La mixtura del aire que respiro / Carlos Puig Zúñiga

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La mixtura del aire en los respiros Carlos Puig Zúñiga Opalina Factoría 2017 Diagramación a cargo de Juan Canales Diseño por Francisco Escobar Impreso en Valparaíso, Chile por Opalina Factoría Primera edición

“Colección Op! Fábrica de Libros” Contacto autor: carlospuigz@gmail.com Este libro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas- 3.0 Unported

Se permite la reproducción parcial o total de la obra sin fines de lucro y con autorización previa del autor




He dejado la puerta entreabierta soy un animal que no se resigna a morir (Blanca Varela)



“El viento levanta suaves cortinas de arena” (Roberto Bolaño)

El sol levanta sospechas Y nos improvisa un juicio. Odio las miradas impertinentes De los turistas Y de los esclavos que pululan Por las playas del litoral chileno. El sol se posa sobre las arenas Donde las gaviotas revientan Los restos de las tardes. Las olas revuelven la memoria Bajo un cielo que se jacta de su luz. Me pides que mire el horizonte Pero las cortinas de arena Me lastiman la visión. Lo único que puedo percibir Son los restos de la tarde Y el afán de las gaviotas Por romper y engullir lo que devoran.


Las arenas y las olas se empeĂąan En borrar nuestras pisadas Bajo un sol que cumple sus promesas Y que tiene preparada la sentencia. Es todo tan difuso para presumir la permanencia. Es todo tan lejano Como el sol y el promontorio. No tengo ganas de quemarme la piel Ni de terminar enterrado En un banco de arena. Mejor te escribo Cuando sea mĂĄs tarde Y nadie nos pregunte nada.


Te puedes estar quemando los ojos En una tarea constante y pesarosa Para constatar los errores y los aciertos. Te alejas del ruido Y de las maneras de decir Sin tener nada que decir Que tantas personas usan impĂşdicamente Como una espiral de buenas costumbres Y de horror al vacĂ­o de las horas. Te alejas hacia el promontorio Donde hay un faro abandonado Y gaviotas que se refugian del espanto. Sabes que existen las maĂąanas Para caminar por las playas solitarias Y dedicarse a recordar los momentos Cuando puede aparecer una palabra O un gesto que cargue de sentido Las tantas maneras de disolverse dentro de la niebla.

Yo te escucho y me precipito.


Un papel que aparece entre los restos personales Puede ser viable para escribir una carta espontรกnea Y formular comentarios sobre la vida O sobre los instantes consagrados al silencio. Pero el silencio no tiene la culpa. Las aguas siguen avanzando Entre las fauces del tiempo Bajo las nubes de un cielo Que todos conocemos Y que pocos se atreven a cambiar. Te mantienes a la deriva Cuando puede aparecer Con aquellas palabras que nacen De los acantilados y celebran. Aunque sea tarde Y nos olvidemos naufragar.


Te presiento Y escribo para hallarte Aunque no pueda abrir los ojos. El pánico a morir En una calle desconocida Sin alcanzar a contarte mis sueños Se parece a un cuchillo que penetra en mis entrañas. Quedaba demasiado lejos El lugar donde nacimos. Yo tenía ganas de leerte un poema Para matar el tiempo y envejecer. Yo tenía ganas de quedarme callado. Te presiento en los libros Que envejecen y que no saben Si alguien volverá a leerlos El próximo año o el próximo siglo. Te presiento cuando las aves Desaparecen dentro del follaje Y los gatos maúllan sobre los tejados.


La calle estaba desierta Y las sombras se intuían. No quería despertar: El vino seguía siendo El amigo más perseverante. La noche es una trampa Demasiado obsecuente Para los desesperados. Escribir en el instante En que perdemos la vida Puede ser contraproducente. Pero a la noche no le importan Nuestros gestos condenados al fracaso Porque la noche puede besarnos En cualquier instante y quedarse en paz.


Hemos viajado por la noche Creyendo ver en las palmas de las manos Una trayectoria hecha a nuestra medida Pero estamos a la intemperie Cubiertos por una delgada tela que apenas Nos deja espacio para el frío Y un par de memorables sueños para no enfermarnos. Nos apresuramos por las calles Donde el miedo se incrementa Y la luz del día disminuye Como el sentido de conservación Expuestos a los arrebatos de la carne Y a la persistencia del alma. No tengo forma de disipar El aire enviciado de esta habitación Donde fraguo mis recuerdos Y planifico el azaroso trasnoche del deseo. Me llamas y acudo a tu presencia Me despido y quedo ausente Intento festejar y sacudo la cabeza Me duele quedarme en el camino Y no aprender a ponderar mis extravíos.


Tienes la puerta abierta Y las cartas en la mano Tu vestido azul me orienta En los oscuros senderos sin luna. A qué destino. Cómo saber si es posible. En cuántos años más. Me parece que otro está mirando Lo que mis ojos contemplan Y no puedo interrumpirlo. Me parece que otro está diciendo Lo que tengo que decir Y me están doliendo las rodillas. Hemos viajado toda la noche Esperando una señal que nos evite.


Hago trizas Mis temores básicos. La pobreza se enjuaga los dientes La riqueza escupe El trabajo es un infierno. El hombre tira de las riendas Y el caballo corre sin mirar atrás. La mujer se desnuda Y tiene sueños de libertad Es posible que tenga hijos Que prepare un atentado O que salte al vacío en busca De un verde prado lleno de promesas. Delacroix pintó el mejor retrato de la libertad. Un retrato alegórico y pequeño burgués Que me transmite una tranquilidad sin medida. No me agradan las armas de fuego Y huyo de los discursos mesiánicos.


Pago mis impuestos. Tengo un sombrero de copa. Leo poemas de distintas latitudes. Seguramente he leído tanto como Harold Bloom. Más que Ignacio Valente Pero mucho menos que Roberto Bolaño. Recomiendo el ABC de la lectura de Pound Ese poeta clásico tan poco dado a la prudencia. Mis pies huyen de las hipocresías Que la derecha y la izquierda Reparten a diestra y siniestra. He sido ingenuo. He sido perezoso. He rehusado matar a mi padre He cantado las proezas del inconsciente. Tal vez Marx y Freud estén muertos de miedo en el infierno.


Me hubiera gustado escribirSobre la tristeza de los álamos Que pueblan los campos chilenos Y la inclemencia de la nieve En el valle central Pero me distraje con los días nublados Y las pesadillas de mi solar. Estuve escuchando música en inglés Durante los peores años del genocidio Y no lancé ninguna piedra ni bomba molotov Contra los enemigos de siempre: La consabida oligarquía Que tan ladinamente sabe arrastrar el poncho Y colocar su cuchillo entre los órganos vitales. Me hubiera gustado acribillar A unos cuantos buitres Y exhibir sus cabezas en mi biblioteca Plagada de escritores centroeuropeos Latinoamericanos y japoneses. Nunca fui a visitar a los enfermos A los encarcelados, a las viudas, A los huérfanos, a los que no tenían voz.


Me dediqué a escribir cartas Sin remitente ni timbres de agua A las imágenes de mis días desolados A las criaturas nacidas de la fiebre Y de la obsesión como si me fuera a morir joven. No tuve fuerza de voluntad Me quedé callado Barrí la vereda del frente de mi casa Intenté estudiar filosofía sin éxito No aprendí otros idiomas Le tuve miedo a los trenes Escuché los pasos del viejo del saco Y escondí mi rostro bajo las sábanas De un maldito sudario. Estoy aquí: Confesando mis pecados Sin humildad ni soberbia.


Canciones de los Rolling Stones De los primeros años Que me salen por las orejas. Un cuchillo para matar jabalíes Que tiene una empuñadura tallada Y que jamás usaré para destripar animales. Figuritas de bronce del museo Del erotismo del boulevard de Clichy Representando distintas posiciones. Las novelas de Onetti Que me compré o me regalaron Cuando todo era posible. Colección de estampillas De un Chile remoto y republicano Antes de ser lo que trata de ser. Un par de bufandas del Liverpool Para saber que nunca caminaremos Desamparados sobre la nieve.


FotografĂ­as de los seres queridos Con momentos que reproducen Nuestras mejores intenciones. Cuadernos que se acumulan Con una escritura que perdura Y se va disolviendo a la vez. LĂĄminas con reproducciones De Vermeer, Durero, Magritte Que me hacen pensar en un viaje. Sacrosantas heridas Sobre la piel donde recuerdo Y me preparo sin sobresaltos. Voces que siempre resuenan En los recovecos del alma Para sentirme tan vivo Y, a veces, tan muerto.


No sé si pasearme Por la Plaza Roja O visitar el Capitolio. Tengo mucho en común Con los liberales Y los socialistas Pero puede ser una ilusión. Compro en negocios retail Artículos de primera necesidad Y otras tonteras a precios de oferta. No todo puede ser malo En occidente Hay muchas ventajas comparativas. El yugo de la libertad La ambición de la justicia El instinto del libre comercio. No me gustaría vivir En un país comunista Menos del tercer mundo.


Tener tan lindos paisajes Y un partido ecologista En vías de extinción es triste. Los encapuchados, supongo, No podrían resistir Una ronda de cervezas Con mis amigos lectores. Soy mi propia minoría Y no reclamo derechos Porque están garantizados. Seguramente la izquierda Y la derecha sigan la fiesta De regalías, sofismas y amiguismo. Proletarios, burgueses Hombres y mujeres de buena voluntad Sean honestos y eduquen bien a sus hijos.


“Mejor no hablar de ciertas cosas” (Luca Prodan)

Una puta historia Escrita a punta de metralla En el inicio del final Cuando era mejor quedarse callado. Y ahora qué. Un tornado Un terremoto Un golpe de estado. Los tiempos han cambiado y siguen los mismos Parece que todo ha cambiado y siguen los mismos. Una fuente de ingresos Una fuente de intereses Una fuente de los deseos. Una puta historia Escrita a punta de tarjetas de crédito.


Vemos tantas imĂĄgenes Vemos tantos paisajes Y compramos ciertas cosas Y empeĂąamos ciertas cosas. Este mundo que nos deja respirar Con tantas diversiones De todo tipo y excrementos. Me siento libre cuando salgo del trabajo. Me siento libre, confundido, extorsionado. Y ahora quĂŠ. Sacrosanta libertad Con vista al matadero. Sacrosanta igualdad Con vista al manicomio. Mejor no hablar de ciertas cosas Y seguir y esperar y mantener la calma.


Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos (Pablo Neruda)

Sucede que todas las mañanas Escucho noticias Donde los hombres se matan o quiebran Constantemente las leyes de la hospitalidad. Hay lúgubres laberintos Y las víctimas van engrosando La sentina de la nave de los locos. Trémulas palabras Respiran a la intemperie Cuando pienso en ti Y en los besos capaces de darme Un reposo, una brisa, una luz Para mantener mi nombre Y no perderme entre las sombras. Sucede que me canso Y sigo caminando sin prisa Y las llaves se van enmoheciendo Mientras todo se confunde En una algarabía ensordecedora.


Me detengo y miro al horizonte Pienso en el ocio y en las colmenas Acaricio a mi perro que no tiene sed. Me pregunto si es posible tomarse un café Sin volar en pedazos Y tener algo de esperanza. Sucede que me olvido de las normas De seguridad cuando veo la belleza Que no tiene edad ni justificación. Estamos expuestos A los torbellinos. Estamos expuestos a caminar Por círculos concéntricos. Aunque te veo salir Acariciada por las olas Y me creo salvado por ahora.


Tantos obstáculos Para dejar un testimonio En medio del fragor Que imponen los silencios. He perseverado Con errores y arrebatos Sin planificar el derrotero De los versos inmolados. La experiencia de los sentimientos Impone sus cauces naturales Más allá de nuestras incesantes Reflexiones que anhelan un sentido. Yo cruzaba calles Para superar la soledad Y perdía los contornos De mi trayectoria. Yo me estremecía Con la luz de las estaciones Donde las palabras encontraban Una tierra fértil e incesante.


Las pulsiones de la vida Y de la muerte no cesan En su intento de captar Nuestra ciega devoción. Uno se pierde Uno se traiciona Uno se enceguece. Las experiencias de los sentimientos Pueden atentar contra la sensatez Pero es posible redimir a la razón O simplemente disolver las diferencias. En los sueños aparecen las palabras Que podrían perpetuar los instantes Para embellecer la desolación Pero la vigilia suele disolver esas palabras. Se hace tarde Se envejece. Las palabras no duran para siempre.


Convaleciente Y aturdido por el tiempo Decido leer a los poetas De mi olimpo. Leo, entonces, con fervor A Borges y el ocaso Se embellece y se revela. A Mistral acudo en la desolación Y sus palabras amasan Una ternura que me devuelve A un estado de gracia. Me sitúo en las calles que Enrique Lihn Recorre como un flâneur de otra época Recuperando el vigor de los perdedores Y la sabiduría que no se jacta de sí misma. César Vallejo me recuerda que mañana Tomaré un desayuno sin probar mucho de él Para que los trilces momentos se llenen de sentido A pesar de los golpes y de las piedras del camino.


Extiendo mis alas de albatros Para volar sobre los versos de Baudelaire Navegando entre el fragor del vino Y de las transgresiones noctĂĄmbulas. Gonzalo Rojas ilumina Las noches de las pasiones En un tartamudeo colmado de gozo Que me resucita y excita En la voz del silencio. Pizarnik, aventurera y serena, Concisa en mi lecho de enfermo Tiene siempre una sorpresa Y las jaulas se abren A pesar del abandono y la crueldad. Humberto DĂ­az-Casanueva Y sus tigres dando dentelladas En la noche con palabras De soles antiguos y nuevos. Poetas que propician Y provocan mis desvelos.


Es descomunal La falta de consistencia Que uno tiene con el mal. Quién pretende en el curso De una vida acabar Con las contradicciones propias Y ajenas suele terminar mal. A los niños los tratan de educar En un sistema que no respeta La libertad propia ni la de los otros Los profesores son carceleros Y no se hacen responsables De sus actos ni de los ajenos. Todo es tan redundante Y desproporcionado En esta época cuestionada Por tanto desbarajuste emocional. La gente envejece convencida De las bondades de las dietas Orientales y de las maratones Olvidándose de Thomas de Kempis.


Elytis fue un poeta lúcido y luminoso Premio Nobel del año 1979 Y de raigambre surrealista: “solo la intención le bastó al mal” ese verso machaca y machaca mi cerebro y mi alma. Es un despropósito Enterrar las buenas intenciones Y quedarse tirado de rodillas. Hay tormentas y tormentos Que nos ponen a prueba Por distintas razones y sinrazones. Tantos despropósitos Y fantasmas pregonando Una cópula de espejos. Uno toma decisiones: Cantar o escupir. Amar o estancarse.


1. Equivocamos el paso y cambiamos las palabras de lugar. 2. Aprendemos otra maneras de cantar lo mismo de siempre. 3. Subimos a las terrazas de la locura para llamar la atención de los ángeles custodios. 4. Nos caemos sobre las piedras de nuestros errores y derramamos la sangre de nuestros afectos. 5. Perdemos el hilo que el minotauro dejaba para nuestro regreso. 6. Acompañamos, tarde o temprano, a los seres queridos en los funerales. 7. Amamos sin tiempo ni espacio, aunque no lo crean posible. 8. Invocamos a Dios por misericordia, aunque neguemos con creces su omnipresencia. 9. Leemos bibliotecas enteras, convictos de nuestras pasiones y presunciones. 10. Dejamos que todo se vaya pudriendo. 11. Interrogamos los muros cubiertos de cal. 12. Nos quedamos dormidos sin resolver los acertijos. 13. Compartimos instantes llenos de luz sin merecerlo. 14. Encontramos personas dispuestas a tomarse un café sin fines de lucro ni instinto de conservación. 15. Besamos un rostro que siempre se aleja y nunca besamos. 16. Hacemos un pacto con el silencio y el abandono. 17. Escribimos cartas que nunca llegan a su destino. 18. Soñamos con casas que el tiempo confunde y transforma. 19. Limpiamos nuestras heridas en medio de un claro de luna. 20. Levantamos cabeza mientras la noche bate sus alas.


Caminamos de la mano sobre las arenas de una playa interminable. Tú me mostrabas los dibujos inscritos en tu espalda. Yo te miraba con la luz de todos mis anhelos. El sol se veía rojo y tremendamente saludable ofreciendo un verano sin principio ni final. Todo el tiempo para hablar del tiempo y sentir que era posible quedarse siempre al lado de las olas que traían los mensajes de tantas épocas pasadas y futuras. Nuestros besos adivinaban la extensión de los deseos y era fácil caminar sin pensar en el regreso. Escribía los poemas para perpetuar los minutos que tu voz me regalaba sin pensar en el olvido ni en las sombras que confunden los intentos. Tus ojos me regalaban imágenes inéditas que no sabía nombrar, pero tenían el deleite de la música que siempre hace bailar el corazón con esa alegría sin estridencias ni posesiones. Me parecía fácil traspasar los muros de la tristeza con tu cuerpo latiendo tan cerca del mío aunque no supiéramos cuántas lunas podrían nacer en cada


noche de cautiverio, ignorantes del fatídico amanecer de las separaciones y del torbellino que arrastra y desorienta los instintos. Más allá de la sangre que llama a la sangre. Más allá de los cercos y de las declaraciones de guerra. Más allá del instinto de conservación y de las actas de dominio. Más allá de los lindes que marcaban el comienzo y el final de los días. Más allá de las excepciones, de los preceptos, de las esquirlas. La luna era el ojo del deseo. La playa era una extensión de tu mirada. El mar eran palabras naciendo de los sueños. El olvido era una concha repitiendo tu nombre indescifrable.


Todos saben que André Breton fue un poeta cartucho y autoritario. Yo, seguramente, le hubiera pegado un buen par de puñetazos, por lo menos. Un tipo arrogante, inquisidor, delirante, de un autoritarismo francamente surrealista. Todos saben que Paul Éluard fue mucho mejor poeta y que tuvo una postura más decente en todo plano. Me atrevería a decir en buen chileno que Éluard le pega mil patadas en la raja al señor Breton. Vicente Huidobro fue uno de los mejores poetas vanguardistas de Chile. Tenía méritos suficientes para recibir el Premio nacional de literatura. Ignoro lo que pasó con eso, pero da lo mismo. Se sigue estudiando y la colección Archivos publicó su obra poética completa en una edición crítica bastante meritoria. Me inclino a pensar que Huidobro es mejor poeta que el señor Neruda, pero tal vez sea mucho decir. Nadie puede negar la calidad literaria de algunos poemas de Pablo Neruda, el comisario chileno que se cuadró con el comunismo soviético hasta el fin de sus días. El desprecio de Borges no alcanza a opacar su portentosa escritura, aunque hay muchos poemas que no alcanzan a ser verdaderos poemas. Son una mierda, en otras palabras, y todos aplauden y celebran su trascendencia. Es mucho decir, seguramente, para el vate de Chile.


Nicanor Parra es un poeta longevo que vive en una casa del litoral central. Algo quitado de bulla y con una clara tendencia al new age, si se me permite esa licencia. En realidad, su poesía me parece pedestre, ingeniosa y publicitaria. Es un poeta de la meritocracia y eso es loable. Yo prefiero al señor poeta Enrique Linh. Creo que trabajó más su escritura y fue un personaje atormentado y retorcido, lo que siempre genera ventajas en materias poéticas. No creo que sean odiosas las comparaciones. Tal vez sean innecesarias y seguramente parciales, pues de eso se trata. En poesía o en arte el progreso es vanidad de vanidades. Hay poetas serios y responsables, poetas profesionales y doctos. Para mí uno de los paradigmas de esta estirpe es el señor Humberto Díaz-Casanueva, uno de los mejores y más relevantes poetas chilenos del siglo XX, varias cabezas por delante de otros más conocidos. Seguramente es discutible ponerlo en el número uno de nuestro país. Si de gustos personales se habla, debo reconocer que tengo una terna que me enloquece y me desvela: Roque Dalton, César Vallejo y Alejandra Pizarnik. Ninguno es chileno y me parece bastante loable. Latinoamérica posee un caudal de poetas tan generoso como su hidrografía.


La poesía en español es una gran aventura, partiendo por los soldados del Renacimiento y los curas, las monjas y los licenciados del siglo de oro. Gabriela Mistral es de verdad. Y todavía estamos en deuda con ella. Más que monumentos debería contar con una edición crítica de toda su obra. Más que nombres de calles y de escuelas, debería seguir siendo leída, estudiada y fomentada más allá de toda obligación ciudadana. Leerla con cabeza y con pasión. Puedo nombrar a Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas, Eduardo Anguita, Rosamel del Valle, Teófilo Cid, Jorge Teillier, Gonzalo Millán, Raúl Zurita, Juan Luis Martínez, Omar Lara, Armando Rubio, Rodrigo Lira, Alfonso Alcalde, David Rosenmann-Taub, Roberto Bolaño, entre otros muchos grandes y excelsos poetas de Chile. Cualquiera de ellos asegura lecturas poéticas inexcusables. A Héctor Hernández Montecinos lo nombro porque es un poeta alucinante. Para mi gusto, el más grande poeta vivo y perdurable de Chile. Esto también es rebatible, pero lean sus libros primero. Podría incluir en este escrutinio inconsistente y precario un sinfín de poetas que escriben en otros idiomas, partiendo por el fundador de la poesía moderna, el traficante y visionario Rimbaud, aunque ya no se lee con tanta pasión por estos


lares. Sin menoscabo de las traducciones, creo que es recomendable seguir disfrutando la poesía de Rilke, Cavafis, Eliot, Elytis, Pessoa, Pound, Rexroth, Pavese, por mencionar un puñado de vates que hizo lo suyo en sus lenguas maternas. Poetas mujeres hay muchas más que Pizarnik, Mistral, Sylvia Plath, Olga Orozco, Anne Sexton, Alfonsina Storni, Stella Díaz Varín, pero tengo una cultura burguesa bastante maltrecha y limitada. Tal vez en otras vidas pueda hacer un escrutinio más políticamente correcto, pero soy un hijo bastardo de estos tiempos que corren tan velozmente y no nos damos ni cuenta de cómo se pasa la vida y cómo se allega la muerte, en medio de tanto sonido y de televisores y de smartphones prendidos y activados en todo el planeta. El río de la poesía sigue fluyendo y fluyendo y me voy quedando obsoleto, ciego y sin carne.


Viviría en Noruega si fuese necesario, aunque no conozco prácticamente nada de Noruega. Pero Noruega dio al mundo a un pintor fuera de serie. Seguramente la crítica europea burguesa imperial finesecular hizo mierda sus cuadros en un comienzo. No soy experto en pintura, pero debe haber sido así, con el ceño fruncido y cara de asco. No sé si sus cuadros plasmaron las pesadillas del siglo XX de forma premonitoria o si sus pesadillas se plasmaron en el siglo XX póstumamente. Me siento inclinado a pensar más esto último. La madre fallece prematuramente por la TBC. También una hermana. El padre enloquece y se aferra de la severidad religiosa descargando la ira contra los hijos para salvarlos de un infierno infernal. Creo que Munch se salvó de la nieve y de los árboles cuando visitó Paris en 1885. A mí me gustan los colores de Munch, especialmente el rojo Windsor, el verde esmeralda


y el amarillo de cadmio. Yo creo que Munch fue un pintor clásico y naturalista, pero siempre lo encasillan en el simbolismo. No estoy tan seguro, pero algo hay de verdad, seguramente. Munch tematizó la vida, el amor y la muerte. No sé de temas más recondenamente clásicos en la historia del Arte. Su Madonna es un canto a la sensualidad femenina y estremece hasta el día de hoy. Dan ganas de ser pintor y de haber conocido a esa mujer, lo que seguramente es un disparate, pero a mí me transmite lascivia. Mientras Freud publicaba La interpretación de los sueños el pincel prodigioso de Munch daba vida a cuadros fundamentales en la historia del arte del siglo XX. Gólgota es impactante. Un Cristo perplejo en la cruz, imberbe y asustadizo parece interrogarse a sí mismo por esa poliforme humanidad más bien despreciable. El humo del tren es una composición rayana en la perfección. El tren de la belleza, de la vida, de la sucesión de las cuatro estaciones, inmerso en el verde de un bosque, a orillas de un lago o de un fiordo, el fiordo de Oslo seguramente. Creo que el humo del tren inmaculado expresa el deseo de una


vida mejor y más saludable. Es arriesgado pensar de esta manera, pero no sé decirlo con otras palabras. El grito es su obra más conocida, seguramente. Es tormentoso el rostro de calavera del tipo de grita en el cuadro y distorsiona el ambiente con su angustia aterradora. Es una pintura nacida del malestar o sufrimiento del propio autor, de una crisis de pánico o algo semejante, no soy especialista en trastornos de la psiquis. A mí me perturban las figuras de negro que están sobre el puente tan rígido e inconmovible. La danza de la vida es un cuadro patético en el sentido estricto del término. La vida tiene dos puntos de referencia en ambos extremos de la escena del baile: a la izquierda, la mujer vestida de blanco llena de vitalidad y de esperanza; a la derecha, una mujer sufriente, distante, excluida y decepcionada. Creo que es un cuadro lleno de sabiduría existencial, nos guste o no nos guste. A todos nos toca bailar de alguna forma o de otra. Munch fue un trabajador incansable, un hombre solitario y generoso. Legó a Oslo su obra invaluable. Falleció cuando los nazis, esa raza despreciable, ocupaba su país. Los camaradas de Hitler tacharon su obra como degenerada. En 1963 se inauguró el Munch museet en Oslo que tendrá un nuevo emplazamiento próximamente. Espero visitarlo algún día, si los hados están de mi parte.


Creo cumplir 77 años y siete meses De una vida que puede considerarse Ecléctica, improvisada y justificable. He caminado entre medio de manifestantes Que enarbolan emblemas, íconos y retratos Que antiguamente consideraba dignos de elogio Y que ahora considero una especie de paradoja. Dejé intacto sobre el velador Un ensayo de Octavio Paz Sobre la poesía moderna Y me dediqué a terminar de leer La Universidad Desconocida de Bolaño. Encendí un palito de sándalo Recordé a mis amigos fallecidos Pensé que me resulta fácil caminar Con los ojos cerrados cuando todos gritan. Una legión de hormigas entró En mi cocina durante la noche Y arrasó con un pastel de manzanas Que dejé dentro del horno ingenuamente.


Mandé mensajes como enfermo de la cabeza A las sombras que respiran detrás de los muros Y me contestaron con palabras que ya no comprendo. Traté de convencer a mis hermanos De la importancia del ahorro De una educación integral, humanista e inclusiva Pero terminamos lanzando dardos a un retrato Del Che Guevara fumando un habano. Quise quedarme en silencio Y sonaron las alarmas Quise escribir y empezó a llover Quise salir y no encontré razones. Me detuve a contemplar El paso del tiempo Y a esperar que se decantaran Las aguas turbias del insomnio. Se me hizo tarde y no supe contar los días. Encendí una fogata frente al mar Mientras comenzaba a intuir el fin del mundo Y me sentí muy lejos de todo.


No dormí correctamente. Pensaba en poemas Y tu rostro aparecía. Tus ojos eran poemas. Estaba oscuro Pero escuchaba los poemas. Olía la fragancia del deseo. Me caía con lascivia Y sangraban mis rodillas. Sangraban los poemas por nacer. Tu pelo al viento Era un poema. No tenía papel. Pensaba demasiado. Te dormías En otros poemas. Y en el mío estabas delirando. Tu risa era un poema de arte mayor Y no alcanzaban mis palabras. Mi piel se convirtió En camisa de fuerza. Tu piel es un poema. No tenía idea de la hora Porque el tiempo era un poema Y tú permanecías Siempre disponible Como un poema Capaz de cultivar mi sueño.


Un tiempo lejano o cercano -No es determinante la distanciaUn paseo por el cerro en primavera Con los árboles verdes y alegres Esperando que se cumplan las profecías O que las aves se alimenten de las migas Que les lanzamos durante la tarde. Las calles furiosas de seres y de cosas O simplemente vacías Las mismas calles que nos escuchan Conversar sobre los miedos y las alegrías Sin censuras ni dramatismo Como si fueran canciones que nos animan A seguir caminado cuando anochece y nos cegamos. Una plaza para detenerse y descansar Para contemplar el paso del tiempo Como dos amigos que no se separan Aunque todo esté cambiando Aunque sea imposible detener el deterioro De los cuerpos y sepamos lo que la noche nos revela. Una mirada de asombro que nos recorre Mientras el cielo va cambiando de tonos Al son de nuestras palabras que transitan


Por emociones diversas buscando orientarse Hasta alcanzar un instante de paz absoluta Donde se funden despojos y presentimientos. Entrar a los cines, disfrutar los cafés Recorrer los parques y subir las montañas Escuchar conciertos, pintar, escribir, No dejar de alentar ni de imaginar Que mañana es posible ver otras mañanas Que nuestros cuerpos se convierten en luz Y las tinieblas desaparecen aunque no lo creamos. Un tiempo lejano o cercano Para seguir transitando sin posesiones Aunque las barcas se alejen Y en el cielo se recorten las siluetas de las aves O las calles estén oscuras durante los días O no sepamos qué está pasando ni cuánto nos falta.




La mixtura del aire en los respiros Carlos Puig Zúñiga Libro virtual elaborado el mes de enero del 2017 en los laboratorios de editorial Opalina Factoría

www.opalinacartonera.blogspot.com


Los libros de la editorial opalina factoría SON OBJETOS DE ARTE COMPLETAMENTE ARTESANALES - fabricados con nuestras patas delanteras todos hechos con dedicación, delicadeza y voluntad


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