© Recorriendo los senderos. Camino de historias paralelas Copyright © 2020 Ávila Loera, Tlalli; Barrientos García, Getzemany; Becerra Cano, Mariana Alejandra; Campos Espejo, Ricardo; Comboy Hernández, Julio César; Cortés Camacho, Humberto; González Espinoza, Valeria Itzel; Martínez Martínez, Guadalupe Yazmín; Martínez Picazo, Karla Karen; Rangel Laguna, Raymundo; Reyes Ramírez, Luis Antonio; Ruelas González, Alan Ernesto; Silvino Erdosay, Yoselin Emiret; Toledo Beltrán, Douglas; Tomé Hernández, Anaí.
Editores: Luis Ángel Reyes Ramírez Getzemany Barrientos García Alan Ernesto Ruelas González
Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) Plantel Centro Histórico Lic. Comunicación y Cultura, curso Producción Editorial Profr. Benito López
Hecho en México, junio 2020
Todos los derechos reservados. Los derechos exclusivos de la edición quedan reservados para todos los países de habla hispana. Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio, sin el consentimiento por escrito legítimo titular de los derechos.
RECORRIENDO LOS SENDEROS Camino de historias paralelas
Luis Angel Reyes Ramírez Getzemany Barrientos García Alan Ernesto Ruelas González
ÍNDICE
DOÑALUPE
JULIO CESAR COMBOY HERNÁNDEZ
Después de la escuela lo primero que atraía al llegar a casa era un olor delicioso a guisado, de esos que sobre matan el hambre y de exquisita sazón, esa comida casera que <le sobremanera alimentaba el alma y engordaba el cuerpo, porque ahuevo te lo tenías que comer, así era la comida de Lupita. Ella era el carácter hecho persona, cuando estaba de bue nas era la señora más dulce y humana que pudieras ima ginar, pero cuando se enojaba era la enciclopedia comple ta de palabrotas, si te iba bien recibías la firme caricia de una cuchara azul forjada en peltre, pero si te iba mal la introducción de tu sentencia comenzaba con un « ¡chinga
9
tu madre pendejo!» acompañado de un combo de puñeta zos. -Yo creo que le enseñó box a Julio César Chávez ¡tenía la mano bien pesada! Doña Lupe como la conocía todo el mundo, Lupita para los cuatcs, era aquella abuela cariñosa que recogía a sus nietos al salir de clases, reconocerla en la multitud era fácil, una señora gordita, de cabello cano, chino; por la base apretada que en la estética le hacía la estilista; con un vestido largo, floreado, de colores extravagantes el cual era escoltado por un mandil igual de sutil que los colores <ld outfit del <lía. Empuñando d monedero se escuchaba a lo lejos: «apúrate, que nos está esperando El Vampiro» Se refería a su amigo el taxista. -Obviamente hacía como que no la conocía por la pena, que equivocado estaba. Al regresar a casa en aquel vochito, tenías que subir con cuidado para no pisar las bolsas del mandado, el camino se convertía en una mezcla de risas por aquel taxista có mico y las mejores playlist de música salsa. Cabe mencio nar que Lupita siempre que salía del mercado compraba un esquimo y se sentaba con el vendedor de los discos, para ver lo nuevo que había llegado para su colección. -Que por cierto ya tenía muchos cd's, siempre compraba los mismos, pero con diferente portada. Ay <le aquel que se atreviera a tirar un disco, o peor aún una de sus figuras de recuerdo, de los quince afios de quién sabe quién, que guardaba como tesoro en una vitri na en el comedor. Era gracioso ya que por las mañanas Lupita se levantaba al baño, con ese afro deformado por los encuentros cercanos con la almohada, caminando somnolienta, daba los buenos días y volteaba hacia la vitrina; tenía la habilidad de pasar revista de sus recuerdi-
10
tos con un sólo ojo; y decía «me tiraron algo» todos los días. Una vei', hecha la escala técnica se alistaba para las labo res del día, sacaba su cuadernillo de recetas y preguntaba qué se nos antojaba en la casa para comer, a lo que todos respondíamos que pechugas empanizadas estaban bien. Entonces la estancia en la escuela era larga sólo esperando llegar a casa a la hora de la comida para saborear esas pechugas de pollo. Y al llegar y abrir el zaguán retumba ba la música de La Sonora Matancera sobre toda la ve cindad, era Lupita terminando de preparar la comida. Por fin la espera había terminado, te sentabas en el come dor y oh sorpresa, la abuela ponía una cacerola al centro con chicharrón en salsa verde, al preguntar sobre las pe chugas Lupita sólo decía: «Cómo no sé decidían, mejor hice chicharrón porque se me antojo». Y lo peor no era eso, cocinaba como para un ejército, entonces d chicha rrón duraba casi toda una semana. Lupita no sólo cocinaba, fue un gran personaje con tan sólo la primaria terminada, logró ser jefa de enfermeras e incluso llevó una importante participación en la política del Hospital General de México. Pero su trayectoria no sólo fue en las instituciones, sino también en las tabernas y cantinas alrededor de su con texto, donde fuera hacía amigos, le encantaba la cervei'.a, la buena música y el desmadre. Tan es así que abrió su propia cantina, La Taberna del Chato, era la clásica can tina dentro del barrio conocida por tener a toda la colo ni a Guerrero bebiendo al sonar de la rocola y comiendo sus famosas mojarras al mojo de ajo, su mole con dulces notas de chocolate y también las pechugas empanizadas que por el tamaño parecerían que en vez de pollo eran de avestruz.
11
-Esa época era mágica. La espontaneidad de Lupita deslumbraba a cualquiera, podía causar miles de reacciones en instantes, pero nunca pasaba desapercibida, creaba polaridades o la odiabas o la amabas, pero con ella no había medias tintas. Conecta ba vínculos con la gente, sabía escuchar y dar consejos sino sabía algo lo inventaba -Como una vez en la que cumplió sesenta años dos veces consecutivas. Ella tenía una respuesta sabia para todo. Lupita fue la unión de la familia, su poder de convocatoria era gigan tesco para los que eran familiares, para los que no, pero ella los adoptaba y para los colados. No podré olvidar aquellas fiestas en el patio de la vecindad lleno de sus plantas, mesas y sillas blancas de plástico, comida, bebida y recuerdos. La congregación no sólo era familiar, una vez cerró la avenida porque no había luz en la colonia durante varios días. Ella se sentó en medio de la calle en un banco de madera hasta que le arreglaran la luz, así los vecinos se fueron uniendo uno a uno a tal grado que mandaron a reporteros de televisión y resolvieron la situación. Lupita terminó dándoles de cenar a los trabajadores de Luz y Fuerza como agradecimiento. -Y es verdad, cuando ella llamaba nadie se negaba. Lupita cerraba ciclos y abría nuevos, jamás se quedó quie ta, a pesar de sus siestas en la tarde donde veía la televi sión con los ojos cerrados, era un sacrilegio cambiar el canal de películas del cinc de oro mexicano. Guadalupe, dejó de vender cornetas en una carretilla para pasar a ser sirvienta, después entró al hospital como tra bajadora de intendencia y después como enfermera. Su tiempo como abuela la hizo jubilarse y cocinar para todo el mundo mientras ella se la pasaba bien, la taberna
12
cerró porque el fuego de las parrillas comenzó a hacer estragos en su salud. A ella le encantaba Acapulco y viajaba con frecuencia con el grupo de jubilados que frecuentaba o «los viejitos», como ella les decía, poco a poco las cosas cambiaron, ella intercambio la playa por un hotel en Cuernavaca, era su capricho ir cada fin <le semana, sacaba una silla y la som brilla que había ido a comprar a Tepito solo para su lugar a un costado de la alberca, se ponía a leer tranquilamente su periódico y su revista de chismes que cada martes no podía faltar. Hasta que un día el temblor hizo que se despidiera, no fue un temblor, en realidad fue un infarto. Toda su familia acudió a esa última convocatoria y como Lupita era de caprichos, hizo que la muerte esperará hasta que llegara el último a despedirla al hospital sólo como ella lo merecía, como una gran mujer, una gran hermana, una madre inigualable, la mejor abuela, una gran amiga y un increí ble ser humano.
13
AÚN NO ES EL FINAL
LUIS ÁNGEL REYES RAMÍREZ
Cierro los ojos y aún puedo visualizarte, y sentirte como una suave brisa de aire fresco, después de una gran tor menta, haciendo que brote ese ligero aroma a tierra mo jada que tanto amabas. Sintiendo entre los dedos el ca liente de la taza con delicioso té de manzanilla, mientras nos acomodamos en los sillones de la sala para ver la pe lícula Orgullo y Prejuicio, tú novela favorita desde la ado lescencia. Perdóname si lloro y no puedo contenerme cada que hablo de ti o te recuerdo, pero aún no puedo aceptar que ya era tu tiempo de partir, sé que no te gustaría ver me así, a ti te gustaba verme sonreír y ser feliz, buscar siempre el lado positivo de las cosas, algo que últimamen te me cuesta ver, pero te recuerdo a ti feliz y eso me re conforta un poco, siempre le he pedido a Dios ser como tú. Pero como eras tú seguramente se cuestionará la gente, para mí, eras como un ángel que vino a enseñarme a ser fuerte, tener esperanza, apoyar a los demás y luchar día
14
con día por ser mejor sin importar los problemas y con flictos propios. En tu adolescencia conociste a un hombre del que te enamoraste perdidamente y sabías que era el amor de tu vida, decidieron iniciar una vida juntos y tener una familia. Él siempre quiso darte lo mejor, por lo que tomó la decisión de irse a trabajar a otro país para que pudieran construir una casa propia para su nueva familia que recién comenzaba a crecer, meses después fuiste ben decida con un hijo propio, a quién dedicarías tu vida en tera para que pudiera superar los obstáculos y retos a los que se enfrentaba, a pesar de vivir más tiempo en el hos pital, con especialistas y en terapias para tu pequeño, siempre encontrabas la forma de tener comida en la mesa y un hogar lindo para los otros dos pequeños a los que a pesar de no ser tus hijos por nacimiento lo eran por elec ción. Tus tres hijos de nombres: Miriam, Luis Ángel y tu pequeño llamado Abdiel siempre vieron un ejemplo de mujer fuerte, capaz, aguerrida, administradora y sobre todo noble de corazón, una mujer que a donde llegará se daba a querer llevando luz a todas partes, siendo empáti ca y acomedida en todo, siempre dispuesta a ayudar y apoyar a quien lo necesitase, y algo que siempre te carac terizó es dar siempre algo a las personas que sabía que les gustaba, fuera comida, postres, objetos o prendas, siem pre en sus cumpleaños y también en fechas no especiales, pero que ella hacía que fueran especiales al recordarles a las personas que no es necesario esperarse a alguna fecha en particular para convivir, celebrar y estar juntos. Con un toque inigualable, para hacer comidas y postres que siempre te pedían para las reuniones familiares y de ami gos. Te dabas el tiempo para hacer que cada cosa estuvie ra en su lugar y que la comida o postre fuera perfecto, se veía y lo mejor de todo es que sabía a amor, como el flan napolitano que siempre te caracterizó, el cual sabías su tiempo exacto de preparación y los ingredientes para ha cerlo único, dando como resultado un flan porosito en su
15
cubierta, uniforme y cremosito por dentro, tan rico que dudo que lo podamos probar igual. Cristiana por convicción, viste milagros en tu vida a tra vés de tu pequeño Abdiel, una mujer que como dice el dicho "a Dios orando y con el machete dando", te pos trabas de rodillas pidiendo por la vida y salud de tu hijo y siempre estabas de hospital en hospital y terapias, viste a tu hijo tener una vida a pesar de que los médicos no le daban mucho tiempo desde su nacimiento, viste a tu hijo ganar en paralimpiadas nacionales y de atletismo a pesar que los médicos decían que no podría caminar ni valerse por sí mismo, viste a tu hijo terminar la secundaria y cur sos y talleres de varios oficios a pesar que los médicos decían que no tenía la capacidad de comprensión y razo namiento, y viste muchos otros milagros en su vida, a pesar de no ser fácil y tener muchos obstáculos y caídas nunca te diste por vencida y siempre buscaste que tu hijo se valiera por sí mismo y tuviera una vida lo más normal posible, sabiendo la discriminación que tiene una persona con parálisis cerebral siempre buscaste darle las armas necesarias y el apoyo para lograr salir adelante, ahora entiendo que muy en el fondo sabías que no siempre esta rías con él y tu amor era tanto que quisiste prepararlo para que se pudiera tener una vida propia sin depender de nadie, y sé que estarías muy feliz y dichosa de saber que así es, que está por terminar una carrera técnica en pro gramación y está pensando en su futuro, no sabes cuánto daría para que lo vieras y te sintieras orgullosa como ma dre por el excelente trabajo que hiciste en él. Creo que quien no estaba listo para dejarte ir era yo, eras mi pilar, la única persona con quien podía contar y que siempre me apoyó, limpiabas mis lágrimas desde niño y aún de gran de, creías en mis sueños y me motivabas para cumplirlos, si bien no tenía el apoyo de mis padres te tenía a ti, y con eso era más que suficiente. Hace dos años que ya no estas y en algún punto perdí mi camino, creí no tener las fuer-
16
zas suficientes para seguir y me olvide de quien era, me avergüenzo de ello, porque si algo aprendí de ti es que num:a te das por vencido y sigues luchando por tus metas, siempre creí no necesitar de nadie hasta que ya no estabas a mi lado, ahora entiendo que a pesar de todas las adver sidades siempre tenías la esperanza de que vendrían tiem pos mejores y luchabas por construirlos. Ahora solo re cuerdo los momentos en los que fuimos felices, amába mos viajar y procurábamos hacerlo, tener tardes de pelí culas y postres, juegos de mesa en los fines de semana, festejábamos nuestro cumpleaños juntos (algo que confie so me ha pesado mucho porque es cuando se hace eviden te que ya no estas), nos gustaba ir al cine y a nadar, y siempre hablar de todo, desde chistes, televisión, cosas que nos pasaban, hacer análisis de películas o series, o planear actividades y salidas, tu sonrisa y apoyo incondi cional, que amabas con pasión y desmedida. Me enseñas te que si amas a alguien es para toda la vida y que no importa si ya pasaron 20 años lo sigues esperando para que estén juntos como lo planearon en la casa que juntos construyeron, aprendí de ti que no tienes que esperar a una fecha en particular para demostrarle tu cariño a los demás, pues todos los días son especiales y únicos. A veces son tantos los sentimientos y las palabras que no se logra transmitir lo que uno quisiera, solo hay algo que sí puede contener lo que uno siente. Gracias por todo tu amor, Te quiero mamá.
17
A "TINITA", ¡PURO CORAZÓN!
RA YivlU.1'-:DO RA.t--:GEL T ,AGU.1'-:A
"Qué bueno que viniste hijo( ... ) ¿Cómo estás? Deja darte la bendición":
Jusrina Millán Olivares
Nació en la colonia Argentina, en la akaldía Miguel Hi dalgo, un 26 de septiembre de 1927 llegó al mundo, Jus tina, una mujer valiente, trab<1j,1dora, fuerte, ama de casa
18
y siempre amable con la toda la gente, dedicada a su es poso, hijos y nietos. Aún recuerdo cuando era un ni110, tocaba la campana de tu casa y mi Tío Pepe nos abría, al fondo se veía mi abue lita Justina, siempre con su babero de cuadros, guantes rojos <le limpiar y con una sonrisa en el rostro, ¿ Ya vinie ron? era su pregunta y se ponía feliz por vernos. Recuerdo que entraba a su casa y el olor a su arroz rojo era inconfundible, la olla express sonando, los frijoles hirviendo, con jítomates, cebollas, ajo y demás cosas de comida a su alrededor. Nos sentábamos en el comedor, al fondo se escuchaba la radio con la voz de Héctor Martínez Serrano en amplitud modulada, mientras sacaba las tazas de un mueble para servirnos café, platicaba, platicaba y platicaba sin dejar de hacer sus labores de casa. Uno de mis mayores recuerdos era cuando vivía en Santa Cruz, mi papá trabajaba y mi mamá se quedaba sola en Heptano, una casa en construcción, por ello mis abuelos se iban a quedar con nosotros por las noches, para acom pañar a mi madre; mi hermana Liliana y yo bajamos el colchón junto con ellos para que pudieran dormir, "¡baja el potoy (colchón), baja el potoy!", gritaba de emoción, mientras jugaba con mí abuelo y mi abuelita con mi her mana. Una vez fue operada, no recuerdo de qué, sería bueno preguntarle, pero en mi archivo me encontraba en el hos pital junto con mis tíos, preocupados porque saliera bien, y así fue, siempre fuerte. Pasaba el tiempo y siempre a las tres de la tarde me iba a su casa para jugar con mí primo lsaías, era el pretexto, siempre me gustó su arroz y ella siempre me daba porque ya sabía.
19
En misa de las 9:00 h en mi niñez, adolescencia y juven tud, mi abuela nos recomendaba escuchar la palabra de Dios y cuando decíamos alguna "blasfemia" nos reíamos y nos "rega11aba". Una de las cosas más duras en la vida de mi abuela fue la muerte de su pareja en 1995, recuerdo que estaba asoma do en la ventana del cuarto de mi primo, vimos entrar el ataúd mi abuelo, posterior a esa imagen que aún sigue fresca en mi memoria, me fui a su habitación, y ahí estaba mi abuelita con mi mamá, con quien lloré porque mi abuelito ya se había ido. Mi abuela le decía a mi madre "querían un montón a Antonio, ya no sufras hijo, él ya está bien", mientras mi mamá me abrazaba mi abuela se vestía con un traje negro, bajó a la sala donde se encon traba el féretro y gritaba desconsolada "dijiste que nos íbamos a morir juntos ¿por qué te fuiste?". Ese momento fue muy triste, pues a toda la familia nos hizo más fuertes. Llegaba la navidad meses después, una fecha muy importante para todos, con una copa en la mano y con lágrimas en los ojos de algunos cuantos re cordábamos al abuelo, mientras mi abuelita con demás tías preparaba la cena. Pasar por la cocina, el aroma de los platillos: Lomo, pier na, caldo de camarón, romeritos, fueron parte y siguen siendo en las fiestas decembrinas, siempre emocionados y a eso le añadimos el intercambio, Tina siempre en el sillón principal viendo su creación, su familia; aún no se me olvida su cara de felicidad cuando Juan Bernal, uno de mis primos, le regaló una televisión. Dura como un roble, aunado a lo anterior, del barrio de la Argentina, Tina tuvo que salir adelante y enfrentar la muerte de dos de sus hijos: Héctor, quien varias veces la iba a visitar para platicar y regañarla diciéndole que no
20
debe de hacerles todo a todos, pues tienen manos para poder hacerse las cosas. El otro, mi tío Pepe, una persona que fue su compama tras la muerte de mi abuelo, pero siguió firme, aún está con vida y pese a que ha sufrido penas importantes se mantiene bien a sus 92 años, aunque ya en cama, en el 2014 padeció neumonía y ya no se levantó, pero platica con su familia y siempre que tengo oportunidad voy a platicar con ella. Me cuenta de cómo fue su niñez, de que su papá se lla maba José Millán y Havia Olivares, ésta última oriunda de Valle de Bravo, pero que tuvo que dejar su territorio tras la Revolución Mexicana. También se la pasa viendo televisión en un cuarto del segundo piso, dice que luego se aburre, pues lo único que tiene enfrente es una ventana por la cual ve pasar a mis primos lsaías y Diego cuando hacen sus labores de casa. Hace poco me fui de vacaciones a Guadalajara, Zacatecas y Guanajuato, me dijo "te doy tu bendición" y me deseó la mejor <le las suertes para que siga trabajando y pueda seguir dándome esos lujos; le traje un recuerdo <le Plate ros, una su medalla, ella se comportó como una niña, feliz y con una sonrisa que nunca olvidaré, siempre que salgo y tengo la oportunidad le traigo algo, pues luego me cuenta que ella me ba11aba y cargaba cuando era un bebé. Finalmente, siempre que voy a verla me dice "qué bueno que viniste hijo" o ¿Cómo estás hijo?", "mira nomás, me dejan sola", por ello solo te escribo estas palabras para que sepas lo mucho que significas para mí, eres parte fun damental en mi formación y no hay más que agradecer por la familia que formaste, por los valores que nos incul caste y porque sigues aquí, platicán<lome <le las aventuras que tuviste a lo largo de tu vida.
21
22
De joven, mi papá jugó fútbol en el deportivo Malina "Ser constante, te convertirá en una mejor persona" siempre menciona mi padre. Gracias a esa dedicación que tenía para jugar futbol, en unos meses logró convertirse en "el mejor de la cuadra" e incluso llamó la atención de varios clubes de fútbol profesional que mandaban visores a los diferentes deportivos públicos de la Ciudad de México. Cuando mi papá recibió la noticia de que el club Necaxa estaba interesado en él, rechazó la oferta de unirse al equipo, dado que en aquel tiempo no era bien remunerado ese de porte. Así que, prefería seguir jugando en el barrio con el equipo de la cuadra y demostrarle tanto a la familia como a toda la colonia, que él era el mejor. Tiempo después, al asociarse mi papá Víctor con su her mano Juan Manuel en un negocio que les dejaría "ganar una gran cantidad <le dinero" tuvo un desafortunado accidente que, a causa del mismo, tuvo que dejar el fútbol, e incluso, en su momento todos pensamos que no podría volver a ca minar, sin embargo, como él lo comentó en aquel tiempo: "Dios ha sido piadoso de mí. No ha querido que aún me vaya de aquí". Manuel y Víctor compraron por los años 80 un microbús, el cual lo metieron al ramal que va de la colonia Granjas Valle de Guadalupe al metro San Lázaro. Al no haber mucho tramporte en dicha colonia que se ubica en el municipio de Ecatepec, en el Estado de México, se quedaron con la idea de que toda la gente tomaría como medio de transporte es tos microbuses para aproximarse al metro e ir acercándose a su destino. Un día, al momento de estar revisando el micro, a Víctor se le encajó el gato hidráulico en la espalda, ocasionándole una fuerte lesión en la columna: una carnosidad en los discos de la columna, por lo cual, era necesario que fuera intervenido quirúrgicamente. Era una operación riesgosa, ya que había las mismas probabilidades de que fuera exitosa la operación
23
en su totalidad, o bien, que se le quitara la carnosidad que tenía en la columna, pero con el riesgo de que ya no pudiera volver a caminar. A pesar de las circunstancias, mi papá aceptó la operación. Otra persona, no hubiera aceptado la operación al saber los riesgos que implicaba, pero mi padre, tomó la decisión co rrecta para él y aceptó la intervención. Gracias a que duran te la mayoría de su vida practicó deporte, tuvo una mejor recuperación después de la operación. Los primeros meses fue difícil ya que toda la carga laboral se la llevó mi madre, mientras mi padre poco a poco iba dando pasos de nuevo y a los dos meses después de la operación, su rehabilitación consistió en pura natación. Después de medio año, mi papá no parecía que lo habían operado de la columna: caminaba bien, hacía prácticamente sus actividades cotidianas como ahora, pero a pesar de ello, lo que era manejar o jugar fútbol, tuvo que dejarlo por completo ya que corría peligro de recaer y en definitiva, quedar paralítico. Con los años, ahora en lugar de practicar fútbol como antes, mi padre decidió por inculcarme ese gusto por las activida des deportivas. Recuerdo que durante mi instancia en la primaria, se realizó un torneo de fútbol y él fue el encargado de llevarlo a cabo y dicho evento fue todo un éxito. Conforme va pasando el tiempo, he notado a mi padre de caído, como si hubiera sido vencido por algo, por lo que un día le pregunté: -¿Qué tienes papá? - Estoy triste por lo que hemos pasado en los últimos a110s; ahora que veo que te gusta irte a rodar con tus amigos, nun ca me dí la oportunidad de estar contigo de niño y enseñarte a andar en bicicleta. Me dediqué más de lleno al fútbol que a ustedes en mi juventud y mira, no me dejó nada bueno, más que estragos de golpes por algunas riñas que en algunas oca-
24
siones tuve. Desde que estabas chiquito, te decía y hacía que te levantaras temprano para que comenzaras a tejer tu des tino, lo que quisieras hacer de grande y mírame a mí; por años lo he hecho y peor aún, continúo levantándome tem prano y nunca conseguí nada; tuve buenas oportunidades para trascender y no las aproveché. Me siento decepcionado de mí mismo. -Papá, hemos vivido una situación muy dura en los últimos años aquí en la casa, pero a pesar de lo que mencionas, yo veo el vaso más bien medio lleno que vacío. Sé que te hubie ra gustado compartir varias actividades conmigo, pero las circunstancias que se dieron fueron inevitables. Probable mente me hubiera gustado verte jugar fútbol en su momen to, pero me da mayor gusto que sigas viviendo con nosotros. Gracias a la vida tienes salud, a tus 73 años tienes mejor salud que muchas otras personas que de plano ni llegan a tu edad; tanto a mi hermano como a mí nos has <lado lo nece sario para vivir, principalmente estudios y sobre todo, junto con mi madre, has mantenido unida a esta familia por más de 20 años. Ahora que somos grandes mi hermano y yo, podemos disfrutar de muchas otras actividades contigo y con mi mamá que no necesariamente tienen que ver con el deporte. Es el momento idóneo para disfrutar de la vida y convivir como familia. No digas que has hecho las cosas mal, porque lo mejor que has podido hacer en esta vida, es seguir adelante, no darte por vencido a pesar de las opera ciones que has tenido y reitero, cumpliste lo que quisiste tener: una familia. Exactamente tú eres como la columna vertebral: eres el soporte principal <le la familia, quien le da el equilibrio perfecto a toda la casa; si te quiebras, se viene todo abajo.
25
AUNQUE YA NO ESTÃ&#x2030;S
IDILIO
MARIANA Bl-:C:f.RRA CA"-10
Aunque esto comenzará muy trillado, recuerdo la primera vez que lo vi; un colombiano alto, con la sonrisa perfecta, ojos tan pequeños que cuando reía pareciera que los rnviera U!rra<los, sus labios con un sutil tinte color vino y su cu¡,id bow tan pronunciado que podía formar un corazón. En el lado derecho de su mejilla un lunar. ¡Demonios! corno amo SlJ maldito lunar y su colonia C@lvin Kkin con not@s cítricas. No fue amor a primera vista, pero con d paso Je los días, su sonrisa seductora y mirada lasdva hacían que quisiera pasar 29
todo el tiempo posible a su lado. Con él me sentía bonita, coqueta, deseada ... Donde pone el ojo, pone la bala. Y fue así como caí en sus trucos baratos de conquista. En un principio, los juegos <le seducción eran fascinantes, pero había algo más, su mirada igual a la de un nií'ío triste y su misterio, me provocaba querer saber todo de él. Fue pa sando el tiempo, él poniendo una barrera entre los dos y yo queriendo entrar en su vida. Con el paso de los meses lo logré, me contó sus miedos, las causas de su ansiedad y entendí los arcanos de su vida. Sé muy bien que tenía pánico al abrirse conmigo, no sabía cuál sería mi reacción. Cualquier persona cuerda se hubiera ale jado, pero yo me quedé firme a su lado a pesar de lo prohi bido o ilícito que podía ser. Fue así corno empe;,,ó a surgir entre los dos algo más que deseo o lujuria, no era lógico lo que nos ocurría, pero era amor. Era tan difícil (para mí) intentar explicar a otros la pérdida de exclusividad y era aún más complicado poder aceptarla. Por lo tanto, hicimos un contrato implícito, no éramos amigos y mucho menos novios, simplemente éramos nosotros. Sencillamente decidimos improvisar nuestro amor, vivirlo, gozarlo, amarnos. Estar con él era clandestino, teníamos que andar todo el tiempo sigiloso, quedé en total anonimato en su vida. Mira das discretas, vernos a escondidas, sin fotos, sin evidencias <le que algún <lía estuvimos juntos. Siempre intentó prote germe del peligro que significaba estar a su lado, pero yo moría por correr el riesgo que significaba estar con él. Lle gando a tal punto de abandonar mis valores y creencias. Todo por amar a Emilio y por odiar a Gaviria. Nuestro amor fue llegando a otro nivel, teníamos tantos planes para estar juntos, casi lo típico que se espera de una relación seria: casarnos, tener hijos, crecer juntos, estar hombro con hombro y apoyándonos en las cosas buenas,
30
pero sobre todo en las malas. Vivíamos en una burbuja, na da del exterior nos importaba porque estábamos juntos. Con él, descubrí cosas que pensé imposibles. Cuando me acariciaba, mi cuerpo traicionaba mis órdenes, llegando a tal plenitud y gozo que comencé a sentirme realmente mujer. Hay un mito que dice: cuando los dioses crearon a la huma nidad todos contaban con dos sexos. Es decir, eran hombre y mujer a la vez. Pero estaban tan celosos de la perfección de su creación que decidieron separarlos, desde entonces, pasan su vida buscando su otra mitad. El tiempo no pasaba sobre nosotros, parecía un regalo que el universo nos había otorgado al ver dos almas gemelas reen contrarse y fundirse en una sola, igual que en el principio de los tiempos, venciendo la improbabilidad del amor verdade ro. Fue casi imposible que nos conociéramos en esta vida, am bos viviendo en países distintos, la diferencia de edad, el camino tan opuesto que cada uno tomó. Pero nuestras almas se extrañaban tanto que fue inasequible pasar otra eternidad separadas y ambas, se buscaron con desesperación a pesar de que sabían que en esta vida, no podían vivir juntas. Aun así, corrieron el riesgo por volverse a abrazar otra vez. Así, el amor como llega se escapa y aunque es un suplicio aceptarlo, lo nuestro terminó convirtiéndose en un idilio. De nuevo las circunstancias estaban dispuestas a separarnos, dejando en nuestras almas las marcas <le nuestro reencuentro en esta vida. "Si existe un final, sin culpa y sin dramas seremos capaces <le hacerlo tú y yo, hasta siempre y para siempre mi más grande amor".
31
SILUETAS DE LA VIDA HUMBERTO CORTÉS CAMACHO
Conforme pasa el tiempo, los recuerdos que tengo de mi familia van en aumento y tengo un vivo recuerdo de cada uno de ellos, como si hubiera sido ayer cuando ocurrieron. A veces ocurre que cerramos los ojos y nos ponemos a ima ginar un sinfín de acontecimientos que divagan en nuestra mente, o cuando estamos dormidos, al sofiar tenemos de repente algún déja vu y tener esa sensación de vivirlo es im presionante. Al cerrar los ojos, viene a mi memoria esas imágenes que traigo tan arraigadas en el corazón de cada una de esas cinco personas especiales que tengo en la vida. Llega el momento donde los párpados se juntan y la mente comienza a realizar
32
su trabajo y de repente, con una gran silueta, veo una pe quei'ía mano con la piel delgada, blanca, y con las venas exaltadas, que poco a poco hacen un esfuerzo por llegar a la boca e ingerir el alimento. Es mi abuelita, la señora Consue lo Gómez Aceve<lo, o como en la familia le decimos, "mamá Chelito", ya que a ella no le gustaba que le dijéramos abue la. Recuerdo que siempre me recibía con una gran sonrisa al llegar de la escuela; siempre al pendiente si ya había comido, al igual se preocupaba sobre mi estado anímico y la verdad es que, con ella sentía una gran protección, pues yo siempre la he considerado como mi segunda madre, y ¿cómo no?, sí desde que tengo memoria vió siempre por mí bienestar: siempre fungió como la proveedora del hogar, pues gracias a ella, tenemos un techo donde pasar la noche, y el alimento que nos brindaba día a día, además, cumplía mis antojos. Siento por la mejilla un ligero roce húmedo, pues las lágri mas logran inundar mis ojos al recordar, que mi mamá Che lito, dió un último suspiro con toda su familia (hijos, sobri nos, nietos, y a nosotros, que más que nietos, nos considera ba como hijos suyos). Éste es un vivo recuerdo que tengo a diario cada que me levanto por las mañanas, al llegar de la escuela e incluso a la hora de cenar, pues es la principal pie za que falta en toda la familia, ya que ella era el pilar de to<los nosotros, y ahora, vive en nuestra mente y en el cora zón de toda la familia. A veces nos ponemos a pensar en el que po<lrá pasar el <lía de mañana, sin preocuparnos por vivir el presente, y aunque el hecho de reflexionar con los ojos cerrados es un poco ab surdo, sin embargo, en la situación que me encuentro suena razonable. De repente, vuelvo a cerrar los ojos, y veo a mi tía Rosy en el balcón, con una piel tan delgada, blanca y suave, que era imposible no tratar de acariciar. La veo con una jícara en la mano, rociando las planeas que tiene en la entrada <le la ca-
33
sa, pues ella siempre ha sido amante del color verde, y con la dedicación y pasión que le tiene a las plantas y flores, hace que se vean hermosas. Con dla siempre me llevé bien, pues yo siempre la vi como un símbolo ejemplar de autoridad, respeto, liderazgo, ama bilidad y cortesía, pues siempre ha sido una persona muy recta en su vocabulario y en actitudes personales, eso sin contemplar que es amante del rock and rol! cuando estuvo en su pleno apogeo. Una vez más, siento húmeda la mejilla, pues, ante un acon tecimiento que marcó rni vida, ella fungió corno una marná hacia mí, quien me daba apoyo moral y económico para poder subsistir en mi paso por la universidad, y que estaba al pendiente de mí, si ya había comido, mi estado anímico, y académico. Regularmente, cuando estamos dormidos, so11arnos momen tos en donde vemos algunas cosas que nos gustaría que nos ocurrieran, sin embargo, dentro de ellos también existen los llamados déja vu, que son acontecimientos que sentimos que ya v1v1mos. Aprieto fuerte los párpados, y veo una silueta de una mujer que está sentada, viendo la televisión, con una cerveza en la mesa y un cigarro en la mano, ella es mi tía Martina. Re cuerdo que con mi tía siempre me llevé muy bien, aunque había ocasiones donde teníamos un choque de ideas tan fuerte pero tan fuerte, que llegaba un momento donde discu timos de manera grave, pues al querer tener la intención de tener la razón por ambos lados, hacía que aquello fuera una olla de presión a punto de explotar. Desde niiio siempre me quiso y yo de igual manera; recuerdo que me regalaba dulces y me protegía cuando mi papá o mi mamá me regañaba, y siempre me cuidaba. Al no tener una imagen paterna, mi tía Martina siempre la ví con un símbolo de autoridad enorme, pues siempre se ha caracterizado por tener un muy fuerte carácter y con mucho temperamento,
34
pues había ocasiones donde se ponía de malas y todos le temíamos. Pese al roce que siempre tuve con ella, puedo decir que le tengo un gran cariño, mucho aprecio, estima y respeto, pues siempre ha querido lo mejor para nosotros. Quizás a veces divagamos con algunas cosas que nos gusta ría que ocurrieran, otras con algunos recuerdos que prevale cen en nuestra mente, pero siempre va a haber personas, por quienes tengamos pensamientos hermosos, llenos de cariño y amor. Ahora, cerraré los ojos de nuevo, y poco a poco quiero pen sar y sentir ese bello momento en el que conocí a mi herma na, Alicia. Durante mi niñez fui un chico muy latoso, a veces hacía enojar a mis tías y a mi mamá. Aly siempre ha sido mi compa11era de vida, quien me acompa11a a todos lados, me cuida, se preocupa por mí, con quién he tenido una confian za total, alguien quien sabe escuchar, aconsejar y quién siempre ha estado a mi lado. Cuando pasé un mal momento por la pérdida de un pedazo de mi ser, por la partida de al gunas personas esenciales en mi vida, ella siempre estuvo ahí, para brindarme apoyo moral, psicológico y económico, pues me ayudó bastante a sufragar los gastos diarios que se me presentaban. Con los ojos cerrados, comienzo a sentir más y más húmeda la mejilla, pues me conmueve cómo puede haber tanta sensi bilidad, carÍI10, amor, confianza y sobre todo atención por parte de alguien, quién se gana el corazón de toda aquella persona que la trata. De repente una luz resplandeciente ataca mi vista, y veo a una chica sentada en el comedor con una tez blanca, unas manos suaves y delicadas, cargando con ella un pequeño cachorrito hermoso que en su mirada refleja la inocencia, el amor y el alma transparente que sólo alguien así nos podría dar.
35
Esa persona es mi hermana Aly, con nuestro cachorrito lla mado Coyito, quién siempre fue el consentido de la casa, ya que llegó en el mejor momento, donde a todos se nos hahía ido un pedazo del corazón. Tal vez se estén preguntando, ¿por qué hacer el acto de ce rrar tanto los ojos para pensar en tu familia?. La respuesta es complicada, ya que estoy recostado, y lo único que veo es la penumbra que entra por la ventana, tratando de asimilar qué ocurre, pero cada momento que cierro los ojos, se pro yecta una película en mi mente, un pedazo de mi vida donde están inmiscuidos mis más cercanos seres queridos. No sé qué está ocurriendo, pero cada vei', que mis párpados se juntan, me proyectan un recuerdo de lo que fue mi vida con las personas que siempre quise más. Trataré de cerrar los ojos para no imaginar nada, pero al cerrarlos, no sólo comienzan mis lagrimales a derramarse, sino que mi corazón palpita de manera acelerada, pues mis latidos me indican que la persona que estoy por ver, ha sido alguien por quién gracias a ella, estuve en el mundo de los VIVOS.
Veo muchos escenarios, uno se asimila a la sala de mi casa, otro a un hospital lleno de puertas de cristales, otro a un tianguis lleno de comerciantes, otro a una playa donde la arena es café con conchitas. Pero estos escenarios pasan de manera lenta, con una luz en algunos resplandeciente, otros con una luz muy tenue, Mi corazón está tan acelerado que no sé qué pasará conmigo, pero si es en lo que estoy pensan do, sé que valdrá la pena. No sé en dónde estoy, no hay nada aquí, estoy sólo, pero, <le repente, siento una alegría enorme en el pecho, una sensa ción hermosa que me llena de gusto porque a lo lejos escu cho la voz, de una persona por quien valdría la pena perder la vida, alguien quien en vida, se sacrificó de una manera verdaderamente heroica y admirable para que no me faltara nada. Es una voz hermosa, aguda, muy delicada, que cada
36
37
MEDIAR LA AUSENCIA Y CONVOCAR DESDE OTROS PLANOS TU EXISTENCIA
Tlalli Avila Loera Después de una danza nocturna de sombras con tus manos al viento donde parecía que tejías recuerdos que poco a poco te estaban desarmando/dejando; los rayitos de sol entraban para alumbrar tu cuarto. Empezaban en la puerta, seguían por tu cama llegando al cuadro donde se encontraba el ros tro de tu esposo. Ese era el punto ideal para que nosotras despertáramos. Me gustaba observar tus manos lunares, tus cabellos nube, tu ojo color café y tu ojo color negro/dilatado infinito adornados por las grietas rayos de sol que se mos traban en tu piel.
38
Hace 1 O años aún hacíamos el desayuno juntas en esa cocina repleta de madera que me permitías adornar con banderitas de colores. Era nuestro mejor escenario donde entonábamos las canciones de Chavela Vargas y Amalia Mendoza mien tras te ayudaba a preparar el mejor arroz <le la vida. Algo pasaba en ese momento, se podía sentir la vida misma desde tu niñez, tu adolescencia y adultez en las narraciones que salían de tus suspiros. Te encantaba contarme de las expe riencias en el pueblo junto a tu familia, los animales, las vecinas que tejían, tus amigas que salían a montar el caballo cada tarde antes de iniciar la misa. La fuerza que tenías en las piernas para correr detrás del tractor que mi bisabuelo nunca dejó que manejaras y las risas junto a tus hermanas en ese paisaje lleno de magueyes y nopales. Sabías que tal ve,-, enamorarte de Modesto no fue tu mejor decisión en la vida, pero amabas cada espacio construido junto a él. Tu propio espacio familiar con 6 hijos y 2 hijas que tuviste que formar en otro Estado, alejada <le tu pueblo ante la negativa <le tus padres, ya que tu esposo era el peón, una persona que según ellos no merecía tu amor y dedicación. Sé que en esos suspiros deseabas segmr sintiéndote necesa riamente presente. Presente era el ideal que nos deseaba, presentes con pasado y futuro. Eras una mujer que solía abrir las ventanas, salir al patio y pasar la maiiana junto a tus plantas, junto a los colibríes que gozos <le beber el néctar que les preparabas, se quedaban a acompañarte todas las tardes. Hace S aiios empezaste a perder la puntada del tejido que poco a poco deshiló tus memorias. Cada vez un poco más insegura transitaste en tu hogar, sin saber cómo era que las cosas y las personas no eran lo que nombrabas. Algunas nietas nos volvimos tus hermanas, algunos hijos tu esposo, algunas nueras tu madre. No volvimos a escucharte pronun ciar nuestros nombres.
39
Sin embargo, tu sorpresa al verme sabiéndote en búsqueda de mi rostro en tus recuerdos/olvidos era mi momento favo rito al encontrarte con aquellos ojos pizpiretos que parpa deaban cada vez más seguido pero no dejaban de verme. Tus a/brazos representaban un territorio seguro, donde ésta, tu nieta podía resguardarse de todos los miedos posibles que regularmente solían bombardearme. Siempre dijiste que era muy chillona. Sabía que te gustaba cuidarme aunque siempre me pedías que no te dijera <<Abuelita>>, puesto que eso te hacía sentir más vieja y débil. Poco después entendí que no debía dejar de nombrarte por tu nombre: Juana, así a secas, pero representado con todo el <lesbor<le de amatoria que puede sentir una nieta hacia su abuela. Te nombraba todos los días y era realmente hermoso cuando alguien te preguntaba tu nombre y sabías encontrar te en él. Decidí que aunque te olvidaras de mí, no quería que te olvidaras de ti. Pronto llegó el momento en donde articular algunas frases representó lo más difícil en tus días. Sin embargo, creamos un lenguaje secreto entre nosotras. Dicen que los recuerdos que asociamos con canciones son menos probables a olvidar porque la música la guardamos en áreas cerebrales diferentes <le las <lcl resto de los recuerdos. Así fue corno hubo canciones todos los días. Canciones en el desayuno, canciones en la comida y, cuando íbamos a dor mir, me animaba a cantarte en tono bajito cerquita de ti. En esos momentos, todas las noches volvías a la danza nocturna <le tus manos al viento tejiendo los recuerdos, las vivencias, tus dolores, tus alegrías verdaderas como forma de un ritual. Ninguna enfermedad dio por terminado nuestro lazo de sentirnos cerca cada mañana, de tus sonrisas que hacían cerrar tus ojos por la alegría <le ser un hogar seguro para la otra, y de tu fortaleza que demostraste hasta el último <lía.
40
Aun con cierto enojo en mis adentros por no entender los ciclos terrenales puedo nombrar que la vida que construimos juntas dentro de ese proceso fue nuestra mejor alianza. Ahora me resulta necesario mediar la ausencia y convocar desde otros planos tu existencia.
Me convoco enraizada en tus abrazos. Me convoco en las canciones nocturnas. Convoco tu existencia en mis nuevos territorios. Convoco tu fortale;,,a en mí cuerpo.
Y, siempre me resultará neceario recurrir a la historicidad de ser la nieta de Juana Téllez, a la amatoria infinita hacia ti y hacía nosotras conformado por 24 años de tu existencia en mi vida.
41
UNA ESTRELLITA QUE VIVE EN MÍ
GETZEMANY BARRIENTOS GARCÍA
Como todos días, ella estaba sentada en el jardín de casa, contemplando el aire, el sol y las hojas al caer a través de su cara. Siempre teniendo una hermosa sonrisa de perlas bri llantes, nunca se quitaba ese bonito suéter de rombos dora dos con negro que combinaba a la perfección con esa falda azul. Su helio cabello plateado que siempre estaba trenzado con un hermoso listón café. Recuerdo que prefería no dejar de traer puestos esos lentes en color dorado, eran siempre tan grandes, pues me decías que con ellos podías ver lo boni to de la naturaleza. Llevabas sosteniendo con tus manos esa taza de color rojo, que siempre se veía muy bien con tu color 42
de piel morena. Nunca dejabas de tornar café con leche y lo acompañabas de un delicioso pan de nuez. Jamás olvidaré cada migaja que se caía a través de tu falda y que dejabas que los pequeños pajaritos limpiarán de ella. Recuerdo que por las tardes siempre jugábamos a las muñe cas, mientras apreciaba que de tus delicadas manos tejías bellos vestidos para cada una de ellas, eran de diferentes colores y modelos. Me enseñaste cada detalle, para que más adelante juntas pudiéramos tejer y apoyarnos por el resto de nuestros días. En otras ocasiones preferíamos jugar en el columpio, cuando sin querer me aventaste directamente a la pared y me salió un gran chichón en la frente que hasta me hizo llorar por un buen rato, son esas heridas que dejan hue lla de un gran ser especial. A pesar de tan solo ser una niña de 5 años, he tenido presen te el olor de la loción que tanto te gustaba. Describir ese aroma tan dulce corno una flor, se queda corto, pero lo que más me agradaba es que era ese olor para identificarte en seguida, pues cada abrazo que recibía de ti, siempre fue má gico. Simplemente me cambiaba la vida, contigo me sentía segura y siempre me contabas de tus hermosas historias y actividades que te encantaban hacer en el bello Estado de Guerrero. Seré tu fan por toda la eternidad, nunca me dejas te de enseñar ese lado de ser fuerte y conseguir lo que uno quiere en cualquier fase de la vida. Tus palabras, siempre eran: "Mi mamachita, quiero verte triunfan en la vida, mira yo no tuve que estudiar la preparatoria ni la universidad, pero siempre mi papá me dio los libros adecuados en cada etapa de mi vida, y es justo cuando no dejé de leer ni un momento. No dejes de soñar y siempre ten algo que leer, pues siempre habrá algo que te haga impulsarte para alcan zar lo que siempre has querido". Lo que me ponía más feliz, es que cuando llegaba el mes de junio, cumplíamos años, ella cumplía el 29 y yo el 30, siem pre nos festejaron juntas. Amabas el pay de limón con du razno en rodajas en cada capa. Contigo me podía embarrar
43
toda la cara de pastel, sin importarnos el qué dirán, después nos limpiábamos sin problema y seguíamos disfrutando de la función. Me enseñaste a bailar "La Adelita", siempre te nías ese espíritu revolucionario, para luchar por tus tierras, que el gobierno no ayudaba en el cultivo, que al contrario les quitaba lo poco que tenían y que siempre carecían de comida. Nunca olvidaste tu valor, siempre aprendías de todo desde colocar una tabla, hasta cultivar y tener el campo siempre impecable. Cada que tenías ese espmtu lo acompañabas de palabras náhuatl, que en ese momento me ayudas a pronunciar para aprender poco a poco. Sin embargo, no lo lograba, pues cada sábado tenía que ir a terapia de lenguaje, me costaba mucho pronunciar la r y eso me trajo algunos problemas para poder hablar tu lengua materna, pero era tan bonito escucharte y que siempre me describieras a la perfección lo que traía puesto. No te agradaba tanto viajar en carretera, me decías que te mareabas terrible, y ese viaje que emprendimos a Morelos me hizo darme cuenta lo mal que te ponías, pero como siempre nunca faltaba tu buen humor para hacer hasta los chistes que no comprendía en ese momento. Después de que llegamos, no hizo falta la rica nieve de coco que tanto te gustaba. Te agradaba disfrutar de ella sentada en una banca del parque y contemplar pasar a la gente y las palomas que buscan alimento hasta en el mínimo rincón. Recuerdo que a la hora que llegamos había personas de la tercera edad bai lando <lanzón, me dijiste ese día: "Mi mamachita, nunca aprendí a bailar ese ritmo, siempre quise aprender, pero en mi pueblo nadie lo sabía bailar", en ese instante te contesté: no te preocupes mi Paulita, ahorita aprendes hacerlo. Ella solamente se echó a reír. Siempre me llamabas mamachita, porque me decías que era una mocosita chiquita y muy aventurera que tenía curiosi dad en todo. Un día, que estaba un poco soleado, me enfer mé y siempre me hacías pañuelos para sonarme la nariz, me
44
decías que era importante no sonarme con papel porque dañaría rni nariz y que así ahorraría no utilizar demasiado papel para después desecharlo, que el pañuelo era una mejor opción, así que cuando quería volverlo a usar, simplemente lo tenía que lavar. La última aventura que tuvimos juntas fue cuando ya esta bas muy enfermita, te hacía compañía en todo momento, no quería que nada te faltara, me gustaba mucho darte de co mer tus ricas papillas, llegó un momento en el que ya no podías pasar comida, pero eso no te detuvo para seguir lu chando. Todavía nos acompaúaste cuatro meses, hasta que llegó el día que te quedaste dormidita. Tengo tanto que decir de mi Paulita, pero como siempre cada historia de vida tiene un final ya sea bueno o malo, triste o feliz. Y eso sucedió cuando me hiciste falta tú. Te fuiste un mes de marzo por la noche, ese día llovió tan fuer te, que al verte no soporté saber que estabas en otro mundo, pero también me sentí aliviada en saber que ya no sufrías más y como siempre te fuiste con una sonrisa enorme y ese aroma que jamás se me ha olvidado, y que cada logro y cada <lía siempre te llevo en mí. De cierta forma, siempre te ha bías dado cuenta en lo que iba ser un día, nunca dejabas de decirme lo dedicada que era y bien me lo mencionaste que era una característica importante para llegar más allá de lo que me imaginaba. Ahora cada vez, te abrazo con mucha felicidad pues te quedas en mí con un hermoso y apreciable recuerdo. Hasta siempre mi estrellita.
45
RECUERDOS QUE VIVEN
LA TAZA DE BRUJA
KARLA KAREN MARTÍNEZ PICAZO
Todas las mujeres tienen algo <le bruja; es lo que siempre me contaba mi abuela cuando yo era pequeña. Al despertar por las tardes después de que yo llegara muerta de flojera del colegio, bajaba a la cocina y ahí siempre estaba mi abuela terminando de preparar la cena. Como yo era su única nieta en ese momento de nuestras vidas, siempre tenía lista una taza de chocolate caliente con un trozo de pan dulce, por supuesto que era su consentida y siempre amaba ese detalle. La verdad es que siempre me sorprendía, aunque era un ges to muy común. Cuando llegaba a la cocina abría los ojos adormilados y sonreía de manera gozosa al ver la taza de chocolate caliente, mientras que mi abuela sentada en el antecomedor o a veces parada junto a la estufa me miraba triunfante como si de alguna manera hubiera conseguido de mi la reacción adecuada. Y ahí en la cocina, reencontrán-
49
dome en cada nota del pan dulce, junto a la taza y los aro mas de la comida recién hecha, sobre el antecomedor con su impecable mantel bordado y el sol cayendo por la ventana. Mi abuela me heredaba cada una de sus historias de cuando era joven en su natal pueblo, Tlaxcala. Ese era mi pequeño refugio. En un ambiente tan acogedor, paradójicamente las historias que mejor contaba ella eran aquellas donde lo inexplicable, aterrador y misterioso sucedía, a mí me fasci naban. Más de una vez nos sobresaltó la voz de mi mamá cuando llegaba del trabajo, nosotras nos adentrábamos en una atmósfera creada por las narraciones de nahuales, muer tos y aparecidos que ocurrieron en aquellos lejanos <lías. Las historias sobre brujas eran mis favoritas. Había brujas buenas y brujas malas, «en este mundo hay de todo» decía mi abuela. Las más peligrosas y que armaban un alboroto en el pueblo son las que se quitaban las patas y las sustituían por patas de gallina, de perro y hasta <le burro. Estaban las otras que se volvían bolas de fuego para volar por la cima de los cerros, esas que daban mal de ojo y lanzaban maldicio nes a quienes las molestara y amenazara, esas mismas que se robaban los niños, esos pobres que amanecían blancos como hoja <le papel sin una gota <le sangre en su ser. Especialmen te en las lunas llenas nadie salía de sus casas en el pueblo de mi abuela, había un verdadero temor y cada familia tenía sus remedios para alejar a estos seres. Aunque de vez en cuando alguna lograba colarse a alguna casa y hacía de las suyas, pero en seguida al otro día aparecía una pobre mujer macheteada acusada de ser bruja. Mi abuela siempre me decía que debíamos tenerles un gran respeto a estas cosas, porque son cosas que no se puede explicar, son sucesos que no cualquiera ha vivido y que no debía ser motivo de burla solo porque algunos no son capaces de comprender estos hechos. También me contaba de esas brujas buenas que más <le una vez ayudaron a mi abuela para remediar una enfer medad, algún mal echado, alguna protección o una plegaria para tener una semana de buen trabajo. En especial en ese entonces vivió una señora llamada Omelia que fue quien más ayudó a mi abuela en su juventud, aunque a veces m1
50
bisabuela la regañaba por juntarse con «gente rara» esta se11ora precisamente le daba sus consejos, sus remedios, ob jetos y brebajes para alejar espíritus malos y atraer la buena suerte. En una ocasión mí abuela le contó a esta señora que tuvo un sueño muy raro donde veía a mi bisabuela lavando trastes, pero con agua muy sucia, entonces Omelia le dijo que era muy probable que su madre enfermara y justamente, al cabo de unos días, mí bisabuela tuvo complicaciones por tener agua en los pulmones. En otra ocasión mi abuela soñó con unos perros muy grandes que corrían por el campo y que extrañamente comían el maíz sembrado, tiempo después un incendio casi acaba con la cosecha de ese verano. Así pequeños detalles le llevaron a pensar a la se110ra Omelía, que rni abuela tenía el don de la clarividencia y la adivina ción. Mi abuela asombrada no tenía idea de eso puesto que en la familia nadie que se supiera estuviese implicado en algo así; a lo que la señora Omelia le decía que todos tenemos dones, algunos más sutiles que otros, pero que según ella todos podernos desarrollar habilidades insospechadas. Aden trada en la curiosidad rni abuela en secreto le preguntó si podía desarrollar su «don» a lo que la señora Omelía con gusto le enseño un par de cosas a mi abuela. De las cosas que aprendió fueron lecturas de café, hojas de té y lectura en un vaso o taza de agua. Me contaba mi abuela que la idea era adivinar, cosas, objetos, sucesos a través de las formas que tomaban los residuos del café o las hojas de té, la lectura con agua se trataba de observar figuras y cosas en las ondas que esta produce. Por supuesto que toda esta adivinación partía de una pregunta que el consultante realiza. Me contó que la se110ra Omclía sacó una bonita taza de peltre de un armario, se la dio a mi abuelita y en ese común objeto, em pezó a hacer sus «prácticas» de adivinación. Cuando me platicaba esto yo embelesada en la taza de chocolate caliente trataba de ver formas y figuras en mi bebida imaginándome todo lo que me contaba mi abuela. Por supuesto más de una vez mi abuela leyó mi taza de chocolate ante mi insistencia de saber cosas banales e irrelevantes que cualquier ni11a de siete años podría preguntar.
51
También recuerdo que además de aprender esto, la señora Omelia le ense11ó a mi abuela más de un «conjuro», inclusi ve el conjuro para casarse con quien después sería mi abue lo. Así se me pasaban las tardes entre historias y chocolate. Conforme el tiempo pasó, llegaron mis hermanos, llegaron otros primos y yo crecí. La frecuencia de las tardes con mi abuela se hizo cada vez menos, los cambios de rutina, de casa y responsabilidades terminaron por alejar esos días en la cocina de mi abuela. Un 18 de febrero de hace siete años, cuando llegue de la escuela a mi casa, encontré a mi mamá llorando en la sala, me espante mucho porque presentí lo inevitable: mi abuelita había fallecido. Recuerdo que en ese entonces me sumergí en una depresión profunda que aún hoy me persigue de vez en cuando. Sé que en algún momento me la volveré a encontrar a mi querida Micaela, pero su legado de historias, cariños, recetas y aquellas tardes eternas me inspiran cada día. Aque lla tarde en que la enterrarnos no pude soltar ni una gota de lágrima, creo que era un dolor que no se podía expresar. Recuerdo que unos días después ya en casa donde vivía mi abuela, me encontraba con mi mamá y mis tías, entre triste za y alegrías, platicábamos y recordábamos los momentos con ella. Entonces mencioné aquellas tardes que mi abuela me contaba las historias sobre brujas y de su íntima amiga Omelia; una de mis tías me interrumpió y mencionó que recordaba esa historia, el cómo mi abuela había tratado de volverse adivina y recalcó que curiosamente aún conserva ban la tacita que la bruja le había regalado para hacer sus prácticas de lectura. Mi tía se dirigió a la cocina y regresó sosteniendo una tacita de peltre que yo había creído olvidar, pero, al notarla, me golpeó en la memoria como un relám pago iluminador. Era la taza donde mi abuela me servía el chocolate caliente. Quedé maravillada con aquel detalle tan curioso. Sostuve la taza entre mis manos temblorosas, al observarla recordé cada detalle de la cocina, de mi ni11ez junto a mi abuela, las historias y casi podía oler y sentir el sabor de esa mi bebida favarita. Y al fin pude llorar. Como
52
si al recordarla, mi abuela me hubiera llevado hasta mà aquella ta;,,,a para darle un desahogo a mi alma. Por siempre conservare esa taza, es como si fuera un puente entre mi abuela y yo. Ahora yo practico mis propias artes adivinato rias como alguna vez lo hizo ella, porque todos tenemos un don, porque todas las mujeres tenemos algo de bruja.
53
EL MAL ALEMÁN
DOUGLAS TOLEDO BELTRÁN
No, no es Paul Kraitz, el primer esposo de mi mamá, es más, él no fue un mal. Comienzo con sarcasmo un tema que no sé precisamente cómo iniciar, porque cuando pienso en ti, mal de nombre alemán; mi cuerpo, mi mente, mi ser se estreme cen de dolor, rabia ... y no sé cómo comenzar. Es molesto cuando una visita llega sin anunciarse, pero tú, mal indes criptible lo hiciste y lo peor, jamás te fuiste. Porque sí eres descriptible en términos de la biología, medicina y demás. Pero, jamás a nivel emocional, porque lo que tú te llevas es invaluable e irreparable. Llegas a desestabilizar lo más pre ciado en una persona, pero también su entorno, arrasas con la vida, pero estando en vida. Recuerdo cómo sigilosamente entraste hace unos siete, tal vez ocho años y no precisamente por la entrada principal, pero maldito sea el momento en que lo hiciste, ¡ lo maldigo infinitas veces! Con ese mismo sigilo con el que entraste, te 54
quedaste y penetraste lo más íntimo de una persona, su men te, sus pensamientos, hasta el último rincón de su incons ciente. ¿Por qué tanta imprudencia?, ¿por qué tanta maldad? jEres monstruoso! Sí, lo eres. Te escabulles con tal efectivi <la<l, que eres invisible, tanto así, que en un inicio te llevas partes insignificantes para pasar desapercibido, incluso, aho ra temo cuando olvido algo banal porque puede ser que seas tú y tu maldito mal. Debo reconocer que eres bastante cauteloso, sabes no levan tar sospechas. Pero, es sólo el principio de tu macabro plan, porque cuando te llevas algo más que lo cotidiano, ya es sumamente tarde, no hay marcha atrás. Es más, ya estás inmerso como veneno de enhydrina, pero no es la peor par te, sabes cómo aterrorizar, eres un experto. En este punto ya eres inquebrantable, dejas en tal impotencia que no se puede culpar al especialista por decir que no se espere mucho, ni a nuestra matriarca por llevarte en ella. Continúas robando recuerdos, nombres, momentos de forma escalofriante. Eres terrible, porque en tu maldad me vi reflejado, cuando en un inicio no te reconocía y me frustraba por tener el dis gusto <le empezar a conocerte. Me llegué a o<liar por no te ner la paciencia de tu presencia, pero me he logrado perdo nar con el tiempo, pues no te entendía. Aún así, sigues pre sente en otras interrogantes que me aquejan y hacerme sentir cruel, es decir, pensar en eutanasia. Pero, ¿cómo siquiera pensar en eso, si es completamente sana, pero no está, pero por momentos parece estár? En fin, hechos que en mi reco nocida ignorancia suelo divagar. Ahora, voy con lo que pienso de forma, tal vez narcisista, es lo más duro de tu presencia, me refiero a vivenciar tu evolu ción. Ver cómo se va <leterioran<lo la mente, la personalidad, su esencia <le una persona tan ama<la. Desde tu inicio imper ceptible, hasta el doloroso y crucial momento donde no re cuerda el nombre de sus seres amados. Nada de lo que men ciono, se asemeja y, lo repito, de forma narcisista, el perder la charla con mi abuela, el encontrar mi felicidad al escu-
55
charla, al decirme te quiero mucho y darme un beso. Eso, con lágrimas de silencio te reprocho hasta el último momen to consciente de mi vida. El hecho de verla a los ojos y notar que no me percibe ha sido lo más duro de mi vida, pero en esa parte no has ganado del todo. Es horripilante ver la pérdida en vida, más allá de mis senti mientos encontrados sobre la no pérdida de un gran amor, es el presenciar tu última fase, pero, de nuevo, me atrevo a decir que no ganas del todo, porque por segundos o tal vez, milésimas de segundos percibo en sus ojos mi reconocimien to y en ellos veo la máxima expresión de amor. Tal vez sea autoconsuelo, como dice Freud "las ilusiones se encomien dan a nosotros porque nos ahorran dolor y nos permiten disfrutar del placer. Debemos, por tanto, aceptarlas sin que jas cuando se chocan contra la realidad en la que hacen pe dazos". Es así, que tomó esa ilusión y siento el amor. Sólo se queda imponente ante ti, ente en evolución. Inmerso en una vida, en nuestras vidas a tal grado que eres el prota gonista de este texto. No mereces tal protagonismo, hubo muchísimo más además de ti en mi abuela, pero cómo no dártelo, si eres un haz en arrebatar la autonomía de una persona que se autoempoderó hasta tu llegada, pero dejó ese empoderamiento a sus hijas y nietas; que vivió una guerra que la mandó a lo desconocido, pero vaya que lo conoció muy bien; con su carácter nos instruyó y formó a respetar las ideas ajenas, pero a defender las propias. De cualquier forma, lo has logrado, tienes el protagónico, pero en mi queda su amor y su legado.
56
LUIS Y SU RITMO EN EL CAMPO
Luis nació el 1 O de octubre de 1 960 a las 03:00 h. Es el se gundo de los nueve hijos de Victoria Romo y Jorge Tan1ayo, una familia campesina y acomodada, porque cabían once integrantes en una cama. Victoria, era la ama de casa tradicional que se hacía cargo del cuidado del hogar. Jorge fue agricultor de nacimiento, de carácter fuerte; a nadie se le hincaba y de nadie se dejaha. 1'v1i abuelita decía que él, era el único hijo que había salido con el carácter de mi abuelo y por eso, él estaha orgulloso de mi padre. Algunas cosas que mi abuelo vivió me fueron contadas por mi tía Carmen Tamayo, hermana Je mi papá, ya que yo era muy pequeña, tenía siete años de edad, cuando dejé de ver a mi abuelo. 57
En el transcurso de los años, me empezaba a dar cuenta de lo que la gente decía de él. Un día me fui con mi tía Carmen al rancho, en el camino tomé valor para pedirle que me con tara la vida de mi padre y si era verdad lo que la gente decía <le él. Mi tía, al ver m1 msistencia me dijo que mi abuelo había sido un hombre de carácter fuerte y que un día, en tiempo de cosecha, sorprendió a un individuo robándose los elotes, posteriormente, se lo llevó a la casa por la fuerza y le pre guntó por qué hacía tal acción, a lo que el hombre contestó: <<Lo hago porque no tengo que comer>> Mi abuelo pidió a Ceci que pusiera una olla de elotes, mi abuelo agarró al hombre y lo sujetó de un árbol que tenía en el patio y cuan do estuvieron cosidos los elotes, obligó a que se los comiera todos. El final del hombre fue trágico, se congestionó y per dió la vida.
Como dice el refrán: <<El que a hierro mata, a hierro mue re>> justo esto le pasó a mi abuelo por ser tan <luro, cruel y vengativo; por azares del destino murió envenenado. Solo así pudieron calmar y acabar con el hombre de carácter fuerte y temido por todos en el pueblo. Luis tenía cuatro años <le edad cuando empezó a trabajar. Su trabajo consistía en llevar a mi abuelo las cubetas y los peda les para ordeñar las vacas. También le ayudaba arrimando los becerros para que los amamantaran. Además, se inició en el terna del nixtamal. Preparaba las tortillas para mi abuelo todos los días, a las 05 :00 h. antes de que se llevara la leche a Santiago. Mi padre decía que con las labores del hogar terminaba muerto. Conforme iba creciendo, tenía que moler una cube ta de 19 litros de nixtamal, para darles de comer a todos sus hermanos, además, preparaban comida de más, por si llega ba alguna visita a la casa.
58
Su jornada laboral, era de las 04:00 h a las 16:00 h. Prime ro, molía el nixtamal, posteriormente, tenía que ir a cuidar a los animales para que no se salieran de los potreros. La úl tima actividad del día de mi abuelo, consistía en apartar los becerros de las vacas, para que al otro <lía dieran más. Por las tardes, mi abuela subía a mi papá a una yegua para que fuera con su abuelita Mari, ella vivía a faldas del cerro de Victoria de Cortázar. Una vez que llegaba, tenía que rezar y él lo tenía que hacer a fuerza, porque si no lo hacía, no le daha de cenar. Regularmente su cena eran frijoles fritos con huevo y champurrado caliente. Al <lía siguiente, por la ma fiana, mi bisabuela lo subía a la yegua para que fuera de regreso al rancho y realizara sus labores cotidianas de cada día. En el año de 1999, mi padre se fue por primera vez a Esta dos Unidos, fue contratado para trabajar los campos <le cul tivo de Fresno, California, durante el periodo de julio a oc tubre, ya que por esos tiempos la mayoría de los campesinos se iban contratados a Estados Unidos. Después de esa oca sión, él ya no regresó porque su trabajo era mejor pagado allá que en el pueblo. Me marcaba por teléfono todos los fines de semana, recuer do que el tiempo máximo que hablábamos era de dos horas, mi hermana la mayor, nunca quería hablar con él, pero ma má la obligaba a contestar. Yo disfrutaba escuchar cómo pasaba los días en otro país, comentaba que trabajaba desde muy temprano hasta las 19:00 h y después se iba <le compras para hacer su cena, también mencionaba que extrañaba las reuniones con la familia, pero de pronto se cortaba la llama da a las dos horas exactas. Hasta que un día dejó de marcar. Mis tíos decían que tomó la costumbre <le beber y apostar con sus amigos del trabajo, y que lo hacía para evadir la separación que tuvo con la familia. Pasaron semanas largas, yo sin salir de la casa después de regresar de la primaria, con la esperanza de que sonara el teléfono, mi hermana despreo-
59
60
61
Pasó el tiempo y seguíamos encontrándonos, quizás debido a las amistades cercanas que habíamos hecho. Pasaba por un contexto emocional inestable, no tenía una relación amoro sa, sobrellevaba algunos problemas existenciales de un joven con 19 años de edad y eso era algo más que compartimos. Llegamos a hacer un buen número de cosas divertidas, nos olvidábamos por un momento del futuro y vivíamos el pre sente. Aún recuerdo como si fuera ayer la vez que salimos junto con otros amigos corriendo de una fiesta como si no importara nada un tanto preocupado por el transporte, ya que, eran altas horas de la noche y tú en menos de quince minutos lograste que nos dieran ride en una camioneta con cajuela descubierta tocando tu canción favorita. Recuerdo que pese a tener muchas pretendientes, siempre buscabas a una chica llamada Sofía con dieciocho años de edad, un año menos que nosotros. La recuerdo cautivadora, con un perfil meramente occidental muy estético con la que hacías una gran pareja. Nuestra cercanía de algún modo iba creciendo, llegó el día en que nos invitaron a una fiesta a la que decidí no ir, me quedaba un tanto alejada a mi casa. Tú decidiste asistir por el placer de divertirte y principalmente porque sabías que Sofía iba a estar ahí. Llegó la mañana del sábado, desperté a las ocho horas. Ten dí mi cama como de costumbre mientras escuchaba la can ción Lago en el cielo de Gustavo Adrián Cerati, la escuchaba completa por primera vez. De pronto mi primo ( que era parte del grupo de amigos) me gritó de manera alarmante. Me comenta que están buscando a tus parientes o amigos en un grupo de vecinos en Facebook, te encontrabas gravemen te herido. Comenzaron a comentar muchas personas que te conocían, nosotros entre ellas. No pasaron más de quince minutos cuando otra publicación dio el aviso de que habías fallecido.
62
Ambos nos quedamos en shock, como si se tratara solo de una pesadilla más. La noticia se esparció por varios medios de comunicación, nadie sabía a ciencia cierta qué había pa sado, como en la mayoría de casos en este país. Alexis otro <le nuestros amigos, por medio de tu familia se entera y nos avisa que más tarde sería tu cremación en una funeraria <le la colonia Roma Norte. Llegamos hasta ahí y como en toda muerte, se sentía un pro fundo sentimiento de tristeza por unos y molestia a la vez por muchos, tu muerte causaba gran intriga y controversia. Los medios mencionaban que habías resbalado al caminar por la madrugada a orillas de la autopista, mientras que por otro lado entre amigos cercanos se decía que alguien había causado tu fallecimiento. Fue un <lía duro que me tocó atravesar, pero jamás tan duro como para tu madre que literalmente, observé caerse a causa de tu partida. Tardamos un par de meses en entender lo que había sucedido. Acompañamos a lván, tu mejor amigo y amigo nuestro en su etapa de duelo. Llegó a pasar un año aproximadamente para que la mayoría nos reuniéramos nuevamente y seguir yendo a una que otra fiesta. Cambiaron muchas cosas, nadie era quien fue antes, o al menos algunos disimulaban bastante bien. Pasó más <le un año y comencé a ver a Sofí de la mano de lván, realmente no sabía cómo tomar ese hecho, como una traición hacia tu recuerdo o como un modo de superación. En fin, la gente cambia, así como los procesos de interac ción, mientras se crece como individuo. De algún modo tu muerte nos forjó un criterio más maduro y nos acompañó en el desarrollo de nuestra persona. He dejado de hablar de ese acontecimiento en las fiestas, no como una forma de olvido si no como respeto a tu recuerdo como el alma de la fiesta, como querías ser recordado.
63
Ahora al escuchar Lago en el cielo de Ceratí, es una especie de himno que se arraiga en mis memorias y como diría una de sus estrofas: "Sois el paisaje más soñado, sacudiste las más sólidas tristezas y respondiste cada vez que te he llama do. Vamos despacio para encontrarnos, el tiempo es arena en nuestras manos, un lago en el ciclo es tu regalo para olvi dar que el mundo te hizo daiio". Ahora entiendo que para vivir hay que morir amigo, algunos con más arena en las manos que otros, como analogía a la estrofa de Cerati. Te extrañamos y te recordamos como la fiesta que fue tu vida ...
64
LA MAGIA DE SUS MANOS
RA Y MUNDO RANGEL LAGUNA
A mis abuelos: Eran los afios ochentas, dos adultos mayores se levantaban <le su cama para rezar el santo Rosario alre<le<lor <le las 16:00 h. Me asomaba desde la ventana de mi cuarto, abría la cortina y veía las luces prendidas de la planta baja. El sonido <le los pájaros se escuchaba todas las mafianas, cana rios, cenzontles, tigrillos y jilgueros le ponían música al lu gar, un pasillo muy grande, color rojo, a quienes mi abuela Carmen les ponía su vaina, alpiste y agua, mientras mi abue lo Ladislao se terminaba de bañar para ir desayunar. A primera hora mi abuela trapeaba el pasillo y demás cuar tos; mi abuelo estaba en la cocina con su vaso de leche, su manzana y pan tostado. En los fines de semana recuerdo que mi papá bajaba a saludarlos, yo corría detrás de mi papá para ir a ver a mi abuelo, recuerdo que sus manos tomaban
65
un cuchillo y partía su manzana para darnos a mi hermana Liliana y a mí, nos subíamos a los cuartos contentos después de dicha acción. Mi abuela siempre estaba atenta a la comida, encorvada y platicando con una de mis tías, recuerdo sus frijoles, un sa bor diferente, eran hechos en olla de barro, en las noches cuando tenía oportunidad bajaba con un pedazo de bolillo a pedirle que me convidaba. De vez en cuando platicaba con ella, me decía que le gustaba el básquetbol, me contaba que mí abuelo la había robado su juventud. Ella era originaria de Coroneo, Guanajuato y él de Tlalpu jahua, Michoacán, sin embargo, un día tomaron la decisión de venir a radicar a Asfalto 80, colonia Plenitud en la alcal día de Azcapotzalco. En esta casa recuerdo que mi abuelita tenía magia en las manos, después de terminar de hacer sus labores, entre las tres y las cuatro de la tarde era la hora de tejer, se sentaba y dejaba la bola del hilo-estambre en el suelo, hacía colchas y manteles, todo esto mientras mi abuelo se iba por las tardes a su "banco", un lugar en la azotea de la casa donde tenía fierros, herramientas y jaulas. Era una persona creativa con las manos, arreglaba jaulas para sus pajaritos, en lo que las terminaba me sentaba en una banquita y me contaba su juventud, me contaba que tenía que levantarse temprano, trabajar de sol a sol para conseguir siempre mis metas. Me contaba anécdotas con sus hijos {mis tíos), uno de ellos mi papá, quien, según él, leja laba las trenzas a mi tía Esperanza, también me explicaba y me enseñaba a reparar las jaulas, pero era muy malo para eso, no obstante, siempre recuerdo que le subían agua, debi do a que él no podía bajar porque no tenía una pierna y con sus muletas se tardaba más tiempo. Cuando se llega han las seis de la tarde era hora nuevamente de rezar el Rosario, honestamente no me gustaba, ni a mí ni a mí hermana, pero a mi mamá, tía y abuela sí, y nosotros
66
teníamos que soportar una hora de rezo, no obstante des pués venía la mejor oferta, mi abuela me decía que me daría cinco pesos con tal de lavarle la alfombra azul, desde ahí fui enseñado a trabajar para ganarme la vida, siempre nos decía que el dinero se ganaba honradamente y que teníamos que trabajar. Uno de los recuerdos que tengo con ellos fue en un temblor, no entendía que pasaba, solo veía que mis juguetes y una vitrina con muchos platos se movía horrible, mi mamá veía Televisa, seguramente una novela, y cuando se sintió el mo vimiento telúrico, mi madre nos sacó a mi hermana y a mí corriendo, bajé y mi abuelita me dio un bolillo para el susto, pero yo no me asusté con el sismo, sino con los gritos de ellos, decían que se acabaría el mundo. Además, los domingos siempre venían mis primos, mi abuela tenía la comida lista las dos de la tarde, recuerdo que cuan do terminaban mis primos subían por mí para ir a jugar, siempre mi primo y amigo David traía pelotas, había unas que parecían balones, metíamos unos golazos pero si gol peamos muy feo la puerta, salía mi abuela a regañarnos, mientras que dentro de la casa, mi abuelo veía con mis tíos al América, no le iba, pero ellos lo terminaron convencien do. Ambos eran duros como un roble y tan fuertes como una roca, pero el tiempo pasó y todo en la vida tiene un princi pio y un final, mi abuelo falleció en 1998, siete meses des pués del asesinato de uno de mis padrinos, fue una situación difícil para mi abuelita, pese a eso debido a su fortaleza salió adelante. Pese a que seguía el tiempo avanzando, mi abuela seguía firme, nunca dejó de hacer quehacer, le encantaba tener su casa limpia, me gustaba el sonido de los pájaros y el olor de los pasillos, un olor completamente a pino, ella siempre fue devota y nunca dejaba de ir a misa, nos regañaba sino íba mos, sin embargo, la edad y las enfermedades la fueron debi-
67
litando, hasta llegar a olvidar a su propia familia, el tornar tanto medicamento le terminó afectando. A finales de noviembre 2015 empeoró y murió a principios <le diciembre a los 102 a11os, justo en la víspera <le navi<la<l, un momento difícil para todos sus familiares, porque fueron muchos a1ios de convivencia, pero los recuerdos persisten, extraño esas manos de mis abuelos, uno arreglando jaulas y la otra tejiendo manteles y colchas. De <los estados distintos, trabajadores, honestos, creativos e ingeniosos, mis abuelos terminaron formando a una gran familia, que sigue frecuentándose hasta ahora, hombres y mujeres de bien, responsables en sus trabajos y escuelas, de mi lado solo hay agradecimiento por ser parte de esta crea ción, desde Coroneo y Tlalpujahua hasta convertir a esta familia en su mayoría tepancca, individuos orgullosos <le su i<lenti<la<l sin olvidar <le <lón<le vienen.
68
69
so. Al final, no tuve más remedio que buscar a Luis para que me hiciera compafüa un rato, aunque sea solo para moles tarme como suele hacerlo. Después de la escuela, llegué a la casa y mi mamá no estaba, creo que ya consiguió trabajo en la estética que está a dos cuadras del mercado; está muy bonita, es de dos pisos y tie ne unos espejos enormes que llegan hasta el techo. Te cuento que días posteriores fue a preguntar por el puesto del anun cio, pero no le habían dado respuesta. Espero que esta vez se haya quedado. Mientras esperaba a que llegara mi mamá, me asomé a la cocina para ver si había algo de comer, y sí, había arroz rojo y pollo con mole, la comida favorita de Luis. Aún estaba la comida caliente en la estufa, así que no tuve que calentarla. La última vez que usé el microondas me quemé la mano, fue un dolor insoportable, pero aprendí a usarlo y sacar la co mida con el trapo. Dentro del servilletero estaba una nota que decía: <<Luis y Bere, ahí les dejé f)ollito y arroz /)ara que se sirvan, nada más sacan el agua del refrigerador y comen por favor. Re greso como a las seis de la tarde, fui a trabajar. Los amo.>> ¡Heeee! -Gritamos mi hermano y yo- mi mamá sí consiguió trabajo, una buena noticia después de todo. El pollo estaba bastante rico, el arroz ... bueno, estaba un poco batido. Claro que no le dije eso a mi madre, solo lo pensé -risas-. Nunca le sale el arrm. rojo, sinceramente pre fiero el de mi abuelita, a ella siempre se le esponja y además le pone plátano, eso me gusta. No hubo postre, ni modo, quizá mañana. Papá, me puse a dibujar un rato, ¿ya te conté que llevo mu chos dibujos? Le hago muchos dibujos a mi mamá y a ti también, pero no te los he podido dar, cuando regreses te enseñaré mi colección. Ahora estoy trabajando en una cam panita ¡me está saliendo muy bien! Ojalá estuvieras aquí para que me dieras tu opinión, sé que tú haces unos dibujos
70
muy padres, los de herrería; vi una libreta tuya en el cajón de la derecha de tu habitación.
Carta 2 ¿Qué tal tu día papá? El mío estuvo bien, fíjate que esta vez no fue Ana, la nueva amiga de Karen, nos sentamos juntas y me alegré que estuviéramos como antes. Lo único que no me gustó fue que me hablaba <le ella todo el tiempo. Para todo tenía que nombrarla y yo fingía que me interesaba, no me importó mucho con tal de que anduviéramos de aquí para allá. Afuera de la escuela, antes de subir al transporte escolar, pasé <le volada a comprar mi chicle enrollado, ya que había ahorrado toda la semana pasada para comprarlo hoy. Doce pesos me costaron, el equivalente de tres tacos, de cada día respectivamente, siempre me compro dos, solo por ese tiem po comí uno solamente. La próxima semana compraré el memorama de Barbie que trae unos chochitos, para ese se rán más días de ahorro puesto que es más caro. Al llegar a la casa otra vez no estaba mi mamá, esta vez ya sabía que estaba trabajando, así que ya no leí la nota del servilletero. Comimos Luis y yo, otra vez pollo con mole y arroz del <lía anterior. Regularmente comemos dos <lías se guidos la misma comida, eso a veces no me gusta, pero no puedo decirle eso a mi mamá, sé que no tiene mucho dinero, la escuché decir eso la otra noche cuando platicaba con mi abuelita, ¡haaa si, ya recordé!, la noche que no había ni con cha ni dona. Cuando llegó mi mamá de la estética, llegó con mucho pan para cenar, bueno, exagero, llegó con cinco o seis piezas de pan, pero aun así eran bastantes cuando solo trae dos, o a veces ni trae. La cara de mi mamá estaba muy bonita, creo que por que estaba sonriendo mucho, sí, era por eso. Hoy sí
71
hubo postre, por cierto, solo que no lo supe hasta que llegó mi mamá, y todo por no leer la nota del servilletero. El sábado pasado pasaron la película de Rocky Balboa, sin ceramente nunca me gustó mucho pero aun así la vemos, cuando estés aquí de nuevo la veré contigo, aunque no me guste tanto. Nos recuerda mucho Rocky a ti, así de fuerte, grande y musculoso. Te recuerdo, más aún con las cancio nes, con ellas te ponías a entrenar. .. Te extraño mucho.
Carta 3 Casi es hora de acostarme papá, te contaré rápido mi día: La clase de educación física fue lo mejor; la carrera <le costales se mantuvo muy reñida, obviamente no conmigo porque sabes que no tengo condición, pero Moisés y Juan fueron los más rápidos de la clase. Yo solo participé una vez, en las demás vueltas me quedé observando, ya no quería sofocar me, ni sudar así que preferí echar porras desde las gradas. Karen ya no me habla, ni siquiera cuando Ana no viene, no me importa, yo sabía que nunca fue mi amiga, jamás me hubiera cambiado por nadie. Ahora me junto con Noé, casi no habla, pero creo que así está mejor. En la clase le pedí a la maestra que me sentara sola hasta el frente <lel salón, eso me agrada porque no tengo que prestarle mis colores a na die, aunque ya le mandó a hablar a mi mamá para el si guiente viernes. Carta 461 (última) ¿Cómo estás padre?, no te he escrito nada últimamente, sé que son menos constantes mis pláticas sobre mi día. No ten go respuesta tuya, nunca la tuve <<si por lo menos te hubie ra entregado una carta>>. Suena ridículo escribir cartas y no entregarlas, esa era mi manera de desahogarme, mi madre nunca me preguntó qué es lo que me pasaba.
72
73
UN HÉROE CAÍDO
YOSF.T.IN EMTRET SJLVJNO ERDOSAY
Si hace 16 años me hubieran preguntado ¿qué era un super héroe? lo habría descrito como alguien que no le teme a na da, una persona fuerte, apta de cargar a una pequeña de seis años y hacerle avioncito, lanzarla a los aires para después atraparla firmemente; un sujeto con energía inagotable, competente de contar un cuento de noche después de largas horas de trabajo. Algo reglamentario en la niñez de todo ser humano, es tener alguien a quien admirar, que te genere seguridad y te regale momentos llenos de felicidad. Para mí esa persona, ese súper héroe, era mi papá. Me sentía una niña afortunada, conside raba que tenía la suerte de que un hombre como él tuviera un rol tan importante en mi vida.
77
Marco, era la clase de papá que se subía a una bicicleta jun to a su hija y se lanzaban desde la pendiente más inclinada gritando a todo pulmón; alguien que se percataba de los dos juegos "callejeros" que más disfrutaba hacer su pequeña y buscaba la manera de facilitarle disfrutar de ellos, por lo que una tarde le dibujó sobre el pavimento un "avioncito" y un "stop", evitando así que ella tuviera que trazarlos diaria mente con gises; era el hombre que llevaba a su princesa al parque y se hacía pasar por un gran monstruo para así per seguirla por todo el parque. En resumen, por muy breve que fuera el tiempo que tuviera para dedicarme al estar en casa, buscaba darme la mejor versión de él. Pero, la vida no siempre será un cuento de hadas. La mayo ría de los padres pretenden que sus hijos vivan en una bur buja que los proteja de todas las cosas "malas" que existen en la vida real, que les evite cualquier sufrimiento y perdure su inocencia el mayor tiempo posible. La mía en específico la rompieron antes de lo que hubiera deseado y no lo hizo al guien exterior a ella, lastimosamente fue mi súper héroe. Una madrugada de junio, la pequeña de papá se despidió de él pensando que al terminar el día volvería a verlo, como era costumbre. Desafortunadamente tuvieron que pasar 5 largos meses para que eso ocurriera. Es complicado describir esa necesidad y anhelo de volver a sentir los besos de tu padre sobre tu mejilla, su respiración que genera calor en tu cabeza y sus brazos sobre tu espalda que te transmiten seguridad. A mis diez años de edad, me había sumergido en una pesadi lla, en la cual dejaba de ser una princesa, para convertirme en la guía y protectora de dos pequeñas niñas y el soporte de una mujer que había tomado el mando de una familia. Comprendí que la vida no consiste en un "felices para siem pre", que los actos imprudentes tienen consecuencias, las cuales pueden ser muy dolorosas y llegan a afectar a varias vidas. En esos momentos de mi vida no existía tristeza que se pudiera comparar con la de tener un padre en la cárcel.
78
En unos cuantos meses, mi estilo de vida y la forma de verla se modificaron drásticamente. Pero el amor por ese hombre se mantuvo intacto, cada día que pasaba lo valoraba más, y vivía esperanzada a que sonara el teléfono para poder plati car un instante con él. Cuando se especulaba que esa pesadi lla había terminado, unas nuevas se aproximarían. Estar tanto tiempo sin él fue una situación muy difícil, pero vol verlo a tener lo fue aún más. Como lo mencione antes, todo era diferente. A partir de ese momento y a lo largo de los años la relación padre e hija atravesó por muchísimas complicaciones. Hasta llegar al grado de no poder estar juntos en la misma habita ción, ni mucho menos entablar una conversación amena mirándonos a la cara. Jamás me habría imaginado que algo así nos pudiera pasar a nosotros, siempre éramos los dos contra el mundo y en un parpadear, ambos luchábamos con tra todo, pero solos. Me llevo mucho tiempo entender porque se fracturó de esa manera la relación con un ser que es tan importante para mí, honestamente ¿quién es feliz odiando a su papá? Comprendí que desde el momento en el mi héroe se fue y me dejó tan vulnerable, decidí adjudicarme la responsabilidad de prote germe, al igual que mi mamá y hermanas. Cuando él regre so, me resultó difícil confiar y bajar la guardia, no quería volver a sufrir. Pienso que no me equivoque por completo, pues a lo largo de doce años han seguido existiendo momen tos igual de dolorosos. De algo jamás he tenido duda, mi papá es una buena perso na. Ha tenido accidentes que han adquirido consecuencias fuertes, ha cometido infinidad de errores, que no se justifi can, pero lastimosamente su vida a estado llena de compli caciones y solo una persona fuerte podría haber superado y dejado atrás como lo ha hecho él. Mi forma de verlo ha pasado por diferentes etapas, desde ser mi héroe, hasta ser la persona que más me ha decepcionado.
79
He aprendido a perdonar y dejar todo lo malo atrás. Consi dero que todo lo vivido a su lado me ha dejado alguna ense ñanza, me ha formado e impulsado. Si bien ya no me es fácil creer en un héroe, hoy en día busco en él un ejemplo a se guir, un protector y un refugio. Curiosamente ese hombre ha logrado sacar mi lado más fuerte, pero también el más vulnerable. Con solo un abrazo en el momento indicado me desmorona y regresa a mí a la pequeña de seis años. Cuando eso pasa, es el momento en el que me doy cuenta que en mi corazón ya no existen renco res, y que solo está lleno de amor hacia él. Si algo debo agradecer es que mis dos pilares, me han ense ñado a soñar en grande, han inculcado valores y me han apoyado en todo momento. Pero, es a Marco a quien le de bo mi fortaleza. Por todo lo bueno que me ha dado es que quiero que tenga la seguridad de que no me interesa cuántas veces caiga, yo siempre estaré a su lado y que el amor que le tengo nada podrá destruirlo. Te amo papá.
80
QUERIENDO ALCANZAR UN UNIVERSO
YAZlVIÍN MARTÍ>IEZ MARTÍl\TZ
Para la persona que no k he dicho lo tan agradecida que estoy
Hola mamá ¿cómo estás hoy? Espero que estés bien y con
muchas ganas <le disfrutar este nuevo día . .Escribo esta carta con el fin de qne puedas leer lo qne casi no te <ligo de frente, cada que te digo que te quiero. Quiero <lecirtc que es un privilegio tenerte como madre, sé que no han sido nada fáciles todos los esfuerzos y sacrificios que realizaste en estos afias, pero se están obteniendo bue nos resultados, agradezco por darme tanto y todo lo mejor de ti.
Tenías mucha razón cuando me decías que empezar a crecer y tomar decisiones no siempre será fácil, y que no todo en la 81
vida es color de rosa. Agradezco que seas una mamá de mente muy abierta y que siempre me apoyes en todas las decisiones que he tomado. Sobre todo, que me soportes, porque no soy de hablar mucho contigo y que cada vez que te cuento algo, como las situaciones que pasan con mis amig@s tú estás al pendiente, siempre tratas de entenderlo para poder aconsejarme bien y que yo pueda tomar una buena decisión. Sé que debería ser un poco más comunicativa contigo pues casi no nos vemos, por irme a la universidad por las maña nas y tú te encuentras todavía durmiendo. En cuanto llegó a la casa de la universidad, ya te has ido al trabajo y ya no te alcanzo a ver. Los únicos que días en los que puedo hablar contigo en es cuando descansas o los fines de semana que estamos en casa, que de la misma forma es poco tiempo, creo que a pesar del poco tiempo que pasamos juntas es su ficiente para que nos podamos comunicarnos bien y de bue na manera y lo disfruto tanto porque no hay regaños o dife rencias al momento de hablar. Tú siempre has estado en las decisiones locas que he toma do, siempre dándome ánimos. Como aquella vez que te dije que quería entrar a la escuela militar en vez de estudiar la prepa y la universidad normal o cuando te dije que tenía ganas de hacerme un piercing y que no solo me diste permi so, sino que me acompañaste a hacer la perforación en la oreja, pero bueno. Me educaste <le una buena manera, porque ahora soy la persona que puede que no me imaginara, de la manera en que me tratas es la forma en la que trato a los demás puede que no sea perfecta, pero trato de ser la persona que te gus taría que fuera. Realmente agradezco la oportunidad que me estás dando de poder estudiar de tener un hogar donde me comprenden, sé que te has roto el lomo trabajando para darme todo, como
82
amor, la escuela, un mejor estilo de vida entre muchas otras cosas. Mamá de todo corazón te doy las gracias por quererme tan to desde el primer día que nací, por haber estado cuidándo me cuando me enfermaba por todas las noches en las que tratabas de apoyarme con las tareas por tenerme la confian za de que tomaría buenas decisiones dependiendo de cómo fueran buenas o malas para mí, pero siempre sabes que po dré resolverlo sola. Nunca me ha faltado nada contigo yo no tengo nada de qué quejarme tan solo tengo puro agradecimiento de que me haya tocado una mamá como tú, que eres mi gran ejemplo a seguir por todo lo que has logrado todo este tiempo. Espero que si llegas a leer esto te des cuenta de todo lo que pienso de tí, aunque no te lo diga las cosas de frente, creo que te gustaría que te lo dijera de esa manera pero tengo que reconocer que me cuesta trabajo hacerlo por la personalidad que tengo de ser muy seria en ciertas cosas y más cuando se trata de hablar de sentimientos o de expresar afecto, ya sa bes no sucio ser muy expresiva o afectiva en ese sentido co mo sabrás. Ha llegado el momento de despedirme, nunca existirá una forma de agradecer una vida de lucha, sacrificio y esfuerzo constantes, sólo deseo que entiendas que cada logro mío, es el logro tuyo, que todo mi esfuerzo y todo lo que he estado haciendo durante mi vida en estos años es inspirado en ti. Quiero que sepas que eres muy importante para mí, que ocupas un gran lugar en mi corazón y en mi vida. Tal vez debí haber escrito esta carta desde hace mucho tiempo, por que di por sentado que sabes que te quiero, pero creo que debería decirte este tipo de cosas un poco más seguido. Con gratitud, admiración y respeto
83
ANTE LA ADVERSIDAD
VALERIA ITZEL GONZÁI.EZ ESPINOZA
En el a110 de 1989 sucedieron mil cosas en el país y en el mundo entero: la caída del muro de Berlín, un sismo en San Francisco, sólo por mencionar algunos ejemplos, pero fue un año muy especial para Maricela y Enrique. Ella hacía sus prácticas profesionales en el Instituto Nacional de Perinato logía. Corría y corría para estar a tiempo en la escuela, en las prácticas y siempre, siempre buscaba un espacio para jugar basquetbol. Maricela en ese a110 tenía 18 años, era delgada con 1.57 m. de estatura, cabello negro y muy largo. Lo que siempre la ha caracterizado es un lunar coqueto que tiene de lado izquierdo entre la nariz y el labio superior. Su sonrisa es de esas que te da tranquilidad, grande y sincera. Enrique en 1989 tenía 32 afios, sí 14 años, mayor que Mari-
84
cela. FJ era un chico muy hogareño, salía con sus amigos, la gran mayoría era de muy cerca de su casa, le gustaba andar en bicicleta, salir de excursión, jugar basquetbol con los amigos de la colonia y comenzó a trabajar en un auto que servía <le transporte colectivo <lcl Instituto Nacional <le Peri natología al metro Observatorio, ese auto era <le la familia de él y pensaron que sería buena idea ponerlo a trabajar. Enrique estudió Veterinaria así que si no estaba de chofer estaba dando consultas o buscando qué hacer con animali tos. Su mamá dice que llegaba con conejos, faisanes, codor nices, perros, siempre quería saber más y aprovechar todo lo que se pudiera <le ellos. Él era <lclga<lo, <le piel morena, con mucha condición física ya que amaba hacer ejercicio, sus ojos te dicen todo con una mirada, ya sea algo amable o cuando está que echa chispas de lo enojado que llega a estar. Mariccla y Enrique se conocieron justo afuera <lcl Instituto Nacional <le Perinatología, ella con sus prisas para llegar a la escuela y él desde el auto al servicio de ella, así fue como cruzaron palabras e intercambiaron miradas. Él le dijo que la llevaba al metro, aunque no tuviera algún otro pasaje y ella accedió; así, pasaron los meses <le agosto a diciembre hasta que le propuso que fueran novios. Él era muy atento con ella, se preocupaba de que llegará a tiempo a todas par tes, por si había comido algo y no anduviera con el estóma go vacío, por si tenía el suficiente dinero para alguna emer gencia. El noviazgo iba de maravilla y el 2 de marzo de 1991 se casaron, hubo pachanga a lo grande. Llegaron amigos, de ambos, familiares, tíos lejanos y fue un momento <le celebra ción. Otro gran momento para Maricela y Enrique fue cuando se enteraron de que serían padres, les asustaba, pero estaban felices, y es que a quién no le asusta saber que una personita <lepen<lerá <le ti, serás proveedor, protector, guía, acompa fiante, maestro e instructor de un nuevo ser. Después de la mezcla de sentimientos que conlleva la noticia y la prepara ción para la llegada de un bebé llegó el día del nacimiento,
85
es niña, le avisaron a Enrique y entonces su corazón se mul tiplicó porque ahora había otra mujercita para él. Los primeros años con su hijita no fueron fáciles, necesita ban un lugar para vivir, lo -:onsiguieron, pero ahora ne-:esi taban cubrirse del frío, porque vivir en Cuajimalpa implica amor a bajas temperaturas, una casa acondicionada (que no tenían} lo que sí había y sobraba era amor entre ellos y a su pequeñita. El apoyo de las hermanas de Mary en esos años fue importante, les ayudaban con lo que podían que para ellos era mucho. Creció su hijita, cómo era la única la cui daban mu-:ho, que no rnyera, que no se lastimara, le ofreóe ron todo lo mejor en amor, atención, educación, ropa ... Al fin única, al fin consentida. Los años siguieron su curso, su hija creció sana, llegó a la vocacional y ellos iban conso lidando su matrimonio, -:on <lis-:usiones, desarner<los y arner<los, bienestar entre la familia, hasta que un <lía el des tino les dijo «un momentito que ahí les va una prueba». Maricela se detectó una bolita anormal en su seno derecho, llegó al doctor y sí le confirmaron que tenía que ser operada <le inmediato lo que tenía era un -:án-:er altamente peligroso, en una semana la metieron a -:irugía. «Salió muy bien» fue ron las primeras palabras de la enfermera para Enrique, y otra vez su mundo se iluminó. En esta prueba que el destino les envió, Maricela fue valiente, disciplinada, y muy optimis ta. Ella quería seguir viviendo y estuvo dispuesta a ha-:er lo que fuera para pasar más tiempo con su familia. Pasó las quimioterapias y radioterapias, pasó el tratamiento hormo nal y las demás -:onsultas para evitar un resurgimiento de alguna anomalía en su cuerpo. Pasaron ocho años más para que la familia de Enrique y Mari-:ela tuvieran otro enfrentamiento -:on la muerte. En el afio 2017 Enrique tuvo un infarto, el cual <luró aproxima damente tres horas, en ese momento su estado era crítico ya que no recibió atención médica inmediata, el dolor que él vivió y la incertidumbre de su hija y esposa parecían eternas,
86
hasta que por fin lo dieron de alta, tras un cateterismo Enri que volvió a casa. Esa historia de matrimonio no termina aquí, ellos siguen disfrutando la vi<la, conociéndose cada <lía y amando a su hija, y yo su hija, sigo agradeciéndoles haberme protegido, mimado, cuidado y sobre todo haberme ense11ado a ser va liente ante las adversidades, a amar y dar todo por las per sonas que amamos porque si no hubiera sido por esa casua lidad de que Maricela y Enrique se encontraran en el año de 1989 yo no estaría contando su historia.
87
LA TRADICIÓN DE LA COMIDA CORRIDA
RICARDO CAMPOS ESPEJO
-¿Qué haré de comer el día de hoy? ¿De qué manera puedo darles gusto a todos mis clientes? Mínimo, estas dos preguntas se hace a diario mi mamá rodas las mañanas, pensando e ideando en que preparará de comer para el negocio y darles gusto a toda la clientela, ya que no todas las personas tienen los mismos gustos por los diferen tes platillos que se elaboran, o en algunos casos, no todos comen picante. A principios de 1994, mi tío Manuel compró un terreno en la colonia Valle de Aragón, ubicada en el municipio de Ne zahualcóyotl, perteneciente al Estado de México. A media dos del mismo año, habían operado a mi papá de la colum na, por lo cual, mi mamá, tuvo que hacerse cargo de los gastos del hogar. Traslados de la casa al trabajo y viceversa de más de una hora de tiempo, además, por la tarde noche, preparar de comer, atender a mi hermano y a mí, pero sobre todo, cuidar a mi papá y estar al pendiente de él, eran las actividades que hacía todos los días. Fueron meses muy des-
88
gastantes para ella; todo el resto del afio trabajando y ha ciendo los deberes del hogar, sin embargo, empezando el Año Nuevo, llegó el punto en que no resistió más mi madre y renunció a su trabajo. Dicho momento coincidió con la noticia de que mi tío Ma nuel construyó en su terreno que compró un año atrás, un departamento y dos locales para nosotros: -Víctor, me da gusto verte mejor, ya empiezas a caminar y eso es bueno. Estoy enterado que han sido meses difíciles para ustedes; Guadalupe ha trabajado arduamente por me ses, a pesar de ello, el dinero que gana no les alcanza, y mis sobrinos prácticamente han estado solos. Por lo tanto, cons truí un departamento y están en obras, dos locales en los cuales les pondré un negocio de comida. De esta manera, tendrán casa y trabajo, así, no pagarán más renta y todos los ingresos que brinde el negocio, será para ustedes. -Carnal, en verdad te agradezco mucho por lo que estás haciendo por nosotros, pero... por mucho que somos her manos, me imagino que tarde o temprano vas a querer que te pague renta por la casa y el negocio. -Para nada, sería muy deshonesto de mi parte cobrarle dinero a mi hermano, a mi familia, a mi propia sangre. Lo hago <le todo corazón, con mucho gusto por ayudarlos a ustedes, pero sobre todo, al final, los «ganones» serán mis sobrinos, ya que la propiedad será para ellos. -Gracias, en verdad gracias por todo. Manuel por tu ayu da. La construcción de los locales tardó más <le lo esperado, por lo que mi mamá tuvo que buscar un nuevo trabajo mientras se terminaban de hacer dichos locales. Ella sabía que pronto iba a tener su propio negocio de comida, buscó trabajo de ayudante de cocina para irse «puliendo». En la esquina de las calles Teotihuacán y Ámster<lam, en la colonia Condesa, se encontraba el restaurante «El Paraíso Michoacano», un
89
negocio de comida, donde el platillo principal eran las carni tas. Mi madre duró dos a11os trabajando en este comercio, donde aprendió a preparar diferentes tipos de guisos, pero en el caso de las carnitas, fue la excepción, debido a que el <lueño del restaurante era quien preparaba dicho platillo y no compartía la receta con nadie, porque decía que, si otra persona llegara a hacerlas «al pie de la letra», terminaría poniendo su propio negocio y él terminaría en bancarrota. De todas maneras, un año después de que Guadalupe se saliera de trabajar de dicho lugar, el dueño cerró el restau rante por cuestiones de salud y que, en poco tiempo, falleció. Antes de que terminara la década de los 90, los locales que le había prometido mi tío a mis padres, estaban terminados, pero cuando llegó el momento de empezar con la instalación del mobiliario para la cocina, llegó una sorpresa: -Víctor, discúlpame por lo que te voy a decir: hace unos meses se acercó un amigo que estaba interesado en rentar los locales y me ofreció una buena cantidad de dinero por ellos, por lo que accedí a hacer trato con él. -¿Ya ves? ¡Te lo dije cabrón! - Furioso Víctor, con voz altanera. -Sé que no me vas a perdonar, sin embargo, mi idea es que de lo cobre de renta, la mita<l sea para ustedes. -¡Ni ma<lres! ¿Para que al rato me estés «cantando» las cosas? Mejor quédate con tu dinero, es más, quédate con tu casa. En cuanto consiga un departamento nos vamos de aquí. -Por favor, te lo suplico, no te vayas, soy consciente de que les acabo de hacer un mal tremendo, pero por favor, qué dense. Tú te quedarás con toda la renta, pero quédense. Al final, llegaron a un acuerdo y nos quedamos en la casa. Como lo estipuló Manuel, la renta de cada mes se le entre gaba en su totali<la<l a mi padre. Por esa parte no fue pro-
90
blerna, lo malo fue que después de un año de estancia del amigo de Manuel con su taller, decía que él era el dueño de la propiedad. Cuando se enteró mi tío, de inmediato tomó cartas al asunto y le pidió que desocupara los locales, sin embargo, hizo caso omiso. Corno el señor no dejó los locales corno se lo pidió mi tío, tuvo que demandarlo para que se fuera. Un año duró el plei to legal y al final, tuvo que retirarse. Posteriormente, se mandó a darle mantenimiento a las accesorias para que que daran en condiciones óptimas y ahora sí, se pusiera el nego cio <le la comida: -Ahora sí, llegó el momento de poner el negocio de la co mida. No es que quiera justificar los actos que hice, pero me parece ser que es el momento exacto. 1\1írate Víctor, ni pare ce que te operaron <le la columna, caminas igual que yo, tuviste una recuperación exitosa. Escando <le nuevamente sano, podrás ayudarle a Lupe con el negocio- con gran alegría al ver a su hermano recuperado. Entre el mantenimiento que se le dio a los locales, la instala ción de agua y gas, la compra del mobiliario y el trámite de los permisos, a principios del 2001, se inauguró «El sazón de Lupita». En un principio, se empezó vendiendo tacos de guisado: bistec a la mexicana, chiles rellenos de queso, carne <le puerco en adobo, eran los guisos favoritos <le la gente y rápidamente el negocio fue creciendo, a pesar <le que en la colonia no hay hospitales, oficinas, es decir, no es una zona <lon<le existan trabajos formales, más bien es una zona habi tacional. Al año siguiente, comenzó a venderse como tal la comida corrida, ya que así fue la petición <le los comensales. Cuatro guisados diferentes a escoger, dos sopas a elegir de cuatro y complementos -agua de sabor, tortillas y frijoles- por un precio de 35 pesos. La realidad es que sabíamos en el fondo que la comida corrida se le gana poco, ya que se invierte mucho <linero y la comida se <la a un precio bajo; se tiene
91
que vender mucho para recuperar la inversión, con ese dine ro se compre el material nuevamente y quede dinero para nosotros, es decir, la ganancia como tal. Con el paso del tiempo, todos nos fuimos acostumbrando al negocio y lo veíamos con buenos ojos: siempre había comi da, dinero -no mucho-, tiempo libre para poder estar en familia, ir a la escuela, en fin, parecía el trabajo perfecto y sobre todo, que nosotros mismos éramos los dueños. Han pasado los años y el negocio continua, de cierta manera es difícil mencionarlo, pero la realidad es que en lugar de que aumentaran las ventas, ha sido todo lo contrario: varios clientes han fallecido o se han ido de la colonia, los comen sales se aburren de la comida, en fin, es difícil lidiar con la gente, pero sobre todo, cada año, incluso en algunas ocasio nes, tres veces al año suben los precios de los materiales, principalmente lo que es carne y pollo, lo cual se vuelve complicado, porque la materia prima sube de precio, pero al momento de aumentar el costo de la comida, las personas dejan de ir. -Ay, hijo mío, cada día me siento más cansada y sola. Prác ticamente son 20 años que he estado trabajando de «sol a sol» y me da tristeza ver que la gente no aprecie mi trabajo; por 55 pesos quieren comida de restaurante de cinco estre llas o no sé qué quieran, he tomado cursos de gastronomía, veo recetas en revistas e internet, innovo con los platillos nuevos y con los que ya he cocinado y ni así sube el número de clientes. Luego, tu papá cada día me ayuda menos y se le olvida a cada rato las cosas; contigo cuento poco por tus estudios, y tu hermano, bueno, él ya tiene un trabajo de acorde a lo que estudió, pero por lo mismo, me siento sola. Quizás este año sea el último que tengamos el negocio- con la voz quebradiza y lágrimas en los ojos Guadalupe. -Madre, sé que estos últimos afios han sido difíciles para nosotros, pero la verdad es que yo considero que la principal problemática por la cual no aumentan los clientes, es por la
92
colonia: si te pones a analizar las cosas, en estos diez afios, varios comensales que teníamos han fallecido, otros se han cambiado de casa, varios negocios han terminado en quie bra, simplemente el mercado, no es ni la mitad de lo que era antes, inclusive, han llegado a poner bancos y también se han ido. Valle de Aragón ha caído mucho, ya no es la colo nia que era antes. Lo mejor será trabajar lo que falta del año, ir buscando un local en la Ciudad de México, que sea una zona donde tengamos la certeza de que diario, a cada hora del día se venda y no estar en esta situación en la que vivimos actualmente. 1\1.ira, en lugar que lo veas como algo negativo, míralo por el lado positivo. No tienes que decirme que estás cansada y harta de cocinar por más de diez años, lo puedo notar. ¿Sabes? No hay nada más bonito que el tiempo, gracias a ello, ahora que soy adulto y a lo largo de estos años, me enseñaste a cocinar, a preparar alimentos y tener los conocimientos, básicos al menos, de la gastrono mía. La verdad es que yo quiero ejercer mi profesión en unos afios después de que haya concluido mí licenciatura, pero a la par me gustaría seguir con el negocio de la comida. Al final, se ha vuelto una tradición en la familia y quiero conti nuarla, ya verás mamá, en poco tiempo, cumpliremos la meta que hemos tenido trazada desde hace a11os. -Gracias hijo, me da mucho orgullo y motivación escuchar te, como dices, el tiempo es algo maravilloso y puedo notar que tú no lo has desaprovechado. No habrá mayor cosa en el mundo, para mí, poder verte en unos años, presentando tu examen de titulación, verte trabajar en algún medio de co municación y a la vez, en tus tiempos que llegues a tener, verte en la cocina preparando ricos guisos y poder decirte, «chefcíto».
93
RECORRIENDO LOS ENDEROS rias paralelas