Inspirรณn
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Inspirón Chinoy Opalina Cartonera 2018 Diseño y diagramación a cargo de Jhon Bacanalés Impreso en Laguna Verde-Valparíso, Chile por Opalina Cartonera Primera edición
“Colección Recolección” Contacto autor: chinoynoys@hotmail.com Este libro se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas- 3.0 Unported
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Inspirรณn
Empezando con una manía de lugares que conocer en el hilo de la impermanencia, y donde se sabe que no hay nadie, no el mismo, al otro lado de la cuadra de otra tarde, y no es antes de ayer, y que ya se, está en otro sitio, en otro cráter, en los espejismos de la velocidad y el oficio, en la adherencia de los otros y la sucesión del solo, de un guitarrista súbito. En este viaje hay un libro que alucina a su espectador, Que lo imagina leyendo y escribiendo al mismo tiempo, el mismo libro. Ciudad atravesada de diálogos silencios, y así hasta un cansado flato guardado en un frasco de vidrio. Hay un libro que lee al lector y lo manda a dar una vuelta en su propio beneficio, y se corre a nadar en una playa prestada por el viaje, y la lluvia también es prestada, y es fácil llegar a casa, y beber de la suspensión del nómade en una casa embotellada y celebrar el cerrar y abrir y volver a partir desde la misma botella, a pensar en el ozono del bus, y tocar el vidrio donde se moja tu visión empañada, en la gimnasia de pensar y pensar, y pasas la mano por la ventana, para tantear los cuerpos que necesita el agua para resbalar por tu cara reflejada, en tu palma mohosa, en la nueva ciudad de la nueva estación de bus.
Dos noches viajando al mismo sitio en distintos días y en el mismo, fugaces prehistorias encarnan la mirada, de quien en un tira y a flojas, trata de llegar a todas partes a la próxima ronda, cansa la tómbola, pero alegra el tobogán, y la mirada se asombra pero se pringa, y solo se quiere dormir después de un rato de pensar si pensar en otras cosas. Llegar a casa y que venga la amistad, o así mismo llegar donde regalarla, y si salen besos en los requisitos, de lo que era aquí una nostalgia con los labios cosidos a una palabra, mejor no hablar, o contar no más las locuras de las noches en una carpa, y ser secuestrado por otra alma, hasta una isla recién pintada, sin marcas, o fascinado por las glándulas, besar las ventosas de la dama, que ya te llevó hasta el mar , a respirar en la oscuridad que se encama que se encarama, que se ahonda, y adivina de donde sacar una boca y una cama transpirada. Llegar así y empezar así, todo otra vez y en el mismo cuero, con la misma ropa puesta, abandonar la manía y retornar al efecto y arremeter la próxima cuadra con un brinco hasta el próximos bus, y pasar mirando por la ventana, a quien fueras tú unos instantes atrás, volviéndose hacia la nada.
El viaje se inició temprano en la neblina, la junta fue en una esquina con murales de éxodo, y los rostros saludaban algo triste entre nosotros, una celebración pendiente en el corazón, visto flotando en un pozo, donde un rayo huacho hacía del foso, un sapo de eructos principescos. El castillo quedaba del otro lado de la colina, y la senda estaba llena de charcos y de cerdos en exposición, tomamos la avenida y luego la carretera, y salimos fumando hasta alcanzar el momento en que el sol nos hizo crujir el cráneo y adoramos la cara de dios en nuestros propios rostros bufonescos. Paramos a tirar piedras al rio y luego seguimos hasta tocar la puerta de nuestro anfitrión que usaba unos lentes de leopardo. Luego de pasar me presenté, me llamo o no me llamo. Había una guagua y un pudin, había una rosa con paragua, había un sillón rojo con pelos y una soga. Inspiron despierta, soñaste la venta de unos versos hongos, y el polvo excitado de unos cosméticos para el amor, te dormiste en pleno arreglo del show y así decía el esperpento: El bebe maíz ha cenado bigotes, y escotes de perfectas narices, Junto a ladridos de opiniones olor a hueso, El televisor transpira tontos conejos que van tras la gloria, Y en el pensamiento un triángulo pasea cojo y curvo al anhelo de las hogueras
Cantan las campanas en el pecho de un gorrión en lo alto de una pecera, Se asoman los peces a rasguñar las arpas que los llevaran lejos muy lejos de los espejos. Se han escapado los locos de algún sector de la bodega, Al jardín de las transparencias, El aire silba entre veraneados encierros La ruina funda su fama bajo la luna encandilada La luz de un grillo a la distancia, oye y canta en el campo magnético de los ecos, Sentado en el baño, una gotera lleva el ritmo, Y todos somos extraños hacia el cielo de este momento, El pasado es la mano que se adelanta y saluda a otra ventana empañada, Los peces adentro limpian la mesa con sus labios en círculo, y comparten una bomba de consejos. Despertó de la siesta con el agua hirviendo, él bebe bebía su pecho, la madre le guiñaba la bombilla, Manager y productor, conversaban de unos bichos, puso sus ojos sobre un abismo después de sus abismos, quiso decir algo entre los otros.
Era la noche ya, y en el espacio de una pieza que le enseñó un señor con ojos de botón, Inspiron puso sus piernas a temblar, en unos de los pisos de plástico, bajo un parpadeante foco, nervioso quedo solo luego que gimiera la puerta y las llaves huyeran del otro lado del cerrojo, era tarde ya para deambular sobre la nieve, y el día estuvo zamarreado para reinventarse solo de un antojo por un sorbo cimarrón, se sentó en la punta de la mesa, y contorneo los ojos, el lápiz enterró su nave en la vivienda. Y escribió el rayo de neón: En los cuarteles de invierno preso de un tibio callo, El monje de la iluminación revisa los focos y el hálito de los silencios, Ha escrito de un tirón la mayor parte de sus nervios, o sea el poema de un clavel tiritón. Los rayos asolan tras las cortinas del telón, y chocan piedras los antiguos en las cuevas de fuegos en el pecho, el corazón camina ensimismado mirando una avioneta que cruza el desierto, y en el alma de una ampolleta canta una lástima el optimismo de una canción. Hay que ser loco para ver al sol directamente a sus ojos, y reunir solitarias fiestas en los huesos, la discoteca esta por abrir su ausencia,
y en el templo un mendigo cuenta sus tristes créditos de ron, la ventana de la lluvia pestañea un cuerpo de lado alado del velador, las tablas crujen su sentimiento, y cae de pronto sobre la cama todo el techo de las ruidosas fiestas y la bulla de los estadios con gol o sin ellos, pero el pequeño bicho vuela hacia la luz, y esquiva tan hinchada legumbre, pone sus manos a la acción, y peina al marciano para que vaya al trabajo de trabalenguas. El viento silba entre las tinieblas el oído del oso peripatético, quien se aleja, quien se acerca por la hierba con un botellón, quien brilla tras los ojos cerrados caminando con un catalejo, la cabaña guarda un secreto en el bosque tenebroso.
Le contaron al final de la caleta del finado Samba, y del duelo de su última mañana penitenciaria, que fue certero el cuchillazo en la amistad y la rabia, y que volvió al polvo doblándose hacia el mar. Faltaba poco para que abandonara el reformatorio y las películas audaces, pero llegó la hora de almorzar dijo la muerte, con su boca agusanada. Casi casi sale de la cárcel, sus ojos bien blancos, vieron las entrañas del patio demoniaco, pasó lleno de furiosos pasos por la ciudad en ruinas del alma, no dijo abracadabra sino agú cuando lo mataron, y escapó para siempre su sonido, tenía rizos negros y una tez de cáscara de papa. Lo embrujó la vida sin brújula, eligió los demasiado tarde, lo pillaron en días de oferta deambulando mudo entre las telas con el cuero de filoso navajo, había robado con bolsas plásticas las tinieblas, se le cerraron los muros frente a las cámaras de vigilancia. Salvado de biología, puro vigor híbrido, relumbrante quilate de violencia, muerto en el espacio cubico de otro día plomizo, peinado a la guillotina entre las nubes y las hierbas,
entre los muros de la tierra, y el alma de todos los vicios. Adiós amigo, adiós lámpara negra, que estés bien entre los mosqueteros y los ojos de culebra del cerro de tus gritos, acá ondean tus ritmos y tus bromas en la niebla, los cabros se acuerdan y tú viajas al país de nunca jamás veremos la manzana brillar de cielo y nuevos escupos. Dale saludos al samba, alguna vez dejamos de una mirada las bocas sin palabras, silbar la bella vista de nuestra inocencia descarriada.
En la cocina el chorro de agua, limpia de la memoria las arañas pero no sus chalecos, Inspiron ha vuelto de ver subiendo el cerro, a la abuela amortajada por un sol aguar dantesco, ha fornicado en su pecho el dolor por un cuerpo o por un alma chirreando en las brasas de la belleza abandonada. Pone la radio para aplacar la pitanza, sabe que las nubes siempre se van lejos a dibujar en el agua los ojos de las cabras desparramadas en el cerro, oye al bicho del micrófono magnético oxidar la cinta metalizada, es una antigua balada de trenes negros. Y así pita la canción: La harmónica barrería con arte toda la casa, Pero la radio carraspea, y romeo delira con mensajes fantasmas y masajes de avena, con canciones de sangre pisoteando las cascaras de la verborrea en la frecuencia modulada, pero no hay silencio para las sierras eléctrica, y calla el pinchazo de un poema mendicante. Se agita la mamadera la percusión divina golpea las nalgas de Julieta la madre, Para que vaya con sus cutículas a buscar una carta de violencia, esa chispa en una abuela en la cuneta olvidada de la carne, mañanas de farmacias llenas de flatulencia y telepáticas armas, rondan su cama cartón piedra,
el amor a la bandera llena de bolsas plásticas su alma insonorizada, Romeo y Julieta sobreviven la tragedia sin conocerse, sin pensarse, la abuela durmiendo olvida el hambre, y mastica en una pesadilla de infancia un trozo apolillado de madera, antes mucho antes de ella y la galaxia. Ante un cuerpo y las ternuras sin respuestas, una rabia de ojos inquietos pestañea, la carne dura relampaguea en el palacio sin fondo y muestra el rostro del abismo, en la escalera abajo hacia el suero, manos rotas, labios partidos, ulceraciones de finales sin hospicio, vagabundeos por la tristeza como por un cuesco inmenso, puertas que se cierran a la deriva, y arrugas por donde pasa el frio sin perder la inclemencia, hasta que cunda la tiña y el pueblo mate a su reina y al otro día hambriento pasee el perro negro ladrando por la rabia de sí mismo.
Llegar al campo en una noche estrellada, extraer un brillo con el ojo en círculo, oyendo a los demás cantar sus risas alrededor de una humeante agua, rodeando los panes con los gestos de la cara y los zancudos volando entre las preguntas. Todo para brindar por una casa inesperada rodeada por los grillos de la galaxia y la oscura y temblorosa boca de las guindas. Un niño zamarreado por un gol no entiende quien le ha amueblado el cerebro. El niño lumbre ve desde la ventana el jardín retocado por su amplia sonrisa, Inspiron no se acuerda aunque insista en quién le regaló, una polera celeste con una guerrillera estampada en un rincón y la guerrillera celeste embarazada. Apariciones o desapariciones de mariana, con perfume de bayas o mentas, al fondo por el túnel negro en la mochila de la guitarra. Ladra el cachorro su corazón frenético, y por el televisor se tropiezan los obvios entre los números de un bingo en beneficio de ellos mismos, los tontos. Se buscan virtudes y adivinanzas alguna vez recopilados en una corazonada, se cuentan historias fantasmas apropósito de una casa rara, negra por un incendio. Permirso dice Juanito con timbre ruso, hijo ilustre de la pampa en plena cena proletaria,
la música de Mozart pone alas a la niña Agatha, contigo Inspiron solo quedan las musarañas de la vagancia y las estrellas por la ventana, en cada gota de agua en dirección a las plantas de tu casa. Al despertar al otro día, los pájaros cantaban la alegría del rio, bebió un vaso de agua directamente de la lágrima de la montaña, lágrima de felicidad, viajando por los paisajes entre las tupidas ramas y los rayos tímidos. Vago por el azul y la claridad, y se perdió entre los verdes atravesando cercado y corral, alejándose cada vez más de los habitantes mudos de las murallas.
Sentado en la silla de madrugada, el cementerio lejos saludaba el brillo de los ternos. Había descansado una docena de sueños de acción y vio un pájaro que lo silbo en el balcón, a través del humo de los dedos .Era la primera mañana en semanas que veía la luz sentarlo en su celda de tazas de agua y el pan de los viajes cerca de su velador. Se acordó de un joven vate que lo vomitó en los pies después de una novia extraviada, y se sonrió del corazón que lo estrujó solo porque llevaba en el pelo azúcar flor y un chicle cojo en la pisada del aún tibio pantalón. Sentado oyó el día doblar con su smog y con el pincel se clavó en el pecho, el pecho de su querida hada. La mañana despierta la cabeza y los maceteros, el silencio lucha por no quebrarse pero estalla su muela, y grita partieron, y corren con sus maletines encerados, los jinetes entrando y saliendo de innumerables puertas. Alguien ha venido a contarme algo de un pasado, Qué es eso le digo yo apuntando hacia arriba, hacia abajo ¿Esa bolsa en el viento? Me contesta, le contesto qué bonitos tus zapatos de payaso Me sumo bajo los cables, aunque no he salido a ver las tiendas, he visto unos zapatos y los he memorizado. Dos botes rojos chapotean en alta mar,
y la tripulación vacila y ríe entre tanto pez de borde a borde, una gaviota saca la cuenta de los sabrosos cogotes humanos, y un pez que se apaga salta y da su última vuelta. Ronronea la micro, el ventanal me muestra un horizonte en Egipto, en un arrebato de amnesia, esta temblando el edificio, algo tiembla más allá del planeta, un universo se mezcla con otro universo, y dos jóvenes galaxias hacen el amor en una cama que chicharrea, que se queja, que jadea, debo regresar a los libros, el gallo dormido cacarea. Es de tarde ya, es la mitad, es la soledad de Dorotea, fumando hojas en el limbo, el circo no deja la ciudad de mi pieza, lleno mis zapatillas con talco, dibujo un ocho con dos ojos, y espero que suene el timbre a las cinco, al príncipe le duele la cabeza, y llamó su verduga loca, Para su clase en ascuas de catecismo. La tarde ardió y no acudió nadie a besarle su frente de migrañas, ¿Qué pasó? No se presentó el ave rara a picarle su nube reclinada en el cojín, las páginas respiran una brisa de calles calcinadas y la gotera apaga el sol, el payaso se quita el traje y abre la cama, para delirar con una carpa, lejos en
la espalda de un camiĂłn, vacilando por montaĂąas, bajo una llovizna de lavas descubiertas al arrebol, metiĂŠndole la nariz.
La vio tras un polerón a rayas y calzoncillos casi secos, habíase bañado con espontaneidad en el mar, y volvía temblando por un viento que lo empujó hasta el camión donde guardaba un espacio para pegar la pestaña, la vio de reojo anotar algo en un cuaderno, cruzada de piernas y con un secreto en los ojos, ella lo vio venir, lo dejo quedarse, lo hizo amar… lo hizo escribir. Ella la joya, silba para las páginas su tranquilidad donada para guante de las letras, cede a la inteligencia, largas marchas por la ciudad manuscrita de morisquetas, y corre y recorre la tinta en manchas fugaces y delicadas. Regresa a escribir bajo la luz de la lámpara, la receta para una fiesta de intermitentes muecas para conquista de la nada. Reyes y reinas se desenmascaran frente a las cámaras, las fotografías salen chuecas, la rápida pluma es una afilada espada en las manos de perla, de su silbido vuelan dientes púgiles, sangra de la pasa su papada ingrata, y no hay más vida que en el rincón de las imbéciles muñecas en llamas. En su pieza resplandece, su peluca electrificada baja satélites y los vuelve caspa de la ciencia,
entona la melodía de un ave que silba para hipnotizar a la muerte, que se come sus carachas, que fuma de cabeza colgando debajo de los puentes, y que espera en una botella onomástica, la carcajada que mata a reyes y papanatas, a locos y poetas, Ella traspasó la belleza buscada por las serenatas, se encontró un corazón lleno de ratas y lo amo, ella silba para las páginas su tranquilidad donada para guante de las letras. La poeta y su barca en posesión del crepúsculo, remó hacia otros lugares magnéticos, alargó sus dedos por precipicios que relumbraban antiguos vitrales con escenas de heroísmo y duras migajas, peinó su cabellera con una piedra, en una isla lejana me escribió de olas y de rústicas puertas, y de la luz de un faro que entre botellas la desnudó, sentada y escribiendo, en una vieja pensión de ratas.
Solo en el paradero, esperaba algo de la potencia, de la zancada en el vacío, o de una primera gota de la condensación, esperó con las bolsas arrugadas en el frio, con la imaginación y el cielo haciendo estática en sus mechas de roedor. Masculló algo para sus internos sentados con él, bajo un poste sucesivo, mucho rato pasó hasta que su luz lo detuvo de su cuento a cuento, y le reveló su verdadero silencio bajo cero. Incendio mágico calle arriba del cerebro químico, los ángeles sacan postes al voltaje de los delirios y plantan un planeta bajo los pies. Neón debes aguardar al corazón en las tómbolas del aire, de ojos bien abiertos vendarte a la oscuridad de los vecinos. Esta noche clama la lactancia el primer grito y el último de júbilo. La electricidad peina al ventilador el look de las ideas fugaces, y en la amistad con el silencio, nada falta para primera comunión de días hábiles desde la creación del sol. Feliz zancada por el ojo hasta los ojos de la madre, y de esta a todos los ojos.
Qué es aquello que halló antes que corriera por la cuneta el agua, y que prueba fuerzas al clima que se larga. Una barba blanca y un poema lo visitó rápido por los ojos, celebró el hielo de su Antártida atravesando un tubo en su provincia de cerros y quebradas, empapado y tartamudeando se coronó de mil voltios de gotas en la pausa, cerro arriba, en la esquina, hallose al astronauta, lo seguía un conejo de la buena suerte, saltaron charcos, intercambiaron dientes, desaparecieron a la distancia.
Desde el parque aún se oía la oferta a gritos para alegría de las moléculas, se llevó un sorbo hasta lamer el sol con las pestañas, reunió unas hojarascas, y las dejo caer de sus palmas como remolinos de cartas sin dirección, un gato lo miro curioso de los giros ebrios. Se calentó todo lo que pudo por la espalda, el viento levantaba un polvo que doraba el cuaderno, y se hundió en la banca a oír cuan hermosos los gorriones silbaban, el aleluya de la palabras despegadas. Tarde cálida de otoño en la paciencia de los cúmulos estratos, Vacío del vaso reflejando la ciudad desenterrada. Mi amor, la escarlata, loca de nombre y hambre, rompe el cordón umbilical del esquelético desorden de los tacos enajenados de la tarde, los hombres avanzan a gachas con las bolsas tambaleándolos contra las murallas, y dos focos achinados vigilan en el rincón de la carne, el elixir de las nobles pasas, y la armadura del futuro pan del desdentado. Con vino Endulza la violencia de la sangre emboscada en la ciudad cabizbaja, y acaricia un gato en presencia del abismo impenetrable, para ninjas románticos y otros ídolos de radio en las tumbas en el aire a marejadas,
virtud de las arcadas, y las lámparas zamarreadas como baldes, canción reventada contra el mudo nudo del hartazgo en las pizarras. Luego cuando el sol se desvaneció, y la luna entró con una nube a anunciarle que el vino se estrellaba, caminó por la avenida de la nada, hasta un salón donde lo esperaban con una casa para pájaros, donde cantó sus ruidos al camino amarillo de esa tarde anciana y vinos por venir al callejón.
Se sentó a la vista, en la cual de visita en casa de parientes, se construía un altar, para un peregrinaje de cruces pesadas, las estaciones en las que Cristo cargo su saludo para alegría de las abuelas, que esperaban que cundiera el plañido. Entró en todas las habitaciones que conocía con sus moscos, y sus tardes de desesperación, pero se apresuro a la cocina a untar sus ojos bajo la mampara de la tía inteligente. Las uvas esperan la lengua de la abuela, y los años han trajinado periódicas páginas, olvidando secretos advenedizos. Lupa el vidente toma té obstinado en una turba de carteles, que lo pisotearan sin verle, sin hacerle seña, sin conocerle su magia despreciada, el perro juega con los cordones de la escritura, que desea la paz en el nombre feroz de los vientos. Una canción rompe la paciencia, y su fantasma asola las disqueras, ellas que han vendido la pureza de los principios, oyen la presencia de una estrella en la caja fuerte. Las bolsas llenan la mesa, la compra ha venido a anunciarnos el día de la bestia, es viernes santo y nadie delira que está hecha esta materia, qué religión es esta palta aplastada contras mis pestañas,
qué es esta vela encendida en mis cáspitas, qué estará sucediendo en la nostalgia, Un té aguado y un niño tras las rejas. Después de un rato en que la mesa se levantó, y Cristo volvió a sus pasos ausentes, halló unas fotos en el cajón y unos dientes de leche que contó con sigilo matemático, fue a ver su pieza y lo cautivó la cama hecha con trozos de corazón, apoyó su cabeza en el amor, y se durmió volcado hacia los lazos olorosos.
Despertó en la oscuridad donde corría su lava, levantó confundido los intermitentes, su población lo rodeaba incluso más allá del mar, y oyó a su mama hablar sola detrás de la muralla. Se dejó estar ahí, donde muchas veces lo visitaron las ciruelas colgando de las ramas del corazón, hasta que una caía en su pecho imberbe y lo alegraba. Los grillos y los murciélagos compartían el aire de su oído, y los ratones saboreaban los muebles atravesando puentes hasta los puertos que soñaba, una bruja giraba entre las gallinas televidentes, y dos tímidos duendes cuchicheaban entre sus cuadernos de niño, que chicharra sería, la luna callaba como siempre con su belleza de ostra indiferente, y la muerte miraba su cama con rubor. Sal si puedes es mi pueblo Por mientras la noche llega, y se levantan los ruidos al fondo del patio, y el oído inclina su visor, intentando ver el color que escapa del pozo, del instante negro. Sal si puedes es mi pueblo, mi advertencia para los que quieran ingresar a ver que esqueleto es el que mueve a los pájaros del sector, Sal si puedes es un camino de cien cuadras en silencio, con la punta del rostro escribiendo el manifiesto del soliloquio, estamos todos solos en el universo,
lejos de la congregación, poseídos de un momento sin voz, Sal si puedes es mi pueblo. Sal si puedes es mi pueblo La quietud del patio señalaba un pequeño viento en tirabuzón, las casas temblaban al ronroneo de los gatos, el cerro dormía adentro de una población, y adentro de la población las pesadillas más bellas del pez en el mar silencioso del pánico, una alegría prendió en las venas, Inspiron entorno sus ojos, y oyó en la oscuridad, la voluntad de su fuga animal, saltó la cerca borrando de un brinco las huellas, se puso a caminar en la noche de los nonatos.
Era la mañana de la resaca, de vacías botellas sin torniquete, el ventanal tejía sus blancas alas en la bóveda abobada, hizo llamadas que lo acusaban de paria a la caza del teléfono de otra fogata, caminó por las paredes, el vaso lleno lo dio vuelta, y ebrio otra vez para los temples, ebrio de virtud y de muerte, se acercó al espejo a ver sus espasmos, a mostrar los dientes al filo del tropezón, En el iris penetró la luz, la luz de los crímenes pendientes. El zapato negro quiere ser luz, y la chaqueta de cuero, y la sombra de la pieza, y el tiempo que se desconoce, y el hada que nos besara muertos. Todo quiere ser luz la cara desfigurada y el interior del pecho, el silencio en la almohada y el fantasma del templo, todo sueña con ser luz el vino negro y el alma de la extraña. A la luz sale la vida, y ha conmovido al vagabundo la oscuridad del necio, ha brillado en sus ojos la radiante sonrisa anhelante, subiendo por el pozo, hasta encontrarse con él, brillando también en su deseo tenebroso. Luz del día, flores en el universo, fugaz vigilia del sol negro entre nosotros,
oscuridad que se asoma por el temblor de hojas, y que mira a su alrededor el camino ciego, y toda la noche por delante, iluminando adentro los caminos de los topos. Ven luz de los alientos, eco de los sueños en la cueva de los locos, ven por el niño bajo los puentes, atizando un oscuro insecto de carbón y vomito negro, ven luz, ven por mi acércate, atolondra esta sombra, para que asome sus diamantes, y los cerdos hacia el cielo del asombro de los ojos, y el destello en el corazón radiante del silencio. La tarde oscureció rápidamente la mesa, metió los pies en el agua de su cueva y los pomos, se hundió a la velocidad de la noche negra y las hachas, buscó en la oscuridad el arco de la puerta, entró, tropezó en lo hondo de sus sorbos con un sonoro cajón por cajón, dejó al interruptor pensar que vería la mañana.
Pasaron muy veloz por entre dos semáforos, el vacío de un alivio los recorto, y pusieronse a brincar para bajar un barco, que reclutaba peatones en los mares que agitan desde el fondo el fervor de los abrazos. El rompecabezas de un destino los apuntó, caminando felices por hallarse para sí mismos alejados de la novedad, livianos como corchos izaron trapos por encima de cementos y cristales, y alejaron la ciudad en un cruce de labios bajo un árbol sin correcciones. Cayó la noche y borraron los años, y cada vez más jóvenes, reinventaron sus manos en el arte de acariciar, las ortigas y las flores en el calor del fango. Dejaron irse por el río sus botones, una melodía los rodeó por puentes y genitales, y en una boya de vacíos saludaron los océanos en que se baña el amor con el amor. Largamente vagaron de la mano esos dos, y quemaron sus naves en un mismo latido, la vida cobro su parte de tropiezos desiguales, pero el dolor los consoló con su inmenso manojo de llaves al rugido de un sol agónico. Tornáronse espejos hasta arrugarse en las aguas que movía el oro,
un tesoro les relució en el rostro, y en una esquina sin salida, un pájaro anuncio el inicio de su periplo volador, vivieron un minuto dentro de las horas sin oxido, se unieron como gotas bajo los astros de visita en el firmamento de animales. El viento los sopló lejos hacia el párrafo donde salen los cuernos al frescor de las vueltas y los nuevos vómitos, cada cual tomó su atajo, cada uno a su camino de arterias en el barro poseído de cosméticos, cada loco a su patio de prismas bipolares y lentos moscos, con todos a las vitrinas de la sugestión y el penar de los sujetos, el pájaro desapareció, nunca más lo vieron en sus hombros cantarles el secreto de su encuentro, el camino de retorno, la muerte pasó dando visto bueno a los semáforos y a los modales, los días disminuyeron el recuerdo, se emanciparon los piojos, volvieron los secretos a tropezarse en el asombro, el cráneo sacó sus binoculares, estudió los postes eléctricos y la nube de polvo, Inspiron encontró en un papel un azulado corazón, trató de ver lo que decía su rostro, subió una luz hasta sus ojos. Lámeme el rostro con tu lengua despavorida, vuelve a descargar tu trenza en la mañana tristemente inmensa, rompe los hilos de la venda y descubre de la nada, estos ojos que son de tu colección el brillo de tus pasajeros, el gluglú de tus sorbos, el perfume en los dedos y la fricción con tu silencio adentro de una canción. Te recuerdo en un sueño de viejos azulejos y la sensibilidad de las tablas al zumbar en la oscuridad, te
veo en esa cama llena de cuadernos, Por la maĂąana demorando el tren en llamas, arrollando los conejos, alejĂĄndote gigante y desvestida ante la ciudad enana.
Era la casa de las ensaladas, y de enormes frutas suculentas, alguien preparó algo de pegamento para reírnos toda la mañana, pero sucedió lo contrario, cada uno se volcó a su propio navegar en la brisa que roza las bolsas de la pieza, y el vuelo por las ramas nos llevó donde corta la lengua el silencio, y se investiga el circuito dentro de la propia soledad. Una graciosa cita de ensimismos corre por la sala en bata, una morena con voz de pequeña campana estornuda sobre los cosméticos, y hace de la casa su adivinanza, trata así de hallar algo oculto, más allá del precio y el desprecio, ella sola reluciente se inclina y se imagina, descubriendo en las cuevas de una tibia catarata, la lámpara atrás de todas sus lágrimas desparramadas. Tifón echado en un colchón domina con el ceño fruncido la circulación de los infiernos, en calzoncillos elucubra su desnudez diligente, sueña en una jungla encantada con una novia en el mar y con un fruto que el descubrirá, para crear su jugo magistral para multiplicación de los creyentes a la velocidad de lo gigabytes. Pelayo, piensa y piensa en el dolor de los robotos,
agranda sus ojos entrando así en la conexión telepática con el cosmos, levita encogiéndose de hombros ante todas las respuestas. Diseña en la pantalla hebra por hebra logro por logro su carismático poema para su mágica majestad la deposición en una hamaca Inspirón batalla con la gravedad las inquietudes de sus patas, quiere tocar tierra antes que lo bote una brisa atolondrada, donaire de las matemáticas, perspectiva y probabilidad doblando con la guadaña, y echada para atrás en equilibrio sobre la nube aromática, la pelada. Todo en silencio remiso, previsor, obligatorio, armónico, un deseo atómico mueve los rizos y los pelos de los moscos cerca del ventilador, un fantasma desnutrido pasa diciendo nosotros, y entre todos nos miramos sin exclamación. La tarde recibió la visita de los rayos, llovió y llovió, y cantaron techos y escalas en la cascada pública, un flash nos hizo ir a la ventana a mirar nuestra película, la filmación de nosotros mismos en la sorpresa de nuestras caras nerviosas ante el destellante vínculo, cuando el trueno rompió el ataúd y volvimos los ojos hacia el otro adelante y rompió el brillo la barrera nocturna y corrió la noticia como la luz.
Era un día soleado cuando vio en unos tristes ojos la noticia y se enteró. Apareció en la tele y en el diario, y en un mensaje de texto que lo hundió en el asiento de una micro hasta dejarlo volteado hacia la cortina. Los últimos momentos del viajero y todos juntos, lo señalaban como poeta, un amante aprendiz, un artista de tomo y lomo, un demonio perfecto de piernas esqueléticas. Inspiron acudió al velorio y vio a uno de sus amigos llorar al que se fue desconsoladamente en una esquina, algunos hombros lo tapaban. Se acercó al cajón, miró el rostro dormido y le habló con unas lágrimas que rodaron por la nariz. Cuando muere el cuerpo, y los ojos y la sonrisa provocadora, y la vestimenta y la caminata, en el ajetreo, en guerra de aburrimiento o arrebato cuando el corazón detiene sus pasos por los sentimientos y se echa a descansar dentro de un agujero sin regreso, y no se va más a visitar a la amistad para vaciar los ojos hacia los otros ojos dejando una marca imborrable a la distancia. y no sopla el viento frente a nuestras máscaras, y el nombre ya no hará su presentación de rigor, y no verá más su doble en el espejo,
la fama o la infamia no harán ronronear a ningún gato cuando el cuerpo se va otro día esta amaneciendo y el amor a todo ha sido detenido por la resignación y el hoyo, y todo ha terminado por ser bueno sobre las cenizas y la lápida. Cuando el cuerpo se ha ido queda solo el amor de todos nosotros abriéndole las puertas del vuelo, para que los días lo lleven, allí donde todos somos solo un momento, antes de partir al viaje, mientras otro llega a buscar sitio en el corazón, y otro se aleja cerrando los ojos quedando frente a todos al otro lado de nosotros. Fue con el grupo a beber algo en un bar, el paso de los años lo tenía al abandono, un viejo miraba hacia la pared, esquivando la presencia de todos apretando su vaso desolado, se vieron a los ojos, se dieron fuerzas, se acordaron del amigo que se fue para siempre al patio de los callados a impartir su querida juerga tras su paso meteórico, Inspiron regresó pronto a su casa, y se sentó en el umbral de su puerta, donde levantó una piedra y la puso entre sus dedos para levantarla hacia las estrellas del espacio, y recordar hacia el universo al que siempre brillará entre los que vamos en el silencio de su ausencia.
Un día después que viajara con sus títeres, y que lo aquejara un anuncio de asma, Inspiron cedió ante la liturgia, vio en la sensible visión de su monóculo el sigilo de los fenómenos, el amor golpeaba la ventana para dejarlo sin palabras, y se giro hacia un rincón a mirar por un hoyo, por donde revivió el día anterior. Fue en un recital de no sé qué corte, caminaba en el tumulto aguada, la sed la sentía en las brasas, y caramboleaba su mirada buscando un verde mascullando abracadabra, Inspiron aun no veía bien que locura la peinaba, que luz la oscurecía entre los cogotes. Luego que la tocata acabara apareció en escena con un toalla para mesas rancias, un estropajo con una risa desintegrada era la bandera de su maltratado bote, abriéndose paso, lo tomó del brazo y cruzaron las garras cocinando el cerebro en la saliva y las pilas acidas, en el resbalar aceitoso de los pernos, que sonrisa de luz y de dentellada en el cuello de los últimos momentos, que negra entraña de pasados en la cantidad de parientes podridos en las ramas. Mi amada rubia fanática de las sombras doradas, que pesadillas tan cosméticas que harás un día después de tantas cervezas,
que vacías cuadras de penas simétricas rondan tu cama. el lobo en tu alma rasca la muralla para beber de tu teta, la vida de tu frambuesa morada, el infierno de la gente es tu mueca violenta, te recuerdo solo eso, tu risa saca de sus manicomios a los muertos, y da vuelta con botas militares las ensaladas, solo eso, gracias por tu lengua en mi cara de alcohólica cereza vieja, Eso era muñeca tibia y desdentada. Luego que la ciudad se nublara y que durmiera su rato de escarmiento, se paró a ayudar a levantar la mesa, tiritaba aun de la noche santa, donde visitó la cueva de la manzana agusanada y volvió al clima, sin postdatas, sin sentimiento.
Fue camino al basural donde contemplo las altas alas de gaviotas sonrientes camino al centro, una de ellas llevaba una bolsa colgando de las garras, y se internaba con el sol que ya entraba gritando en el puerto su caída famosa, hechó un vistazo a la pirámide tétrica, buscó un palo para avanzar como pastor de gatos en la maleza y la cizaña, la brisa venia helada de poesías mentirosas, había que ver como corrían las camionadas de mierda hacia el colchón de plástico perpetuo. Viró bajando atrás del cementerio, el sol desapareció en las aguas cara a cara. La cabeza rodeada de gaviotas Cerro arriba la música de la distancia El tintineo de la hierba cabeceando en la brisa huida y caramboleo, El vertedero gritando encima de la costa, Acércate luz ven a triturarme qué calor, qué hediondez que he venido a hallarme en esta tarde autista, pensando entre las bolsas dónde estarán las rosas, de el poeta halla en su cripta. La cabeza rodeada de gaviotas,
que lanzan bolsas de basura a los transeúntes a no tan alta altura, sus risas y los gritos de la gente, el recuerdo de la furia y las cosquillas de la muerte, en la visión exquisita de la locura, aleluya exclama el sol en el poniente, encontraste tus dientes rodeado de una tarde muda, te reíste de ti mismo oscuro tajo, patinaste como loco julio y viernes, te abriste como ojo en el atajo. La cabeza rodeada de babosas bajando de noche con las corneas con brazos, al espectáculo de las luces del puerto, vistas a distancia desde los nervios adelante el ángel esparcido en el roció de la población cayendo en la ventana del amigo, hacia lo hondo de su sombra su silueta mirándome directo a mis ojos, desde sus ojos titilantes, En su pieza escribiendo el brillo que nos juntó en el aire de las tardes, cruzando esteros como cuchillos. La cabeza rodeada de babosas bulliciosas lotas oyendo nuestro numero al vacío sobre ese mismo cerro hablando del gozo y los destrozos, haciendo fuego en la periferia del corazón, compartiendo el vaso con viejos monstruos y uno que otro adivino, pateando bostas, pasando ebrios fuera de circulación,
bajando el cielo con el oído, sintiendo de vez en vez el cielo entre los hombros. Inspirón en las calles de san puerto, fue a ver el mar bambolearse, y rebotó cerro arriba viendo una gaviota que regresaba a buscar sitio en la pocilga que recordaba, oculta para puertas y ventanas, sobre el triángulo en punta de los techos.
En dirección a la tocata el sol flotaba en un ronquido efervescente, se cabeceaba al refriegue de las llantas, se dormía para llegar fuerte a soplar las cabelleras arrolladas por puertas y pautas, iba a tiempo la rueda a amplificar su flama avanzando con los pedidos de lo urgente, cantar a todo pulmón el filo de la belleza endiablada, la ternura de los tridentes, y la pena y la alegría de lo que nunca pasó, y vimos huir hacia la nada. Cuando anda la rueda, flota en el vacio la floreada camisa, pegada al asiento arriba, en el mástil de la nave cometa, los verdes a lo lejos huelen a pino de repente, a leche descarriada sobre la nube que lloverá, sobre los picos de montaña y las manchas de vaca, la carretera es recorrida por un supositorio cargado de serafines erratas, irán a parar al corazón de una niña loca de pecados, provocando tiernamente su verdadera sonrisa. Rodar y rodar por el decorado, el sol es nuestra hermosa pelota, la ampolleta que todo ronda, que ha estado antes de estar.
Ahora el show debe continuar, morir de luna y canción del vicho, bajo la luz de los pinos esta noche, morir y resucitar urgentemente, esa es la consigna por la carretera. Después, cuando roncaba la cabaña y la oscuridad oyó a los grillos cantar sus alapatas, a Inspiron le vino el rubor, y vagó sin despertar por los pinos alrededor, donde se quedó viendo la luna maullar, ese viaje de todo lo que olvidó y que lo imaginaba.
En el asiento atrás soñando en una hamaca, y de esa hamaca una playa bajo el sol, y bajo el sol Venus en su tinaja, Lechargrone despertó estrepitosamente a Inspiron para mostrarle unas botellas de color, tenia sed el más loco del escuadrón, y todos confiábamos en las impredecibles matemáticas de su inquieto corazón, a pesar de la interrupción, Inspiron siguió tejiendo desde el sueño su deseo, y no atinó a despabilar mientras todos bajaban a estirar las patas, una fantasía en el sueño se le coló para enrostrarle el calor, el dolor de las máquinas abandonadas. Amazonas entre los árboles de Chillán a Concepción, emociones ocultas parpadean en los dedos, el deseo es una bruja coja girando el caldero, donde gime un corazón, y burbujean los besos de Gaspón el dedo adivino, corrientes de calor bajo la cintura del monaguillo, conocimiento roto contra la roca genital, mar entre las nalgas de la luna tántrica, cosquillas en los vellos ordenados como una cama china, geisha en la noche persa danza la brújula abdominal, Fuera de sí atrayendo toda la vía láctea, un futuro profeta, la eyaculación prematrimonial,
La nada. Cuando el sol espesó los vientos, y se diseminó el cielo rojo en un soplido de calor, la pandilla sacó a la calle sus instrumentos, e Inspiron se alejó para caminar hasta una laguna en paz, donde cerró los ojos hasta esa playa, donde solo había mar, y una brisa juguetona de amores polvorientos sobre los monos de su cara.
Había que bajarse a disfrutar la soledad de la isla, había que verla antes de llegar, a la distancia, el amarillo de los rayos mordía las nubes en masa, y el cielo proporcionaba el timón para bucear en la belleza reventada hasta las pupilas, la escena era remolcada sobre las aguas congeladas, el espectáculo ondeaba sin telón, la unidad ceñía con un temblor, en los pies, en el ojo, en el pecho que la perseguía. Se abre el ojo se cierra la luz, el sol parpadea su éxtasis, su dolor, este es Inspiron, ese de manos en los bolsillos mirando a un costado de la barcaza el vuelo de los pájaros girando sobre las orbitas la respiración de los elementos le clava un diente en el pecho, navega hacia otro encuentro apostando solo un silencio que lo abalanza, llueve y no, frío y calor, se rompe en dos, sueño y asombro, solo une la humildad de un corazón en blanco, abriendo el ojo, avanzando hacia la oscuridad, bombeando luz de la oscuridad.
Cuando tocaron tierra las ruedas, los siglos ya atardecían, luchó la cabeza sobre una pequeña almohada, en un salto de charco se durmió, y volvió a parpadear después, entre la noche aldeana, el ojo de la alegría.
Hace más de un mes que cada una salió de su casa, no recuerdan la vuelta del camino, han aparecido en el viaje, lanzando piedras al agua Inspirón trabaja en el hambre de su próximo cantante, divagando un tanto ciego por el ojo de su oído. Cantas muy bien, dijo una de ellas al ver la bolsa de machas, los mochileros tienen siempre hambre, van como caracoles en su suero, devoran el aire, en la aventura del polvo pueblo a pueblo, llegan y se van en su preciso momento, y el ocio vuelve a su nada en plena caminata. La lana abriga el sentimiento, hasta que huya la carne. Muchas gracias, le dijo, y conversaron largamente de la aventura que las traía a conocer la isla, Fueron al camping a buscar una olla para hacer una sopa de machas, no pudo evitarlo, ellas tenían fuerza, y se reían con la oscuridad necesaria para iluminarlo. De qué hablamos esa tarde en la calle azul marino,
en el destino de nuestra voz morada por las células del vino. La conversa fue mantenida por un cielo en batahola, una fría se avecinaba y decidió volver a la hostal para abrigarse, por la ventana la garúa, hacía grande al silencio, Y se entraba con los ojos a cerrar las almohadas. El corazón es una isla llena de sangre situada en el mar adentro de la memoria del aire, Se tapó y volvió al punto, el amor es una raya tratando de rellenar lo inmenso, está parando de llover Perico llama a sus poéticos, los filósofos a rotar con un circo, los locos a bailar adentro, los palos lejos, la precisión del tímpano para oír la vertiente, y en el cielo los dos círculos, día y noche los dos circos… Ir más allá y aterrizar entre las anclas chilotas con la blancura de mis zapatillas, abandonada y fumar las nubes en marcha, ovejas a toda prisa, nada se compara a la amistad lejos de casa, en el bote silencioso de la soledad.
Con la orquesta de las morisquetas me tomé los tragos de la melodía, y vagué por las piedras buscando formas. Dos perros jugaban a perseguirse en aro, Y el oído siguió a la memoria y sintió pánico de las rocas, y habló el espacio como pájaro y cantaron todas las hojas en el árbol, y sonaron las piedras con su sueño encerrado, y con un palo dibujó en el fondo de la caleta el silencio de una línea. Silban los peces debajo, el sueño de lo que flota, y se oye al corazón adentro del cráneo lavar la ropa de los instintos, se oscurece la playa y hace frío, y todo reloj molido es mi callada copa, mi empanada de corazón y el silencio mi ventrílocuo.
Cruzando otra vez en la barcaza, la mañana nublada castiga los meniscos, Inspiron va con unos amigos abordo, hacen en cubierta una danza de alimañas, como pájaros en la inclemencia, se persiguen entre los tripulantes tímidos, la alegría y la pena de la libre retirada, se mueve la embarcación, el aire es frio, pero calienta jugar en la onda, y llevarse como un tesoro el estímulo, hacia los días que vienen, sin saber quiénes son, quienes serán. El ojo en el aguacero contiene una risa de niños celebrando en un charco la abolición de todos los oficios. Una ola se arroja a la ventana y hace meditar a una mujer, acerca de cómo deshacerse de una pistola que también medita, mientras ella toca sus dientes o pintarrajea sus labios el agua cae para bautizar la loca marea, y todos en cubierta nos hundimos en una risa que cuenta las gotas de una sola sorpresa, y mientras se aleja la isla hacemos una pequeña fiesta entre la tierra y el mar, donde la imaginación se marea de todas sus borrachas respuestas, y sus tragos salados con chispa.
Al llegar a puerto Montt, la sed pidió una copa en un restauran de muebles en la oscuridad del ébano y el brillo de las paltas, y flotaron los perfumes en el fuego de las ollas místicas, frente al alboroto de una lluvia por la ventana, el vaso se llevó a las entrañas todo un hombre, e Inspiron llegó al atardecer a los primeros rayos de sol en medio de una lluvia pisoteada y los primeros clientes en el bar de las barbas mismas.
Despertó en el quirófano, donde celebraron las lombrices la caída del sol y el polvo, todo había empezado con unas latas , que terminaron por lanzarse a unos dilemas , que se paraban volteando vasos dejando manchas a la velocidad de las suelas y las plastas, desastrosas voces que babeaban líneas en los pómulos, salpicaban en los alrededores del oído, operaban en la calma a punta de calambres, donde los poemas fueron el pretexto para juntarse a conversar la parte, para que cundiera chiflido, para que flotara en la ronda, pero a medida que se estrellaban las copas, nos sumergimos en la turbulencia, y mientras huía el silencio saltamos todos de la borda, hacia el mareo de las paginas al olvido. Con un poco más de nada, que te hace sonar la lengua en señal de aburrimiento, y no quieres levantar las botellas que en un rincón lloran por sus almas vacías, y es como si te llamara el mar para mostrarte cuan hondo se hallan las perlas bajo las algas, y el cerebro flota como una medusa llena de los rayos de sol y la electricidad púrpura, la resaca es una extraña acostada sobre tu cabeza sin cara, con una larga mueca de las arañas caminando por la pieza,
y la cama es toda la mañana cayendo knock-out entre las cuerdas, y las esquinas de la mirada, con una bala en las pupilas. Se levantó a duras penas a tomar un poco de agua, se vio encima de la nariz una marca, cojeaba al llegar a la cocina, en el living oyó que algo le decía el pulgar, se derrumbó como saco de espermas sobre el sillón de manchas de recital y palos flojos de malas poesías.
En el plateado de la nube, raspada sobre la sombra de la tarde de visitas, ha crecido un árbol para temer a las llamas, y el calefon cruje en el corazón de las frías plantaciones antárticas o artísticas. Oye pensador de lágrimas no se libran los libres de las aves en práctica. El amor excita al universo, se despluma la farsa en el color del prisma y el rayado de los cuadernos. Zumba la centella de los bichos, la hoja incandescente, antes y después que se pierda en el taller Perla la gaseosa, y pase a desarmar símbolos para ver por dentro como muele el alba, la escritora y sus tijeras recortando un corazón a la luz verde de unas botellas sin vicio. Orbita la emoción y puebla lo que el viento se llevó de las paneras, se reconstituye el ciclón, y es de todas maneras el alba de las manos en acción. El poema pintado golpe a golpe, con verdes manchas moradas de atardeceres tétricos,
pensamientos enfocados por un retrovisor de tiempos somnolientos en las aceras malvas, por arte de magia desintegradas por la pluma del ave rara desenterrada del lujo del magneto, cuando la brisa entra por la ventana con el cascabel de la mañana, un gato desertor, y una flor en la palma de una sola mirada de insecto. La paz de su idea flota bajo la mampara, y se ve hundirse la góndola veneciana, del puente del amor eterno saltan parejas a naufragar en la marea en calma, y la luz pasa y todo pasa, y el amor flota sobre el agua su gran atardecer de incendio, en el soliloquio a bordo del corazón, sobre un vaivén color navaja una mujer rema, a un horizonte lleno de vientos hacia el puerto de los ojos, en un rincón feliz de la habitación.
Inspiron el lápiz avanza por las cuadras cargando su morral, y mira la tarde luminosa, sale a dar su vuelta y se refleja fugaz en su sombra como la cara que no quedara en ninguna cara, y que lleva su propia galaxia nocturna a la fuga de la gira alejándose del clan. Lagunas de aire a la distancia pétalos que caen desabridamente en la entrada de la casa, aviones invisiblemente arriba de las nubes en marcha al unísono del tiempo. Frases escritas con una varilla en la sangre estancada perlas que brillan en los escupos rondas por la cuadra sin hallar la intimidad ni la balanza ni la manzana de Adán, bajo una luna agachas meando su lata en el trigal. Mañanas de boutique sin vida, sin escapatoria, personas que lanzan hacia el espejo su cara seres aplastados a sabiendas por una pelota. Es el año de Inspirón, en el interior de las casas con una cara arácnida.
¿Qué harán estos niños intrigantes? Suenan los portazos en la selva, revienta la paloma con los nervios rotos y aterriza sobre una poza la capa gris de toda la masa, por delante agregando resquicios el anhelo cuenta hasta un trillón, el usuario sale de su cuenta y exalta la gran figura de un oveja asada abrazando a un simpático domador de bailes típicos, los topos huyen a las fiestas para ver las galaxias soltar su hachís sonoro, el tiempo es el tiempo y todos parecen locos por el nuevo desfibrilador, se meten la electricidad hasta borrarse las pupilas, baila la noche esta, que arde en el reloj a la velocidad de los aspavientos y las llantas, un vehículo nos espera afuera de las tiendas, y el viento pierde sus transparentes ojos avivando otro pequeño incendio en un oscuro callejón, se saludan los socios del club de la felicidad, en sus caballos de acero, con poderosos rostros de cazador mezquino, se suben a sus asientos las madres de los vigorosos osos del terrible tedio, un cohete caerá en la mesa, botará la vela del aburrimiento, obtendrá fianza para su cuello, el futuro llegará corriendo hacia el pasado de pronto , en los bazares de la imitación un ángel caerá preso en su precioso momento y la casa se quema y nadie llega a salvar la ultima selva en las cimas del ozono y el fuego subiendo por la gran habitación.
Hoy la sentí llamando en todas las calles me cuelo en el zapateo en el pedazo de mí que es suelo cansado de andar piedras trancando me lanzo con todo el cuerpo me llaman y me aparezco a mí mismo. Bajo las chasquillas, ojos, el filo del brillo a una risa el chispazo de dientes, me dejo sacar las lagañas, frente a frente. Él no se compra él no se vende aquí mismo me saco la uña mala los cototos no son chupetes el corazón no usa peluca no plantes la muralla ponte a bailar con la mano pilucha dale un beso a la pelada. De antenas paradas no me veo tragándome a cada rato la misma cara, el mismo viaje de caracha en caracha. Dejo cualquier cosa y doy una vuelta a la manzana, pero a la primera mascada todo se acaba y comienzo por no saber donde mascar. Se acercan solos los mareos de barco los que despeinan la cara,
los que se ríen solos de haberse cacheteado en la oscuridad. A cada porrazo una serenata, que hasta las piedras andan enroscadas por hacerle el quite al que pasa por pisar. Un rayo poniendo el pie en una calle que no lo veía alumbrando sin hacerle el quite a nada, alegría de la cola del perro de la niña de los ojos que viajan lleno de quizás qué los ojos se levantan a la velocidad de lo que desapareció. ¿Qué pasa? ¿Qué pasó? El eco es un rezo a medias, partido por la mitad, restado por el silencio, atención atención este hombre no está retrocediendo. Inspirón levántate y anda, ponte al atardecer naranja de pupilas y rostro transparente. Salta de las llamas mareado por el murmullo del sueño que ha creado por última vez tu cuerpo. Desengánchate del aburrimiento y despídete de tu voz en el silencio que transforma en himno infantil todo tu asombro, restablece la corta distancia de tus guiños zigzagueantes en procesión a una sonrisa, revisa la luz sin pensamiento alguno, detenido en la mirada que descascara el prohibido fruto del amor y asoma esta revancha, esta íntima llamada.
En el día que enloquece y muestra su látigo de furia sobre las plantas y la ciudad, que cuenta los incontables ceños hasta la nube dormida, la niñez muerta y las pastillas en la caja de pandora, la rosa llorona rondando por el rojo inmenso, la soledad de las personas por la pena y la rabia madura, se mueven los esqueletos hacia una música que rellena los bajos ingresos, y el dolor se emociona de la miseria que acompaña a la vida. Sobre el sobre Inspirón, Sobre el ánima que explota, y que rompió los necios y otras faltas a la declaración de amor, viendo un incomodo termómetro silencioso entre los otros. Qué aparición de cototo en la pista de baile, qué concierto y que desconcierto, qué rezos, el vehículo del corazón roto. Qué delitos, todo ilusorio, todo el salón, qué cable desertor del camino tétrico, ebrio del beso del gozo, podrido de ancianos estamentos, devuelto a la vida del verbo brillando por los ojos, otra vez tiempo y verso de piojo, otra vez otro aterrizando lejos de todos los recuerdos.
Escapa en sĂ mismo el don, fuera del hueco de la casa abandonada, quiere conocer que vena lo ha sacado por el techo, que lo ha visto venir como su estrella fugaz, su afortunada luz, en el momento sorpresivo en el que todo es sorpresa, sin tanta cabeza por fin para mover los pies al servicio de lo inconcluso, de lo imperfecto, de lo poco claro, reducido a murmullo modesto, a perla que avanza como estero debajo de la lengua.
Minúsculos pies suben en puntillas el tráfico de litio en el cerebro desde distintos ángulos, los lugares cambian su presencia y el cielo en paz puede transformarse en un crujiente grito, todo depende de lo obvio, o del ebrio, o del monstruo, asustado y asuntando en el ramaje de los nervios su propio rostro, o en imaginarias praderas, en alguna pensión de regreso, encerrados en la tarde de pieses y cemento, solo relajado recibiendo un obsequio un brote, viendo la dicha temblar en el tono intacto, una hoja. Y ver salir para adentro en puntillas contra el tráfico, ese nuevo embrión, ese pequeño cuerpo. Esa respiración llena de nuevos sentimientos aprendiendo los mordiscos, y fugitivo otra vez del tiempo reanudar el paso en el gran espectáculo. O salir no mas sin saber nada así, porque así no más :sintiendo en un paradero la cara hecha de las otras caras, y tintineante, frente a un bosque vendido, burlar la alambrada, y en el sonar de hojas, llorar la luz que ronda, y solloza la felicidad de no volver más y llora su cabeza rara con lagrimas babosas. El viaje es toda la vida descubriendo al acecho la claridad y la oscuridad en un solo pálpito, y en el
siguiente de los rayos de las sienes la amnesia de relato, y al fuego todos los cototos fechados para hielo. El viaje es una suavidad que a través de cortinas que suspiran, alimentan con ojos levemente abiertos, un momento, imaginaciones que hablan en el cuerpo y lo traen, versiones de un recado viejo, aire de los aires, voces desde lo lejos, y por la ventana despegando las muecas del Mono, el espejo brillante. El viaje será el hambre de devorar el globo, en una nube vagabunda, y llenar los pulmones y amar el oxido y todo lo que envejezca, oliendo la maleza, en un destierro interesante. Esta es la salida hambrienta el viaje al cielo del retorno retoño loco de árboles y destellos. Los silencios llenan los pensamientos de curiosos agujeros, ojos que no olvidan su predilección por el corazón, sueños despiertos desentierran amores de lo hondo, sueños sin tiempo donde de pronto todo es sueño, la salida es una promesa de amor, un vuelo de pies duros en silencio.
Ha llegado carta, Ha llegado el fin, otra tarde echado sobre la joya, viendo sobre el mar los pájaros en pos de un bocado marginal, ángeles que gritan en la alta luz el hambre de todos los cerros, ha llegado el fin de este cuento, las hojas de un libro que también pasará como cualquier tarde frente al viento respirando los vinos de la transparencia. Inspirón, eres el pelusa en el vertedero, toma esta mano, esta amistad que patea cáscaras de humor bajo las gaviotas furiosas. Has oído el clamor de las gaviotas gritando por el olor a perro muerto, has visto el corazón de un asno, su corazón de fuego traspasado por un ratón tras su bocado alquímico. Gracias por la tarde entre los cerros viendo el ocaso de un sol que grita un silencio cerca del cementerio, en los márgenes del puerto, oyendo estallar los aplausos con todo lo que han tenido de muerte y resurrección el despegue de las órbitas. Lavados sean los pescados con el ventarrón que vuela las bolsas de los patios enfermos de la razón y el miedo. Lavada sea la belleza con la oscuridad de esta descomposición. Gracias Inspiron de bichos poéticos, pestañeando hacia la pirámide de costra empujando hacia lo alto un gran corazón de estiércol, para coronar al sol en su gloria de amor y desamor con sus titilantes formas en brillante
soliloquio. Tú que te apretujas en el amor, destruye los obstáculos para tu tripulación de ángeles y moscas, y haznos desembarcar aquí mismo en la putrefacción y el gozo, la celebración de nosotros en el vertedero hallando el diamante que nos descubrió, en nuestras narices, enterrándose en la nariz del sol. Hasta siempre dice la emoción, hasta siempre mañana sin control sonriente de venidas, te esperamos en el corazón de los aplausos, reconociendo en el aprecio a todo corazón, todos los encuentros que emergen a la vida, todos levantados al inmenso espacio, hasta siempre Inspirón. Has atravesado el andamiaje de la turbina hacia otro nuevo silencio, sin séquito, sin recaudación, sin figuras de plástico, sin ruidos de paquetes para la cima, sin decir adiós.
Inspirรณn Chinoy se terminรณ de imprimir en el mes de febrero del 2018 en los talleres de Opalina Cartonera
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