Revista Yucatán Julio 2013

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Por Roberto Mac-Swiney trovamus34@hotmail.com

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e vuelto por sexta vez a España sin que me lo hubiera imaginado (mi último viaje fue en mayo del 2011). No estaba en mis planes de este año volver a cruzar el Océano Atlántico en uno de esos gigantescos aviones de la aerolínea española “Iberia” que llevan en su interior 350 pasajeros durante las 12 horas continuas de vuelo que median desde el Aeropuerto “Benito Juárez” de la ciudad de México hasta que vuelve a posarse en tierra en el Aeropuerto “Barajas” de la ciudad de Madrid (siempre he pensado que es un multimilagro mundial como pueden elevarse esos aviones que pesan más de 400 toneladas y volar a casi 12,000 metros de altura). Fueron unas pocas palabras de mi hija Adela, periodista que llegó a Madrid hace 11 años a estudiar una maestría y un doctorado en la Universidad Complutense y quien desde hace 5 años es la corresponsal en Europa de la agencia noticiosa mexicana “Notimex”, las que pusieron en su fase inicial un indispensable viaje familiar a Madrid (mi esposa María Cristina González, mi hija Cristina y yo). Las palabras de Adela, dichas un mes antes del viaje, y que fueron como el clarinazo para decidir un viaje no imaginado, pero indispensable, fueron las siguientes: “Papá, el Club Internacional de Prensa de España me ha elegido para recibir el 8 de mayo un reconocimiento como la mejor corresponsal extranjera en España y yo quiero que tú y mamá vengan. Mi hermanita Cristina ya me aseguró que viene”. Y esas palabras nos lanzaron

Adela Mac-Swiney González trabajando en las oficinas de Notimex en Madrid

a la búsqueda de la opción más económica para la compra de los boletos aéreos y a conseguir los indispensables “euros”. La salida a Madrid fue a las 11 de la noche el sábado 4, luego de las 12 horas de viaje, nuestro arribo a la imponente Terminal 4 del aeropuerto de “Barajas” fue al filo de las siete de la noche dominical madrileña, y después de pasar sin ningún problema los rápidos trámites migratorios y aduanales (a pedido de Adela le estaba llevando una generosa cantidad de chiles habaneros y de “recados” para hacer algunos guisos yucatecos,

España, he sin que lo hubie y tenía mis temores si pasarían los controles fitosanitarios, pero no hubo ningún problema) salimos a los pasillos donde nos esperaban mi hija, mi hermana María de la Luz y su nieto Enrico (ellos habían llegado cinco horas antes procedentes de Salvatierra, Guanajuato, en un vuelo de “Aeroméxico”) y un funcionario de la Embajada de México en España llamado Ángel de la Guardia Cueto, que es muy amigo de Adela. A los efectos del cambio de horario hay que añadir lo sorpresivo del atardecer, ya que hay luz de día hasta poco más de las nueve de la noche.

Las comidas de Adela Mac-Swiney con su familia y con sus amigos fueron muy frecuentes durante una semana y nunca faltaron los chiles habaneros

Ya en el “piso” de Adela (casi en el centro de Madrid, cerca del Parque España y el Palacio Real) y luego de medio acomodar el equipaje y de airear los chiles habaneros y los “recados”, hubo reunión familiar para definir la agenda de nuestra estancia de una semana, teniendo siempre presente el solemne acto de la entrega del reconocimiento a Adela el miércoles 8, a partir de las 20 horas. Ahí se decidió que luego de la entrega del premio, el jueves por la mañana viajaríamos en tren a Córdoba, y que el domingo visitaríamos la cercana ciudad de Segovia con el tiempo justo para regresar de esa mágica ciudad para preparar las maletas e irnos al aeropuerto y tomar el avión de regreso a la ciudad de México a las 00.40 (hora de Madrid) del lunes 13 de mayo. Los días previos a la entrega del reconocimiento, fue de mucho caminar por las concurridas calles madrileñas, de comer con los compañeros de profesión de mi hija Adela (mayormente mexicanos) en restaurantes españoles donde ella es muy conocida y donde ya saben como prepararle los chiles habaneros sofritos con aceite de oliva. Yo tenía la ilusión de ver la estatua de Agustín Lara (es obra del gran escultor yucateco Humberto Peraza Ojeda) en el barrio de Lavapiés y ahí estuve “preguntándole al maestro Lara por aquellas canciones que hizo inspiradas en la trova yucateca (el dueto de


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vuelto a ti, era imaginado los mexicanos “Lupe y Raúl” realizó hace muchos años un hermoso disco llamado La trova olvidada de Agustín Lara) y qué se sentía ser el autor de una de las canciones más emblemáticas de la capital española, el chotis Madrid”. Por las noches nunca faltaba qué hacer, y casi nunca nos acostamos antes de la medianoche.

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Rioja y muchos bocadillos. Los abrazos y las felicitaciones para los premiados eran incesantes, y para mi hija Adela fue muy satisfactoria la cantidad de mexicanos presentes que acudieron para saludarla y felicitarla (es la primera vez, en los 52 años que se han otorgado estos premios, que una periodista mexicana recibe esta distinción). Al término de la convivencia, en torno a Adela se integró un grupo de unas 20 personas que en alegre tropel salimos a cenar a un restaurante cercano al Parque del Retiro y donde no faltaron canciones como aquella de “que lejos estoy del suelo donde he nacido”.

Adela Mac-Swiney (tercera de derecha a iquierda) con los ganadores de los premios 2012 del Club Internacional de Prensa de España

La estatua de Agustín Lara en el barrio madrileño de Lavapies del escultor yucateco Humberto Peraza Ojeda

La ceremonia de la entrega del premio a mi hija fue en un edificio muy bello localizado en el interior del emblemático Parque del Retiro, en el corazón de Madrid y se significó por varios motivos: fue muy concurrida (entre los asistentes estuvo el Lic. Francisco Ramírez Acuña, el Embajador de México en España) y ordenada; empezó puntualmente; fue breve en cuanto a lo formal, y luego hubo una convivencia que terminó en punto de las diez de la noche. Fueron cinco los premiados, cuyos méritos fueron señalados por la Presidenta del Club Internacional de Prensa de España, y luego el Presidente del Congreso Español y un representante del Ayuntamiento de Madrid fueron entregando a cada galardonado un diploma y una pequeña escultura conmemorativa. Uno de los cinco premiados hizo el agradecimiento en nombre de los cinco galardonados con un discurso breve y preciso. Al término de la ceremonia formal comenzó una convivencia muy intensa acompañada de vinos de la Región del

El jueves, a hora temprana, viajamos a la ciudad andaluza de Córdova en uno de los trenes llamados “AVE”, que alcanzan velocidades hasta de 300 kilómetros por hora, con un confort superior al de un avión. En menos de dos horas ya estábamos en el corazón de Andalucía y en una de sus más bellas ciudades, donde se da una intensa fusión de las culturas romana, árabe y española. En mayo los patios de las casas cordobesas se engalanan de flores y se hace un gran concurso para elegir y premiar al patio más bello, y la cantidad de turistas que hacen largas colas para visitar los patios floreados es impresionante, como también lo son las colas para visitar la Catedral, la Mezquita y los Jardines del Alcázar de la Reina. Córdova es una gran ciudad llena de tradición y cultura, donde el buen comer es todo un arte. Existen numerosas tabernas

Jardines del Alcázar de la Reina

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