedra en cuyo centro se distinguía una inusual circunferencia. «Me dije que allí tenía que haber algo», recuerda ahora, parado en el mismo mirador, frente a los mismos acantilados. Su primer impulso fue bajar a ver qué encontraba. El camino es muy empinado,

salpicado de plantas espinosas y maleza. Cuando llegó a la piedra, la corazonada se transformó en descubrimiento: no había una, sino varias rocas talladas como mapas. Según recuerda ahora, contó hasta catorce. «Posiblemente era una zona de planificación», comenta. El hallazgo confirmaba una hipótesis que Abad estaba trabajando para un estudio del PRODERN: que al ser una zona plagada de andenes precolombinos –en especial el cercano distrito de Carmen Salcedo–, debían existir rastros del conocimiento andino acerca del manejo de los cultivos y las áreas de pastoreo. Precisamente, en las altas praderas de Cabana existen restos de más de mil corrales prehispánicos para ganado. Según Abad, su

disposición indica un complejo sistema de crianza de camélidos sudamericanos, de grandes proporciones. «Nuestra idea era establecer un mejor uso del territorio en base a esa clase de evidencia», refiere el geógrafo. Las maquetas de Chipao enriquecían la evidencia acerca de la zona que fue dominada por los pobladores de la antigüedad en base a una escrupulosa planificación. Estos hombres antiguos –igual que ahora está impulsando el PRODERN– conocían su rico territorio al detalle. Las maquetas no son una casualidad. Hay maquetas terminadas y otras que quedaron a medio hacer. Incluso pueden verse algunas rodeadas por las herramientas con que estaban siendo trabajadas. Todas lucen un importante


Erasmo Otárola

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Vestigios de cartografía en piedra. Valle del Sondondo - Puquio - Ayacucho.



Daniel Silva


desgaste. Ocurre que están hechas en ignimbrita, una roca volcánica que se erosiona con relativa facilidad. «Podrían ser de la época Wari», dice Abad, un entusiasta de la arqueología. Esta mañana, él recorre otra vez la zona con el ímpetu de un muchacho explorador. Es capaz de desaparecer por un resquicio de la izquierda y reaparecer poco después por un acantilado de la derecha varios metros más arriba. En cierto momento se le da por bajar hasta donde parece que ya no es posible seguir haciéndolo sin riesgo de una caída. En ese lapso, ha encontrado varias maquetas más que no había notado la primera vez. Si su teoría se confirma, este hallazgo podría abrir la puerta a un nuevo potencial turístico para la zona: una oferta para ver el vuelo de los cóndores y, de paso, un taller de mapas precolombinos puede

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ser muy tentadora. De alguna manera, el hallazgo es parte del esfuerzo de PRODERN por contribuir al proceso denominado Ordenamiento Territorial, que, como se puede presumir, se propone identificar el mejor uso, el potencial y las restricciones del patrimonio natural de que disponen las comunidades. El resultado será la llamada Zonificación Ecológica y Económica (ZEE), que en este caso beneficiará a los distritos de Cabana y Carmen Salcedo. Semejante tarea ha requerido una serie de estudios: de suelos, pastos, flora y fauna, estudios hidrológicos, económicos, socioculturales y arqueológicos. Una lectura integral cuyos resultados serán puestos a disposición de las autoridades locales. Los primeros indicios hablan de un potencial extraordinario. «Ahora sabemos cuántas hectáreas tenemos con capacidad

agrícola o en qué lugares podemos sembrar quinua; esa información hace la diferencia», dice Clímaco Romero, responsable de la Oficina de Desarrollo Económico Local de la Municipalidad de Cabana, quien también ha llegado esta mañana a recorrer la zona de maquetas antiguas. Ha pasado el mediodía y el grupo recorre laderas, desfiladeros y hasta un bosque de queñuas cercano en busca de más maquetas. Romero, un hombre de expresión afable y modales respetuosos, se une a la cacería de piedras como si la persistencia prometiera un hallazgo mayor. El premio llega un buen rato después, en un sector de la montaña que parece un castillo megalítico o una morada de gigantes. Muchos metros por encima de los primeros hallazgos, aparecen otras maquetas en piedra clara que entusiasman todavía más a los

buscadores. Por los rasgos del tallado se puede presumir que el hombre que las hizo, quién sabe cuántos siglos atrás, debió ser un experto planificador. Clímaco Romero vendría a ser su versión moderna. Estará encargado de un sistema de información centralizado que permitirá, por ejemplo, sugerir a los agricultores los productos más convenientes para cada campaña agrícola de acuerdo al clima. También aconsejará realizar una mejor administración del agua o identificar los proyectos más beneficiosos. «Es la hora del despegue», dirá luego sobre estos avances –en la tranquilidad de una oficina–. Pero ahora, a miles de metros por encima de la realidad, ambos, geógrafo y funcionario público, miran con entusiasmo las señales del pasado. El sol ha salido y define con claridad el paisaje. No hay más nubes alrededor.


Daniel Silva

Planificaci贸n territorial tallado en piedra. Cabana. Ayacucho


Max Cabello

JÓVENES AMBIENTALISTAS

En octubre de 2012, la Red de Jóvenes Ambientalistas de Ayacucho (Redja), que son apoyados estrechamente por el PRODERN, planteó un proyecto de reforestación de una ladera de la comunidad de Campanayoq. Hasta ese momento, la ladera estaba destinada al cultivo de papa y el pastoreo de vacas. «Se escogió esta zona porque es una cabecera de cuenca y debe ser protegida», dice el biólogo Adrián Ramírez Quispe, gerente Regional de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente de Ayacucho. El profesor Ramírez, como también es conocido, es un 48

hombre en la edad de la sabiduría, que usa guayaberas y tiene gran entusiasmo por el potencial ecológico de su región. Los miembros de la Redja reciben su asesoría para estas actividades. Ahora, por ejemplo, Ramírez pasea su experiencia por la ladera y avala la propuesta. La guayabera blanca de hoy acentúa su autoridad. «Lo que buscamos es mitigar el cambio climático y asegurar que el ciclo hidrológico sea regular», explica. Es decir, que el agua llueva, discurra, riegue. La especie escogida para reforestar la ladera fue el pino. Según el profesor Ramírez se adapta bien a

esta zona. La comunidad ha tenido experiencias previas con la siembra de árboles. En la parte superior de la ladera, justo donde el cerro comienza a declinar, hay una barrera de eucaliptos de varios metros de altura. Los plantaron en una campaña de hace varios años y ahora sirven para extraer leña y para ciertas aplicaciones medicinales. Hacia la salida del pueblo hay otro bosque de pinos que también ayuda a la conservación del suelo y contiene el rigor del viento. El nuevo bosque está pensado para contener la escorrentía y proteger el terreno de la eventual erosión. La idea era


colocar 1.500 plantones de pinos, aunque luego se consiguieron 1.200. De cualquier modo, la implantación ha sido exitosa. Menos de veinte plantones han tenido que ser dados de baja. Los demás siguen creciendo. Cuatro miembros de la Redja conversan al pie de un plantón. El grupo luce bastante joven, aunque algunos ya están por egresar de la universidad. Provienen de las carreras de Biología y de Agronomía. Días atrás cumplieron un año de haberse organizado, inspirados por el PRODERN, que desde su conformación les ha apoyado en la realización de campañas ambientales y como parte de la semana de la reforestación. Esta vez apoyó a los jóvenes en la gestión de materiales o insumos, desde los costos de movilidad hasta la donación de plantones para que realicen la forestación en la comunidad. La de Campanayoq es su intervención más significativa en el ámbito de una comunidad campesina. Lucía Ventura, quien va en su último año de Biología, explica que los plantones han sido sembrados de acuerdo al sistema de tres-

bolillo. Cada planta forma un triángulo en relación a otras dos de la fila siguiente. Esta ubicación evita que se formen vías libres por las que podría escurrirse el agua, como sería el caso si hubieran colocado las plantas en filas rectas. «Es el sistema más apto para las pendientes moderadas como esta», dice Ventura, una muchacha de mejillas chaposas y voz clara, cuyos anteojos confirman su aspecto de estudiante aplicada. Cada integrante de la red apoya según su especialidad. Bruno Villar, por ejemplo, ha estudiado agronomía y ha sido un activo partícipe de las capacitaciones que se han dado a los comuneros de Campanayoq. Dice que el plan es que la población sea capaz de conservar no sólo el suelo y el agua, sino la fauna y la flora. Mientras avanzan en ese objetivo, ayudarán en las labores de monitoreo del nuevo bosque. Un primer trabajo será deshierbar los plantones. Luego una poda de formación. Y antes de la etapa de lluvias del próximo año, aplicarán unas hormonas de crecimiento para que las plantas estén en las mejores condiciones posibles.

«A la comunidad no le puedes enseñar nada, porque tienen sus propios conocimientos. Lo que hacemos es un intercambio de experiencias», indica Lucía Ventura. «Mi padre sabe leer las galaxias», dice Cabezas y mira el cielo aún a pleno día como sugiriendo que las señales están allí y que sólo es cuestión de esperar el momento propicio para verlas. A ese ejercicio le llama «leer el Sucho», como denominan en los Andes a las Pléyades. Cabezas dice que, gracias a esta habilidad, su padre sabe en qué mes debe sembrar dependiendo de cuáles de esas siete estrellas lucen más brillantes. Si la primera está más iluminada, las lluvias empezarán en noviembre o diciembre, y por tanto debe empezar la siembra en octubre. Si la que más brilla es otra, hay que hacer los ajustes correspondientes para no fracasar en la cosecha. Los cálculos no fallan. «Mis profesores, que eran ingenieros, me decían: “Eso no sabemos, pero es lo que necesitamos aprender”», recuerda el joven ingeniero. Por suerte, él sabe y depende menos de las erráticas mediciones de los servicios meteorológicos. 49


EL RETORNO DE LOS VENADOS Es casi mediodía. La comunidad ofrece un almuerzo en el local principal. Sobre la mesa se extiende un banquete de queso y papas recién cosechadas. Nunca podrá describirse con justicia el sabor de una papa sancochada que poco antes estuvo bajo tierra. Las que han servido hoy tienen una cáscara casi transparente, una textura de terciopelo amarillo. La riqueza de Campanayoq entusiasma a los jóvenes ambientalistas, que empiezan a comentar en voz alta los proyectos futuros. «Queremos hacer un vivero para plantas aromáticas», dice una de las jóvenes estudiantes. El profesor Ramírez cuenta entonces que en el recorrido por la ladera ha visto plantas medicinales de diverso tipo y que no sería mala idea incorporarlas a ese proyecto. «Este año hemos visto temas forestales, pero el próximo podríamos ver proyectos con fauna», dice Bruno Villar. Se refiere a los venados que la comunidad quiere recuperar. Todos los días a partir de las cinco de la mañana o a las seis de la tarde puede verse un grupo de seis venados en las tierras bajas de Campanayoq. Antes fueron abundantes, pero casi desparecieron en los años ochenta debido a la caza indiscriminada. Alguien comenta que en medio de la violencia que había en el país durante esos años, con mucha gente armada por todos lados, el alimento más accesible para las personas era esta especie silvestre que mucho tiempo atrás incluso llegaba hasta los linderos de la ciudad. 50

«Hemos reducido totalmente la caza», señala otro estudiante. La idea de los comuneros es instalar un criadero que abra una nueva actividad económica y que además sirva como atractivo turístico. Son tiempos expectantes en este pueblo emprendedor. Campanayoq ha empezado a recuperar sus recursos. Es el mejor momento para sembrar cualquier semilla.

Son tiempos expectantes en el pueblo emprendedor de Campanayoq


El tiempo de las lluvias genera un color verde incomparable en los Andes. Algunos parajes cubiertos de ese tono serían perfectos para organizar una sesión de fotografía de modas. Si el vehículo del viajero llega a detenerse en la misma puna, uno podría sentir la inmensidad de los valles como un espectáculo inofensivo, la escenificación de una fábula, en vez de la voracidad amenazante de los cerros pelados y amarillentos del tiempo seco, con esos abismos de innecesaria crueldad y quebradas que parecen fauces de gigantes hambrientos. El tiempo de las lluvias llena los ojos de expectativa. Los ríos corren en torrente y uno tiende a la debilidad de creer que nada puede malograr semejante belleza. Y, sin embargo, ese tiempo es apenas la antesala de periodos duros para los seres que pueblan la escenografía de las cordilleras: pastos y árboles, ovejas y alpacas, zorros y hombres. Por lugares así es preciso pasar con la memoria despierta y la mirada profunda: el paisaje tiene respuestas para todo.

La idea de los comuneros es instalar un criadero que abra una nueva actividad económica. 51


PUESTA DEL PATRIM


EN VALOR ONIO NATURAL


¿

Cuánto vale la naturaleza? La pregunta parece una de esas interrogantes capciosas que no tienen una respuesta lógica. Pero tiene. El ambiente que rodea una localidad tiene un valor que se relaciona estrechamente con las actividades económicas que desarrollan sus habitantes. Las lagunas y fuentes de agua tienen una importancia vital para una sociedad de agricultores. La belleza escénica de un paisaje es el pilar de una economía basada en el turismo. La conservación de la agrobiodiversidad ha sido por siglos la estrategia de los agricultores altoandinos para adaptarse a los climas cambiantes de los Andes y la base de su seguridad alimentaria. ¿Cuánto valen los bienes y servicios que la naturaleza le brinda a una comunidad? ¿Se pueden aprovechar mejor los recursos naturales si se conoce

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la magnitud de su importancia? ¿Para qué sirve conocer su valor? El PRODERN ha concentrado parte de su trabajo en los distritos de Santa Ana y Pilpichaca, en Huancavelica, donde se ha trazado un objetivo: Poner en valor el Patrimonio Natural. Para ello, produce información que permita saber cuáles son los recursos de ambas localidades y entender cuál es la importancia de cada recurso. Santa Ana y Pilpichaca son los distritos más pobres de la región y probablemente del Perú. Pero, por esas paradojas propias de los Andes, disponen de uno de los recursos más importantes en estos tiempos de cambio climático: ecosistemas proveedores de servicios hidrológicos que les permiten contar con inmensas reservas de agua. El agua no sólo es vida, también es un capital preciado en un mundo cada vez más poblado y sediento. Si este líquido

es invalorable, ¿podrían Santa Ana y Pilpichaca aprovecharlo mejor para salir de la pobreza?

Para darle valor a un recurso natural primero hay que conocerlo bien y entender de qué manera se relaciona con la economía de una comunidad. PRODERN apoyó el diagnóstico de los principales ecosistemas de Santa Ana y Pilpichaca. La información recogida ha servido para diseñar una estrategia para gestionar el agua en un contexto en que el clima está cambiando. Esto quiere decir que las comunidades usarán el agua de manera más eficiente: la conservarán, almacenarán y administrarán a lo largo del año, tanto en épocas secas como en aquellas de lluvia. Por ejemplo, se está desarrollando un plan para reordenar las praderas altoandinas, de manera que los


PRODERN apoyó el diagnóstico de los principales ecosistemas de Santa Ana y Pilpichaca. pastos se recuperen y no se degraden debido al sobre pastoreo o a las sequías. En Huancavelica, este proceso de trabajo dará pie a la Estrategia Regional de Gestión Integrada del Recurso Hídrico. En las otras dos regiones donde PRODERN actúa, ya se han iniciado estudios para valorar los servicios hidrológicos, la belleza escénica y la agrobiodiversidad. Es el primer paso para llegar a un mecanismo que permita generar retribuciones por los servicios ecosistémicos. ¿De qué manera? Pilpichaca y Santa Ana son dos distritos de la región Huancavelica con altos índices de pobreza (se encuentran por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar) y sus principales recursos son las praderas y las lagunas altoandinas. Ambos ecosistemas

dependen estrechamente uno del otro. Si las praderas se deterioran, no brindarán servicios hidrológicos para mantener estas lagunas; y si no hay agua suficiente (caudal ecológico), las praderas desaparecen. Este delicado equilibrio es el que permite proveer de agua al sistema Choclococha. Sus aguas son derivadas mediante canales de trasvase hacia la cuenca del río Ica para el riego de la agricultura de agroexportación del boyante valle del mismo nombre. Es por ello que el PRODERN busca establecer un mecanismo de retribución por los servicios ecosistémicos que permita mantener saludables estos delicados ecosistemas de praderas altoandinas. De esta manera, seguirán brindando servicios hidrológicos para la agricultura y bienes am-

bientales de las comunidades, y estas podrán mejorar sus ingresos económicos. Al menos cinco proyectos de recuperación están ejecutándose con presupuestos públicos en Pilpichaca: •Recuperación y manejo de bofedales en las localidades de Picchahuasi y Pilpichaca. •Recuperación de praderas altoandinas en las comunidades de Huaracco, Llillinta, Santa Ana y Santa Inés. En todos estos casos, el Gobierno Regional de Huancavelica y el Ministerio del Ambiente lograron que los presupuestos fueran aprobados. Al conocer las historias de cerca podremos entender que las inversiones en recursos naturales pueden ser tan o más impactantes que las que se realizan en infraestructura. 55


Santa Ana . Huancavelica


Daniel Silva


HUANCA

SANTA ANA –


VELICA PILPICHACA



LA RUTA DE LOS ESPEJOS DE AGUA El pastor Telésforo Ramos corre a paso de maratonista en un paisaje parecido a la tierra prometida, y trata de reunir un rebaño de alpacas. Es una mañana de mediados de febrero y un intenso sol calienta la pradera que se extiende a la orilla derecha de la laguna Orcococha, en la comunidad de Santa Inés, Huancavelica. Esta reserva natural de agua es especial no sólo por su belleza sino porque forma parte de un gran proyecto de cambio. El PRODERN ha estudiado y diagnosticado los ecosistemas de los distritos de Santa Ana y Pilpichaca, donde viven más de cinco mil personas, como parte de su segundo componente de acción: Poner en valor el Patrimonio Natural. La información recogida permitirá contar, en el caso del agua, con una Estrategia Regional de Gestión Integrada del Recurso Hídrico para toda Huancavelica. Pronto las comunidades estarán en capacidad de conservar, almacenar y

administrar el agua de manera eficiente, ya sea en épocas secas y de lluvias. Esto, a su vez, hará posible que las personas manejen de manera más efectiva los pastos que alimentan a los animales, como ya ocurre en la comunidad de Santa Inés, donde el Estado ha comenzado a invertir fondos públicos, gracias al nuevo enfoque desarrollado por el PRODERN. El escenario donde Telésforo Ramos se desplaza está a más de 4.700 metros sobre el nivel del mar y dejaría sin aliento a un fotógrafo de postales. Un estanque natural de tranquilas aguas de color acero bordea varios cerros verdosos y parece perderse entre las montañas. Algunos operadores turísticos y ciertos amantes del turismo de aventura conocen estos parajes como «La ruta de los espejos de agua» porque en la superficie de esta pequeña región de los Andes sur-centrales –que ocupa menos del 2% del terri-

torio del Perú– se pueden contar hasta doscientas lagunas. Orcococha es una de las más grandes y puede ser fotografiada desde los aviones que conectan la sierra con la costa. Parece la versión altoandina de un oasis, de no ser por el silencio mortal que inunda el paraje. «Esas son aguas muertas. Allí no crece nada», dice un vecino de la comunidad de Santa Inés, en cuyo centro poblado viven unos 120 comuneros. Cuando Telésforo Ramos regresa de recoger el rebaño, confirma la noticia con una información que no sale en las fotografías: las alpacas pastan allí, pero no pueden tomar el agua de la laguna. Podrían enfermar y hasta morir. La causa de semejante paradoja es la contaminación generada por una o dos compañías mineras que han vertido relaves desde sus centros de operaciones en zonas cercanas. Un comunero comenta que antes había aves que daban vueltas por esta zona. 61


«Cuando yo era niño había truchas», dice Telésforo Ramos mirando la masa de agua con un leve rictus de desencanto. Tiene cuarenta y cinco años, y hasta donde recuerda, la laguna tenía vida a mediados de los años ochenta. «Ahora ya no hay nada», añade. Entonces, como ocurre con el cine de efectos especiales cuando ciertos detalles de una imagen cambian de color o se hacen más notorios por contraste, uno se da cuenta de que el paisaje no es tan idílico como aparenta. El terreno cubierto de una fina capa verde, en realidad está casi desnudo de la vegetación que debería tener. Lo que parece pasto a ojos foráneos es una especie de hierba espinosa que los pobladores llaman «Paco paco» y que los expertos conocen por el nombre científico de aciachne pulvinata. Una especie que las alpacas se resisten a comer. Telésforo Ramos ha juntado el ganado cerca de una línea de alambre que delimita la zona de pastoreo comunal. Los animales lucen en cada oreja unas cintas de color rosado y azul que resaltan sobre sus pelajes blanquecinos. El rebaño consta de poco más de medio centenar de cabezas, una parte de todas las que la comunidad tiene por esta zona. Hay alpacas tan grandes que podrían cargar a una persona y otras pequeñas como cachorros alargados, que resaltan todavía más porque su lana es muy clara, como si hubieran tenido menos tiempo para percudirse con la vida en la pampa.

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Ramos señala la zona donde han estado pastando y cuenta que hace muchos años, también cuando era niño, estas praderas tenían más pastos. El ganado no tenía problemas en encontrar alimento, estaba mejor nutrido y, por lo tanto, ofrecía más lana y más carne. No es el típico espejismo de la memoria que modera y hasta mejora nuestra percepción del pasado. Los hombres de estas tierras «leen» y «analizan» sus campos con la misma claridad con que un poblador urbano comenta la evolución del tránsito y el boom de los edificios. En realidad las cosas eran diferentes. La esperanza de estos días es que todo eso puede volver. Entre fines de 2012 y comienzos de 2013, la comunidad ha recibido asesoría y apoyo con materiales de parte del PRODERN para una serie de trabajos que se proponen corregir las prácticas de pastoreo y asegurar el futuro: el primero ha sido establecer un terreno intangible al que ningún animal entrará durante tres años. La idea es guardar zonas para que el pasto se recupere. En adelante, las alpacas y ovejas se alimentarán en zonas específicas y ya no en desorden, como hasta hace poco. Será una forma de evitar la depredación de las praderas, el espacio vital para un ganadero. «Con nuestros animales mantenemos a nuestros hijos», dice Telésforo Ramos con una inflexión de voz que sugiere optimismo. El cambio ya comenzó.


Daniel Silva


UNA DESPENSA PARA LOS ANIMALES DE HUANCAVELICA La lluvia había vuelto la noche anterior. Poco después del amanecer, alguien comentó que no se había visto algo así en varios días y que por eso era una buena señal. Hacia media mañana todavía una garúa intermitente bañaba los techos y las calles de la ciudad de Huancavelica, la capital de la región. «Por mucho tiempo hemos percibido el deterioro de nuestros recursos naturales», dijo el vicepresidente regional, Augusto Olivares, en la sala de reuniones del Palacio de Gobierno Regional, frente a los funcionarios responsables de los programas relacionados al medio ambiente. Del otro lado de la mesa, algunas cabezas asienten con aire de gravedad. Olivares es un hombre de unos sesenta años, cabello cano y modales diplomáticos pero firmes, que se reflejan en su manera de explicar las cosas. Está convencido de que el síntoma más evidente de ese deterioro es la aridez de las praderas altoandinas. Un empobrecimiento de la tierra, con 64

proporciones de crisis, que se debe a una serie de factores: desde el sobrepastoreo que durante años consumió la vegetación de manera indiscriminada, hasta la falta de políticas para asegurar el manejo sostenible del agua. «El deterioro es terrible», añade con firmeza, como si observara sobre la mesa una maqueta de la zona que acaba de describir. La falta de pastos anuncia una amenaza ambiental todavía más compleja: la ausencia de raíces impide la infiltración de las aguas en el terreno y la consiguiente formación de fuentes naturales que podrían ser usadas luego para la agricultura; el agua de las lluvias que no es retenida genera la erosión del suelo por escorrentía. Es como si el líquido lavara el terreno en su paso hacia las zonas bajas de cada cuenca. La precipitación no controlada en las montañas puede generar una sobrecarga en el cauce de los ríos y provocar inundaciones en pisos ecológicos más bajos, hasta la costa. Las cuencas que empiezan en las zonas

altas de Huancavelica terminan en las tierras bajas de Ica. «El 80% del territorio de Huancavelica es zona de pastos naturales. Ya puede imaginarse la magnitud del problema», advierte Olivares. El panorama es inquietante pero hay alternativas para su perar esta situación. El gobierno regional junto al PRODERN, impulsa el programa de cercado de terrenos en las praderas a fin de evitar el pastoreo durante un tiempo y recuperar los pastos, para que esos sectores se conviertan en una reserva de alimento para el ganado. «Le puedo garantizar que con este cerco, adecuadamente manejado, la recuperación de estas praderas se puede dar en un plazo de dos o tres años», explica el vicepresidente Olivares, con la determinación de un veterano en recuperar el medio ambiente. Algunas experiencias previas en décadas pasadas iban por ese camino, pero quedaron truncas debido a los cambios políticos en el país. Ahora la idea es convertir estas expe-


riencias que viene impulsando el PRODERN en políticas públicas para la región. Es decir, incluirlas en planes que se puedan cumplir a lo largo del tiempo, más allá de las coyunturas políticas. El gobierno regional a través de la Gerencia de Recursos Naturales es una de las pioneras en manejar estos temas en el ámbito regional del país. Sus funciones no se limitan a administrar los recursos, sino que incluyen la gestión del medio ambiente. Cuando una experiencia es exitosa, esta oficina tiene a cargo extenderla a otras comunidades. El esfuerzo ha coincidido con la propuesta del PRODERN. Varios de los proyectos se realizan de manera conjunta: mientras éste en particular ha ofrecido apoyo técnico mediante especialistas en valoración de los ecosistemas y el gobierno regional ha aportado los materiales para implementar las mejoras. El cerco de las praderas es el mejor ejemplo.

El gobierno regional y el PRODERN impulsan el programa de clausura de praderas para recuperar los pastos. 65


RETORNO DE LA TIERRA PROMETIDA «El tiempo ya no es como antes», dice Fidel Chahuallo, un hombre de 70 años que recuerda las montañas de un modo que muchos ya no podemos ver. En esa era perdida en su memoria, que confundirá a los geólogos del mañana por su acelerada interrupción, Chahuallo podía caminar por estos campos cubiertos de nieve durante dos o tres días. «Cuando la nieve se queda en el campo, se filtra en la tierra y se almacena abajo. En cambio, el aguacero corre y se lleva todo», explica ahora, parado en la misma planicie donde Teófilo Ramos arrea las alpacas para devolverlas hacia la zona de pastos. El viento se lleva algunas palabras incluso entre quienes conversan de cerca, como si quisiera mantener el silencio del paraje. En tiempos de verano, que para los comuneros de 66

Huancavelica es la época seca entre junio y agosto, los viejos nevados de los picos cercanos se derretían y humedecían la tierra como un sistema de riego natural. Ahora las cumbres blancas son casi un recuerdo y el campo se seca más rápido. Cuando eso ocurre, «la helada se lleva todo». Cualquier poblador de Santa Inés conoce el punto de quiebre con el mismo nombre con que la gente de las ciudades designa un fenómeno difícil de describir en medio de las comodidades de la vida moderna. Se llama calentamiento global. Una cosa es que lo veas en los noticieros y otra que los animales de tu corral empiecen a enfermarse por eso. Chahuallo dice que ha tenido la suerte de ver que las cosas pueden cambiar. En el frío y verde escenario

de esta pradera salpicada de espinas sus palabras tienen la claridad de un descubrimiento. «Desde el año pasado estamos conservando [el terreno], con asesoramiento del PRODERN, y esto nos va a dar sostenibilidad para el ganado», explica. Y es cuando dice la palabra «sostenibilidad» que uno se da cuenta de la expectativa que genera una intervención como esta. Incluso hay un acta en que todos los comuneros se comprometen a cuidar este terreno y mantener lejos a sus animales. Se firmó de manera unánime en noviembre de 2012. El señor Pedro Riveros, presidente de la Comunidad de Santa Inés, puede dar fe. Nadie tocará estos pastos hasta que hayan crecido lo suficiente para arrojar sus propias semillas y la tierra recupere el ciclo de fertilidad que nunca debió perder.


Daniel Silva

Abelia Torres Vargas. Vicepresidenta de la comunidad de Santa InĂŠs.


¿PODEMOS SEMBRAR AGUA? El cercado especial está ubicado a un lado del camino que conduce a Santa Inés. El mayor signo de intervención humana en el paisaje es una hilera de torres eléctricas que conecta los poblados de la zona. El segundo es una hilera de postes de madera conectados por mallas de acero que aislarán dieciocho hectáreas de pradera –el equivalente a diez campos de fútbol– durante treinta y seis meses. A lo largo del cerco, la comunidad ha plantado 4.400 plantones de queñua, una especie nativa de árbol que está siendo recuperada para repoblar la zona. En dos años, esos plantones habrán crecido alrededor de un metro. En el futuro serán una barrera de protección contra los duros vientos y las heladas. «La idea es que con este proyecto se genere un microclima de apoyo a las especies de pastizales de este sector 68

y crear un sistema silvopastoril», dice Brian Ordóñez, técnico encargado de dar asistencia técnica a los pobladores de Santa Inés. Quiere decir que cuando esto madure, los comuneros tendrán un espacio organizado que los proveerá de fibra, carne, madera y otros productos necesarios para la vida cotidiana. Será una despensa natural. Ordoñez está parado cerca de unos charcos de agua que parecen rastros de la lluvia de la noche anterior. En realidad, son las filtraciones de un cerro cercano. «Desaparecerán cuando empiece el verano –indica–. En agosto no hay una sola gota de agua en esta pradera». Este proyecto tiene allí su punto neurálgico: la aplicación de un sistema de riego tecnificado. Se trata de traer agua desde una pequeña laguna que hay en la parte alta de los cerros. La población ha puesto la mano de

obra para abrir zanjas, instalar tuberías y mangueras que se han extendido en distintas direcciones para abarcar la mayor parte del terreno cercado. Tres tuberías sobresalen como velas en una torta infinita. Cada una termina en un aspersor. «Lo que no llega por filtración o gravedad, se está incorporando por este medio artificial», refiere Ordóñez. Cuando hace una señal, un comunero se encarga de abrir la válvula instalada a algunos metros de distancia, hacia la ladera del cerro. Segundos después, el aspersor empieza a arrojar un brillante chorro transparente que luego se vuelve una ráfaga de gotas hacia distintas direcciones. El aparato implantado devuelve las cosas a su estado natural, el delicado equilibrio del agua empapando las planicies andinas como ocurría hace siglos.


Además de asegurar el riego, la comunidad de Santa Inés ha enriquecido el suelo cercado con abono. Es guano de alpaca, que hasta hace poco se acumulaba sin destino en las estancias donde se lleva a dormir el ganado. Los asesores les han explicado que esa sustancia contiene elementos que favorecen la fertilidad de la tierra. Un hombre lleva una muestra en un saco de polietileno. A manera de muestra, extrae con las dos manos un poco de material terroso y lo lanza al viento como para espolvorear la pradera. La zona está cubierta casi por completo con ese providencial nutriente. El hombre tardó cerca de quince días en realizar esta tarea. Cuando lo cuenta, deja notar el orgullo de alguien que ha contribuido con una labor que podría salvar a un pueblo. Lo tiene merecido. En tres años, el floreciente pasto que surja en esta pampa –y al que sólo entonces podrá volver el ganado– será reconocido como la obra de hombres que apostaron por la conservación. Y él habrá sido uno de ellos. El ingeniero Reden Suárez dice que en toda la región de Huancavelica hay vestigios de proyectos del pasado que llegaron con buenas intenciones pero agonizaron con el tiempo. Suárez es el gerente de Re-

cursos Naturales del Gobierno Regional. Es un funcionario joven, con una notoria confianza en la eficacia de sus ideas. Su mayor preocupación es desarrollar propuestas que aborden problemas de manera integral. «El PRODERN, por ejemplo, está haciendo proyectos a nivel de piloto, pero es significativo

porque implica una experiencia de buenas prácticas entre el gobierno regional, apoyo externo y la participación de una comunidad», explica. Además de promover el manejo ordenado de las praderas altoandinas, como el sistema de cercos y el riego tecnificado, mediante proyectos de Fondos Concursables,

«El PRODERN hace proyectos piloto que implican buenas prácticas», dice el gerente de Recursos Naturales de Huancavelica. 69


Cerro del nevado Palomo. Naciente de cuenca del rĂ­o Pampas y Opa Mayu.


Daniel Silva


el PRODERN ha realizado diferentes estudios sobre el estado de los ecosistemas para establecer su relación ecológica y económica, es decir, conocer el valor de los servicios ambientales que prestan a las comunidades y a las ciudades de la costa. Asimismo, viene apoyando en el diseño de la estrategia de gestión integral de recursos hídricos y de adaptación al cambio climático. El momento es propicio porque Huancavelica, la región que concentra los índices más bajos de desarrollo humano del país, ahora se preocupa en crear instrumentos de gestión que le permitan aprovechar mejor sus recursos naturales. La Gerencia de Recursos Naturales trabaja en un instrumento de gestión para áreas protegidas –urgente, pues existen diez áreas a la espera de esa calificación–, otro para gestionar la biodiversidad, otro para afrontar el cambio climático y un cuarto instrumento que se enfocará en el manejo de los recursos naturales con énfasis en los recursos hídricos. Las normas

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que resulten servirán para administrar el patrimonio natural de la región durante los próximos cuarenta o cincuenta años. «Estamos apostando por cambiar nuestra visión de trabajo para enfocarnos en las fuentes, en los territorios, en los ecosistemas», dice Augusto Otárola, subgerente de Recursos Naturales y coordinador del gobierno regional para la ejecución de las actividades que impulsa en colaboración con PRODERN. «Eso nos había faltado», dice con un tono entre moderado y vehemente que contrasta con su apariencia reservada cuando guarda silencio. Antes, asegura, hubo programas que tenían un sentido incluso asistencialista. Daban aportes aislados a ciertas comunidades sin pensar en el entorno. Ahora, con el asesoramiento del PRODERN, consideramos los recursos como parte de un sistema: no se puede desligar lo que ocurra en las zonas altas de las cuencas de lo que suceda en las zonas bajas. «Tenemos que reforestar la parte

alta si queremos tener agua de calidad», añade Otárola en referencia a Ica, región que recibe el caudal de los ríos que bajan de Huancavelica y sustenta con él su boom agroexportador. Los centros poblados de las zonas altas no reciben compensación directa por los servicios ecosistémicos de sus lagunas, manantiales, campos y los ríos mismos. Tampoco pueden utilizar buena parte del agua que se produce en su propia tierra para, entre otras cosas, los urgentes proyectos de reforestación que detengan el deterioro de las praderas. «Estamos dejando las partes altas como un desierto», advierte Otárola. El agua tiene un costo de producción. Supone sembrar árboles, hierbas, vegetación nativa; también hacer obras de regadío que permitan mantener la humedad de los suelos. Los pobladores de las zonas altas llaman a eso «sembrar el agua». La frase es de un simbolismo poderoso. Sólo se cosecha lo que se siembra, cabría decir.


El PRODERN ha realizado estudios sobre los ecosistemas para establecer su relaci贸n ecol贸gica y econ贸mica.


EL FUTURO ES UN OVILLO DE LANA La señora Angélica Choque agita en sus manos un ovillo de lana blanca con la que quiere hacer una demostración. Parada al centro del cerco que protegerá los pastizales de Santa Inés, va a explicar cómo la presencia o ausencia de pasto cambiaría su vida. Su imagen condensa la vida de esta comunidad: está vestida con dos chompas de lana, medias de lana, pantalón de lana, y lleva el ovillo entre las manos como para hacer evidente de dónde viene todo. En su caso, mujer alpaquera, la lana es más que un material para vestir. Es el fundamento de su existencia. Choque es una criadora de alpacas. Tiene 150 cabezas, que es una cantidad promedio entre los comuneros de Santa Inés. Cada animal produce en estos días unas tres libras de lana –poco menos de un kilo y medio–, cada año. Con las ganancias que obtiene de la venta, ha mantenido ajustadamente a sus 74

siete hijos. Uno está en Lima; los otros seis estudian en la capital de Huancavelica. La señora Choque estira con la mano derecha una larga hebra blanca que sale del ovillo y explica que si las alpacas están mal alimentadas, como ha estado sucediendo, no sólo tienen menos pelaje, sino que este se vuelve más quebradizo y liviano. Si las cosas siguieran así –indica– tendría problemas para obtener los mismos precios de los intermediarios que adquieren su fibra en la ciudad de Huancavelica. Ella vende a cinco o seis soles cada libra de lana blanca, que es la más solicitada. «La que está manchada no tiene precio», añade. Es decir, se la considera de menor valor. Si las cosas siguieran así, insiste, tendría cada vez menos lana que vender. Si las cosas no cambian, se puede advertir una languidez colectiva. Aunque lleva apenas ocho años en el pueblo de Santa

Inés, la señora Choque sabe, como todos los alpaqueros de Huancavelica, cuáles son las causas de la crisis de este tiempo. «Antes criábamos por criar», dice al borde de unos charcos de lluvia que se secarán pronto. Se refiere a que por entonces nadie calculaba la carga de alpacas que podía soportar un pastizal. Nadie dejaba descansar terrenos el tiempo suficiente para que los pastos se recuperaran. Parecía que el campo era infinito, que su riqueza nunca se acabaría. Tiempo después se juntaron los cambios del clima con el agotamiento de la tierra y la escasez del agua. Ahora la señora Choque sabe, porque así se lo han explicado los técnicos del PRODERN, que el campo necesita un respiro. Ella es una de las más convencidas de la necesidad del proyecto. Reservar un área de pastos durante tres años es una manera de asegurarse el mañana.


Max Cabello


«NUESTRA SOBREVIVENCIA ES NUESTRO GANADO» El camino serpentea en descenso hacia la comunidad de Carhuancho. El sol brilla intensamente sobre las montañas húmedas. Media hora de distancia después –a estas alturas el tiempo es lo que te da una idea de las proporciones y la geografía–, se divisa un grupo de personas a la orilla del camino afirmado. Una veintena de comuneros ha llegado al área donde el PRODERN viene ejecutando el proyecto piloto «Conservación y manejo de recursos hídricos mediante siembra y cosecha de agua, pequeños sistemas de riego piloto y manejo de pastos altoandinos, articulado a la cadena de valor de alpacas». El sector es pedregoso, o al menos así parece a primera 76

vista, pero allí también ocurrirá una transformación. La comitiva está presidida por el alcwalde de Pilpichaca, el distrito al que pertenece Carhuancho. El hombre, menudo y de mediana edad, está vestido de negro. Los símbolos de su autoridad son un pequeño poncho también negro bordado con líneas de colores, un sombrero en el que resaltan flores, hojas y corazones de fantasía, y una colorida chalina con diseño de pétalos de colores vivos. El alcalde observa en silencio el contacto de los comuneros con los visitantes. «Nuestra sobrevivencia es nuestro ganado», dice un hombre joven, de contextura delgada y expresión apacible, que intenta explicar la

importancia del cerco para la comunidad. La depredación de las praderas los afecta por igual. Los habitantes de Carhuancho, del mismo modo que en Santa Inés, han acordado en la asamblea para declarar intangible una zona de su territorio hasta que la tierra se recupere. Cuando el tiempo se cumpla, dice el comunero, las primeras beneficiadas serán las alpacas más flacas. «Si ponemos todas de golpe, no alcanzaría». La comunidad tiene unas 35 mil cabezas de alpaca. En el renovado pastizal no podrían entrar más de dos mil. Hay un evidente problema de capacidad que resolver. De pronto, un comunero de mediana edad interrum-


pe la conversación para plantear una inquietud. Se llama Máximo Guerrero Quispe, y es el presidente del Comité de acopio y comercialización de fibra. Su tono es cortés, pero firme. Quispe dice en voz alta algo que el grupo parece haber discutido minutos antes del encuentro: «No se han dado los resultados de lo que se ha estudiado, la comunidad no los conoce». Varios comuneros asienten. «Usted sabe que nuestra comunidad es muy celosa. Tal vez el Estado tiene interés en ejecutar obras y ponernos una camisa de fuerza», advierte. El tono con que lo dice refleja el carácter de su pueblo. Carhuancho es una comunidad conocida por su alto grado de organización y por la férrea defensa de sus recursos. Sus miembros reivindican su condición de comunidad indígena y guardan en un sitio seguro el título de propiedad que recibieron en 1712, durante el régimen del Virrey Diego Ladrón de Guevara. Conscientes de sus derechos, no solo han negado el permiso a la actividad minera en las tierras que les pertenecen, sino que años atrás la comunidad acudió al Tribunal Latinoamerica-

no del Agua cuando consideró que la anunciada ampliación de una irrigación cercana amenazaba con dañar su ecosistema. No es extraño que sus miembros sean escrupulosos ante cualquier propuesta. La inquietud de ahora se explica porque entre los años 2010 y 2011, varios expertos, contratados por el PRODERN, recorrieron la zona para tomar muestras de suelo, agua y hacer estudios que permitirían conocer el potencial natural y el valor de los recursos de la zona. Máximo Guerrero dice que esperaban esos resultados para decidir el futuro de los proyectos. «Acá soñamos con tener una comunidad alpaquera con desarrollo sostenible», señala. Para lograrlo, necesitan toda la información disponible. Las miradas se posan en Floriberto Quispe, el coordinador regional de PRODERN para Huancavelica. Quispe ha trabajado desde hace varios años con las comunidades altoandinas de Huancavelica y por eso no se sorprende con la improvisada interpelación. «Sé que ustedes son celosos y los felicito por eso», dice con un acentuado tono de respeto. Tras un intercambio de preguntas y res-

puestas, sale a luz el origen de la confusión: la comunidad piensa que la primera etapa del proyecto ha concluido y que PRODERN está empezando la segunda sin haber presentado los resultados de los estudios. Floriberto Quispe tiene la respuesta: los estudios se han concluido, pero los resultados están siendo revisados para que no contengan errores. «El proyecto no ha terminado, estamos en las dos terceras partes», dice para conjurar sospechas. La idea es que, al terminar, los pobladores reciban una copia de los estudios de manera oficial, a través de la municipalidad distrital de Pilpichaca, donde se les dará los detalles de cada estudio: el de pastos, suelos, la evaluación de los recursos hídricos (para saber cuántas fuentes de agua poseen), el geológico y el estudio socioeconómico. «Es un documento que consta de varios anillados, con sus mapas», explica Quispe. El gesto de los comuneros revela sin palabras que la aclaración ha sido satisfactoria. Sólo entonces, el encuentro retoma su cauce y los pobladores ofrecen sus campos como muestra de la apuesta por el cambio. 77


Cerro del nevado Palomo. Naciente de cuenca del rĂ­o Pampas y Opa Mayu.


Daniel Silva

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«TENEMOS PROYECTOS GRANDES» El cerco abarca unas diez hectáreas. Desde una gran roca que corona una pendiente, el alcalde de Pilpichaca observa la extensión del terreno y dice que la falta de pastos ya está elevando la mortandad de las alpacas. La sequía propicia la llamada fiebre de la alpaca, que se debe a la mala alimentación. Cuando un animal enferma, parece decaído, sus orejas caen para atrás, y se revuelca con frecuencia en el terreno. El calor interior lo lleva a buscar tierras húmedas para echarse, pero en época seca no encuentra ese tipo de terreno. Cuando el mal llega al estado agudo, la muerte sobreviene en menos de 48 horas. 80

«Por ahora las lluvias están ayudando, pero ya estamos pensando qué será cuando llegue el verano», dice el alcalde. Para evitar esta cadena de calamidades, la comunidad quiere realizar grandes proyectos de irrigación que alimenten sus tierras en lugar de que el agua llegue desaprovechada a las zonas bajas de la cuenca. Este proyecto se ejecuta con apoyo del PRODERN a nivel piloto para demostrar que funciona. Así se marcará el camino para un programa mayor; es una propuesta piloto que podría marcar un camino. Un comunero de mediana edad, enjuto pero vivaz, sugiere visitar la obra que permitirá re-

gar el terreno cercado. Se trata de un pequeño reservorio construido en el descanso de una pendiente, a mitad de camino hacia el pico de un cerro cercano. «La comunidad hizo esto en minka», dice el alcalde en referencia al sistema de trabajo cooperativo andino. El agujero es cuadrado, del tamaño de un departamento de ciudad. Una tubería llega a su interior desde un dique construido 250 metros más arriba, que contiene el agua de un río cuyo cauce está a medio kilómetro de distancia. Dos comuneros suben para abrir la compuerta. Instantes después, un chorro de agua clara sale por la boca del tubo y em-


Proyectos de irrigación se desarrollan con apoyo de PRODERN. pieza a llenar el reservorio. El interior ha sido cubierto con geomembrana, una especie de protector plástico que las mineras usan para depositar sus desechos. En este caso sirve para acoger 35 metros cúbicos de un líquido vital. La idea es aumentar la capacidad a 200 metros cúbicos. El agua de este reservorio se distribuye por el terreno cercado a través de cuatro ramales. Cada uno de ellos alimenta dos hidrantes con sistema de riego móvil. «En

los lugares que no están cubiertos, se regará con manguera», dice Miguel Ángel Curi Ramos, especialista en riego tecnificado que asesora a la comunidad por encargo de PRODERN. En la estación seca, este sistema permitirá regar todo el terreno cercado a razón de 17 minutos diarios durante dos semanas. De esta manera, el suelo mantendrá la humedad suficiente para que el pasto pueda crecer. «Un sistema de captación nocturna nos permitirá regar durante el día», precisa Curi.

La comunidad tiene todo organizado. Meses atrás la asamblea asignó al comunero Walder Vidalón el cuidado de los aspersores y de cualquier pieza del sistema. También hay un responsable de supervisar el riego en sí. El señor Alfredo Quispe, otro comunero, ha trabajado en fertilizar el campo con el guano de alpaca que se almacena en las sesenta estancias de los alrededores. La idea de cercar un espacio de los pastizales para asegurar el alimento de las alpacas ha calado hondo en los comuneros. Varios la están aplicando en sus propios terrenos. Donde antes hubo un pastoreo indiscriminado, ahora se trabaja con orden y un sentido previsor. Los desajustes del clima serán afrontados con un mejor manejo y cuidado de las fuentes de agua. En pocos lugares como este resulta tan propicio sembrar una gran inquietud. «Nuestra visión no es sólo instalar aspersores. Tenemos proyectos grandes que van a beneficiar a toda la comunidad», insiste Máximo Guerrero. El sonido del agua que cae desde el dique es una prueba de lo que dice. 81


CONSER Y USO SO DE LA DIVERSI 2 8


VACIÓN STENIBLE DAD BIOLÓGICA 3 8


C 84

uando Isabel Huilcapuma y su esposo Diógenes Carrasco llegaron a la Feria Mistura 2012, desde un pueblo alejado de Andahuaylas, no sólo cumplieron su sueño de conocer la capital del país. Ellos caminaron por la playa, respondieron entrevistas y miraron asombrados los edificios de la ciudad. Pero algo menos evidente concentró su atención: el precio que les pagaban por las papas nativas que habían llevado en un camión era diez veces más que lo que les ofrecían en el mercado de su provincia. Diez veces más. Así que, como buenos productores, descubrieron una gran oportunidad, luego de un largo trabajo realizado por el PRODERN en dos distritos de Andahuaylas. La reintroducción, gracias al apoyo de PRODERN y el Centro Internacional de la Papa, de 85 variedades que se habían perdido en el tiempo, ahora constituyen una oportunidad de desarrollo para las comunidades. Estas ahora saben que en Lima, en los mercados como Mistura y ferias orgánicas, lo que buscan los clientes ya no son las papas comerciales, grandes e insípidas y cultivada con agroquímicos. Ahora se busca la diversidad, como estas papas

pequeñas, sabrosas y llenas de colores y formas y, por supuesto, libres de químicos. Son cultivos orgánicos que, en las grandes ciudades, tienen una gran demanda. Isabel Huilcapuma y su esposo cultivan papas siguiendo las técnicas ancestrales. ¿Es posible promover el desarrollo económico y, a la vez, conservar los recursos naturales y las prácticas ancestrales? No sólo eso. Para el PRODERN, la agricultura andina y el biocomercio tienen un gran potencial. En su tercer componente de acción, el Proyecto tiene un objetivo: que las regiones donde actúa puedan conocer y gestionar mejor su agrodiversidad. Sólo en las chacras de la señora Huilcapuma, por ejemplo, crecen unas ochenta variedades de papas. Ocho veces más que lo se puede encontrar en un supermercado de la capital. Para cumplir esa meta, PRODERN ha priorizado 13 productos que serán puestos en valor. El viaje de los productores de papa nativa a la Feria Mistura sólo es el punto y final de un trabajo que comienza en las mismas parcelas de los agricultores. En los distritos de Pomacocha y Huayana se aplican las siguientes estrategias:

•Rescatar las prácticas tradicionales para recuperar los ecosistemas altoandinos e incorporarlas a la vida cotidiana. Por ejemplo, la técnica para conservar el agua conocida como «siembra y cosecha». •Promover la agrobiodiversidad. Por un lado, el PRODERN fomenta las parcelas familiares de productos nativos (papa, quinua, tarwi) y, por otro, los laymes comunales, que permiten la rotación y la conservación de los suelos. •Fomentar la formación de Yachachiqs o «maestros del conocimiento ancestral», quienes dominan las técnicas productivas y de conservación. La idea es que ellos asuman un papel como promotores rurales campesinos para promover un desarrollo endógeno. •Fortalecimiento de la Gobernanza Ambiental a partir de las oficinas de desarrollo económico local y ambiental (ODELAS). Lo que busca el programa es promover un modelo de gestión estratégica de los recursos naturales basado en paisajes funcionales, donde se promueven medios de vida sostenibles que permiten la conservación, restauración y buenas prácticas en los ecosistemas.


El objetivo es que las regiones donde el PRODERN actúa conozcan y gestionen mejor su agrodiversidad. Sólo en las chacras de la señora Isabel Huilcapuma crecen unas 80 variedades de papa.


Huayana Andahuaylas. ApurĂ­mac


Daniel Silva


APUR

POMACOCHA – HUAYA – SAN JUAN


ÍMAC

NA – CHECCHEPAMPA DE PATAHUASI



QUINUA NEGRA El enfoque de una comunidad con el cuidado y sostenibilidad de sus recursos puede tener detalles muy sorprendentes. El PRODERN enfoca su tercer componente de acción en la Conservación y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica y trabaja el particular en los distritos de Huayana y Pomacocha, en la Provincia de Andahuaylas, departamento de Apurímac. Los vecinos, muy conscientes de su tarea, han aprendido a cuidar sus cultivos de manera natural con una sustancia que puede sonar a pócima de brujo, pero que en verdad es una receta recomendada por expertos en técnicas agrícolas. El preparado es una mezcla de cabezas de pescado, sangre de vaca, azúcar, coca, sauce, muña, habas, papa, chicha, levadura y leche, entre otros ingredientes naturales. Todo se junta en un balde y se deja fermentar durante un mes. Luego se pasa por un colador y entonces queda listo para ser rociado sobre las hojas de los sembríos. Se llama biol y es uno de los productos prodigiosos de la llamada agricultura limpia. Suena curioso que un método así tenga lugar en

un contexto mundial donde los métodos agrícolas más sofisticados impulsan el desarrollo de una agricultura intensiva. Sin embargo, muchas veces, en agricultura, lo más sofisticado puede ser lo más tradicional y limpio. En Huayana y Pomacocha, el PRODERN promueve tres estrategias de trabajo que han calado muy hondo en las costumbres de la población: •Rescatar las prácticas tradicionales para recuperar los ecosistemas alto andinos e incorporarlas a la vida cotidiana. •Promover la agrobiodiversidad. El PRODERN fomenta las parcelas familiares de productos nativos (papa, quinua, tarwi) y también los laymes comunales, que permiten la rotación y la conservación de los suelos. •Fomentar la formación de Yachachiqs o «maestros de la tecnología», esos sabios locales que dominan las técnicas productivas y de conservación. Pomacocha ahora es un distrito libre de químicos y limpio, como muestran los carteles que adornan la plaza de armas. Sus autoridades han establecido

ordenanzas que prohíben el uso de fertilizantes y plaguicidas artificiales, y las asociaciones de productores han establecido acuerdos inquebrantables para desterrar cualquier sustancia que altere la naturalidad de sus campos. «Nunca hemos usado químicos, antes sólo se deshierbaba», dice la señora Violeta Rodas, una anciana de hermosos rasgos afilados que está parada ahora en medio de un campo de varios cultivos. A la manera de las mujeres de la comunidad, ella lleva un sombrero marrón de ala corta coronado por una gran flor rosada con hojas verdes, la misma combinación que hace resaltar su chompa y blusa. El intenso color de su ropa contrasta con el laconismo de sus palabras, esa parquedad propia de la gente formada en una rigurosa ética del trabajo. Rodas es madre de Noemí, una activa productora de quinua que se ha convertido en un ejemplo del manejo de la chacrahuerto. Ambas cuidan solas su propiedad, aunque contratan peones para las labores más rudas, como el sembrado de papas. Esta mañana, Noemí ha partido a realizar gestio-

nes comunales mientras su madre se ha quedado a vigilar los campos. Hasta hace unos años, trabajaban la tierra según el tradicional sistema de laymes, que consiste en rotar las zonas de cultivo para permitir la recuperación de los campos recién utilizados tras cada cosecha. Ahora viven de estos terrenos fijos adjudicados por la comunidad. Tienen una hectárea y tres cuartos, y por estos días allí hay sembríos de quinua, oca, cebada, mashwa. «Con la asistencia técnica nos va mejor», comenta Violeta Rodas. Con esa breve frase se refiere a los nuevos vientos que soplan en la zona. Ella creció en una época en que los agricultores de su pueblo cultivaban la tierra para el autoconsumo, pero hoy cultivan pensando en el mercado. Rodas misma, como integrante de la Asociación de Productores Agroecológicos Artesanales y Derivados (APROADE), ha participado los dos últimos años en la feria agropecuaria Tejemolino, en Andahuaylas, y en 2012 mandó junto a sus asociados un cargamento de quinua a la feria gastronómica Mistura. Su quinua negra voló del stand. 91


LA CONQUISTA DE MISTURA Pomacocha tiene siete asociaciones de productores agropecuarios. Cinco de ellas ejecutan proyectos de fondos concursables con el PRODERN. Se trata de iniciativas para el cultivo de papas nativas y quinua, pero también para obras de cuidado del medioambiente, como la recuperación de bofedales y la llamada «cosecha de agua», e incluso el reciclaje de residuos orgánicos e inorgánicos. La coordinación de estos proyectos se realiza mediante la Oficina de Desarrollo Económico Local (ODEL), una dependencia del municipio distrital que está dedicada a impulsar esfuerzos para mejorar la calidad de vida de la población. Pomacocha es una localidad pionera en estos temas. Fue el primer distrito de la zona en el que los productores locales empezaron a aportar leche fresca al programa municipal del Vaso de Leche, a pesar de que su situación no era óptima debido a la falta de pastos para alimentar al ganado. Desde este municipio se empezaron a organizar las primeras asociaciones de productores agropecuarios, 92

en el año 2008, y la gestión de entonces se encargó de realizar las inscripciones en los registros públicos. Los primeros proyectos se enfocaron en mejorar los recursos locales. Las autoridades también apoyaron iniciativas como el cultivo de papas nativas –antes del boom gastronómico que las hizo famosas–, aun cuando carecían de apoyo institucional externo para mejorar la producción o vender las cosechas. El cambio de los últimos tiempos ha sido tan notable, que bien podría verse a Pomacocha como un territorio optimista, donde agricultores y ganaderos tienen la mira más allá de sus límites, y en especial en el gran público de la costa. La experiencia de llevar sus productos a Mistura 2012, gracias al apoyo logístico del PRODERN, fue exitosa. Vendieron el 100% de lo que llevaron. «No estábamos acostumbrados a llevar nuestros productos a otros sitios», dice Mariano Ccaccya, responsable de la ODEL de Pomacocha y uno de los principales promotores de

la nueva mentalidad entre sus paisanos. Ccaccya es un funcionario de carrera. Lleva 28 años trabajando en la municipalidad, a la que ingresó tras ganar una plaza en un concurso público. Aunque no logró realizar estudios profesionales como sus hermanos –un abogado y dos profesores–, se ha tomado en serio la necesidad de capacitarse para ayudar a su comunidad: además de estudios en administración, llevó un diplomado en Evaluación del Patrimonio Natural y en la actualidad cursa otro en Biocomercio, que es financiado por el PRODERN. Esta preparación le permite tener una mirada estratégica sobre los recursos con que cuenta su distrito y las posibilidades de crecer si se apuesta por un manejo adecuado de los cultivos y el ganado. «Los agricultores de las asociaciones están abriéndose al mercado local, provincial y nacional», explica con moderada alegría. Ccaccya lleva también un sombrero de ala corta color marrón, camiseta roja con cuello y una casaca deportiva negra que corta el


Pomacocha es un territorio optimista, donde agricultores y ganaderos tienen la mira en el gran público de la costa. aire frío de esta zona alta. Es un hombre con facilidad de palabra y un certero conocimiento de su territorio. «La gente está consciente de que esta forma de trabajar es más rentable para todos», dice sobre el enfoque emprendedor que ahora impera en las asociaciones de productores. Todos saben que la aventura de llegar a Mistura 2012 abrió una gran puerta y quieren aprovecharla. Hasta ese momento, el mayor acceso a los mercados fuera de Apurímac había sido la feria agroecológi-

ca que se organiza una vez al año para los migrantes de Pomacocha que viven en Lima. Se realiza en el distrito de San Juan de Miraflores, a la altura del hospital María Auxiliadora, donde vive una buena cantidad de pomacochanos. El fervor nostálgico de ese encuentro es tan intenso que el camión de cuatro mil kilos de productos que se llevan para esa fecha queda vacío en un par de horas. A Mistura, los productores agropecuarios de Pomacocha enviaron 1.500 kilos de papa y otro tanto

de quinua, en una comitiva acompañada y asesorada por el PRODERN. Los costales regresaron vacíos. Las asociaciones han planteado alquilar un puesto para futuras ferias. Como no tienen el dinero suficiente, han pedido compartir los gastos con la municipalidad u otra institución que pueda poner el hombro de manera formal. «Hay mucha iniciativa, lo que falta es que el gobierno local dé un poco más de respaldo», dice Ccaccya muy entusiasmado. 93


Pomacocha


Daniel Silva


DISTRITOS DE AGROBIODIVERSIDAD El día aclara un poco. Un estrecho sendero hecho a pulso permite salir hasta el camino principal. El terreno colinda con los de varios otros de la Asociación de Productores Agroecológicos Artesanales y Derivados (APROAADE): al lado izquierdo el de don Godofredo, más allá el de don Eusebio. En ambos se puede ver el sistema ordenado de cultivos del que hablaba la señora Rodas líneas arriba. Mariano Ccaccya dice que todos están comprometidos con el esfuerzo de declarar a Pomacocha y a Huayana como distritos de agrobiodiversidad. El expediente, que es trabajado con asesoría del PRODERN, la misma que será presentado al Ministerio del Ambiente. «Dios quiera que tengamos buenos resultados», dice Ccaccya. La comunidad confía en su tradición de respeto a la naturaleza, esa «agricultura limpia» que proclama un cartel en la fachada del municipio. A mediados de enero de 2013, la asamblea de 96

la comunidad ratificó la prohibición de usar compuestos químicos en los cultivos. El propio Mariano Caccya dice que nunca en su vida ha usado un producto de ese tipo en sus chacras. La resistencia a usar productos químicos alcanza a varias generaciones. La prueba está en la experiencia de Gilmer Ccaccya, un agricultor de treinta años que tiene su parcela en otro sector de Pomacocha. Para llegar a ella hay que pasar por un riachuelo de aguas claras y frías. El terreno de cultivo está rodeado de unos plantones de pino de poco más de un metro de altura, que él sembró hace unos tres años. También hay plantones que colocó hace apenas tres semanas, a sugerencia de los asesores del PRODERN. «Hace unos cinco años, alguien quiso usar productos químicos en su chacra, pero no se le permitió», refiere sobre los desafíos de este acuerdo que tratan de cuidar con tanto celo. Si el sistema de vigilancia campesino

detecta a alguien que está usando químicos a pesar de la prohibición, la sanción es ejecutiva y contundente. «La comunidad viene y le destroza el producto», señala el agricultor. Es, por supuesto, una advertencia figurada, pero conviene tenerla presente: Gilmer Ccaccya es Teniente Gobernador de Pomacocha. El joven Caccya está casado y tiene tres hijos. La mayor tiene siete años. Esta mañana, dos de los chicos están en el colegio, mientras la menor, una niña de poco más de tres años, se esconde entre los matorrales para evitar la presencia de los extraños. Viste un buzo de polar rosado y un chaleco de lana de rayas verdes en el que resalta la figura de un árbol, una alpaca. La pequeña tiene en las manos un ramo de flores de papa con pétalos violetas y blancos y botones amarillos. Está molesta y no quiere que le tomen fotografías. Es evidente que los extraños han invadido el escenario apacible en que la crían. La fami-

lia lleva cuatro años de vivir en el campo a pesar de los quince años que el padre pasó en Lima. En la ciudad vivió algunas frustraciones cotidianas hasta que un día decidió regresar. Ahora, contra lo que muchos podrían pensar, ya no sufre carencias económicas. «A ver, préstame un momento las flores», dice para tratar de distraer a su hija. Minutos después, la niña, distraída, se queda en silencio. Ccaccya se muestra complacido de que todo lo que están haciendo en Pomacocha será en beneficio de sus hijos. Además del mejor manejo de las chacras y los pastos para el ganado, la comunidad está rescatando su patrimonio natural. Hasta ahora, tan solo con el PRODERN, han recuperado 27 puquios y tres lagunas temporales que han represado con terrones y piedra. Poco a poco, las aguas contenidas empezarán a filtrar y lo que en tiempo seco suele ser tierra amarilla, será entonces tierra húmeda que contagiará de verde nuevos campos.


Con PRODERN, en Pomacocha han recuperado 27 puquios y 3 lagunas temporales. La tierra hĂşmeda contagiarĂĄ de verde los nuevos campos.


SAPOS AMARILLOS Uno de los principales tesoros de los Andes es el conocimiento que tienen los abuelos. Según ellos, la naturaleza puede leerse como si se tratara de un libro. Por ejemplo, el aullido del zorro. «Si el aullido es limpio, será un buen año agrícola. Pero si el aullido es ronco, el año será malo», dice un hombre llamado Santos, que suele viajar por los pueblos para conversar con los ancianos. Al principio muchos se mostraban reacios a contarle sus conocimientos, pues durante mucho tiempo esta sabiduría ancestral fue menospreciada. Pero ahora Santos ha recuperado muchas historias y puede ganarse la confianza de esos guardianes de secretos. Con esas versiones recuperadas, él predica para quien quiera escucharlo y

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comparte conocimientos con los ingenieros que recorren la zona para trabajar en diferentes proyectos con tecnología moderna. Santos les cuenta, por ejemplo, que cuando el sapo se pone negro, va a llover. Y se pone amarillo cuando escampa. Si los huevos de la araña lucen grandes y granulados, habrá una buena cosecha de papa. La luna marca el tiempo agrícola: cuando está en fase de menguante, favorece los cultivos que crecen bajo tierra, como las papas, mientras que la fase creciente es más propicia para la quinua. «Si uno siembra en un día no adecuado, le va a ir mal. Eso se cumple totalmente», dice Santos. Hay que escucharlo para aprender. A través de él hablan los ancestros.

La naturaleza puede leerse como un libro. Si el aullido del zorro es limpio, será un buen año agrícola.


EL YACHACHIQ DEL AGUA Una de las estrategias del PRODERN para la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica, es la formación de Yachachiqs o «maestros de la tecnología». Estas personas transmiten el conocimiento en las localidades andinas. Ahora vamos en busca de uno que se especializa en manejar los recursos hídricos. El sonido del látigo estalla en el aire y atraviesa las pampas como la explosión de una bala. El yachachiq Edgar Chipana muestra el modo en que maneja sus rebaños de alpacas. Su brazo derecho traza una parábola en el aire para agitar la soga y luego tira de ella hacia abajo con una fuerza tremenda. El eco debe llevar el chasquido más allá de las montañas que nos rodean, hasta las praderas que se

encuentran al otro lado. Chipana está parado sobre una gran roca de apariencia ceremonial. Desde este punto domina por completo la laguna Osloqocha, un espejo de agua que parece un oasis en un desierto frío. Sobre esa plataforma natural, la imagen del yachachiq parece más grande, con el poncho de alpaca agitándose al viento como la capa de un personaje mitológico. Es el hombre que sabe manejar el agua. Chipana es uno de los comuneros que ha intervenido Osloqocha para recuperarla. Hacia una de las riberas, el borde natural ha sido transformado en un dique de tierra y piedra que evita la fuga del agua. Lo construyó la comunidad cercana de Pomacancha, en cuatro jornadas de trabajo y

con participación de veinte hombres. «Con esto vamos a soportar la época seca», dice el yachachiq señalando el paisaje alrededor. El tiempo de escasez empieza en abril. La laguna almacenará el líquido que llega desde un río que hay en la zona más alta, fuera de la vista de donde nos encontramos. En el momento propicio, los pobladores abrirán el dique para empapar la tierra de los alrededores. La siembra y cosecha del agua es una tarea tan importante como el cultivo de los productos que todos conocemos. Es tarea de un yachachiq difundir sus beneficios. Lo hace de manera voluntaria y siempre que se requiera. «Nuestro creador nos ha dado mucho y debemos devolver parte en este mundo», explica.

Estamos en el lugar preciso para hacerlo. Osloqocha siempre ha sido una fuente de vida para los habitantes de la zona. Existe una fiesta tradicional para atraer la lluvia que consiste en hacer un pago en las zonas altas, recoger una hierba de las lagunas, bajar a toda carrera a caballo por este paraje y depositarla en un sitio ritual que está en una zona baja de la cuenca. La hierba que se recoge, como el fervor de un amuleto, se llama oslo. Es lo que da nombre a la laguna. Aunque ahora esta fuente carece de vegetación, la comunidad tienen la idea de sembrar putaja –la famosa planta llamadora de agua– y totora, que podría dar pie a una nueva actividad económica.

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Max Cabello


Edgar Chipana . Pomacocha


«QUEREMOS EVITAR LOS DAÑOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO» Los habitantes de Pomacancha han asimilado mejor que nadie la necesidad de recuperar su patrimonio natural. «Queremos forestar para evitar los daños del cambio climático», agrega el yachachiq Edgar Chipana. En su caso, esta conciencia es un giro radical de perspectiva, el paso de alguien que buscaba un camino a alguien que está para guiar a los demás. Hasta el año 2005, su mayor emprendimiento había sido el intento de poner un puesto de venta de carne en Andahuaylas. Sus intentos previos por estudiar ingeniería agraria se frustraron por falta de dinero. Entonces ingresó como aprendiz en una carnicería y aprendió todo lo que hay que saber sobre ese negocio. En cierto momento, trató de independizarse, pero tampoco fue fácil. Así que un día regresó a la tierra natal, de la que había emigrado a causa del la violencia política. Lo que encontró fue un pueblo en tinieblas y sin agua potable. Chipana no se resignó a las privaciones y exigió a las autoridades que hicieran obras. Ahora su pueblo ya tiene servicio de agua y se alumbra por las noches con la energía captada por los paneles solares durante todo el día. Ese mismo espíritu emprendedor lo impulsó primero a aprender y luego a difundir 102

conocimientos tanto sobre el agua como sobre las alpacas, que ha recibido en capacitaciones y viajes de pasantía para conocer otras experiencias en los Andes. «Me siento orgulloso de incentivar a nuestra gente a cambiar de vida», dice. Además de yachachiq del agua y las alpacas, Édgar Chipana es presidente de la Asociación de Alpaqueros de Titayhua y Pomacocha, que reúne a veinticinco criadores. De ese grupo, apenas dos provienen del pueblo de Chipana. Entre él y su padre suman cien cabezas. A pesar de la escasez de pastos y los problemas que eso genera, hace poco hicieron una venta importante de charqui. Momentos así, al parecer, lo motivan a trabajar para mejorar la crianza. «Nos falta mejorar muchas cosas», dice este maestro andino con ansiedad de emprendedor. La principal, que tendría verdaderos efectos renovadores, sería traer alpacas reproductoras que eleven la calidad genética del ganado. «La fibra que ahora tenemos es gruesa, necesitamos producir fibra más fina», explica. Chipana se ha propuesto lograr ese cambio. A juzgar por las otras tareas que ha ido cumpliendo, es seguro que tarde o temprano lo conseguirá.


AJO, HIERBAS Y ORINES Un fuerte viento barre las pendientes. El yachachiq Edgar Chipana comenta que sus abuelos tenían formas de pronosticar e incluso de controlar el clima. «Si el arco iris sale alrededor del sol, no va a llover», refiere con la seguridad que un científico pone en sus fórmulas. Esta vez no hay arco iris cercano y una ligera llovizna se descuelga de improviso. Sobre la tierra húmeda empiezan a formarse unos pequeños charcos cristalinos. Chipana recuerda que los antiguos llenaban de agua los surcos entre los cultivos para protegerlos del frío. «Decían que la helada llega con sed», comenta. En realidad era un método para equilibrar la baja temperatura de la noche con el calor que el agua retiene durante el día. La verdadera sorpresa está en el remedio para espantar las heladas: se junta en un recipiente una mezcla de ajo, hierbas y orines. Al caer con fuerza, la granizada hace que el olor amoniacal se esparza por los aires y eso, dicen, ocasiona que el granizo se vaya para otra parte. Chipana reconoce que es desagradable, pero efectivo. Los ingenieros que visitan la zona tienen mucho respeto por esos conocimientos. Basta verlos mientras escuchan los relatos de este hombre pequeño, pero seguro. Una simple charla abre la puerta de otros mundos. 103


Campos de cultivo de la quinua y kiwicha

Erasmo Otรกrola



GUARDIANES DE LA PAPA Dentro de su tercer componente, el PRODERN fomenta el Biocomecio, a través de la implementación de parcelas familiares de productos nativos (papa, quinua, tarwi) y pone especial énfasis en aquellos que tienen un potencial en el mercado. Es el caso de las papas nativas. Diógenes Carrasco recoge las herramientas de la viga en que suele colgarlas, a la entrada de su cabaña, y las lleva al borde de la chacra de papas nativas para mostrar cómo labra la tierra. Las herramientas son un pico y tres palas cuyas asas parecen ramas de árboles de la zona. El pico tiene la forma de un cisne de cuello largo. Las palas parecen espátulas dobladas como los espejos que usan los dentistas. Con esas piezas, el hombre ha devuelto la vida a un campo del tamaño de una cancha de fútbol –y aún mayor– que antes había 106

sido el patio trasero de su casa y ahora es una chacra rebosante de papas. Las hileras de hojas forman líneas sinuosas sobre los camellones en que están plantadas. En algunas matas se pueden ver pequeñas flores violetas, una discreta señal de la vida que se gesta centímetros abajo. «Ahora estamos valorando más la calidad de la papa», dice Carrasco, un yachachiq (o maestro) de los cultivos en Checchepampa. Que un hombre de sus conocimientos –un descendiente de generaciones de guardianes de la papa–, diga una frase semejante, va más allá de un comentario casual, como aparenta. Es una sentencia: en este lugar se está cultivando una ilusión. Carrasco la promueve por experiencia propia. En el año 2012, realizó junto a su esposa un viaje de descubrimiento hasta Lima. Habían sido

invitados por el PRODERN a participar en Mistura, la feria gastronómica más importante del país. Ninguno conocía la costa. Y al principio, confiesa ahora, ni siquiera estaban tan convencidos de que fuera una buena idea salir tan lejos. En el camión que los trasportaría cargaron cinco sacos de papa de distintas variedades. En el camino, el cargamento se completó con otros ocho sacos de papa y once de quinua del distrito de Pomacocha. Aquella vez, la comitiva incluyó a campesinos, autoridades locales y un profesional del PRODERN. En el trayecto, una dura travesía de 24 horas con las comodidades que puede esperarse de un vehículo de carga, el grupo de agricultores discutió el posible precio al que venderían sus productos en la feria culinaria más grande de Latinoamérica. Una primera opción era poner el


kilo de papa a un sol. El representante de Pomacocha sugirió que fuera el doble, que tampoco era mucho, pero el objetivo de difundir las propiedades del producto podía compensar el esfuerzo. Una vez en la feria, la euforia del público por las novedosas papas nativas elevó el precio hasta cinco soles. Las que Carrasco llevó se acabaron al tercer día. Esta mañana, él recuerda la experiencia como el viaje que le abrió los ojos. Por tradición, los productores de la zona siempre han cultivado para el autoconsumo, pero ahora lo hacen con la mira puesta en el mercado que se acaba de abrir. «La gente de Lima quiere papas pequeñas», dice Carrasco en relación a la demanda de las llamadas «papas gourmet» desatada a raíz del boom gastronómico. «Piensan que las papas grandes tienen químicos», comenta. El mensaje ha llegado claro a los miembros de la asociación de Checchepampa, que él preside, y a otras asociaciones que hay en la localidad vecina de Patahuasi, con las que trabaja de manera conjunta. El trabajo se ha concentrado sobre todo en el rescate de diferentes tipos de papas, que los nuevos clientes, para sorpresa de los agricultores, suelen pedir mezclados.

Meses atrás, el PRODERN les entregó hasta 85 variedades traídas desde el Centro Internacional de la Papa, el laboratorio de investigación sobre este producto más especializado del mundo, que funciona en Lima. Esas papas ya están sembradas. A ellas se les suman las variedades que la propia comunidad conservaba y las que Diógenes Carrasco compró de productores de Huancavelica a los que conoció en Mistura. «Estamos rescatando bastante. Algunos tipos de papa habían desaparecido porque no nos gustaban, pero ahora los estamos recuperando», dice Carrasco. El PRODERN apoya esta iniciativa con asistencia técnica que permita una mejor gestión del ecosistema. Checchepampa tiene un patrimonio natural por atender. En las partes altas hay pequeñas lagunas que proveen parte del agua necesaria para los cultivos, y en distintas zonas hay pastizales o pequeños sectores con árboles que fortalecen el suelo y protegen de las heladas. El objetivo es que estos recursos sean manejados como proveedores de servicios ambientales. La conciencia de lo que brindan debe conducir a su protección, del mismo modo que uno cuidaría una maquinaria milagrosa o mantendría bajo control un depósito de materiales. El paisaje tiene un valor que trasciende la vista.

«Estamos rescatando algunos tipos de papa que habían desaparecido porque no nos gustaban», dice Diógenes Carrasco.

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Daniel Silva


EL REINO DE DIÓGENES

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plican un poco. Él lleva un registro de todo en un cuaderno escolar. El punto donde estamos parados en este momento, al borde de la propiedad, está enriquecido por un bofedal que pasaría desapercibido a ojos foráneos si Carrasco no lo señalara entre la maleza. Lo que se ve es una porción de tierra oscura, humedecida por el agua que viene del subsuelo. En la cartografía del patrimonio natural campesino, este es uno de los recursos más valiosos. El bofedal se mantiene húmedo todo el tiempo y, bien manejado, puede extenderse hasta humedecer otras porciones de terreno que luego darán pastos o nutrirán cultivos. Junto a un cerco de piedras puede verse una parcela con pastos crecidos de apariencia floreciente. Es la muestra de esta mirada estratégica: un poco más arriba hay un cerco que suele ser usado para guardar las alpacas, de modo que cada cierto tiempo el guano se acumula en una zona específica. Está ubicado de tal manera que al caer la lluvia el agua arrastra el abono animal hasta la zona del pastizal y la fertiliza. Ahora es una reserva para alimentar al ganado. Diógenes Carrasco emprende el camino de regreso a sus cabañas. A la

hora de cruzar el riachuelo, comenta que la comunidad necesita administrar mejor el agua de las lluvias. «Acá no tenemos puquiales», precisa. Lo recomendable, dicen los técnicos, sería abrir zanjas de infiltración, que son hoyos en el terreno para que las precipitaciones se acumulen en lugar de deslizarse por la pendiente. También se podrían hacer canales entre las chacras y plantar más árboles para que las raíces permitan sembrar agua. Son ideas por trabajar. Carrasco, quien lleva puesto el poncho de color fucsia que sólo se pone en ocasiones especiales, dice que la comunidad está cumpliendo todas las tareas a las que se ha comprometido con los asesores. Basta un vistazo al corral de piedras que está a un costado de su casa para confirmarlo. El cerco está rodeado de unas plantas espinosas que evitan el ingreso de los animales. Por el lado interior hay queñuales que forman una barrera de mediana altura. Justo a la sombra de estos árboles, Diógenes Carrasco ha plantado coles, lechugas y hasta cebolla roja arequipeña, a sugerencia de los técnicos. Los queñuales funcionan como un toldo natural. Daniel Silva

Diógenes Carrasco accede a mostrar la riqueza de su reino. Caminamos varios metros hacia un sector de pastos ligeramente elevado que está cruzando un riachuelo y termina en un muro de piedras. Es el límite de sus tierras. Desde ese borde, las cuatro cabañas que componen su estancia de estos días aparecen rodeadas de parcelas de diversas tonalidades, como alfombras gigantes sobre el suelo verdoso. Hacia el sector izquierdo están los cultivos de papas, hacia el sector izquierdo un pastizal y un corral cercado también con piedras y queñuales protegido por un espantapájaros. «Estas parcelas ya están cultivadas con un enfoque de mercado, de biocomercio», dice un asesor del PRODERN. Carrasco comenta algo en quechua que luego el ingeniero traduce: van a necesitar más mallas para terminar los cercos pendientes y necesitan el apoyo del PRODERN. Para ello se debe poner el tema en la agenda de la asociación y, cuando decidan algo, tienen que iniciar las gestiones necesarias. El yachachiq presidente debe velar por los intereses de las 17 familias de su asociación y coordinar con las otras asociaciones, que agrupan en conjunto a 52 familias. A veces las cosas se com-


La mañana avanza y la familia de Diógenes Carrasco ofrece un refrigerio a los visitantes. En la cabaña que funciona como cocina, la señora Isabel, su esposa, termina de servir unas fuentes de papas sancochadas y jarros de leche fresca. Las papas tienen la cáscara negra, pero el interior amarillo. Es una de las variedades que arrasó en la feria de Mistura. Isabel Huilcapuma sonríe al recordar que en cierto momento estuvo a punto de negarse a viajar a Lima. Era demasiado lejos, no conocía a nadie y a su esposo, Diógenes, no le agradaba demasiado la idea. «Ahora hasta me iría sola», bromea ella. Una risotada unánime inunda la cocina. Al final viajaron ambos, junto a un tercer

comunero, y la experiencia les dejó impresiones imborrables. Hay una fotografía de los tres junto al chef Gastón Acurio que da testimonio de su triunfo. Isabel mira a la cámara como si estuviera pensando en el esfuerzo que costó llegar allí mientras Acurio abraza a Diógenes. La alianza de los cocineros y los productores merecería ser un lema nacional. El otro recuerdo imborrable es la visita al mar. Isabel Huilcapuma se trajo un pequeño atado de conchas que recogió en su primera caminata por la playa. «¿Y dónde las tienes?», le pregunta una voz. «Están guardadas abajo, en mi otra casa», responde al borde del fogón. Es parte de la naturaleza humana guardar amuletos de momentos felices. 111


PRUDENCIO ANUNCIA LA LLUVIA El presidente de la comunidad San Juan de Patahuasi mira de reojo el cielo y anuncia que pronto va a llover. No se trata del lugar común por el cual uno mira una nube negra y presume el cambio de clima, sino de un aviso tan certero que podría medirse por minutos. No deja de resultar simbólico que el presidente se llame Prudencio Flores. Quedan todavía unos momentos de calma y Flores aprovecha para mostrar la chacra en que ha sembrado las 85 variedades de papa que le facilitó el PRODERN. Las semillas ocupan apenas seis surcos de una chacra que debe tener veinte líneas cultivadas o más. La idea es que ese fragmento de parcela sea un semillero 112

de especies variadas, una suerte de banco de ahorros vegetal. «Antes las papas se pudrían en nuestros almacenes porque nadie las compraba», comenta sobre tiempos no tan lejanos. Ahora los miembros de la comunidad saben que hay un mercado más allá de Andahuaylas y que mucha gente espera estas papas para usarlas en restaurantes o en casas con buen paladar. «Hasta hemos adquirido papas nuevas», agrega con tono entusiasta. Prudencio Flores es un hombre joven, pero ya ha ejercido varios cargos públicos: ha sido regidor distrital, teniente gobernador, agente municipal. Ahora comparte la presidencia de la comunidad con la presi-

dencia de la Asociación de Productores Agropecuarios Los Hijos de San Juan de Patahuasi. Su caso es muestra de una sorprendente vitalidad, porque a pesar de que ambas labores son demandantes, Flores las lleva adelante sin descuidar sus parcelas, sus animales o su propia casa. Hace poco empezó a construir una cabaña de adobe para su criadero de cuyes y avanzó solo hasta que los muros casi le llegaron a los hombros. Entonces visitó a sus vecinos para pedirles que lo apoyen con un trabajo en minka. Algunos, que ni siquiera recibieron el llamado, se presentaron solos porque habían visto cómo trabajaba y consideraron justo poner el hombro.


Max Cabello

Prudencio Flores

Con este último ambiente, su propiedad consta de seis compartimentos y diez parcelas. «Esta es una población muy activa, bien organizada», afirma Flores, con evidente orgullo, el tono de quien cuenta una experiencia para enseñar a otro cómo hacer las cosas. El aguacero cae de modo abrupto y confirma que uno debe hacerle caso al presidente de la comunidad cuando te anuncia una lluvia inminente. Nos refugiamos en la cabaña de cuyes. Dos tragaluces de calamina plástica permiten observar las bien modeladas paredes del interior. Hay tres sacos de guano de la isla, una carretilla, algunas herramientas, un poco de leña. En los próximos días, Flores colocará las bandejas para ordenar los animales. «Antes era costum-

bre tener los cuyes en casa, pero así tenemos más orden para aumentar la producción», indica. Los cuyes se reproducen casi tan rápido como los conejos. Será una nueva fuente de ingresos para este hombre y su familia. El mismo sentido de ordenamiento está difundido ahora en los territorios de la comunidad. La población ha trabajado con el PRODERN en la ampliación de bofedales, la protección de las fuentes de agua, en el cercado de pastizales y en la reforestación de las pendientes con queñuales y pinos. Incluso han vendido parte del ganado que estaba recargando las zonas de pastoreo, mientras recuperan la capacidad de las praderas para alimentarlos. «Ahora la gente se va dando cuenta de lo que

tiene», dice Prudencio Flores, con un modesto gesto de satisfacción en su rostro de rasgos amables. La lluvia amaina. Pequeños espejos de agua advierten que el terreno está resbaloso a pesar de su apariencia de alfombra. A mitad de una pendiente cercana se ve un cerco de malla ganadera en cuyo centro hay una especie de pozo de piedra. Es un puquial. En el ojo de ese manante, Prudencio Flores ha sembrado una planta nativa llamada putaja, que ayuda a purificar el agua y propicia su acumulación. Es una especie de arbusto de tallo alargado. En la cosmovisión andina la llaman: «planta criadora de agua». La forma en que Flores ha protegido su puquial le garantiza tierras húmedas y pastos frescos de manera sostenida. 113


Cosecha del agua para la conservaci贸n de bofedales. Cheqchepampa


Daniel Silva


Víctor Rojas

EL SECRETO DEL BUEN VIVIR

Metros más arriba, una primera estancia guarda más detalles de esta maravillosa dinámica que está cambiando la vida de decenas de personas en las alturas de los andes de Apurímac. Es la parcela de Víctor Rojas, un yachachiq del chacrahuerto. Víctor Rojas muestra su chacra como una batalla ganada contra el mal tiempo. «El granizo me ha malogrado algunas plantas, pero esta cosecha va a salir», dice el hombre, seguro como nadie, sentado de cuclillas en116

tre los surcos. La gente que conoce a Rojas no puede sentir sino admiración para un hombre que ha organizado sus tierras y sus animales con la precisión de un relojero. La mayor prueba está en otra de sus casas, a la que se accede por un camino afirmado hasta otro sector de suave pendiente. Se trata de un ecosistema hecho a pulso. La casa consta de cuatro construcciones juntas. Las dos principales corresponden a la vivienda propiamente dicha y las otras dos

son depósitos para materiales e insumos. En la parte trasera hay un damero de cultivos que podrían alimentar a una familia durante meses. Hay un sector de oca, otro de olluco, uno más de quinua y uno de tarwi. Hay avena, mashua y más variedades de papa –por su propia iniciativa, Rojas ha recuperado 23 tipos con semillas heredadas de su padre y su abuelo–. «Es mi siembra», dice Víctor Rojas con el gesto de satisfacción de un rey amable en sus dominios. El primer sector termina


La población ha trabajado con el PRODERN en la ampliación de bofedales, la protección de las fuentes de agua, en el cercado de pastizales y en la reforestación de las pendientes con queñuales y pinos.


Daniel Silva

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que nunca deja de sorprenderse con los progresos de este emprendedor del campo. Rojas sonríe como si lo supiera desde hace tiempo. Uno puede pasar horas escuchando sus ideas: hace poco encontró una paloma herida en el campo, la curó con remedios caseros, y ahora piensa hacer un criadero en uno de sus compartimentos; en los meses siguientes llevará su ganado a un terreno que está frente a su casa y aprovechará el guano que arroje para convertirlo en una nueva chacra; si la venta de su ganado sale como espera –y, salvo imprevistos, no tendría por qué fallar–, comprará una casa en Andahuaylas para asegurar a la familia. «Estoy dejando todo esto para mis hijos y nietos», comenta, aunque no debe tener ni cincuenta años. Bastaría que cada uno de sus descendientes hiciera la cuarta parte de lo que él ha hecho para convertir esta región en un paraíso. Bastaría que la gente a la que enseña adquiera su optimismo sin límites. «La gente piensa que somos pobres, pero yo no necesito nada», dice con una tranquilidad apabullante. La lluvia regresa por ráfagas sobre San Juan de Patahuasi y resulta inevitable la impresión de que esas gotas rebotan sobre tierra fértil. ¢

Andahuaylas

en un bosque de queñuales que parte sus tierras en dos. Él mismo sembró cada árbol, hace casi veinte años. Al lado del bosque, que produce una frescura providencial ante el calor del sol andino y por las noches protege los cultivos del viento, hay una pequeña casa de adobe semidestruida por una explosión de raíces y vegetación. Es la propiedad que le regaló su padre hace muchos años. Con el tiempo resultó insuficiente y ahora permanece como una reliquia familiar que el bosque ha de incorporar a su geografía hasta convertirlo en el fósil de un recuerdo. El sector que correspondía al patio es como un criadero de eucaliptos. Pero es la zona baja de este lado de la propiedad donde el ingenio de Víctor Rojas termina por deslumbrar a sus visitantes. Al lado de una caseta para los cuyes ha establecido un huerto lleno de diversas hierbas aromáticas, especias y algunas frutas: manzanilla, orégano, fresas silvestres, tumbo. Si tiene algún malestar, Rojas viene y toma alguna yerba para preparar una infusión. En vez de comprar saborizantes artificiales, le basta abrir la cerca y tomar la planta que le provoque. «Acá está el secreto para vivir feliz», dice uno de los asesores del PRODERN,


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Daniel Silva




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Aquí hay muchas ansias de trabajar» Marciana Quillas Tito Vicepresidenta de la Asociación de Alpaqueros de la Comunidad de Andamarca. Ayacucho.


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